EL REINO DE CRISTO ES FUTURO
VOLUMEN III
LA FORMACIÓN DE
LA ESPOSA DEL REY
por
W. E. Best
Copyright 1996
W. E. Best
Título del original:
CHRIST’S KINGDOM IS FUTURE
VOLUME III
Formation Of The
King’s Bride
por
W. E. Best
Este libro es distribuido por el
W. E. Best Book Missionary Trust
P. O. Box
34904
Houston, Texas 77234-4904 USA
2 La Distinción Entre Israel Y La Asamblea
3 La Distinción Entre El Reino Y La Asamblea
4 El Fundamento De La Asamblea Revelado
5 El Nacimiento De La Asamblea
6 El Edificar De La Asamblea Sobre La Piedra Viva
La Alegada Primacía Romana De Pedro Desaprobada
8 Piedras Vivas En La Asamblea
Las Piedras Vivas Enseñadas A Servidumbre
Las Piedras Vivas Santificadas Posicionalmente y Progresivamente
Las Piedras Vivas Sufriendo Antes Del Reino
Las Piedras Vivas Negándose A Sí Mismas
9 La Naturaleza De La Asamblea
10 La Asamblea Se Continúa Edificando
12 Las Relaciones Individuales Y Corporativas
13 La Asamblea Una Epístola Viva
14 La Asamblea Sin Fracaso Pero El Fracaso En Las Asambleas
16 Las Últimas Palabras De Cristo A Sus Asambleas
La Advertencia En Contra De Añadir A O Quitar De La Palabra De Dios
El Cumplimiento Prometido De La Esperanza
17 La Autoridad Dada A La Esposa Cumplida Del Rey
18 Preguntas Y Respuestas Importantes Para Los Miembros De Cada Asamblea Local
El texto Bíblico corresponde a la versión Reina-Valera, 1960, y a la Biblia De Las Américas (BLA) © 1986 por The Lockman Foundation (usado por permiso) cuando se indique. Se indican las traducciones directamente del texto griego por la palabra “traducción” después el versículo.
Este es el Volumen III de una serie extensiva acerca del tema del Reino futuro de Cristo. El Volumen I presenta la genealogía del Rey; El Volumen II, la introducción del Rey; y el Volumen III, la formación de la Esposa del Rey. Volúmenes futuros saldrán periódicamente. La serie completa cubrirá comprensivamente todos los aspectos del Reino futuro de Cristo como son revelados en las Escrituras desde Génesis 1:1 hasta Apocalipsis 22:21.
1
La primera venida de Jesucristo introdujo la edad de la asamblea de Cristo durante el período de los tiempos de los gentiles. Una distinción se debe hacer entre los tiempos de los gentiles y la plenitud de los gentiles. Los tiempos de los gentiles comenzaron con Nabucodonosor, y serán consumados cuando el Hijo del Hombre venga en poder y gloria para establecer Su reino sobre la tierra (Luc. 21:24). La plenitud de los gentiles se refiere al tomar por Cristo, por la agencia del Espíritu Santo, de entre los gentiles Su asamblea, la cual Él está presentemente edificando (Rom. 11:25; Hech. 15:13-17). Subsiguiente a la plenitud de los gentiles, la última forma de dominio gentil sobre la tierra será destruida por la segunda venida de Cristo (Apoc. 19:11-21). Así que, la asamblea que Cristo está edificando no es un reino escatológico.
Jesucristo asumió la naturaleza humana a fin de traerse a Sí Mismo a la realidad con Su pueblo del pacto, tanto los judíos elegidos como los elegidos que no son judíos. El pacto eterno tiene el Dios de paz como su Autor, el gran Pastor de las ovejas como su cumplimiento, y las ovejas por quienes Cristo murió como sus recipientes (Heb. 13:20). El Salvador encarnado debe sufrir antes de entrar en las glorias de Su Reinado. Así, Él fue apto para Su reinado futuro como Rey de reyes y Señor de señores por Su muerte sacrificante por sus elegidos y por el tomar sobre Sí Mismo la naturaleza humana en su forma glorificada. Además, Sus redimidos no solo deben ser regenerados sino que también tienen naturalezas humanas glorificadas como la naturaleza de Cristo a fin de reinar con Él en Su reino futuro. Este es el significado conciso de “una salvación tan grande” (Heb. 2:3) tanto para la asamblea como para Israel (I Tes. 4:13-18; I Cor. 1:10; Isa. 25:9; Rom. 11:26).
Los profetas describieron los sufrimientos de Cristo, y también hablaron bastante acerca de la consumación de la salvación en el reino venidero. Aunque nunca debemos detraer de los sufrimientos de Cristo (Rom. 3:24-26), es igualmente importante que no limitemos el alcance pleno de la Escritura que incluye el cumplimiento de la salvación en el reino. Los sufrimientos de Jesucristo fueron los medios para asegurar “una salvación tan grande” (Heb. 2:3).
El “misterio de la piedad” (I Tim. 3:16) nos capacita para entender mejor el tesoro celestial siendo encomendado a un vaso terrenal, el aspecto local de la asamblea de Cristo. Los Cristianos aceptan la verdad que la santificación práctica se obra en nosotros mediante la asamblea local. La asamblea es la columna (apoyo) y baluarte (base) de la verdad, y la verdad es el medio de la santificación práctica (I Tim. 3:14, 15; Juan 17:17; I Tes. 4:1-8; 5:14-23). La verdad ha sido encomendada a la asamblea; por lo tanto, los hombres fieles deberían ser designados para manejar la palabra de verdad (II Tim. 2:2). Hombres con dones ordinarios son dados a las asambleas locales para la edificación de los creyentes (Ef. 4:11-16), y estos hombres deberían ser reconocidos por las asambleas antes de su ordenación (I Tim. 3:1-7). Esta es la razón por la cual el comportamiento se enfatiza en I Timoteo 3:15.
La naturaleza de la asamblea de Cristo que Él está edificando es revelada por sus aspectos visibles e invisibles. El aspecto invisible es el principio de la vida; por lo tanto, es la gran institución de la unanimidad — la armonía y la unidad. Así que, uno no cree en Cristo porque cree en la asamblea, sino que cree en la asamblea de Cristo porque cree en Jesucristo. Hay un sentido en el que la asamblea que Cristo está edificando puede decir, “Nadie viene al Padre sino por mí.” ¿Por qué? Porque es el principio invisible de la vida. Por el contrario, el aspecto visible de la asamblea sería herético en decir, “Nadie viene al Padre sino por mí.” ¿Por qué? Porque esta sería la salvación institucional.
Como la naturaleza humana de Jesucristo es la manifestación visible del Dios invisible, la asamblea local es la manifestación visible del principio invisible de la vida. Por lo tanto, decir que Jesucristo fue totalmente espiritual en Su primera venida es negar la encarnación; asimismo, decir que la asamblea es totalmente invisible es repudiar la visibilidad. Además, negar la encarnación de Jesucristo es negar el nuevo nacimiento que es el principio de la vida viniendo en virtud del sacrificio de Jesucristo. Además, decir que la asamblea de Cristo es solamente visible es el mismo principio que decir que Jesucristo es solamente humano.
Puesto que Jesucristo y Su asamblea son ambos visibles e invisibles, Cristo y Su reino son ambos visibles e invisibles. La visibilidad del reino en la primera venida de Cristo estaba en Aquel nacido Rey, porque estaba en Él que “el reino de los cielos se ha acercado [perfecto activo indicativo de eggidzo]” (Mat. 3:2). Sin embargo, el reino invisible del cielo, que es presentemente con el Padre, será dado al Hijo para ser visiblemente manifestado sobre la tierra en la segunda venida de Cristo (Luc. 19:11-27). Además, decir que el reino es totalmente espiritual e invisible es como decir que Cristo, Su asamblea, y Su reino son totalmente espirituales e invisibles, negando así la visibilidad y la materialidad del cuerpo de Cristo, Su asamblea, y Su reino. Como el propósito de Dios en la encarnación fue realizado, Su propósito será realizado en ambos Su asamblea y Su reino.
Solo había un lugar en Israel donde Dios estableció Su nombre (Deut. 12:5, 14, 18, 21, 26), y hay un solo lugar en el Nuevo Testamento donde Cristo ha establecido Su nombre (Rom. 16:16). En el Antiguo Testamento, el lugar era la tienda de reunión; y en el Nuevo Testamento, el lugar es la asamblea local. El nombre de Dios se asocia con Su pueblo escogido y redimido. Los hombres depravados no desean tener compañerismo con Dios; así que, dejado a su propio escogimiento, ellos seguirán al dios de este mundo. ¿Cómo puede determinar el hombre depravado cual es el lugar escogido de Dios para la adoración?
El lugar que Dios escogió para establecer Su nombre (Deut. 12:5) se contrasta con “todos los lugares donde las naciones...sirvieron a sus dioses...” (Deut. 12:2). Los hombres casi han olvidado que Dios tiene una asamblea, y Él le ha dado un orden y una constitución que es universalmente lo mismo. El pueblo de Dios está bajo la obligación de retirarse de todo lo que es contrario al orden y la constitución de Dios (II Tim. 2:19-22).
Los Cristianos deben volver a los primeros principios. En un tiempo de apostasía, encontramos pocos con quienes podemos caminar en la verdad. Pero la verdad misma es universal, y cada creyente es obligado a aceptarla. Hay una brecha terrible entre la palabra y el acto o la proclamación y la acción. La pasión para las estadísticas es mayor que la pasión que Pablo expresó por los elegidos: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna” (II Tim. 2:10). La gente que asiste a los lugares de adoración escogidos para su propio interés no quiere nada para cambiar su rutina.
El Libro más popular en el mundo es la Biblia. Es popular a los religiosos que se sirven a sí mismos, pero llega a ser impopular a la misma gente cuando son sujetados a todo el consejo de Dios. La lista siguiente muestra la popularidad y la impopularidad de la Escritura con los religiosos:
POPULAR | IMPOPULAR |
1. Dios te ama (Ef. 2:4). | 1. Dios aborrece a algunos (Rom. 9:13). |
2. La salvación es de Dios (Fil. 1:28). | 2. La fe no regenera (Juan 3:8). |
3. “No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mat. 7:1). | 3. ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro de la asamblea local? (I Cor. 5:12). |
4. “Y todo lo que pidiereis
al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13). |
4. Si pedimos alguna cosa conforme a la voluntad de Dios, Él nos oye (I Jn. 5:14). |
5. La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado (I Jn. 1:7). | 5. " Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temore de Dios" (II Cor. 7:1). |
6.“El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello” (II Tim. 2:19a). | 6. "Apártase de iniquidad todeo aquel que invoca el nombre de Cristo" (II Tim.2:19b). |
7.“Amad a vuestros enemigos” (Mat. 5:44). | 7. Aborrece los enemigos de Dios con un aborrecimiento maduro (Sal. 139:21,22). |
8. Todos tienen el derecho a su propia creencia (I Cor. 11:16). | 8. "Examinadlo todo: retened lo bueno" (I Tes. 5:21). |
La lista de las Escrituras aprobadas y desaprobadas entre los religiosos podrían extenderse a cientos; pero estos ejemplos deberían bastar para mostrar la diferencia entre uno que da servicio de labios solamente a la Escritura y el otro que dice como David, “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación....De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Sal. 119:97, 104). Amor para la ley de Dios es precedido por el conocimiento de la ley de Dios (torah, enseñanza o instrucción de Dios para Su pueblo). ¿Cómo podemos amar lo que nosotros no sabemos? La altura misma de la Santa Escritura revela su origen Divino. Por lo tanto, nadie aparte de la gracia de Dios puede escalar las alturas del monte de Dios de la verdad revelada.
Los credos humanos revelan cuánto sabe uno; la palabra de Dios manifiesta que poco sabe uno. El catolicismo romano se ha justamente criticado para su punto de vista en cuanto a las Escrituras. Aunque admitiendo las Escrituras, los católicos romanos dicen que deberían ser interpretadas por la santa Madre, la iglesia, que ha retenido y retiene la verdad, y a quien pertenece la responsabilidad de juzgar el sentido verdadero de las Escrituras. La regla de fe para la iglesia de Roma consiste de tres partes: la Biblia de la iglesia romana, la tradición, y la interpretación por la misma iglesia. Así, ella afirma que tal regla de fe destierra toda duda, resuelve cada disputa, y preserva la unidad. Dado que el criticismo del catolicismo romano es correcto, se debe dar una advertencia en cuanto a los credos denominacionales. Buscar a entender al Salvador y a la asamblea que Él está edificando en la luz de los credos restringidos por los hombres conduce al subjetivismo.
2
LA DISTINCIÓN ENTRE ISRAEL Y LA ASAMBLEA
Los sistemas de la escatología son caracterizados por puntos de vistas diversos sobre la eclesiología. La creencia de uno acerca de la eclesiología está reflejada en su opinión escatológica. Por lo tanto, el error en una de estas ciencias conduce a la percepción equivocada en la otra. Todos los sistemas de la eclesiología que creen que la asamblea de Cristo es el nuevo Israel de Dios tienen mucho en común en la esfera de la escatología. Aquellos que están básicamente de acuerdo en que la asamblea de Cristo es el nuevo Israel de Dios son historicistas. Los futuristas hacen una distinción entre Israel y asamblea de Cristo. Sin embargo, todos los futuristas no son lo que se clasifican comúnmente como futuristas dispensacionales. Para identificarlos así es igual que categorizar como amilenial todos los sistemas que enseñan que la asamblea de Cristo es el nuevo Israel.
Muchos creen que Israel es la asamblea de Cristo bajo el Antiguo Testamento, y la asamblea de Cristo es el verdadero Israel bajo el Nuevo Testamento. Los siguientes son sus argumentos más importantes: (1) Ellos mantienen que Dios primeramente dio el nombre “Israel” a un hombre (Jacob) y luego a una nación, que era una simple sombra del Israel pleno, el Israel de Dios. (2) Ellos dicen que así como el primer Israel comenzó con un hombre (Jacob), el nuevo Israel también comenzó con un Hombre (Jesucristo), el mensajero de Dios del pacto de la gracia. (3) Ellos creen que Dios escogió la minoría nacional para señalar a la mayoría espiritual en Cristo. Así, en el cumplimiento del tiempo, Dios trajo al mundo Uno por quien “todo Israel” (judío y gentil) será salvo. (4) Ellos creen que el reino de Cristo no fue de este mundo, pero fue un reino espiritual establecido por Dios y dado a Jesucristo como Su asamblea, que es el nuevo Israel de la Escritura, el Israel de Dios. (5) Ellos dicen que Cristo trajo un traslado de una nación física a una nación espiritual. Su explicación es que el antiguo Israel fue “Israel según la carne” (I Cor. 10:18), y este Israel fue excluido (Rom. 11:15); así que, la casa del antiguo fue dejada desierta (Mat. 23:38), y el reino fue dado a otra nación (Mat. 21:43). Ellos afirman que Dios tomó un pueblo nuevo con un nombre nuevo, y el pueblo nuevo llegó a ser el Israel de Dios. (6) Ellos mantienen que aquellos que creen que el antiguo Israel será restaurado están construyendo su esperanza para el futuro sobre un desechado. (7) Ellos dicen que para hablar de la salvación de Israel restaurado “a ojo” es falso, porque el judío debe encontrar a Cristo por la fe ahora, o él no será capaz de encontrar Cristo “a ojo” mañana. (8) Ellos afirman que aquellos que hablan de un reino físico en este mundo son engañados; y como los fariseos del pasado, la gente que pone sus ojos en Israel nacional puede fracasar en ver a Cristo.
Algunos entre los historicistas son mucho más fuertes en su denuncia contra Israel nacional. Ellos declaran que el antiguo Israel ha sido reprobado para siempre y reemplazado por la asamblea que es el nuevo Israel. Ellos acusan a los judíos de ser la causa de cada mayor problema en el mundo. Según estos historicistas, los siguientes son los errores que se deben evitar: (1) La elección de Israel no se base en el nacimiento físico, puesto que los elegidos son la simiente de Jesucristo y no la simiente del Diablo, como Cristo dijo a los judíos carnales (Juan 8:44). (2) La profecía no hace a Israel físico el Israel del Nuevo Testamento; las referencias a Israel en el Nuevo Testamento refieren a los creyentes verdaderos en Jesucristo, mientras los gentiles y los paganos son ahora los hebreos y el Israel carnal del Antiguo Testamento. (3) Somos los elegidos de Dios debido a que somos la simiente de Cristo, no porque seamos la simiente de Abraham. (4) No hay profecía del Antiguo Testamento acerca de la restauración de Israel a su tierra subsiguiente su regreso de Babilonia en los días de Nehemías y Malaquías. (5) El Nuevo Testamento declara que los judíos hacen lo que hacen por el sucio dinero, y Judas es un cuadro perfecto del sionista moderno. (6) Hemos de guardarnos de la falsa circuncisión, (Fil. 3:2 BLA); por lo tanto, Pablo dijo que los judíos deberían ser mutilados (Gál. 5:12). Ellos declaran que las personas con el entendimiento inadecuado dicen que debemos orar que Dios injerte a los judíos en un sentido físico y carnal y les dé el dominio mundial.
Se deben exponer y contestar los puntos de vista susodichos con las Escrituras. Pablo incluyó tres capítulos en su Epístola a los Romanos para discutir el propósito de Dios para la nación de Israel (Rom. 9-11). Él comenzó por decirnos quién es Israel: “Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Rom. 9:3-5). “Deseara” es el imperfecto medio indicativo de euchomai que es traducido correctamente “Yo deseaba.” Denota el desear que comenzó y también terminó en el pasado. Aunque no hay indicación de cuando el deseo ocurrió o cuánto tiempo el deseo de Pablo continuó, una cosa es segura — Romanos 8 prueba que no continuó. Pablo vio el propósito de Dios siguiendo a través de la extraña mezcla de luz y sombra que marca las complejidades de la historia mixta de este pueblo escogido. El apóstol reconoció a cada instante la mano del soberano Dios y las riquezas asombrosas de Su gracia. Así que, él concluyó su discurso acerca de Israel diciendo, “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Rom. 11:33-36).
Tres grandes hechos en cuanto a Israel contribuyeron al asombro adorado de Pablo en los tratos de Dios con esa nación: (1) La nación escogida fue rechazada. (2) Los gentiles están siendo recibidos. (3) Israel será restaurado.
Puesto que la nación de Israel fue escogida por Dios de entre todas las naciones del mundo (Deut. 7:6-8), había mucho odio hacia ella. Nada enfurece tanto al corazón natural como el tema de la elección Divina, sea que la elección sea nacional o individual. Dios escogió a Israel para ser el heredero de los privilegios especiales y lo entrenó a través de largos siglos para cumplir su tarea. Israel fue el recipiente de los pactos, la ley, la adoración verdadera, y las promesas; y la naturaleza humana del Salvador vino mediante ella. La incredulidad de Israel fue prevista por Dios; fue profetizada por los profetas; y Dios rechazó la nación escogida. No obstante, Él hizo una provisión para Israel en Su plan. La soberanía de Dios incluye toda la gama de la historia humana. Por lo tanto, la profundidad del mensaje de Pablo en Romanos 11:33-36 es la profundidad de las riquezas de Dios, no la profundidad de un volcán lleno de horror y desastre. Pablo no contestó con un argumento de contra sobre el mismo nivel de la afirmación que Dios es arbitrario en Su escogimiento; más bien, él rechazó esta proyección abstracta porque él vio una situación enteramente diferente. La elección no es una arbitrariedad en la que ningún significado se pueda encontrar. Es la manera por la cual se realiza la salvación de Dios en la historia humana. Por lo tanto, el apóstol dijo, “...Porque de él...son todas las cosas....”
La recepción de los gentiles fue llevada a cabo por la caída de Israel. Los israelitas a quienes tanto se les había dado tropezaron en las tinieblas. El rechazo de Cristo de Israel fue seguido por Su recogimiento de los gentiles. Así, el rechazo de la nación escogida trajo “la reconciliación del mundo” (Rom. 11:15). El propósito de Dios no fue frustrado por la incredulidad de los judíos tanto más de lo que será frustrado por el fracaso de la asamblea. Su propósito nunca fracasará: “¿Pues qué, si no creyeron algunos? ¿Anulará su incredulidad la fidelidad de Dios? ¡Absolutamente no! Pero vosotros dejad que Dios sea veraz, y todo hombre mentiroso...” (Rom. 3:3, 4 — traducción). Así que, Pablo podía decir que todas las cosas son “de,” “por,” y “para” Dios, y “los caminos de Dios son inescrutables.”
Israel será restaurado porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. El adjetivo ametameleta de Romanos 11:29 es el nominativo neutro plural de ametameletos, que significa irrevocable. Pablo tenía mucho que decir acerca del rechazo de Israel, pero su palabra final no era una de juicio sino de misericordia. El pueblo de Dios no ha sido rechazado con la improbación para siempre. Cuando Jesucristo informó a los discípulos que Él bautizaría en el Espíritu Santo, Sus discípulos preguntaron, “Señor, ¿estás en este tiempo restaurando el reino a Israel?” (Hech. 1:6 — traducción). El Señor Jesús contestó que el tiempo de la restauración del reino no tocó a ellos el saberlo (vers. 7). Él no les dijo que el reino nunca sería restaurado a Israel. Durante el período de transición registrado en los Hechos, el mensaje de arrepentimiento como un requisito previo a la restauración se continuaba proclamando: “...para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio; Y Él envíe a Jesucristo, Aquel que ha sido designado para vosotros [judíos]: A Quien es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas...” (Hech. 3:19-21 — traducción).
