EL REINO DE CRISTO ES FUTURO
VOLUMEN I
LA GENEALOGÍA DEL REY
por
W. E. Best
Copyright © 1994
W. E. Best
Título del original:
CHRIST’S KINGDOM IS FUTURE — VOL. I
(THE KING’S GENEALOGY)
por
W.
E. Best
Este libro es distribuido por el
W. E. Best Book Missionary Trust
P. O. Box
34904
Houston, Texas 77234-4904 USA
Nota Del Autor
El Reino De Cristo Es Futuro —Una Vista Panorámica
VOLUMEN I
LA GENEALOGÍA DEL REY
Sección I
El Aspecto Incondicional De Los Pactos
De La Promesa De Dios Fue
Enfatizado
Desde Abraham Hasta David
2 Los Nombres De Los Patriarcas Registrados
En La Genealogía Del Rey
Abraham
Isaac
Jacob
Judá
Fares
Y Zara
3 Los Nombres De Las Mujeres Registrados
En La Genealogía Del Rey
Tamar
Rahab
Rut
Betsabé
Sección II
La Declinación Espiritual
Fue Enfatizada Desde David
Hasta El Cautiverio
Babilónico
4 Prefacio A La Sección II
5 La Teocracia — La Forma De Gobierno
Ordenada
Por Dios
6 Los Reyes Que Preceden
La División Del Reino
David
Salomón
Roboam
7 Los
Cuatro Reyes Buenos En Judá Después De
La División Del Reino
Asa
Josafat
Ezequías
Josías
8 Un
Corto Avivamiento Bajo Zorobabel
El Templo Reedificado
La Profecía
De Hageo
9 Conclusión
El texto Bíblico corresponde a la versión Reina-Valera, 1960, y a la Biblia De Las Américas (BLA) © 1986 por The Lockman Foundation (usado por permiso) cuando se indique. Se indican las traducciones directamente del texto griego por la palabra “traducción” después el versículo.
Este es el Volumen I de una serie extensiva acerca del tema del Reino futuro de Cristo. Los volúmenes subsiguientes saldrán periódicamente. El Volumen I cubre solamente la genealogía del Rey. Los volúmenes futuros cubrirán comprensivamente todos los aspectos del Reino futuro de Cristo como son revelados en las Escrituras desde Génesis 1:1 hasta Apocalipsis 22:21.
EL REINO DE CRISTO ES FUTURO —
UNA VISTA PANORÁMICA
No hay tema de la Escritura del cual hay tantos puntos opuestos de vista como en la doctrina de la escatología. La palabra escatología viene del adjetivo griego eschatos, que significa último o final. Entre los muchos puntos de vista aceptados, dos mayores opiniones opuestos, que pueden ser llamadas “la confusión dos veces confundida,” son sobresalientes. Muchos que aceptan el pacto incondicional con referencia a la soteriología (la ciencia de la salvación) rechazan el pacto incondicional como se relaciona en la escatología (la ciencia de las últimas cosas). Por otra parte, otros aceptan el pacto incondicional como pertenece a la escatología, pero ellos rechazan el pacto incondicional como se relaciona a la soteriología. Por lo tanto, la inconsistencia de ambos aquellos que creen en la libre gracia y aquellos que creen en el libre albedrío es manifestada.
El problema fundamental en el estudio de la escatología descansa en el mal entendimiento de los pactos de Dios. Una definición del sustantivo griego diatheke es importante. Significa una disposición, arreglo, acuerdo, pacto, o testamento. La palabra pacto es usada como eterno y temporal; incondicional y condicional; y soteriológico y escatológico. Para tratar adecuadamente el tema de los pactos, uno debe ser capaz de distinguir entre pacto y pacto.
Dios hizo pactos condicionales con Israel en el tiempo que fueron legales, ceremoniales, y nacionales, pero Su pacto de gracia es eterno. Por lo tanto, el pacto de gracia alcanzó hacia arriba a los atributos principales de Dios y hacia abajo a las necesidades más profundas del hombre. Nada puede alterar la disposición de Dios que lo dio porque Él previó los cambios, predomina todos los eventos, y provee para todas las circunstancias. En el estudio del pacto de gracia como se relaciona con Israel, las lecciones simbolizadas por el tabernáculo son importantes. Por ejemplo, el arca es un símbolo del trono de Dios desde donde todas las bendiciones descienden. El propiciatorio fue puesto sobre el arca, y era del mismo tamaño del arca, significando que la gracia salvadora de Dios alcanza no más allá que el pacto eterno. El pacto eterno tiene el Dios de paz como su Autor, el gran Pastor de las ovejas como su cumplimiento, y las ovejas por quienes Cristo murió como sus recipientes (Heb. 13:20, 21).
Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas, cumplió todas las obligaciones del pacto eterno. Él es grande en Su persona, poder, obra, y exaltación. Además, Cristo será grande cuando venga por la segunda vez para establecer Su reino (Tito 2:13; II Tim. 4:1). La Epístola a los hebreos habla de la muerte substitucionaria de Jesucristo, quien pagó la penalidad del pecado por Su muerte, satisfizo las demandas justas de la ley, y dio la seguridad de la paz a los elegidos de Dios sobre la base del justo juicio satisfecho. Puesto que Jesucristo fue levantado por Dios, el pacto eterno prueba que Su obra redentora ha sido aceptado por Dios el Padre y la seguridad de la salvación para Su pueblo es asegurada (Mat. 1:21).
El nuevo pacto es conectado con las promesas de la restauración. No es revelado más por sombras sino por el Señor Jesucristo que cumplió todas las obligaciones y las promesas del pacto eterno. Sus bendiciones son para todos los elegidos de Dios. Aquellos que espiritualizan el reino ridiculizan la idea de un Israel restaurado. Ellos acusan a los futuristas de poner toda su esperanza para el futuro sobre un Israel desechado, así probando su método forzado y no erudito de la interpretación Bíblica. Contrario a esta acusación, los Cristianos que aceptan la enseñanza Bíblica de las Escrituras en cuanto al reino de Cristo están poniendo su esperanza sobre la promesa de Cristo, no sobre Israel: “aguardando [prosdechomenoi, presente medio participio de prosdechomai, que significa buscar o esperar] la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). La esperanza es la expectativa de algo bueno y excelente a su grado altísimo. La presencia personal y no mediada de Jesucristo es el objeto de esta esperanza, y el reino eterno es su conclusión. ¿Qué puede sobresalir a la presencia personal y no mediada de Jesucristo, en quien habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, en el reino eterno?
“La confusión dos veces confundida” llega a ser evidente cuando uno comienza a considerar las obras de los hombres acerca del tema de la escatología. Muchos de los “teólogos” creen que la promesa de Dios para salvar a los elegidos es incondicional, pero ellos cambian su posición acerca de una consumación prometida de la soteriología en lo que ellos llaman un reino condicional. Así, ellos hacen el pacto de gracia unilateral, pero ellos inconsistentemente hacen el pacto en cuanto al Reino bilateral. El “Yo voy a” de Dios es acentuado en el primero, pero el “si” y la “infidelidad” de los hombres son enfatizados en el segundo.
Uno debe entender que el cumplimiento del propósito de Dios no es limitado por las condiciones afuera de la Persona habiendo propuesto:
¿Pues qué, si algunos no creyeron? ¿Anulará su incredulidad la fidelidad de Dios? De ninguna manera [absolutamente no].... — Romanos 3:3,4 (traducción)
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? — Números 23:19
La infidelidad de ni los judíos ni los creyentes en el cuerpo de Cristo puede anular la fidelidad de Dios en cuanto al cumplimiento de Su propósito eterno con respecto al reino:
...yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré. — Isaías 46:9,10 (BLA)
Una promesa literal que es espiritualizada es la deshonestidad exégetica. Los teólogos tienen la culpa de ésta cuando espiritualizan las promesas del cumplimiento de la salvación en el reino venidero para significar su cumplimiento en la asamblea que Cristo está edificando. ¿Cómo puede ser cumplida la salvación en la asamblea, puesto que la asamblea que Cristo está edificando es solamente una de las etapas preparatorias para el reino futuro? La Escritura no registra solamente el pasado histórico de Israel sino también su futuro y el futuro de las naciones del mundo subsiguiente a la asamblea que Cristo presentemente está edificando (Rom. 11; Apoc. 7). ¿Cómo puede existir el reino en el corazón o ser la iglesia/reino puesto que Cristo ha ido a recibirlo del Padre (Luc. 19:12)?
Los creyentes judíos y los creyentes no judíos del Antiguo Testamento constituyen una orden de los elegidos de Dios. Los Cristianos judíos y los Cristianos no judíos del Nuevo Testamento — la asamblea que es la esposa de Cristo — forman la segunda orden de los elegidos de Dios. Los 144,000 judíos y la gran multitud que nadie podría contar de los no judíos de Apocalipsis 7 constituyen la tercera orden de los elegidos de Dios. Así que, los judíos creyentes más los gentiles creyentes injertados de todas las tres ordenes constituyen los herederos del reino. No hay nada simbólico acerca o del pacto incondicional de gracia o su consumación en el reino.
Afirmar la libre gracia de Dios en la salvación mientras se niega la libertad de Dios para cumplir esa salvación en el reino no tiene sentido. Por otra parte, negar la libre gracia de Dios en la salvación mientras se afirma la libertad de Dios para establecer Su reino es herejía. Aunque el último es más herético que el primero, por la gracia de Dios, los creyentes no tienen que escoger entre uno y otro. Mientras que el último es desagradable a la naturaleza espiritual del Cristiano, el primero es antagónico a su esperanza.
El reino de Cristo que Él ha ido a recibir del Padre no es limitado al período de mil años (Luc. 1:32, 33). Es desafortunado que la palabra “milenio” ha sido sustituida por el término Bíblico “el reino de los cielos,” “el reino de Dios,” o “Mi [Cristo] reino” (Mat. 3:2; Mar. 1:15; Juan 18:36). El adjetivo griego chilioi, que significa un mil, es usado seis veces en Apocalipsis 20:2-7. Este adjetivo cardinal que expresa una cantidad es distinguido de un adjetivo ordinal que expresa un grado o posición en una serie, tal como primero, segundo, o tercero. El adjetivo chilioi es usado solamente para expresar un mil, pero el sustantivo chiliades significa miles (Apoc. 7:4-8; 11:13; 14:1,3; 21:16). El reino de Cristo es uno en que Él reinará no solamente mil años sino también para siempre. (Véase Dan. 2:44; 7:13, 14; Luc. 1:32, 33; Apoc. 11:15.)
Un concepto verdadero del reino involucra el mensaje total de la Biblia. Así que, el tema del reino de Cristo ilumina los pactos, tipos, sombras, y profecías del Antiguo Testamento. Además, el estudio del reino en las enseñanzas de Jesucristo y de los apóstoles en el Nuevo Testamento hace la luz que resplandeció en el Antiguo Testamento más resplandeciente. No hay explicación para o la luz pasada o la luz presente que es más resplandeciente sin considerar la luz última como es manifestada en el reino venidero. Por lo tanto, hay un sentido en que la luz de la verdad resplandiese más resplandeciente hasta que alcanza a la luz interminable del reino eterno. Hay progresión de la luz en el tiempo, pero la progresión da lugar a la perfección en la eternidad.
El reino predicho nunca es declarado ser un reino o en el cielo o del mundo, sino que es un reino del cielo y no de este lugar (el mundo). Por lo tanto, el reino es “el reino de los cielos [he basileia ton ouranon, genitivo de descripción]” (Mat. 3:2); “el reino de Dios [he basileia tou theou, genitivo de descripción]” (Mar. 1:15); “el reino que es mío no es de este mundo [he basileia he eme ouk estin ek, ablativo de origen, tou kosmou toutou]” (Juan 18:36 — traducción). Por lo tanto, la esperanza del Cristiano no es por algo que descansa en el cielo, sino es el fruto de gracia que descenderá del cielo en la realidad bienaventurada a él en la tierra. Además, la esperanza que tiene su origen en el cielo nunca frustrará su recipiente. Así, la esperanza del reino tiene su fundamento en los pactos de la eternidad y del tiempo. Es presentemente confirmada por Jesucristo y los apóstoles, y la fe espera por el segundo advenimiento de Cristo para su realización. Como el advenimiento primero de Cristo trajo la gracia regeneradora y salvadora a los elegidos, el segundo advenimiento perfeccionará los elegidos en el reino.
La luz de profecía en cuanto al reino no fue obscura en el Antiguo Testamento. El reino descrito por Daniel no puede ser el comienzo y la continuación de un simple reino espiritual en medio de reinos terrenales. Será un reino que romperá en pedazos y consumirá a todos los reinos terrenales. Cristo no hizo esto en Su primer advenimiento:
En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido, y este reino no será entregado a otro pueblo; desmenuzará y pondrá fin a todos aquellos reinos, y él permanecerá para siempre. — Daniel 2:44 (BLA)
Cincuenta años después de la interpretación de Daniel de la visión de Nabucodonosor, registrada en Daniel 2, el profeta mismo tuvo una visión que armonizó con su interpretación de la visión de Nabucodonosor (Dan. 7:13, 14). El reino dado al Hijo del Hombre es el mismo reino simbolizado por la piedra que fue cortada del monte sin ayuda de manos (Dan. 2:45). Cristo no atacó los reinos de este mundo cuando Él vino para quitar el pecado por el sacrificio de Sí Mismo. Al contrario, el Señor Jesús fue prendido por los judíos y entregado, según el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, a ser clavado en una cruz y matado por las manos inicuas de los hombres (Hech. 2:23). Así, la imagen de Nabucodonosor golpeó al Hijo del Hombre, en vez de que el Hijo del Hombre golpeara a la imagen.
Daniel describió el reino como siendo dado al Hijo del Hombre por el Anciano de Días:
Seguí mirando en las visiones nocturnas, y he aquí, con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante El. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. — Daniel 7:13, 14 (BLA)
Su descripción es explicada por Jesucristo en Lucas 19:11-27. El Anciano de Días no puede ser ambos el Padre y el Hijo. Según Lucas 19:12, el Hijo ha ido a un país lejano “para recibir un reino y volver.” El reino dado a Cristo por el Anciano de Días (el Padre eterno) debe ser distinguido de la soberanía de Cristo. El reino pertenece a Cristo como el Hijo de David (Mat. 1:1; Luc. 1:30-33), pero la soberanía es la dotación eterna del Hijo de Dios. El reino de Cristo nunca es prometido a Él como el Hijo de Dios, sino es prometido a Él como el Hijo del Hombre o el Hijo de David. Así que, la soberanía de Cristo no es Su reinado prometido. Toda la potestad de Cristo en el cielo y en la tierra (Mat. 28:18) difiere de Su presencia visible y no mediada trayendo todas las cosas a sujeción a Sí Mismo en la tierra como el Hijo de David (Hech. 1:11; Apoc. 1:7; Mat. 1:1; Luc. 1:32; Rom. 1:3, 4; Fil. 1:9-11; Apoc. 5:10; Mat. 5:5; Sant. 2:5). Además, Cristo nunca puede compartir Su soberanía con Su pueblo, pero Él compartirá Su reinado en el reino con ellos (II Tim. 2:12; Apoc. 5:10; 20:6; 22:5). ¿Quién será tan necio para decir que estamos presentemente reinando con Cristo en Su reino espiritual como Le percibimos en Su presencia no mediada?
El reino profetizado en el Antiguo Testamento es el mismo reino que fue enseñado por Jesucristo y los apóstoles en el Nuevo Testamento. No hay referencia más clara al reino futuro de Cristo que el registro de la oración modelo que Cristo enseñó a Sus discípulos para orar (Mat. 6:9-13; Luc. 11:1-4):
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. — Mateo 6:9-13
Cristo nunca intentó que los creyentes repitieran la oración modelo como una simple ceremonia religiosa. Los discípulos habían referido a Juan el Bautista enseñando a sus discípulos a orar, pero evidentemente pensaron que algo faltaba en esta enseñanza. El Señor Jesús había dado ya una advertencia acerca de cómo orar (Mat. 6:1-8); pero ahora en respuesta a la pregunta de los discípulos, Él describió el método correcto de orar. Pablo caracterizó el corazón de la oración:
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! — Romanos 8:15
Los Cristianos no deben descuidar el orden apropiado en la oración modelo: (1) los intereses de Dios y (2) la necesidad de Su pueblo. Cristo dio el método, y el Espíritu Santo da la expresión de la oración (Rom. 8:26, 27). El deseo de orar es el fruto de gracia, pero la manera de orar es un asunto de instrucción.
La oración modelo, como el decálogo, fue dada dos veces (Mat. 6; Luc. 11) y enseñó que la responsabilidad a Dios precede la necesidad personal. La obediencia a Dios califica a los creyentes para orar por la necesidad personal. La equivocación más grande hecha en la oración es la tendencia de mirar primero a la necesidad de uno. Pero Dios no será usado como una grúa para un automóvil destrozado o descompuesto. Él tiene el primer lugar o ningún lugar en la vida de un individuo. Así que, una persona es dependiente del soberano Dios para suplir su necesidad. Los atributos de omnisciencia, omnipresencia, y la omnipotencia del Dios el Padre deben ser reconocidos por la persona que ora.
“Padre nuestro [pater hemon, literalmente significa ‘Padre de nosotros’]” prueba relación, pero nosotros debemos entender que hay más de una forma de relación con Dios: (1) La relación del Padre con Jesucristo, Su Hijo eterno, es una de la gloria trascendente. Esta es la razón por la cual Cristo, después de Su resurrección, dijo a María:
...No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. — Juan 20:17
No como nuestros cuerpos, el cuerpo de Cristo, que Dios había preparado para la encarnación del Hijo, no era sujeto a la corrupción. Sin embargo, una fase de Su misión debió ser cumplida antes que Su cuerpo terrenal tomó “otra forma [hetera, adjetivo, locativo femenino singular de heteros, que significa una forma diferente más bien que una de la misma forma]” (Mar. 16:12). Esta forma diferente es explicada:
Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. — Lucas 24:39
La parte incumplida de Su misión es explicada en Hebreos 9:11-12. (2) La relación del Padre con toda la humanidad es una de creación y providencia. Pablo declaró ante los atenienses que todos los seres humanos — elegidos y no elegidos — viven, se mueven, y tienen su existencia en Dios. Además, Pablo citó algunos de los poetas entre ellos que habían dicho, “linaje suyo somos” (Hech. 17:28). Los religiosos no pueden recibir consuelo de este versículo porque los reprobados son incluidos. (3) La relación del Padre con los elegidos es una de gracia. Esta gracia primeramente fue dada a los elegidos en Cristo antes de los “tiempos de los siglos” (antes que el mundo comenzó) (II Tim. 1:9). Fue dada en el tiempo cuando fuimos hechos vivos en Cristo (Ef. 2:4-10). Por lo tanto, los Cristianos son deudores a Dios el Padre no solamente por la gracia de la elección sino también por la vida y la semejanza.
La persona que se acerca a Dios en oración tiene reverencia para el nombre del Padre, tiene interés en el reino futuro, y quiere que la voluntad de Dios sea hecha. Así que, el orden de la oración modelo de Cristo para Sus servidores debe ser observado. La reverencia apropiada para Dios el Padre en la oración es evidenciada por el interés en el reino del Hijo de Dios. La seguridad de un reino futuro no solamente conforta a los creyentes que sufren y que son perseguidos, pero también disipa la obscuridad presente. No hay explicación para la imperfección presente en la vida Cristiana sin considerar su perfección en el reino venidero. Así como la importancia de la instrucción a las asambleas de Cristo es al presente, la salvación no será completa hasta que los súbditos de la asamblea que Cristo está continuando a edificar sean perfeccionados en el reino. Considerada como una totalidad, la idea principal en la oración modelo es el anhelo de los santos para el reino de Cristo en que la voluntad de Dios será hecha en la tierra. Mientras que la obra de los políticos es inservible y su esperanza es desesperanzada, los Cristianos trabajan, esperan, y oran con la seguridad de la fe. Además, mientras que los objetos de la sociedad son sin objeto y su anticipación nunca es realizada, los Cristianos ponen sus afectos sobre Cristo y Su reino con la seguridad de su anticipación presente llegando a ser una realidad.
La instrucción de Cristo en la oración modelo acentuó algo que estaba adelante: “Que venga tu reino [elthato he basileia sou]...” (Mat. 6:10 — traducción). Esta petición enfatizó la escatología. La narración de Lucas de la oración modela en Lucas 18:1-8 sigue el discurso de Cristo acerca de Su segunda venida en Lucas 17:22-37. Así, nuestro Señor animó la oración sin desmayar durante el intervalo largo entre Su primera y Su segunda venidas. El tiempo del sufrimiento y de la persecución del pueblo de Dios ocurre entre los dos advenimientos de Cristo (I Cor. 4:8; II Tes. 1:3-10; II Tim. 2:10; 3:12). Lucas retrató la perseverancia en la oración por la parábola de una viuda sola que obtuvo el justo juicio de un magistrado malo por la solicitación persistente. Cristo aplicó la parábola mostrando que si la importunidad obtuvo tanto de un magistrado malo, cuánto más obtendrá la persistencia para los elegidos del Juez justo. Solo los elegidos perseveran en la oración.
El reino celestial tendrá una existencia terrenal — que “venga” (elthato, aoristo activo imperativo de erchomai, que significa venir, venir de un lugar a otro, o aparecer) tu reino. El reino es del Padre para dar, y es del Hijo para recibir. Cuando Cristo reciba el reino del Padre, Él volverá (Luc. 19:12). ¿Volverá a la tierra con el reino? “Que su voluntad [thelema, voluntad o deseo] sea hecha [genetheto, aoristo pasivo imperativo de ginomai, que significa ser hecho o llevarse a cabo] como en el cielo [hos en ourano], también en la tierra [kai epi ges]” (Mat. 6:10 — traducción). La voluntad de Dios hecha en la tierra como en el cielo nunca se llevará a cabo hasta que el Hijo del Hombre establezca Su reino en la tierra. En el cumplimiento de la profecía, en el reino “...la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isa. 11:9). (Véase Sal. 72:19; Hab. 2:14; Zac. 14:9; Rom. 11:26; II Ped. 3:13; Apoc. 21:1.)
La voluntad de Dios que será hecha en la tierra como ahora está siendo hecha en el cielo hace algunas preguntas importantes que deben ser tratadas: (1) ¿Cuál es la diferencia entre las “cosas secretas” que pertenecen a Jehová nuestro Dios y las “reveladas” que son para nosotros (Deut. 29:29)? (2) ¿Cómo puede ser considerado “el reinado de Cristo con Sus santos para mil años” ser para siempre?, o ¿cómo es que no tendrá fin? (3) ¿Cómo pueden los santos glorificados volver al tiempo durante el milenio?
1. La voluntad de Dios es una gran esfera con dos hemisferios — revelada y no revelada. El hombre no puede ver la esfera de la voluntad de Dios, pero él es responsable por conocer el hemisferio de la voluntad revelada de Dios. Hay algunas cosas en cuanto a la voluntad (propósito) de Dios que son secretas. Su propósito eterno no es un asunto de la oración. Ningún creyente puede cuestionar el hecho de que el propósito de Dios en la tierra está siendo cumplido, y el tiempo está rápidamente acercándose cuando será completado. Sin embargo, uno no puede decir que el hemisferio revelado de la voluntad de Dios está siendo hecho en la tierra como está en el cielo. Esto no se llevará a cabo hasta que el reino sea establecido.
2. Hay mucha confusión acerca de la duración del reino de Cristo. La primera fase del reino estará en el tiempo; por lo tanto, se nos dice que continuará por mil años. Durante este período de tiempo, Cristo el Rey regirá con vara de hierro (Apoc. 2:27; 12:5; 19:15). ¿Por qué será usada una vara de hierro si la voluntad de Dios está siendo hecha en la tierra durante el reino? Puesto que habrá gente no salva durante este período de tiempo del reino, la vara será necesaria para un gobierno justo. La Escritura prueba que la gente no salva estará presente durante los mil años (Apoc. 20:7-10). Sin embargo, Apocalipsis 21 y 22 muestran que el poder de la oposición será completamente sometido por la fuerza superiora del Rey de reyes. Todos los juicios entonces serán acabados, incluyendo el juicio en el fin del milenio. Por lo tanto, la diferencia entre el milenio y el reinado eterno de Cristo es Su reinar con una vara de hierro durante el milenio y Su reinar sin una vara subsiguiente al milenio.
3. Los santos glorificados volverán en el tiempo para reinar con Cristo del mismo modo que Cristo volvió en el tiempo. El Salvador glorificado volvió en varias ocasiones entre Su tomar “otra forma” y Su ascensión.
“Que venga tu reino” es una petición para un reino futuro distintivo que será dado por el Padre a Su Hijo para su establecimiento en la tierra. El verbo griego aoristo activo imperativo de pedido no sugiere que oramos por una venida gradual sino por un repentino cambio social y moral debido al gobierno y reinado teocrático y no mediado de Jesucristo. Además, el imperativo de rogar, que lleva la idea de urgencia o pedido, puede ser conectado con la petición de Apocalipsis 22:20. “El que da testimonio de estas cosas dice: Sí en verdad vengo pronto. Amén, Ven Señor Jesús” (traducción). ¿Quién puede negar que esta oración es por un reino futuro? Una teoría es difícil de creer que cambia “Que venga tu reino” a un reino presente en el corazón, la diseminación del evangelio, el reinado de Cristo en Su asamblea, el reino de gracia, éxito del evangelio, etcétera.
Uno que ya está en el reino no puede orar por su venida. Por lo tanto, el pedido “que venga tu reino” señala al futuro, y es una expectativa tanto más como una petición. Es un deseo proferido por los herederos del reino que expresa fe y esperanza en un reino distintivo cuyo lugar de establecimiento será la tierra.
La duración del reino no puede ser restringida al milenio. Aun la palabra “duración,” que significa la longitud de tiempo durante algo continúa, es fuera de lugar cuando se habla acerca del reino sin fin de Cristo. El milenio se refiere al tiempo en que Satanás será atado, pero no hay pensamiento de que el reino de Cristo esté terminado. Tal idea de cesación es contraria a la concepción verdadera de Cristo. La declaración de Lucas con referencia al reino de Cristo fue que no tendrá fin (Luc. 1:33). Esto enseña que Su reino se extiende en la eternidad cuando el tiempo no será más.
VOLUMEN I
LA GENEALOGÍA DEL REY
Mateo es el autor de la genealogía del Rey. El Evangelio de Mateo es el libro de transición entre las negociaciones de Dios con los judíos en el Antiguo Testamento y Sus acciones hacia ellos en el tiempo de y después de la encarnación. Esto explica la razón para el orden de David y entonces Abraham más bien que el orden cronológico. Mateo se preocupó más acerca de la Cristología que de la cronología, pero la cronología debe ser suficientemente completa para satisfacer a los judíos. Esta genealogía contiene la relación de Cristo con Israel como su Mesías y Rey legítimo. Mateo dio la presentación, los principios, los poderes, y las parábolas del Rey, pero los judíos rechazaron el mensaje del Rey. Por lo tanto, Jesucristo dejándolos, se fue (Mat. 16:4).
El Evangelio de Mateo fue escrito antes del año 70 D.C., pero el Evangelio de Marcos fue escrito algún tiempo antes del Evangelio de Mateo. No obstante, el Evangelio de Mateo precede al de Marcos porque Mateo acentuó el concepto judío. El orden Bíblico de proclamar el mensaje de Dios es al judío primero y entonces al gentil. Un estudio detallado de la genealogía registrada por Mateo permitirá a un Cristiano tener un conocimiento laborable del Antiguo Testamento entero.
Mateo afirmó el linaje del Rey en el primer versículo:
Libro [biblos — libro, pergamino, o registro] de la genealogía [geneseos, genitivo de génesis, que significa origen, descendencia, o linaje] de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. — Mateo 1:1 (BLA)
David y Abraham fueron los dos con quienes Dios hizo pactos que tuvieron aspectos condicionales e incondicionales. (Véase II Sam. 7:9-16; Gén. 12:1-3; 13:14-17; 15:18-21; 17:1-8; 22:17, 18.) El nombre “Jesús” es el nombre humano del Rey, pero el contexto de Mateo 1 prueba que Él es más que humano: “...y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21). No hay otro nombre en que podamos ser salvos (Hech. 4:12). Marcos dijo de Él que sólo Dios puede perdonar pecados (Mar. 2:7-10).
La palabra “hijo” usado en conexión a David y a Abraham viene de la palabra griega huios. La flexibilidad del uso de esta palabra es revelada en las Escrituras. Jesucristo no era el hijo de David y el nieto de Abraham. Siendo el “hijo de David, hijo de Abraham” significa que Jesucristo fue identificado con David y Abraham. Por ejemplo, los hijos del trueno fueron identificados con el trueno (Mar. 3:17); los hijos de desobediencia fueron identificados con la desobediencia (Ef. 2:2); los hijos de Dios fueron identificados con Dios (Rom. 8:14). Mateo enfatizó el hijo de David porque él escribió a los judíos, y Jesucristo como el hijo de David cumpliría el aspecto incondicional del pacto que Dios hizo con David. Jesucristo no era el hijo de David en el sentido inmediato, pero Él era el hijo de David en el sentido sumo. Habían muchas generaciones entre David y Jesucristo.
El linaje de Jesucristo contiene un esbalón importante en el entendimiento del reino futuro. Puesto que Mateo retrató a Jesucristo como Rey, el Rey debe tener un linaje que fue conocido por los judíos. Aunque David apareció ante Abraham en nuestro texto, Abraham es el primero en la cronología histórica. Marcos omitió una genealogía porque él presentó a Cristo como un Siervo, y un siervo no necesita un registro de su genealogía. Lucas introdujo al Señor Jesús como el Hombre perfecto; por lo tanto, él dio Su linaje. Juan reveló al Hijo eterno de Dios que fue manifestado en carne, y Dios no puede tener linaje.
Puesto que el Hijo de David será el cumplimiento de las esperanzas y las promesas de Israel, el Espíritu Santo comenzó la genealogía con el Hijo de David. Si el Salvador hubiera descendido de David simplemente con el propósito de la redención, ¿por qué pone tanto énfasis en el linaje real? Además, si el trono de David es el trono de Dios en el cielo, ninguna razón satisfactoria puede ser designada a algo que es simplemente simbólico. El trono de David no es típico, ni representativo, ni simbólico; es actualmente y realmente pactado al Heredero, Jesucristo, el Hijo de David.
Las tres cosas que fueron aseguradas a David fueron una casa, un trono, y un reino (II Sam. 7:13). En estas son retratadas la posteridad, la autoridad real, y la esfera de reinar. La incondicionalidad del pacto fue dependiente en la fidelidad de Dios, no en la fidelidad de Israel. La infidelidad de los hombres nunca previene el cumplimiento del propósito de Dios puesto en el aspecto incondicional de los pactos de Dios en el tiempo. La infidelidad de la primera generación de los judíos (Núm. 32:13) no previno la nación de Israel de entrar en Canaán (Jos. 14:1). Además, el rechazamiento de los judíos de Cristo durante Su primer advenimiento no anuló la promesa de Dios que “todo Israel será salvo [sothesetai, futuro pasivo indicativo de sodzo, que significa salvar o liberar]” (Rom. 11:26). Así que, la salvación de Israel fue futura cuando Pablo escribió la carta a los Romanos por la inspiración del Espíritu Santo. Además, la voz pasiva significa que Israel será pasivo (no tendrá parte en su liberación) cuando Dios lo libra, y el modo indicativo es el modo de realidad. El pasado y el futuro de Israel son basados en el escogimiento de Dios de Israel, no en la elección de Israel de Dios. Por lo tanto, la elección de Israel no descansa en sus méritos sino en el escogimiento y en la fidelidad de Dios (Deut. 7:6-11; Rom. 11).
Dios hizo provisión por cualquier pecado o fracaso en el aspecto incondicional de los pactos hechos en el tiempo:
Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo estableceré el trono de su reino para siempre. Yo seré un padre para él y él será un hijo para mí. Cuando cometa iniquidad, lo corregiré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombres, pero mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl a quien quité de delante de ti. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí; tu trono será establecido para siempre. — II Samuel 7:12-16 (BLA)
El versículo 15 fue metido en el pacto Davídico para cubrir no solamente a Salomón sino también a sus descendientes errantes hasta que viniera el Rey perfecto y verdadero de la descendencia de David. Pablo habló del Hijo que vino del linaje de David según la carne (Rom. 1:3). La vida de David no fue todo conquista y éxito. Él tuvo sus momentos débiles, y él no actuó siempre como un rey en su corazón. Sin embargo, él sintió su debilidad, y ésta fue su fortaleza (Sal. 32; 51).
El entendimiento de David del reino prometido fue declarado en su propio lenguaje (Sal. 132:11; también estudia Sal. 89:34, 35). Los profetas Isaías y Jeremías tenían el mismo entendimiento del reino:
El SEÑOR ha jurado a David una verdad de la cual no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono. — Salmo 132:11 (BLA)
El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de
David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la
justicia desde entonces y para siempre. El celo del SEÑOR de los ejércitos
hará esto. — Isaías 9:7 (BLA)
He aquí, vienen días — declara el SEÑOR —
en que levantaré a David un Renuevo justo; y El reinará como rey, actuará
sabiamente, y practicará el derecho y la justicia en la tierra. En sus
días será salvo Judá, e Israel morará seguro; y este es su nombre por el
cual será llamado: “El SEÑOR, justicia nuestra.” — Jeremías 23:5, 6 (BLA)
Todos los términos de estas profecías del Antiguo Testamento no fueron cumplidas en el primer advenimiento de Cristo. Los judíos no solamente rechazaron a Jesucristo, pero también dijeron, “No tenemos más rey que César” (Juan 19:15). Aunque el reino de la descendencia de David es el tema de la profecía del Antiguo Testamento, esa profecía fue solamente parcialmente cumplida en la primera venida de Cristo. Un niño nos es nacido, y un Hijo nos es dado. Pero el principiado no estaba sobre el hombro de Cristo, y Él no rigió en paz en Su primera venida (Mat. 10:34). Además, cuando Él terminó la obra que el Padre Le envió para hacer, Él no se sentó sobre el trono de David; pero Él se sentó sobre el trono de Su Padre (Apoc. 3:21).
El nombre de David no solamente aparece primero en el registro genealógico de Mateo, pero también concluye la primera de las tres divisiones de las generaciones desde Abraham hasta José en Mateo 1:1-17. Las tres divisiones son como sigue: (1) Las generaciones desde Abraham hasta David enfatizan la promesa en el aspecto incondicional de los pactos. (2) Las generaciones desde David hasta el cautiverio en Babilonia enfatizan la declinación espiritual. (3) Las generaciones desde el cautiverio Babilónico hasta José describen un período de obscuridad que concluyó con cuatrocientos años sin un testigo registrado. La división de la promesa concluyó con David y comenzó con Abraham porque Jesucristo es la descendencia de ambos David (el linaje real) y de Abraham (el linaje de la promesa). (Véase Rom. 1:3, 4; Gál. 3:16.)
Jesucristo es la descendencia de Abraham como la Cabeza escogida de los elegidos de Dios. Así, Pablo mostró que la salvación prometida por gracia es concentrada en una Persona, específicamente, Jesucristo. El aspecto destacado del pacto Abrahámico es la gracia. Es incondicional porque mira adelante a Jesucristo en el propósito fijo de Dios. Así, nosotros vemos la razón por la cual Mateo comenzó con David y después regresó a Abraham. Los judíos durante la primera venida de Cristo nunca preguntaron la descendencia del Mesías desde David, pero ellos carecieron de entendimiento de la gracia prometida en la descendencia de Abraham. Por lo tanto, Mateo mencionó a David primero para agarrar su atención, y después regresó a Abraham para mostrar que la elección de gracia es el fundamento de la esperanza para el reino prometido para ambos Israel y la asamblea que Cristo está edificando.
EL ASPECTO INCONDICIONAL
DE LOS PACTOS DE LA PROMESA
DE DIOS FUE ENFATIZADO
DESDE
ABRAHAM HASTA DAVID
2
LOS NOMBRES DE LOS PATRIARCAS
REGISTRADOS EN LA GENEALOGÍA DEL REY
Hay algunos ejemplos maravillosos de la gracia de Dios y la realización de Su propósito eterno en la primera división de las generaciones desde Abraham hasta David. La división de la promesa concluyó con David, pero comenzó con Abraham. Ahora sabemos la razón por la cual Mateo 1:1 dio prominencia a estos dos patriarcas. Pablo habló del pacto Abrahámico cuando él dijo:
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. — Gálatas 3:16
Jesucristo, por lo tanto, es la simiente de Abraham y de David. En un sentido más alto que Isaac, Jesucristo es la simiente de Abraham como la Cabeza escogida de los elegidos de Dios. Pablo mostró que la salvación prometida por la gracia es concentrada en una Persona, específicamente, Jesucristo. Este comentario por Pablo ha dado mucho interés para discusión, pero no hay base verdadera para tal controversia. El aspecto destacado del pacto Abrahámico es la gracia; por lo tanto, es incondicional. Claramente mira adelante a Jesucristo. En el pacto Davídico, la simiente prometida fue Salomón en el sentido inmediato y Jesucristo en el sentido último.
Los nombres de algunas de las personas incluidos en la primera división de la genealogía son registrados para varias razones: (1) Los judíos orgullosos que se gloriaron en su ascendencia deben ser convencidos al mero corazón por aprender que el linaje no es una garantía de la salvación. (2) Todos los Cristianos deben recordar que ningún creyente está sin pecado. (3) Los Cristianos deberían considerar no solamente la condescensión de Jesucristo sino también entender que el Señor Jesús nació de una paternidad impura sin ser contaminado. Cuán maravilloso que el Hijo eterno entró en la raza humana mediante tal camino pecador sin ser contaminado con la depravación.
Abraham ocupa un lugar especial en la Escritura debido a su llamamiento eficaz (el fruto de la gracia electiva) y como el fundador de una nación que bendeciría a todas las naciones. Él era el principio de la nación de Israel porque él engendró a Isaac, e Isaac engendró a Jacob quien llegó a ser Israel:
...no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido. — Génesis 32:28 (BLA)
Aunque Jacob recibió un nombre nuevo en Peniel (el nombre significa “cámbiate, Dios”), estaba en Betel (el nombre significa “casa de Dios”) que Dios reveló Su nombre. Así, el pacto que Dios hizo con Abraham fue confirmado con ambos Isaac y Jacob:
Y Dios le dijo: Tu nombre es Jacob; no te llamarás más Jacob, sino que tu nombre será Israel. Y le puso el nombre de Israel. También le dijo Dios: Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate; una nación y multitud de naciones vendrán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. Y la tierra que di a Abraham y a Isaac, a ti te la daré; y daré la tierra a tu descendencia después de ti. — Génesis 35:10-12 (BLA)
El pacto que Dios hizo con Abraham fue arraigado en la gracia electiva de Dios. Sus tres aspectos principales fueron la descendencia, la tierra, y las naciones (Gén. 15:5, 7; 18:18). La descendencia fue afirmada ser su hijo, Isaac, y sus descendientes son descritos por la figura de las estrellas. Con respecto a la tierra, Abraham pidió, “Oh Señor DIOS, ¿cómo puedo saber que la poseeré?” (Gén. 15:8 BLA). Dios condescendió al sacrificio de pacto, y la fe de Abraham fue probada como nuevamente sería probada en el caso de Isaac. Cuando la fe de Abraham fue probada, él fue asegurado de que Dios mantendría la relación del pacto. La pregunta del patriarca es contestada por el hecho registrado del centurión que vino rogando al Señor por su criado que estaba enfermo (Mat. 8:5-13). El Señor Jesús se maravilló con la confesión del centurión de su indignidad cuando le dijo que sanaría su criado. Él dijo a la multitud que Le había seguido del monte (Mat. 8:1) que en Israel no había hallado tanta fe. Les dijo a ellos:
...os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos. — Mateo 8:11
La misericordia que extendió al centurión tenía referencia directa al propósito de Jesucristo según la presciencia de Cristo de Su rechazamiento por los judíos y Su introducción de Sí Mismo a los gentiles.
El hecho registrado de la curación para el centurión, un gentil, prueba que ambos los judíos y los gentiles elegidos heredarán el reino. ¿Cómo nos sentaremos con Abraham, Isaac, y Jacob en el reino si aquellos patriarcas no lo heredan personalmente (Mat. 8:11)? Cristo predijo Su rechazamiento por los judíos y el llamamiento subsiguiente de los gentiles en Mateo 8:12 y 13. El creyente gentil, que había llegado a ser un “judío el que lo es en lo interior” (Rom. 2:29) y había recibido un lugar en el reino, fue contrastado con los hijos incrédulos del reino por la descendencia natural que no fueron los hijos de Dios y fueron cortados del reino del pacto (Rom. 9:8).
Como el propósito de Dios el Padre es visto en Abraham, en Isaac es visto un gran tipo de Jesucristo, que es el heredero de las riquezas de Su Padre. El siervo de Abraham reconoció que Isaac era el heredero de todo lo que Abraham poseyó:
Y Sara, la mujer de mi señor, le dio a luz un hijo a mi señor en su vejez; y mi señor le ha dado a él todo lo que posee. — Génesis 24:36 (BLA)
El escritor de Hebreos declaró que Jesucristo es el heredero de todas las cosas:
DIOS, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas.... — Hebreos 1:1, 2 (BLA)
Isaac, como Cristo, vino a su posesión después de pasar por la figura de la muerte (Heb. 11:19).
Uno de los capítulos más hermosos en la Biblia es Génesis 24. Es como los libros de Rut y Cantar De Los Cantares fueron enrollados en una gran historia de amor de la redención y de la relación entre Jesucristo y los Suyos. Lo siguiente son los cinco grandes aspectos del capítulo:
1. El propósito del Padre es simbolizado en Abraham. Como el propósito del Padre se centró en Su Hijo, Jesucristo, el propósito de Abraham se centró en su hijo, Isaac. Como el pensamiento de la esposa de Cristo se originó con Dios el Padre, el pensamiento de la esposa para Isaac se originó con Abraham.
2. El Novio de la esposa de Jesucristo es simbolizado en Isaac. Isaac llegó a ser el heredero de todo lo que Abraham poseyó, y una esposa iba a ser eficazmente llamada por él.
3. Eliezer, el siervo de Abraham, es típico de los mensajeros de Dios que están operando bajo el liderazgo del Espíritu Santo. Él fue obediente, celoso para cumplir su comisión, y discernidor. Él reveló las cosas de Isaac más bien que las cosas de sí mismo. Él fue un guía fiel en su preparación de la esposa que había prometido al único esposo, Isaac. Así, el siervo que está en sumisión a la autoridad apropiada tiene el mensaje correcto para la persona correcta en el tiempo correcto. Hay un ministerio del evangelio que es indistinto del punto de vista del ministro, pero hay también un ministerio que discrimina del punto de vista del Espíritu. El primero es general, y el segundo es particular. Abraham deseó (propuso) la esposa; Isaac la quiso; y el siervo por el liderazgo del Espíritu fue comprometido a Abraham e Isaac.
4. Rebeca simboliza la asamblea que Cristo está continuando a edificar. Como Rebeca fue presentada a Isaac, la asamblea, a su terminación, será presentada al Novio. La esposa de Isaac fue pensada antes que ella supiera algo (Gén. 24:4, 14). El siervo no se fue y encontró alguien no compatible y hacerle compatible, sino que él encontró alguien ya preparado por la gracia que recibió su mensaje. Ella fue compatible al siervo, porque en figura ella fue de origen Divino. El secreto a toda respuesta al evangelio de Dios es la gracia. Aunque la mente y el corazón de Rebeca estaban sobre Isaac, había lugar en su corazón para el siervo que la había prometido a Isaac y estaba preparándola para la boda. El siervo la reconoció, y ella reconoció al siervo. (Véase I Tes. 5:12, 13.)
5. La boda de Isaac y Rebeca es una figura de la bendición futura y la esperanza de la asamblea de Cristo. Como todas las pruebas y dificultades de la peregrinación de Rebeca fueron olvidadas con una mirada a Isaac, todas nuestras heridas y cicatrices serán olvidadas cuando veamos a Jesucristo.
El hijo de Isaac y Rebeca fue nombrado Jacob, que significa suplantador (Gén. 27:36). Él representa los elegidos de Dios; por lo tanto, su corazón estaba puesto sobre las bendiciones. Él tenía una gran mezcla de enfermedad, conveniencia, e incredulidad humana; pero él tenía la fe verdadera que causó su deseo de estar en la línea del primogénito y bendición. Dios se comprometió a Jacob desde el principio. Nosotros no debemos llegar a ocuparnos con las faltas de Jacob al punto que fracasemos en observar sus cualidades que manifiestan la elección Divina y la confirmación de Dios del pacto Abrahámico en él. El nombre de Jacob fue cambiado a Israel. Sus hijos y el significado de sus nombres son separados en las divisiones siguientes: (1) Representando lo que Israel era en Egipto fueron Rubén — ved un hijo, Simeón — el que escucha, y Leví — adherido (Gén. 49:3-7). (2) Retratando la influencia del desierto que condujo a la salida de la bendición fueron Zabulón — habitación, Isacar — recompensa, y Dan — Él juzgó (Gén. 49:13-18). (3) Simbolizando el poder y el efecto de la liberación del pecado habitando adentro después de la pascua fueron Gad — un ejército, Aser — feliz, y Neftalí — lucha (Gén. 49:19-21). (4) Simbolizando a Jesucristo en diferentes maneras fueron Judá — alabado, José — añadura, y Benjamín — el hijo de la mano derecha (Gén. 49:8, 22, 27). El orden en que hemos mencionado los nombres en esta última división es muy importante. En Judá, el Señorío de Jesucristo debe ser reconocido; en José, la respuesta al creyente viviendo conforme al carácter Cristiano se encuentra en Jesucristo; y en Benjamín, la esperanza del sufrimiento presente del Cristiano es retratada en Jesucristo.
Judá aprendió en forma difícil que la infección de pecado condujo a la deserción de la verdad, y la deserción de la verdad resultó en la pena del castigo (Gén. 38). Primero, él tomó una esposa de Canaán sin la aquiescencia de su padre. Su esposa Súa le dio tres hijos: Er, Onán, y Sela. Er fue malo ante los ojos de Jehová, y Jehová le quitó la vida. Puesto que los matrimonios entre familias eran normales, Judá dijo a Onán que tomara a Tamar, la esposa de su hermano difunto, y levantara descendencia a su hermano. (Véase Deut. 25:5-10.) Sabiendo que la descendencia no iba a ser la suya, Onán rehusó. Su crimen no era tanto la auto-contaminación sino su rechazo para levantar descendencia a su hermano. Lo que él hizo desagradó a los ojos de Jehová; entonces el Señor tomó su vida como Él había tomado la vida de Er. Siguiendo la muerte de Onán, Judá dijo a Tamar que se quedara viuda hasta que creciera Sela.
Después de que había pasado mucho tiempo, la esposa de Judá se murió. Habiendo perdido dos hijos y su esposa, Judá estaba en camino hacia Timnat cuando él vio una mujer que pensaba que era una ramera. A Tamar había sido dicho que Judá pasaría por allí en su camino hacía Timnat. Además, ella supo que Sela ahora era un hombre, y ella no había sido dado a él para levantar descendencia para su hermano difunto, Er. Por lo tanto, ella se disfrazó como una ramera y esperó a Judá. Judá hizo mal en codiciarla, y Tamar hizo mal en disfrazarse como una ramera. Judá prometió a Tamar un cabrito de sus ganados por sus servicios, pero ella no se sometería hasta que hubiera recibido una prenda. Ella pidió su sello, cordón, y báculo que él le dio a ella, y ella concibió de él.
Después de algún tiempo, Judá envió el cabrito que había prometido a Tamar; pero ella no fue encontrada. Después de tres meses palabra vino a Judá que Tamar, su nuera, había fornicado y estaba encinta a causa de las fornicaciones. Él la quiso sacar y quemar; pero cuando él supo que estaba encinta con su hijo, él dijo, “Ella es más justa que yo, por cuanto yo no la di por mujer a mi hijo Sela” (Gén. 38:26 BLA).
De todos los hijos de Jacob, Judá fue separado para continuar la línea Mesiánica. Dios, en Su soberanía, pasó por alto a Rubén, el primogénito, y escogió a Judá, el cuarto hijo. El pecado de Judá con Tamar no previno al soberano Dios de escogerlo para manifestar Su propósito y gracia:
A ti Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; se inclinarán a ti los hijos de tu padre. Cachorro de león es Judá; de la presa, hijo mío, has subido. Se agazapa, se echa como león, o como leona, ¿quién lo despertará? El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Siloh [el que trae paz y prosperidad], y a él sea dada la obediencia de los pueblos. — Génesis 49:8-10 (BLA)
Los gemelos nacidos a Tamar son ambos mencionados en el linaje de Cristo (Gén. 38:27-30; Mat. 1:3). Fares precede a Zara, pero Zara era el mayor. En la tradición judía, el hijo mayor fue mencionado en los libros de linaje, pero este ejemplo es único porque lleva una lección profética en esta primera división de la genealogía de Jesucristo. Mientras que Tamar daba luz, Zara sacó la mano; y la partera la tomó y le ató un hilo de escarlata a la mano, diciendo, “Este salió primero” (Gén. 38:28 BLA). Cuando Zara retiró su mano, su hermano Fares salió. La partera dijo, “¡Qué brecha [un quebrantamiento en sobre o un derrocamiento] te has abierto!” (Gén. 38:29 BLA). Por eso le pusieron por nombre Fares (el nombre significa “una brecha”). En la misma manera, los judíos primeramente sacaron su mano, pero cayeron por la infidelidad. Sin embargo, subsiguiente a la colección de los gentiles, los judíos se levantarán nuevamente. Esto es profetizado por el hecho de que después de Fares nació, Zara (el nombre significa “un levantamiento”) salió, mostrando que Zara se levantaría nuevamente.
El mensaje profético de los gemelos de Judá por su nuera, Tamar, es reforzado en las profecías dadas por Isaías en el Antiguo Testamento y Simeón en el Nuevo Testamento:
1. En el año que murió el rey Uzías, Isaías tuvo una visión de Dios, de sí mismo, y de un remanente de entre los judíos que constituiría una décima parte de Jehová (Isa. 6:9-13). Isaías fue comisionado como se indica:
Ve, y di a este pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis; mirad bien, pero no comprendáis.” Haz insensible el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, y nubla sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se arrepienta y sea curado. — Isaías 6:9, 10 (BLA)
La pregunta del profeta que siguió, “¿Hasta cuándo Señor?” (Isa. 6:11), no era un clamor de desesperación. Era una expresión de esperanza por uno que sabía que en el futuro habría un reino en la tierra. En Isaías 6:13, la respuesta a su pregunta es dada:
Pero aún quedará una décima parte en ella, y ésta volverá a ser consumida como el terebinto o la encina, cuyo tronco permanece cuando es cortado: la simiente santa será su tronco. — Isaías 6:13 (BLA)
Por lo tanto, como una semilla viva no perece cuando es sepultada en la tierra, Israel nunca perecerá de entre las naciones del mundo. (Véase Sal. 89; Rom. 11; Apoc. 7.)
2. Simeón, un hombre justo y piadoso, estaba en Jerusalén esperando la consolación de Israel (Luc. 2:25-35). El Espíritu Santo reveló a Simeón que no vería la muerte antes que viese el Ungido del Señor. El nombre de Simeón significa “uno que oye”. Él vivió en los últimos días de los cuatrocientos años cuando no hubo profeta de Dios. No obstante, él oyó a Dios por el Espíritu Santo, y él se fue al templo. Su vocación era esperar la consolación de Israel. Su carácter es descrito como justo hacia los hombres y piadoso hacia Dios. Su compañerismo era el Espíritu Santo “sobre [epi, el acusativo de relación] él” (Luc. 2:25). El Espíritu Santo estando “sobre él” es la terminología del Antiguo Testamento. Este creyente del Antiguo Testamento fue al templo y saludó a Jesucristo en Su encarnación.
La gracia interior de Simeón no le permitió descuidar las señales exteriores y visibles designadas por Dios. Él era fiel en la asistencia en el templo. Mes tras mes y año tras año cuando ningún mensaje fue dado por los profetas, éste hombre justo y piadoso fue al templo. No hay sustituto para el pueblo de Dios estando en el lugar designado por Dios en el tiempo designado por Dios. El templo era para Simeón lo que el santuario era a Asaf. Las preguntas de Asaf en cuanto a las privaciones del pueblo de Dios y la abundancia de la impiedad fueron contestadas cuando él entró en el santuario de Dios (Sal. 73:1-17). Como el templo fue una escena de santuario para Simeón, la asamblea de Jesucristo es el santuario para nosotros. Como Simeón se fue al templo esperando a Jesucristo antes de Su primera venida, cuánto más deben los Cristianos, actuando en el conocimiento de Su primera venida, esperar expectativamete la segunda venida gloriosa de Cristo.
Solo hay una biografía corta de Simeón registrada. Las biografías cortas, como ésta, denotan el carácter verdadero. Los hombres piadosos quieren que el Señor y no ellos mismos sea enaltecido. El contexto de Lucas 2:25-35 prueba que Simeón era un hombre viejo cuando vio al niño Jesucristo. Sin considerar las circunstancias, los últimos días de un Cristiano deberían ser sus mejores. Simeón no estaba ocupado con eventos sino con la Persona de Jesucristo. Aunque Jesucristo no había ocupado el trono de David, el afecto de Simeón para Su encarnación hizo sus últimos días sus mejores. La fidelidad de Simeón fue recompensada por el cargar al niño Jesucristo y por Dios usándolo en darnos una profecía:
Ahora, Señor [despota, vocativo masculino de despotes, que significa Señor o Maestro], despides [apolueis, presente activo indicativo de apoluo, que significa liberar o despedir] a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para [eis, acusativo de propósito] revelación [apokaluphin, acusativo singular de apokaluphis, que significa una revelación] a los gentiles [ethnon, genitivo plural de ethnos, que significa naciones, no judíos, o los gentiles], Y gloria de tu pueblo Israel....He aquí, éste está puesto [keitai, presente medio indicativo de keimai, que significa designado o destinado] para [eis, acusativo de propósito] caída y para levantamiento [anastasin, acusativo singular de anastasis, que significa una elevación o levantamiento] de muchos en Israel, y para [eis, acusativo de propósito] señal que será contradicha [antilegomenon, presente pasivo participio de antilego, que significa objetar u oponer]. — Lucas 2:29-34
La predicción de Simeón tiene dos frases importantes de propósito introducidas en cada ejemplo por el caso acusativo de la preposición eis. En el primer ejemplo, Jesucristo sería una luz para revelación a los gentiles (no judíos) (Luc. 2:32). Puesto que Israel es asociado con el Shekiná en el Antiguo Testamento, ninguna descripción más propia puede ser dada para ella que la referencia de Simeón a la “gloria” de Israel (Luc. 2:32). Cristo habló de tener otras ovejas más que aquellas del redil del judaísmo (Juan 10:16). (Véase Hech. 9:15; 11:1-18; 13:42-48; 18:6; 28:28.) En el segundo ejemplo, el Señor Jesús sería la causa de ambos la caída de Israel y su levantamiento, en este orden (Luc. 2:34).
3
LOS NOMBRES DE LAS MUJERES REGISTRADOS
EN LA GENEALOGÍA DEL REY
La lista de mujeres en la genealogía de nuestro Señor es una exhibición maravillosa de no solamente el favor inmerecido de Dios sobre los pecadores, sino también un milagro que Su naturaleza humana no fue contaminada por la depravación. Los nombres de las mujeres no fueron incluidos para el propósito de la genealogía sino para la manifestación de la gracia de Dios.
Tamar fue una de las mujeres cuyos caracteres fueron muy por de bajo del promedio de las que fueron incluidas en la genealogía de Cristo, y aún el Señor de gloria no fue deshonrado por ellas. El nombre de Tamar fue el primero enumerado en la división de las generaciones que enfatizan la promesa de Dios. Después de la muerte de sus esposos, Er y Onán, Tamar se disfrazó como una ramera y engañó a su suegro a una relación incestuosa por la cual ella dio a luz a gemelos. Puesto que ya hemos discutido a Tamar en conexión con Judá y los gemelos, Fares y Zara, procederemos a la segunda mujer nombrada en la genealogía de Cristo.
Rahab, una ramera salvada por la gracia de Dios, llegó a ser la madre de Booz, engendrado por Salmón. Fue Booz que compró a Rut y se casó con ella. La ramera Rahab llegó a ser una aliada inesperada del pueblo escogido de Dios (Jos. 2). Como Cornelio antes que Pedro fuera enviado para darle palabras por las cuales podría ser salvo, Rahab ya había sido vivificada por la gracia de Dios antes de que los espías vinieran de Jerusalén. Josué enviando a los dos espías para secretamente observar Jericó no fue por casualidad. En la providencia de Dios, fue necesario que los espías fueran al hogar de Rahab, como era necesario que el Señor Jesucristo pasara por Samaria porque una de Sus ovejas estaba allí (Juan 4). La ramera que ya no era necesitó el mensaje de los espías para convertirla y darle seguridad de su salvación. Rahab escogió por sí misma el ser una ramera; pero por el escogimiento de Dios, ella llegó a ser vivificada por la gracia Divina (Sal. 65:4; Ef. 1:4). Aunque salvada por la gracia, Rahab llevó la estigma de las fornicaciones en el registro del Nuevo Testamento (Sant. 2:25).
El enviar de los espías por Josué no fue por falta de confianza en Dios, sino prueba de que la fe no excluye el uso de medios apropiados. Las promesas de Dios intensifican el afecto, inducen el cuidado, e impulsa la obediencia. El efecto de las promesas de Dios está para estimular el celo. Así que, para esperar el cumplimiento de las promesas sin trabajar es probar a Dios, y trabajar sin esperar su cumplimiento es deshonrarlo. La promesa que Israel poseería a Canaán causó que Moisés enviara a espías para reconocer la tierra (Núm. 13), y Josué siguió el ejemplo de su predecesor. Dios prometió éxito para Su pueblo antiguo, pero la posesión es imposible sin la desposesión. Esta es una lección que todos los Cristianos deben aprender, sin considerar la edad en que vivimos.
Aunque los hombres que Josué envió fueron espías, también eran mensajeros en relación a Rahab. La fe salvadora no puede existir con pecados mortíferos. Por lo tanto, el don de fe que Rahab poseyó no pudo permitirla a ser empleada en el comercio de la prostitución. El contexto da evidencia que en el tiempo en que los espías judíos vinieron a su hogar, ella era empleada en la preparación de manojos de lino. Ella “había escondido [los espías] entre los manojos de lino” (Jos. 2:6). La característica sobresaliente de la fe es que siempre es inclinada a la salvación. Rahab tenía ambos oídos para oír y ojos para ver. La confesión de su fe es revelada en su declaración a los hombres:
Sé que Jehová os ha dado esta tierra....Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo...y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón.... — Josué 2:9-11
Puesto que la fe siempre se pone a pruebas severas, la fe de Rahab no fue excepción. La pregunta crucial es, ¿cómo pudo mentir acerca de los espías? Una lista larga de aquellos que mintieron puede ser añadida a su nombre. ¿Por qué hizo Abraham, el padre de la fiel, una mentira ante Abimelec acerca de su esposa (Gén. 20)? ¿Por qué hizo Pedro una mentira ante la criada portera acerca de no ser uno de los discípulos de Cristo (Juan 18:15-18)? La pregunta acerca de la mentira de Rahab ha dado origen a varias opiniones falsas. Algunos piensan que el fin justifica los medios; por lo tanto, cualquier cosa va si se consiguen los resultados. Este punto de vista es empleado por los religiosos en general en el día de hoy. Otros dicen que las circunstancias alteran ciertos casos; por lo tanto, en el caso de Rahab, ella fue justificada en lo que hizo. Fue mejor mentir y salvar a los espías que decir la verdad y haberlos matado. Tales razonamientos enteramente dejan fuera Dios. La gente que defiende este punto de vista llamaría la falsedad de Rahab una mentira blanca, creyendo que una mentira blanca no es criminal. La verdad es que Rahab, como Abraham y Pedro, pecó por mentir. Sin embargo, ella no fue bien-informada tanto como Abraham o Pedro.
Santiago menciona a Abraham y a Rahab juntos. Ellos fueron vasos diferentes, pero el mismo tesoro de la gracia fue puesto en cada uno de ellos. Si el vaso es honroso o deshonroso, lo que Dios pone en el vaso es importante y no el vaso mismo. La gracia de fe distingue una persona con Dios. La gracia santifica el vaso. (Véase Sant. 2.) Los únicos límites conocidos a la gracia es aquel limitado por el pacto eterno.
La falsedad de Rahab, aunque fue para el propósito de salvar la vida, no la vindicó sobre esta base. Como había acciones mezcladas en Rahab, en un sentido moral, hay acciones mezcladas en todos los Cristianos. Por ejemplo, uno puede tomar un mineral de conglomerado y separar un ingrediente para discusión, así trayendo afuera la atención de los otros ingredientes. Un aspecto de una vida Cristiana compleja puede ser separado para la admiración o la condenación; pero las acciones continuas, no las acciones ocasionales, determinan el carácter del Cristiano (I Jn. 2:29-3:10). El genio de una persona puede ser enfatizado sin aprobar sus principios o su capacidad aprobada mientras desaprobando su manera de hacer. Así que, la Escritura encomienda la fe de Rahab sin aprobar su falsedad. El Nuevo Testamento habla de la fe y las obras de Rahab sin mencionar su pecado:
Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. — Hebreos 11:31
Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? — Santiago 2:25
La fe salvadora siempre se manifiesta a sí misma por las obras. Rahab ató el cordón de grana a la ventana como había sido instruido por los espías. Ella dijo, “...Sea así como habéis dicho” (Jos. 2:21).
Ambos la bendición de Dios y Su maldición son representados por ciudades. Jerusalén es llamada lugar de bendición (Sal. 48:1-3), y Jericó es llamado lugar del anatema (Jos. 6:17). Rahab representa uno que ha sido liberado de un lugar de anatema — “será la ciudad anatema” (Jos. 6:17), y ella fue destinada al lugar de doble paz — “la paz de corazón y la paz de la sociedad.” La paz de corazón es una felicidad presente. La paz de la sociedad será gozada en la nueva Jerusalén (Apoc. 21). Aunque ella fue destinada a Jerusalén, ella fue dejada en Jericó por un tiempo. Como Cristianos, hemos sido liberados de este siglo malo; pero somos dejados en él por un tiempo de entrenamiento, testimonio, y trabajo.
La vida de Rahab se había hundido en un nivel más inferior que la mayoría de los demás en Jericó, pero por la gracia ella había subido más alto que todos. Aunque Rahab era una ramera, el Señor dijo a los fariseos religiosos que las rameras van delante de ellos al reino de Dios (Mat. 21:31). Ella no pereció con los desobedientes. No hay más mérito salvador en la fe que el que hay en las obras. Uno no es regenerado porque cree, sino cree porque ha sido vivificado. La fe de Rahab le causó vivir una vida solitaria en Jericó, pero esto es el testimonio de todos los Cristianos en cada edad. El don de fe nos corta del mundo, que está bajo el maligno (I Jn. 5:19). Sin embargo, el creyente sabe que será recompensado por su fe y obediencia. Rahab fue recompensada en el tiempo en que llegó a ser la madre de Booz (Mat. 1:5).
La fe de Rahab puede ser resumida de la maneras siguientes: (1) Su naturaleza fue que era dada por Dios, y ella no continuó siendo una ramera. (2) Su confesión fue que tan pronto como ella oyó el mensaje de los espías su corazón desmayó. (3) Su imperfección fue que ella mintió acerca de los espías. El Salmista dijo, “JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?” (Sal. 130:3). (4) Su recompensa fue que su nombre fue inscrito eternamente sobre el pergamino imperecedero de la Escritura no solamente en el vestíbulo de la fe (Heb. 11) sino también en la genealogía de Cristo.
El libro que trae el nombre de Rut es un clásico espiritual y literario. No hay nada en la literatura humana más hermoso que las palabras de Rut a su suegra:
No insistas que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, allí moriré, y allí seré sepultada. Así haga el SEÑOR conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa. — Rut 1:16, 17 (BLA).
Rut es el único libro en la Biblia que es totalmente dedicado a la historia de una mujer. Por lo tanto, no es sorprendente que el nombre de Rut se encuentre en la genealogía de nuestro Señor. El propósito principal del libro es trazar la genealogía de David y el Señor de David. Rut era una gentil que se casó con un hebreo, Booz, el hijo de Rahab. Él era el redentor del pariente más cercano que levantó a Rut de la ceniza de Moab para sentarla como una princesa a lado suyo. Hay treinta referencias en este libro corto al redentor del pariente más cercano. Booz declaró que en redimir la propiedad de Elimelec y sus hijos, Quelión y Mahlón, él había comprado también la viuda de Mahlón — Rut — para ser su esposa (Rut 4:10). Lo que el pariente más cercano era incapaz de hacer, Booz lo hizo. Esto describe lo que Jesucristo ha hecho por los elegidos:
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne. — Romanos 8:2, 3
El libro de Rut (el nombre significa “satisfecho”) comienza con una historia de los que se extravían de Dios. Elimelec (el nombre significa “mi Dios es rey”) tomó a su esposa Noemí (el nombre significa “mi placentera”) y sus dos hijos Mahlón (el nombre significa “enfermedad”) y Quelión (el nombre significa “el consunción o derroche”) y se fue a Moab. El hambre había hecho su hogar en el área de Belén (el nombre significa “casa de pan”) incómodo. Elimelec no pacientemente aguantó la voluntad de Dios para su vida; por lo tanto, él salió de la tierra de Dios, la compañía del pueblo de Dios, y el privilegio de la revelación de Dios. Dios envió un problema temporal, y Elimelec huyó de él. Pero cuán triste son las consecuencias de salir de Dios. “La casa de pan” es mejor en un tiempo de hambre que la tierra de Moab en el tiempo de abundancia.
Elimelec era un hebreo cuya heredad estaba en el área de Belén. A causa de los pecados de los israelitas, tolerando idólatras y monumentos públicos de la idolatría (Jue. 1-3) y los israelitas mismos cayendo en la idolatría (Jue. 2:11-13, 17), Dios envió un hambre para castigarlos (Lev. 26:18-20). Cuando Dios castiga por el hambre, el deber de Su pueblo es someterse con contentamiento. El pueblo de Dios debe sostener la vara de Él que la designó. Sin embargo, Elimelec se fue a Moab porque la abundancia estaba en aquella tierra.
Moab era un país condenado. Antes del nacimiento de Rut, Balaam dio una declaración profética acerca de Moab:
Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set. — Números 24:17
La profecía de Balaam recuerda uno de la profecía de Caifás a su propia condenación, pero él declaró la verdad de Dios (Juan 11:50-52). Dios frecuentemente usa medios extraordinarios para despertar a los hombres al sentido de pecado. Cristo no es visto en la profecía de Balaam como saliendo del cielo sino saliendo de Jacob. El cetro se levantará de Israel. Este es el mismo Jacob e Israel vistos en las otras parábolas habladas por Balaam, pero ahora son vistos como aquellos fuera de quienes Cristo vendrá para reinar. La Estrella es un símbolo que es evidentemente en el período de noche. La Estrella saliendo de Jacob y el cetro levantándose de Israel retrata que Cristo, como es presentemente conocido a Sus santos, vendrá para introducir el día y para reinar. ¿Debemos, como Elimelec, ir al mundo condenado para buscar ayuda? Tal vez parece extraño que los Cristianos deben sufrir el hambre cuando los mundanos se revuelcan en las riquezas (Sal. 17:14; 73:4, 12), pero no hay que perder la vista del castigo de Dios a los Cristianos. Elimelec buscó la subsistencia en el país del enemigo pero perdió la vida misma. Él buscó pan aparte de la casa de pan pero encontró un sepulcro (Rut 1:3).
Los hijos de Elimelec se casaron con mujeres extrañas. Mahlón se casó con Rut (Rut 4:10), y Quelión se casó con Orfa. Después de diez años en Moab, Mahlón y Quelión se murieron. Noemí fue dejada una viuda con dos nueras en el país del enemigo. Había muerte para aquellos tan cerca de ella y soledad para sí misma. Sus pérdidas le hizo pensar más en Canaán, la tierra prometida. Noticias también vinieron a ella acerca del Señor dando pan al pueblo sufriendo de hambre. Durante su ausencia de diez años, Noemí tenía un descanso y realidad de fortaleza espiritual que nunca partió.
Noemí comenzó su viaje a la tierra de Judá. Los tratamientos providenciales de Dios con Noemí trajeron recuperación. Un corazón contrito y humillado es el resultado del juicio de Dios, que es absolutamente necesario para todas las recuperaciones. Sin un sentido de salida, no habrá un deseo para la recuperación. Esta falta es el espíritu de nuestra edad. La misericordia es rica en la aflicción que nos trae de lo peor a lo mejor, de Moab a Canaán, y de estar lejos a causa del pecado a estar cerca al Señor nuevamente a causa del arrepentimiento.
Las dos nueras dijeron a Noemí, “Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo” (Rut 1:10). Orfa prometió pero no propuso ir. Rut prometió y propuso ir. Una persona que simplemente promete puede manifestar celo religioso, pero por falta de un corazón regenerado sus promesas vienen a ser nada. Las promesas de la boca frecuentemente proceden de la pasión y no del principio. El brote de una simple promesa no madurará en la fruta preciosa. Es como la semilla que fue sembrada sobre la tierra pedregosa. Creció rápidamente, pero se marchitó cuando el sol comenzó a brillar. Esta era la experiencia de Orfa. Ella besó a Noemí, pero volvió a su pueblo y a sus dioses. (Véase Juan 6:66, 67.) Al contrario, Rut prometió y también propuso por quedarse con Noemí. Rut perseveró porque hizo los decisiones siguientes con un corazón propuesto (Rut 1:16, 17 BLA): (1) Ella escogió el camino de Noemí — “adonde tú vayas, iré yo.” (2) Ella escogió la habitación de Noemí — “donde tú mores, moraré.” (3) Ella escogió el pueblo de Noemí — “Tu pueblo será mi pueblo.” (4) Ella escogió el Dios de Noemí — “tu Dios mi Dios.” (5) Ella escogió la muerte de Noemí y su lugar de entierro — “Donde tú mueras, allí moriré, y allí seré sepultada.” La fortaleza del propósito de Rut fue manifestado cuando ella dijo, “...si algo, excepto la muerte, nos separa” (Rut 1:17 BLA). El vínculo de la fe es tan poderosa que hace a los creyentes deseosos y determinados para vivir y morir juntos. Cuando Noemí oyó la confesión de Rut, ella fue convencida de su sinceridad. Ella había sido tratada y probada. El fracaso de tratar a una persona antes de confiar en ella es falta de sabiduría, pero rehusar confiar en ella después que ha sido probada es falta de amor.
La recaída Noemí volvió al lugar desde el cual había partido. Ella y Rut llegaron a Belén en el tiempo de la siega de la cebada. La buena reputación de Noemí entre los judíos fue manifestada por el pueblo siendo conmovido por la presencia de la pareja en la ciudad. La pregunta fue hecha, “¿No es ésta Noemí?” (Rut 1:19). Noemí expresó su lamento diciendo, “No me llaméis Noemí [placentera], sino llamadme Mara [amargo]” (Rut 1:20). Ella sabía de la promesa de la Escritura que tenía la culpa de desconfiar en el Señor: “Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad” (Sal. 37:3). La Noemí humillada volvió vacía. Mucha gente son humilladas pero no humildes. Noemí salió llena no a causa del deseo sino por el temor de falta. Aunque en el sentido estricto Noemí no volvió vacía, no debe presumir el crédito por el compañerismo de Rut. Dios había predominado su desobediencia; y a causa de su arrepentimiento, Él le dio un compañero de viaje. Solamente un reincidente restaurado puede ser una bendición a otros. Volviendo, Noemí encontró una mesa bien hecha y la sangre preciosa del cordero de la pascua, porque era el tiempo de la siega de la cebada — la pascua. Esto es lo que el reincidente encuentra cuando regresa a Dios.