La restauración de los judíos será seguida por una obra de iluminación espiritual. Pablo previó la salvación de Israel en la visión profética. Sobre esta nota, el apóstol concluyó su discurso acerca de Israel: “Porque Dios ha encerrado a todos en desobediencia para mostrar misericordia a todos” (Rom. 11:32 BLA). Todas las cosas son “de” Él, “por” Él, y “para” Él. Se ha dicho que el río cuya trayectoria extraña que se ha trazado vierte sus aguas al fin en el mar infinito de la gloria de Dios. Algunos de los tratamientos de Dios son tan claros que se pueden fácilmente trazarlos y entenderlos, pero otros son misteriosos y más allá de la gama de la comprensión humana. Pero si comprendido o prendido, conducen a cada recipiente de la gracia al trono del Dios de la salvación. Solamente allí, el creyente encuentra el reposo de todas sus preguntas y cae en la sumisión humilde ante el soberano Dios.
La asamblea que Jesucristo continuará edificando (progresivo futuro activo indicativo de oikodomeo) (Mat. 16:18) se debe distinguir de los judíos y los gentiles. Si la asamblea de Cristo es el nuevo Israel, ¿por qué Pablo los distinguió? “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia [asamblea] de Dios” (I Cor. 10:32). La asamblea de Cristo es el organismo vivo que Cristo dijo que continuará edificando. La única manera para aprender la diferencia entre Israel y la asamblea es aprender el significado de la palabra “asamblea” (iglesia).
La palabra “asamblea” (iglesia) viene de la palabra griega ekklesia, que significa un llamar fuera. Se usa 115 veces en el Nuevo Testamento, y se usa más de una manera: (1) Se usa en el sentido de una asamblea aparte de cualquier significado espiritual (Hech. 19:32, 39, 41 BLA). (2) Se usa en el sentido de una asamblea local de Cristianos (Hech. 8:1; I Cor. 1:2; I Tes. 1:1). (3) Se usa cuando habla del cuerpo de Cristo (Mat. 16:18; Col. 1:18, 24). (4) Entre las 115 referencias a ekklesia, solo una se refiere a Israel. En Hechos 7:38, Lucas registró la defensa (apología) de Esteban ante el sumo sacerdote en que él se refirió a Israel como la “congregación [asamblea] en el desierto”. ¿En qué sentido se usa ekklesia en esta referencia? Es un tipo de la asamblea del Nuevo Testamento solamente en el sentido local, no en el sentido universal. Lucas no contradijo la narración de Mateo en Mateo 16:18-19, donde Mateo habló del aspecto universal de la asamblea. Lucas usó este pasaje como una ilustración del aspecto local de la asamblea; porque en el aspecto local, hay gente no salva, como había en la asamblea de Israel en el desierto. La mayoría de los judíos a quienes Moisés predicó fueron desobedientes. Ellos rechazaron la palabra de Dios y en sus corazones se volvieron a Egipto (Hech. 7:39). Pero de los más de ellos no se agradó Dios. Ellos codiciaron cosas malas. Pablo registró en I Corintios 10:1-11 que algunos de ellos fueron idólatras, cometieron fornicación, probaron al Señor, y murmuraron. Él usó esto para mostrar a la asamblea en Corinto que la asamblea en Israel era un ejemplo a las asambleas locales — los mismos pecados son posibles en las asambleas locales. Por lo tanto, se deberían evitar a estas cosas. La asamblea, que es el cuerpo de Cristo, se representa como una virgen siendo preparada para una boda (II Cor. 11:2); Israel se describe como una esposa infiel que será restaurada (Os. 1-3; Ezeq. 16).
Muchos creen que la asamblea de Cristo es el Israel de Dios del Nuevo Testamento, el único cuerpo en el Antiguo y Nuevo Testamento. Ellos asumen que la asamblea del Nuevo Testamento es el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento en cuanto a Israel; por lo tanto, se debe extender la profecía en cuanto al reino prometido en términos espirituales, y no en los naturales. Ellos dicen que Dios escogió a la nación judía como el medio para darse a conocer a Sí Mismo a la humanidad; la nación fue abandonada. Así que, ellos concluyen que ella ya no es una nación elegida; Cristo obró un traslado de una asamblea física a una nación espiritual. Aquellos que creen en una asamblea/reino suponen que Dios excluyó a Israel carnal y dio el reino a un nuevo pueblo que llegó a ser el Israel de Dios, la asamblea que Cristo está edificando.
Contrario a lo que los defensores de la asamblea/reino declaran, Pablo no tenía en mente la asamblea como el “nuevo Israel.” La asamblea siendo “Israel espiritual” no armonizará con su manera de pensar en Romanos o Gálatas. La enseñanza de Pablo en Romanos alcanzó un clímax en Romanos 8:28-34. Él trató con grandes verdades tales como el propósito de Dios, la presciencia, la predestinación, el llamamiento, la justificación, la glorificación, la elección, y la muerte, la resurrección, y la intercesión de Cristo. Después de estas verdades, el Espíritu Santo le condujo para dar algo acerca del tema de la elección como se relacionó con la nación de Israel.
La doctrina de la elección Divina diferencia a Israel de la asamblea de Cristo. Había una elección interna (espiritual) dentro de la elección externa (nacional) de Israel: “...Porque no todos los descendientes de Israel son Israel” (Rom. 9:6 BLA). Sin embargo, la asamblea es el cuerpo de Cristo por la elección interna y espiritual. Aquellos elegidos para constituir la asamblea de Cristo, los no judíos así como también algunos judíos esparcidos entre las naciones, son llamados fuera del mundo.
El Espíritu Santo informó a los gentiles que el pacto de Dios fue hecho con los judíos y no con ellos. El evangelio fue dado primero a los judíos y después a los gentiles. Además, los gentiles elegidos serían injertados “en el buen olivo” (Rom. 11:24). La elección para la salvación corre solamente en una cierta línea de la simiente de Abraham, en Isaac, el hijo de la promesa (Rom. 9:7). “...Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes” (Rom. 9:29). Los gentiles elegidos son injertados en el olivo israelita, la raíz del cual permaneció no tocada por la apostasía a causa del propósito electivo de Dios. Dios no repudió a Su pueblo al cual desde antes conoció (Rom. 11:1, 2). Algunos piensan que Romanos 9-11 es parentético, pero una mirada más cercana revela que está conectado cercanamente con Romanos 1:16-17 — “...al judío primeramente, y también al griego.”
Los creyentes de Galacia fueron recordados de una relación distintiva que ellos sostuvieron con la nación elegida de Israel. A ellos se les mostró que las promesas y la herencia se dieron mediante Abraham, y los creyentes gentiles son relacionados a él por el propósito electivo de Dios (Gál. 3:14-18). La Epístola a los gálatas se escribió a los gentiles. “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gál. 3:29). (Véase Ef. 2:11-22; 3:6.) Pablo, por inspiración del Espíritu Santo, dio esta información a los Cristianos gentiles para mostrarles en qué habían sido injertados por la gracia del soberano Dios.
Los tres sentidos en que se ve al linaje de Abraham en la Escritura se deben considerar en este punto: (1) Hay un linaje natural de Abraham, que no es espiritual. Cristo tenía un debate continuo con los judíos no salvos quienes afirmaron que a causa de su ser del linaje de Abraham no eran esclavos de nadie (Juan 8:28-40). Cristo reconoció que fueron del linaje de Abraham; pero intentaban matarle; y esto fue algo que Abraham nunca hizo. (2) Hay un linaje espiritual de Abraham: “...no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes” (Rom. 9:6-8). (Véase Hebreos; I Ped. 1:1, 2.) (3) Hay un linaje espiritual de Abraham que no es su linaje natural: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gál. 3:29).
Hay una distinción clara entre los israelitas y los gentiles en Romanos 9-11, donde hay once referencias a “Israel” (Rom. 9:6, 27 — dos veces, 31; 10:1, 19, 21; 11:2, 7, 25, 26), uno a “israelita” (Rom. 11:1), y dos a “israelitas” (Rom. 9:4, 6). La discusión de Pablo acerca de Israel nacional no se interpreta en Romanos 11:26, cuando él dijo, “todo Israel será salvo.” Aquellos que se oponen a la venida de Cristo antes del reino dicen que el versículo 26 refiere a la totalidad de aquellos que serán salvos, judíos y gentiles que constituyen el verdadero Israel de Dios. Ellos alegan que Romanos 11 indica que la “plenitud” de los gentiles y “todo Israel” constituyen el número total de aquel cuerpo que se llama la asamblea de Cristo. Sin embargo, no hay interrupción en el interés de Pablo para el Israel nacional de su primera referencia a ellos en Romanos 9:6 a Romanos 11:26. El apoyo final para la interpretación literal de Israel es el argumento que sigue la salvación de “todo Israel” del versículo 26. “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Rom. 11:28, 29). “Israel” permaneció un punto vital con el apóstol a causa de los dones irrevocables y el llamamiento de Dios. La historia cerrará con el pueblo de Israel.
Pablo previó la salvación de Israel. Esta salvación pertenece a aquellos que vivirán cuando “haya entrado la plenitud de los gentiles” (Rom. 11:25). Entonces “todo Israel” será salvo de su dispersión presente. El Libertador que viene de Sión no refiere a la primera venida de Cristo. La Epístola a los romanos se escribió subsiguiente a la primera venida de Cristo. Refiere al tiempo que sigue el escribir de esta Epístola. La primera venida de Cristo no ha vuelto la iniquidad de Jacob (Israel), pero Su segunda venida lo hará. (Véase Isa. 59:20, 21.) Por lo tanto, Israel aún “se recibirá” tan definitivamente y públicamente como ahora se rechaza como una nación. Durante este tiempo de dispersión de Israel, cada judío regenerado es, como Pablo, una demostración que Dios en Su elección de gracia no ha olvidado a Israel.
Hay un remanente de Israel en el tiempo presente, pero hay una diferencia entre el remanente en la primera parte de Romanos 11 y “todo Israel” en un día venidero en la última parte de Romanos 11. Pablo deseó ver algunos salvos de entre su gente (Rom. 10:1). Aquellos salvos ahora son parte de la asamblea de Cristo (Ef. 2:12-22).
Gálatas 6:16 no se puede usar para probar que Romanos 11:26 habla de la asamblea de Cristo. Ambos versículos son frecuentemente mal interpretados. En Romanos 9:6, Pablo no habló de una distinción entre Israel y la asamblea sino entre creyentes e incrédulos de entre el linaje natural de Abraham. El apóstol usó el término “Israel de Dios” en Gálatas 6:16 para hablar de aquellos que fueron una vez israelitas según la carne, pero por la gracia ahora son el “Israel de Dios,” que es, los hijos espirituales de Abraham: “Porque ni la circuncisión algo es, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gál. 6:15 — traducción).
3
LA DISTINCIÓN ENTRE EL REINO Y LA ASAMBLEA
Muchos creen que los términos “reino” y “asamblea” (iglesia) son sinónimos. Ellos dicen que el reino incluye los miembros de la asamblea, y que la asamblea se compone de miembros del reino. Otros declaran que la asamblea es la forma visible del reino de Cristo, pero algunos creen que es la forma invisible y a la vez reconocen que la forma invisible tiene sus formas visibles. Así, la discusión caliente continúa sin luz espiritual.
Se puede entender la asamblea en un doble sentido — la asamblea universal y las asambleas locales. Pero el reino no se puede dividir en reinos locales. La palabra asamblea se usa en el sentido de incluir todos los que están siendo progresivamente añadidos a la asamblea por Jesucristo. El verbo “edificaré” de “edificaré mi iglesia [asamblea]” (Mat. 16:18) es progresivo futuro activo indicativo del verbo oikodomeo. Así que, denota que Cristo está continuamente edificando Su asamblea durante el período del tiempo entre Sus dos venidas. La palabra asamblea se usa también en el sentido de una asamblea local (Mat. 18:15-20). Cada asamblea local tiene la responsabilidad de congregarse en el tiempo designado por Dios para adorar y resolver sus problemas cuando vengan. Las asambleas locales pueden aumentar y disminuir según las circunstancias de la providencia Divina, pero la asamblea que Cristo continúa edificando aumenta pero nunca disminuye. Por otra parte, la palabra “reino” nunca se puede usar en el sentido de asambleas locales, porque Cristo no tiene reinos en el sentido que Él tiene asambleas y anda entre ellas (Apoc. 1:13). Los reinos de este mundo no se pueden igualar con las asambleas de Cristo (Rom. 16:16). La Escritura nunca dice que los reinos saludan a Cristo. Solo hay cuatro referencias donde se usa la palabra reino en el número plural, y ellas refieren a los reinos de este mundo (Mat. 4:8; Luc. 4:5; Heb. 11:33; Apoc. 11:15).
Los Cristianos pertenecen a la asamblea que Cristo está edificando, pero somos los herederos del reino futuro. El sustantivo kleronomia significa propiedad, posesión, lo que es prometido, o una herencia. Pablo usó este sustantivo cuando habló del Espíritu Santo siendo las arras (arrabon, prenda o la garantía de lo que ha de venir) de una liberación futura (Ef. 1:14). Él usó el sustantivo kleronomos, que significa un heredero, cuando dijo, “Y puesto hijos, también herederos; por una parte herederos de Dios, por otra parte coherederos con Cristo...” (Rom. 8:17 — traducción). Así que, el apóstol precedió de la posesión a los posesores. Un heredero es uno que tiene el derecho de heredar algo, pero un heredero del reino futuro de Cristo está seguro de que también por el Espíritu de la regeneración él recibirá la liberación final en o será guardado sin riesgo para el reino que será para siempre. Las asambleas locales están en el presente, pero el reino es futuro.
Dios es el único agente en Efesios 1:1-14 — (1) el Padre propuso; (2) el Hijo proveyó los medios para efectuar el propósito del Padre; y (3) el Espíritu Santo es el vivificador y la promesa de la salvación completa de los elegidos. Como un heredero recibe legalmente toda la propiedad asignada a él en una testamento, los elegidos de Dios reciben todo lo que Dios decretó para ellos en la muerte de Jesucristo. (Véase Heb. 9:11-28.) Como los elegidos reciben la vida eterna por el derecho de la herencia garantizada por la muerte de Cristo en el Calvario, Cristo vive como el ejecutor para efectuar Su voluntad: “Por otro tanto también, Jesús ha llegado a ser [perfecto activo indicativo de ginomai, que significa Jesús ha llegado a ser permanentemente] fiador [egguos, un adjetivo actuando como un sustantivo, usado solamente aquí en el Nuevo Testamento como un adjetivo pronominal] de un mejor pacto” (Heb. 7:22 — traducción). El carácter inmutable del sacerdocio de Cristo da una garantía permanente de un mejor pacto. El lado legal de afianzamiento es más fuerte cuando el fiador llega a ser el sustituto para el deudor por tener la deuda cobrada a sí mismo y el deudor liberado. Ambos la vida eterna y el reino son garantizados a los elegidos. La Escritura dice, “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, vosotros que habéis sido bendecidos [perfecto pasivo participio de eulogeo, habiendo sido permanentemente bendecidos] de mi Padre, venid a la posesión del reino que ha sido preparado [perfecto pasivo participio de hetoimadzo, que significa ha sido preparado permanentemente] para vosotros desde la fundación del mundo” (Mat. 25:34 — traducción). El reino es preparado permanentemente porque las ovejas son permanentemente bendecidas. Estos dos verbos perfectos pasivos participios (acción completa en el tiempo pasado con un estado resultante de ser) dan a los Cristianos judíos y gentiles una esperanza que nunca los avergonzará (Mat. 25:34; I Tes. 2:12). Mateo habló a los judíos, diciéndoles que el reino es garantizado a otros menos a quienes Jesucristo habló. Su proclamación aplica a los judíos y gentiles elegidos a quienes Cristo hablará en Su segunda venida.
Un entendimiento de la naturaleza de ambos el reino y la asamblea mostrará que ellos no pueden ser términos sinónimos. El siguiente es un resumen de los puntos de vista importantes de la teoría del reino/asamblea (reino/iglesia): (1) Los católicos romanos dicen que la Iglesia Católica Romana es el reino visible de Cristo sobre la tierra. (2) Los reformadores están unidos en la enseñanza de que la asamblea es universal e invisible. Ellos toman una posición firme contra la Iglesia Católica Romana. (3) Muchos que ni son reformadores ni católicos romanos dicen que la asamblea es la manifestación visible del reino de Dios sobre la tierra. Aquellos que creen en este punto de vista están divididos entre aquellos que toman un concepto estricto local y los otros que adoptan el concepto universal/local de la asamblea. Una cosa que tienen en común es el punto de vista erróneo que las llaves del reino en Mateo 16:19 denotan la autoridad dada a la asamblea para ser ejercida por ella sobre la tierra en el tiempo presente.
Habiendo resumido los puntos de vista importantes de la teoría de reino/asamblea (reino/iglesia), debemos declarar categóricamente que la asamblea de Cristo en ninguna manera se puede llamar un reino. La asamblea está siendo llamada fuera; y como los herederos del reino, estamos siendo preparados para el reino. Además, las “llaves del reino” de Mateo 16:19 no tienen más que ver con las asambleas locales imperfectas que el Papa de Roma tiene que ver con la asamblea que Cristo continúa edificando.
Aquellos que mal entienden la naturaleza del reino tienen, según su punto de vista de Mateo 11:12, el no regenerado pasivo que violentamente entra al reino. Algunos dicen que puesto que el evangelio del reino se ha predicado, hay una prisa hacia él. Sin embargo, Cristo dijo, “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40); y “ninguno es capaz venir a mí, a menos que el Padre que me envió le trajere” (Juan 6:44 — traducción). “...No hay quien busque a Dios” (Rom. 3:11). Así que, los no regenerados están sin esperanza en el reino venidero, porque el Rey Mismo no tiene atracción para ellos. “Porque todos que practican cosas malas aborrecen la luz, y no vienen a la luz, para que sus obras no sean expuestas” (Juan 3:20 — traducción). Durante el ministerio de Jesucristo, el Predicador de todos los predicadores habló una parábola en la que Él indicó lo que los no regenerados piensan de Su reinado — “No deseamos que este hombre reine sobre nosotros” (Luc. 19:14 — traducción).
La sustitución del término reino (basileia, que es reinado) para asamblea (ekklesia, que es un llamar fuera), o viceversa, donde se encuentran en el Nuevo Testamento probará que ellos no son términos sinónimos. Hay doce referencias al reino en las Epístolas para las asambleas, y para sustituir la palabra asamblea para el reino o para hablar del reino/asamblea (reino/iglesia) en cada ejemplo demostrará cuán ridículo es hacer los términos uno mismo. Los siguientes son algunos ejemplos de tales sustituciones:
1. Sustituir basileia para ekklesia en Mateo 16:18 — “...tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi ‘reino’....” Puesto que “edificaré” es la traducción de un verbo griego futuro progresivo, ¿cómo puede Jesucristo, según aquellos que dicen que el reino ha llegado, continuar edificando lo que Él ha recibido ya del Padre? (Véase Luc. 19:11-15; II Tim. 4:1.)
2. Sustituir basileia para ekklesia en Filipenses 3:4 y 6 — “Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más.... En cuanto a celo, perseguidor de la ‘reino’....” ¿Cómo pudiera haber perseguido Pablo el reino de lo que luego dijo, “Y el Señor me rescatará de toda obra mala, y me preservará [futuro activo indicativo de sodzo, que significa salvar, liberar, o guardar uno seguro para] para su reino celestial...” (II Tim. 4:18 — traducción)?
3. Sustituir ekklesia para basileia en Lucas 12:32 — “No temáis, manada pequeña; porque a vuestro Padre le ha placido [eudokesen, aoristo activo indicativo de eudokeo, que significa tener placer en, escoger, o determinar] daros ‘la asamblea’.” El Padre escogió (determinó) dar el reino a Su manada pequeña ya siendo llamada a la asamblea. Por lo tanto, como los miembros de la asamblea de Cristo que Él está edificando, somos los herederos del reino. (Véase Sant. 2:5; II Ped. 1:10, 11.)
4. Sustituir ekklesia para basileia en Mateo 16:19 — “Y a ti te daré las llaves de la ‘asamblea’ de los cielos.” Si la autoridad denotada por las llaves del reino se da a las asambleas del pueblo de Dios hoy en día, ¿significa que lo que la asamblea atare en la tierra es entonces atado en los cielos y lo que la asamblea desatare en la tierra entonces será desatado en los cielos? ¿Es la acción de Dios en los cielos Su reacción a nuestra acción en la tierra? Puesto que esto se enseña usualmente en el Cristianismo profesante, no hay que sorprenderse de que los religiosos estén diciendo al pecador que debe abrir su corazón, dejar entrar a Jesús, etcétera. Sin embargo, las Escrituras enseñan que la acción del hombre en la tierra es su reacción a la acción de Dios en los cielos. Cualquier estudiante honesto de la Escritura sabe que ambos “será atado en los cielos” y “será desatado en los cielos” son perfectos pasivos participios de los verbos griegos deo y luo, que se deben traducir “habrá ya sido atado en los cielos” y “habrá ya sido desatado en los cielos.” Alguien que piensa que la acción de Dios depende en la acción del hombre no entiende las ciencias de la teología (Dios), la antropología (hombre), o la soteriología (salvación).