El libro de Rut pertenece al tiempo de los Jueces. Permanece en la relación al tiempo de fracaso y salida. Habían salidas repetidas por el pueblo de Dios y las intervenciones favorables de Dios en levantar libertadores. Sin embargo, no hay cuenta en el libro de los Jueces de la recuperación del disfrute normal de la heredad. Todos los jueces fueron marcados por fallas. Ninguno de ellos eran capaces de reincorporar el pueblo a disfrutar de la herencia según Dios. Esto es donde el libro de Rut sale como un oasis en el desierto. La herencia fue recuperada. Uno apareció que fue suficientemente grande para ejercer el derecho de la redención, redimir la herencia, y asegurar una descendencia para disfrutarla. Noemí tenía un pariente de su esposo, un hombre rico. Su nombre era Booz (el nombre significa “en él hay fortaleza”), el hijo de Rahab, que era capaz de redimir lo que Noemí había perdido mediante la pobreza. Esta redención involucró su casamiento con Rut. Por lo tanto, Rut sería sabia en quedarse con las criadas de Booz y no buscar otro campo en el cual trabajar.
La ley se opuso contra Rut porque era una moabita, una gentil, que le previno el entrar en la congregación de Jehová (Deut. 23:3). La ley solamente puede condenar. Booz debe comprar a Rut de un pariente que tenía un reclamo anterior pero no la pudo redimir, no sea que dañe su propia heredad. Este dejó a Booz hacer lo que el pariente más cercano no pudo hacer. Por lo tanto, Booz compró la heredad de Elimelec. Así, compró a Rut la moabita para ser su esposa para “restaurar el nombre del difunto sobre su heredad” (Rut 4:10).
El pariente más cercano representa la ley (principio legal). Él no podía redimir la heredad para sí mismo (Rut 4:6); por lo tanto, él se quitó su zapato en símbolo de dar lugar a otro, específicamente, a Booz. Puesto que la ley no puede redimir, se debe dar el lugar a Él que está lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14-17). Los Cristianos han muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seamos de otro, del que resucitó de los muertos (Rom. 7:1-6).
Las haciendas caen en la litigación en la corte cuando no hay heredero cuyo título puede ser establecido. Sin herederos la heredad iría a manos del estado. Sin embargo, el propósito de Dios no puede ser invalidado porque “él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo” (Job 23:13). Así que, una descendencia que era capaz de disfrutar de la heredad fue asegurada mediante Booz y Rut. Un hijo nació (Rut 4:13) que tenía el derecho de la redención (Rut 4:14). Ellos llamaron su nombre Obed (el nombre significa “sirviendo”). Obed fue el padre de Isaí (el nombre significa “mi subsistencia” o “Dios existe”), e Isaí fue el padre de David (el nombre significa “amado”). En cuanto a la carne, Cristo es el hijo de David (Mat. 1:1; Rom. 1:3, 4). Estamos trazando la genealogía de David y el Señor de David. Rut es conectada con la línea Mesiánica.
En la humanidad de Cristo, Él es nuestro pariente más cercano. En Su Deidad, Él es capaz de suplir nuestras necesidades y defendernos de todo peligro. Como el Redentor prometido, el Señor Jesús tiene una relación especial con Israel y una relación personal y particular con cada persona regenerada y convertida. Él es el pariente Redentor de Israel. Él es la descendencia de Abraham en quien todas las naciones son benditas. Además, Él es la descendencia de David y es por lo tanto el Hijo sumo que se sentará sobre el trono de David.
Los siguientes son requisitos que el Redentor se deben cumplir: (1) Él debe estar dispuesto hacer la obra de la redención. (2) Él debe ser absolutamente sin pecado. (3) Él debe poseer la capacidad para redimir. (4) Él debe tener el precio de la redención. (5) Él debe ser el pariente más cercano. En la humanidad de Cristo, el primer y el quinto requisitos son cumplidos. En Su Deidad, el segundo y el tercero son cumplidos. En Jesucristo como Dios-Hombre, el cuarto es cumplido.
La lista de los nombres de las mujeres concluye con Betsabé. Ella no es nombrada específicamente en la genealogía de Cristo; pero su segundo hijo, Salomón, se refiere a como siendo engendrado por David “de la mujer de Urías [ek tes tou Ouriou]” (Mat. 1:6 — traducción). Betsabé era una adúltera que explotó su belleza al bañarse en un lugar donde se le podía ver. Como ella puso su cuerpo disponible ante los ojos de David, ella hizo su corazón disponible al deseo del Rey. Una mujer que se viste en una manera indecorosa para despertar las pasiones de un hombre es tan pecadora como el hombre que mira sobre ella hasta que comete adulterio en su corazón. La explotación de Betsabé de su cuerpo condujo a una relación adúltera entre David y ella. David, un hombre conforme al corazón de Dios, cometió adulterio en su corazón antes de cometer el acto. El pecado de adulterio es el huevo en el nido del Diablo que causa que muchos pecados sean puestos uno tras otro.
Los diseñadores de moda en el día de hoy son audaces para decir que sus modas para mujeres son diseñadas para atraer la naturaleza sensual de los hombres. No hay duda de que los códigos del vestido del tiempo presente han contribuido al crimen ascendente de violaciones y otros crímenes. Las mujeres Cristianas deben en el buen sentido vestirse modestamente. La Biblia explícitamente describe la ropa decorosa con la que las mujeres deberían vestirse a sí mismas:
Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa [aidous, singular genitivo de aidos, que significa un sentido de vergüenza o modestia], con pudor y modestia [sophrosunes, genitiva de sophrosune, que significa sana en mente, dominio propio, o sobriedad]; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. — I Timoteo 2:9, 10
El pecado de David pasó por ver a la mujer y enviar a Betsabé al clímax de su acto de adulterio. David fue atraído por su propia concupiscencia; y cuando su concupiscencia concibió, dio a luz el pecado (Sant. 1:14, 15). Aunque Betsabé pasó desnuda ante los ojos de David, el pecado verdadero no podía ser atribuido a las circunstancias providenciales. Betsabé solamente fue la ocasión para que fuera inflamada la pasión de David. Los Cristianos son presentemente sujetos a las cosas casi tan malas como la que David vio hace más de tres mil años. Cada Cristiano es agradecido por la gracia restringida. Betsabé no fue sin culpa en el acto de adulterio con David. Ella prostituyó su belleza cerca de la corte del Rey con el propósito de atraerlo. La prostitución de sí misma fue seguida por su consentimiento al responder a la primera invitación del Rey. Cuando cualquier mujer va tan lejos como Betsabé lo hizo, ella es un estímulo para el primer avance del hombre. Como David, Betsabé tenía la culpa del adulterio en su corazón antes que ella cometiera el acto.
El pecado de David pasó del adulterio a un encubrimiento intentado de su pecado. Bajo la ley judía, el adulterio era un delito capital. Por lo tanto, David se ingenió para esconder su pecado por hacer a Urías, el esposo de Betsabé, traído al hogar desde el campo de la batalla. El Rey pensó que si Urías hubiera dormido con su esposa, él podría creer que su concepción fue por su propio esfuerzo. En su conversación con Urías, David le preguntó acerca de Joab, el pueblo, y el estado de la guerra. El intento de David de aparecer como interesado en la importancia de un informe de primera mano de su siervo confiado revela cuan engañoso puede ser el corazón de un Cristiano en inventar un descubrimiento. David usó su posición de rey para apelar a Urías. El Rey le ordenó a Urías ir a su casa y refrescarse. Seguramente él tomaría la oportunidad de alegrarse con la mujer de su juventud (Prov. 5:18). Después de la salida de Urías de la casa del Rey, David le envió un regalo. Después de todo esto, el plan de David fracasó. Mientras al tratar de ocultar su pecado, su corazón engañoso descuidó la providencia de Dios. Urías no fue a su casa, porque su lealtad al Rey le condujo a dormirse a la puerta del Rey con los siervos.
David fue informado que Urías no fue a su casa, como él le había ordenado. El Rey no fue satisfecho con la respuesta de Urías a su interrogación con respecto a por qué no fue:
...El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida tu alma, que yo no haré tal cosa. — II Samuel 11:11
El David bondadoso llegó a ser un monstruo. Esto muestra lo que el pecado hace a un Cristiano cuando la pasión domina. Si David se hubiera aprovechado de la ausencia de Urías para cometer adulterio con su esposa, la lealtad expresada de Urías no hubiera afectado al Rey. Así que, el fracaso de su primer plan solamente causó que el Rey inventara un nuevo plan.
El próximo paso de David en tratar de esconder su pecado fue el de embriagar a Urías, esperando que por la embriaguez Urías rompiera su voto de no dormir con su esposa. Pero esto también fracasó:
Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa. — II Samuel 11:13
Sin embargo, David rehusó darse por vencido; y él persiguió un curso más mortífero. El Rey David planeó una carta para matar a Urías y la envió a Joab por la mano de él que había de morir. Así, él involucró a otro hombre en un acto atroz e injusto para cubrir su propio crimen. La carta instruía a Joab que Urías debería ponerse donde sería más expuesto en la batalla para que él pudiera morir en las manos del enemigo de Israel. La narración dice que Urías murió en la batalla; esto prueba que ningún pecado permanece solo. Una pequeño roto en un dique se amplía hasta que el dique entero se abre, y una pequeña manchita de putrefacción lentamente echa a perder a la fruta de su útil beneficio. La Escritura afirma que las zorras pequeñas echan a perder las viñas (Cant. 2:15).
Cuando Betsabé oyó que Urías estaba muerto, ella se lamentó por su esposo; pero su lamentación fue muy corta porque en el próximo día ella llegó a ser la esposa de David. El casamiento presuroso de viudos y viudas manifiesta la hipocresía de tal tristeza. Aquellos que consideran volver a casarse presurosamente tal vez no serán culpados de un acto de adulterio o asesinato, pero ellos evidencian la concupiscencia en su corazón. Ellos buscan cubrir su concupiscencia con la excusa de desear compañerismo.
LA DECLINACIÓN ESPIRITUAL
FUE ENFATIZADA DESDE DAVID
HASTA EL CAUTIVERIO
BABILÓNICO
4
La segunda división de las generaciones de Jesucristo es retratada como la declinación de Israel. La forma ordenada de Dios de gobierno era una teocracia. Por lo tanto, la declinación de Israel comenzó con su demanda por un rey y concluyó con el cautiverio Babilónico.
Durante los años declinantes de la historia de Israel, David, Salomón, y Roboam reinaron sobre Israel. El reino fue dividido en los reinos del norte (Israel) y sur (Judá) bajo Roboam. Subsiguiente a Roboam, no había un rey bueno en Israel (el reino del norte). Sin embargo, entre los reyes de Judá (el reino del sur), había ocho reyes buenos, cuatro de los cuales son mencionados en la genealogía de Jesucristo. Los últimos tres reyes de Judá — Joacim, Joaquín, y Sedequías — hicieron lo malo ante los ojos de Jehová (II Rey. 23:37; 24:9, 19).
5
LA TEOCRACIA — LA FORMA DE
GOBIERNO ORDENADA POR DIOS
En la genealogía del Rey, Mateo va desde Jesucristo, “hijo de David,” hasta el “rey David” (Mat. 1:1, 6). La regalía de la familia de David fue establecida según el propósito eterno de Dios de la gracia electiva. Por lo tanto, la perpetuidad de esta regalía es dependiente de la fidelidad de Dios. Aunque Dios enfatizó la responsabilidad del hombre en el aspecto condicional de los pactos del tiempo, la realización de los pactos es según la gracia y el poder de Dios. El fracaso es escrito sobre el hombre en cada edad de la historia humana. Como en los días de los Jueces cuando cada hombre hacía lo que bien le parecía (Jue. 21:25), en los días de los apóstoles todos buscaron lo suyo propio y no lo que es de Cristo Jesús (Fil. 2:21). En vista del fracaso del hombre, es maravilloso que podemos mirar a la fidelidad de Dios. Así, nosotros miramos del mundo cambiante al pacto inmutable de Dios. Los Cristianos informados son capaces por la gracia de Dios de brincar del vaso turbulento de este mundo y estar firmes sobre la tierra firme del aspecto incondicional de los pactos de Dios en el tiempo, porque tenemos nuestro fundamento en el pacto eterno del propósito de Dios.
La teocracia debe ser definida y explicada para tener un concepto correcto del reino futuro de Jesucristo. El término “teocracia” significa una forma del gobierno en la cual Dios es reconocido como el Gobernador supremo. Dios no reinó sobre Israel como Elohím, el Creador, sino como Jehová, el Dios del pacto. Jehová descendió a reinar sobre Israel. Así que, ellos tenían una forma sobrenatural del gobierno. La teocracia no es ni una república ni una democracia, porque ambas formas son ejecutadas por los hombres. En la teocracia, Dios es Gobernador en el sentido altísimo, porque el poder supremo de la soberanía radica en Él.
La teocracia durante el tiempo de Moisés no era un gobierno por sacerdotes en contra de reyes, sino era un gobierno por Dios Mismo en contra del gobierno por sacerdotes y reyes. La teocracia enalteció a Israel sobre todas las otras naciones, causando así a las naciones del mundo aborrecer la gente que declaró a Dios como su Gobernador supremo. Dios escogió a Israel no solamente para que fuera un pueblo santo para Sí Mismo sino también con una vista al reino: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa...” (Ex. 19:6). Esta es la primera referencia al reino como relacionado a Dios. Dios en Su soberanía y elección levantó los descendientes de Abraham en su capacidad asociada (Rom. 9:4; Deut. 7:6-11). Esta capacidad asociada de los descendientes naturales de Abraham no indica que cada individuo en ella había sido elegido a la salvación en Jesucristo, porque había algunos en la capacidad asociada de Israel nacional que no fueron, en la realidad, de Israel (Rom. 9:6-8). La nación en su capacidad corporativa puede rechazar la verdad, pero Dios tenía una elección por gracia dentro de una elección nacional. La incredulidad y la pecaminosidad de Israel en su capacidad corporativa causarán que Dios quitara Su bendición, pero Su elección nacional nunca es afectada (Isa. 6:12, 13; Luc. 2:34; Rom. 11).
Diez cosas deben ser consideradas con referencia a Israel y el reino futuro:
1. Dios como Jehová, el Dios del pacto — no Dios como Elohim, el Creador — escogió al pueblo judío con una vista al reino.
2. Su elección aceptó una nacionalidad — los descendientes naturales de Abraham en su capacidad asociada.
3. Esta elección fue incondicional, según el propósito eterno de Dios. Mateo dirigió su Evangelio primariamente a los judíos. Él les habló de un reino futuro:
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria.... — Mateo 25:31
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos [eulogemenoi, perfecto pasivo participio de eulogeo, que significa habiendo sido bendecido] de mi Padre, heredad [kleronomesate, aoristo activo imperativo de kleronomeo, que significa heredad ahora] el reino preparado [hetoimasmenen, perfecto pasivo participio de hetoimadzo, que significa habiendo sido preparado] para vosotros desde [apo, ablativo de tiempo] la fundación del mundo. — Mateo 25:34
Estos dos versículos deben ser considerados juntos. Cuando Jesucristo venga en Su gloria para establecer el reino, Él dirá a aquellos que han sido bendecidos permanentemente entrar ahora en el reino que ha sido preparado permanentemente para ellos desde la fundación del universo. Esto aplica a Israel nacional, pero esta misma verdad es para cada hijo de Dios. Israel nacional no ha venido para poseer el reino, y ni nosotros porque lo poseeremos mediante Israel.
Dos perfectos pasivos participios griegos son encontrados en Mateo 25:34. El tiempo perfecto no mira solamente al principio sino también a la conclusión de la acción. Representa un estado o condición presente como resultado de una acción completa pasada. Las ovejas habían sido bendecidas eternamente, y el reino había sido preparado eternamente al mismo tiempo. El reino es preparado permanentemente porque las ovejas son bendecidas permanentemente. Las ovejas no podían ser permanentemente bendecidas aparte del “Cordero que fue inmolado [esphagmenou, perfecto pasivo participio de sphadzo, que significa habiendo sido matado] desde [apo, ablativo de tiempo] el principio del mundo” (Apoc. 13:8). Sin el Cordero habiendo sido permanentemente inmolado, los nombres de las ovejas nunca hubieran sido “escritos [gegraptai, perfecto pasivo indicativo de grapho, que significa habiendo sido escrito] desde [apo, ablativo de tiempo] la fundación del mundo en el libro de la vida...” (Apoc. 17:8).
4. La incredulidad y la pecaminosidad de la nación de Israel puede quitar el favor de Dios de ellos, pero esto no afecta la elección de Israel.
5. La misma nación elegida, castigada y azotada, esparcida y dispersada, será llamada otra vez y enaltecida.
6. Mientras que la nación comprendiendo los descendientes nacionales de Abraham es así escogida, no establece que cada individuo en ella sea personalmente elegido a la salvación (Rom. 9).
7. Dios ha hecho provisión para los gentiles elegidos por injertarlos con creyentes precedentes (Rom. 11).
8. Israel bajo la teocracia fue un tipo de un reino futuro.
9. La raíz que queda es un linaje santo.
10. El reino es dado a los descendientes naturales de Abraham en su capacidad corporativa.
El libro de Jueces cubre el período entre la conquista de Israel de la tierra de Canaán y la muerte de Josué a la magistratura de Samuel y el escogimiento de la gente de un rey visible. Este período era uno de régimen teocrático en el que Jehová Mismo fue el “Rey invisible” de Israel. Sin embargo, había muchas salidas de Dios por Israel durante este período que concluyó con su deseo de tener un rey como todas las naciones para juzgarlos (I Sam. 8:5). Esto se llevó a cabo durante la magistratura de Samuel cuando sus hijos, Joel y Abías, no anduvieron en los caminos de su padre.
El cambio de la teocracia a lo que Israel llamaría la monarquía, “un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones” (I Sam. 8:5), fue lo que la gente del día de hoy llama “el derecho de la auto-determinación.” Los versículos siguientes fueron las palabras de Samuel a Israel y la respuesta de Israel:
Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras. Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová. Y Jehová dijo a Samuel; Oye su voz, y pon rey sobre ellos.... — I Samuel 8:18-22
Por lo tanto, Dios dio a Israel un rey que ella escogió en la misma manera que les dio carne para comer (Núm. 11:20; Sal. 106:15).
Israel quería ser como la gente de quien había sido librado. Esto suena como el Cristianismo moderno. El mundo religioso está diciendo que una religión no es verdadera si no tiene denominaciones, asociaciones, convenciones, conferencias, formas, ceremonias, programas para enfermedades tales como el SIDA, drogadictos, desposeídos, las esposas y niños golpeados, y otros programas sociales, coros profesionales, músicos, jerarquía, y un salvador pecable para simpatizar con los hombres cuando son seducidos por la maldad del mundo. Por lo tanto, ellos deben concluir que una religión que tiene solamente un Dios soberano, un Salvador impecable, un Espíritu Santo que regenera, una Biblia, y un libro de himnos no puede ser la religión verdadera de nuestro día de intelectualismo, socialismo, y humanismo.
La primera cosa que hace el hombre cuando Dios establece algo de lo Suyo propio sobre la tierra es o falsificarla o sustituir algo para ella. Así, el hombre tiene otro Jesús, otro espíritu, y otro evangelio (II Cor. 11:4). Sin embargo, como Dios tiene a Jesucristo que es el Hijo del Dios viviente, el Espíritu Santo, y el evangelio que fue establecido en el cielo antes de el la fundación del mundo, Él también tiene un remanente en la nación corrompida de Israel.
La razón verdadera por la cual Israel querría un cambio en el gobierno no fue por la degeneración de los hijos de Samuel. Aunque Samuel era un hombre santo, sus hijos eran una tristeza. Su tristeza fue la misma que fue experimentada por Isaac, Aarón, Elí, David, y los otros individuos Bíblicos. Ni la apatía de Elí ni la firmeza de Samuel dieron carácter a sus hijos; solo la gracia da carácter. Esto va a través del grano del cliché, “El carácter de un hombre es reflejado en sus niños.” Cuando los niños sin la gracia salen el anexo de un hogar santo, ellos no tienen principio de restricción.
Tres cosas deberían ser observadas en cuanto a la demanda de Israel para un rey como todas las naciones: (1) La referencia de Israel a los hijos de Samuel fue la cosa más evidente que la gente podía mencionar porque sus hijos no anduvieron en los caminos de su padre, Samuel. Por lo tanto, ellos “se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho” (I Sam. 8:3). (2) Su motivo interior fue que la gente pudiera ser como las otras naciones. (3) La razón verdadera fue que Israel había ya desechado la teocracia:
Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. — I Samuel 8:7
Israel había desechado al reinado invisible de Jehová, y los israelitas hicieron de la edad de Samuel y sus hijos una excusa para su rebelión. El pueblo había olvidado su relación del pacto con Dios, y ellos quisieron tener una “voz” en su gobierno.
Aunque Dios permitió a Israel escoger su rey, Dios salvaguardó el principio de majestad en un gobierno monárquico bajo el Rey David (Deut. 17:14-20). El rey fue directamente responsable a Dios, y la gente no fue menos responsable que su rey. Por lo tanto, el rey de Israel iba a ser un rey monárquico (un rey terrenal bajo la regla de Dios), no un rey autocrático (un rey terrenal adjudicado con la autoridad absoluta). El gobierno iba a ser un poder real en las manos de hombres que actuaban en obediencia a la ley escrita de Dios. La teocracia instituida por Dios es la forma introductiva del gobierno que será perfeccionada no en hombres imperfectos, tal como Salomón, el hijo inmediato de David, pero mediante el Perfecto en la línea real, quien es “la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (Apoc. 22:16). Este Rey perfecto reinará eternamente sobre Su pueblo perfeccionado.
Desde el tiempo del desecho de Israel de la regla teocrática de Dios, ellos han declarado, “No queremos que éste [el Jehová de I Samuel 8:7] reine sobre nosotros” (Luc. 19:14). Los judíos han sido esparcidos a través de las naciones del mundo. Este esparcimiento continuará hasta ambos “los tiempos de los gentiles” (varias formas del gobierno gentil desde Nabucodonosor al establecimiento del reino de Cristo en Su segunda venida) (Luc. 21:24) y la “plenitud de los gentiles” (Cristo visitando a los gentiles para tomar de ellos pueblo para Su nombre — Hech. 15:13-17) haya entrado (Rom. 11:25). El reino de Cristo no ha sido manifestado porque el propósito de Dios fue que el Hijo del Hombre fuera honrado y glorificado en el cielo antes de ser honrado en la tierra. Por lo tanto, según la enseñanza propia de Cristo, Su reino será asumido del dominio celestial más bien que del dominio terrenal.
La teocracia no es igual a la soberanía. Puede ser establecido que Jesucristo, en Su unidad con el Padre, está ejercitando Su dominio sobre todas las cosas en lo presente. No obstante, cuando Jehová retiró a Sus reyes en el Antiguo Testamento, Él no dejó de ser el soberano de Israel. Además, el reino pertenece a Jesucristo como el Hijo de David, y la soberanía es Suya como el Hijo de Dios. El reino nunca es prometido a Jesucristo como el Hijo de Dios sino como el Hijo del Hombre o el Hijo de David. Mientras sentado a la diestra del Padre, Cristo no ha puesto a un lado Su soberanía. Toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra (Mat. 28:18), pero algo será añadido a esta potestad cuando venga para establecer Su reino como el Hijo del Hombre. En aquel entonces, Él manifestará Su poder abiertamente y visiblemente traerá a sujeción todas las cosas a Sí Mismo en la tierra.
La forma teocrática del gobierno nunca es representada como un tipo. Cuando Israel desechó esta forma de gobierno, todos los profetas a una voz proclamaron su restauración. No hay sorpresa de que los hombres depravados, incluyendo los religiosos depravados, aborrezcan la forma teocrática del gobierno.
Cristo gobierna ahora mediante las autoridades que hay (Rom. 13:1-7), pero las autoridades que hay no constituyen una teocracia. El texto griego de Romanos 13:1, Pasa psuche exousiais huperechousais hupotassestho, es traducido “Sométase toda persona a las autoridades gobernantes.” El participio huperechousais es una forma presente activa del verbo huperecho, que significa tener poder sobre, ser altamente puesto, aquellos en la posición alta, o autoridades gobernantes. El imperativo, hupotassestho, es una forma presente pasiva de hupotasso, que significa estar en sujeción o subordinado. Pedro habló de someter a “toda institución [ktisei, dativo femenino singular de ktisis, que significa autoridad humana] humana [anthropine, dativo femenino singular del adjetivo anthropinos, que significa humano o pertenece al hombre]” (I Ped. 2:13). La autoridad humana no significa que no es menos autoridad de Dios; sino que es autoridad delegada, a menos que sea opuesta a la voluntad revelada de Dios. La palabra “humana” denota los medios por los cuales la autoridad opera. Un ejemplo de esto es la autoridad delegada de los ancianos en las asambleas locales (I Tim. 5:17; Heb. 13:7, 17, 24).
La obediencia a la autoridad humana tiene sus límites. La autoridad paternal y la autoridad civil son responsables a Dios, si los que ocupan estas posiciones son Cristianos o no. Como un extranjero en este país no es libre de la subordinación a nuestras leyes, la incapacidad espiritual de uno como una persona no regenerada no anula su responsabilidad para con Dios. El hombre es responsable por su propia depravación por su solidaridad con Adán en la caída, y aunque a él le hace falta la capacidad espiritual para hacer la voluntad de Dios. No obstante, él es responsable a Dios.
Dios tiene dos gobiernos durante la edad de la asamblea, el tiempo entre la primera y la segunda venidas de Jesucristo. Hay un gobierno espiritual para la asamblea de Cristo que Él está edificando; y hay un gobierno civil para la protección de la sociedad, que se constituye de ambos los elegidos y los no elegidos. Pablo escribió en Romanos 13:1-7 a los Cristianos en Roma para informarles en cuanto a su relación con el gobierno civil donde radicaron. Ellos deberían ser subordinados a las autoridades del gobierno civil de Roma. La única excepción a tal sujeción ocurre cuando la autoridad del hombre contradice la autoridad suprema de Dios. ¿Qué hicieron “unos varones judíos” cuando Nabucodonosor hizo una imagen de oro y mandó que toda la gente viniera a la dedicación de la estatua (Dan. 3:1-25)? Aunque el Rey dio una ley para todos los súbditos de Babilonia para adorar la estatua, los fieles judíos sabían que la ley era directamente opuesta a Dios que dijo:
Yo soy Jehová tu Dios....No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen....No te inclinarás a ellas.... — Éxodo 20:2-5
La lección en la instrucción de Pablo a los Cristianos Romanos enseña a los Cristianos de todos los tiempos que los creyentes han de ser subordinados a las autoridades gobernantes porque no hay autoridad sino de parte de Dios. Sin embargo, los Cristianos no deben subordinarse a dioses falsos establecidos por autoridades gobernantes. El aceptar un dios falso establecido por una autoridad gobernante sería negar al verdadero Dios que dio al gobernador su autoridad. Así que, nuestra respuesta a tal autoridad debe ser igual a la que fue dada por los fieles judíos:
...nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. — Daniel 3:17, 18
Los Cristianos deben estar dispuestos, como los “varones judíos,” para sufrir las consecuencias de rehusar obedecer las demandas de las autoridades civiles cuando se ponen a sí mismos arriba de la autoridad suprema de Dios. Tres principios son establecidos con respeto a los “varones judíos” que los Cristianos deben considerar: (1) Ellos no se contaminaron a sí mismos por participar de lo que Babilonia proveyó (Dan. 1). El Rey les dio una enseñanza sin subscripción, un curso de tres años en una religión falsa, pero tenían una carne para comer que Babilonia no entendió. Los principios Bíblicos permanecen sin cambiar sin considerar donde el pueblo de Dios vive (Dan. 1:4-8). (2) Dios dio a los varones jóvenes de Israel conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias, así permitiéndoles resistir la enseñanza falsa diseñada para quitarlos del camino. El Rey conoció que la naturaleza religiosa de los hombres, aparte de la gracia, es fácilmente quitada por cualquier cosa que conmueve sus sentimientos religiosos. Por lo tanto, como la religión falsa lo está haciendo hoy, el Rey usó la música de Babilonia para persuadir. ¿Quién puede negar que la música juega un papel en la propagación de la religión falsa? La religión falsa inspirada por la música falsa trabaja sobre las emociones falsas para responder a una paz falsa que será ofrecida por un profeta falso. Esto indica que las cosas están rápidamente formándose para la manifestación del anticristo (Dan. 3:1-7). (3) Los hombres jóvenes fielmente rehusaron reconocer cualquier dios sino al Dios verdadero, el Dios de Abraham, Isaac, y Jacob (Dan. 3:13-18). Asimismo, los Cristianos en cada era serán fieles a Dios y dirán como Pedro y los apóstoles que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech. 5:29). Hacer la voluntad de Dios denota carácter. No atemorizado por la presencia de Rey Nabucodonosor y no seducido por los terrores del horno de fuego ardiendo, el remanente fiel rehusó inclinarse y adorar a la estatua. De la misma manera, los Cristianos que proponen en sus corazones agradar a Dios actúan en la luz de la eternidad.
El milagro registrado en Daniel 3 es un tipo del remanente de los judíos conservado por Dios durante la gran tribulación de Apocalipsis. Algunos que profesan ser teólogos son tan confundidos acerca de la gran tribulación como el pastor que predicó el funeral de uno de sus miembros de la asamblea y le refirió como uno que salió de la gran tribulación. La presencia del artículo en el griego identifica; la ausencia del artículo califica (hace menos fuerte o positivo). Por lo tanto, la presencia del artículo griego en la Apocalipsis 7:14 (BLA), “...Estos son los que vienen [viniendo] de la gran tribulación...” lo distingue de las tribulaciones ordinarias experimentadas en la vida.
Una estimación correcta del gobierno humano no puede ser formada aparte de la enseñanza Bíblica del reino futuro de Jesucristo. Mientras que un partido político alabará y magnificará la democracia como una institución Divina, otro partido político condenará la democracia y defenderá al socialismo. Sin embargo, hay otros que condenan todo gobierno humano; pero esto debe ser denunciado porque cualquier forma de gobierno es mejor que ninguno. Hay aquellos que hablan acerca de “los derechos de la gente,” “toda la gente siendo creada igual,” “la soberanía de la gente,” “el poder supremo que descansa en el cuerpo de los ciudadanos instituidos para votar,” etcétera. Los promovedores de las filosofías políticas diferentes tratan de influir al mundo con sus ideologías. Por lo tanto, las batallas políticas llegan a ser tan calientes que se vuelven en guerras políticas. Todas las autoridades humanas deben darse cuenta que la autoridad no descansa en la insignia de la policía, el traje del juez, o la corona del rey. Vuelva de estos símbolos al soberano Dios que dice a todas las autoridades lo que Jesucristo dijo a Pilato: “No tendrías ninguna autoridad contra mí si no te hubiera sido dada de arriba” (Juan 19:11 — traducción).
Las formas diferentes del gobierno humano en la sociedad deben ser distinguidas de la forma establecida del gobierno Divino para las asambleas de Cristo. Nada es dicho en Romanos 13 o I Pedro 2 en cuanto a las formas de gobierno. El énfasis está en algún orden establecido para la protección de la sociedad, que incluye ambos a los Cristianos y a los no Cristianos. Por otra parte, los creyentes tienen un orden de gobierno Divinamente establecido para las asambleas de Cristo que no puede ser alterado sin considerar las formas diferentes del gobierno humano bajo de las cuales las asambleas existen. Durante la ausencia del reino teocrático de Cristo, el gobierno Divinamente establecido de las asambleas de Cristo no puede hacer el estado, que se compone de la gente regenerada y no regenerada, subordinadar a sus principios. Sin embargo, las asambleas con su única forma establecida del gobierno Divino deberían ser subordinadas a las autoridades humanas diferentes y cambiantes, a menos que cuando se opongan a la voluntad establecida de Dios, porque el Cristianismo no es controlado por la autoridad humana que es opuesta a la voluntad revelada de Dios.
La voz del Cristianismo no debe permanecer quieta ante la corrupción política y civil. Como las voces de los profetas fueron oídas en el Antiguo Testamento, las voces de los ancianos deben ser oídas proclamando los mismos principios y dando las mismas advertencias en los tiempos del Nuevo Testamento. Consideren los llamamientos y obras de tales profetas del Antiguo Testamento como Samuel (I Sam. 3:1-21; 7:3-15; 8:6-18), Semaías (II Crón. 12:1-12), Micaías (II Crón. 18), Elías (I Rey. 17-22), los profetas mayores y menores, y concluyendo con Juan el Bautista. Juan, como Elías antes de él, sabía que estaba buscando problemas cuando reprendió al que se sentó sobre el trono: “...No te es lícito tenerla [la esposa de su hermano Felipe]” (Mat. 14:4). Juan el Bautista no fue el último mensajero en morir por la causa de Cristo. (Véase Mat. 24:9; Juan 16:2; 21:19; Hech. 7:59, 60; 12:1, 2; Apoc. 2:13.) Los mensajeros de Dios nunca deben dar concesiones a los principios de la verdad eterna sin considerar las consecuencias.
La asamblea de Cristo nunca debería ser afiliada con ningún partido político. Sin embargo, esto de ninguna manera excluye a los Cristianos de su responsabilidad a la autoridad civil y su pago de impuestos a la autoridad humana bajo de la cual viven. Puesto que las estructuras sociales y políticas de las autoridades humanas desaprueban sobre el gobierno perfecto teocrático bajo el Hijo del Hombre, el Hijo de David, los Cristianos no pueden endosar una forma del humanismo sobre otra. Así que, un Cristiano no se justifica por decir, “Yo he escogido el menos malo de dos o más partidos perversos.” Todas las autoridades humanas acusan a los Cristianos de estar demasiado ocupados con el otro mundo, pero todos los creyentes informados saben que nadie pueden entender adecuadamente su deber al presente sin observarlo en la luz de la eternidad. Por lo tanto, caos y confusión en la sociedad y en el Cristianismo son el fruto de la retórica entre los políticos y los religiosos en cuanto a una mejor sociedad aparte del concepto Bíblico del reino teocrático. Así que, el resultado antes de la segunda venida de Cristo siempre serán las circunstancias descritas por Jesucristo:
Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. — Mateo 24:4-8
Pablo no manifestó ningún resentimiento hacia el gobierno bajo el cual la providencia de Dios le puso. Por lo tanto, él no tenía conflicto entre dar a César las cosas que le pertenecieron a él y dar a Dios las cosas que le pertenecieron a Él. Porque los Cristianos reverencian la autoridad de Dios, son mejores ciudadanos del dominio de César que aquellos que son extraños a la gracia de Dios. Puesto que toda la naturaleza está sumisa a las leyes de Dios, los Cristianos deberían someterse a la providencia de Dios por someter nuestros corazones que son propensos a la carne a la santidad de Dios, la arrogancia a Su misericordia, y la rebelión a Su soberanía en la providencia. Algunos de los creyentes romanos a quienes Pablo escribió necesitaron el consejo de Pablo en cuanto a la sumisión:
De modo que quien se opone [antitassomenos, presente medio participio de antitasso, que significa oponer o resistir] a la autoridad [exousia, que significa autoridad, poder de reglamento, o gobierno], a lo establecido [diatage, que significa decreto u ordenanza] por Dios resiste [anthesteken, perfecto activo indicativo de anthistemi, que significa resistir, oponer, poner en contra, o resistir — ha opuesto y está en un estado de oposición]; y los que resisten [anthestekotes, perfecto activo participio de anthistemi, que significa habiendo opuesto y están en un estado de oposición], acarrean condenación [krima, que significa juicio o castigo] para sí mismos. — Romanos 13:2
Aunque Nerón el malo estaba en el trono en el tiempo en que Pablo escribió esta carta, los creyentes en Roma iban a ser subordinados a Dios y a la autoridad del reglamento como instruyó Salomón en su sabiduría: “Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; No te entremetas [interfiere] con los veleidosos” (Prov. 24:21). Anotan el orden de “Jehová...y al rey.”
Contrario a Jesucristo y a los apóstoles, que nunca buscaron derrocar el gobierno humano, muchos de los religiosos tratan de causar la caída de alguna forma del gobierno humano. Los Cristianos viven sobre un nivel más alto que cualquier gobernador terrenal; además, este no es el tiempo para que los Cristianos reinen. Nosotros anticipamos con interés el tiempo cuando juzgaremos al mundo (I Cor. 6:2). Nuestro juzgar al mundo ocurrirá cuando gobernemos y reinemos con Jesucristo. Por lo tanto, el papel de los Cristianos durante la ausencia del gobierno teocrático de Cristo en Su reino es la sumisión al gobierno del soberano Dios y al gobierno humano que continuamente está cambiando a menos que no exiga la oposición a la voluntad revelada de Dios.