El reino no es dado a los elegidos en el momento que nacemos de Dios; pero habiendo llegado a ser creyentes, somos dichos ser llamados a algo todavía no realizado en la experiencia Cristiana. Siendo miembros de la asamblea de Cristo, los Cristianos son los herederos mandados a ser diligentes en hacer firmes nuestra vocación y elección, porque hacer estas cosas nos será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (II Ped. 1:10, 11). Los escogidos, redimidos, y regenerados son legalmente en el reino (Col. 1:13) antes de realmente heredarlo (Sant. 2:5). Cada persona elegida legalmente pero no literalmente murió con Jesucristo (Gál. 2:20). Cuando Cristo murió, Su justicia fue imputada a cada individuo por quien Él murió. Esa justicia es impartida a los elegidos en la regeneración. Puesto que nunca se podría decir que la “asamblea” es el heredero de la “asamblea” o el “reino” es el heredero del “reino,” entendemos que Jesucristo se dio a Sí Mismo por la asamblea que Él está llamando fuera por el Espíritu Santo de modo que Él, en su terminación, reinará con ella en el reino.
La ekklesia representa lo que Jesucristo está haciendo entre Sus dos venidas. Lucas dio un informe de la conferencia de Jerusalén en que nosotros aprendemos lo que presentemente está pasando y lo que es la esperanza profética del pueblo de Dios (Hech. 15:13-18). Algunos creyentes judíos insistieron sobre la necesidad de circuncidar a los gentiles. Los judíos fueron lentos para aprender que la ley se dio no para cumplirse para salvación sino para probar que no se podría cumplir para ese fin, “porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Rom. 3:20). Aunque la liberación del pecado presupone un cautiverio en lo que toda la humanidad está involucrada, la salvación no es una recompensa de mérito sino el don de gracia.
En algún punto futuro en el tiempo, Jesucristo volverá personalmente (Juan 14:1-3; Hech. 1:9-11). Ninguna de las ocho referencias al reino en el libro de Hechos refiere a un reino establecido. En Hechos 15:16, el “volveré” es tan literal como el “el tabernáculo [tienda] de David.” El ministerio presente de Cristo como sumo Sacerdote no está conectado con el trono de David pero con el trono del Padre (Apoc. 3:21). Es cierto que en Hechos 15 Santiago trataba con un problema en cuanto a la asamblea primitiva. Pero él también hacía una declaración profética subsiguiente a la edad de la asamblea; por lo tanto, él refirió al regreso personal y visible de Jesucristo. Santiago trató con el hecho que los elegidos judíos y gentiles salvados después de la primera venida de Jesucristo constituyen la asamblea. Además, la asamblea más los judíos y los gentiles elegidos quienes serán salvos en preparación para y en el tiempo del establecimiento del reino en la segunda venida de Cristo culminarán la obra de Cristo (Hech. 15:14-18; Apoc. 7:4-17).
Puesto que varios puntos de vista de Hechos 15:14-18 son dados por los estudiantes de la profecía, no discutiremos estos en este punto de nuestro estudio del reino de Dios. Sin embargo, se deben dar dos cosas importantes: (1) La ekklesia está siendo edificada por Dios por tomar de los gentiles pueblo para Su nombre (vers. 14). (2) Dios reedificará la tienda o tabernáculo destruido de David en algún tiempo en el futuro. Por lo tanto, la reedificación de la tienda de David no puede ser, como muchos afirman, la asamblea que Dios está usando para predicar el evangelio a los gentiles.
Jesucristo se dio a Sí Mismo por la asamblea, y Él también hizo provisión para su crecimiento espiritual. El aspecto local de la asamblea fue débil en el gobierno de la asamblea en su inicio e historia primitiva porque faltó una forma constituida de gobierno (Hech. 6:1-6; 14:23; 20:28-30; Ef. 4:11-16; I Tim. 5:17-19; Heb. 13:7, 17, 24). Además, las asambleas locales nunca pueden alcanzar la estatura de fortaleza bajo el gobierno humano ejecutado por siervos imperfectos en las asambleas locales que la asamblea completa experimentará bajo el gobierno perfecto por Jesucristo durante el reino (Isa. 9:6).
La elección no puede pasar de Israel a la asamblea, así haciendo a la asamblea el nuevo Israel de Dios. Dios no eligió solamente la nación de Israel, sino también eligió a algunos para la salvación desde adentro de Israel nacional. Los gentiles escogidos para la salvación son injertados en la raíz (Israel espiritual) (Rom. 11:17-19) para el propósito de participar de sus bendiciones espirituales. Así que, la elección de Dios de algunos para la salvación en Cristo no puede pasar de ellos a otros no más que la gracia puede pasar de uno a otro. Lo que Dios propuso será hecho; por lo tanto, todos los que Él propuso salvar fueron conocidos de antemano, predestinados, y serán llamados, justificados, y glorificados porque a ellos fueron dados la gracia en Jesucristo antes de los tiempos de los siglos (Rom. 8:28-30; II Tim. 1:9).
La elección se usa más que una manera en la Escritura; por lo tanto, un tipo de elección no puede transferir a otro de un tipo diferente. Por ejemplo, la elección de Israel nacional no se puede transferir a la asamblea. El propósito de Dios es cumplido en cada sentido en que la elección se usa. Observen unas maneras en que la elección se usa en la Escritura: (1) Jesucristo fue escogido para ser el buen Pastor, el gran Pastor, y el Príncipe de los pastores de los que eligió para ser Sus ovejas (I Ped. 2:4, 6; Sal. 22-24; Juan 10:11, 14; Heb. 13:20; I Ped. 5:4). (2) La nación de Israel se escogió a una relación de pacto para el propósito de dar ambos la Palabra encarnada y la palabra escrita (Rom. 1:3, 4; 3:1, 2). Además, la nación se escogió con un vista del reino. Concluyentemente, los pactos y las promesas se dieron a los judíos (Rom. 9:4, 5). La salvación se dio primeramente a los judíos y entonces a los gentiles. Los gentiles escogidos heredarán el reino futuro con los descendientes escogidos de Abraham. (3) Algunos son escogidos de entre toda la humanidad para ser redimidos por Cristo, para ser regenerados por el Espíritu Santo, y para llegar a ser herederos del reino. “Bienaventurado el que tú [el Señor] escogieres...” (Sal. 65:4). Cristo llama a Sus ovejas por sus propios nombres (Juan 10:3, 16). (4) El escogimiento de Dios a veces significa la designación temporal de alguna persona o personas al cumplimiento de algún oficio particular en una asamblea local o en la vida civil, tal como Judas en el primero (Juan 6:70) y Saúl en el último (I Sam. 10:24). ¿Quién puede decir que cualquiera de estos escogimientos ha fracasado o fracasará en realizar el propósito eterno de Dios? Aunque el propósito de Dios ha sido cumplido en ambos Judas y Saúl, nadie, según Romanos 11 y Apocalipsis 7, puede decir que el propósito de Dios en Israel nacional ha sido cumplido.
Jesucristo ha ido al cielo para recibir el reino, no la asamblea, del Padre. Hay poco acuerdo en cuanto al principio del reino como hay en cuanto al significado del reino. Algunos creen que el reino comenzó con la primera venida de Cristo; otros creen que comenzó en el día de Pentecostés; y algunos creen que comenzará en la segunda venida. El reino no ha sido manifestado, porque el propósito del Padre fue que Su Hijo debería ser honrado y glorificado en el cielo antes que debería ser honrado sobre la tierra. Cuando Cristo recibe el reino, no estará del lado terrenal sino del lado celestial. Así, Lucas 19 enfatiza el recibir del Señor arriba al cielo. Él ha ido al cielo para recibir Su reino del Padre, no de los religiosos que siempre hablan del introducir el reino.
La parábola del hombre noble se añadió al mensaje de Cristo en cuanto al propósito de Su primera venida. Siguiendo Su declaración que Él vino “a buscar y salvar lo que ha sido perdido [apololos, perfecto activo participio de apollumi, perder o ser perdido]” (Luc. 19:10 — traducción), Cristo se representó a Sí Mismo como un hombre noble que “se fue a un país lejano para recibir [labein, aoristo activo infinitivo de lambano, recibir, para obtener el derecho de] para sí mismo [heauto, dativo masculino singular pronombre de heautou, un pronombre reflexivo significando sí mismo que hace la voz media posible] un reino, y volver” (Luc. 19:12 — traducción).
La segunda venida de Cristo es la esperanza bienaventurada de la asamblea (Tito 2:13). La esperanza del Cristiano incluye la venida de Cristo y Su reino que son amalgamados en II Timoteo 4:1. Si el reino estuviera ya presente, como muchos declaran, “la esperanza que se ve no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿por qué también lo espera?” (Rom. 8:24 — traducción). Aquellos que dicen que el reino no vendrá con advertencia añaden más confusión a lo que ya causa confusión por decir que esto prueba que es un reino espiritual. Así que, ellos tienen un rey espiritual no visto que reina sobre un reino espiritual no visto compuesto de súbditos espirituales no vistos. Concluyentemente, en la distinción entre el reino y la asamblea, ¿cómo puede la gente que dice que ya está en el reino orar por su venida? Cristo enseñó a Sus discípulos a orar, “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mat. 6:10). El reino de Cristo no vendrá a la tierra hasta que Él termine Su asamblea. La esperanza bienaventurada de los Cristianos de Jesucristo y Su reino nunca nos avergonzará.
Durante la primera venida de Jesucristo, el Salvador dejó a un lado a Israel nacional hasta Su segunda venida. Según Mateo 16, los judíos fueron conocedores de las señales del tiempo; pero ellos fueron espiritualmente incapaces de discernir las señales que relacionan con la Persona de Jesucristo. La inteligencia natural puede entender los fenómenos naturales, pero solamente la mente espiritual puede comprender los hechos espirituales en cuanto a la Persona y la Obra del Hijo del Dios viviente. Los primeros versículos de Mateo 16 manifiestan la ceguera de los corazones religiosamente depravados de los fariseos y los saduceos. Cristo les había dicho, “Señal no le será dada sino la señal del profeta Jonás” (Mat. 12:39). Esta fue una profecía de Su muerte, sepultura, y resurrección. Por lo tanto, ninguna señal mayor se puede dar para validar Su Persona y Obra, así probando que la “salvación es de Jehová” (Jon. 2:9).
4
EL FUNDAMENTO DE LA ASAMBLEA REVELADO
El Padre reveló a los discípulos que Jesucristo es la fundación de la asamblea: “Habiendo venido Jesús a los distritos de Cesarea de Filipo, preguntaba a Sus discípulos, diciendo, ¿Quién están diciendo los hombres que es el Hijo del hombre? Y ellos dijeron, Unos a la verdad Juan el Bautista; y otros Elías; y otros, Jeremías, o uno de los profetas. Él les dice, Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo, Simón Pedro dijo, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y contestando Jesús le dijo, Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque carne ni sangre no te reveló esto, sino Mi Padre en los cielos” (Mat. 16:13-17 — traducción). El tema de los primeros veinte versículos de Mateo 16, que terminan la primera mitad del Evangelio según Mateo, es la presentación del Rey. El tema de la segunda mitad de su Evangelio, que incluye Mateo 16:21-28:20, es el rechazo del Rey. Los primeros versículos de Mateo 16 muestran los judíos religiosos viniendo a Jesucristo para probarle. Ellos quisieron ver una señal (semeion, milagro o señal milagrosa), algo espectacular que fuera en contra de la naturaleza. Estos religiosos sabían cómo discernir el cielo, pero no eran iluminados espiritualmente para discernir las señales de los tiempos. El Señor les dijo que la generación mala y adúltera demanda señal, y la única señal que les iba a darse era la que Él ya les había contado. Él les refirió a lo registrado en el Antiguo Testamento en cuanto a Jonás que estuvo en el vientre del gran pez tres días y tres noches, y Él aplicó la experiencia a Su estar tres días y tres noches en el corazón de la tierra. El Señor Jesús entonces mandó a los discípulos para guardarse en cuanto a la doctrina de los fariseos y saduceos (vers. 12). Los Cristianos deben guardarse en cuanto al poder fermentante de la enseñanza falsa.
La diferencia entre observación y revelación se registra en Mateo 16:13-17. La primera pregunta de Cristo, “¿Quién están diciendo los hombres que es el Hijo del hombre?” (vers. 13 — traducción), está relacionada a la observación. La observación es el acto de notar o percibir por los hombres. El Señor Jesús, llegando a la conclusión de Su ministerio terrenal con Israel hasta el tiempo de fin, hizo esta pregunta. El Señor había dado anteriormente a los discípulos la comisión para ir solamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat. 10:5, 6). Los fariseos Le llamaron Beelzebú, y algunos de ellos Le acusaron de nacer de fornicación. Él no preguntó quién los judíos pensaron que Él era sino quién los hombres pensaron que Él era. La palabra “hombres” levanta la pregunta arriba de todas las distinciones nacionales a hombres de todas las naciones; así que, todas las distinciones nacionales se excluyeron de la pregunta.
Las observaciones por los hombres se revelaron en la respuesta de los discípulos a la pregunta de Cristo (Mat. 16:14). Aunque las observaciones no fueron desfavorables, fueron incorrectas porque fueron observaciones por los hombres aparte del discernimiento espiritual por el Espíritu Santo. Los hombres pensaron que era Juan el Bautista, Elías, Jeremías, o uno de los profetas.
La segunda pregunta de Cristo, “Él les [autois, tercera persona plural de autos] dice [presente activo indicativo de lego], Y vosotros [humeis, nominativo segunda persona plural], ¿quién decís que soy yo?” (Mat. 16:15 — traducción), trajo la respuesta de Pedro (vers. 16, 17). La palabra plural “vosotros” prueba que todos los discípulos fueron preguntados. Pedro, el portavoz para los discípulos, confesó a Cristo como el Hijo del Dios viviente; y Cristo le encomendó por su confesión. La confesión de Pedro fue el fruto de la revelación Divina, no una creencia y entendimiento humano de la Escritura. Una persona puede ser humanamente correcta y aún ser un extranjero a la gracia de Dios.
Pedro confesó, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (vers. 16). Su declaración incluyó las verdades de la naturaleza humana de Cristo, Su oficio, y Su eternalidad. La naturaleza humana asumida por Jesucristo fue ungida, y el ungimiento refiere a Su oficio. “El Hijo del Dios viviente” denota Su eternalidad. Esta confesión no fue el resultado de razonamiento carnal (I Cor. 2:11). Pedro fue incapaz de ver a través del velo de la naturaleza humana de Cristo para percibir Su naturaleza Divina. Por lo tanto, el Padre espiritualmente iluminó a Pedro, y las cosas espirituales tienen la influencia de la realidad sobre las mentes renovadas.
Una experiencia verdadera de la conversión es imposible aparte de la realidad de la verdad de la Persona y la Obra de Jesucristo. La palabra “concebir” ilustra mejor la verdad de una experiencia verdadera de la conversión. Cristo fue concebido en el vientre de María unos treinta años antes que Él fue concebido en la mente de Pedro. La concepción en ambos el vientre y la mente fue por el Espíritu Santo. El entendimiento en la mente es tan importante a una experiencia de conversión como la concepción en el vientre por el Espíritu Santo fue al nacimiento virginal de Jesucristo. Puesto que la mente de Pedro había sido renovada por la gracia, el Padre reveló a su mente renovada que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente; y esa verdad llegó a ser una realidad a Pedro. Cuando Cristo llega a ser una realidad a la persona que ha sido espiritualmente renovada por la gracia de Dios, esa persona es diferente y tiene una fundación sobre la cual su vida se edifica.
Pedro confesó el Señor como el Cristo de Israel — ungido — y Jesucristo se anunció a Sí Mismo como el Salvador de la asamblea — “Continuaré edificando [progresivo futuro activo indicativo de oikodomeo] mi asamblea” (Mat. 16:18 — traducción). Pedro afirmó la Deidad así como también la humanidad de Cristo en su confesión. Cristo fue ungido con referencia a Su humanidad. “El Hijo del Dios viviente” (vers. 16) refiere a Su Deidad. Los hombres no saben más de Jesucristo de lo que ven y valúan en Él.
El Señor Jesús contestó a la confesión de Pedro, “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque carne ni sangre no te reveló esto, sino Mi Padre en los cielos” (Mat. 16:17 — traducción). La palabra “bienaventurado” (makarios) significa feliz o bendecido. El uso de este término por el Señor con referencia a Su pueblo es un privilegio raro y alto para nosotros. Cristo dio a Simón, hijo de Jonás, el nombre de Pedro. Este cambio de nombre se prometió en Juan 1:42, y se dio en Mateo 16:18. El Señor Jesús usó el nombre doble para mostrar a Pedro lo que era originalmente y lo que había llegado a ser por la gracia — una piedra. El cambiar de nombres en la Biblia es importante. El nombre de Abram se cambió a Abraham — el amigo de Dios; y el nombre de Jacob se cambió a Israel — el príncipe de Dios.
El Padre, no carne ni sangre, reveló la verdad a Pedro que Jesucristo es el Hijo del Dios viviente. Hay dos puntos de vista mayores acerca de “carne y sangre.” Algunos piensan que la declaración refiere a Cristo Mismo más bien que al hombre. Ellos asumen que Cristo llamaba la atención al hecho que Su apariencia humilde en la carne no había revelado esta verdad. El punto de vista correcto es que el hombre no reveló esto a Pedro.
La palabra griega para “reveló” es apokalupto, una palabra compuesta. El prefijo apo significa desde, y el sufijo kalupto significa cubrir, ocultar, o esconder. Dentro de las 26 veces que este verbo compuesto ocurre, se usa en cinco maneras básicas: (1) descubrir lo que se ha cubierto (Mat. 10:26), (2) revelar o dar discernimiento espiritual (Mat. 11:27; 16:17), (3) declarar distintamente (Rom. 1:17, 18), (4) poner adelante (Gál. 3:23), y (5) ser manifestado o aparecer (II Tes. 2:3, 6, 8; Rom. 8:18). La forma sustantiva apokaluphis se encuentra 19 veces.
El verbo apokalupto se usa en la narración de Mateo de la reacción del Señor a Su rechazo (Mat. 11:25-30). Después del regreso de los setenta enviados por el Señor a la casa de Israel, Jesucristo reconoció con alabanza lo que el Padre había hecho. El Padre había escondido la verdad en cuanto a Jesucristo de los sabios y de los inteligentes y la reveló a los inmaduros: “En [En, locativo de tiempo] aquel tiempo [kairo] respondiendo Jesús, dijo, Te estoy alabando [presente medio indicativo de exomologeo], Padre, Señor de los cielos y de la tierra, porque escondiste [aoristo activo indicativo de krupto, que significa esconder o guardar en secreto] estas cosas de los sabios y de los inteligentes y las revelaste [apekaluphas, aoristo activo indicativo de apokalupto] a los inmaduros” (Mat. 11:25 — traducción).
Toda verdad se originó en Dios (Ef. 3:9; I Cor. 2:7-9). Dios revela parte pero no toda la verdad. Registrada en la Santa Escritura es toda la verdad que Dios quiere que sepamos, pero toda la verdad no es contenida en la palabra escrita de Dios. Las cosas secretas pertenecen a Dios, pero las cosas reveladas pertenecen al pueblo de Dios: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deut. 29:29). Los no regenerados no pueden entender las cosas espirituales porque Dios ha escondido la verdad de ellos.
Dios escondió la verdad de los reprobados: “Pero no estáis creyendo, porque no sois de mis ovejas...” (Juan 10:26 — traducción). Si no hay reprobación, no hay elección. Si no hay elección, no hay gracia. Si no hay gracia, no hay salvación. Si no hay salvación, no hay cuerpo de Cristo que Jesucristo está edificando presentemente. La reprobación es el decreto incondicional y soberano de Dios para condenar algunos pecadores. Pero Él condena a los reprobados por su pecado. Esta es la reprobación positiva. La reprobación negativa tiene que ver con el pasar de Dios por alto a los que no eligió. Ellos no son condenados por el pasar de Dios por alto, sino son condenados porque todos son pecadores. Dios eligió a algunos pecadores de la depravación para manifestar Su gracia, pero Él dejó a algunos para manifestar Su justo juicio.
El Padre plenamente conoce al Hijo, y el Hijo plenamente conoce al Padre. Todos los hombres conocen el poder y la deidad de Dios (Rom. 1:19, 20), pero solamente los elegidos conocen a Dios experimentalmente porque Jesucristo deseó revelar el Padre a los que el Padre Le dio en el pacto de la redención (Mat. 11:27). Para aquellas personas, Jesucristo murió. Él murió por las ovejas, no por toda la humanidad.
El apóstol Pablo usó el verbo apokalupto para referir Dios revelando Su Hijo en él para que pudiera predicar el evangelio (Gál. 1:16). Aquí está un ejemplo clásico de Dios revelando Su verdad a algunos. Pablo fue puesto aparte primeramente en la esfera del propósito eterno de Dios. También fue separado del vientre. Él fue separado en la regeneración; y entonces, en una experiencia de conversión. Pablo no fue desobediente a la visión celestial. Así que, su separación no comenzó cuando decidió creer. Los nacimientos de Pablo, físico y espiritual, fueron sin su cooperación. La salvación es de Dios aparte del mérito, voluntad, o acción humana.
El revelar de Dios de Su Hijo en Pablo fue subjetivo. El Espíritu Santo obra subjetivamente en dar a los recipientes de gracia la capacidad de entender las cosas espirituales. El Padre revela a los elegidos subjetivamente el mismo Hijo revelado objetivamente en la Escritura. El evangelio que predicamos ha de ser proclamado objetivamente a la humanidad indistintamente. Pero la verdad objetiva es revelada subjetivamente por el Señor Mismo a los elegidos que han sido regenerados por el Espíritu Santo. Dios da a los elegidos el discernimiento espiritual para que podamos entender las cosas espirituales.
La distinción se debe hacer entre la revelación objetiva y la revelación subjetiva: (1) Uno es general; el otro es específico. (2) Uno es externo; el otro es interno. (3) Uno alcanza la inteligencia; el otro alcanza el entendimiento y procede a los afectos. (4) El mensaje objetivo es incomprensible a los que no han sido vivificados por el Espíritu Santo. El mensaje subjetivo llegará a ser inteligible y una realización al regenerado.
La verdad que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, que antes era desconocida a Pedro, se le reveló. La revelación del Dios Padre por medio del Espíritu Santo es necesaria para revelar a alguien que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. La revelación revelada a Pedro fue completa, pero no fue la revelación completa de Dios. La revelación completa de Dios nunca ha sido conocida a los hombres. Nos tomará toda la eternidad ver a Jesucristo en Su carácter verdadero. El contexto de Mateo 16 prueba que el conocimiento de ese Pedro fue limitado. Cuando Cristo le dijo que Él debía sufrir, morir, y ser resucitado, Pedro dijo, “¡Qué Dios sea misericordioso contigo, Señor! En ninguna manera esto te acontezca” (vers. 22 — traducción).
La confesión de Pedro fue encomendada por Jesucristo, porque vino desde una mente espiritualmente iluminada. Todos los afectos religiosos no son asistidos con la convicción, porque no son producidos por la iluminación espiritual de la mente. Los afectos espirituales saltan de la belleza de los principios Divinos. Su belleza se discierne mediante la iluminación de la mente. Esto produce la convicción de su realidad porque las cosas espirituales tienen la influencia de la realidad sobre la mente renovada. Como las acciones mundanas son motivadas por los afectos mundanos, las acciones espirituales son motivadas por los afectos espirituales. El amor para el mundo resulta en las actividades mundanas, que son prohibidas por el Señor (I Jn. 2:15-17). El amor para Jesucristo resulta en las actividades espirituales. El amor es no solamente el afecto principal, sino es también la fuente de todos los afectos. El amor de los no salvos es egoísta y egocéntrico, pero el amor de los salvos es Cristo-céntrico y no es egoísta. Como no hay afecto mundano sin la sabiduría mundana, no hay afecto espiritual sin la sabiduría espiritual. El grado del afecto de uno es determinado por el grado de su conocimiento. El conocimiento de Pedro acerca de Jesucristo fue por la iluminación Divina. Él había sido enseñado por Dios (Juan 6:45). El amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu de la regeneración, nos da los deseos espirituales, los afectos espirituales, y nos motiva a la actividad espiritual.
5
Ningún tema, aparte de la Deidad, debería ser de mayor importancia para el Cristiano que el tema de la asamblea de Cristo. Sin embargo, es un tema acerca del cual hay gran controversia. Las muchas divisiones en el Cristianismo profesante resultan de los argumentos acerca de la palabra griega ekklesia. ¿Cómo puede una palabra que parece clara en el significado ser tan discutible? Se puede dar la respuesta en una declaración simple, “Satanás es el enemigo de la asamblea.” Por otra parte, esta respuesta simple crea un problema complejo. Así, uno se encuentra a sí mismo donde comenzó. Puesto que Satanás es el enemigo de la asamblea, él es el gran impostor. Además, no hay nada tan falso y engañoso como el corazón humano (Jer. 17:9). El corazón del hombre es tan engañoso que mientras mal representa los objetos externos, trata de esconder su propio carácter verdadero. Los prejuicios, las tradiciones, y las opiniones humanas impiden aún los creyentes de reconocer la plena verdad, más el hecho de que la mayoría de los creyentes profesantes nunca han sido hechos vivos por el Espíritu vivificador.
Algunos trazan la ekklesia a un hombre, y algunos la trazan al día de Pentecostés. Muchos bautistas trazan su principio a Juan el Bautista; los católicos romanos, a Pedro como el primer papa; los luteranos, a Martín Lutero; los metodistas, a Juan Wesley; y los mormones, a José Smith. Se pueden incluir a otros que trazan su origen a un hombre. Muchos denominacionalistas y los no denominacionalistas trazan su origen al día de Pentecostés. En contraste, las asambleas verdaderas trazan su origen a Jesucristo, Él que instituyó el aspecto universal de la asamblea (Mat. 16:18, 19), que es representado por las asambleas locales. Mateo trazó la ekklesia a todos los salvos que Jesucristo está llamando por el Espíritu Santo regenerador. Lucas, no como Mateo, usó la palabra ekklesia en Hechos 7:38 para hablar de la asamblea de Israel, que simboliza el aspecto local de la asamblea. Solamente los salvos están en el aspecto universal, pero tanto los salvos como los no salvos están en el aspecto local de la asamblea.
La palabra asamblea (ekklesia) significa muchas cosas a la diferente gente. Algunas de las teorías importantes se considerarán:
PRIMERA — Los católicos romanos enseñan el punto de vista universal-visible de la asamblea. Según ellos, la asamblea se hace la madre de los creyentes. Como tal, ella llega a ser la dispensadora de gracia. Roma realmente define la asamblea como la sociedad de los fieles bajo el liderazgo del Papa. Los católicos son enseñados para depender de la voz viva y audible de la asamblea. Así, a ellos la Iglesia Católica Romana es la intérprete de la Escritura. Los católicos no cuestionan la Biblia como dada por Dios, pero ellos insisten que las Escrituras dentro de sí mismas no son suficientes.
SEGUNDA — La Iglesia de Inglaterra acepta la teoría territorial de la asamblea. Según el anglicanismo, la asamblea es territorial, gobernada por el Episcopado. La palabra “comprensivo” es la característica peculiar de la Iglesia Nacional de Inglaterra.
TERCERA — Las asambleas denominacionales son las instituciones que están sujetas a la jerarquía de cada denominación particular. Algunas denominaciones se representan como creer en la autonomía de la asamblea local, pero lo que abogan y lo que realmente practican son dos cosas diferentes. Sin embargo, el grado de control varía de una denominación a otra.
CUARTA — Las asambleas protestantes de la reforma formularon la teoría del concepto universal y local, o invisible y visible de la asamblea para contrariar la teoría católica romana de la asamblea universal-visible. Ellos enseñaron que ser miembros en la asamblea universal capacitaron a las personas para ser miembros en la asamblea local. Después de la reforma, algunos acentuaron la asamblea universal a la exclusión de la local. Ellos usaron esa idea como una escapada de los problemas en las denominaciones y asambleas locales. Los otros fueron al extremo opuesto.
QUINTA — Algunos adoptan el punto de vista de la asamblea como un reino visible. Entre aquellos que retienen el concepto local estricto de la asamblea, algunos creen que la asamblea es la manifestación visible del reino sobre la tierra. Ellos son de la opinión que alguien que niega que la institución llamada el “reino de Dios y la asamblea de Cristo” fue establecida por Cristo mientras que Él estaba sobre la tierra es un enemigo de Cristo y el Cristianismo. Ellos usan la asamblea y el reino como términos sinónimos.
SEXTA — Hay otros localistas estrictos que hacen una distinción entre la asamblea y el reino, pero ellos enseñan que uno es herético en decir que la asamblea es ambos universal y local, o invisible y visible. Algunos bautistas enseñan que durante Su ministerio personal, Cristo fundó su asamblea o su denominación.
SÉPTIMA — La asamblea de Jesucristo se debería observar como invisible y visible. El punto de vista Bíblicamente correcto no es el dualismo, una teoría que hay dos principios básicos. Lo invisible y lo visible son dos aspectos del único principio de vida dado por Cristo a Su pueblo. La diferencia está entre el principio de vida y la manifestación de esa vida. Como el principio de vida mora en un cuerpo que está muriendo, la vida invisible de gracia mora en una asamblea local que está muriendo. Todas las asambleas locales mencionadas en la Biblia están muertas, pero el principio de vida que las animó no está muerto. De hecho, el Espíritu de vida en cada creyente que constituyó esas asambleas locales está muy vivo y era una parte de la existencia de la asamblea local. Cristo dijo a Marta, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). Él dijo a Sus discípulos, “...porque yo vivo, vosotros también viviréis [futuro activo indicativo de dzao]” (Juan 14:19). Este último punto de vista es lo del autor, y será establecido aún en el estudio de la Asamblea de Cristo.
Dios no se dejó a Sí Mismo sin un testimonio en el mundo después de poner aparte Israel. Según Hechos 14:17, Dios nunca ha estado sin un testimonio. Por lo tanto, durante el ministerio personal de Cristo, el Señor Jesús estableció Su asamblea y encomendó a ella la responsabilidad de revelar Sí Mismo mediante el ministerio de la palabra. Puesto que Dios debe ser conocido en el mundo para el propósito de llamar fuera a los elegidos a Sí Mismo, Él ha escogido a ser revelado por la ekklesia, la asamblea, que Cristo continúa edificando.
El tiempo futuro progresivo del verbo oikodomeo, “edificaré,” se usa en Mateo 16:18 en la declaración del Señor a Pedro en cuanto al edificar de Cristo de Su asamblea. Este es lo que se conoce en el griego como un verbo progresivo futuro activo indicativo, significando que el Señor Jesucristo no ha completado Su asamblea. Pablo, un apóstol a los gentiles, siguió a los doce apóstoles; y él y todos los que han sido salvados desde entonces son parte de la asamblea que Jesucristo continúa edificando. El Señor Jesús continuará edificando Su asamblea hasta que el último que constituya la asamblea sea traído en el arca de la seguridad. Para realizar el propósito para que se la estableció, la asamblea solamente debe usar los medios puestos en la palabra de Dios. Sugerir que la asamblea de Cristo se ha enviado al mundo sin una brújula divina — la palabra de Dios — y el mapa para dirigir su curso es impensable. La brújula y el mapa de Dios no han de ser reemplazados por los trucos y programas hechos por el hombre.
Hay poco acuerdo entre los Cristianos con respecto a cuándo la asamblea se fundó y cómo se la estableció. Algunos dicen que el nacimiento de la asamblea se llevó a cabo en el día de Pentecostés. Otros dicen que se la estableció durante el ministerio personal de Cristo. Los que creen que la asamblea comenzó en el día de Pentecostés dicen que su nacimiento debe ser precedido por los eventos siguientes:
1. Ellos dicen que la muerte de Cristo debe ser histórica; así, la piedra principal se puso ya.
2. Ellos dicen que la resurrección de Cristo proveyó la asamblea con la vida de resurrección; por lo tanto, las puertas del Hades se han abiertas.
3. Ellos dicen que Cristo había ascendido a la diestra del Padre; por lo tanto, la Cabeza de la asamblea había asumido Su lugar propio.
4. Ellos dicen que no puede haber una asamblea sobre la tierra hasta que el Espíritu Santo venga para bautizar a las personas arrepentidas en el cuerpo de Cristo y habitar en la asamblea.
5. Ellos dicen según la profecía de Cristo, la formación de la asamblea fue en el futuro.
6. Ellos dicen que si la asamblea hubiera existido antes de la muerte de Cristo, hubiera muerto.
7. Ellos dicen que la asamblea verdadera ha de tener la obra terminada de Cristo sobre la cual puede estar firme, la posición de resurrección, y una nueva humanidad con su Cabeza resucitada.
Aunque un porcentaje grande de los creyentes aceptan el punto de vista que la asamblea nació en el día de Pentecostés, la evidencia Bíblica no apoyará aquel punto de vista. Cuando el sufrimiento de Cristo en el Calvario fue realizado, Él ya había llamado a Sus discípulos durante Su ministerio público (Mat. 16:13-18). Además, Jesucristo encomendó a estos discípulos — la asamblea (Mat. 28:18-20) — quienes constituyeron la fundación secundaria de la asamblea. Él dio a esta asamblea primitiva un vistazo del poder que ella experimentaría en el día de Pentecostés (Juan 20:19-23).
La opinión de algunos es que la asamblea se formó en el día de Pentecostés, y ellos enfatizan la palabra “formó.” Pero este punto de vista no aguantará en la luz del llamamiento de los discípulos, su ser comisionados, y su recibir poder antes del día de Pentecostés. El error es hecho no primariamente en su uso de la palabra “formó,” pero en lo que la palabra incluye. El Espíritu Santo vino en poder solamente sobre los judíos en Hechos 2, sobre los samaritanos en Hechos 8, y sobre los gentiles en Hechos 10. El evangelio se ha de predicar primero a los judíos, entonces a los samaritanos quienes fueron mezclados — parte judíos y parte gentiles — entonces a los gentiles. Así que, el día de Pentecostés no terminó con los judíos, pero también incluyó los samaritanos y los gentiles, así armonizando con Levítico 23.
Algunos comparan la formación y el nacimiento de la asamblea a la formación del cuerpo de Adán antes que Dios respiró vida en él. Ellos enfatizan la diferencia entre la formación y la vida de Adán. Ningún Cristiano niega que el cuerpo del hombre primeramente fue formado, y entonces el aliento de vida fue soplado en él (Gén. 2:7). Sin embargo, usar esta analogía exacta para hablar de la asamblea de Cristo como ser formada por Cristo y después recibir la vida en el día de Pentecostés falta la importancia Bíblica del día de Pentecostés. Si esa analogía fuera correcta, los discípulos hubieran salido predicando sin vida. ¿Cómo pudieron recibir el poder de vida si no tuvieron vida?
La asamblea se formó durante el ministerio terrenal de Cristo, pero la sugerencia que la infusión del principio de vida debe esperar hasta el día de Pentecostés no es Bíblica. La asamblea que Cristo formó se compuso de personas regeneradas que habían sido eficazmente llamadas por Cristo Mismo. El mandamiento para esperar la promesa del Padre no tenía nada que ver con el principio de vida que ya poseyeron (Hech. 1:1, 5). Ellos no fueron formados y esperaron la vida; ellos tenían la vida. Ellos habrían de esperar hasta que fueran “investidos [aoristo medio subjuntivo de enduo, vestido o investido] de poder [dunamis, poder o poder sobrenatural]...” (Luc. 24:49), no hasta que tuvieron vida.
La idea que la muerte de Cristo debe ser histórica antes de la formación de la asamblea falta un punto importante en cuanto a la muerte de Cristo. Si ese concepto fuera cierto, la oración intercesora de Cristo como sumo sacerdote de Juan 17 hubiera sido inválida; sin embargo, no era inválida porque Él dijo, “...habiendo acabado [aoristo activo participio de teleioo] la obra que me has dado [perfecto activo indicativo de didomi] que hiciera” (Juan 17:4 — traducción). Desde la perspectiva del hombre, Cristo no había acabado Su obra porque Él no había actualmente muerto. Pero desde la perspectiva de Dios, se la acabó. Él llama las cosas que no son, como si fuesen. (Véase Rom. 4:17.) Jesucristo es el Cordero habiendo sido inmolado [perfecto pasivo participio de sphadzo] desde la fundación del mundo (Apoc. 13:8). Puesto que a la expiación no se puede dar una fecha desde el punto de vista de Dios, Jesucristo podría llamar fuera los Suyos, establecer Su asamblea, y encomendarla sobre la base de Su muerte.
La vida de la resurrección fue la bendición de los elegidos de Dios antes de la muerte y la resurrección actual de Jesucristo. Los tres que Jesucristo resucitó de los muertos tenían un anticipo de la vida de la resurrección. Cristo dijo a Sus discípulos, “Nuestro amigo Lázaro se ha dormido [perfecto pasivo indicativo de koimao, dormir o morir]; voy a despertarlo [aoristo activo subjuntivo de exupnidzo, despertar del sueño]” (Juan 11:11 BLA). Subsiguiente a la experiencia de Lázaro de la resurrección espiritual, él experimentó la muerte física; y él estaba al punto de experimentar una resurrección física. Todo esto fue antes de la muerte de Cristo. La palabra “amigo” en Juan 11:11 viene de la palabra griega philos, que significa amado o amigo. Él fue amado por María y Marta; pero más que todo, él fue amado por Jesucristo.
Jesucristo no tenía que morir, ser resucitado, y ascender a la diestra del Padre para que los elegidos fueran vivificados por el Espíritu Santo. El Señor Jesús Mismo vivificó a algunos (Juan 5:21). La opinión que la asamblea no podía existir hasta que el Espíritu Santo viniera para bautizar a los creyentes arrepentidos en el cuerpo de Cristo no es Bíblica. Uno no puede Bíblicamente decir que el bautismo en el Espíritu Santo es igual con la regeneración. El bautismo en el Espíritu Santo se llevó a cabo en el día de Pentecostés sobre aquellos que fueron discípulos; ellos habían sido vivificados; habían sido llamados; y habían recibido un anticipo del día de Pentecostés.
Uno no debe equivocarse en pensar que Pedro y los otros apóstoles fueron sin el Espíritu Santo antes del día de Pentecostés. “Siendo, pues, el atardecer, en aquel día, el primero de la semana, y las puertas habiendo sido cerradas donde los discípulos estaban a causa del miedo de los judíos, vino Jesús y se puso en medio, y les dice: Paz a vosotros. Y habiendo dicho esto, les mostró ambos Sus manos y el costado. Pues los discípulos se regocijaron, habiendo visto al Señor. Pues Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros; como mi Padre me ha enviado, así también yo os estoy enviando. Y diciendo esto, sopló sobre ellos, y les dice: Recibid [aoristo activo imperativo de lambano, recibid inmediatamente] el Espíritu Santo” (Juan 20:19-22 — traducción). Los discípulos, que fueron pasivos en su regeneración (Juan 3:3, 5, 7; I Jn. 3:9; 5:1, 4), fueron mandados a recibir un grado añadido del poder del Espíritu para capacitarlos para ejercer su oficio por revelar declarativamente si sus pecados fueron o no fueron perdonados. Fueron pasivos en la regeneración, pero fueron activos en recibir el Espíritu. El aoristo activo de lambano significa que participaron en recibir el Espíritu Santo. Dios nunca da ninguna cosa que no se la recibió. En otras palabras, ellos fueron mandados para recibir un anticipo del día de Pentecostés por recibir inmediatamente el Espíritu Santo que ya había sido respirado sobre ellos. Ellos fueron Cristianos porque fueron activos en recibir. Para aplicar el aoristo activo imperativo de recibir a los discípulos recibiendo vida 50 días después es inconsecuente con el principio de vida que se dio al pecador pasivo.
Solamente hay siete referencias en el Nuevo Testamento al bautismo en el Espíritu Santo: Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5; 11:16; I Corintios 12:13. Este bautismo siempre es colectivo, nunca individual. Desde Mateo 3:11 hasta Hechos 1:5 todos son proféticos del día de Pentecostés. Hechos 11:16 y I Corintios 12:13 registran el evento histórico. El Espíritu Santo es Aquel en Quien Cristo bautizó. Jesucristo, no el Espíritu Santo, es el Bautizador en todas las referencias. Uno puede argumentar que esto no se puede probar, puesto que el nombre de Cristo no se mencionó en I Corintios 12:13. Sin embargo, se usa Su nombre en las otras seis; además, Él es Aquel que bautizó Su asamblea en la esfera del Espíritu aún en I Corintios 12:13. Lo que ocurrió subsiguiente a Hechos 2 explica el uso del tiempo futuro en Hechos 11:16. Cuando el Espíritu Santo vino sobre los gentiles, Pedro recordó lo que Cristo había prometido en Hechos 1:5. Por lo tanto, él citó el verbo futuro pasivo indicativo usado por Cristo en Su promesa a los discípulos. El estudiante diligente de la Escritura no tendrá problema en ver, en el uso gramatical de los tiempos de los verbos, la verdad del fortalecer de la asamblea a fin de cumplir la comisión de Mateo 28.
La razón por tanto mal entendimiento acerca del día de Pentecostés es el fracaso en no ver que hay tres partes de la fiesta solemne de las semanas que anticiparon al día de Pentecostés (Lev. 23:15-22). El día de Pentecostés significa cincuenta días después de la Pascua. Así que, cincuenta días desde la muerte de Cristo, el Espíritu Santo vino como Jesucristo había prometido para fortalecer a la asamblea. Simboliza la dispensación presente del Espíritu, que es marcada por dos hechos: (1) Cristo está en el cielo a la diestra del Padre, sentado sobre el trono del Padre. (2) El Espíritu Santo vino no solamente para fortalecer a la asamblea fundada por el Señor Jesús Mismo durante Su ministerio personal pero también para habitar la asamblea como su Iluminador, Consolador, y Guía. Como la fiesta solemne de las semanas incluyó la cosecha — “[vosotros] no segaréis,” el último rincón de la tierra — “el pobre,” y el no espigarar su siega — “el extranjero,” el cumplimiento de Pentecostés incluyó los judíos (Hech. 2), los samaritanos (Hech. 8), y los gentiles (Hech. 10).