Hay principios que lleva en el correcto o incorrecto de la revolución. Los Cristianos no deben identificarse a sí mismos con las asociaciones políticas para oponer o subvertir el gobierno de su país. Cada era tiene sus gustos sociales y políticos, pero la reverencia para Dios no es una de las virtudes más populares de ninguna era, especialmente en la que nosotros vivimos. El hombre sin reverencia no ve grandeza en el universo de Dios que transciende a sí mismo. Conociendo a Dios mediante Jesucristo es necesario para que uno actúe en una manera reverente. La actitud del respecto profundo es compatible con el amor. Nuestra era del existencialismo ha producido una generación en que hay muy poca reverencia o respeto para alguien o para cualquier cosa. El existencialismo es título alto para el humanismo que hace la experiencia humana la norma para juzgar la realidad. Puesto que el hombre está haciendo lo que bien le parece, él juzga todo por su propia norma.
Hay tres cosas importantes para entender acerca del gobierno humano: (1) Es necesario para prevenir la anarquía. Cualquier tipo de gobierno es mejor que ningún gobierno. El desorden abundaría en una nación sin alguna forma de autoridad humana. (2) El gobierno humano, en cuanto a su carácter, no es afirmado ser aceptable a Dios. Puede ser descrito como una “bestia” (Dan. 7; Apoc. 13; 17). Las cuatro bestias de Daniel 7 son los imperios mundiales de la historia. Su carácter moral es descrito, y el cuarto reino es tan terrible que no hay bestia para describirlo. El orden es al revés en Apocalipsis 13 porque Daniel miró adelante, pero Juan miró hacia atrás. “LA MADRE DE LAS RAMERAS” montada sobre la bestia de Apocalipsis 17 habla de su dependencia de y confianza en él con quien ella se une. Puesto que ninguna nación jamás es llamada una ramera, ella representa la asamblea falsa que dice que tiene una relación con Dios mientras está aliada en otra parte. La asamblea falsa será usada por la autoridad de la bestia hasta que ella haya servido su propósito, y entonces ella será destruida. (3) El gobierno humano, como todo lo ministrado por los hombres, siempre es imperfecto. Las autoridades que existen no son consideradas en la Escritura como teniendo la inteligencia de un orden espiritual.
Los Cristianos no tienen forma de gobierno, civil o eclesiástico, para imponerse sobre una nación. Ellos han de orar por aquellos en están en eminencia, para que vivan en una manera quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad (I Tim. 2:1, 2). El Cristiano, como los israelitas andando en el desierto, desea que pase su vida de peregrinación en la tierra en paz (Núm. 21:22), sirviendo a Dios en la senda de los justos que va en aumento hasta que el día es perfecto (Prov. 4:18). Lo que va en aumento no refiere a una mejor senda de vida traída a existencia mediante las influencias eclesiásticas y políticas sobre las autoridades humanas. No hay que descontar el hecho de que la propaganda religiosa y política traerá a los engañados a decir, “Paz y seguridad,” pero vendrá sobre ellos destrucción repentina (I Tes. 5:1-3).
No hay autoridad sino de Dios. La autoridad dada por Dios del gobierno civil es afirmada en Romanos 13:1-7. Pero el poder ilimitado sobre la gente bajo una forma particular del gobierno humano no es dado a los hombres. La autoridad del gobierno humano y la obediencia de aquellos bajo el gobierno son limitadas. Puesto que Dios es soberano, ningún gobierno humano tiene la autoridad de violar los mandamientos y los principios de Dios. Cuando la autoridad humana aprueba y practica lo que Dios condena, los Cristianos deben obedecer a Dios antes que a los hombres y dispuestos a sufrir las consecuencias por haber obedecido a Dios (Hech. 5:29). Los ejemplos Bíblicos de obediencia a Dios y desobediencia al gobierno civil son dados: (1) El Rey de Egipto pidió que todos los niños varones hebreos fueran matados, pero los padres de Moisés desobedecieron este mandamiento (Ex. 1:16, 22; 2:1-3). Su obediencia a Dios es registrada en Hebreos 11:23. (2) Rahab, una ramera convertida, aparece entre los héroes de la fe a causa de un acto valeroso de desobediencia civil (Jos. 2; 6). Por este acto, ella fue justificada por su obra (Sant. 2:25). (3) En la desobediencia a los gobernadores durante el tiempo de Ahab y Jezabel, Obadías escondió a 100 profetas en cuevas para protegerlos de las autoridades (I Rey. 18:13). (4) Los tres jóvenes hebreos rehusaron obedecer al Rey Nabucodonosor (Dan. 3:17, 18), y su fe es registrada en Hebreos 11:34. (5) Daniel rehusó cumplir con un decreto real de que no debería orar a su Dios tres veces al día viendo hacia Jerusalén. Su fe es registrada en Hebreos 11:33.
El gobierno civil es una institución humana que formula la ley sin una referencia directa a la Escritura para el bienestar y la prosperidad temporal, y aplica a todos sus súbditos. La autoridad de la asamblea es basada en la Escritura para el bienestar eterno de los creyentes cuya sujeción a Dios lleva prioridad sobre el gobierno civil, y ellos nunca deben hacer concesiones a la autoridad Divina. El gobierno civil tiene una limitación definitiva. No puede entremeterse en el gobierno de la asamblea y mandar a los Cristianos desobedecer a Dios. El gobierno de la asamblea no puede entremeterse en el gobierno civil y mandar a los incrédulos a vivir una vida Cristiana que son incapaces de hacer. Los principios Bíblicos no pueden imponerse sobre la gente no regenerada. Esto no indica que la gente no regenerada no es responsable a Dios. Dios es la autoridad suprema. La asamblea intensifica su influencia por ser separada del estado. El papel de la asamblea en el mundo no es entremeterse en la política sino el ser separada de la política y estar en una posición por una vida de separación por condenar todo lo que es contrario al propósito y mandamiento del Omnipotente Dios. Los Cristianos deben obedecer la autoridad que no desobedece a Dios, quien es la autoridad suprema. Debemos ser honestos en tratar con nuestros prójimos, deber a nadie nada, y vivir vidas limpias sin dar concesiones.
Dios gobierna en los gobiernos de los hombres por dar autoridad a quien Él quiere (Prov. 21:1; Dan. 4:17). Algunos gobernadores pueden considerarse a sí mismos absolutos y no responsables a nadie, pero ellos son dominados por Dios que es más alto que el altísimo. El corazón del rey estando en la mano de Jehová no significa que el Señor está en su corazón. Regenerado o no regenerado, el corazón del rey está en la mano del soberano Dios (I Sam. 2:6-10; Hech. 17:28). La calidad de corazón del gobernador no es cambiada si no es regenerado, pero la senda de las acciones corre bajo la guía de Dios y es subserviente a Su placer para el cumplimiento de Su propósito. El Cristiano va más allá del razonamiento del hombre natural para ver a Dios enviando a José para mantener en vida a mucho pueblo (Gén. 50:18-20), enviando a Simei para maldecir a David (II Sam. 16:10), y entregando a Jesucristo en las manos de inicuos, crucificándole (Hech. 2:23). Job expresó su creencia en (1) la verdad de la agencia de Dios — “arrebatará,” (2) la soberanía de Su dominio — “¿Quién le hará restituir?,” y (3) el justo juicio de Su conducta — “¿quién le dirá: ¿Qué haces?” (Job 9:12).
Las siguientes son tres preguntas importantes para considerar: (1) ¿Pone el Nuevo Testamento limites entre la jurisdicción civil y la jurisdicción de la asamblea? (2) ¿Sugiere el Nuevo Testamento una unión de la asamblea y del estado, en otros términos, una teocracia de un tipo u otro? (3) ¿Espera Cristo que la asamblea cumpla la comisión por la legislación? (Estudien Luc. 12:13-15.)
6
LOS REYES QUE PRECEDEN
LA DIVISIÓN DEL REINO
David, que Dios escogió para ser rey y envió a Samuel a ungirlo, era el hijo de Isaí, de Belén. Dios dijo a Samuel:
¿Hasta cuándo te lamentarás por Saúl, después que yo le he desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y ve; te enviaré a Isaí, el de Belén, porque de entre sus hijos he escogido un rey para mí.— I Samuel 16:1 (BLA)
El primer rey de Israel había sido por escogimiento del pueblo, y el escogimiento del pueblo siempre fracasa. Dios había permitido a Israel escoger a su rey para mostrar a la nación que su mejor decisión nunca podía suplir su necesidad. La genealogía de Saúl sugiere orgullo, auto-voluntad, excelencia de naturaleza, debilidad, y engaño (I Sam. 9:1, 2). Durante el período de los Jueces, el rechazamiento de Israel a Dios como su Rey invisible alcanzó el clímax en el día de Samuel cuando ellos pidieron un rey como todas las naciones (I Sam. 8:5, 19, 20). El hombre que había sido escogido por Israel pronto llegó a ser un fracaso, y Dios dijo a Samuel que Él había desechado el reinado de Saúl sobre el pueblo. Sin embargo, Dios buscó un rey para sí conforme a Su corazón (I Sam. 13:14; 16:1):
Eligió a David su siervo, Y lo tomó de las majadas de las ovejas; De tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, Y a Israel su heredad. — Salmo 78:70, 71
El éxito de Saúl también fue su fracaso (I Sam. 15:11-23). ¿Cómo pudo Saúl triunfar y fracasar a la vez? Él conquistó a Agag pero desobedeció a Dios por fracasar en no destruir los amalecitas. Así que, la gloria de su victoria fue perdida en las tinieblas de su derrota. Uno puede conquistar a algunos reyes más grandes de la tierra, pero su vida es un fracaso si él desobedece al Rey de todos los reyes. Por lo tanto, el pecado de Saúl de la desobediencia debe ser condenado más bien que su victoria alabada. Hay tres lecciones para aprender por la desobediencia de Saúl: (1) Saúl tomó al Rey Agag vivo pero no lo destruyó. Alguien puede razonar por sí mismo y decir que el estar preso toda la vida es un castigo peor que la muerte. Pero nadie tiene el derecho de alterar el mandato de Dios. (2) Saúl echó la culpa al pueblo: “Mas el pueblo tomó del botín...para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal” (I Sam. 15:21). Saúl hizo al pueblo su medio de escape, pero trató de hacerlo ligero sobre ellos al decir que no mataron a las ovejas para ofrecer sacrificio. ¡Ahora esto era verdaderamente pensativo del pueblo! (3) Saúl ofreció una excusa religiosa por su pecado de la desobediencia, sugiriendo que usar las ovejas para ofrecer sacrificio sería mejor que matarlas en la guerra. Aunque Dios dijo que las matara, el razonamiento de Saúl fue que no importaba como fueron matadas. La desobediencia no es perdonada por la obediencia parcial. Samuel le reprendió por su desobediencia:
¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación [la insubordinación]. Por cuanto tu desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. — I Samuel 15:22, 23
La confesión de Saúl no vino hasta que la evidencia de su pecado fue revelada. Él se asustó en un sentimiento religioso (I Sam. 15:24). Además, en su confesión, él echó la culpa sobre el pueblo porque lo temió: “...Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel...” (I Sam. 15:30). Él estaba más preocupado en quedar bien ante el pueblo que ante el Señor. En contraste, los Cristianos confiesan sus pecados porque desean quedar bien ante el Señor.
David fue escogido mucho antes de que Samuel fuera enviado por él (Sal. 78:70). Aquellos escogidos por Dios son inmuebles porque son conectados al fundamento del propósito de Dios. David era el octavo hijo de Isaí para pasar en revista ante Samuel cuando él fue enviado a ungir al que Dios había escogido para rey. El Dios invisible es el Omnividente que movió a Samuel para reconocer al hijo de Isaí que iba a ser el rey de Israel. (Véase I Sam. 16:6-13.) Lo que Dios escoge es diferente a lo que el hombre escoge porque Dios no mira la estatura física del hombre (II Sam. 14:25), rango social (I Cor. 1:26-31), o riqueza material (I Sam. 16:11). David apareció ante Samuel:
Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David.... — I Samuel 16:12, 13
El “dulce cantor de Israel” (II Sam. 23:1) denota el carácter de David, la base del cual fue que él fuera levantado a lo alto:
[Dios] levanta del polvo el pobre, del muladar levanta al necesitado para hacerlos sentar con los príncipes, y heredar un sitio de honor.... — I Samuel 2:8 (BLA)
Setenta y tres de los 150 Salmos fueron escritos por David, y a ellos les fue puesto música para la adoración del templo y del tabernáculo. Por lo tanto, ellos revelan la actitud del alma en la presencia de Dios mientras completamente considerando la historia pasada, la experiencia presente y la esperanza profética.
El Espíritu del Señor hablando mediante David involucra el Dios trino — el Espíritu de Jehová, el Dios de Israel, y la Roca de Israel (II Sam. 23:2, 3). El Dios de Israel es el Autor del pacto eterno, y la Roca de Israel cumplirá las obligaciones del pacto. Jesucristo es representado como la Persona por la cual Dios creó todas las cosas (I Cor. 8:6), y como el Ser Divino que acompañó a los israelitas en el desierto como su libertador. La declaración de Pablo en I Corintios 10:4, “la roca era Cristo,” prueba la preexistencia de Cristo. En el Antiguo Testamento, Cristo apareció como “el Ángel de Jehová” (Ex. 3:2), “el ángel de su faz” (Isa. 63:9), y “el ángel del pacto” (Mal. 3:1). Así que, es fácil entender la relación que Pablo hizo entre la Roca del Antiguo Testamento y el Cristo del Nuevo Testamento.
La esperanza de David fue para una “mañana sin nubes” (II Sam. 23:4), que es una profecía Mesiánica. La base de su esperanza fue el “pacto eterno” que fue ordenado y seguro. Las declaraciones de David “No es así mi casa para con Dios” y “Pues, Él ha hecho conmigo un pacto eterno” de II Samuel 23:5 (BLA) deben ser contrastadas, porque la fidelidad de Dios es presentada en contraste a los fracasos del Rey David. En cualquier biografía honesta de lo mejor de los hombres, uno encontrará un “Pues” o “No es así.” Así que, la única cosa que da una esperanza permanente es el pacto incondicional de Dios y Su fidelidad en cumplirlo.
El Rey David se regocijó en el pacto de Dios — II Samuel 23:5 (BLA) — por las razones siguientes: (1) Fue Divino en su origen — “Dios...ha hecho conmigo un pacto eterno.” (2) Fue un pacto personal — “Dios...ha hecho conmigo....” (3) Fue eterno — ..."pacto eterno." (4) Fue ordenado — “ordenado en todo.” (5) Fue seguro — “y seguro”. (6) Fue la satisfacción de su corazón — “toda mi salvación.” (7) Fue todo su deseo — “y todo mi deseo.” Las promesas de Dios son Sí y Amén (II Cor. 1:20).
La infidelidad de la casa de David incluyó sus propios fracasos personales. Cuando los Cristianos se acercan al fin de sus vidas en el tiempo, sus corazones son puestos en lo que fueron en el pecado, lo que son en Cristo, y cómo han miserablemente fracasado con Dios como creyentes. Así que, ellos lamentan sus fracasos y afligen sobre la manera que han prostituido sus bendiciones y privilegios. Sin embargo, como David, ellos no gastan todos sus últimos momentos lamentando y afligiendo sobre sus fracasos. Como David llegó a ser absorbido con el pacto de Dios que fue ordenado y seguro, los Cristianos informados llegan a ser ocupados con el pacto unilateral y eterno de la gracia de Dios que es la fundación de todos los pactos del tiempo.
El reino profético es representado por la expresión poética siguiente en II Samuel 23:3-4 (BLA):
Él que con justicia gobierna sobre los hombres, que en el temor [reverencia] de Dios gobierna, es como la luz de la mañana cuando se levanta el sol en una mañana sin nubes, cuando brota de la tierra la tierna hierba por el resplandor del sol tras la lluvia.
Pablo dijo, “La noche está avanzada, y se acerca el día...” (Rom. 13:12). La noche es el tiempo y la potestad de la tinieblas (Luc. 22:53); por lo tanto, es el tiempo de batalla, prueba, contienda, ausencia del Esposo, el juicio de los hombres, mezcla de cizaña y trigo, tribulación, tristeza, y muerte. Al opuesto, la mañana es el tiempo sin nubes, liberación completa, gloria eterna, y el dominio justo de Cristo en el reino eterno. La tarde del mundo es obscura y deprimida, pero Cristo Jesús será la luz de la mañana. La pureza de la mañana sigue el juicio purificador de Dios. Un pueblo dispuesto se inclinará ante el dominio justo de Cristo en el día de Su poder y gloria. Por lo tanto, en la hermosura de la santidad desde el seno de la aurora, Cristo tendrá el rocío de Su juventud; así, todo bajo Su poder vivificador florecerá en Su reino. (Véase Sal. 110.)
Los críticos han asido sobre el pecado de David con Betsabé y el hecho de haber matado Urías para ridiculizar a David como un gran héroe de la Biblia. Ellos preguntan qué tipo de Dios puede encontrar cualquier cosa en David para alabar. Dios Mismo reconoció este criticismo contra Sí Mismo y Su pueblo cuando Él inspiró a Daniel a decir estas palabras:
Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo. — Daniel 9:18, 19
Una mancha apareció estar sobre el nombre de Dios por cuatrocientos años. Dios perdonó a los pecadores en los tiempos del Antiguo Testamento porque Su Hijo estaba en camino al Calvario. Él pronto se justificaría a Sí Mismo a la vista de todos Sus críticos. Dios en ninguna manera dará por inocente el culpable (Rom. 3:24-26).
La recomendación de Dios de David prueba que David, como Rahab la ramera, no se revolcó en el pecado; pero su placer con Betsabé disgustó al Señor:
...David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo. — I Reyes 15:5
Y pasado el luto [el luto de Betsabé sobre la muerte de Urías], envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová. — II Samuel 11:27
Aunque la hipocresía y el auto-engaño de David fue una amenaza, él fue honesto dentro de sí mismo todo el tiempo de su auto-engaño. Uno podría preguntar cómo David podría ir por un año sin perdón de su pecado. Sería inconcebible si no miramos a David mediante algunas de nuestras propias experiencias y confesamos que el mismo principio detestable de pecado que estaba en David también está en cada uno de nosotros.
Hubo un lapso de tiempo entre el pecado de David y su regaño. Dios no despertó a David a un sentido de su maldad por levantar enemigos para destruir su país, pero le envió a él uno de Sus ministros fieles. El Rey no se enojó cuando Natán fielmente desempeñó su deber. David fue tan horrorizado cuando condenado por la parábola que él dijo, “Pequé contra Jehová” (II Sam. 12:13). Después de la confesión de David, Natán dijo:
También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. — II Samuel 12:13, 14
Un principio en el gobierno moral de Dios que no debe ser descuidado es que segaremos lo que sembramos (Gál. 6:7). Dios dijo las palabras siguientes a David mediante Natán:
¿Por qué has despreciado la palabra del SEÑOR haciendo lo malo a sus ojos? Has matado a espada a Urías heteo, has tomado su mujer para que sea mujer tuya, y lo has matado con la espada de los hijos de Amón. Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa, porque me has despreciado y has tomado la mujer de Urías heteo para que sea tu mujer. Así dice el SEÑOR, He aquí, de tu misma casa levantaré el mal contra ti; y aun tomaré tus mujeres delante de tus ojos y las daré a tu compañero, y éste se acostará con tus mujeres a plena luz del día. En verdad, tú lo hiciste en secreto, pero yo haré esto delante de todo Israel, y a plena luz del sol. — II Samuel 12:9-12 (BLA)
La promesa de Dios que Él levantaría mal contra David y su propia casa fue cumplida en (1) la muerte de su primer hijo con Betsabé (II Sam. 12:14, 19), (2) Amnón violando su media hermana Tamar (II Sam. 13:14), (3) Absalón matando a Amnón (II Sam. 13:28, 29), (4) Absalón siendo matado por Joab (II Sam. 18:14), y (5) Adonías cayendo a espada por manda de Salomón (I Rey. 2:24, 25).
Otro pecado registrado en la vida de David fue su orden de un tercer censo en Israel. Aunque Dios ordenó dos numeraciones de los hijos de Israel (Núm. 1:2; 26:2), David pecó por ordenar un tercer censo (II Sam. 24:1, 2, 10; I Crón. 21:1). El primer censo fue arreglado para determinar la fortaleza militar de Israel y para facilitar el progreso ordenado. Puesto que solamente los israelitas estaban para pelear las batallas de Israel, la multitud mezclada fue eliminada porque no podrían probar su genealogía. El numerar no fue una simple numeración de los israelitas, sino que iba a ser una declaración de su genealogía por reconocer el pacto, su redención, y su identificación con la tienda de la reunión. Estas tres cosas permanecen o caen juntas en el caso de Israel nacional, y ellos también contienen un principio que aplica a los Cristianos en la dispensación de la gracia. El numerar en el segundo censo tenía en vista la entrada de Israel en Canaán y la división de la tierra (Núm. 26:52-54). Israel iba a tener un interés no solamente en la posición sino también en su herencia. Este principio también aplica a los Cristianos en el día de hoy. Nuestro uso de la gracia y no la gracia misma es la diferencia entre los Cristianos. El mandamiento de David en tener Israel y Judá numerado no fue de Dios. Él ordenó a Joab contar el pueblo “para que yo sepa el número de la gente” (II Sam. 24:2). Subsiguiente al censo, David dijo:
...He pecado en gran manera por lo que he hecho. Pero ahora, oh SEÑOR, te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he obrado muy neciamente. — II Samuel 24:10 (BLA)
La Escritura no afirma específicamente cuál fue el pecado que David cometió; por lo tanto, la respuesta debe ser encontrada en el contexto y en las circunstancias de la vida de David: (1) A David no se le ordenó tomar un censo. (2) Satanás incitó (movió) a que hiciese censo de Israel (I Crón. 21:1). (3) El numerar de Israel fue por orgullo de su corazón — “para que yo sepa el número de la gente.”
A David le fue dado a escoger el método de castigo que recibiría por su pecado: (1) siete años de hambre, (2) huir de sus perseguidores por tres meses, o (3) tres días de pestilencia en su tierra (II Sam. 24:11-13). Después de las alternativas del profeta de Dios, David volvió al sentido apropiado de sumisión al soberano Dios. Reconociendo su pecado y necedad, él fue dispuesto para caer en las manos del Dios misericordioso, sabiendo que en el perdón gubernamental él debía ser castigado por su pecado.
Al final de la vida de David, le fue hecho tener un sentido agudo de su propio pecado personal, fracaso, y negligencia del deber. Las últimas palabras del Rey David presentan una dificultad a algunos, pero lo que parece ser un problema entre I Reyes 2:1-11 y II Samuel 23:1-5 no es un problema cuando uno ve que II Samuel 23:1-5 es la expresión de la fe y la esperanza de David en sus momentos de muerte. Así es el testimonio de cada creyente adecuadamente instruido que va a morir. Lo que David dijo en su última declaración se extendió más allá de sí mismo; por lo tanto, sus palabras deberían ser consideradas como ambas un cargo y una profecía. Veamos primero el cargo de David a su hijo, Salomón, y después su testimonio en la muerte.
El Rey estaba al punto de tomar su último pisado fuera del tiempo a la eternidad. Así que, él reconoció que la gloria de su reinado como el rey sobre Israel estaba a punto de terminarse: “Yo sigo el camino de todos en la tierra” (I Rey. 2:2). Aunque su sol se hundía lentamente en el oeste, él tenía un interés en el futuro de Israel; por lo tanto, sus últimas palabras a Salomón son las palabras de un patriota a un joven soldado:
Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel. — I Reyes 2:2-4
La admonición de David a Salomón de “sé hombre” recuerda a uno de la admonición de Pablo a Timoteo, su hijo en la fe, para ser fuerte en la gracia que es en Cristo Jesús (II Tim. 2:1). Una de las dificultades de la posición de Salomón fue su juventud. Por lo tanto, David le exhortó a ser un “hombre” con referencia a sus responsabilidades como rey sobre la gente.
Salomón fue introducido al trono; el libro de la ley fue puesto en sus manos; y David le dio el cargo de Jehová su Dios para andar en Sus caminos. El cargo consistió de observar las cosas siguientes: (1) los estatutos de Dios — los estatutos positivos de la ley, (2) Sus mandamientos — los preceptos morales, (3) Sus decretos — las leyes que pertenecen al gobierno civil, y (4) Sus testimonios — las leyes que dirigen la conmemoración de ciertos eventos. Este cargo fue también un recordatorio del pacto de Dios para motivar la fidelidad de Salomón. Así que, el cargo se extendió más allá de un padre a su hijo; fue también de un rey a su sucesor.
Las palabras del rey David acerca de Joab y Simei de I Reyes 2:5-9 han causado mucha controversia entre “eruditos.” Algunos han dicho que les gustan pasar por alto las palabras de David a Salomón si pudieran. Ellos tienen una dificultad en armonizar esto con el perdón de David de Joab y Simei. Algunos que se consideran a sí mismos más amadores y perdonadores que el hombre conforme al corazón de Dios nunca hablarían así. Así, son los fariseos que ni conocen sus corazones ni el justo juicio de Dios. Siendo demasiado débiles para obedecer la ley, David pronunció una sentencia sobre los criminales y le encargó a su sucesor para que ejecutara su castigo. Esta no fue venganza sino justo justicio. (Véase Núm. 35:31-33; Deut. 19:13.)
Una distinción debe ser hecha entre David como el hombre conforme al corazón de Dios (I Sam. 13:14) y David como el rey. Aunque David fue usado por Dios para escribir muchos de los Salmos, los escarnizadores han preguntado cómo lo pudo ser un hombre conforme al corazón de Dios en la faz de sus pecados atroces. Pero la vida de David debe ser considerada enteramente. Además, el arrepentimiento de David y su vida interior como es revelada en los Salmos debería ser tomado en cuenta. La Escritura inspirada da la respuesta a la razón a David siendo un hombre conforme al corazón de Dios:
Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. — Hechos 13:22
Así que, uno que cumple todos los deseos de Dios es una persona conforme a Su corazón. La costumbre del hombre es fijar sus ojos sobre un acto virtuoso o un pecado atroz sin saber si es recto o vicioso. Esto puede ser ilustrado en una parte por la embriaguez de Noé y por el asesinato de un egipcio por Moisés, y por otra parte, por la confianza de Balaam y el arrepentimiento de Judás. Por lo tanto, una vida, no un acto, debería ser tomada en cuenta. David, como hombre, usó a Joab como su cómplice en el asesinato de Urías (II Sam. 11:14, 15); y él dijo en cuanto a Simei que le maldijo:
...¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia? Si él maldice, y si el SEÑOR le ha dicho: “Maldice a David”, ¿quién, pues, le dirá: “¿Por qué has hecho esto?” — II Samuel 16:10 (BLA)
David sabía que este deber era suyo, y los eventos de providencia eran de Dios. Por lo tanto, él miró más allá de las causas segundas a Dios que hace todas las cosas según el designio de Su voluntad.
La Escritura no es clara en cuanto a exactamente lo que Joab había hecho que causó a David decir como rey en su cargo a Salomón, “Haz, pues, conforme a tu sabiduría, y no permitas que sus canas desciendan al Seol en paz” (I Rey. 2:6 BLA). Estas cosas siguientes han sido sugeridas: (1) Fue el lenguaje fuerte de Joab en cuanto al luto excedente de David sobre la muerte de Absalón (II Sam. 19:1-8). (2) Fue la traición de Joab en ir a Adonías que temió a Salomón (I Rey. 1:41-53). Lo que Joab había hecho, David hablaba como rey encargando a su sucesor, y el castigo fue justificado del punto de vista del deber público, no de la venganza privada. Además, reconociendo que el reino estaba en peligro, David hizo referencia a Simei a quien encontró en Jordán y a quien él había juramentado, “...Yo no te mataré a espada” (I Rey. 2:8). (Véase II Sam. 19:16-23.) El último encargo de David a Salomón es dado:
Pero ahora, no le dejes sin castigo, porque eres hombre sabio; sabrás lo que debes hacer con él y harás que desciendan sus canas con sangre al Seol. — I Reyes 2:9 (BLA)
Según I Reyes 2:36-46, Simei añadió iniquidad a la iniquidad; así probando que David fue correcto en lo que hizo. El pecado puede aparecer haber sido confesado por uno diciendo, como Simei lo hizo en Jordán, “Yo tu siervo reconozco haber pecado” (II Sam. 19:20). En vez de una confesión verdadera, el llamado confesor solamente estaba esperando una oportunidad de golpear nuevamente con mayor fuerza. Siguiendo la muerte de Simei, el reino fue establecido en las manos de Salomón.
Como un tipo de Cristo, David como un hombre y como el rey debería ser distinguido. Jesucristo como el Hombre perfecto, que fue un varón aprobado por Dios con las maravillas, prodigios y señales (Hech. 2:22), debe ser distinguido de Jesucristo como Mediador y Rey.
Jesucristo, el Hombre perfecto, nos dio un ejemplo por interceder con Su Padre por aquellos que Le crucificaban:
...Padre, perdónalos [aphes, aoristo activo imperativo de aphiemi, que significa cancelar, eximir, perdonar, o tolera], porque no saben [oidasin, perfecto activo indicativo de oida, que significa saber, entender, o percibir] lo que hacen [poiousin, presente activo indicativo de poieo, que significa hacer, causar, desempeñar, o realizar]. — Lucas 23:34
Padre, perdónalos, porque no han sabido lo que están haciendo. — (Traducción)
Aunque esta fue la primera expresión de Cristo desde la cruz, no era Su intercesión por los pecadores profetizados por Isaías (Isa. 53:12).
PRIMERO — Cristo orando en Su hombría perfecta estuvo sujeto a la ley; por lo tanto, Él perdonó pecados cometidos a Él y oró por Sus enemigos, así dejándonos un ejemplo. Él pidió que el Padre perdonara a aquellos que Le crucificaron en ignorancia; Él no pedía perdón por todos los que participaron en Su muerte. Pedro explicó a los judíos el milagro del hombre cojo que recibió la plena sanidad por decirles que él sabía que actuaron en base a la ignorancia cuando mataron al Autor de la vida (Hech. 3:14-17). Pablo fue más allá de la culpabilidad de los judíos de asesinar a Jesucristo cuando dijo a los corintios que él proclamaba la sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para la gloria de los elegidos. Además, él dijo que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria (I Cor. 2:6-8). Por lo tanto, en vista de Cristo sabiendo lo que había en el hombre (Juan 2:23-25), Él no podría haber intercedido por aquellos que murieron en sus pecados. La ignorancia de aquellos que mataron a Jesucristo no era su ignorancia de que estaban matando sino su ignorancia en cuanto a que estaban matando al Autor de la vida. Así que, la salvación subsiguiente de algunos de ellos significa que el Hijo de Dios pidió que el Padre tolerara la ignorancia en cuanto a este crimen atroz para los elegidos entre aquellos quienes iban a ser salvos. Aunque algunos que crucificaron a Cristo en ignorancia luego fueron salvos, Él no dijo que todos podrían creer, porque esto hubiera sido indefinitivo.
SEGUNDO — Cristo orando en Su oficio como Mediador es por los elegidos. No hay nada indefinitivo acerca de lo que es eficaz, y nada puede ser ineficaz acerca de la obra intercesora de Cristo. Muchos creen que las primeras palabras de Cristo desde la cruz fue una intercesión general por todos los hombres que podrían creer. Si este fuera cierto, la intercesión de Cristo no hubiera sido exitosa porque todos los hombres no son creyentes. Si Cristo oró por el perdón de todos los hombres, una de dos absurdidades seguirá: (1) El Padre no siempre oye a Cristo, lo cual contradice Juan 11:42, o (2) todos los hombres serán perdonados, que también es contradictorio a la Escritura (Mat. 7:13, 14; 13:38-43; II Tes. 1:5-10; etcétera).
En los momentos de la muerte de David, él expresó su fe y su esperanza del futuro en términos de la habilidad poética. Aquí está un ejemplo de cómo el Espíritu Santo tomó la capacidad dada por Dios del “dulce cantor de Israel” y le dio el mensaje de Dios, que el Salmista expresó. Algunos piensan que “la luz de la mañana” de II Samuel 23:4 se refiere a la primera venida de Cristo como retratada por Mateo:
El pueblo asentado en tinieblas vio una gran luz, y a los que vivan en región y sombra de muerte, una luz les resplandeció. Desde entonces Jesús comenzó a predicar, y a decir; Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. — Mateo 4:16, 17 (BLA)
Jesucristo no dijo nada para extraviar a los judíos de la verdad que Él era su Mesías. Además, Él les dijo acerca de Su misión a los gentiles. (Véase Isa. 42:6, 7; 60:1, 3; Luc. 2:32; Rom. 2:19; 11:11-25). La declaración de David, Él “será como la luz de la mañana, Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra” (II Sam. 23:4), va más allá de la descripción de la primera venida de Cristo. Los eventos que son asociados con “una mañana sin nubes” son de tal naturaleza que ellos solamente pueden ser realizados después de la segunda venida de Cristo.
Una comparación del cargo de David en sus últimos días a Salomón, su sucesor (I Rey. 2:1-11), con sus últimas palabras (II Sam. 23:1-5) no presenta problema. Sus últimas palabras fueron su testimonio de la fe y de la esperanza en la muerte. Su testimonio miró más allá de sí mismo; por lo tanto, sus palabras han de ser consideradas ambos históricamente y proféticamente.
Históricamente, la últimas palabras de David, II Samuel 23:1-5, enfatizan las cosas siguientes: (1) David era el “hijo de Isaí” por naturaleza (vers. 1). (2) Por la gracia él llegó a ser “aquel varón que fue levantado en alto” (vers. 1). (3) “El Espíritu de Jehová” habló por él (vers. 2). (4) Su vista de la Deidad era “El Espíritu de Jehová,” “El Dios de Israel,” y “la Roca de Israel” (vers. 2, 3). (5) Su esperanza en el futuro era “una mañana sin nubes” (vers. 4). (6) Su confesión en la vista de salir del tiempo a la eternidad era “No es así mi casa para con Dios” (vers. 5). (7) La fundación de la esperanza de David era “Él ha hecho conmigo un pacto eterno, ordenado en todo y seguro” (vers. 5 BLA).
Proféticamente, las últimas palabras de David acentúan las cosas siguientes: (1) “La Roca de Israel...que con justicia gobierna sobre los hombres,” (2) “Que en el temor [reverencia] de Dios gobierna,” (3) “Es como la luz de la mañana cuando se levanta el sol,” (4) “Una mañana sin nubes,” (5) “Cuando brota de la tierra la tierna hierba,” (6) “Por el resplandor del sol tras la lluvia” (II Sam. 23:3, 4 BLA).
Salomón sucedió a David en el trono. El amor de Salomón para el Señor fue recíproco (I Jn. 4:10); el amor Divino engendra amor. “Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David...” (I Rey. 3:3). Cuán fútil para el hombre le es el pensar que puede convencerse a sí mismo de amar a Dios. El origen del amor Divino no es encontrado en un sentido de deber sino en el amor mismo. Así que, cuando el sol del amor Divino derrite el duro y helado corazón, el arroyo del afecto comienza a fluir a Dios que es amor. Si todas las rocas de hielo pudieran ser rotas con el martillo de la ley o el deber, ninguna gota de afecto fluiría hacia Dios. Los “mil holocaustos” que Salomón sacrificaba sobre “aquel altar” (I Rey. 3:4) revelan que sabía algo de la santidad de Dios, la horribilidad de su propio pecado, y la grandeza de la expiación. Así que, él sabía que el hombre debe mirar hacia arriba de su camino a fin de caminar en él.
La carrera de Salomón puede ser dividida en cuatro etapas: (1) Su propósito cuando joven era el de buscar al Señor, que se le apareció dos veces (I Rey. 3:5; 9:2; 11:9). (2) En su prosperidad, él logró la gloria altísima de cualquier hombre (I Rey. 10:1-13). (3) Él tuvo el privilegio de construir el templo, y él hizo una contribución a las Escrituras. (4) En su perversión, el corazón de Salomón salió del Señor, y su reinado terminó en desastre.
La grandeza de Salomón fue confirmada por el dicho de Cristo de Sí Mismo, “he aquí más que Salomón en este lugar” (Mat. 12:42). Además del reino siendo establecido bajo su reinado, Salomón poseyó gran sabiduría y construyó el templo. Él escribió Eclesiastés, Cantar De Los Cantares, y algo de Proverbios.
La Escritura declara lo siguiente acerca de Salomón:
“Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar” — I Reyes 4:29
La sabiduría no es igual que el talento, capacidad, sentido, o prudencia. Todos estos combinados no pueden dar a uno la sabiduría, que es más que un orden alto de genio. La sabiduría es el ejercicio de la razón dentro de la cual el corazón entra más una estructura del entendimiento, que es el producto de la naturaleza espiritual de uno. Las escrituras de Salomón tienen algunos pasajes alumbrados acerca de la sabiduría que no son comparables con el intelectualismo en el día de hoy, que enfatiza el abstracto concebido aparte del concreto. Salomón supo por la experiencia que el intelectualismo solo nunca puede dar la felicidad. (Véase Ecl. 1.) Los Proverbios, no como Eclesiastés, establecen la suficiencia de la sabiduría Divina. Eclesiastés prueba que la sabiduría del mundo nunca puede dar a una persona el concepto verdadero de Dios; además, la sabiduría de Dios nunca puede ser reducida a algo que se conforma a la sabiduría del mundo. (Véase I Cor. 1:18-31.) Por lo tanto, cuatro cosas son absolutamente esenciales a un conocimiento salvador de Dios mediante Jesucristo: (1) la iluminación Divina en el entendimiento (Ef. 1:18), (2) la fe dada por Dios en el corazón (Ef. 2:8; Jud. 20), (3) el temor Santo en la conciencia (Jer. 32:40; Fil. 2:12), y (4) el amor celestial en los afectos (Rom. 5:5). Sin iluminación no podemos ver la cosas espirituales; sin la fe dada por Dios no podemos creer en Sus promesas; sin el temor no podemos tener reverencia para con Dios; sin el amor no podemos aceptar a Jesucristo que es el camino, la verdad, y la vida.
La sabiduría de Salomón sobrepasó la sabiduría de los hijos del oriente y de Egipto (I Rey. 4:30 BLA). Su sabiduría no era restringida a una o dos ciencias, como las grandes mentes de hoy que se especializan en uno de muchos aspectos de una ciencia particular. Su sabiduría dada por Dios incluyó ciencias naturales tales como la literatura, música, silvicultura, zoología, ornitología, y biología (I Rey. 4:32, 33). Además de estas ciencias naturales, la sabiduría de Salomón dada por Dios incluyó ciencias Bíblicas tales como la teología, antropología, Cristología, soteriología, y escatología.
Nadie ha de suponer que todos los proverbios contenidos en el libro que comienza con “Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel” (Prov. 1:1) constituyen la obra exclusiva del Rey mismo. No debe haber duda que sus “tres mil proverbios” (I Rey. 4:32) son incluidos; pero la evidencia interna muestra que algunos son de Agur (Prov. 30:1) y otros son las palabras “...del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre” (Prov. 31:1). Estas últimas dos referencias no contradicen Proverbios 1:1. Salomón era el cobrador y el editor, por la inspiración del Espíritu Santo, de los proverbios de otros así como también el autor de sus propios. El libro de Proverbios ha de ser observado como una guía práctica de la vida porque contiene consejos de arriba para la conducta abajo. Estos preceptos puntiagudos para la vida práctica son considerados una de las formas más antiguas de la instrucción. Su capacidad para afilar el apetito espiritual para el conocimiento puede ser mejor expresada por el proverbio, “Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene” (Prov. 25:11). La palabra en hebreo para “como conviene” significa “ruedas,” y ha sido rendido, “una palabra dicha sobre sus ruedas,” que significa una palabra dicha en circunstancias apropiadas. (Véase Ezeq. 1). Esto no significa que la gracia y la cortesía han de ser sustituidas por la verdad y la honestidad. Dejando que nuestro “Sí, sí; no, no” (Mat. 5:37) sea degenerado a una gentileza artificial no es lo que el proverbio enseña. La verdad retratada en este texto es que las cosas de la belleza y mérito raro son las palabras adecuadamente dichas.
El Rey Salomón conoció por la experiencia el significado del proverbio, “COMO canales de agua es el corazón del rey en la mano del SEÑOR; Él lo dirige donde le place” (Prov. 21:1 BLA). Los reyes no son solamente gobernados sino también dominados por Dios porque “sobre el alto vigila otro más alto” (Ecl. 5:8). Dios no siempre cambia la calidad del corazón de un rey, pero Él sí dirige su curso de vida para el cumplimiento de Su propósito eterno. Salomón era uno que había experimentado un cambio en la calidad de su corazón así como también el control del curso de su vida. Nadie puede leer las escrituras de Salomón y negar que él tenía más de un conocimiento teórico de Dios. Por la gracia, Salomón se levantó de la razón humana porque él no podía asignar las cosas mencionadas en su vida a la agencia humana aparte de la intervención de Dios.
Una consideración de los tres libros por Salomón revelará la suficiencia de la sabiduría Divina en Proverbios, la insuficiencia de la sabiduría humana en Eclesiastés, y el objeto y la pureza del amor Divino en Cantar De Los Cantares, que está en contraste a la “vanidad de vanidades” en Eclesiastés. Los Cristianos son atraídos a Cristo no simplemente por lo que ha hecho sino a causa de quien es en Su perfección. Jesucristo, la Sabiduría de Dios, es representado como la personificación de la Sabiduría en Proverbios 8, y la representación llega a un clímax con la pregunta en cuanto a Su nombre:
¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién recogió los vientos en sus puños? ¿Quién envolvió las aguas en su manto? ¿Quién estableció todos los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre o el nombre de su hijo? Ciertamente tú lo sabes. — Proverbios 30:4 (BLA)
La evidencia verdadera de la sabiduría es el conocimiento del la propia ignorancia propia de uno. Aunque Agur era un filósofo informado, él sintió que él no podía, por buscar, venir al conocimiento del soberano Dios del universo. Por lo tanto, él estaba informando a sus amigos que la sabiduría verdadera es una revelación de Dios. La Sabiduría de Proverbios es la representación del Antiguo Testamento del Verbo encarnado del Nuevo Testamento (Prov. 30).
Salomón es llamado el Predicador siete veces en el libro de Eclesiastés (1:1, 2, 12; 7:27; 12:8, 9, 10). “Predicador” es un nombre apropiado por el cual Salomón es distinguido a causa de sus conferencias de la sabiduría dadas en la congregación del pueblo. Su mensaje en Eclesiastés (el nombre significa “convocador, llamar junto o citar”) describe “hombre debajo del sol” (usado 28 veces), no “en el Hijo de Dios.” Las razones para el descontento en “hombres debajo del sol” es que Dios “también ha puesto la eternidad en sus corazones” (Ecl. 3:11 BLA), y ellos son depravados. “Mira, sólo esto he hallado: que Dios hizo rectos a los hombres, pero ellos se buscaron muchas artimañas” (Ecl. 7:29 BLA). Habiendo considerado estos principios básicos en este libro donde el título del pacto “Jehová” no es usado, vamos a observar la respuesta al problema del hombre en Cantar De Los Cantares. Aprendemos de Eclesiastés que la ciencia, la sabiduría del mundo, el placer, el materialismo, la religión, la riqueza, y la moralidad no nos pueden satisfacer “debajo del sol”; nuestros corazones son demasiado grandes para nuestros objetos porque el mundo — la eternidad — ha sido puesta en nuestros corazones (Ecl. 3:11). Aprendemos de Cantar De Los Cantares que el Objeto de nuestra fe y el amor es infinito; por lo tanto, el Hijo del Hombre, en quien la Deidad habita corporalmente, es demasiado grande para el corazón en que la eternidad radica. Esta es la razón por la cual solo Jesucristo satisface.
Cantar De Los Cantares es mayor que todas las otras canciones que él escribió (I Rey. 4:32). El tema de Cantar De Los Cantares es un conocimiento del amor de Cristo que hace el deseo del corazón agradarle a Cristo. Cuando el amor de Cristo es valuado más que todos los gozos terrenales, su intimidad personal será experimentada. No hay amor sensual en “Cantar de los cantares, el cual es de Salomón” (Cant. 1:1). El hombre natural ni puede entender ni dar una interpretación verdadera de este libro. Está en contraste con la “vanidad de vanidades” porque es el “lugar santísimo” de las canciones de Salomón. Este libro es una revelación del amor virtuoso y casto que ninguna grandeza puede encandilar y ningún complemento puede seducir. La Canción presenta tres niveles de amor: (1) El creyente joven piensa principalmente de Jesucristo como suyo y de Cristo siendo en una manera para su placer: “Mi amado es mío, y yo suya...” (Cant. 2:16). (2) La posesión de Cristo toma primer lugar en el creyente que ha crecido a un grado en la gracia y el conocimiento de Cristo: “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío...” (Cant. 6:3). (3) Se omitió la palabra “mío” en la seguridad que pertenecer a Cristo incluye todo: “Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento” (Cant. 7:10). Así el creyente maduro entiende que la posesión de Cristo tiene por completo todos los otros pensamientos. Cada Cristiano puede saber por estas tres Escrituras el nivel de amor sobre el cual permanece ante Dios.
Salomón propuso edificar una casa al nombre del Señor su Dios porque el Señor había hablado a David:
...Tu hijo, a quien pondré sobre el trono en tu lugar, él edificará la casa a mi nombre.— I Reyes 5:5 (BLA)
Dios fue agradado en aceptar el propósito sincero del corazón de David. Él aceptó a la voluntad de David por el acto, como Él aceptó la disponibilidad de Abraham para sacrificar a Isaac. El motivo de David fue correcto o Dios no hubiera dicho, “...bien hiciste en desearlo en tu corazón” (I Rey. 8:18 BLA). Observan que el templo no fue edificado para el Señor sino al nombre del Señor. Los templos paganos son destinados por sus constructores para la residencia actual de sus dioses, pero Salomón entendió mejor:
Pero, ¿morará verdaderamente Dios sobre la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, cuánto menos esta casa que yo he edificado. — I Reyes 8:27 (BLA)
Un lugar donde Dios se manifiesta a Sí Mismo al hombre es la idea básica de un templo. Esto es demostrado por el Shekiná, la Persona de Jesucristo, y el carácter santo de los Cristianos. (Véase I Rey. 6-8; Juan 1:14; I Cor. 6:19, 20.)
La declaración de Salomón en I Reyes 8:27 indica que él reconoció la omnipresencia de Dios. La dimensión espiritual es fuera de la razón humana. Hay existencia más allá de la física como lo sabemos. Puesto que Dios es espiritual en naturaleza, Él está en todo lugar presente y no puede ser restringido por la naturaleza material. Un cuerpo material puede disolverse, pero la Deidad es incapaz de disolución. La naturaleza espiritual de Dios no puede ser dividida; por lo tanto, Él es entero en todo lugar:
¿Soy yo un Dios de cerca — declara el SEÑOR — y no un Dios de lejos? ¿Podrá alguno esconderse en escondites de modo que yo no lo vea? — declara el SEÑOR. ¿No lleno yo los cielos y la tierra? — declara el SEÑOR. — Jeremías 23:23, 24 (BLA)
La perfección absoluta de la Deidad no puede ser restringida porque la limitación es la imperfección. Por ejemplo, el Ser del Dios absolutamente perfecto debe con respecto al tiempo ser eterno, con respecto al espacio ser omnipresente, con respecto a poder ser omnipotente, y con respecto a la sabiduría ser omnisciente. Si la Deidad no es siempre existente, la Deidad nunca fue existente; si el Ser Divino no está en todo lugar a la vez, Él no tiene ser en ninguna parte; si el Ser Divino no puede manifestar Su poder en todo lugar en una vez, Él no existe. El poder sin la existencia no puede haber una realidad. El Ser Divino que sabiamente gobierna todas las acciones debe ser eternamente presente con la omnipresencia y la omnipotencia porque si el Ser Divino puede ser ausente en cualquier tiempo, Él puede ser ausente en todos los tiempos.
El período entre el éxodo y el principio de la edificación del templo ha sido un obstáculo a muchos. El problema es los 480 años mencionados en I Reyes 6:1 y los 573 años registrados en los cinco períodos en la historia nacional de Israel (Jue. 3:8-13:1). Los cinco períodos mencionados en Jueces son castigos por Dios por la maldad que Israel había hecho: (1) Dios vendió a los hijos de Israel en manos de Cusan-risataim, rey de Mesopotamia por ocho años (Jue. 3:8). (2) Israel sirvió a Eglón, el rey de Moab, por 18 años (Jue. 3:12-14). (3) Ellos sirvieron a Jabín, rey de Canaán, por 20 años (Jue. 4:2, 3). (4) Ellos sirvieron a Madián por siete años (Jue. 6:1). (5) Ellos sirvieron a los filisteos por 40 años (Jue. 13:1). La solución al problema son los 93 años no contados que Israel vivió fuera de la voluntad de Dios. Los pecados de estos años fueron recordados hasta que fueron confesados, pero estos fueron años malgastados y no fueron contados en la cronología espiritual de Dios (I Rey. 6:1). Aquellos que dudan acerca de Israel siendo vendido en manos de los filisteos y los amonitas de Jueces 10:7 y 9 deben considerar que esto solamente afectó a las tribus “al otro lado del Jordán” y no suspendieron la posición nacional de Israel.
En el estudio del templo, muchos quieren parar con la asamblea de Cristo como el templo espiritual (Ef. 2:22; I Ped. 2:4, 5). Sin embargo, debemos mirar a los templos en su sucesión histórica. (1) El primero fue el tabernáculo edificado por Moisés. Esta era la tienda movible de reunión de Dios en el desierto. (2) El templo edificado por Salomón siguió el mismo plano de piso del tabernáculo, pero era más magnífico. Fue el centro de la adoración por siglos, a pesar de la forma apóstata de la adoración introducida por Jeroboam (I Rey. 12). Cuando el templo fue destruido por Nabucodonosor, el servicio en Israel fue discontinuado por 70 años. (3) Después del regreso de Israel del cautiverio, el templo fue reconstruido por Zorobabel. Este era el templo en que Jesucristo entró como un muchacho (Luc. 2:46), y del que luego echó fuera a los cambistas de las monedas y en que enseñó como un Profeta (Juan 2:14-17). El velo en este mismo templo se rasgó (Mat. 27:51; Heb. 9:8, 9; 10:19, 20). Este templo fue destruido por Tito en 70 D.C. (4) El templo del cuerpo de Cristo fue la tienda terrenal en la cual la plenitud de la Deidad habita corporalmente (Juan 1:14; 2:19; Col. 2:9). (5) La asamblea que Cristo continúa edificando es el templo espiritual (Ef. 2:22). (6) El templo será reedificado (Ezeq. 40-48). (7) La Jerusalén celestial es representada como un templo (Apoc. 21; 22). Las últimas dos referencias al templo son asociadas con Israel en el futuro (Ezeq. 40-48) y el reino eterno futuro (Apoc. 21; 22). El reino será material. Aquellos que espiritualizan las últimas dos referencias al templo y literalizan las otras no son consistentes.
La Escritura enseña lo siguiente:
Los cielos son los cielos del SEÑOR; pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres. — Salmo 115:16 (BLA)
Bienaventurados los humildes [mansos o humildes], pues ellos heredarán la tierra. — Mateo 5:5 (BLA)
Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia. — II Pedro 3:13 (BLA)
Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra. — Apocalipsis 5:10 (BLA)
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva.... — Apocalipsis 21:1 (BLA)
En ninguna parte dice la Escritura que nuestro domicilio final con Dios será “en los cielos.” ¿Dónde está el cielo? La respuesta común a esta pregunta es que el cielo está arriba. Pero, ¿dónde está arriba? Lo que está arriba de nuestras cabezas en el mediodía está abajo de nuestros pies en la medianoche. ¿Estaba Cristo mirando en la misma dirección durante el día cuando Él tomó los cinco panes y los dos pescados y levantó los ojos al cielo como Él estaba en la noche de Su traición cuando levantó los ojos al cielo (Luc. 9:16; Juan 17:1)?
Si el cielo estuviera en una localidad fija, tendríamos que saber detrás de qué grupo de estrellas o sobre qué planeta está colocado a fin de saber cuando mirar hacia el cielo. Tendría que estar en una cierta posición antes que pudiéramos buscar hacia el cielo. Debemos entender que el cielo de la Santa Escritura siempre es arriba para los Cristianos. Por lo tanto, no observamos al cielo como un término topográfico. A Tomás no le fue dicho dónde el cielo fue colocado, sino a él le fue dicho el camino hacia al cielo:
Tomás le dijo: Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino? Jesús le dijo [a Tomás]: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. — Juan 14:5, 6 (BLA)
Pablo fue transportado a la esfera bendita, pero no fue permitido dar información acerca de su localidad (II Cor. 12:1-4). El sitio del tercer cielo nunca ha sido revelada. El término “cielos” sugiere que la dirección verdadera de los elegidos siempre es hacia arriba. La excelencia espiritual y moral es expresada del punto de vista de la altura. Puesto que el sustantivo griego ouranos es definido por léxicos griegos como las alturas, las regiones superiores, el firmamento de los cielos, la región arriba, el asiento de un orden de las cosas eternas y consumativamente perfectas, donde Dios mora, etcétera, nosotros podemos decir que la vida verdadera es un remonte perpetuo. Mientras que no intentamos ser sabios más allá de lo que está escrito, deberíamos intentar con gran seriedad ser sabios en lo que ha sido escrito. Como la gloria de Dios, el cielo no puede ser interpretado, pero puede ser experimentado. Sin embargo, hay que dar cuenta de que las bendiciones espirituales o celestiales no pueden ser disfrutadas en una atmósfera mundana.
Aunque el cielo no es una locación fija, no somos dejados sin términos descriptivos denotando lo que el cielo realmente significa. El Padre está allá (Mat. 6:9). Cristo vino de allá (Juan 3:13). Cristo volvió allá (Juan 6:62; Hech. 1:9-11). El Espíritu Santo vino de allá (Juan 16; Hech. 2). Nuestra ciudadanía está allá (Fil. 3:20). Nuestro tesoro está allá (Mat. 6:19, 20). Nuestra herencia está allá (I Ped. 1:4). Nuestra recompensa está allá (Mat. 5:12 BLA). Estamos esperando expectativamente para que venga Cristo de allá (I Tes. 1:10; Tito 2:13). Pero el cielo como es ahora no es la locación final de los santos. Se habla del cielo del futuro siempre como “el cielo nuevo y la tierra nueva.” Por lo tanto, ellos formarán una esfera de vida, adoración, y servicio. Puesto que este es un hecho Bíblico, ¿cómo puede enseñar la gente que el cielo ha de ser considerado simplemente como un estado espiritual sin un lugar particular? Cristo ha ido para preparar un lugar para los Suyos (Juan 14:2), y no somos dejados en duda con respecto a qué parte del universo será el lugar donde los Suyos radicarán. (Véase Sal. 37:9, 11, 22, 29; Isa. 65; 66; II Ped. 3:13; Apoc. 21; 22.)
Con respecto al futuro de los santos en el reino eterno, sabemos que nunca seremos infinitos, pero siempre estaremos en la presencia del Dios y Salvador infinito. Como personas nuevas con nombres nuevos que cantan un nuevo cántico, radicaremos eternamente en un cielo nuevo y una tierra nueva, que forma una esfera nueva para nuestra habitación eterna. (Véase Ef. 3:15; Apoc. 5:9; 21:1.) Por favor noten que la Escritura va de los cielos plurales, que serán purificados, al cielo nuevo singular subsiguiente a la purificación (II Ped. 3:13; Apoc. 21:1). Así que, el cielo y la tierra llegando a ser una esfera de habitación representa a Dios y al hombre siendo reunidos en la relación altísima entre el Redentor y los redimidos.
En la dedicación del templo, todos los hombres de Israel se congregaron a sí mismos al Rey Salomón (I Rey. 8). El Rey, más bien que el sacerdote que tomó el lugar secundario, dedicó el templo. Aunque Salomón no era sujeto al sacerdote, él fue sujeto a Dios. Ambos rey y sacerdote tenían que cederse ante el profeta, porque el profeta reveló la voluntad del Gobernador supremo a los dos. Uno de los grandes estudios de los tiempos de los reyes es el papel del profeta. Además del señorío y sacerdocio, una oficio profético corría paralelo con el señorío del primero al último rey.
La Reina de Sabá, oyendo de la fama (informe o noticias) de la sabiduría de Salomón, deseaba tener algunas preguntas cordiales contestadas (I Rey. 10:1-13). Habiendo visto en la genealogía de Cristo la elección de Dios y la vivificación de aquellos elegidos en tales casos como Rahab y Rut, ahora vemos el mismo Dios soberano obrando en el corazón de la Reina de Sabá cuando ella oyó de la fama de Salomón. Ella tuvo un deseo tan fuerte de hablar con él acerca de todo lo que en su corazón tenía que viajó miles de millas para probarlo con preguntas difíciles. Puesto que ninguna persona puede preguntar la preguntas de otros, ella no podía estar contenta con los informes de otro. La distancia es nada cuando una persona tiene preguntas en cuanto a la sabiduría de Dios. Por lo tanto, la Reina fue movida por motivos más fuertes y más altos para emprender su viaje. Esto tenía que ser cierto cuando una persona real (la Reina de Sabá) deseaba estar ante otra persona real (el Rey de Israel que Dios amó) y hablar con él acerca de todo lo que en su corazón tenía.
Como es registrado en I Reyes 10, las cosas para ser consideradas en cuanto a la Reina son lo que vio, dijo, e hizo. La Reina vio (1) la sabiduría de Salomón (vers. 4, 5), (2) la casa que había edificado (vers. 4), (3) sus oficiales (vers. 5), y (4) sus holocaustos (vers. 5). Su reacción fue demostrada en sus palabras: (1) “Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas [palabras] y de tu sabiduría” (vers. 6). (2) “...ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído” (vers. 7). (3) “Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría” (vers. 8). La Reina dio las cosas siguientes: (1) Ella dio la alabanza de sus labios — “Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel...” (vers. 9). (2) Ella dio los regalos de su sustancia — “Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón” (vers. 10).
¿Qué lección aprendemos de la Reina de Sabá? Todos los que nacen de Dios desean venir a Jesucristo que es mayor que Salomón en todas las maneras siguientes: (1) En el nacimiento, Salomón vino por la generación natural. Jesucristo vino por la generación sobrenatural. Él no era solamente la fuente de David, pero Él era también el Señor de David (Apoc. 22:16). (2) En el carácter, Salomón adoró a Dios; pero él cayó en el pecado. Jesucristo, el Salvador impecable, es adorado porque Él no conoció pecado, y Él no hizo pecado. (3) En la sustancia, Salomón era un tipo de Cristo; pero un tipo es solamente una sombra. Cristo es la sustancia de todas las sombras. (4) En sus declaraciones, Salomón era un hombre sabio. Jesucristo es la sabiduría de Dios. La primera lección que el Cristiano aprende es que Cristo es la Sabiduría de Dios, una Sabiduría escondida hasta que Dios Le revela al elegido. La aprehensión de la sabiduría de Dios hace uno no solamente independiente de la sabiduría del hombre sino también infinitamente superior a ella. Sin embargo, esto hace un creyente humilde, no orgulloso. Así, el Cristiano es ambos valiente y humilde; y esto es algo que la sabiduría del mundo no puede explicar ni entender. (5) En obras, las de Salomón fueron las maravillas del mundo; pero ellas no pueden compararse con las obras de Jesucristo. (6) En la riqueza, Salomón poseyó las cosas de gran valor material, pero ¿qué era esto en comparación a Cristo que es el Heredero de todas las cosas? (7) En su reino, Salomón tenía un reino que incluyó una nación, fue circunscrito a un país, fue dividido en su muerte, y se fue en deterioro. Jesucristo será Rey de reyes y Señor de señores. Los límites geográficos del reino cubrirán el cielo y la tierra; nunca será dividido; y será eterno. (Estudien I Rey. 10 y II Crón. 9.)
En reciprocidad a sus palabras, acciones, y actos, el Rey Salomón dio a “la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que ella pidió, además de lo que Salomón le dio” (I Rey. 10:13). El carácter verdadero de una persona es indicado por sus deseos. Dos de los proverbios de Salomón deben ser considerados en este punto del estudio: (1) “El deseo de los justos es solamente el bien...” (Prov. 11:23). El hombre justo no es uno que es justo en su propia opinión (Prov. 30:12; Luc. 18:9-12), pero él ha sido hecho justo por Dios (II Cor. 5:21; Fil. 3:6-9). El deseo de la persona hecha justa por Dios es bueno, porque viene del corazón motivado por la gracia. La acción de una persona puede ser falsificada, pero no su deseo motivado por la gracia. Así que, el deseo motivado por la gracia puede ser comparado a uno orando en la voluntad de Dios. (2) Como orando en la voluntad de Dios asegura una respuesta (I Jn. 5:14), “a los justos les será dado lo que desean” (Prov. 10:24). El carácter verdadero de Pablo fue demostrado por no expresar ningún deseo en tener sus circunstancias cambiadas (Fil. 4:11-13). Cuando uno hace las circunstancias una excusa para su falta de devoción a Cristo, él es motivado por la carne más bien que por el Espíritu de gracia. La persona justa motivada por el Espíritu de gracia sabe que el “yo” debe morir. La Epístola a los Filipenses comienza en el nivel de Gálatas 2:20. Los “yo” y “mío” de Filipenses son diferentes de los de Romanos 7:15-25. En Filipenses, no era más lo que sucedió a Pablo sino el deseo de lo que le sucede a él, Cristo sería magnificado. (Véase Hech. 20:24; II Cor. 4:10-12.) Ojalá que el Espíritu nos enseñe el significado de nuestro Dios supliendo cada necesidad de nosotros conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil. 4:19). Esta es “la generosidad real” que viene de Él que dijo, “he aquí más que Salomón en este lugar” (Mat. 12:42).
La gloria del período Salomónico fue de corta vida. El Rey fue la causa de su propio fracaso. Mientras que Dios confirió muchas bendiciones y privilegios sobre Salomón, Él nunca confirió el privilegio para pecar. Los pecados de Salomón pueden ser clasificados en tres categorías: (1) Las alianzas impías fueron un factor contribuyente a su caída. Él amó a muchas mujeres extrajeras (I Rey. 11:1). Él se casó no solamente con la hija de Faraón sino también con muchas otras mujeres extrajeras de las de Moab, Amón, Edom, Sidón, y de las heteas. Estas “mujeres extranjeras” le hicieron pecar (Neh. 13:26). (2) Salomón desobedeció la ley de Dios por aumentar caballos, tomar para sí muchas mujeres, aumentar para sí plata y oro, sirviendo a otros dioses, y sacrificando en los lugares altos (Deut. 12:3; 17:16, 17). (3) Salomón dio su corazón a la mundanalidad. Todo lo que es bajo del sol no puede satisfacer (Eclesiastés); por lo tanto, deberíamos retener todo lo que tenemos sueltamente de modo que no pueda desviar nuestros corazones.
Los adversarios de Salomón fueron ambos extranjeros y domésticos. Sus enemigos extranjeros fueron Hadad, el edomita (I Rey. 11:14-22), y Rezón, que reinó sobre Siria (I Rey. 11:23-25). Su enemigo doméstico fue Jeroboam, el hijo de Nebat, siervo de Salomón. Jeroboam, como la mayoría de las personas que son acogidas y ayudadas, llegó a ser desagraciado y desleal. Sin embargo, la propia vida desobediente de Salomón aseguró problemas dentro y afuera del hogar. El registro dice que Dios levantó por adversario contra Salomón a Hadad y Rezón. Su inquietud fue enviado por Dios. Esto no significa que Dios infundió malicia en ellos. La malicia era suya por la depravación, pero Dios frecuentemente usa aquellos con quienes Su pueblo han tenido que tratar duramente como Sus ejecutores de disciplina para castigar a Su pueblo por su deserción.
En su vejez, Salomón añadió a sus otras transgresiones por una pasión loca el edificar de palacios para sí mismo y sus reinas paganas y templos para sus dioses (I Rey. 11:1-8). Así que, la gente fue cargada con impuestos (I Rey. 12:1-5).
Dios se enojó con Salomón a causa de su pecado (I Rey. 11:9). Las oportunidades no pueden ser descuidadas con la impunidad. Los deberes descuidados agravian el enojo de Dios contra Su pueblo que no es solamente Su aversión al pecado sino también Su castigo para el pecado. Él levantó a Jeroboam de adentro de la casa de Salomón para castigarlo. Dios no juzgó a Salomón sin la advertencia previa (I Rey. 11:11). El castigo es el fruto del amor disgustado de Dios. Un padre castiga a su hijo mediante el amor disgustado. Jeroboam no esperaría a Dios para darle el reino, pero él buscó conseguirlo. La naturaleza del hombre es tan depravada que él usará promesas Divinas y los dones diarios de Dios para la realización y placer de sus propios deseos y así degradar los dones y las promesas de Dios. El pecado de hoy llega a ser el sufrimiento de mañana y mañana, porque la mañana nunca viene. El perdón gubernamental puede continuar a través de la vida de uno. La verdad que la espada nunca pasó de la casa de David debe ser una advertencia a cada hijo de Dios. El camino de los transgresores es duro.
Tan pronto que murió Salomón hubo una división en el reino, que había estado unido por 80 años bajo David y su hijo. Los fracasos del Rey claramente condujeron a la salida de Israel del Señor y yendo a la idolatría. El profeta Ahías dijo a Jeroboam, siervo de Salomón, que Dios rompería el reino y a él le daría diez tribus (I Rey. 11:28-33). Solamente Judá y Benjamín serían dejados al hijo de Salomón, Roboam.
Cuando Salomón se murió, Roboam presumió que el trono era suyo por derecho de sucesión. Él pensó que podría pasar al trono sin competir. Ser rey a él le significó el ser servido más bien que servir. Él pronto aprendió de manera diferente. La crisis, que resultó del pueblo siendo tratado mal bajo el liderazgo de Salomón, era más de lo que Roboam podía manejar.
Roboam recurrió a la política para resolver el problema inminente. Sin embargo, la política es frecuentemente el juego de ambición más bien que una esfera de servicio. La idea antigua pagana del dominio forzado aún está gobernando principalmente la política. Lleva la idea de que el ser grande es el recibir mucho servicio sin rendir ninguno. Así que, el político frecuentemente olvida que cada elemento en la creación tiene la intención de servir al otro.
Roboam dejó la impresión con el pueblo de que él daría consideración debida a su petición. Por lo tanto, él consultó con los consejeros de su padre, pero no escuchó su consejo. En su propia mente, él era rey; y el pueblo no tenía ningún derecho sino el que él escogió darles. Después de consultar con los ancianos y rehusar su consejo, Roboam pidió consejo de los jóvenes. Cuando el respeto para la edad y la experiencia es negado, la fundación para un carácter moral sano es arriesgada. El consejo de los jóvenes reflejó un espíritu de arbitrariedad; “...Así hablarás a este pueblo...El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre” (I Rey. 12:10). Esto es igual que decir, “Salomón solamente era un niño, pero yo soy un hombre.” El pueblo cumplió la profecía de Ahías por rehusar oír a Roboam (I Rey. 12:16, 19).
Roboam fue el primer rey después de la muerte de su padre, Salomón. Él comenzó su reinado de diecisiete años en contra del espíritu verdadero de un líder definido por Cristo: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir...” (Mar. 10:45). La fortaleza de un líder es el servicio para y simpatía con la gente a quien gobierna. El orgullo condujo a Roboam para pensar que su padre fue solamente un niño, y él un hombre. Así que, él aumentó el yugo que su padre había infligido sobre el pueblo.
Jeroboam estaba presente con el pueblo cuando todos vinieron a la cita de Roboam (I Rey. 12:12). Jeroboam fue joven talentoso que rápidamente fue levantado en el servicio de Salomón. Él tenía una gran influencia con el pueblo; por lo tanto, él vio lo que fueron sus oportunidades para eventualmente llegar a ser rey. Cuando el pueblo vio que Roboam no oyó su petición, ellos llamaron a Jeroboam y le hicieron rey sobre Israel (I Rey. 12:20). Esto dejó solamente a Judá y Benjamín permaneciendo con Roboam.
Firmemente sentado sobre el trono, Jeroboam encontró la oportunidad de su vida. Él fracasó porque escogió la senda de la conveniencia más bien que la senda de la justicia. Esta siempre es la senda de un corazón depravado. Las causas de sus fracasos fueron seductivos. Ellos parecieron ser justificados por las máximas más sanas de la política gubernamental. Él razonó que tener el centro de la religión nacional en una ciudad extranjera, especialmente en la ciudad principal del país desde donde sus súbditos habían venido, nunca serviría. Los lazos antiguos podrían probar demasiado fuertes, y los principios religiosos podrían vencer sobre las consideraciones políticas. Así que, Jeroboam, con quien la conveniencia tomó el lugar del principio, hizo la equivocación mortal de establecer la política antes que la justicia.
El Rey, Jeroboam, usó la religión hecha por el hombre para servir sus ambiciones políticas. Israel sacrificó sus principios religiosos por su amor de la facilidad. Un sacerdocio servil (no de Leví) ayudó en la idolatría del pueblo. El Rey escogió sus sacerdotes de donde él quiso (I Rey. 12:25-33). Jeroboam manifestó su religión hecha por el hombre. Él hizo dos becerros de oro y puso uno en Betel y el otro en Dan, para que el pueblo no volviera a Jerusalén para adorar. Hizo también casas (templos) e hizo sacerdotes de lo más bajo de la gente. Jeroboam instituyó una fiesta solemne conforme a la fiesta en Judá y sacrificó sobre un altar que él había inventado en su propio corazón y había establecido en Betel.
Hay una lección para nuestro día en las acciones religiosas de Jeroboam. Los líderes religiosos son escogidos hoy afuera de los requerimientos prescritos de la Escritura. Así que, la religión hecha por el hombre es manifestada en las maneras siguientes: (1) El tipo de ministros que sirven son para agradar a los hombres. (2) Ellos predican doctrina que cosquilleará las orejas de sus seguidores. (3) El tipo de servicio que dan es con motivos incorrectos de éxito personal o denominacional. (4) Los maestros que sirven son sus programas designados por sí mismos o programas denominacionales.
La división del reino fue el resultado del pecado de Salomón y la insensatez de Roboam. Dios no fue el autor del pecado de Salomón o de la insensatez de Roboam, pero Él dirigió a ambos para la realización de Su propósito. Esto es entendido en el mismo sentido como la crucifixión de Cristo (Hech. 2:23). Dios ordena todos los desordenes para el cumplimiento de Su propio propósito. Él frecuentemente usa la maldad para castigar la maldad (Isa. 45:7). La providencia sobredominante de Dios es demostrada por una rueda en medio de rueda (Ezeq. 1:16). La visión de Ezequiel junto al río Quebar fue con el propósito del ánimo. Así que, la visión de los seres vivientes y las ruedas fue diseñada para corregir su actitud desanimada y para asegurarle que Dios guardaba sobre los Suyos en una hora obscura de la historia de Israel. Sus vidas no habían pasado fuera del control de Dios. Arriba de los seres vivientes y las ruedas, el profeta vio la gloria de Dios.
La declinación tomó un viraje brusco con el reino norteño bajo Jeroboam y el reino del sur bajo Roboam. “Cuando Roboam había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él” (II Crón. 12:1). Ni una ciudad con cercas ni la sabiduría mundana puede proteger a un gobernador que es desleal a la verdad. El deterioro sigue a aquellos que ignoran la norma objetiva de Dios. Salir de Dios siempre trae la derrota; por lo tanto, Dios usó a Sisac, Rey de Egipto, para subir contra Jerusalén y tomar los “escudos de oro” que Salomón había hecho (II Crón. 12:9). El reemplazo de Roboam de los “escudos de oro” con “escudos de bronce” demostró que él quiso reemplazar el apariencia del principio con algo de menos valor. La gente que se sale de los principios correctos es malo, pero la misma gente que trata de reparar la pérdida con algo de menos valor es peor. El Cristianismo profesante hace la misma cosa hoy por tener “apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella...” (II Tim. 3:5). Las personas dedicadas a Dios nunca Le traerán bronce por oro. Por otra parte, las personas que están saliendo de Dios nunca pueden traer oro a Dios.