El bautismo en el Espíritu no se diseñó para ser la regeneración. Por lo tanto, el fenómeno del bautismo en el Espíritu no puede ser igual con el nuevo nacimiento. Este fenómeno no fue una cosa en el día de Pentecostés y algo enteramente diferente subsiguiente al día de Pentecostés. Puesto que el Espíritu Santo fortaleció la asamblea que ya se había formado, Él no le dio vida en el día de Pentecostés. El bautismo en el Espíritu es un evento histórico. Como había solamente un Calvario donde Jesucristo cumplió Su obra redentora, solamente había un bautismo en el Espíritu Santo cuando Cristo bautizó Su cuerpo en el Espíritu Santo. La muerte de Cristo nunca se repetirá, y el bautismo de la asamblea en el Espíritu nunca se repetirá.
Vamos a considerar cada uno de los siete versículos que refieren al bautismo en el Espíritu:
MATEO 3:11 — “Yo ahora os estoy bautizando en [en, locativo de esfera] agua por causa de [eis, acusativo de causa] vuestro arrepentimiento, y El que viene tras mí es más fuerte que yo, de quien no soy digno de llevar Sus sandalias; Él os bautizará [futuro activo indicativo de baptidzo] en [en, locativo de esfera] el Espíritu Santo y fuego” (traducción). Como Juan era el agente en el bautismo del agua, Cristo era el Agente en el bautismo del Espíritu. Juan no bautizaría a nadie en agua hasta que manifestara el arrepentimiento genuino (Mat. 3:8). El bautismo de Juan por causa del arrepentimiento no fue “con” agua sino “en” agua (en hudati). La preposición en no significa “con” porque el agua no fue el instrumento por el cual Juan bautizó, sino fue la esfera en la que bautizó. Aquellos que creen y enseñan la teología del pacto traducen “en” como “con,” pero los que niegan ambos la teología del pacto y el bautismo infantil la traducen “en.”
MARCOS 1:8 — “Yo os bauticé en agua; pero Él os bautizará [futuro activo indicativo de baptidzo] en el Espíritu Santo” (traducción). Puesto que la preposición en no se usa en este versículo, el caso locativo de hudati — agua — solo determina la preposición que se debe usar. Es el mismo caso como en Mateo 3:11.
LUCAS 3:16 — “Respondió Juan, diciendo a todos, Yo a la verdad os bautizo en [en, locativo de esfera] agua; pero viene Uno más fuerte que yo, de quien no soy digno de desatar Sus sandalias; Él os bautizará [futuro activo indicativo de baptidzo] en [en, locativo de esfera] el Espíritu Santo y fuego” (traducción). El texto griego en Lucas 3:16 es igual al de Mateo 3:11.
JUAN 1:33 — “Y no Le había conocido; pero El que me habiendo enviado a bautizar en agua, Aquel me dijo, sobre quienquiera veas el Espíritu descendiendo y permaneciendo sobre Él, Ése es El que está bautizando [futuristico presente participio de baptidzo] en [en, locativo de esfera] el Espíritu Santo” (traducción). Una de las características únicas del Evangelio de Juan de los evangelios sinópticos es que él describió en retrospección lo que Juan el Bautista había visto antes. Pero él usó el tiempo futuristico presente de baptidzo para describir lo que Cristo haría en el día de Pentecostés. Juan usó este participio de baptidzo con el caso locativo “en el Espíritu Santo [en pneumati hagio].” El futuristico presente es lógico a la vista de la evidencia concluyente del Hijo eterno que, en siete ocasiones registradas en Juan, declaró, “YO SOY” (Juan 6:35; 8:12, 58; 10:11; 11:25; 14:6; 15:1).
HECHOS 1:5 — “Porque Juan ciertamente bautizó [aoristo activo indicativo de baptidzo] en agua; mas vosotros seréis bautizados en [en, locativo de esfera] el Espíritu Santo no muchos días después de estos” (traducción). Además de su Evangelio, Lucas fue el autor del libro de Hechos: “El primer tratado que produje, oh Teófilo, de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, habiendo dado mandamientos por la agencia del Espíritu Santo a los apóstoles a quienes Él seleccionó. A quienes también Él se presentó a Sí Mismo como Aquel que vive después de padecer por medio de pruebas indubitables, siendo visto por ellos mediante cuarenta días, y hablando de las cosas en cuanto al reino de Dios. Y estando junto con ellos, les mandó no salieran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, oísteis de mí; Porque Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo no muchos días después de estos” (Hech. 1:1-5 — traducción).
Observen que Lucas concluyó su Evangelio en la misma manera en que comenzó Hechos: “He aquí, estoy enviando la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos con poder desde lo alto” (Luc. 24:49 — traducción). En la referencia en Hechos, Lucas citó lo que Juan había hecho y la promesa de Cristo del bautizar en el Espíritu Santo, que todos los cuatro evangelistas registraron. En relación al bautizar de Juan, el verbo baptidzo es aoristo activo indicativo; es la historia. Por otra parte en relación al bautizar de Cristo, es futuro pasivo indicativo. La voz pasiva significa que Cristo los bautizó; ellos no tenían parte así como nosotros no tuvimos ninguna parte en nuestra regeneración. Las referencias que hablan de nuestro nacer de Dios siempre se encuentran en la voz pasiva. Cristo bautizaría la asamblea primitiva en el día de Pentecostés. Los súbditos serían los recipientes de la acción más bien que su participar en la acción. El modo indicativo es el modo de la realidad; por lo tanto, la promesa del Padre fue incondicional (Hech. 1:4). Como la Pascua, que es el Calvario, fue para todos los que fueron elegidos para la salvación, el día de Pentecostés fue para todos los que constituirían el cuerpo de Jesucristo. La promesa de Pentecostés fue incondicional e inclusiva de todos los que constituirían el cuerpo de Cristo. Fue en la voz pasiva, el modo indicativo, y el tiempo futuro. “Será realizado no muchos días después de estos.”
Algunos basan su objeción a la promesa incondicional de Pentecostés sobre Hechos 1:4 — “Y estando junto con ellos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, oísteis de mí” (traducción). El Calvario no fue dependiente de los elegidos haciendo algo. No existimos en aquel entonces, y aún fuimos crucificados con Cristo. ¿Fue el día de Pentecostés diferente en este respecto? Fuimos bautizados en la esfera del Espíritu en el día de Pentecostés sin estar presentes, como fuimos crucificados con Cristo sin estar presentes. La creencia de uno demanda la creencia de la otra, y la negación de uno demanda la negación de la otra. Los primeros cinco versículos de Hechos 1 forman la introducción que conecta el Evangelio de Lucas con Hechos. Por lo tanto, la realidad del día de Pentecostés no fue dependiente de la obediencia de los discípulos al mandamiento de Dios no más que la segunda venida de Cristo es dependiente de nuestra obediencia a Él. Como los salvos buscan por la segunda venida de Cristo, los discípulos esperaron el día de Pentecostés.
HECHOS 11:16 — “Entonces me acordé de la palabra del Señor, como dijo, Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados [futuro pasivo indicativo de baptidzo] en [en, locativo de esfera] el Espíritu Santo” (traducción). Esta declaración fue hecha por Pedro después que los judíos (Hech. 2), los samaritanos (Hech. 8), y los gentiles (Hech. 10) habían sido bautizados en el Espíritu Santo para cumplir el día de Pentecostés. Este versículo es una citación de Hechos 1:5. Es histórico porque el Espíritu Santo había venido sobre los judíos, los samaritanos, y los gentiles. En el intervalo entre las cinco referencias proféticas y las dos referencias históricas, el Espíritu Santo había venido. La asamblea primitiva había sido bautizada por el Señor Jesús Mismo en la esfera del Espíritu Santo.
I CORINTIOS 12:13 — “Porque ciertamente [kai, aquí usado como un adverbio para significar aún o ciertamente] en [en, locativo de esfera] un solo Espíritu fuimos todos bautizados [aoristo pasivo indicativo de baptidzo] en [eis, acusativo de propósito] un cuerpo, ya judíos o gentiles, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber [aoristo pasivo indicativo de potidzo, ser investido o permeados con] de un solo Espíritu” (traducción). Hay dos puntos de vista importantes de este texto: (1) el Espíritu Santo es el Agente, y (2) Cristo es el Agente. Puesto que ni el nombre de Cristo ni el Espíritu Santo se encuentran en el versículo, el punto de vista verdadero se encuentra en la preposición en la luz del contexto y el contexto total. La declaración, “en un solo Espíritu [en heni pneumati],” como las otras seis referencias que hemos considerado, está en el locativo de esfera. El verbo para bautizar está en el tiempo aoristo; por lo tanto, es punto acción en tiempo pasado. La voz pasiva significa que los súbditos fueron los recipientes de la acción. Está en el modo indicativo, el modo de la realidad.
El estudiante de la Biblia debe determinar ahora si el tiempo aoristo del verbo “fuimos bautizados” señalara al día de Pentecostés o al nuevo nacimiento. Algunos dicen que indica el ser bautizado en el Espíritu Santo subsiguiente al nuevo nacimiento. El tiempo pasado puede ser un minuto, una hora, un día, un mes, o varios años. Ambos la regeneración y el día de Pentecostés son tiempos pasados. La evidencia Bíblica ya se ha dado para mostrar que de las siete referencias al día de Pentecostés cinco son proféticas y dos son históricas. Este versículo es una de las referencias históricas. Puesto que Cristo es el bautizador en las primeras seis referencias a ser bautizado en el Espíritu, no hay justificación para decir que en este ejemplo el Espíritu Santo es el Agente. El Espíritu Santo no bautiza a uno en Sí Mismo no más que Jesucristo bautizó a uno en Sí Mismo. Todos los que Jesucristo bautizó en el Espíritu Santo fueron ya en Él por la regeneración o en una relación del pacto. Cristo no es el bautizador de individuos en Sí Mismo, sino Él fue el bautizador de todos los que constituyeron la asamblea en un cuerpo en el día de Pentecostés.
Nuestro bautismo en la esfera del Espíritu en el día de Pentecostés fue en el mismo sentido como nuestra caída en Adán. No caímos en Adán cuando nacimos. Nuestra caída en Adán se llevó a cabo hace seis mil años. Se debe considerar nuestra solidaridad con Adán en su caída. Él fue nuestro representante: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Rom. 5:12). Así que, todos nosotros pecamos cuando Adán pecó por nuestra solidaridad con él y su jefatura representante.
Nuestro bautismo en el Espíritu en el día de Pentecostés fue en el mismo sentido en que los elegidos fueron crucificados con Cristo en el Calvario. No fuimos crucificados con Cristo cuando fuimos regenerados sino cuando Jesucristo fue crucificado: “He sido crucificado [sunestauromai, perfecto pasivo indicativo de sustauroo] con Cristo...” (Gál. 2:20 — traducción). La primera parte de la forma compuesta del verbo es sun, que significa “con,” y la parte principal significa “crucificado.” El tiempo perfecto de este verbo denota la acción cumplida en tiempo pasado con un estado resultante de ser. El tiempo perfecto se puede usar en cuatro maneras: (1) Un verbo de tiempo perfecto se puede usar en lo que se conoce como el sentido intensivo, enfatizando el estado resultante de ser más bien que el punto acción en el pasado. La declaración que frecuentemente ocurre “escrito está” ilustra esta verdad. En cada ejemplo en el Nuevo Testamento donde esa expresión se encuentra, es un perfecto pasivo indicativo. Por lo tanto, se ha de traducir “permanece escrito.” Lo que Dios ha escrito es escrito permanentemente. El énfasis está sobre el estado resultante de ser. Otra ilustración concierne la resurrección de Cristo. Él ha sido levantado. El énfasis no está sobre el acto de Su resurrección sino sobre el hecho de que Él es levantado; Él vive. (2) Otra manera en que el verbo perfecto se usa se llama el sentido consumativo. Este énfasis está sobre la acción completa, que es, la cosa entera. Los dos verbos de tiempo perfecto en II Timoteo 4:7 ilustran el sentido consumativo de un verbo perfecto. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera.” Los dos verbos llaman la atención a la batalla entera de Pablo. Él no solamente había comenzado la buena pelea, sino también había acabado su carrera. (3) El tiempo perfecto de un verbo también se puede usar en el sentido iterativo. El sentido iterativo refiere a la acción que no está constante hasta que la acción está cumplida. Esto se ilustra en I Juan 1:1 — “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto....” Ambos “hemos oído” y “hemos visto” son verbos perfectos activos indicativos, pero no indican el oír o ver continuo. Ellos oyeron al Señor; luego no Le oyeron; luego Le oyeron más. La acción se quebró mientras se hacía. (4) El tiempo perfecto de un verbo se puede usar en el sentido dramático. El dramático trae el evento pasado vivamente al presente; así que, es la acción completa en el tiempo pasado y entendida en el tiempo presente. Este uso se ilustra en la parábola del Señor del que encontró una perla preciosa y vendió todo lo que tenía para comprarla (Mat. 13:46). La palabra “vendió” es un verbo perfecto activo indicativo. Enfatiza la gran pérdida en la venta completa de todas las cosas que se realizó en el tiempo presente.
Después de ver las cuatro maneras en que se usan los verbos perfectos, vamos a determinar el uso del verbo para nuestro haber sido crucificado con Cristo en Gálatas 2:20. Se usa intensivamente, acción cumplida en tiempo pasado con un estado resultante de ser. Los resultados y no la acción continúan. Pablo usó la misma palabra, pero en el primero aoristo pasivo indicativo en Romanos 6:6 — “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él [Cristo]” (traducción). Los dos versículos se han de entender legalmente más bien que literalmente.
El verbo “fuimos todos bautizados” de I Corintios 12:13 se ha interpretado en muchas maneras. Los cinco siguientes cubrirán cada punto de vista religioso de cualquier llamado prominencia:
1. El primer punto de vista es que el bautismo en el Espíritu y el bautismo en agua son conectados sacramentalmente. Aquellos que tienen este punto de vista dicen que el sacramento del bautismo inicia uno en la fe y la asamblea Cristiana. Puesto que no es lo que nosotros hacemos para Cristo sino lo que Él hace para nosotros, ellos enfatizan la voz pasiva de los verbos bautizar y beber. Ellos explican que el momento en el que el bautismo llega a ser para nosotros lo que es, su modo cesa el dominar nuestro pensamiento, aun en símbolo; así que, unas pocas gotas de agua así como también un océano pueden simbolizar.
2. El segundo punto de vista es que el bautismo en el Espíritu era el bautismo literal en la asamblea, el cuerpo en Corinto. Aquellos que tienen este punto de vista creen que el bautismo de los corintios refiere al pasado definitivo cuando ellos pusieron la insignia exterior, el símbolo del cambio interior obrado en ellos por el Espíritu Santo (Gál. 3:27; Rom. 6:2). Ellos definen el significado de se nos dio a beber de un mismo Espíritu como un acto definitivo en el pasado que fue probablemente su experiencia interior del Espíritu Santo, simbolizada por el acto del bautismo.
3. Un tercer punto de vista es que el Espíritu de I Corintios 12:13 es el Agente del bautismo; así que, el Espíritu Santo desde el repartimiento original y la residencia personal en la asamblea en el día de Pentecostés bautiza cada pecador creyente en el mismo cuerpo al momento que él es salvo, nunca subsiguiente al ejercicio de la fe salvadora. Aquellos que tienen este punto de vista comentan que la última parte del texto complementa la primera parte por enfatizar que al mismo tiempo que el Espíritu Santo bautiza a los creyentes en el mismo cuerpo, Él los pone en la esfera de la posición de la plenitud; así, cada creyente es bautizado en el Espíritu al momento de la salvación.
4. Un cuarto punto de vista es que el Espíritu ha bautizado cada creyente en Cristo, pero Cristo no ha bautizado a cada creyente en el Espíritu. Aquellos que sostienen este punto de vista declaran que el Espíritu Santo es el Agente en la regeneración, Jesucristo es el Agente en el bautismo en el Espíritu subsiguiente a la regeneración, y la evidencia del segundo bautismo es hablar en lenguas.
5. El quinto punto de vista es que cualquier comunicación del Espíritu se llama un bautismo. Aquellos con este punto de vista describen el Espíritu Santo como ser derramado; y aquellos sobre quien Él es derramado, si en la regeneración, santificación, o influencia, son bautizados. Su conclusión es que ninguna persona es bautizada por inmersión en agua o el Espíritu.
No hay nada dentro del contexto de I Corintios 12:13 para sugerir que Pablo hablaba de los sacramentos, el bautismo en agua, o la regeneración. El cuerpo entero de Cristo fue bautizado en el Espíritu en el día de Pentecostés en el mismo sentido que el cuerpo fue crucificado con Cristo en el Calvario. Los “todos” que fueron bautizados en el Espíritu fueron dados a beber. En ambos ejemplos, los “todos” fueron recipientes más bien que participantes en la acción. Concluyentemente, los “todos” que fueron bautizados en un mismo cuerpo son los mismos “todos” que fueron dados a beber en un mismo Espíritu. La misma declaración aforistica en cuanto a todos los que fueron bautizados fueron los mismos todos que fueron dados a beber es visto en Romanos 8:29-30. Hay cinco verbos aoristos activos indicativos — conoció, predestinó, llamó, justificó, y glorificó — en estos dos versículos, llamados los cinco grandes eslabones áureos de la doctrina Bíblica. Cuán maravilloso el ser asegurado de que los conocidos de antemano son iguales con los llamados, y los llamados son iguales con los glorificados en número. Estos versículos contraprueban la idea de una persona siendo conocida de antemano, eficazmente llamada, y después de todo pecando para perder su salvación. Si las personas salvas pudieran perder su salvación, Dios hubiera conocido de antemano algunos que fueron llamados y justificados, pero murieron en sus pecados y nunca serían glorificados. Tal enseñanza es contraria al carácter y la obra de Dios (Fil. 1:6).
Antes de la regeneración, aquellos elegidos por Dios en la gracia son miembros del cuerpo bautizado de Jesucristo en el mismo sentido que Él dijo, “También tengo otras ovejas que no son de este redil; también es necesario que las traiga, y oirán Mi voz; y llegarán a ser un rebaño [con] un Pastor” (Juan 10:16 — traducción). Él ya los tuvo por relación de pacto, pero todavía no habían sido salvos. Cada hijo de Dios hoy en día es parte de aquellas ovejas que Él tuvo cuando habló estas palabras. La expiación desde la perspectiva de Dios no se puede dar una fecha (Apoc. 13:8). La asamblea de Cristo en el día de Pentecostés incluyó las ovejas diferentes de aquellas que fueron bautizadas en aquel entonces. Todos los que constituyeron la asamblea en el día de Pentecostés fueron de Cristo por el don del Padre a Él (Juan 6:37; 17:2, 6, 9, 11, 12, 24) y por Su propia muerte por ellos (Juan 10:11, 15). Él murió por las ovejas; así, el cuerpo entero fue legalmente y redentoramente de Cristo en el día de Pentecostés, aunque Él debe traer (aoristo activo infinitivo de ago, que significa traer en el cuerpo) otras ovejas (Juan 10:16). Como las otras ovejas son traídas actualmente por la regeneración en el cuerpo, ellas son dadas a beber de un mismo Espíritu, “el Espíritu de verdad” (Juan 15:26).
Pablo tenía una preocupación (merimna, preocupación, interés, o interés ansioso) por todas las asambleas (II Cor. 11:28). Por lo tanto, lo que él escribió a los corintios no se puede restringir a ellos. El apóstol usó el cuerpo humano como una ilustración de la unidad en la diversidad y la diversidad en la unidad: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo” (I Cor. 12:12 — traducción). La unidad en la diversidad es la ley del cuerpo de Cristo. Pablo siguió su ilustración del cuerpo humano con la declaración, “Porque ciertamente en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo...” (vers. 13 — traducción).
En I Corintios 12:13, hay ciertas palabras que se deben entender:
l. La preposición en está en el caso locativo. El caso locativo se puede usar en el sentido de lugar, tiempo, o esfera. Aquí se usa como la esfera del Espíritu. Si fuera el instrumental de agencia, indicaría que el Espíritu Santo fue el bautizador. Sin embargo, Jesucristo es el bautizador, y el Espíritu Santo es la esfera de poder en que el cuerpo fue bautizado en el día de Pentecostés. Él comenzó Su asamblea antes del día de Pentecostés, y Él continúa edificando Su asamblea.
2. El adjetivo heni es el locativo neutro singular de heis, significando uno. Es un adjetivo cardinal (de importancia fundamental) que describe el único Espíritu verdadero. Así que, vemos por qué somos amonestados por Juan: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad [presente activo imperativo de dokimadzo, examinad, o probad] los espíritus si son de Dios...” (I Jn. 4:1). El Espíritu que es de Dios hace ambos el maestro y las personas enseñadas listas para probar lo que es la verdad y aprueban esa verdad por la fecundidad práctica.
3. La preposición eis es el acusativo de propósito, y concuerda con el mismo cuerpo en que todos nosotros fuimos bautizados.