Ninguno de los diecinueve reyes que reinaron en Israel (el reino norteño) del tiempo de Jeroboam hasta el cautiverio de Israel en Asiria, durante el reinado de Osea, fue un rey bueno. Había algunos profetas buenos durante este período de 241 años, pero sus mensajes cayeron sobre oídos sordos.
Judá tenía diecinueve reyes sobre un período de 393 años antes de su cautiverio en Babilonia. Atalía, la hija de Acab y Jezabel, que era la esposa de Joram, usurpó el trono por seis años. Los ocho reyes buenos entre los diecinueve reyes de Judá eran Asa, Josafat, Joás, Amasías, Azarías, Jotam, Ezequías, y Josías. Aunque había algunas tiempos buenos durante los 393 años, había una declinación continua hasta el cautiverio Babilónico. Los mensajes de los profetas fueron adelante, pero los tiempos de avivamiento fueron de corta vida. Por lo tanto, la declinación general continuaba hasta que no había nada dejado sino el juicio.
Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio [sanidad]. — II Crónicas 36:16
El juicio de Dios en Babilonia fue terrible, pero no fue final.
Dios usa a gobernantes para el beneficio de Su pueblo. Él no levanta a hombres entre el pueblo solamente pero también afuera de Su pueblo para conducir e instruir. Pero el Señor también levanta a hombres que no pertenecen a Su pueblo para obrar en nombre de ellos. Mediante la influencia de Ester y Mardoqueo, Asuero preservó a los judíos. Mediante la intervención de José, Dios hizo a Faraón el conservador de Su pueblo. La misma cosa es vista durante el reinado de Ciro, Artajerjes, y otros durante el tiempo de la reforma. Una cosa por seguro es que el Espíritu de Dios está en el mundo preparando a Su pueblo para el reino venidero.
7
LOS CUATRO REYES BUENOS EN JUDÁ
DESPUÉS DE LA DIVISIÓN DEL REINO
Aunque Asa fue el tercer rey después de Salomón, él fue el primer rey bueno de Judá subsiguiente a la división del reino. Asa reinó en Judá durante los últimos dos años del reinado de Jeroboam en Israel (I Rey. 15:9, 10). Su reinado duró 41 años. Sus contemporáneos que reinaron durante este período en el reino de norte fueron Nadab, Baasa, Ela, Zimri, Omri, y Acab.
El padre de Asa, Abiam, el hijo de Roboam, reinó tres años (I Rey. 14:31-15:2). El nombre Abiam en I Reyes es registrado como Abías en II Crónicas 13 y Mateo 1:7. Abías es creído ser su nombre verdadero, mientras el nombre Abiam es una forma del nombre. Debido a los sentimientos religiosos de los judíos, ellos no permitirían la palabra Jah, una construcción de Jehová, para que sea retenido como un elemento en un rey malo. Una ilustración de este sentimiento es visto también en el cambio de Bet-el (el nombre significa “casa de Dios”) a Bet-aven (el nombre significa “casa de vanidad”). Se comprende el cambio del nombre de Abías (el nombre significa “mi padre es Jah”) a Abiam (el nombre significa “padre del mar”):
Y anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre. — I Reyes 15:3
Como las guerras habían continuado entre Roboam y Jeroboam, la guerra entre Abías y Jeroboam siguió con la muerte de Roboam (II Crón. 13). Aunque Judá fue excedido en número por dos a uno — ochocientos mil contra cuatrocientos mil — Dios usó a Abías para castigar a Jeroboam. La religión de Jeroboam fue la idolatría (I Rey. 12:25-33), y Abías fue también malo. Pero para el beneficio de la gente buena en Judá, Dios les dio la victoria sobre Jeroboam y su ejército. Los enemigos de Judá son descritos como rebeldes contra la autoridad designada, hombres vanos y perversos, y aquellos que pudieron más que Roboam (II Crón. 13:6-9). Abías había hecho un gran discurso (II Crón. 13:4-12), pero mientras Jeroboam escuchaba, sus hombres se preparaban para un ataque a la retaguardia. Aunque Abías quería la paz, Jeroboam quería la guerra. El registro dice que Dios mató a Jeroboam y a todo Israel ante Abías y Judá. Así, Abías y su ejército mataron quinientos mil hombres escogidos de Israel. Judá predominó porque confiaron en Jehová el Dios de sus padres (II Crón. 13:13-20).
La madre de Asa (abuela), Maaca, la hija de Abisalom, fue una idólatra (II Crón. 15:16). En hacer lo recto ante los ojos de Jehová, Asa “...quitó del país a los sodomitas, y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho” (I Rey. 15:12). Él también quitó a su madre (abuela) de ser reina porque ella había hecho un ídolo de Asera. Él no solamente deshechó su ídolo sino también lo destruyó y lo quemó junto al torrente de Cedrón (II Crón. 15:16). Los parientes no fueron un obstáculo a Asa en su servicio a Dios. Este principio es igual a lo que fue enseñado por Jesucristo. (Véase Mat. 10:32-38.) Derrumbar no es suficiente. El servicio verdadero también debe de construir algo en el lugar de lo que ha sido destruido. Así que, ambas acciones positivas y negativas son necesarias.
No hay que mal aplicar la perfección de Asa: “...aunque el corazón de Asa fue perfecto [sin culpa] en todos sus días” (II Crón. 15:17). Cuando el corazón es recto ante Dios, el hombre es considerado perfecto (sin culpa). Esto no está hablando de estado o condición. Está refiriéndose a la condición o a la posición de Asa ante Dios. El estado del corazón de uno no puede ser siempre determinado por síntomas externos; al contrario, el estado del corazón puede ser inestable aunque su condición no estable no es manifestada por acciones externas. La vida de Asa prueba que una persona puede ser totalmente dedicada al Señor y aún tener pecado. (Véase I Jn. 1:8-10.) Es un hecho Bíblico el que Dios no ve los pecados en una manera de condenación donde Él ve la gracia. Los pecados de Asa no fueron vistos porque fueron cubiertos por el propiciatorio, y esto fue manifestado por sus acciones. Lo que vemos en Asa es lo opuesto en lo que vemos en Jehú:
Mas Jehú no cuidó [no observó] de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón, ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a Israel. — II Reyes 10:31
Asa no solamente hizo lo que era recto ante los ojos de Jehová su Dios, sino también se preparó para la guerra antes de entrar a la batalla (II Crón. 14:6-8). Él comenzó como sigue:
y ordenó a Judá que buscara al SEÑOR, Dios de sus padres y cumpliera la ley y el mandamiento. También quitó los lugares altos y los altares de incienso de todas las ciudades de Judá. Y bajo él, el reino estuvo en paz. — II Crónicas 14:4, 5 (BLA)
La preparación para esto comienza con la gente siendo recta para con Dios. Puesto que Asa subió al trono en una situación de crisis en la historia de la nación, este primer Rey bueno desde la división del reino debe buscar rectificar la transgresión de ambos su padre y abuelo, Abías y Roboam. Si Judá hubiera seguido su camino, el reino del sur hubiera ido a la manera de Israel. Sin embargo, Dios, en Su fidelidad al pacto incondicional hecho con David, levantó a Asa para guardar en vivo la promesa:
A ti Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; se inclinarán a ti los hijos de tu padre. Cachorro de león es Judá; de la presa, hijo mío, has subido. Se agazapa, se echa como león, o como leona, ¿quién lo despertará? El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Siloh, y a él sea dada la obediencia de los pueblos. — Génesis 49:8-10 (BLA)
Judá llega a ser un lugar de reunión para el pueblo elegido de Dios. Esto es presentemente realizado en las reuniones de la asamblea, pero estos solamente son un avance de la gran reunión y obediencia del futuro, expresada por Pablo:
Con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En Él. — Efesios 1:10 (BLA)
Puesto que los Cristianos son soldados, debemos de estar preparados para la batalla si esperamos ganar la guerra contra nuestros enemigos. En el principio de Efesios, los creyentes son descritos como elegidos, predestinados, adoptados, redimidos, perdonados, sellados, y sentados en lugares celestiales en Cristo Jesús; pero en la conclusión, los creyentes en Efeso habían de estar firmes (Ef. 6:11-17). Los Cristianos tienen tres grandes enemigos; deben de huir del mundo y de la carne pero pelear contra los enemigos de la verdad. Según Efesios, el andar Cristiano se combina en una lucha. La Epístola comienza con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo y termina con todos los enemigos espirituales en la misma posición. Posicionalmente los Cristianos son victoriosos; pero condicionalmente, podemos ser derrotados. Para la victoria condicional, debemos pelear a fin de triunfar; pero nunca puede haber un trato.
Tan pronto que Asa preparó a Judá para la guerra, Zera, el etíope, vino fuera contra ellos con un millón de hombres y tres ciento carros (II Crón. 14:9). La diferencia era tan grande (580,000 contra 1,000,000) que todo lo que pudo hacer Asa fue clamar a Jehová su Dios:
SEÑOR, no hay nadie más que tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerza; ayúdanos, oh SEÑOR Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh SEÑOR, tu eres nuestro Dios; que no prevalezca hombre alguno contra ti. Y el SEÑOR derrotó a los etíopes delante de Asa y delante de Judá, y los etíopes huyeron. — II Crónicas 14:11, 12 (BLA)
El mundo dice que la “auto-confianza” es la virtud conquistadora, pero la Escritura enseña que la “auto-desconfianza” es la condición de todas las victorias espirituales. El avance valeroso debería seguir la auto-desconfianza. Por lo tanto, es bueno cuando la auto-desconfianza conduce a la confianza, pero es mejor cuando la auto-desconfianza y la confianza en Dios conducen al coraje espiritual.
Asa fue advertido por el profeta Azarías (II Crón. 15:1-7). El profeta amonestó a Asa y a su ejército en cuanto a su deber después de tan gran victoria:
...Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: el SEÑOR estará con vosotros mientras estéis con Él. Y si le buscáis, se dejará encontrar por vosotros; pero si le abandonáis, os abandonará. — II Crónicas 15:2 (BLA)
Después de esta advertencia, Azarías usó a Israel, el reino del norte, como una ilustración del pueblo abandonando a Dios:
Y por muchos días Israel estuvo sin el Dios verdadero, y sin sacerdote que enseñara, y sin ley. Pero en su angustia se volvieron al SEÑOR, Dios de Israel, y le buscaron, y Él se dejó encontrar por ellos. Y en aquellos tiempos no había paz para el que salía ni para el que entraba, sino muchas tribulaciones sobre todos los habitantes de las tierras. Y era destruida nación por nación, y ciudad por ciudad, porque Dios los afligió con toda clase de adversidades. Mas vosotros, esforzaos y no desmayéis, porque hay recompensa por vuestra obra. — II Crónicas 15:3-7 (BLA)
El Asa victorioso llegó a ser el Asa sobornador y derrotado (II Crón. 16). Habiendo hecho lo mejor en lo primero, Asa no pudo decir que la conclusión de su vida fue mejor que su principio. Así que, los hombres en sus mejores tiempos son solamente hombres. La más grande fe de ayer no bastará para hoy. Hay que experimentar el compañerismo con Dios que resulta en pasar por la fe a la fe, la fortaleza a la fortaleza, y la gloria a la gloria para ser victorioso. El buen Rey Asa dejó de por llevar su problema al Señor cuando Baasa, el Rey de Israel, vino contra Judá, como lo hizo cuando Zera vino a Maresa. Sus acciones mostraron que Asa no fue divorciado completamente de la confianza en la carne aun después de la victoria contra los etíopes y su pacto para buscar a Jehová Dios. Restaurar los planes de la carne siempre es desastroso porque el fruto triste de tales planes pronto se manifestará.
Asa usó el soborno para causar a Ben-adad, rey de Siria, quebrantar la alianza con Baasa, rey de Israel. Un creyente enseñando a un incrédulo a no ser fiel puede ser considerado políticamente bueno, pero fue un marco negro contra uno que había entrado en un pacto para buscar a Jehová Dios con todo su corazón y con toda su alma (II Crón. 15:12). Según II Timoteo 3:3, la implacabilidad es un pecado. Se ha dicho que un embajador político es una persona que es enviado para echar mentiras de su país. ¡Consideran los trucos, esquemas, decepciones, e intrigas de la diplomacia política! ¿Fue Asa suficientemente necio en pensar que todo se vale en la guerra?
Dios envió Su profeta Hanani (el nombre significa “mi gracia — favorable”) para advertir a Asa:
...Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los etíopes y los libios, ¿no era un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos. Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto [completamente Suyo] para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti. — II Crónicas 16:7-9
El profeta mostró que Dios ve la totalidad de una cosa, y nosotros vemos sólo un poco de cualquier cosa. El gobierno de Dios es prácticamente negado cuando andamos al contrario a los controles de la providencia, o cuando nos apoyamos en la carne.
El buen Rey Asa hizo algo que Roboam, el Rey malo quien fue su abuelo, no hizo. Roboam no puso al profeta Semaías en la cárcel, pero Asa se enojó tanto con Hanani por decirle la verdad que él le puso en la cárcel. (Véase II Crón. 16:6-10.) Asa se enfureció no solamente con Hanani el profeta, sino que también oprimió a algunos del pueblo. Cuando Asa fracasó en no escuchar al profeta, Dios envió otro mensajero al Rey en forma de una enfermedad mortal que duró dos años antes de su muerte. Durante estos dos años, Asa no buscó a Jehová sino a los médicos (II Crón. 16:12). El Rey cayó en su pecado anterior de la confianza en la criatura. Él no hizo lo malo en buscar a los médicos, sino hizo lo malo en buscarlos sin buscar primero a Jehová. La cosa más triste acerca de Asa es que durante este tiempo él nunca buscó a Jehová con quien él hizo un pacto para buscarle con todo su corazón y con toda su alma. Por lo tanto, el Señor le mató después de dos años de sufrimiento por su pecado; y sus actos — primeros y últimos — son escritos en el libro de los Reyes de Judá e Israel.
Josafat (el nombre significa Jehová es el juez), hijo de Asa, fue el segundo Rey bueno de Judá (I Rey. 15:24; 22:41-49; II Crón. 17:1-21:1). Él anduvo en ambos los caminos malos y buenos de su padre a través de sus veinticinco años de reinado. El reinado de Josafat en Judá fue durante el tiempo de Acab y Ocozías, Reyes de Israel. El andar en “los primeros caminos de David su padre” reveló el carácter de este segundo Rey bueno. Los primeros caminos incluyen el fortalecimiento de sí mismo contra Israel, el buscar el Dios de sus padres, y el enviar sus príncipes y levitas para enseñar el pueblo del reino de Judá (II Crón. 17:1-9).
Los primeros caminos de David no pueden ser encomendados sin una advertencia subsiguiente al elogio. Esto recuerda al estudiante de la Escritura de lo que Cristo dijo a la asamblea en Efeso:
Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. — Apocalipsis 2:5
La retrogresión en la vida Cristiana es una desviación de la manera normal. Aparte del arrepentimiento, el justo castigo por Dios vendrá sobre la asamblea por el quitarle del candelero, o un castigo como la enfermedad que Dios envió a Asa (II Crón. 16:11-14). La razón por la cual Dios registra los errores de Su pueblo, y Sus siervos públicos en particular, es para advertir a todos los creyentes que los hombres en su mejor tiempo nunca deben ser considerados como algo más que sólo hombres. El Señor Jesucristo es el único ejemplo perfecto para el pueblo de Dios.
Los primeros caminos de Josafat, más la enseñanza del pueblo por los príncipes y los levitas, causaron el temor del Señor caer sobre todos los reinos alrededor de Judá. En el tercer año del reinado de Josafat, él envió a sus príncipes Ben-hail (el nombre significa “hijo de valentía”), Abdías (el nombre significa “sirviendo a Jehová”), Zacarías (el nombre significa “recordado por Jehová”), Natanael (el nombre significa “dado a Dios”), y Micaías (el nombre significa “aquel que es como Jehová”) para enseñar en todas las ciudades de Judá. El rey envió con ellos los levitas Semaías (el nombre significa “oído por Jehová”), Netanías (el nombre significa “dado por Jehová”), Zebadías (el nombre significa “dotado por Jehová”), Asael (el nombre significa “obrado por Dios”), Semiramot (el nombre significa “nombre de alturas”), Jonatán (el nombre significa “Jehová es el donador”), Adonías (el nombre significa “mi Señor es Jehová”), Tobías (el nombre significa “bondad de Jehová”), y Tobadonías (el nombre significa “bueno es mi Señor Jehová”). Con los levitas, el Rey envió los sacerdotes Elisama (el nombre significa “mi Dios es un oidor”) y Joram (el nombre significa “Jehová es enaltecido”). Así el carácter de los hombres que Josafat envió con el “libro de la ley” para enseñar al pueblo en todas las ciudades de Judá fue revelado en el significado de sus nombres (II Crón. 17:7-9). El mismo principio fue aplicado por Pablo en su exhortación a Timoteo para encargar lo que había oído de Pablo ante muchos testigos a hombres fieles que sean idóneos para enseñar a otros (II Tim. 2:2).
El pueblo de Judá llegó a ser espiritualmente fortalecido de modo que el temor del Señor estaba sobre los reinos alrededores al extremo que no hicieron guerra contra Josafat. Los filisteos y árabes trajeron presentes a Josafat, y él se engrandeció mucho; por lo tanto, él edificó en Judá fortalezas y ciudades de aprovisionamiento. Sin embargo, su fuerza más grande era lo espiritual. El principio de la fortificación espiritual por medio de la doctrina Bíblica es la lección para el pueblo de Dios en cada edad. Aunque Satanás ya es juzgado y condenado, su ejecución es pospuesta hasta la consumación del tiempo. Satanás no es solamente el príncipe de los demonios (Mat. 9:34), sino también es el príncipe de este sistema mundial (Juan 14:30). Él tiene sus secretos de gobierno humano, ministros de estado, y misterios de iniquidad. El no sentir el peligro es el peligro más grande para el pueblo de Dios. Toda la armadura provista por Dios debe ser puesta por cada creyente si él espera ganar el combate mano a mano. Esta armadura no ha de ser usada como encubrimiento de pecado sino como una defensa contra el pecado. Cuando toda la armadura es usada contra el pecado por la asamblea, el temor vendrá sobre la asamblea; y aquellos afuera no serán suficientemente valientes para unirse con la asamblea (Hech. 5:1-13).
El primer versículo de II Crónicas 18 es verdaderamente triste:
JOSAFAT tenía grandes riquezas y gloria; se emparentó con Acab. (BLA)
Las riquezas y la gloria son para ser más temidas en la vida Cristiana que la pobreza y el desacato. Velar diariamente, estudiar, y orar son necesarios al creyente experimentado tanto como al creyente novato. La alianza con lo malo previene la victoria sobre lo malo. La fidelidad de Josafat a Acab significó su infidelidad a Dios. El registro dice que después de algunos años Josafat “descendió...para visitar a Acab” (II Crón. 18:2), que fue probado ser una declinación espiritual para el Rey de Judá. Acab había manifestado su falta de espiritualidad en decir a Elías:
¿Me has encontrado, enemigo mío? Y él respondió: Te he encontrado, porque te has vendido para hacer el mal ante los ojos del SEÑOR. — I Reyes 21:20 (BLA)
Josafat no solamente se unió a sí mismo con Acab que se había vendido a sí mismo para hacer el mal, sino también hizo paz con él (I Rey. 22:44). Subsiguiente al pedido del malo Acab que Josafat va a Ramot de Galaad, Josafat hizo una declaración a él que debe ser contrastada con la declaración de Rut a Noemí:
Yo [Josafat] soy como tú [Acab], y tu pueblo como mi pueblo; estaremos contigo en la batalla. — II Crónicas 18:3 (BLA)
Pero Rut dijo: No insistas que te [Noemí] deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. — Rut 1:16 (BLA)
La alianza de Josafat fue mala, pero la alianza de Rut fue espiritual.
En cada era, Dios llama a Su pueblo a una vida de separación (II Cor. 6:14-18). (1) Dios dijo a Abraham: “Vete de tu tierra y de tu parentela” (Gén. 12:1). (2) Dios dijo a Israel que saliera de Egipto (Ex. 11:8). (3) Juan el Bautista paró fuera del judaísmo organizado (Mat. 3). (4) Cristo guió a Sus ovejas fuera del judaísmo (Juan 10). (5) Pedro dijo a los convertidos en el día de Pentecostés que se fueran salvos de esta perversa generación (Hech. 2:40). (6) El escritor de Hebreos amonestó a los Cristianos a salir fuera del campamento (Jerusalén religiosa) a ir a Cristo (Heb. 13:13). (7) En el futuro, el llamamiento de Dios será que su pueblo saliera de Babilonia (Apoc. 18:4).
Registrados en II Corintios 6:14-16 son las siguientes cinco esferas de la separación:
1. COMERCIAL — En la esfera comercial, no puede haber asociación entre la justicia y la iniquidad: “...pues ¿qué asociación [metoche] tienen la justicia y la iniquidad?” (vers. 14 BLA). Los hombres del mundo frecuentemente consiguen las riquezas comerciales en una manera injusta, pero nadie puede conseguir las riquezas espirituales en una manera injusta porque Dios no puede ser sobornado. Además, la gente no salva frecuentemente escoge el dios de las riquezas, pero las riquezas de la iniquidad no son ganancia sino pérdida. Al contrario, el hombre de Dios tiene el principio justo en hacer dinero, y él usa su dinero con un ojo sobre el tribunal futuro de Cristo. Por lo tanto, una asociación que involucra un creyente y uno incrédulo no puede tener éxito, porque los socios operan sobre dos principios diferentes — la justicia y la iniquidad.
2. POLÍTICA — En la esfera política, no puede haber ninguna relación cercana entre la luz y las tinieblas: “qué comunión [koinonia, la relación cercana] la luz con las tinieblas?” (vers. 14 BLA). La Escritura nos dice que un hombre rico elogió al mayordomo injusto “porque había procedido con sagacidad, pues los hijos de este siglo son más sagaces en las relaciones con sus semejantes, que los hijos de luz” (Luc. 16:8 BLA). Cristo dio los discípulos una lección en cuanto a cómo usar el dinero. Los hijos de este siglo usan el dinero para hacer amigos, pero sus amigos son restringidos a su propia generación para ganancia personal. “...Pero son muchos los que aman al rico” (Prov. 14:20 BLA). “La riqueza añade muchos amigos...” (Prov. 19:4 BLA). Los amigos ganados por la riqueza duran solamente mientras que son sus recipientes. Así que, sus pensamientos están sobre este siglo sin ningún interés por la eternidad. Los hijos de este siglo son la gente de “ahora”; ellos no dan ningún pensamiento a “después.” Al contrario, los hijos de luz tienen un interés profundo para “después,” pero ellos deben de darse cuenta que ellos tienen una responsabilidad “ahora.”
Jesucristo no sugirió a los discípulos que deberían ser deshonestos, sino los enseñó a usar sagazmente lo que tenían para el beneficio espiritual de los elegidos. Los hijos de este siglo son sagaces por un tiempo corto, pero serán necios para siempre. Por otra parte, los hijos de luz son necios por un tiempo corto por causa de Cristo, pero serán sagaces en Cristo por la eternidad.
3. SOCIAL — En la esfera social, no puede haber acuerdo entre Cristo y el Diablo: “¿Qué armonía [sumphonesis, que significa armonioso con o acuerdo con] tiene Cristo con Belial [el Diablo]?” (vers. 15 BLA). Pablo no estaba sugiriendo el aislamiento sino la separación en el sentido de ser aislado contra cualquier cosa en la sociedad que es contraria a los principios Bíblicos. Cristo se asoció con los pecadores, pero Él no llegó a ser su aliado porque el pecado no existe en Él (I Jn. 3:5). Además, la separación interior resulta en separación exterior. Uno se equivoca en afiliarse con grupos benévolos, culturales, o sociales que son organizados para beneficios comunitarios. Además, los Cristianos nunca deben hacer concesiones a los principios Bíblicos a fin de tener un lugar para “servir” en una institución religiosa. La plena obediencia a Dios es más importante que una esfera más grande de servicio a los hombres. Los Cristianos que no dan concesiones saben que en dar concesiones limitan el mensaje de Dios y por otra parte el no dar concesiones limita su compañerismo.
4. MARITAL — En la esfera marital el creyente no puede tener parte con el incrédulo: “¿Qué tiene en común [meris, que significa parte o porción] un creyente con un incrédulo?” (vers. 15 BLA). Como en la naturaleza antes de la caída, por la gracia, “el casamiento en el Señor” sobrepasa toda cosa humana. Tal casamiento encuentra lo que es de Jesucristo en uno del otro a pesar de los fracasos. El que conoce mejor a su compañero o a su compañera en el matrimonio y busca con amor verdadero corregir sus fracasos gana un lugar en el corazón del cónyuge que no puede beneficiar un adulador. Pedro habló al esposo y a la esposa como a coherederos de la gracia de la vida (I Ped. 3:7). Pablo habló del matrimonio como un hombre y una mujer llegando a ser “una sola carne” (Ef. 5:31). Puesto que el hombre y la mujer llegan a ser “una sola carne” en el matrimonio, el cuerpo de cada uno pertenece al otro, a pesar de la forma o la condición de él, hasta que la muerte los separe. ¿Cómo puede un creyente casado con un incrédulo presentar su cuerpo (una sola carne) como un sacrificio vivo, santo, y agradable a Dios? (Véase Rom. 12:1.) Aunque la gracia de Dios es suficiente para el creyente, el compañero incrédulo en una relación marital es una rémora a la adoración y al servicio del creyente a causa del yugo desigual.
5. ESPIRITUAL — En la esfera espiritual, no hay acuerdo entre el templo de Dios e ídolos. “¿Qué acuerdo [sugkatathesis, que significa acuerdo, aprobación, o en la compañía con] tiene el templo de Dios con los ídolos?” (vers. 16 BLA). Pablo usó el templo judío como una analogía de los Cristianos en Corinto. Él dijo que somos el templo del Dios vivo; y que Dios dijo que habitará en nosotros, andará entre nosotros, vivirá entre nosotros, y será nuestro Dios, y seremos Su pueblo (vers. 16 BLA). Como la belleza, la fragancia del incienso, o el orden del servicio del templo, que fueron aspectos exteriores, no revelaron la presencia de Dios, el entendimiento humano de algunos principios Bíblicos, o el reunirnos no prueba que Dios está viviendo dentro de nosotros. La gloria Shekiná demostró la presencia de Dios, y el Espíritu de Cristo estando en nosotros prueba que hemos pasado de la muerte espiritual a la vida espiritual. Como Cristo no toleraría ninguna mercadería mundana en el templo en Jerusalén, los Cristianos se limpiarán a sí mismos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (II Cor. 6:17-7:1).
Las alianzas impías de Josafat incluyeron afiliaciones militares, comerciales, y familiares. La alianza militar entre Josafat y Acab resultó en los dos de ellos tomando refugio en invenciones humanas más bien que en los principios Divinos. Acab se disfrazó; y Josafat, vestido con sus vestiduras reales, se pensó hacerse pasar por el Rey de Israel. Sus invenciones trajeron la muerte a Acab y problemas a Josafat (II Crón. 18:1-3; I Rey. 22:1-40).
Josafat cometió el mismo pecado que había perpetrado con Acab, el padre de Ahazías, subsiguiente a la muerte de Acab, cuando él se juntó con Ahazías. Pero esta vez la unión fue por razones comerciales (II Crón. 20:35-37).
Joram, el hijo de Josafat, se casó con la hija de Acab y Jezabel. Su nombre era Atalía, y su carácter probó el dicho común, “tal la madre, tal la hija.” El matrimonio de Joram y Atalía fue el fruto de la unión de Josafat con Acab.
La alianza de Josafat con Acab fue un compromiso que condujo a consecuencias serias. Aunque Ramot-Galaad perteneció a Israel, el emprender su recuperación por declarar la guerra con Acab fue un pecado por el cual Josafat debió pagar. Su afinidad con Acab, que se vendió a sí mismo a hacer lo malo, afectó su reinado entero como rey. La asociación con la gente mala siempre es dañosa a los Cristianos. La compañía que los creyentes guardan es importante porque las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (I Cor. 15:33, 34). Puesto que los justos no pueden cambiar a los injustos, las alianzas profanas debilitan a los justos. Se ha dicho que la enfermedad, no la buena salud, es contagiosa. Así que, el creyente que da concesiones en su vida Cristiana, pensando que algo bueno vendrá de él, aprenderá que perderá en los dos lados. Él peca por hacer concesiones, y la persona con quien él se ha juntado en hacer concesiones pierde respeto por lo que se ha dicho que cree.
Tan pronto que Josafat dijo a Acab, “Yo soy como tú, y tu pueblo como mi pueblo; estaremos contigo en la batalla” (II Crón. 18:3 BLA), él preguntó a Acab, “Te ruego que primero consultes la palabra del SEÑOR” (vers. 4 BLA). Acab llamó al primer concilio ecueménico cuando reunió a los cuatrocientos profetas (vers. 5). Aunque los profetas prometieron la victoria al Rey, Josafat no estuvo satisfecho sin una respuesta de un profeta del Señor. Con todas las opiniones de los profesores falsos en el día de hoy, ningún pedido mayor puede ser hecho que el pedido hecho por Josafat: “¿No queda aún aquí algún profeta del SEÑOR para que le consultemos?” (vers. 6 BLA). La palabra “profeta” tiene un doble significado: (1) declarando la palabra de la verdad, y (2) pronosticando lo que vendrá. Puesto que el mensaje profético ha sido completado, hoy el hombre de Dios solamente puede declarar lo que Dios, mediante los hombres inspirados, ya ha dado.
Acab dijo a Josafat que él conocía a un profeta del Señor:
Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías [el nombre significa “quien es como Jehová”].... — II Crónicas 18:7
Uno que aborrece al hombre que le dice la verdad debe recordar lo que le sucedió a Acab (II Crón. 18:13-28). La declaración de Acab acerca de la profecía de Micaías contra él fue una denuncia contra sí mismo. ¿Pensaba el rey que si a él no se le hubiera dicho la verdad, hubiera sido despojada la palabra de Dios de su autoridad? Muchos en el día de hoy se engañan a sí mismos en pensar que si ellos son ignorantes de la Escritura, pueden ser libres para hacer lo que a ellos parezca bien. Además, presumen que puesto que Dios los juzga conforme a la luz que tienen, serían mejor permanecer ignorantes y decir, “No lo sabíamos.” Sin embargo, la verdad es que la gente será juzgada conforme a las oportunidades creadas para ellos por la providencia Divina. Por lo tanto, nuestro deber es encontrar a los profesores verdaderos que han sido provistos por la providencia de Dios para que podemos aprender más acerca de la verdad de Dios cueste lo que cueste.
Aunque el ministro designado por Dios no es nada en sí mismo, la medida de su autoridad es determinada por la medida de su conocimiento de la verdad. Micaías vivió en Dios y solamente habló lo que Dios habló. Los ministros deben buscar emular la independencia de Micaías del “establecimiento” — la escuela de los profetas — pero experimentar la dependencia total en Dios. Los profetas falsos, como los ministros falsos en el siglo veinte, se acomodaron a sí mismos al espíritu del tiempo. Además, el comentario triste de nuestro día es que los príncipes como Acab y Josafat inventan trucos para sorprender al enemigo más bien que tomar refugio en el santuario de los principios Bíblicos.
El mensajero que fue enviado a llamar a Micaías le dijo que los cuatrocientos profetas a una voz predijeron que Dios le daría la victoria al Rey. Puesto que los cuatrocientos unánimemente aprobaron que Acab iría a Ramot-Galaad, el mensajero pidió que Micaías también diera su aprobación (II Crón. 18:5-12). Una opinión popular debería ser temida porque “todos” es un tirano temeroso. Un hecho de la naturaleza humana es que flota con la marea porque las cosas muertas y la basura flotan con el arroyo. La gracia de Dios y un conocimiento de los principios Bíblicos son necesarios para que uno vaya contra la marea de la naturaleza humana que está bajo la dirección del dios de este siglo. Micaías es una demostración de uno con la gracia y la convicción para contradecir a la mayoría, pero su hablar la verdad de Dios no fue sin un precio personal (II Crón. 18:23-27). Los ejemplos siguientes confirman que este es un hecho de la Escritura: Acab acusó a Elías de ser un alborotador — “¿Eres tú el que turbas a Israel?” (I Rey. 18:17). El hombre de Dios es un entremetido en la paz y el orden de la sociedad. Como Elías, él traza la maldad a su fuente apropiada. Elías dijo a Acab:
...Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales — I Reyes 18:18
Pablo fue desamparado pero no desamparado por Dios (II Tim. 4:10, 16-18). El apóstol no murió en una llama de gloria y alabanza, sino su auto-sacrificio completo por la causa de Cristo fue evidenciado.
Micaías valuó la verdad de Dios sobre todos los dichos de los hombres: “Vive el SEÑOR, que lo que mi Dios me diga, eso hablaré” (II Crón. 18:13 BLA). La proclamación fiel de Micaías de la verdad causó a Acab expresar su odio hacia él: “Lo aborrezco, porque nunca profetiza lo bueno en cuanto a mí, sino siempre lo malo” (vers. 7 BLA). Aunque Acab no intentó encomendar a Micaías, ninguna recomendación mayor puede ser pagada al hombre de Dios que los enemigos de la verdad diciendo, “Le aborrecemos.” Los malos llegan enojarse porque la palabra de Dios destruye las teorías humanas, aniquila el prejuicio, y revela el pecado. Así, hablando la verdad causa que los aborrecedores de la verdad dicen, como en los días de Jeremías:
Venid y urdamos planes contra Jeremías. Ciertamente la ley no le faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Venid e hirámosla con la lengua, y no hagamos caso a ninguna de sus palabras. — Jeremías 18:18 (BLA)
Festo, un ejemplo de los aborrecedores de la verdad, no denunció a Pablo como un hipócrita sino como un fanático insensato (Hech. 26:24). La acusación de la locura contra el heraldo de la verdad no requiere ningún pensamiento sino solamente una boca de maldición y amargura, corriendo con su cerebro depravado fuera de control. Además, los religiosos hoy en día se resuelven entre sí mismos, como los enemigos de Jeremías, lo que se debe hacer. Cuando permanecen con sus opiniones depravadas, son opuestos tanto a los siervos verdaderos de Dios como lo judíos fueron a Jeremías. ¡Mira a su auto-confianza vana y gloriosa! Los judíos tenían sus sacerdotes, hombres sabios, y profetas. Su ley, consejo, y la palabra significó más a ellos que la ley, consejo, y la palabra de Dios mediante el profeta. Los enemigos de Jeremías esperaron remover el enojo de Rey Joacim contra él porque él no perteneció a ellos.
Micaías, el profeta del Señor, no hacía concesiones para el placer o desplacer de ninguna persona. Por lo tanto, él dijo al Rey Acab que en ir a Ramot-Galaad la gente será entregada en su mano, pero a la vez Israel será esparcido como ovejas sin pastor. Al oír esto, el Rey recordó a Josafat, “¿No te dije que no profetizaría lo bueno acerca de mí, sino lo malo?” (II Crón. 18:17 BLA). Micaías dijo a Acab que el Señor había puesto un espíritu de mentira en las bocas de sus profetas, porque el Señor había declarado la destrucción del Rey (II Crón. 18:22; II Tes. 2:11). Así que, Dios declaró mediante Micaías lo que decretó. La declaración de la verdad por el profeta de Dios causó a Acab encarcelar a Micaías con una dieta de pan y agua hasta que volviera en paz. Pero Acab no volvió en paz; él murió. Los hombres de tal heroísmo como el que fue mostrado por Micaías frecuentemente sufren por sus principios. Micaías dijo a Acab, “Si en verdad vuelves en paz, el SEÑOR no ha hablado por mí” (II Crón. 18:27 BLA).