4. El adjetivo cardinal hen está en el caso acusativo, el neutro singular de heis, significando uno. Describe el único cuerpo de importancia fundamental en que todos que constituyen el cuerpo de Cristo fueron bautizados en el día de Pentecostés. Se usa también para hablar del mismo Espíritu que el cuerpo, constituido de los judíos y los gentiles, fueron dados a beber (I Cor. 10:32; Ef. 2:11-22).
5. Los verbos en “fuimos todos bautizados” y “todos se nos dio a beber” son ambos aoristos pasivos indicativos. Ellos hablan de lo que Jesucristo había hecho por ellos en el tiempo pasado.
Subsiguiente a la ascensión de Cristo, los once apóstoles con las mujeres, María la madre de Jesucristo, y los hermanos de Jesucristo continuaban con una mente para orar en el aposento. Todos estaban esperando para el cumplimiento de la promesa que el Padre había hecho de que ellos serían bautizados en el Espíritu Santo (Hech. 1:4). Antes del día de Pentecostés, los discípulos esperaron la promesa del Padre; después del día de Pentecostés, los creyentes nunca son amonestados a esperar por el Espíritu. Los discípulos, siendo nacidos del Espíritu, fueron bautizados por Cristo en la esfera del Espíritu, así dando el poder nuevo a la asamblea para el cumplimiento de su comisión. Esto es el cumplimiento de Hechos 1:4-8. Hay una diferencia entre ser lleno del Espíritu y ser bautizado en la esfera del Espíritu. El mandamiento a ser lleno del (en, instrumental de asociación) en Efesios 5:18 es un mandamiento para ser continuamente controlado por el Espíritu en cuya esfera uno vive por la asociación. Este control continuo viene por estudiar la palabra, aprender, crecer, y aplicar los principios Bíblicos.
La asamblea en el día de Pentecostés representó el cuerpo entero de Jesucristo, aunque millones incontables iban a ser añadidos durante la dispensación de la asamblea de Cristo. La experiencia en el día de Pentecostés fue colectiva. Nunca se representa como una experiencia sobre individuos. Nosotros no somos bautizados en el Espíritu cuando somos regenerados, pero nacemos del Espíritu (Juan 3:8). Cuando uno nace del Espíritu, él es introducido en este momento al cuerpo ya bautizado de Jesucristo. I Corintios 12:13 no declara, “por un solo Espíritu cada uno es bautizado.” Ni dice que “cada uno es bautizado en el cuerpo,” sino “todos fuimos bautizados en el cuerpo.” Aquellos que creen que si la asamblea existía antes del día de Pentecostés, hubiera muerto cuando Cristo murió, fracasan en entender la muerte de Cristo. Los apóstoles, que fueron los primeros para ser puestos en la asamblea, y los otros creyentes no murieron físicamente ni espiritualmente cuando Jesucristo murió para pagar por sus pecados, los que habían sido perdonados legalmente. Ellos estaban muy vivos durante y subsiguiente de muerte de Cristo.
6
EL EDIFICAR DE LA ASAMBLEA
SOBRE LA PIEDRA VIVA
Jesucristo es la Piedra (petra) Viva. Solo Él puede cumplir la descripción de la profecía de Isaías: “...He aquí, pongo por fundamento en Sión una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado” (Isa. 28:16 BLA). El Salmista dijo, “La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo” (Sal. 118:22). Jesucristo aplicó el símbolo de “la piedra” a Sí Mismo: “¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?” (Mat. 21:42). Ambos Pablo y Pedro citaron Isaías 28:16 en sus escrituras inspiradas (Rom. 9:33; I Ped. 2:6).
Aparte de “la Piedra Viva,” la Biblia sería sin sentido; los elegidos, desesperados; y el cielo, un sueño vano. ¿Qué es la vida sin Cristo? Es como el invierno, con toda su infructuosidad y muerte, sin la primavera. La vida sin Cristo deja a uno sin la esperanza de la vida de la resurrección. Es como estudiar la historia y quitar a Jesucristo. El pasado, presente, y futuro, en cuanto al tiempo, se centran en Jesucristo.
Dios es el siempre presente “Yo Soy.” Así que, la “piedra” fue eternamente colocada: “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo...” (Sal. 90:2). Lo que fue decretado desde la eternidad fue revelado por la revelación Divina. La piedra que fue preparada eternamente y proféticamente revelada fue realmente colocada en los sufrimientos y la muerte del Hijo encarnado de Dios (I Ped. 1:18-21).
Pedro habló de Jesucristo como “piedra viva” (I Ped. 2:4). Así, él pasó desde la metáfora a la realidad. La representación de Dios por la metáfora de una “roca” no era algo nuevo a Isaías o a los apóstoles del Nuevo Testamento. Una metáfora es la aplicación de una palabra al objeto que no denota literalmente, tal como “castillo fuerte es nuestro Dios.” Moisés usó la metáfora “roca” cuando habló de Dios en Deuteronomio 32:4 — “Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.” En el Antiguo Testamento, Cristo se llama la Roca, el Dios fuerte: “A ti clamaré, oh Jehová. Roca mía, no te desentiendas de mí, Para que no sea yo, dejándome tú, Semejante a los que descienden al sepulcro” (Sal. 28:1). “Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás” (Sal. 31:2, 3). “Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo” (Sal. 61:2).
No hay contradicción entre la declaración de Pablo en cuanto al fundamento que él puso (aoristo activo indicativo de tithemi, I Cor. 3:10) y el fundamento que “está puesto” (presente medio participio de keimai, I Cor. 3:11), que es Jesucristo. Ningún fundamento puesto por el apóstol Pablo podría tomar la precedencia sobre la Persona de Jesucristo. Por lo tanto, la experiencia subjetiva de aceptar el testimonio de Dios proclamado por Pablo sería invalidada aparte del Salvador objetivo, Su Persona y Obra (I Cor. 2:1-5). Así que, la causa toma la prioridad sobre el efecto.
Algunos creen que la declaración de Pablo en Efesios 2:20, en cuanto al “fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,” enfoca en Cristo en ambos el Antiguo y Nuevo Testamento; así las enseñanzas apostólicas y proféticas se centran en la principal “piedra del ángulo” (akrogoniaios — de akros, altísimo, extremo, o el punto más alto; y gonia, la cabeza de la esquina la piedra del ángulo — usado en Ef. 2:20 y I Ped. 2:6). No hay duda de que Jesucristo es el punto focal de toda la Escritura; pero decir que los profetas representan las Escrituras proféticas — Antiguo Testamento — y los apóstoles representan las Escrituras históricas — Nuevo Testamento — va más allá del contexto de Efesios 2:20. El orden de la apariencia de las palabras “apóstoles y profetas” en Efesios 3:5 y 4:11 indica que los dos son los siervos del Nuevo Testamento que hacen una contribución al fundamento secundario puesto en la proclamación del mensaje. Muchos pierden la vista de que el profeta es el que proclama el mensaje así como también profetiza el futuro. El profeta es primero un pregonero e intérprete de la revelación Divina, pero esto no indica que su interpretación de la revelación no incluye la profecía. El punto que se debe entender es que con una revelación completa (Jud. 3), Dios no da hoy en día Escrituras adicionales por visiones y revelaciones. En este sentido, no tenemos profetas porque no hay necesidad de ellos. Una revelación completa solamente necesita interpretación y proclamación.
Los apóstoles eran hombres de requisitos especiales. Para calificar como apóstol, uno debería haber estado junto con Cristo durante Su ministerio público (Hech. 1:21) o haberle visto (heoraka, perfecto activo indicativo de horao, que significa ha llegado a ser visible o aparecido) supernaturalmente (I Cor. 9:1; 15:8). Estos siervos especialmente privilegiados y extraordinarios fueron los edificadores del fundamento en el sentido de que ellos proclamaron el mensaje por la revelación Divina. Su haber visto a Cristo personalmente es la razón por la cual ellos son los primeros mencionados en Efesios (2:20; 3:5; 4:11). Habiendo estado junto con Cristo o habiéndole visto supernaturalmente no fue uno de los requisitos para los profetas. El principio apropiado para el aspecto local de la ekklesia fue importante. Mientras que la obra del fundamento comenzó, fue confirmada por el Señor que obra mediante los apóstoles y profetas para confirmar el mensaje objetivo con señales acompañantes. La confirmación fue necesaria en aquel entonces porque el Nuevo Testamento no fue ya escrito: “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Heb. 2:2-4). No debe ser ningún problema en distinguir entre Jesucristo que es el fundamento actual de la asamblea y el fundamento de los apóstoles y profetas que consiste de la proclamación de la revelación objetiva de Jesucristo, el único fundamento que está “siendo puesto.”
Pedro y Pablo combinan para darnos las grandes verdades en cuanto a Jesucristo, el fundamento de los elegidos, y los elegidos constituyendo la porción de Cristo — la morada de Dios (I Ped. 2:4-6; Ef. 2:19-22). La porción del Señor es Su pueblo (Deut. 32:9). Jesucristo es la porción de cada creyente porque el creyente es la porción de Cristo. La palabra porción a veces se entiende como un pedazo o parte de una cosa. Sin embargo, Jesucristo es la Roca que no se puede dividir entre los santos. Cristo completo, la Roca, es la porción de cada creyente, porque el Padre ha dado Cristo totalmente y enteramente a cada persona salva por Su gracia. Por lo tanto, cada Cristiano puede decir, “Cristo es mío.” Él es todo lo que necesita el hijo de Dios porque Él es eterno, infinito, todo-suficiente, y satisfactorio. El Señor Jesús es la luz del creyente en las tinieblas, la paz en el alboroto, la abundancia en necesidad, y la vida en la muerte.
Como el fundamento es la primera porción de un edificio, el Cristo crucificado es el fundamento primario de la asamblea que se está continuamente edificando. Además del fundamento que fue puesto actualmente en la muerte sustituta del Salvador, un fundamento secundario fue puesto por la enseñanza de los apóstoles y profetas. Su mensaje fue la revelación objetiva en cuanto al fundamento que ningún hombre puede poner. Los hombres siempre tratan de poner otro fundamento. La Escritura da muchas advertencias contra los profesores falsos y los anticristos (Gál. 1:6-9; II Ped. 2:1; I Jn. 2:18-23). Cristo, el fundamento verdadero, nunca puede ser reemplazado o tener otro en oposición a Él porque Él es Dios manifestado en carne (I Tim. 3:16). Por lo tanto, Él es el fundamento de la redención, la regeneración, la fe, la vida Cristiana, la esperanza, la resurrección, y el reino. Pablo hizo claro en I Corintios 3:11 que nadie es capaz de poner otro (allon, singular acusativo de allos, un adjetivo que significa otro del mismo tipo) que (para, acusativo de oposición, que significa en oposición a) el que está puesto (keimenon, presente medio participio de keimai, tratado como un verbo deponente), el cual es Jesucristo. Las personas que piensan que pueden poner un fundamento en oposición al único fundamento verdadero “que está puesto” demuestran por su arrogancia que son anticristos. La última manifestación de tal arrogancia estará en el anticristo mismo (II Tes. 2:3, 4).
¿Cómo es que el fundamento podía ser continuamente puesto cuando Jesucristo había muerto ya? Jesucristo constituye el fundamento primario de lo que Pablo habló en I Corintios 3:11. Los apóstoles y profetas fueron un fundamento secundario en el sentido de que proclamaron el mensaje en cuanto a Jesucristo, la principal piedra del ángulo (Ef. 2:20). El apóstol Pablo dijo en I Corintios 2:1-5 qué fundamento estaba poniendo: “Y yo también, habiendo venido a vosotros, vine no con palabras altas o de sabiduría, predicando a vosotros el testimonio de Dios. Pues me propuse no haber sabido nada entre vosotros sino a Jesucristo, y a Éste que ha sido crucificado [participio pasivo perfecto de stauroo]. Y estuve con vosotros en debilidad y en temor y en mucho temblor. Y mi mensaje ni predicación no fue con palabras persuasivas de sabiduría sino en demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios” (traducción). Así que, el fundamento secundario fue en el mensaje de Cristo predicado por los apóstoles y profetas. Cada vez que uno de los ministros de Dios predica a Jesucristo, de su perspectiva, él está poniendo el fundamento.
Los ministros de hoy no pueden poner el fundamento en el mismo sentido como los apóstoles y profetas. Ellos ponían por la inspiración el fundamento de un mensaje objetivo completo en cuanto a Jesucristo, el fundamento primario. Cuando el mensaje objetivo de Dios había sido completado por los apóstoles y profetas, fue terminado. El sentido en que nosotros ponemos el fundamento es por la instrucción o la enseñanza elemental (Heb. 6:1). En vez de hablar por la inspiración en dar el mensaje objetivo de Dios, nosotros hablamos desde la inspiración en dar el mensaje de Dios que es completado ya. La persona que niega a Cristo no tiene mensaje. El Señor Jesucristo Mismo comenzó en Moisés y en todos los profetas exponiendo en todas las Escrituras las cosas acerca de Sí Mismo. El único fundamento verdadero de Jesucristo que está siendo puesto concuerda con la asamblea que Jesucristo está progresivamente edificando.
7
Hay muchas opiniones diversas acerca de la declaración de Cristo “...tú eres Pedro [Petros, masculino], y sobre esta roca [petra, femenino] continuaré edificando mi asamblea [femenina]” (Mat. 16:18 — traducción). La lista siguiente es un resumen de estas opiniones: (1) El punto de vista católico romano es que Cristo hizo a Pedro la cabeza visible de Su asamblea cuando dijo, “Tú eres Pedro, y sobre esta roca [ellos dicen ‘esta roca’ es Pedro] continuaré edificando mi asamblea.” Ellos dicen que Pedro como la cabeza visible de la asamblea de Cristo fue el primero en una sucesión de papas. (2) El punto de vista comúnmente retenido por la mayoría de los que no son católicos es que la roca (petra) es la confesión de Pedro. (3) El punto de vista Bíblico es que la roca (petra) es Jesucristo.
Ninguna persona honesta niega la falibilidad de las mentes altamente entrenadas. Las personas más dedicadas son influidas, a cierto grado, por las instituciones donde recibieron entrenamiento. Después de aceptar la influencia de la educación, la necedad de prejuicio, y la inclinación al error, los Cristianos continúan teniendo la suficiencia de Dios para guiarlos: “No que seamos competentes [nominativo masculino plural del adjetivo hikanos, que significa apropiado, competente, o capaz] por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia [singular femenino nominativo de hikanotes, competencia o apto] proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes [aoristo activo indicativo de hikanoo, que significa hacer capaz o suficiente] de un nuevo pacto...” (II Cor. 3:5, 6).
La evidencia Bíblica condena la creencia que Pedro fue la primer cabeza visible de la asamblea de Cristo y que desde entonces ella es regida por una sucesión de papas. Pedro fue un hombre, un hombre pecador mortal (Hech. 10:26; Mat. 26:74). Pedro dudó antes del día de Pentecostés (Mat. 16:22; Juan 18:10, 17, 25, 27; 21:21, 22). Subsiguiente al día de Pentecostés, Pedro no actuó como cabeza de la asamblea de Cristo (Hech. 15). Además, él no fue reconocido por la conferencia de Jerusalén como la cabeza. Además, el tiempo vino cuando Pablo resistió (anthistemi, oponer, resistir, o estar en contra) a Pedro por su hipocresía (Gál. 2:9-14).
No hay prueba Bíblica que la llamada autoridad de Pedro se transfirió a una sucesión de papas. La Escritura contraprueba la idea de que hay apóstoles hoy en día. Los requisitos para un apóstol incluyeron el haber estado con los discípulos durante el tiempo que Jesucristo entraba y salía entre ellos (Hech. 1:21). Esto hizo que Matías calificara para tomar el lugar de Judas. El segundo requisito era que uno debería haber sido testigo ocular de Jesucristo, y Pablo cumplió con este requisito. Él dijo, “¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto [perfecto activo indicativo de horao, que significa he visto] a Jesús el Señor nuestro?...” (I Cor. 9:1). Pablo refirió esta experiencia otra vez en I Corintios 15:8 — “Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció [aoristo pasivo indicativo de horao] a mí.”
Si Pedro hubiera sido la primer cabeza de la asamblea de Cristo, cada uno de los corintios que dijo, “Yo de Cefas,” no hubiera sido condenado (I Cor. 1:12); y Pablo hubiera sido incorrecto en amonestar a la asamblea en Corinto. Él hubiera tenido que condenar a todos los partidos excepto a aquellos que dijeron, “Somos de Cefas,” el que los católicos romanos dicen es la cabeza visible y Cristo es la cabeza invisible. El apóstol Pedro no llamó la gente a sí mismo sino a Jesucristo, la Cabeza de la asamblea que es Su cuerpo.
La Alegada Primacía Romana De Pedro Desaprobada
La Iglesia de Roma ha declarado que Pedro es la roca sobre la que la “iglesia” es edificada. Además, ella declara que no puede haber salvación aparte del Papa, que Roma declara como descendiente lineal de Pedro. Dos preguntas son necesarias: (1) ¿Se refirió Cristo a Pedro cuando dijo, “Sobre esta roca continuaré edificando mi asamblea”? (2) ¿Cuál es la historia Bíblica de Pedro?
La asamblea que Jesucristo “continúa edificando” se compone exclusivamente de piedras vivas unidas a la Piedra Viva, el Hijo del Dios viviente. Aunque la Iglesia Católica Romana declara que solamente ella puede interpretar las Escrituras según “el consentimiento unánime de los Padres,” según la historia, no ha estado aquel consentimiento unánime. Mateo 16:18 ha sido interpretado de manera diferente por algunos de los “Padres”: (1) Orígenes y Jerónimo aplicaron el versículo personalmente a Pedro. (2) Ambrosio, Gregorio, y Crisóstomo lo aplicaron a la confesión de Pedro. (3) Agustín lo aplicó a Cristo Mismo.
¿Llegó Pedro a ser el Obispo de Antioquía en D.C. 39? Considerar la lista siguiente ayudará en contestar esta pregunta:
1. Tres años después de que Pablo fue salvo, Pedro residía en Jerusalén (Gál. 1:15-18).
2. Después de esto, él estuvo en Lida (Hech. 9:26-32).
3. Luego, él estuvo en Jope (Hech. 10).
4. Después de esto, él estuvo en Cesarea (Hech. 10).
5. Luego, él estuvo en Jerusalén (Hech. 11:2). Esto prueba que Pedro hubiera sido un papa viajero entre D.C. 39 y D.C. 42.
6. Y después, fue encarcelado en Jerusalén (Hech. 12). ¿Qué del Obispado alegado de Pedro en Roma comenzando en D.C. 42?
7. Poco después del arresto de Pedro (Hech. 12), él estaba en la conferencia en Jerusalén (Hech. 15).
8. Poco después él estaba en Antioquía, donde Pablo le resistió cara a cara (Gál. 2).
9. Pedro no pudo haber comenzado su episcopado en Roma, porque Pablo no podía edificar sobre fundamento ajeno (Rom. 15:20).
10. Pablo saludó a 24 personas por nombre en Romanos 16, pero Pedro no fue nombrado.
11. En Hechos 28, no hay referencia a Pedro entre los hermanos recibidos por Pablo sobre su llegada en Roma. No hay registro de que Pedro jamás estaba en Roma.
12. Pablo no mencionó a Pedro cuando él fue encarcelado por segunda vez en Roma. Él dijo, “Sólo Lucas está conmigo” (II Tim. 4:11). Además, todos los hombres le desampararon (II Tim. 4:16). ¿Hubiera desamparado el “Papa Pedro” al apóstol Pablo?
Subsiguiente a la promesa de Cristo para dar las llaves del reino de los cielos, Él permitió tres de los apóstoles experimentar un anticipo del reino venidero — al cual las llaves se aplican (Mat. 16:28-17:13). Después de esta experiencia, los discípulos preguntaron, “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” (Mat. 18:1). La palabra griega para “mayor” es megas, que habla de hombres en posiciones altas, el rango o la dignidad alta de los hombres que están en relación para con Dios, u hombres más destacados o sobresalientes a causa de ciertas ventajas. Cristo respondió a los discípulos por mostrar que ser “grande” no es lo que el mundo piensa acerca de la grandeza. Los hombres del mundo ven la grandeza según la condición financiera, intelectual, o social. A la inversa, el punto de vista de Dios acerca de la grandeza es representado por la sumisión humilde y la simplicidad dependiente de un niño. Así que, la grandeza verdadera caracteriza a uno que no es superado por la norma del mundo sino por el honor o reconocimiento que él recibe del Señor por la gracia. ¿Puede tal pregunta, “¿Quién es mayor?” ser hecha jamás si Pedro hubiera sido nombrado por Cristo como la cabeza visible de la asamblea?
La asamblea que Jesucristo continúa edificando solo tiene un fundamento. Cristo no dijo, “Sobre la sucesión de papas, continuaré edificando mi asamblea.” Él dijo, “Sobre esta [singular] roca [singular] continuaré edificando [progresivo futuro activo indicativo de oikodomeo] mi asamblea [ekklesia]” (Mat. 16:18 — traducción). Así, solo hay una roca o fundamento para la asamblea de Cristo. Su fundamento no cambia de un papa a otro. No como la sucesión de sacerdotes en el sacerdocio Aarónico en Israel, Cristo no tiene sucesores en la asamblea.