Acab fingió honrar a Josafat mientras intentaba salvarse a sí mismo y evitar la profecía de Micaías. El Rey de Israel dijo, “Yo me disfrazaré para entrar en la batalla, pero tú vístete tus ropas reales...” (II Crón. 18:29). El Rey de Siria había mandado a sus hombres para pelear solamente con el Rey de Israel. Por lo tanto, cuando vieron a Josafat vestido como un rey, los guerreros de Siria pensaron que era el Rey de Israel:
Este es el rey de Israel. Y lo rodearon para pelear; mas Josafat clamó, y Jehová [el Salvador del pacto] lo ayudó; y los apartó Dios [Elohim] de él. — II Crónicas 18:31
Mientras salvando al Rey bueno, Josafat, el Dios del cielo dirigió la flecha del arco a su blanco destinado. Fue y entró en la articulación de la armadura de Acab y causó su muerte a la puesta del sol en aquel día.
Siguiendo el regreso seguro de Josafat a Jerusalén, el profeta Jehú pronunció juicio sobre él:
¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto. Pero se han hallado en ti buenas cosas, por cuanto has quitado de la tierra las imágenes de Asera, y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios. — II Crónicas 19:2, 3
Jehú era el profeta bravo que reprobó a Baasa, Rey de Israel (I Rey. 16:1-6). Dios entonces le envió a Josafat a reprobarle con la lengua más fuerte posible por su alianza impía: “¿Vas a ...amar a los que odian al SEÑOR...?” (II Crón. 19:2 BLA).
Acab era un idólatra que había introducido su propia religión depravada en su reino (I Rey. 18:17-40). El altar de Dios y el altar de Baal, como el libre albedrío y la libre gracia, no pueden estar lado a lado porque solamente puede haber un soberano Dios. Moisés desafió a los que consultaban a los nigromantes en Egipto. Elías desafió a los profetas falsos de Baal. Jesucristo desafió a los fariseos. Los apóstoles desafiaron a los profesores falsos. El Cristianismo, como la religión de Baal, tiene muchos seguidores. Cualquier que se une con una religión que niega las verdades siguientes está amando a aquellos que odian al Señor: (1) la soberanía absoluta de Dios, (2) la infalibilidad de la Escritura, (3) la depravación del hombre, (4) la elección incondicional, (5) la redención particular, (6) la gracia irresistible, (7) la perseverancia de los santos, (8) la regeneración por el Espíritu aparte de la fe del hombre, (9) la conversión por el evangelio, (10) la justificación ante Dios por la justicia imputada de Cristo, (11) la justificación por la fe dada por Dios ante la consciencia de uno, (12) la justificación por las obras ante los hombres, (13) la santificación, (14) la impecabilidad de Jesucristo, (15) el reino futuro de Cristo por el cual la asamblea está siendo preparada e Israel será preparado, y (16) el castigo eterno para los no elegidos. Puesto que los idólatras son aborrecedores del Señor, han de ser aborrecidos. David declaró que odió a sus enemigos:
De cierto, oh Dios, harás morir al impío; Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios. Porque blasfemias dicen ellos contra ti; Tus enemigos toman en vano tu nombre. ¿No odio, oh Jehová, a los que te aborrecen, Y me enardezco contra tus enemigos? Los aborrezco por completo; Los tengo por enemigos. — Salmo 139:19-22
Josafat ejemplificó el espíritu verdadero en lo que uno debe recibir la reprimenda Divina (II Crón. 19:4-11). Él no solamente salió entre la gente y los volvió al Señor, el Dios de sus padres, sino también envió fuera los jueces con el propósito de juzgar para el Señor más bien que para los hombres. Moisés había instruido Israel:
No mostraréis parcialidad en el juicio; lo mismo oiréis al pequeño que al grande. No tendréis temor del hombre, porque el juicio es de Dios. Y el caso que sea muy difícil para vosotros, me lo traeréis a mí, y yo lo oiré. — Deuteronomio 1:17 (BLA)
Cristo exhortó a los Cristianos: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24). Cristo usó dos presentes activos imperativos: (1) El primero fue negativo — “No juzguéis por normas externas.” (2) El segundo fue positivo — “Juzgad con justo juicio.” El principio sobre el cual todos los asuntos han de ser establecidos es la sumisión a la voluntad de Dios. Sin embargo, la carne siempre quiere ser vindicada; por lo tanto, la gente motivada por la carne va a las personas que tomarán su lado del asunto. Por otra parte, la persona motivada por el Espíritu busca el ajuste a la voluntad de Dios. Un justo juicio debe ser basado sobre principios Bíblicos antes de dos o tres testigos (Deut. 17:6; Mat. 18:16; I Tim. 5:19).
El Rey arrepentido dijo a los jueces que “Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová” (II Crón. 19:7). Además, “les mandó diciendo: Procederéis asimismo con temor de Jehová, con verdad, y con corazón íntegro” (II Crón. 19:9). Cuando el corazón es fijado sobre un principio Bíblico uno se afanará con todo corazón en alcanzar la meta. En el versículo 7, la palabra hebrea para “temor” es pachad, y refiere al objeto de temor: “Sea, pues con vosotros el temor de Jehová....” En el versículo 9, la palabra hebrea traducida “temor” es yiraw, que significa la reverencia. Puesto que el pueblo de Dios son los representantes, su representación debe ser digna de Dios: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef. 4:1).
Como el resultado de la afinidad (casamiento) de Josafat con Acab, la ira (el gran desplacer) de Dios vino sobre él. Habiendo experimentado el gran desplacer de Dios, el Rey advirtió a sus jueces que ellos deben desempeñar su trabajo en el pavor de Dios porque Dios no tiene parte en la injusticia. Por lo tanto, en reverencia a Dios a quien eran responsables, deben advertir a la gente que la desobediencia trae el gran desplacer de Dios sobre ellos.
Los Cristianos profesantes no parecen tener lugar en su vocabulario para la ira (desplacer) de Dios. Su lenguaje común es “Dios te ama.” El poder del pensamiento positivo supuestamente ayuda a la gente a salir cualquier problema o condición, sin considerar la razón por estas situaciones. Muchos creyentes profesantes enfatizan el amor de Dios a la exclusión de Su ira. No sabiendo nada acerca de las maneras en que la palabra temor es usada en la Escritura, ellos representan el temor como perteneciendo al ambiente de la esclavitud. Hay varias palabras griegas y hebreas traducidas temor en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Así que, la palabra española para temor traducida del hebreo o griego puede significar terror, horror, alarma, cobardía, miedo, reverencia, respecto, adoración, temor santo, etcétera.
La Escritura afirma que el temor es una parte esencial de la vida Cristiana: “Pero en ti hay perdón, para que seas temido” (Sal. 130:4 BLA). Dios no puede ser reverenciado donde no hay perdón. La lista de denuncias horrorosas de Pablo contra los no perdonados concluye con “no hay temor [phobos, reverencia para con Dios] de Dios delante de sus ojos” (Rom. 3:18). La persona que ha sido convencida de pecado teme Dios: “...y con el temor [hebreo para reverencia] del SEÑOR el hombre se aparta del mal” (Prov. 16:6 BLA).
El temor es un principio permanente obrado en el corazón por el Espíritu de Dios en la regeneración (Jer. 32:40), y es la manifestación de la elección Divina. Este principio es estimulado constantemente por el nombre, la palabra, y la adoración de Dios, todos los cuales son temerosos:
Si no cuidas de poner en práctica todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible, el SEÑOR tu Dios, entonces el SEÑOR hará horribles tus plagas y las plagas de tus descendientes, plagas severas y duraderas, y enfermedades perniciosas y crónicas. — Deuteronomio 28:58, 59 (BLA)
El que desprecia la palabra pagará por ello, pero el que teme el mandamiento será recompensado. — Proverbios 13:13 (BLA)
Mas yo, por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; me postraré en tu santo templo con reverencia. — Salmo 5:7 (BLA)
Muy pocos hoy en día tienen un concepto Bíblico verdadero del amor y el temor. Muchos citan la Escritura sin entender su significado verdadero. Por ejemplo, algunos citan I Juan 4:18 como un texto de prueba que el amor echa fuera todo temor: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor” (BLA). Puesto que la persona no regenerada no teme ni ama a Dios, él frecuentemente equivoca la ausencia del temor por la presencia del amor. El sustantivo griego phobos (temor, terror, reverencia para Dios, o respecto para las personas) es usado dos veces, y la forma participia del verbo phobeo (temer, tener temor de, reverenciar) es usada una vez en este versículo. ¿Cómo vamos a entender este versículo a la luz del texto inmediato y el contexto total de la Escritura?
Un aspecto aislado de Dios nunca da un cuadro verdadero de Su carácter; por lo tanto, todos los atributos y las características de Dios son requeridos para dar una perspectiva verdadera del Señor soberano. Cuando las características de Dios son separadas, cada aspecto puede estar presentado como algo que no retrata Su carácter verdadero. Así que, la Biblia habla de Dios como el Dios de amor, odio, justicia, santidad, juicio, ira, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia, justo juicio, severidad, misericordia, perdón, bondad, etcétera. La reverencia para tal Dios es el alfabeto de la Cristiandad. Como uno no puede adquirir conocimiento sin el alfabeto, él no puede adquirir el conocimiento espiritual sin la reverencia para Dios, que es el fruto de la regeneración. El atributo de Dios que puede ser dicho ser la belleza de todos Sus atributos y Sus características es la santidad:
¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? — Éxodo 15:11
Dios reina sobre las naciones; sentado está Dios en su santo trono. — Salmo 47:8 (BLA)
No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro. — I Samuel 2:2
Al contrario a aquellos solamente están profesando ser Cristianos, ningún Cristiano enfatiza un atributo de Dios a costa del otro. Una persona no tiene que escuchar mucho hasta que oye a uno que solamente es un creyente profesante en decir, “No tengo uso para el dogma religioso; es suficiente para mí saber que Dios me ama.”
La sobre-simplificación de “Dios es amor” ha resultado en una aversión para la doctrina en general y la doctrina que es desagradable a uno mismo en particular. Cualquier sistema de doctrina construido sobre la sobre-simplificación de “Dios es amor” conduce a la afinidad con el modernismo y el socialismo. Así que, el resultado final será una negación del castigo eterno porque si Dios es esencialmente amor, uno no puede creer en el castigo eterno.
Cuando Juan dijo, “En el amor no hay temor...” (I Jn. 4:18a), él no decía que el creyente no tiene ningún temor filial de Dios. La palabra filial pertenece al hijo o hija teniendo el respecto o temor paternal. La Escritura enseña que hemos de vivir en el temor durante el tiempo de estar en un país extraño (I Ped. 1:17; 2:17; Fil. 2:12; Heb. 12:28; II Cor. 7:1, 11). El temor que tiene el Cristiano mientras que viaja en un país ajeno es el temor de disgustar a su Padre celestial por fracasar en adecuadamente ocuparse en su salvación o limpiarse de toda la contaminación de carne y de espíritu. El temor filial da la confianza posicional: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos” (Prov. 14:26). El temor reverencial quita por fuerza el temor servil, y éste da la confianza.
Siguiendo la declaración de Juan “En el amor no hay temor” en I Juan 4:18a, la conjunción superordenada es usada para introducir su próxima declaración, “...sino que el perfecto [teleia, de teleios, que significa perfecto o maduro] amor echa fuera [ballei, presente activo indicativo de ballo, que significa tirar, o como es usado aquí, echar fuera el temor] el temor....” Esto significa que el amor maduro ejerce su influencia sobre los elegidos. Según el versículo 17, “el amor ha sido permanentemente madurado [perfecto pasivo indicativo de teleioo] para con [meta, genitivo de asociación] nosotros para que tengamos confianza en el día de juicio” (vers. 17a — traducción). El recipiente de amor tiene el temor filial, pero él no es dominado por este temor “porque el temor lleva [echei, presente activo indicativo de echo, que literalmente significa está llevando] en sí castigo [kolasin, singular femenino acusativo de kolasis, que significa castigo]” (vers. 18b). Este es el único lugar en el Nuevo Testamento donde el sustantivo kolasis es usado. Así, la declaración que “el temor está llevando castigo” (vers. 18b — traducción) es algo presentemente llevándose a cabo en el creyente que no ha alcanzado la madurez en su vida Cristiana. Puesto que no hay grados del amor de Dios a los elegidos, el pasaje está discutiendo el crecimiento y la madurez de nuestro amor para Dios y Su pueblo. I Juan 4:18 concluye, “El que teme no ha sido madurado en [en, locativo de esfera] la esfera del amor” (traducción); por lo tanto, a él le hace falta la confianza condicional.
El amor maduro levanta del corazón del Cristiano la carga de temer encontrarse con su Juez en el tribunal de Cristo. Como el juicio del Salvador por los pecados de los elegidos está detrás de Él, está también detrás de los elegidos; y el amor madurado es hecho consciente de esta verdad. Así que, como Cristo el Salvador “es [estin, presente activo indicativo de eimi], así somos [esmen, presente activo indicativo de eimi] nosotros en este mundo” (I Jn. 4:17b). Somos en este mundo no como Jesucristo era en él pero como Él es ahora en él en referencia al juicio (Rom. 8:1-3). El tribunal de Cristo no tiene nada que ver con nuestra posición, pero sí tiene algo que ver con nuestra condición ante nuestro Juez.
El amor de Dios derramado en nuestros corazones no puede existir como un principio subordinado (secundario). El amor verdadero no admite ningún rival, no permite ningún seducimiento del mundo para alinearlo de su objeto, y no permite comparación. Además, el amor de Dios, según I Juan 4:18, ha sido traído permanentemente a la terminación con los Cristianos para que tengamos confianza ante el tribunal (bema) de Cristo (II Cor. 5:10). Este amor es constante porque no ha sido encendido por las cosas del tiempo sino por la llama eterna del propósito de Dios en la salvación de los elegidos. Juan añadió que “Estamos amando a Él, porque Él nos amó primero” (I Jn. 4:19 — traducción). Por lo tanto, nuestro amor para Dios es el reflejo de Su amor que “ha sido derramado [ekkechutai, perfecto pasivo indicativo de ekcheo] en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom. 5:5).
“El que teme no ha sido traído a la culminación [teteleiotai, perfecto pasivo indicativo de teleioo] en la esfera de amor” (I Jn. 4:18b — traducción). El amor es como la miel, pero el amor traído a la culminación es como la miel con todo el panal y la cera colada. La condición de los Cristianos variará de creyente a creyente. Algunos tienen temor sin el amor madurado; así, su falta de crecimiento y desarrollo en la doctrina Bíblica les causa que les falte la confianza condicional que viene con la madurez. Otros han crecido a mayor grado en la enseñanza doctrinal, pero su condición contiene temor y el amor cuando contemplan el juicio. El amor no ha madurado al grado que ellos no son aprensivos acerca del juicio. Finalmente, hay Cristianos cuya condición está sin el temor del juicio porque su amor es maduro. Esto fue lo que Juan quiso decir cuando dijo lo siguiente:
Por esto nuestro amor ha sido perfectamente madurado con nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio. — I Juan 4:17 (traducción)
Y ahora hijos, permaneced en él, para que cuando Él se haga visible, podemos tener confianza ante Él en Su presencia. — I Juan 2:28 (traducción)
Esta falta de confianza condicional es debido a un desarrollo y crecimiento insuficiente en la gracia y conocimiento de Jesucristo. La palabra griega para confianza es parresia, que significa franqueza, valentía, confianza brava, promesa, o libertad de hablar. El sustantivo es usado 31 veces en varias maneras diferentes; pero puesto que nuestro énfasis es seguridad o la confianza brava, restringiremos a nosotros mismos este tema. Ninguna persona puede ser intrépidamente segura de su salvación por simplemente creer lo que es contenido objetivamente en las Escrituras. Ha de ver una experiencia subjetiva de la verdad objetiva. Así que, un conocimiento subjetivo de “Yo creo,” aparte del Espíritu Santo para mediar los elementos subjetivos y objetivos a la consciencia del creyente, no dará seguridad (Rom. 8:14-16). Por lo tanto, el carácter y no la fortaleza de la convicción de uno prueba la validez de su confianza brava.
La experiencia subjetiva de Pedro había llegado a ser reconciliada con la verdad objetiva de Dios cuando él contestó la pregunta de Cristo, “¿Queréis iros?” diciendo:
...¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, Y nosotros hemos creído [pepisteukamen, perfecto activo indicativo de pisteuo, que significa hemos creído permanentemente] y hemos conocido [egnokamen, perfecto activo indicativo de ginosko, que significa hemos conocido permanentemente] que tú eres el santo de Dios. — Juan 6:67-69 (traducción)
La mayoría de la gente piensa de la reconciliación solamente como Dios siendo reconciliado con el pecador. Es cierto que Dios es reconciliado con el pecador, pero la persona muerta en delitos y pecados debe tener sus pecados pagados antes que pueda ser reconciliada con Dios.
Como la libertad de la condenación en Romanos 8:1 incluye más que la libertad del juicio de la culpabilidad del pecado, el juicio de pecado en la carne por el creyente personifica más que el juicio legal de pecado en la carne. Las personas involucradas en el conflicto entre el espíritu y la carne deben darse cuenta que el “poder de pecado” así como “la penalidad de pecado” ha sido una vez y para siempre juzgada, y el poder dominante en el creyente es la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús (Rom. 8:1-3). En el mundo natural, la materia no forma la vida; pero la vida forma la materia. En el mundo espiritual, el hombre no forma al Cristiano; pero el Espíritu de Dios forma al Cristiano. La carne se manifiesta a sí misma en las obras de la carne (Gál. 5:16-21; Col. 3:9), confianza en la carne (Fil. 3:4), la religión carnal (Gál. 1:14; 3:3; Fil. 3:4-7), la adoración carnal (Gál. 3:3), el servicio carnal (I Cor. 11:22), y los métodos carnales que son adoptados por aquellos que practican la religión carnal. Pero, el Espíritu de Dios conduce al Cristiano a manifestar el fruto del Espíritu (Gál. 5:22-24).
La doctrina, el andar, y la guerra son inseparables en la vida Cristiana. La Epístola a los Efesios comienza con la elección de Dios, la predestinación, la preordinación, la reconciliación, etcétera; continúa con el andar Cristiano; y concluye con la guerra en la vida Cristiana. Si una persona entiende la doctrina y esta verdad objetiva de Dios ha sido mediada por el Espíritu Santo entre la experiencia de estas verdades con las verdades objetivas mismas, la experiencia de la persona que dice que cree estas cosas armonizará con las verdades objetivas de Dios. Esta es la obra del Espíritu Santo. La obra de fe, el trabajo de amor, y la constancia en la esperanza distinguen a los elegidos de Dios (I Tes. 1:3).
El Espíritu de Dios testifica con el espíritu de cada Cristiano capacitándonos el conocer que somos los hijos de Dios (Rom. 8:14-16). La única manera que podemos conocer cuando somos guiados por el Espíritu de Dios es por conocer el mensaje objetivo de Dios. El mensaje objetivo y el conocimiento subjetivo llegan a ser uno en la regeneración. Antes de su regeneración, Pablo pensó que conoció y entendió la ley, pero no era así. Después de su regeneración, él fue hecho ver por el Espíritu de Dios la espiritualidad de la ley. El Espíritu Santo medió lo que Pablo conoció objetivamente y lo que él experimentó subjetivamente en el camino hacia Damasco. Cuando uno ha sido reconciliado con Jesucristo y después el Espíritu Santo le regenera, él sabe que él y Cristo son uno. Como el resultado de haber sido reconciliado con Cristo, la experiencia del individuo que ha sido regenerado será reconciliado con la verdad objetiva de Dios; y la verdad objetiva de Dios y su experiencia serán uno. La persona regenerada responde a la verdad. Cuando no hay respuesta, no hay Espíritu mediando la regeneración en él.
La fe dada por Dios no está contenta con un entendimiento mal definido y obscuro de cualquier cosa que pertenece a la relación de uno con Dios. De la fe, el Cristiano deriva confianza mediante el mensaje objetivo de Dios; y de la confianza en la palabra de Dios, él se acerca con confianza al trono de la gracia (Heb. 4:16). Tal confianza en acercarse a Dios surge de la seguridad del creyente en lo que la Escritura dice acerca de la verdad fundamental del juicio para la naturaleza de pecado del creyente y sus pecados de naturaleza en la muerte de Cristo. La confianza es el resultado de conocer las cosas siguientes: (1) El fuego del juicio de Dios es encendido por el pecado del hombre. (2) Jesucristo cargó el juicio de Dios en nombre de los elegidos. (3) La palabra de Dios asegura a todos los nacidos del Espíritu que ahora no hay condenación a aquellos en Cristo.
El Hijo de Dios no murió solamente por lo que los elegidos han hecho y no han hecho sino también por lo que éramos en Adán. La ira de Dios debido a ambos nuestra naturaleza pecadora y los pecados de nuestra naturaleza pecadora fue cargada por el Santo que ni tenía pecado ni pecados. Puesto que la ira de Dios se gastó a sí mismo en Cristo Jesús en nombre de los elegidos, somos posicionalmente completos en Cristo. ¡Qué confianza! ¡Qué seguridad! ¡Qué valentía!
La advertencia de Jehú motivó a Josafat hacer alguna compensación por la pérdida que él había causado en Judá. Así, su recuperación de su declinación fue manifestada. Dios no solamente castigó Su Rey rebelde, pero también le encomendó por lo bueno que había hecho. El Rey castigado recibió el regaño y no mal gastó tiempo en poner las cosas en orden. (1) Él designó jueces en todas las ciudades para juzgar no en lugar del hombre sino en lugar de Dios (II Crón. 19:6). (2) Sus juicios iban a ser en el temor del Señor, porque con el Señor “no hay injusticia, ni acepción de personas, ni soborno” (II Crón. 19:7 BLA). (3) Él les encomendó operar “en el temor del SEÑOR, con fidelidad y de todo corazón” (II Crón. 19:9 BLA). (4) Él los advirtió “que no sean culpables delante del SEÑOR, y la ira no venga sobre vosotros ni sobre vuestros hermanos...” (II Crón. 19:10 BLA). (5) Habían distinciones así como también orden en citas del Rey. Primero, las materias espirituales fueron involucradas en la cita del Rey de Amarías (el nombre significa “el dicho de Jehová”) sobre el pueblo en todos los asuntos del Señor (II Crón. 19:11 BLA). Segundo, las materias civiles fueron involucrados en su designación de Zebadías (el nombre significa “dotado por Jehová”) como príncipe de la casa de Judá. Tercero, el Rey designó los levitas como oficiales para ver que las cosas fueran correctamente hechas y las leyes buenas fueran ejecutadas. La expiación del jefe debería ser un macho (Lev. 4:22-26) para mostrar que un jefe o juez debería ser del género masculino. Sin embargo, la ofrenda del pueblo podría ser una cabra (Lev. 4:27-35). Este mismo principio es mantenido en el Nuevo Testamento. Nuestra generación ignora el principio de Dios que pertenece a los sexos, y estamos pagando por esta rebelión. (6) El Rey los exhortó, “Esforzaos, pues, para hacerlo, y Jehová estará con el bueno” (II Crón. 19:11). “Sed valientes y obrad, y sea el SEÑOR con el bueno” (BLA). La palabra hebrea traducida “esforzaos” en la versión Reina Valera y “sed valientes” en la Biblia De Las Américas es chazaq, que significa ser fuerte, firme, impávido, o valeroso. El Septuaginta usa la palabra ischuo, que significa ser capaz, triunfar sobre, o ser fuerte, para traducir la palabra hebrea chazaq.
Poca gente en los círculos religiosos de hoy considera el valor y la necesidad de Cristianos determinados o valientes. Así que, solamente un número pequeño de creyentes son impávidos en su anuncio de la verdad. Estos pocos no son forzados por el temor del hombre a abandonar su propósito en declarar todo el consejo de Dios sin considerar las consecuencias. Por lo tanto, los creyentes que defenderán la verdad completamente y descaradamente son raras. Muchos descuidan tal responsabilidad no porque hacen falta simpatías, sentimientos, e ideas sino simplemente por la falta de coraje para tomar los fosos primeros de la línea donde la lucha verdadera está siendo peleada. Esta falta de coraje es una manifestación de una falta de confianza en lo que ellos realmente creen.
Algunas personas pueden tener valor sin la confianza espiritual. Muchos presumen que están actuando espiritualmente cuando realmente están actuando del prejuicio o sentimientos sentimentales. Tal resolución puede atraer creyentes mal informados, pero pronto es detectado por las personas que han experimentado los principios Bíblicos. Las personas habiendo gustado que el Señor es bueno no pueden permanecer silenciosas:
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que ha sido escrito, Creí, por lo cual hablé; nosotros también estamos creyendo, por esta razón estamos hablando. — II Corintios 4:13 (traducción)
Puede ser dicho que “...el justo está confiado como un león” (Prov. 28:1). Ningún Cristiano ha sido jamás más bravo que Pablo, pero su confianza tenía un otro lado que fue revelado en su amonestación a los ancianos de Efeso: “Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hech. 20:31). Las lágrimas de Pablo no fueron para una exhibición pública o un espectáculo, sino fueron una manifestación de su ternura que es inseparable de la confianza espiritual. A un ministro se le preguntó, “¿Cómo podría estar tan calmado mientras que la gente lloraba cuando predicaba?” Él contestó, “Yo lloré ayer.”
Salomón restringió la declaración proverbial “confiado como un león” a los justos. Así que, la distinción debe ser hecha entre el coraje espiritual y lo natural. El coraje natural es nada más que la auto-confianza, pero el coraje espiritual es la confianza en Cristo. El primero es presuntuoso; el último es la confianza en Dios que no puede fracasar. La auto-confianza no puede perseverar las pruebas y las exposiciones de la vida. La consciencia de Cristo permite al justo decir adiós a la incertidumbre y a la inseguridad, porque está en Jesucristo que da una esperanza que es segura y permanente. El coraje justo es manifestado a través de la Escritura en tales hombres como José, Moisés, Caleb, Josué, David, Elías, Daniel, los tres jóvenes hebreos, Pablo, etcétera. (Véase Heb. 11.)
El grado de coraje depende del nivel espiritual en el que el Cristiano vive. Además, el nivel espiritual es determinado por la doctrinación que uno ha experimentado. ¿Quién puede negar que Pedro se deshonró a sí mismo negando que era uno de los discípulos de Cristo (Juan 18:17, 27)? Pedro hubiera sido humillado por tener ambos su pecado y la restauración predichas. (Ver Luc. 22:31-34.) Pedro fue como un vaso lleno de agua lodosa. Bajo las condiciones normales, el lodo radica en el fondo, y la apariencia del agua parece clara. Sin embargo, bajo las condiciones anormales, el agua es removida, y la condición llega a ser realística. La declaración de auto-confianza de Pedro, “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte” (Luc. 22:33), fue una manifestación de su carne en su mejor tiempo ante los hombres. Sin embargo, cuando él negó que era un discípulo de Cristo, el agua lodosa de su carne manifestó su condición de la vida. No olviden el hecho de la oración de Cristo, “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Luc. 22:32), reveló la posición de Pedro. Nuestra carne seguramente será expuesta. Su infidelidad debe ser llevada a la luz; y a la vez, el quitar del zurrón causa que la fe sea más evidente.
Aunque Pedro, mediante la falta de coraje, mintió acerca de ser un discípulo de Cristo, el Simón cobarde llegó a ser el Pedro valiente en el día de Pentecostés. El deseo de Satanás fue el de hacerle daño, pero el deseo de Cristo por medio del zarandeo de Satanás fue una ganancia espiritual a Pedro. El zarandear del trigo no destruye el núcleo de la vida en el trigo. Aunque había algo de zurrón en Pedro, él no era del todo zurrón.
Aunque Josafat cometió un pecado atroz, la Escritura registra un “pero”:
Pero se ha hallado en ti buenas cosas, por cuanto has quitado de la tierra las imágenes de Asera, y has dispuesto tu corazón para buscar a Dios. — II Crónicas 19:3
Dios distingue un creyente rebelde de un apóstata. Él preserva, castiga, y encomienda al Cristiano. Así, en el juicio, Dios recuerda la misericordia. Josafat quitando las imágenes de Asera refiere a su quitar de los ídolos adorados en los lugares altos. Aún las buenas obras hechas por el pueblo de Dios son hechas por la gracia.
Ezequías (el nombre significa “fortalecido por Jehová”) fue el tercer rey bueno en la genealogía de Cristo (II Rey. 18-20; II Crón. 29-32; Isa. 36-39). Hay más historia registrada acerca de Ezequías que acerca de otros reyes buenos en Judá subsiguiente a la división del reino. Los eventos civiles del reinado de Ezequías son enfatizados sobre su vida religiosa en II Reyes; sin embargo, su vida religiosa es enfatizada sobre su vida secular en II Crónicas. Cada libro demuestra que es independiente de pero complementario al otro. Las dificultades son creadas por las personas presumiendo que los libros deben ser semejantes. Puesto que ambos fueron escritos por un Autor, Dios, fueron escritos para la edificación de Su pueblo.
La vida de Ezequías desafía la supremacía de influencia y circunstancias. Él era hijo bueno de un padre malo, Acaz, cuyo precepto y ejemplo no contribuyeron nada a su moralidad. Acaz apoyó cada forma de paganismo que encontró en la tierra e introdujo variedades nuevos y pecados de otras tierras. Había maldad no solamente en el hogar sino también en el reino del sur. La historia prueba que muchas veces los peores padres dejan tras ellos los mejores hijos. Esto es solamente otra prueba de la soberanía absoluta de Dios. Somos informados que Dios hace una distinción entre personas (I Cor. 4:7). Acaz no podía tomar crédito por el carácter bueno de su hijo, Ezequías. Ezequías no honró las cosas que su padre había hecho; si lo hubiera hecho, él hubiera deshonrado a Dios. El registro dice lo siguiente acerca de Ezequías:
En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no lo sirvió. Hirió también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada. — II Reyes 18:5-8
Ezequías comenzó inmediatamente a restaurar lo que Acaz su padre había destruido. Ezequías ha sido llamado un iconoclasta judío (uno que ataca las creencias queridas, costumbres tradicionales, y las instituciones tradicionales como siendo basados en el error o la superstición — un destructor de imágenes). Por lo tanto, él comenzó por quitar los lugares altos, quebrar las imágenes, y cortar los símbolos de Asera; e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés (II Rey. 18:4). El Rey vio que la serpiente de bronce era nada más que un pedazo de bronce. Así que, él vio que lo que el pueblo consideró un dios y lo adoraba quemando incienso solamente era un pedazo de bronce sin vida e insensato. La serpiente de bronce no fue hecha para un objeto de adoración, sino para un medio de curación. La destrucción de la serpiente de bronce fue de gran descontento para la gente que la adoraba.
La adoración ciega por el pasado frecuentemente llega a ser un obstáculo en el camino del progreso espiritual. Una estima inteligente por el pasado ayuda en la dirección del progreso, pero aferrándose a las costumbres llega a ser un retraso. Lo que ha sido ordenado por Dios para una bendición puede ser mal usado y llegar a ser una maldición. Por ejemplo, las ordenanzas pueden llegar a ser maldiciones si nosotros las adoramos en vez de adorar a quien se refieren. Cada símbolo pierde su importancia y valor si es convertido en un ídolo. La serpiente de bronce no había sido mencionada por aproximadamente 800 años hasta que llegó a ser necesario destruirla por Ezequías. Aunque Dios mandó que la serpiente de bronce fuera hecha y usada, no hay registro de un mandamiento Divino para su preservación, como en el caso de la urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto. Esto demuestra la importancia para el pueblo de Dios en conocer la enseñanza de la Escritura.
Una consideración del registro del propósito para la serpiente de bronce es importante en este punto (Núm. 21). Haciendo la distinción entre el “mirar y vivir” de Números 21:8-9 y el “vivir y mirar” de Ezequiel 16:6-8 es absolutamente imperativo. La serpiente fue levantada en el año cuadragésimo del viaje en el desierto de Israel. Cronológicamente, este evento siguió el sacrificio de la “vaca alazana” de Números 19, la provisión de Dios para la carne durante el viaje en el desierto. Aquellos que vivían por mirar a la serpiente de bronce vivieron en referencia a entrar en Canaán, la posesión prometida. No hay el mirar en Ezequiel 16:6, porque allí el vivir es por la voz de Dios que es la regeneración. Sin embargo, el mirar en Números 21:8-9 es la conversión porque Jesucristo ha de ser levantado para efectuar una experiencia verdadera de la conversión. La vida eterna es afuera de la vida de la carne. El tipo en Números 21 enseña que la carne de pecado ha sido condenada (Rom. 8:3). La vida involucra el don del Espíritu Santo (Rom. 8:10). Por lo tanto, por el Espíritu el creyente hace morir las obras de la carne (Rom. 8:13) por mirar a lo que la serpiente de bronce simboliza.
La causa por la orden de Dios de hacer la serpiente de bronce fue doble: (1) el pecado por el lado del hombre y (2) la gracia por el lado de Dios. La mordida de la serpiente era la convicción Divina en los israelitas de lo que la carne verdaderamente es en la fuente de su ser. Dios está determinado en traer a Su pueblo para juzgar la raíz de la carne. La mordida de la serpiente trajo una experiencia de conversión en las vidas de los israelitas mordidos quienes fueron sanados. Cristo no usó la analogía de la serpiente de bronce con Nicodemo (Juan 3:14-16) para enseñar cómo una persona es regenerada (Juan 3:8). La conversión no viene en la misma manera como la regeneración. El pecador es pasivo en la regeneración, pero él es activo en la conversión. La regeneración es el movimiento de Dios hacia el pecador, y la conversión es el movimiento del pecador vivificado hacia Dios. La serpiente de bronce fue llevada por los israelitas a la tierra de Canaán, no por mandamiento de Dios; y llegó a ser el objeto de idolatría que Ezequías destruyó.
Los Cristianos en cualquier siglo deben cuidarse de los usos y los abusos de la historia de la “iglesia”. El progreso en la vida Cristiana puede ser impedido mucho por romancear o haciendo absoluta la historia de la “iglesia”. Romancear el pasado significa darle una calidad que no posee. Los Cristianos deben ser agradecidos con Dios por Sus servidores del pasado que hicieron una contribución a la causa de Cristo; pero puesto que los Cristianos son imperfectos, sus logros no pueden ser observados como perfectos. Haciendo absoluto el pasado es observar algún período en el pasado como una norma para todo el tiempo. Tan importante como fue la reforma, nunca debería ser considerada como la norma para todo el tiempo. Aunque los puritanos tuvieron mucho de la verdad, nunca deben tomar la precedencia sobre las Escrituras que son la verdad absoluta de Dios establecida en el cielo antes de la fundación del mundo. Una historia falible de la “iglesia” nunca debe tomar el lugar de las Escrituras infalibles.
Ezequías era un Rey franco que llamó a las cosas por sus nombres correctos. Él llamó la serpiente de bronce Nehustán, que significa “un pedazo de bronce.” Mientras que muchos observaron la serpiente de bronce como algún tipo de dios por quemar incienso a ella, Ezequías la reconoció como un ídolo que debe ser destruido. Muchos religiosos presumen que las ordenanzas del bautismo y la cena del Señor son medios para entrar en Cristo Jesús y entrar Cristo en ellos. Que Dios nos de el coraje de hacer como hizo Ezequías y llamar las cosas por sus nombres correctos. Hacer de las ordenanzas los medios para obtener la salvación es hacer ídolos de los símbolos ordenados para retratar la salvación. Las ordenanzas pueden llegar a ser maldiciones si nosotros las adoramos en vez de a Aquel a quienes ellas revelan. Los símbolos pierden su importancia y valor si ellos son convertidos en ídolos.
Ezequías demostró que él era un hombre de acción no solamente por condenar sino también por destruir todos los ídolos. No como las ordenanzas de la asamblea de Cristo, Ezequías podría destruir a los ídolos, que incluyeron la serpiente de bronce, porque no había ningún mandamiento de Dios para su preservación. Las ordenanzas del tabernáculo, sacerdocio, y los sacrificios ya han servido su propósito. Por lo tanto, los Cristianos se han movido de los símbolos para aceptar la sustancia. (Véase Hebreos 10.)