Aquellos que creen que la palabra petra refiere a Pedro confían en el adjetivo demostrativo “esta” (taute) (Mat. 16:18), y dicen que refiere a petra, su antecedente más cercano. Ellos también creen que la relación de Pedro a la asamblea primitiva prueba que él era una piedra principal del fundamento. Ellos están convencidos de que Cristo es representado en Mateo 16:18 como el arquitecto y el edificador, no como el fundamento.
Contrario a lo que algunos dicen acerca de “sobre esta roca [petra]” refiriéndose a Pedro, petra es el género femenino y Pedro (petros) es masculino. Puesto que ekklesia (asamblea) es femenina, concuerda con petra pero no con Petros (Pedro). Una mera referencia a los apóstoles que constituyen el fundamento de la asamblea en Efesios 2:20 es insuficiente. La palabra griega para fundamento en ambos I Corintios 3:10-11 y Efesios 2:20 es themelios, que tiene el significado básico de un fundamento. Metafóricamente, este sustantivo refiere a un fundamento puesto por la instrucción elemental (Heb. 6:1), el fundamento de una superestructura de fe, doctrina, o esperanza (I Cor. 3:10-12; Ef. 2:20), un fundamento puesto por la predicación del evangelio (Rom. 15:20), los apóstoles y profetas que constituyen un fundamento para la asamblea (Ef. 2:20), y los nombres de los apóstoles que aparecen sobre los doce cimientos del muro de la santa ciudad, la nueva Jerusalén (Apoc. 21:14).
Nadie puede cuestionar que la palabra petra se usa como una metáfora para sugerir una comparación con alguien o algo. Pedro (Petros) se usa como un nombre propio, pero petra se usa solamente en el sentido de una roca distinguida de una roca o piedra pequeña. Pablo usó la palabra cuando hablaba de las bendiciones que Israel experimentó en el desierto. Ellos “...todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (I Cor. 10:4). Pedro usó la palabra “roca” (lithos) cuando hablaba de Cristo o de las partes constituyentes del templo espiritual, el cuerpo de Cristo (I Ped. 2:4-8). Este es un comentario Divino sobre Mateo 16:18 — “...Continuaré edificando mi asamblea...” (traducción).
Según Efesios 2:19-20 y I Corintios 3:10-12, el fundamento de la ekklesia es doble: (1) El fundamento actual es la unión con Jesucristo, la Piedra Viva. Aparte de Él, no hay vida espiritual. (2) El fundamento doctrinal es la enseñanza en cuanto a Jesucristo. El mensaje de Cristo, la Roca Viva, puede ser femenino (“sobre esta roca,” locativo de lugar, singular femenino de petra — Mat. 16:18), masculino (“anunciaros,” presente activo participio nominativo masculino singular de kataggello, que significa anunciar o proclamar — I Cor. 2:1), o neutro (“testimonio,” el acusativo neutro singular de marturion, que significa testimonio o evidencia — I Cor. 2:1; y “predicación,” singular neutro nominativo de kerugma, que significa predicación o proclamación — I Cor. 2:4). Esta fue la verdad afirmada por Pablo: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica” (I Cor. 3:10).
Las siguientes son conclusiones alcanzadas como resultado del interés personal en y la investigación del autor del género femenino de “roca” (petra) en cuanto a “sobre esta roca” de Mateo 16:18 — (1) El sustantivo griego petra se encuentra 15 veces en el Nuevo Testamento (Mat. 7:24, 25; 16:18; 27:51, 60; Mar. 15:46; Luc. 6:48; 8:6, 13; Rom. 9:33; I Cor. 10:4 — dos veces; I Ped. 2:8; Apoc. 6:15, 16). (2) Siempre es un sustantivo femenino sin considerar como se usa. (3) No se usa solamente para describir una roca, sino también se usa metafóricamente. (4) Otro sustantivo griego, lithos (piedra), se usa 54 veces. Este sustantivo siempre se usa en el género masculino. (5) Cuando Pablo citó Isaías 28:16, él usó petra para describir la Roca profética, y Pedro usó lithos para describir el mismo pasaje profético. (6) El mensaje en cuanto a la Roca, Jesucristo, puede ser masculino, femenino, o neutro; por lo tanto, cada uno de los géneros hablan de la revelación objetiva de la Roca, Jesucristo.
Cristo propuso que Satanás zarandeara a Pedro; y por ese zarandeo, el Señor Jesús le fortaleció. Subsiguiente al zarandeo y el fortalecimiento de Pedro, él fue enviado a fortalecer a los hermanos. Las dos de sus Epístolas son instructivas a los hermanos en Cristo para que sean fortalecidos. Antes que Pedro fuera zarandeado, una disputa vino entre los discípulos en cuanto a quién de ellos sería el mayor (Luc. 22:24). Jesucristo dijo a los discípulos que la grandeza no está en gobernar sobre otros sino en servirlos: “Pero Él les dijo, los reyes de las naciones tienen poder sobre ellas; y los que tienen autoridad sobre ellos están siendo llamados bienhechores. Mas no es así con vosotros; al contrario, el mayor entre vosotros, sea que llegue a ser el menor; y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que es invitado a la cena, o el que está sirviendo? ¿No el que es un invitado a la cena? Pero estoy entre vosotros como el que sirve. Y vosotros sois los que habéis continuado conmigo en mis pruebas; y a vosotros asigno un reino, como Mi Padre me asignó a Mí, para que vosotros comáis y bebáis en Mi mesa en Mi reino, y vosotros os sentaréis sobre tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Luc. 22:25-30 — traducción). Entonces el Señor volvió a Pedro para informarle del deseo de Satanás para probarle: “Simón, Simón, he aquí, Satanás preguntó [aoristo medio indicativo de exaiteomai] para vosotros [plural], para zarandear como trigo” (vers. 31 — traducción).
Los Evangelios registran mucho acerca de Pedro. Él era presuroso, precipitado, hablaba vanidosamente y sin consejo, y vadeó en agua demasiado profunda para él; pero siempre volvió como un pequeño niño a su Maestro y Señor. Cristo habló más frecuentemente a él que a cualquier otro de Sus discípulos. Su hablar era a veces en culpa y a veces en alabanza. Con la excepción de Judas, Cristo habló palabras más severas a Pedro que a los otros. Este apóstol estaba lleno de inconsistencias. Él fue el primero en confesar a Cristo, y el primero en negarle. Él fue el primero para llegar al sepulcro, y el primero para sugerir que volvieran a su ocupación anterior. Él fue correcto en su actitud en cuanto a la Persona de Cristo pero incorrecto en su concepto de la obra de Cristo.
Las inconsistencias de Pedro y su necesidad de ser zarandeado son manifestados en algunos de sus dichos: (1) “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Luc. 5:8). (2) “Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mat. 16:22). (3) “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?” (Mat. 19:27). (4) “Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías” (Mat. 17:4). (5) “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” (Mat. 18:21). (6) “No me lavarás los pies jamás” (Juan 13:8). (7) “Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás” (Hech. 10:14).
El carácter de Pedro se reveló en el uso de Cristo de los nombres Simón y Pedro (Luc. 22:31, 34). El título “Simón” le recordó de su debilidad en la carne, y el título “Pedro” le recordó de lo que él era por la gracia Divina. El secreto de la vida de Pedro se encuentra en su primera reunión con Jesucristo. El Señor le dijo, “Tú eres Simón hijo de Juan; tú serás llamado Cefas, que es por interpretación, una piedra” (Juan 1:42 — traducción). “Simón” significa el hombre natural, pero “Pedro” significa que llegó a ser una piedra viva unida a Jesucristo, la Roca masiva viva. Sin indicar un cambio en el carácter de Pedro, no hubiera habido propósito en usar los dos nombres. Él fue cambiado por la gracia de Dios de un hombre natural y carnal a un hombre nacido del Espíritu. Aunque retuvo dentro de él el principio de pecado, como un Cristiano, él tuvo el principio de vida que los no cristianos no tienen. Hay un gran contraste entre la carne en el regenerado y la carne en el no regenerado. La carne en Pedro era carne en su forma más fina. La carne en Judas era la carne en su forma más perversa porque él era un no regenerado. Pedro manifestó carne en su forma más fina en la auto-confianza por suponer que era capaz y dispuesto a morir por el Señor Jesucristo. Judas manifestó carne en su forma perversa al planear la maldad. Todos sus pensamientos fueron dirigidos a traicionar al Señor Jesucristo por treinta piezas de plata.
El deseo de Satanás de zarandear a Pedro fue impulsado por el propósito de Cristo. La palabra griega exetesato, traducida “ha pedido” en la Biblia Reina Valera, es un aoristo medio indicativo de exaiteomai, indicando que Satanás pidió por sí mismo. El pronombre “os” en Lucas 22:31 es plural, significando que la prueba es para cada Cristiano. La misma cosa que le sucedió a Pedro ocurre en la vida de cada Cristiano. Todos los Cristianos somos probados para nuestro bien; pero más que todo, somos probados para la gloria de Dios. Zarandear describe el efecto de las pruebas sobre un hijo de Dios. Saca sus enfermedades con el propósito de espiritualmente fortalecerlo. Antes que el trigo esté listo para su usa en la cocina, debe ir por el proceso de quitar la paja. Asimismo, un Cristiano debe tener la paja quitada antes que sea útil en el servicio del Señor.
Dios propuso que Satanás zarandeara a Pedro puesto que demasiado de Simón estaba siendo manifestado. Decir que Cristo no pudo prevenir a Satanás de que atacara a Pedro sería un rechazamiento de la soberanía de Dios. La distinción se debe hacer entre lo que Dios en Su soberanía puede y no puede hacer y lo que Él permite a fin de cumplir Su propósito.
Satanás había observado las inconsistencias de Pedro. Somos recordados del paralelo con Job, un hombre justo que temió a Dios y aborreció al mal, a quien el Señor propuso a Satanás que probara a causa de sus debilidades. Satanás es suficientemente inteligente para discernir cuales son nuestras debilidades más que nosotros mismos, y él nos ataca en nuestro punto más débil. Esto necesita un estudio de todo el consejo de Dios, vestirnos con toda la armadura de Dios, y equiparnos con el conocimiento Bíblico para que podamos estar firmes contra todas las asechanzas de Satanás contra nosotros. En cuanto a las inconsistencias de Pedro, el Señor le dijo que Satanás le iba a zarandear. Él le dijo que Satanás se lo había pedido para sí mismo. El deseo del Diablo era el de destruir a Pedro, pero Dios puso un limite sobre él.
El deseo de Cristo al permitir que Satanás zarandeara a Pedro fue para su provecho espiritual. Como el zarandear del trigo no destruye el núcleo de la vida, el zarandeo de Satanás a un hijo de Dios no puede tocar el principio de la fe dada por Dios. Aunque había algo de paja en Pedro, sería manifiesto que no todo en él era paja. El Diablo no le pide al Señor para los no salvos. Ellos ya están bajo su dominio como su dios. Él es el príncipe de la potestad del aire. Por lo tanto, la persona no salva, un hijo de ira, ama al mundo, la carne, y todo lo que va con él (Ef. 2:1-3). Si Pedro hubiera sido totalmente paja, Satanás no hubiera pedido que el Señor le permitiera zarandearlo como trigo.
La fe de Pedro fue preservada por la oración intercesora de Cristo: “Pero yo rogué por ti [singular] que tu fe no falte [me eklipe, que se puede traducir que no sufriera un eclipse]...” (Luc. 22:32 — traducción). Aunque Dios otorga el pedido de Satanás cuando es para nuestro beneficio espiritual, tenemos la promesa de que Cristo ora para que nuestra fe nunca se eclipse totalmente. En contraste al pronombre plural en la referencia de nuestra prueba en el versículo 31, el pronombre singular se usa en el orar de Cristo por Pedro en el versículo 32. Esto nos da la certeza de que Cristo ora por nosotros individualmente. Su oración intercesora siempre precede Su dar permiso a Satanás para probarnos y en nuestra prueba actual. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Heb. 7:25).
La fortaleza del creyente descansa en las intercesiones de Jesucristo y no en sus propios sentimientos o resoluciones. Cristo oró que el principio de la fe de vida dentro de Pedro nunca se eclipsara totalmente. La intercesión de Cristo preserva la fe. Aquí aprendemos la excelencia de la fe dada por Dios. Satanás aborrece la fe de los elegidos de Dios. Él tiene la inteligencia suficiente para saber que él no puede destruirla, porque la obra de Dios es hecha correctamente, y Él la traerá a su conclusión.
Cuando Pedro fue convertido, él debería confirmar a los hermanos. El proceso de zarandear conduce a otra experiencia de la conversión. Cristo no oró para que no sucediera el zarandeo. Pero Él puso una restricción sobre lo que Satanás pudo y no pudo hacer. Satanás no puede hacernos más de lo que Cristo le permita. La conversión no se refiere a la experiencia inicial de la conversión de Pedro. Las otras experiencias de conversión implican una experiencia original de conversión en la vida de un Cristiano. Hay muchas experiencias de conversión a través de una vida Cristiana. Pedro había de usar el conocimiento ganado mediante la experiencia dolorosa por la cual debió pasar para establecer a los hermanos. Las dos Epístolas de Pedro fueron escritas con este fin.
El efecto de la advertencia de Cristo a Pedro fue la excitación de su amor. Aunque él fue sincero, él fue presuntuoso y auto-confiado en su declaración que él estaba dispuesto de ir con Cristo a la cárcel y a la muerte (Luc. 22:33). Su respuesta fue mediante un impulso violento que no duró. El impulso violento no es igual que una determinación firme. Una determinación clásica se demuestra en la declaración de Pablo de su determinación para pelear una buena batalla de fe, guardar la fe una vez declarada a los santos de Dios, y acabar su carrera (II Tim. 4:6-8). Nuestras decisiones se deberían hacer sobre las determinaciones firmes basadas en nuestro entendimiento de los principios Bíblicos y no sobre impulsos violentos.
El efecto de la advertencia de Cristo a Pedro debería ser observada por cada Cristiano. Si el simple sentimiento pudo haber hecho a Pedro un mártir, él estaba dispuesto ya a ser uno. El sentimiento va con la respuesta, pero el entendimiento de los principios Bíblicos debe preceder a ambos. Muchos tienen un impulso violento para responder a las apelaciones que no están basadas en los principios Bíblicos. Esto no es el arrepentimiento. Las decisiones presurosas son hechas frecuentemente en los llamados avivamientos, pero ellos no aguantan porque no están fundados sobre la verdad Bíblica. El avivamiento verdadero viene de Dios.
La auto-confianza de Pedro permaneció firme por la advertencia del Señor que “un gallo no cantará hoy hasta que tú niegues tres veces haberme conocido” (Luc. 22:34 — traducción). La advertencia de Cristo no previno la caída de Pedro. Él negó tres veces al Señor ante Sus enemigos. Los Cristianos sí caen pero solamente caen en los brazos de nuestro Salvador. Deberíamos mirar que no caigamos, pero nada nos vencerá de lo que Dios ya no ha hecho una salida para nosotros (I Cor. 10:12, 13). Un Cristiano sí cae, pero aquellos que solamente profesan el Cristianismo recaen para siempre. La carne de cada Cristiano será expuesta. Su infidelidad se debe traer a la luz; y a la vez, el quitar la paja causa que la fe sea más evidente. Lo más que la paja sea separada, lo más evidente es la fe de uno, como la separación de la cáscara de un núcleo de la vida.
La restauración de Pedro comenzó con Cristo. El Señor Jesús toma la iniciativa en nuestra restauración. Solamente el amor activo por Jesucristo producirá el arrepentimiento y la confesión. Cuando Cristo miró a Pedro, el corazón del discípulo se rompió. Él recordó la palabra del Señor que le había advertido de su negación, y salió y lloró amargamente (Luc. 22:61, 62). El Verbo encarnado estaba en su presencia para recordarle de Su palabra. Los discípulos no tenían la palabra escrita completa. ¿Cómo nos mira Jesucristo hoy? Él no nos mira en Persona, pero Él nos mira cuando leemos, estudiamos, y meditamos en la palabra escrita de Dios. Esa mirada tiene el mismo efecto así como Su mirada personal a Pedro. La palabra enseñada a los creyentes caídos tendrá el mismo efecto hoy en día. Pedro, no como Judas, se levantó nuevamente. Un Cristiano que ha caído se levantará en la presencia de la palabra de Dios cuando él oiga la verdad en cuanto a su responsabilidad como un hijo de Dios. Pedro fue amonestado para alimentar las ovejas de Cristo, pero el zarandear y la restauración fueron necesarias antes que pudiera alimentar y fortalecer a otros.
8
La naturaleza de las piedras vivas es la humildad. La persona humilde no es necesariamente uno que se inclina a todo y quiere estar bien con todos a fin de tener paz a cualquier precio. Él se inclina al soberano Dios por reconocer que él es totalmente dependiente en Dios y está dispuesto a ser enseñado. La humildad no estaba presente en los hijos de Zebedeo cuando ellos alistaron la influencia de su madre para hacer una petición al Señor Jesús. Ella se acercó a Jesucristo con sus hijos, postrándose ante Él y pidiendo que sus hijos se sentaran a la derecha y a la izquierda de Jesucristo en Su reino. El Señor contestó su petición en decir que ella era ignorante acerca de lo que pedía. Él entonces pidió si los discípulos fueron capaces de tomar un sorbo [aoristo activo infinitivo de pino] del vaso que Él estaba al punto de beber [presente activo infinitivo de pino]. Cuando los hijos contestaron que sí, Jesucristo les dijo que en verdad sufrirán pero no al grado de Su sufrimiento. Pero el sentarse a Su derecha o a Su izquierda no era Su prerrogativa para dar. Estos lugares de honor serán dados por el Padre porque Él los ha preparado (Mat. 20:20-23). Los hombres de Dios pueden ser objetivamente espirituales pero subjetivamente carnales. Es más fácil ser industrioso y entusiástico en público que en privado. Es una cosa avanzar como hombre a la batalla con el honor y la gloria de Dios como nuestro objeto, pero otra cosa es olvidar el concurso y ser maldispuesto a esperar en sufrimiento para el reino.
Cuando los otros discípulos oyeron la petición, se enojaron contra los dos hermanos. El Señor Jesús usó la ocasión para enseñar la humildad por recordar a los discípulos de los gobernantes de las naciones que se enseñorean de ellos y los que son grandes que ejercen sobre ellos potestad. Pero en contraste, no era así entre los discípulos. Ningún Cristiano se enseñorea sobre otro Cristiano. El espíritu del Cristianismo es la servidumbre. El que desea ser grande será un siervo a otros, y el que desea ser primero será un servidor a otros. El Señor entonces dijo a los discípulos que el Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos (Mat. 20:24-28).
No como los fariseos quienes amaron los lugares de honor, los Cristianos deberían servir al Señor en humildad. Lo más moral y religioso que una persona sea sin gracia, lo más ignorante él es de Dios, y lo más opuesto él es a la verdad de Dios. El gozo del hipócrita está en sí mismo. El fariseísmo se origina cuando la obediencia no es el resultado del principio interior de la gracia. Lo más lejos que uno es de la enseñanza de la Escritura, lo más hipócrita que será. El Señor condenó la hipocresía en Mateo 23:1-12. Él habló a la muchedumbre y a Sus discípulos, amonestándoles a no actuar según las obras de los fariseos, porque ellos hablaban pero no hacían. Ellos agrandaron el caso que contiene la Escritura sobre lo exterior de sus vestidos a fin de ser vistos por los hombres en vez de esconder la Escritura en sus corazones. Ellos amaron el lugar de honor en la fiesta, los lugares principales en las sinagogas, el saludo en los lugares del mercado, y ser llamados Rabinos por los hombres.
En contraste, los hijos de Dios no deben permitir a nadie llamarles Rabí: “Pero vosotros no seáis llamados Rabí; porque uno es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis a nadie vuestro padre en la tierra; porque uno es vuestro Padre celestial. Ni seáis llamados líderes; porque uno es vuestro Líder, el Cristo. Y el que será más grande entre vosotros será vuestro siervo. Y el que se enaltecerá a sí mismo será humillado; y el que se humillará a sí mismo será enaltecido” (Mat. 23:8-12 — traducción). La prohibición se dirigió al que estaba siendo llamado Rabí, no al que le llamaba Rabí. La palabra rabí o maestro en nuestra terminología sería doctor. Cualquier hombre con el corazón de un pastor no permitirá a nadie llamarle doctor. Además, él no permitirá a nadie llamarlo padre. Cristo no se refirió a los padres biológicos o a los padres en el sentido de I Corintios 4:15 o I Timoteo 1:2. Pablo usó un término indicando madre en este mismo sentido en Gálatas 4:19. Cristo no estaba condenando el uso del título padre en referencia a Abraham siendo el padre espiritual de los recipientes de la gracia. Él tuvo referencia en llamar a un instructor o líder espiritual como padre. Los católicos romanos usan la palabra papa para llamar a sus ministros. Ellos también usan las palabras Reverendo, Reverendo Santo, Santo Padre, El Vicario de Dios sobre la tierra autorizado por Dios para desempeñar funciones de Cristo sobre la tierra, Pontífice Soberano, Su Excelencia, Monseñor, Su Reverencia, Su Santidad, etcétera.