Todo lo que rodeaba a Ezequías fue sumamente desfavorable (II Crón. 29); por lo tanto, el carácter de su obra merece atención especial. Su padre malo había corrompido no solamente a la corte sino también cerró la puerta a la casa de Dios. Sabiendo que la causa del problema de Judá fue la impiedad, Ezequías inmediatamente comenzó a poner las cosas en orden. (1) Su obra comenzó en el primer día del primer mes del primer año de su reinado (II Crón. 29:3, 17).(2) Él abrió las puertas de la casa de Jehová y las reparó (II Crón. 29:3). La reverencia para Dios está en la fundación de todo lo que es confiable en el carácter privado y perdurable en el orden público. (3) La obra fue de una naturaleza positiva. No se dirigió a sí mismo principalmente a la destrucción de los emblemas de la idolatría, sino al trabajo de reconsagrar el templo (II Crón. 29:3-19). (4) Medidas extremas fueron adoptadas en el trabajo (II Crón. 31:1). Ezequías fue más allá en destruir a los ídolos que Asa o Josafat porque él no quiso ningunos gérmenes restantes de la idolatría en Judá. (5) El trabajo incluyó poner las cosas en orden (II Crón. 29:4, 5, 20, 28). Él comenzó con los sacerdotes; después los levitas, y después con los principales de la ciudad. (6) El trabajo requirió la santificación (II Crón. 29:5, 15, 16, 31), que fue más allá que los ritos legales y externos para incluir el arrepentimiento, la fe, la obediencia, y adaptándose a sí mismos para sus servicios respectivos. (7) El trabajo de Ezequías tuvo un principio bueno. Él era correcto en la vida (II Crón. 29:2), puntual en la acción (II Crón. 29:3, 20), y santo en la influencia (II Crón. 29:5). (8) Su trabajo incluyó la confesión triste que el Señor había sido abandonado (II Crón. 29:6); la casa del Señor había sido abandonada (II Crón. 29:7); y la ira de Dios había sido incurrida (II Crón. 29:8). (9) Su trabajo contenía una apelación sabia porque él deseó hacer un pacto con el Señor (II Crón. 29:10), evitar la ira de Dios (II Crón. 29:10), y desempeñar su deber (II Crón. 29:11).
No debemos concluir nuestra consideración de Ezequías sin observar su pecado antes de su muerte. Después que el Señor salvó a Ezequías y los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, el rey de los asirios, muchos trajeron regalos a Ezequías. Así, él fue enaltecido ante los ojos de todas las naciones. Él llegó a enfermar mortalmente y oró al Señor. El Señor le dio una señal, pero Ezequías fracasó en reconocer el beneficio que recibió porque su corazón fue enorgullecido. Por lo tanto, la ira del Señor vino contra él, Judá, y Jerusalén (II Crón. 32:22-25). Ezequías fue muy rico (vers. 27-30). Si hubiera permanecido cerca al Señor, él hubiera hablado a los mensajeros de Babilonia de las riquezas inescrutables de Dios y no de sus propios tesoros inservibles de plata y oro (vers. 31).
Pero Ezequías, después de haberse enaltecido su corazón, se humilló, él y los moradores de Jerusalén; y no vino sobre ellos la ira de Jehová en los días de Ezequías. Y tuvo Ezequías riquezas y gloria, muchas en gran manera.... — II Crónicas 32:26, 27
La bondad genuina no desea registro ni recuerdo. Dios dejó a Ezequías para probarlo para que el Rey pudiera conocer todo lo que estaba en su corazón (II Crón. 32:31). Esta prueba, como todas las pruebas en la vida del pueblo de Dios, fue para que el Rey pudiera descubrir por sí mismo y otros lo que realmente era en sí mismo.
Josías fue el último de los reyes buenos de Judá en ser nombrado en la genealogía de Jesucristo (Mat. 1:10, 11). Su nombre significa “mantenido por Jehová.” Este último Rey bueno fue profetizado unos 300 años antes de su nacimiento (I Rey. 13:2). Él tenía ocho años cuando comenzó a reinar. Los puntos altos en su vida fueron su conversión a la edad de 16, encontrando el libro de la ley que se había perdido, y la reforma de Judá.
En el octavo año de su reinado, Josías comenzó a buscar al Dios de David (II Crón. 34:3). Su deseo de buscar al Señor fue igual a la iluminación espiritual. El Salmista dijo, “De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegaremos todos nuestros días” (Sal. 90:14). En buscar al Señor temprano, Josías salió del camino del mundo, los deseos carnales de la juventud, las vanidades de las imaginaciones, los amigos falsos, y los consejeros malos. La satisfacción es el grito de la humanidad, pero solo la misericordia de Dios puede dar la gratificación duradera. La realización de la misericordia Divina es un eslabón en la cadena de las bendiciones que comenzó en el propósito eterno de Dios y se extiende mediante los ciclos incesantes de la eternidad.
Él ha hecho todo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus corazones, de modo que el hombre no descubra la obra que Dios ha hecho desde el principio y hasta el fin. — Eclesiastés 3:11 (BLA)
Después de la conversión de Josías y con antes al descubrimiento del libro de la ley, él comenzó a purgar a Judá y a Jerusalén de la idolatría. Seis años luego el libro de la ley fue encontrado, y él aprendió del libro cuan defectuoso había sido su purgatorio. Por lo tanto, él procedió a una limpieza que sería según la Escritura más bien que una que encontró la aprobación de las tradiciones o su conciencia no informada. La conciencia es revelada en la Escritura como necesitando la asistencia de la verdad objetiva para desarrollarla. Por lo tanto, en la regeneración se escribe la verdad objetiva en el nuevo corazón como un poder para dominar y transformar. Así que la luz de la conciencia convencida de Josías le condujo para descubrir la ley revelada de Dios. “Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al SEÑOR...” (Os. 6:3 BLA).
Lo que parece ser una discrepancia entre II Reyes 23 y II Crónicas 34 desaparece cuando uno se da cuenta que había una restauración parcial antes que el libro de la ley fue encontrado. Encontrar el libro de la ley dio a Josías una base nueva para su fe y coraje. El conocimiento de la ley de Dios engrandece el concepto de deber. Los resultados de la ley de Dios siendo perdida fueron como sigue: (1) El conocimiento de la verdad fue perdido. Debe de haber una norma objetiva de la verdad. Sin ella, todos hacen lo que bien les parece. (2) No había adoración verdadera de Dios aparte de Su palabra: “Dios es espíritu, y los que están adorando deben adorar en espíritu y verdad” (Juan 4:24 — traducción). (3) Los servicios del templo cesaron. (4) El santuario fue contaminado. (5) La religión falsa entró como una inundación. La tierra fue llena de ídolos. (6) Crímenes de violencia y los actos de opresión abundaron. Donde no hay temor de Dios, hay odio para los hombres. (7) La inmoralidad era desenfrenada.
Los siguientes son los resultados de encontrar la ley de Dios: (1) La religión falsa fue destruida. (Véase Gál. 1:6-9; 5:12.) (2) El pueblo se arrepintió y volvió a Dios. (3) La verdad fue aprendida. (4) El templo fue embellecido y abierto para el servicio. (5) Una medida de misericordia fue experimentada. (6) La verdad pasó a otros siglos. (7) El servicio en el templo no fue más en vano.
Las siguientes son maneras en que la importancia de la verdad Divina es vista: (1) Si estamos necesitando el avivamiento, “Tu palabra me ha vivificado” (Sal. 119:50 BLA). (2) Si vamos a crecer, “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (I Ped. 2:2). (3) Si vamos a ser alimentados, “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3). (4) Si nuestras almas son alumbradas, “La exposición de tus palabras alumbra” (Sal. 119:130). (5) Si nuestros corazones son consolados, han de ser consolados “por la paciencia y la consolación de las Escrituras” (Rom. 15:4). (6) Si somos renovados, somos renovados “hasta el conocimiento pleno” (Col. 3:10). (7) Si vamos a ser establecidos, es Dios que “confirme en toda buena palabra y obra” (II Tes. 2:17). (8) Si vamos a ser vencedores, vencemos “de la palabra del testimonio de ellos” (Apoc. 12:11).
No fue una simple coincidencia que Hilcías, el sacerdote, halló el “libro de la ley de Jehová” (II Crón. 34:14) porque el sacerdote estaba ocupado tratando de poner las cosas en orden (II Rey. 22:3-14). La ley de Dios puede ser perdida en el hogar o en el lugar de la asamblea aunque una copia puede ser encontrada allí. Así que, la Biblia es un libro perdido a aquellos que la descuidan, no la creen, o desobedecen a Dios.
Tan pronto que una persona ha sido vivificada por el Espíritu de Dios, él realiza la importancia de la palabra de Dios en preservar su salvación. Pablo encomendó a los ancianos de Efeso “a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hech. 20:32). Ambos el Dios de la palabra y la palabra de Dios son identificadas en este pasaje. Poniendo la palabra escrita sobre el mismo nivel con el Verbo encarnado, el Ser Divino, no es apropiado porque esto disminuiría la gloria del Ser Divino. Sin embargo, la palabra escrita, que es la espada del Espíritu (Ef. 6:17), tiene poder para realizar una gran obra, la conversión y la santificación progresiva de aquel que ha sido engendrado de Dios.
La piedad de Josías fue demostrada por tener un corazón tierno:
Por cuanto...tu corazón se conmovió, y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus moradores, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia, yo también te he oído, dice Jehová. He aquí que te recogeré con tus padres, y serás recogido en tu sepulcro en paz.... — II Crónicas 34:26, 27, 28
Puesto que todos por naturaleza tienen los corazones pedregosos, todas las amenazas en el mundo no servirán para nada. El corazón debe ser obrado por el poder de Dios a fin de llegar a ser tierno. Uno con un corazón tierno desea conocer la voluntad de Dios. Así que, un corazón tierno implica la prontitud de uno para las cosas espirituales, una disposición para obedecer la verdad revelada, y el deseo de hacer las cosas de Dios su negocio principal.
Las grandes cosas en la vida de Josías han sido observadas, pero el pecado fue mostrado en su vida cuando él “no atendió a las palabras de Necao, que eran de boca de Dios” (II Crón. 35:22). El Rey bueno “se disfrazó”; esto es, él se vistió falsamente. Disfrazarse uno mismo significa emprender algo que contradice el carácter de uno por el vestido, discurso, o manera de vida. Nuestros corazones son tan engañosos que mientras nos gloriamos en nuestra sumisión a las Escrituras podemos, como Josías, rehusar un mensaje de Dios por un mensajero pagano.
Necao, el rey de Egipto, mató a Josías en Meguido. Egipto permaneció en el poder dominante hasta el cuarto año de Joacim, y en este año Nabucodonosor derrotó a Necao. Después de la muerte de Josías, toda Judá y Jerusalén lamentó su muerte. Aunque Josías murió a la edad de 39, la longitud de su vida no determinó su utilidad.
Seguramente hay una advertencia para el pueblo de Dios en general en los pecados de los cuatro Reyes buenos mencionados en la genealogía de Cristo. El pecado de Asa fue confiar en el Rey de Siria y no en Dios. Josafat unió afinidad con el malo Acab. Ezequías buscó su propia gloria en preferencia al honor a Dios. Josías rehusó un mensaje de Dios por un Rey pagano. Los pecados de estos Reyes buenos no fueron registrados para que los emulemos sino como una advertencia.
La declinación espiritual continuaba en Judá, y el pueblo fue conducido al cautiverio babilónico mientras Joacim, el nieto de Josías, reinó (II Rey. 24:8-16). Dios hizo que Judá fuera llevado al cautiverio a causa de su pecado:
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia. — Jeremías 29:4
El pecado fue tan grande que indujo a un Dios amante causar a Su pueblo escogido ser llevado al cautiverio babilónico por setenta años. (Véase Deut. 31:17, 18.) El Señor había requerido a Israel observar cada séptimo año como una temporada de reposo sabático. Este mandato había sido prácticamente ignorado por cuatrocientos noventa años. Setenta años sabáticos habían sido profanados; así que, setenta años de cautiverio en Babilonia fue el castigo de Israel. El propósito del cautiverio no fue solamente para castigar sino también para reformar. El pueblo de Dios cosecha lo que siembra. El cautiverio enseñó a Judá lo que significó estar sin el santuario, estar privado de las Escrituras, y ser gobernado civilmente por los paganos.
Babilonia representa el sistema presente de la religión a la que muchos del pueblo de Dios ha sido afectado y al que muchos rinden servicio. En cualquier tiempo que los Cristianos toman parte en un servicio no ordenado por el Espíritu de Dios, ellos están en el cautiverio espiritual. Es imposible para Babilonia religiosa, que está bajo el maligno (I Jn. 5:19), y los Cristianos tomar terreno común ante Dios en la adoración y en el servicio. El carácter celestial del pueblo de Dios no puede ser conocido por un sistema terrenal. El Señorío de Jesucristo no puede ser aceptado por un poder totalitario de este sistema mundial. Los santos de Dios no pueden servir a Dios en un sistema que no reconoce nada más que la carne.
Aunque Israel como una nación estaba sobre un camino descendente, Dios propuso el regreso de un remanente. Se había profetizado, y Dios lo proveyó por Sus maneras en el gobierno. (Véase Jer. 25; 29.) El pueblo de Dios, los israelitas, fueron lanzados afuera pero no totalmente lanzados. El cautiverio fue el juicio de Dios sobre Su pueblo por sus pecados, pero era el juicio templado con la misericordia. El pueblo del pacto de Dios no son inmunizados contra pecar o ser castigados por sus pecados. La responsabilidad siempre acompaña el privilegio.
8
UN CORTO AVIVAMIENTO BAJO ZOROBABEL
Zorobabel fue el siervo escogido de Dios para volver el remanente a Jerusalén para reedificar el templo (Hag. 2:23; Esd. 5:1, 2; Zac. 4:1-10). El regreso del remanente fue en cumplimiento de una profecía dada por Isaías aproximadamente dos cientos años antes (Isa. 44:12-28). El Señor dirigió personalmente a Ciro (Isa. 45). Cuando Babilonia cayó, el reino fue reemplazado por los persas. El nombre Ciro fue la designación pérsica para el sol (Isa. 45:6). El Señor reafirmó a Ciro que Él era Jehová y que Él le había equipado para este trabajo particular en este tiempo particular, cuando Ciro no Le conoció (Isa. 45:5).
El Rey pérsico representa un aspecto de poder mundial que Dios domina y usa para el beneficio de Su pueblo. Ciro fue escogido antes que naciera con el propósito de liberar el remanente después de sus setenta años de cautiverio para que el remanente pudiera volver para reedificar el templo. (Véase Isa. 41:2; 44:28; 45:1-5; 48:14.) El gobierno de Ciro sobre Babilonia no fue por accidente. “Como los repartimientos de las aguas, Así está el corazón del rey en la mano de Jehová” (Prov. 21:1). Así que, las libertades o los cautiverios del pueblo de Dios no son accidentales. Ellos son los resultados del escogimiento de Dios.
Cuando el remanente regresó bajo el liderazgo de Zorobabel, Dios no había pensado establecer algo nuevo. Por lo tanto, la lección para el pueblo de Dios en cada edad es que Dios quiere que Su pueblo vuelva a Sus pensamientos originales. Los pensamientos de Dios no son los pensamientos del hombre, y Sus caminos no son los nuestros (Isa. 55:8). Los utensilios del tabernáculo que estaban fuera de sus lugares Divinamente designados no fueron una bendición al pueblo. Ellos deben ser devueltos. No solamente la gente tenía que volver a sus lugares Divinamente designados sino que todos los servicios del templo tenían que ser restaurados a sus lugares Divinamente designados. Para la aplicación de este principio, el creyente debe estudiar Hechos 2:37-47, I Corintios 12:1-31, y Efesios 4:1-16.
El reedificar del templo no fue sin oposición. Tan pronto que la obra comenzaba los adversarios de Judá y Benjamín dijeron, “Edificaremos con vosotros” (Esd. 4:2). Cuando Dios abre una puerta, hay adversarios (I Cor. 16:9). La negación de los adversarios por el remanente los causó manifestar sus colores verdaderos. Ellos fueron “el pueblo de la tierra” (Esd. 4:4). Así que, los consejeros fueron contratados por el pueblo de la tierra contra los judíos. Cada esfuerzo fue hecho para frustrar el propósito de los exilados que regresaron. El pueblo de Dios es responsable por dejar “el pueblo de la tierra” saber que no tienen nada que ver con la edificación de la casa de Dios (Esd. 4:3). Sin embargo, los esfuerzos de los adversarios de Israel no fueron disuadidos. Cuando nuestros enemigos no nos pueden doblar a sus deseos y metas por las pretensiones plausibles, ellos alteran su táctica a la oposición inescrupulosa en formas diversas. Cartas fueron escritas contra Jerusalén. Los judíos fueron acusados de edificar la ciudad rebelde y mala (Esd. 4:12). Esto asustó a los judíos, y ellos dejaron de trabajar por quince años. El celo del pueblo por el santuario de Dios creció frío durante la larga espera. Ellos miraron sobre la obra no terminada y dijeron, “No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada” (Hag. 1:2).
La oposición en sí nunca ha impedido la obra del Señor. El interés que disminuye por el pueblo de Dios es el impedimento. Según Hageo, el trabajo cesó porque no fue más el interés principal del pueblo. Cuando el interés principal de Dios llega a ser nuestro, las cosas van bien; pero cuando este interés cesa, alguna forma de auto-consideración se manifiesta. Esta misma cosa causó a Pablo escribir como lo hizo a la asamblea en Filipos: “Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Fil. 2:21). Hageo dio una descripción vívida de esta auto-centralidad en su profecía.
Según Esdras 5:1, Hageo y Zacarías estaban entre los primeros exilados para volver a Jerusalén. Nada acerca de Hageo es conocido más allá del hecho de que él era un profeta que trabajaba conjuntamente con Zacarías. Hageo comenzó a profetizar dos meses antes de Zacarías, y su profecía continuó por tres meses y veinticuatro días. Pero, las profecías de Zacarías continuaron tres años. El nombre Hageo significa “mis fiestas,” significando el anticipo del regreso del remanente del cautiverio babilónico. Hageo profirió cuatro profecías cortas. Cada mensaje comenzó con “...vino palabra de Jehová” (Hag. 1:1; 2:1, 10, 20). El tema de la profecía de Hageo era el templo. Él quería mostrar al remanente que el haber descuidado a la casa de Dios fue negligencia para con Dios. Si realmente había pensado en Dios, Su casa hubiera sido su interés primario. Esta era la carga del primer mensaje del profeta en el capítulo uno.
Esta profecía por Hageo produjo el efecto deseado. El pueblo se levantó para continuar su trabajo de reedificar el templo. Hageo los exhortó a ser fuertes y edificar porque el Señor estaba con ellos (Hag. 2:1-9). Esta segunda profecía vino un mes después que el desánimo parecía vencerlos. Dos meses luego el profeta mostró al remanente que los sacrificios, aún santos en sí mismos, no pueden santificar la desobediencia y la auto-voluntad (Hag. 2:10-19). Lo que es santo no puede santificar al no santo, pero lo que es inmundo contamina lo que es santo — la lección principal de este mensaje fue para revelar esto a ellos. Hageo mostró que la guerra continuaría hasta el segundo advenimiento del gran Rey de Israel (Hag. 2:20-23). El profeta tenía algo decir a Zorobabel en el mismo día que dio su tercer mensaje. El mensaje dirigido a Zorobabel concernió al Mesías, de quien Zorobabel era un tipo.
El tema del primer mensaje de Hageo fue la responsabilidad. La responsabilidad descuidada incurre el castigo. Por lo tanto, la misión de Hageo era para urgir a los judíos a cumplir su trabajo obligatorio. El pueblo reconoció que el trabajo fue necesario, pero ellos dijeron que no había llegado aún el tiempo para reedificar la casa de Jehová (Hag. 1:2). ¿Cómo sabía que el tiempo no había llegado? ¿Fueron los jueces del tiempo? ¿Se les había dado la libertad para volver a Jerusalén para edificar sus propias casas antes de reedificar la casa de Dios? ¿Habían de proveer para la carne antes de proveer para el alma? Aquí hay un ejemplo clásico de cómo la gente puede ser ortodoxa pero desobediente. Así que, la corrección de la opinión y la incorrección de la conducta puede coexistir en el mismo pueblo. El posponer es una negación por la conducta de lo que el intelecto afirma. La causa de Dios sufre más de sus amigos profesores que de sus enemigos declarados. Mientras que los judíos tomaron cuidado de sí mismos y sus propios intereses, el edificar del templo fue descuidado. El pecado es esencialmente egoísta. Puesto que los judíos no tenían el coraje de no permitir lo que dijo Dios, lo reconocieron; pero dijeron, “No ha llegado aún el tiempo....”
Hageo buscó avergonzar al pueblo por hacer una pregunta profunda: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” (Hag. 1:4). Él les pidió considerar bien sus caminos (Hag. 1:5, 7 BLA). La consideración es la operación de la mente a fin de traer una reforma de vida. Es igual a “examinásemos a nosotros mismos” (I Cor. 11:31). Poco puede ser aprendido en la vida sin la consideración profunda. La consideración no es igual que la meditación, que es la operación continua de la mente de aquellos que han sido avivados por la contemplación. La persona avivada medita en la ley de Dios de día y de noche (Sal. 1:2). Los judíos tenían dificultades exteriores de las circunstancias; pero su impedimento principal fue sus intereses personales, como Hageo 1:6 revela. El dinero había sido desviado del trabajo de Dios al uso personal, que resultó en una sequía espiritual.
En Hageo 1:6, la inversión mala por el pueblo de Dios fue revelada por Hageo en una manera quíntuple:
1. Habían sembrado mucho pero recogieron poco: “Sembráis mucho, y recogéis poco.” La siembra de Israel era para sí mismos; por lo tanto, nada espiritual podría ser esperado. Puede haber mucha actividad pero no fruto. Cuando la casa de Dios se descuida, no fruto puede ser esperado porque la asamblea de Jesucristo ha sido designada para la propagación de la palabra de Dios.
2. Ellos comieron pero no fueron satisfechos: “Coméis, y no os saciáis.” Hay un tipo de comida que no da satisfacción. Bastante mucho del pueblo de Dios ha desarrollado desnutrición espiritual por ser alimentado el alimento malo por los predicadores designados por los hombres. Otros han comido deliberadamente el alimento malo cuando el mejor alimento era disponible.
3. Bebieron pero no fueron llenados por la bebida espiritual: “Bebéis, y no quedáis satisfechos.” Hay una bebida que no añade nada al hombre espiritual. Las bebidas artificiales nunca pueden tomar el lugar del río de Dios. El Salmista dijo, “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo...” (Sal. 42:1, 2). La persona espiritualmente sedienta puede encontrar satisfacción por ir directamente al soberano Señor para el mejor vino (Juan 2:10).
4. Ellos se vistieron a sí mismos pero no fueron suficientemente calentados: “Os vestís, y no os calentáis.” Uno puede vestirse con cosas que no dan calor al alma. Muchos piensan que admirar y discutir acerca de los vestidos celestiales es bueno, pero ser vestido con ellos es innecesario. La moda del mundo religioso está poniendo la moda para la asamblea de Cristo. Así que, muchos creyentes inadecuadamente adornados ante Dios aparecen adecuadamente adornados ante los ojos del mundo religioso.
5. Ganaron jornales pero no los gastaron sabiamente: “y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.” El único saco sin hoyos es la voluntad de Dios. Mientras trabajando para su gratificación temporal, los judíos no se dieron cuenta que Dios enviaría una sequía sobre su tierra, cosechas, bestias, y el trabajo de sus manos (Hag. 1:11). Ellos supieron cómo ganar dinero pero no supieron cómo cuidarlo. La mitad de la batalla de la vida es ganar dinero, y la otra mitad es cuidarlo. Los judíos habían buscado para mucho, pero hallaron poco (Hag. 1:9). Su pecado de preferir sus propios intereses antes de los intereses de Dios causó sus sequías físicas y espirituales.
Hageo registró el mensaje de Dios al remanente de Israel antes de la primera venida de Cristo, y la carta a los de Laodicea (Apoc. 3) registra el mensaje de Dios al remanente del pueblo de Dios antes de la segunda venida de Cristo. Hageo dijo a Israel que la sequía que experimentaron vino a causa de su negligencia. Sus comentarios produjeron el efecto deseado. El pueblo se levantó y comenzó a trabajar a reedificar el templo que había sido interrumpido por quince años por los enemigos alrededor de Israel (Esd. 1-4). Siempre habrá oposición exterior, pero la oposición exterior no es tan mala como el desinterés interior. Viviendo en nuestras propias cosas conduce al descontento y la pobreza espiritual.
Hageo profetizó en un período de transición. El regreso de los cautivos a Jerusalén fue el amanecer en una noche muy obscura y tormentosa. Ellos habían estado en el cautiverio babilónico sin un santuario, sin oír la palabra de Dios, y bajo el dominio de paganos por setenta años. Aunque esto fue un tiempo de obscuridad, la hora más obscura espiritualmente y físicamente es antes del amanecer. Como la hora más obscura de Israel precedió la primera venida de Jesucristo, la hora más obscura del Cristiano precede la segunda venida de Jesucristo. Por lo tanto, como Hageo, hemos de sostener la palabra de vida si la gente oye o no oye. No importa cuan oscura sea la hora, la senda de los Cristianos brilla como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto (Prov. 4:18).
El segundo mensaje de Hageo fue uno de ánimo (Hag. 2:1-9). Él había reprendido severamente al remanente en el primer mensaje. La recuperación del cautiverio fue lenta y dolorosa. El remanente era débil y despreciado. Ellos fueron opuestos por los samaritanos y descreditados en la corte pérsica. La auto-justificación es fácil cuando uno es ávido en retroceder del deber que parece, desde el punto de vista del hombre, imposible realizar. Mirando a las circunstancias más bien que al Dios de las circunstancias desanimará al pueblo de Dios en cualquier tiempo. El éxito no descansa en el pueblo de Dios sino en su Dios.
El pasado glorioso nunca es desdeñado, pero hay un futuro para inspirar el pueblo de Dios. Hageo preguntó:
¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos? — Hageo 2:3
Hay un pasado que humilla el presente.
Israel tenía un pasado glorioso a pesar de sus pecados. Había sido redimido de la esclavitud egipcia. Había sido liberado con poder a través del Mar Rojo. Había experimentado provisión en sus jornadas en el desierto. Disfrutó la victoria dada por Dios en la tierra de Canaán. No obstante, Dios no observa el pasado como el fin de Sus manifestaciones. El pasado con Israel fue una memoria, y el futuro era un sueño.
El futuro que inspira el presente es la consumación de todas las cosas en el reino. Porque hemos visto grandeza, veremos gloria. Así que, el futuro será más que un sueño. Como esperamos el reino, deberíamos ser fuertes porque el Señor prometió estar con nosotros. Él está con nosotros en la aceptación y en la asistencia. Referencia es hecha en Hageo 2:4 no solamente al Dios de pacto sino también al Espíritu Santo que queda con nosotros y permaneció con los israelitas. Jesucristo prometió a los discípulos que Él enviaría el Consolador que nunca nos deja ni nos desampará sino que está con nosotros para siempre (Juan 14:16).
La Trinidad en la unidad es retratada en Hageo 2:5. El Ángel de Jehová apareció a Moisés en una llama de fuego en medio de una zarza ardiente para dar la palabra de Dios a Moisés en cuanto a la liberación de Israel del Egipto (Ex. 3). Cristo es llamado el mensajero (ángel) del Señor (Mal. 3:1). Así que, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo estaban con Israel y están con los hijos de Dios hoy en día. El creyente no debe tener temor porque él tiene a Dios en Cristo por el Espíritu Santo: “Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Ef. 2:18).
La profecía de Hageo en Hageo 2:6-9, como la de otras profecías del Antiguo Testamento, profetizó de la primera venida del Mesías sin hacer distinción entre Su primera y segunda venidas. El Señor habló de “aquí a poco” cuando hará temblar los cielos (Hag. 2:6). Aquí a poco a Dios es un tiempo largo para nosotros: “...con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (II Ped. 3:8). A veces la ayuda de Dios parece larga en venir porque somos de corta respiración y de corta vista. Los judíos encontraron por la experiencia que el despojo de sus mercaderías los causó ejercer la paciencia que necesitaron, pero esperando por el cumplimiento de la promesa de Dios requirió más que la paciencia ordinaria. Requirió la paciencia dada por Dios.
El tiempo del gran conmovimiento es explicado en los versículos siguientes en Hebreos:
La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden la inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. — Hebreos 12:26-29
Este gran conmovimiento no será el resultado de la predicación del evangelio del Señor Jesús. Será cuando Jesucristo entre en Persona como Rey de reyes y Señor de señores. Va más allá de la dispensación del evangelio a la segunda venida de nuestro Señor. El Señor dijo, “Haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Hag. 2:7). El deseado de todas las naciones será Cristo. Cristo no es presentemente el deseado de todas las naciones. El tiempo en que Cristo será el deseado de todas las naciones ocurrirá cuando los reinos de este mundo vendrán a ser el reino de nuestro Señor y de Su Cristo (Apoc. 11:15). Así que, Jesucristo es no solamente el Libertador sino que Él también traerá las cosas deseadas por todas las naciones— paz, salud, abundancia, y felicidad. La gloria moral de Dios en el templo en la primera venida aquí se sobrepasa y Su aparición en la gloria es predicha. Él entonces llenará manifestamente la casa con la gloria. El Espíritu señaló la excelencia de esa gloria más bien que la gloria material (Hag. 2:8, 9). Aunque las calles de Jerusalén serán de oro (Apoc. 21), la gloria espiritual que llenará la casa sobre excederá. La ausencia de metales preciosos de la primera casa hizo al pueblo avergonzado de aquella casa. Pero fueron asegurados de que su última gloria sería mayor que su primera, y que también sería la habitación del Príncipe de paz.
El tercer mensaje del profeta mostró que los sacrificios, aún santos en sí mismos, no pueden santificar la desobediencia y la auto-voluntad (Hag. 2:10-19). La gente que había descuidado a Jehová había llegado a ser profana. Lo que es santo no puede santificar las cosas profanas. Por otra parte, una cosa inmunda puede contaminar lo que es santo. La presencia del mal destruye la santidad simplemente por su presencia, a menos que la santidad sea la naturaleza de Dios. La santidad de Dios excluye todo lo que es contrario a ella. Simplemente la santidad ceremoniosa no puede impartir virtud a nuestras acciones en la vida diaria ni rendir nuestros esfuerzos en el servicio de Dios aceptables. Hageo concluyó con el pensamiento que cuando el corazón es recto, el castigo cesará y la bendición comenzará.
Dios tenía un mensaje mediante Hageo para Zorobabel en Hageo 2:20-23. Dios propuso magnificar a Cristo, de quien Zorobabel fue un tipo. En el versículo 23, cinco cosas de importancia son incluidas en el mensaje: (1) el tiempo determinado — “En aquel día”; (2) la persona para ser avanzada — “siervo mío”; (3) el Autor del avanzamiento — “te tomaré”; (4) la base y razón — “porque yo te escogí”; (5) la ratificación de la promesa — “Y te pondré como anillo de sellar.” La promesa fue sellada con el sello del Dios viviente. Observen el contraste entre este sello y lo de Jeremías 22:24 — “Vivo yo, dice Jehová, que si Conías hijo de Joacim rey de Judá fuera anillo en mi mano derecha, aun de allí te arrancaría.” Dios rechazó a Jeconías (Conías); pero en Jesucristo, el Hijo mayor de David, y Zorobabel, el sello de Dios será impresionado sobre todas las naciones en Su manera y voluntad perfecta.
En la providencia de Dios, el remanente de los judíos habían sido dados libertad para volver a Jerusalén para reedificar el templo. Sin embargo, el templo reedificado no tenía la gloria del primero: (1) No había rey en Jerusalén. (2) La desobediencia de Israel fue sentida en todo. Los tiempos de los gentiles habían comenzado ya con Nabucodonosor y no serían completados hasta la perfección del reino bajo el gobierno justo del Mesías, el Señor Jesucristo. Mientras manteniendo la fe del remanente por Su misericordia, Dios fue más allá en Su profecía. Puesto que Dios no se manifestaría a Sí Mismo como lo hizo en tiempos pasados a causa de la desobediencia de Israel, el tiempo vendría para Su intervención por Su propio poder en el reino. Como Israel busca la perfección del reino, la asamblea de Cristo está buscando el cumplimiento de la esposa quien heredará el reino.
9
Alguna atención debería ser dada a las discrepancias supuestas en la segunda sección de la genealogía de Cristo registrada en el primer capítulo de Mateo. Hay poco acuerdo entre los eruditos en cuanto a las generaciones, cómo deben ser divididas, y cómo armonizar las discrepancias. Algunos han sugerido que los registros genealógicos fueron destruidos en el año 70 D.C.; pero si esto fuera cierto, no tendría efecto sobre el hecho de que los enemigos de Jesucristo nunca desafiaron que Él era el heredero digno al trono de David. El hecho de no cuestionar la descendencia de Jesucristo de David durante Su vida terrenal es un gran consuelo al pueblo de Dios en un día cuando los críticos tratan de cortar la Biblia a pedazos.
Las generaciones han sido divididas por los hombres en las maneras siguientes:
PRIMERA: La primera división va desde Abraham hasta David (14 generaciones), la segunda desde David (titulando la segunda división) hasta el cautiverio (Josías) (14 generaciones), y la tercera desde el cautiverio representado por Jeconías hasta Cristo (14 generaciones).
SEGUNDA: La primera división va desde Abraham hasta David (14 generaciones), la segunda desde Salomón hasta Jeconías (14 generaciones), y la tercera de Jeconías hasta Jesucristo (14 generaciones). Jeconías sin descendencia, predicho en Jeremías 22:30, significó que ninguno de su progenie ocuparía el trono terrenal de David. Además, su cambio antes de y después del destierro justifica que fue contado dos veces. (Véase II Rey. 25:27-30; Jer. 52:31-34.) Siendo liberado de la cárcel, Jeconías fue tratado amigablemente por Evil-merodac, rey de Babilonia; y recibió un trono sobre los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.
TERCERA: No son literalmente 42 generaciones desde Abraham hasta Cristo. Las tres 14 generaciones son usadas para mostrar el cumplimiento del propósito Divino. A la muerte de Josías, Joacaz reinó por tres meses. Fue seguido por Joacim, el padre de Jeconías. Jeconías nunca fue rey. Los reyes en su orden fueron Josías, Joacaz, Joacim — el títere, Joaquín — hijo de Joacim, y Sedequías (Matanías) — hijo de Josías. Esta división puede ser confirmada por explicar II Crónicas 36:1-2; II Reyes 23:30-36; 24:1, 6, 15, 17; y Jeremías 22:28-30.
Puesto que nadie ha dado un argumento válido acerca de las divisiones de las generaciones desde Abraham hasta Cristo, este escritor termina su caso por decir que el Espíritu infalible de Dios tenía Sus razones inexplicables por decirlo como lo hizo en Mateo 1:17. Debe ser observado que fueron omisiones de los reyes de esta genealogía, y algunos dicen que la respuesta a esto se encuentra en Éxodo 20:4-5. La genealogía de Mateo habla de la deterioración. La corrupción y desesperanza son claramente evidentes en ella. Comienza con Abraham; y cuando generación tras generación pasa, la historia vergonzosa de Israel nacional se revela. Sin embargo, tal historia aparte del pacto incondicional de Dios de la gracia sería solamente deseos inexplicados y esperanzas no cumplidas. Por lo tanto, vemos la revelación del amanecer del día, por lo cual Abraham recoció ver (Juan 8:56), y escuchamos a Simeón decir:
...han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel. — Lucas 2:30-32
Aunque Dios dio una maldición sobre los descendientes de Jeconías, Jesucristo escapó a la maldición por ser nacido de una virgen y aún más llegando a ser el heredero legal al trono de David.
La tercera división de las generaciones desde Abraham hasta José revela la oscuridad espiritual que precedió la primera venida de Jesucristo. Nada puede ser escrito acerca de la oscuridad espiritual, porque la Escritura es quieta por acerca de 400 años cuando no habían profetas en Israel y Judá. En el estudio de las tres divisiones, hemos visto regresión desde las promesas hasta la declinación; ahora observamos las tinieblas. Luz, la disminución de la luz, y las tinieblas constituyen un orden que es manifestado a través de la Escritura. La edad de la asamblea del Nuevo Testamento no es diferente de las otras edades. La apostasía fue predicha antes de la muerte de los apóstoles. El período más grande de la oscuridad espiritual que el mundo jamás ha visto precederá a la segunda venida de Jesucristo.
Esto concluye el Volumen I en el cual hemos considerado la genealogía del Rey. El Volumen II continuará con el próximo aspecto de nuestro estudio del Reino futuro de Cristo.