La palabra reverendo viene de la palabra hebrea yare, que significa temer o reverenciar. Reverendo tiene referencia al temor santo que Dios pone en los corazones de Su pueblo de modo que ellos no pueden apartarse de Él (Jer. 32:40). La palabra hebrea yare se usa para referir a la emoción de temor, el anticipo intelectual de la maldad aparte de la emoción, el temor que tienen los hijos para sus padres, la reverencia para los lugares santos, la reverencia para Dios, el comportamiento justo, y la adoración. La persona que teme a Dios en el sentido de adoración implementará su temor en la justicia práctica. ¿Cómo puede el hombre que dice que es un representante o ministro de Dios aguantar el ser llamado “Reverendo”? Otro título prohibido es maestro o líder. La comunalidad de la gracia se indica en el término hermano (Mat. 23:8). Un ministro es solamente un siervo en Jesucristo. No merece ningún título de la exaltación humana.
Las Piedras Vivas Enseñadas A Servidumbre
En respuesta a la pregunta de Pedro al Señor, “He aquí, dejamos todas las cosas y te seguimos; ¿qué, pues, habrá para nosotros?” (Mat. 19:27 — traducción), el Señor Jesús dio la parábola de los obreros en la viña (Mat. 20:1-16). La parábola comienza con la palabra “porque” (gar), que señala hacia atrás a la razón de dar la parábola. El Señor Jesús contestó, “De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la nueva edad mesiánica [paliggenesia, que significa la nueva edad mesiánica] cuando el Hijo del hombre se sentará sobre el trono de Su gloria, también os sentaréis sobre doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel” (Mat. 19:28 — traducción). El Señor Jesús presentemente está sentado en el trono del Padre, no en el trono de Su gloria. Pero cuando Él venga para establecer Su reino sobre la tierra, habiéndolo recibido del Padre, Él se sentará sobre Su trono. Así que, Él habló del reino futuro cuando el Hijo del hombre se sentará sobre el trono de Su gloria, y los apóstoles se sentarán también sobre doce tronos juzgando a las doce tribus de Israel.
La regeneración (vers. 28) no pudo ser el nuevo nacimiento, porque Jesucristo no pudo nacer de nuevo. La palabra paliggenesia, una palabra compuesta constituida de palin, un adverbio que significa nuevo, nuevamente, adicional, o además, y genesis, que significa fuente, origen, o el nacimiento, denota una restauración a la condición primitiva de pureza. Refiere a la restauración de Israel en el reino. El Señor Jesús había puesto ya a Israel, pero esto nuevamente trae los judíos adentro. Los judíos religiosos habían cambiado la ley que Dios les había dado a un medio para la salvación más bien que su aceptar el decálogo para el propósito a que fue destinado. Así que, Cristo mostraba que ellos fueron simplemente gente religiosa. No hay duda que Jesucristo distinguió la religión del Cristianismo.
Jesucristo dio una lección acerca del servicio por mostrar que la servidumbre en la asamblea precede el reino. Los principios afirmados en esta parábola, que precede la narración del pedido por la madre de los hijos de Zebedeo, son la soberanía, la elección, y la gracia de Dios. Sobre la superficie, la parábola desde el punto de vista humano parece mostrar la injusticia. ¿No es fuera de lo normal que un patrón diera una recompensa a aquellos que han trabajado una hora igual recompensa a los que han trabajado nueve o doce horas? El acto del padre de familia a la mente natural parece injusto, pero la desigualdad estaba con los obreros, no con el padre de familia. Esto se puede entender solamente en el sentido del efecto igualador de la gracia. El motivo de los obreros es de mucha importancia. Aprendemos por la propia boca de Pedro que su motivo había sido en su discipulado hasta ahora. El error de Pedro es registrado para que pudiéramos ser mostrado nuestro propio error. La mente de Pedro estaba sobre sus propios intereses, no sobre Dios. Aquí hay una repetición de Mateo 16:23. Cuando pensamos como hombres, andamos como hombres (I Cor. 3:1-3). Pedro quiso su salario antes del sufrimiento.
El motivo verdadero para el servicio se declara antes de la parábola. Las palabras “me” (Mat. 19:28) y “por mi nombre” (Mat. 19:29) determinan que el motivo para la rendición verdadera es el afecto para Jesucristo Mismo. La profecía que muchos primeros serán los postreros y muchos postreros serán los primeros en Mateo 19:30 y Mateo 20:16 introdujo y concluyó la parábola de los obreros en la viña y armó a los apóstoles contra el orgullo y la auto-felicidad.
Debemos observar la lección práctica en esta parábola; pero a la vez, no debemos descuidar la lección en cuanto a descartar a Israel enseñado en la última división importante de Mateo. Parece ser una comparación entre la perversión de Israel del antiguo pacto, así haciéndolo uno de obras, y el pacto de la gracia. Los judíos contratados al principio del día se disgustaron y murmuraron cuando testificaron del llamamiento de la gracia a otros al final del día. La diferencia entre los primeros siervos contratados por el acuerdo y los otros siervos desempleados enviados a la viña es obvia. El primer grupo negoció con el padre de familia; los últimos cuatro grupos sin cuestión confiaron en su generosidad. Los que contrataron fueron desagradados; los otros confiaron en el padre de familia y fueron llenados con gozo.
La doctrina principal de la parábola de los obreros en la viña es la gracia del soberano Dios. La gracia iguala la posición de todos los Cristianos (Col. 2:9, 10). Todos son posicionalmente iguales en Cristo, porque somos lo que somos por la gracia de Dios. La gracia iguala nuestra posición, pero no garantiza la igualdad de nuestra condición ni nuestras recompensas. Uno que es nuevamente nacido de Dios es tanto en Cristo así como la persona que ha sido en Cristo hace años y Le ha servido diligentemente. Estamos completos en Cristo, y nada se puede añadir a nuestra unión con Él.
Los primeros obreros que entraron en la viña hicieron contrato con el padre de familia. Aquellos que se contratan con Dios solamente consiguen el contrato. Cristo dijo acerca de los fariseos, “...ya tienen su recompensa” (véase Mat. 6:1-5). Ellos hicieron las cosas para ser vistos por los hombres, y su ser vistos por los hombres fue su recompensa. Hacer contratos no es extraño a los Cristianos no enseñados. Ellos frecuentemente se contratan con Dios en tiempos de adversidad, enfermedad, etcétera. Esto muestra la necesidad de la instrucción doctrinal. ¿Cómo puede uno pensar o andar correctamente sin instrucción? Reuniones de oración de toda la noche con la idea de experimentar un avivamiento es contraria a la Escritura. Tal actitud indica la suposición que Dios dará un avivamiento si oramos toda la noche. Orar por el avivamiento con esa actitud se puede describir como “una moneda en la máquina de la religión.” Pones tu moneda, y sale su dulcito religioso. Nunca debemos argumentar que porque nosotros hacemos algo nosotros seremos intitulados a algo en recompensa. El Señor es soberano, y Él da lo que Él quiere a los Suyos.
El primer grupo que entró en la viña guardó un registro de todo lo que los otros hicieron y que tanto trabajaron. Ellos no pudieron desempeñar un buen trabajo porque miraron lo que los otros hicieron. Este mismo espíritu invadirá a tal grado a los Cristianos que no son vigilantes. Los hombres son incapaces de determinar los éxitos y los fracasos. Debemos dejar la contabilidad a Dios y no desear nada sino la gloria de Dios. Debemos estar preparados para sorpresas en la obra de Dios, porque nunca sabemos lo que pasará en la providencia de Dios. Esto es lo completamente opuesto a la perspectiva materialística del mundo. El mundo es trastornado por la gracia. El secreto de la felicidad y la satisfacción no es mirar al reloj y tratar de evaluar la cantidad de trabajo que otro está haciendo o llevar un registro del trabajo que es hecho. Sino es olvidar todo menos la gloria de Dios y el principio de la gracia que nos ha llamado fuera de las tinieblas a Su luz admirable. Algunos vienen al servicio de Cristo en las horas tempranas de la vida y algunos a la undécima hora. Algunos no son salvos por la gracia de Dios hasta que son mayores, pero la gracia iguala a todos los Cristianos.
Los primeros obreros que entraron a la viña murmuraron, así manifestando que fueron fariseos religiosos. El registro no declara que ninguno de los otros murmuraron. Puesto que los primeros obreros no tenían la perspectiva correcta de la gracia, ellos mostraron la rebelión abierta. Ellos no murmuraron porque el padre de familia no honró el contrato sino porque los obreros postreros recibieron la misma cantidad para su labor. En realidad, ellos murmuraron porque no recibieron más que lo que su contrato declaró.
El verbo griego para murmurar (goggudzo, que significa murmurar, quejar, cuchichear, o decir cualquier cosa en un tono bajo) se usa siete veces. Se atribuye a los obreros que habían trabajado horas largas en el calor del día (Mat. 20:11); los escribas y los fariseos murmuraron contra los discípulos (Luc. 5:30); los judíos murmuraron contra Cristo (Juan 6:41, 43); muchos de los seguidores de Cristo murmuraron a Su palabra (Juan 6:61); la gente murmuró contra Cristo (Juan 7:32); y los israelitas murmuraron contra Moisés (I Cor. 10:10). El sustantivo goggusmos se usa cuatro veces. Había gran murmullo entre la multitud (Juan 7:12) y murmuración en la asamblea en Jerusalén (Hech. 6:1). Los de Filipos fueron amonestados para hacer todas las cosas sin murmuración (Fil. 2:14), y Pedro urgió a los santos ser hospedadores unos a otros sin murmuraciones (I Ped. 4:9). El sustantivo geggustes se usa en Judas 16.
A causa de la actitud de murmuradores, ellos no fueron los primeros en recibir el pago (Mat. 20:8, 16). Las recompensas son el resultado de la gracia de Dios, no del servicio rendido de un motivo incorrecto. La pregunta de Pedro, “¿qué, pues, habrá para nosotros?” evidenció que él no había entendido totalmente el tema de las recompensas. Él estaba mirando las recompensas a través de los anteojos del mundo. Esta hubiera sido una pregunta natural desde el punto de vista del mundo, pero no del punto de vista de Dios. La respuesta de Cristo es difícil de entender para la gente que piensa como hombres.
Los primeros obreros adhirieron a lo que ellos llamaron el justo juicio; los postreros disfrutaron en la gracia. Algunos dicen que los no contentos estaban irritados como víctimas de celos, no bajo un sentido de la injusticia. Ellos envidiaron la generosidad del padre de familia. Los murmuradores se quejaron que mientras que trabajaron en el calor del día, los otros trabajaron solamente en el fresco del día. Todos fueron justamente pagados: “Toma lo que es tuyo, y vete; pero deseo dar a este hombre postrero como también te di a ti” (Mat. 20:14 — traducción). La recompensa de una persona es medida por la calidad y no la cantidad de su servicio.
Todos los recipientes de la gracia incluyendo a Pedro, una piedra, son piedras vivas unidas al Señor Jesucristo, la Roca masiva y viva: “Vosotros también, como piedras vivas, estáis siendo edificados [presente pasivo indicativo de oikodomeo] una casa espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptables a Dios mediante Jesucristo” (I Ped. 2:5 — traducción). Los gentiles elegidos que fueron una vez extranjeros de la ciudadanía de Israel, “habiendo sido edificados [aoristo pasivo participio de oikodomeo] sobre el fundamento de los apóstoles y profetas ... siendo coordinados [presente pasivo participio de sunarmologeo] a un templo [naos] santo en el Señor” (Ef. 2:20, 21 — traducción).
El Espíritu Santo escogió el sustantivo naos más bien que el adjetivo pronominal hieron, que se usa frecuentemente como un sustantivo, para describir el templo espiritual que Jesucristo está edificando (Ef. 2:21). El adjetivo hieron siempre refiere a un edificio físico. Puede ser un templo para los judíos o un templo para Diana de los de Efeso (Hech. 19:27). El sustantivo naos, no como el adjetivo hieron, refiere no solamente al templo en Jerusalén sino también al templo restaurado en los últimos días, el templo de Diana, el cuerpo de un creyente, el cuerpo de Cristo, el cuerpo espiritual de Cristo, o el templo celestial. Los creyentes están siendo juntamente edificados (presente pasivo indicativo de sunoikodomeo) para morada (el acusativo neutro singular de katoiketerion, un domicilio o morada — usada solamente en Ef. 2:22 y Apoc. 18:2) de Dios.
Los creyentes siendo edificados para una morada de Dios es la razón por el uso imperativo del participio apotithemi (desechar) en I Pedro 2:1-3 — “Pues desechad toda malicia, y todo engaño, e hipocresías, y celos, y toda difamación. Como infantes recién nacidos, desead la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis, con respecto a [eis, el acusativo de resultado] la salvación, puesto que se gustasteis por sí mismos que el Señor es misericordioso” (traducción). La palabra “pues” introduce una declaración ocasionada por lo que inmediatamente lo precede. Por lo tanto, “Habiendo sido regenerado, no de simiente perecedero sino de imperecedero, por la palabra de Dios, que vive y continua viviendo” (I Ped. 1:23 — traducción). El mandamiento para desechar toda malicia, engaño, hipocresías, celos, y las difamaciones se ha mal interpretado como un aoristo participio, significando habiendo desechado. Pero este es un uso imperativo del participio, y está en la voz media, enseñando que estas son cosas que el individuo de sí mismo debe hacer con la ayuda del Espíritu Santo que habita en él. Los Cristianos nunca llegaremos al lugar donde no tendremos que mortificar los deseos del cuerpo.
La persona a quien se le ha dado vida para vivir una vida conforme a la voluntad de Dios continúa haciendo las cosas que glorifican a Dios. De otra manera, él no puede crecer. Aquellos que han nacido de nuevo intensamente desean la leche espiritual no adulterada de la palabra de Dios para poder crecer. Solamente aquellos que han cumplido con el mandamiento para desechar las cosas mencionadas en I Pedro 2:1 crecen en madurez y para plena salvación. El crecimiento no resulta de un mensaje corruptible sino del mensaje incorruptible.
Pedro usó la analogía de un infante alimentado por el pecho que rehusa cualquier cosa sino la leche de su madre para describir el deseo intensivo del Cristiano para la leche espiritual no adulterada. Las personas a quienes Pedro escribió habían gustado (aoristo medio indicativo de geuomai, que significa habían llegado a conocer, o gustaron por sí mismos) por sí mismos que el Señor es misericordioso (I Ped. 2:3). Gustar es una experiencia individual. Además, ellos habían “obtenido [aoristo activo participio de lagchano, que significa obtener o recibir] una fe igualmente preciosa [acusativo de histimos, igualmente preciosa, valiosa]” (II Ped. 1:1 — traducción).
Puesto que Dios nos dio vida, somos mandados a crecer [presente activo imperativo de auxano] en [locativo de esfera] la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (II Ped. 3:18 BLA). Una persona no crece hasta la gracia, sino la persona redimida, regenerada, y convertida crece en la esfera de la gracia. (1) El crecimiento en la gracia es un proceso, pero hay un sentido en que nosotros no podemos crecer en la gracia. No hay crecimiento en el libre don de Dios de la gracia, el nuevo nacimiento, el dar de Dios de la vida nueva, o la posición de uno en Jesucristo. No podemos crecer en la elección, predestinación, preordinación, etcétera. (2) Hay un sentido en que sí crecemos. Crecemos objetivamente pero no subjetivamente. Cada cosa viva tiene dentro de sí el principio del crecimiento, y cada Cristiano tiene dentro de él el principio del crecimiento espiritual. Este crecimiento no es medido por el tiempo o los sentimientos, y no sucede como resultado de las obras religiosas. Viene por la palabra sincera e incorruptible de Dios, y el fruto será el servicio y las obras. El crecimiento es medido por el poder de la piedad, podar, cultivar, etcétera. (3) Cristo da gracia, y Él da mayor gracia (Sant. 4:6). Él es el objeto del conocimiento. La gracia y el conocimiento avanzan lado a lado, el teórico y el práctico. El conocimiento de Cristo no es igual a un conocimiento de un credo.
La Escritura usa todos los cinco sentidos humanos para hablar de la fe. Por la fe llegamos a conocer que el Señor es misericordioso. La persona regenerada en su conversión gusta la misericordia de Dios por la fe (I Ped. 2:3), toca a Jesucristo por la fe (Mar. 5:27-34), ve la gloria de Dios por la fe (Isa. 45:22), oye la palabra de Dios por la fe (Isa. 55:3), y huele la fragancia de Jesucristo por la fe (Sal. 45:8).
Las Piedras Vivas Santificadas
Posicionalmente Y Progresivamente
En I Pedro 2:9, el apóstol Pedro reveló al “pueblo adquirido” (peripoiesis, significa un pueblo para la posesión de Dios) los privilegios grandes y preciosos que tuvieron en el presente así como también lo tendrían en el futuro. En su regeneración, Dios posicionalmente los santificó. Tan pronto que uno es hecho vivo en Jesucristo, la santificación posicional es completa; pero la santificación progresiva comienza y continúa a través de la vida Cristiana sobre la tierra. La santificación progresiva no es por un acto definitivo del Espíritu Santo en el creyente, sino es un proceso mediante el crecimiento en la gracia y el conocimiento de Jesucristo (II Ped. 3:18). Así que, el problema del pecado en la vida Cristiana no es una de la justificación sino de la santificación. La muerte de Cristo trató con el aspecto judicial del pecado; Su vida ahora trata con el aspecto práctico del pecado.
La voluntad de Dios es que todos los Cristianos sean santificados progresivamente: “Por lo demás, hermanos, os pedimos y os exhortamos en el Señor Jesús, de que la manera que recibisteis de nosotros cómo debéis andar y agradar a Dios, como de hecho andáis, así abundéis más y más. Porque ya habéis sabido qué mandamientos os dimos por el Señor Jesús. Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación, que abstengáis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa cómo controlar su vaso en santificación y honor, no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no han conocido a Dios; que ninguno estaría transgresando y defraudando el asunto de su hermano porque el vengador de todas estas cosas es el Señor, como ya os dijimos antes y solemnemente testificamos. Porque Dios no nos llamó a inmundicia, sino en la esfera de la santidad. Por lo tanto, el que rechaza, no rechaza a hombre sino a Dios, aún Él que nos está dando Su Espíritu Santo” (I Tes. 4:1-8 — traducción). La verdad de la santificación se enseña en el Antiguo Testamento: “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santificó.... Por tanto, vosotros haréis diferencia entre animal limpio e inmundo, y entre ave inmunda y limpia: y no contaminéis vuestras personas con los animales, ni con las aves, ni con nada que se arrastra sobre la tierra, los cuales os he apartado por inmundos. Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos” (Lev. 20:7, 8, 25, 26).
El sustantivo griego hagiasmos se usa en el sentido de separación de lo que es inmundo y de la relación del hombre para con Dios (Rom. 6:19, 22; I Cor. 1:30; I Tes. 4:3, 4, 7; Heb. 12:14; I Ped. 1:2). El verbo griego hagiadzo, traducido santificar o poner aparte, es un derivado de hagios, que expresa la idea de la separación. El verbo significa poner en una relación para con Dios que responde a Su carácter santo. En el mundo pagano, significa poner aparte a los dioses paganos. Pero en la esfera de la fe que Dios ha dado a Su pueblo, significa poner aparte para el único Dios verdadero. Poner aparte para el adorador griego fue depravado y pecador. Por otra parte, el Cristiano ha sido puesto aparte por el Espíritu Santo en la regeneración para una vida de santidad. El verbo hagiadzo se usa en varias maneras: (1) mentalmente poner aparte al Señor Dios en nuestros corazones (I Ped. 3:15); (2) el Señor haber apartado a Jesucristo para una cierta tarea (Juan 10:36), o nuestro poner aparte a nosotros mismos para el uso del Maestro (II Tim. 2:21); (3) el trabajo subjetivo del Espíritu Santo — la santificación posicional (I Cor. 1:2); (4) el compañero no salvo en el matrimonio ser santificado por el compañero creyente (I Cor. 7:14); (5) la obra expiatoria de Cristo en el Calvario (Heb. 10:10); (6) la separación del creyente del mundo (Juan 17:17); y (7) el alimento puesto aparte por la palabra de Dios y la oración (I Tim. 4:4, 5).
Hay cuatro adjetivos griegos para la santificación: (1) hieros, que significa sagrado en referencia a cosas, no personas (I Cor. 9:13; II Tim. 3:15); (2) hosios, que no se aplica solamente a las cosas sino también a Dios y a Jesucristo (Hech. 2:27; I Tim. 2:8; Heb. 7:26; etcétera); (3) hagnos, que significa la libertad de la contaminación en un sentido ético (II Cor. 7:11; 11:2); (4) hagios, que se usa como un nombre para el Cristiano (Rom. 1:7). El santo tiene una posición santa ante Dios (I Cor. 1:30) con la responsabilidad de vivir una vida santa para Dios (I Ped. 1:15, 16, que es una mención de Lev. 11:44). Este adjetivo se usa muchas veces en la Escritura.
La santificación no es la perfección sin pecado. Aquellos que creen en la perfección sin pecado dicen que uno debe tomar a Cristo dos veces, una vez para la justificación y otra vez para la santificación. Ellos están incorrectos al pensar que nosotros somos tan renovados en la imagen de nuestras mentes con respecto a ser tan perfectos como nuestro Padre en el cielo es perfecto, y que la regeneración es un cambio instantáneo del mal entero a la santidad entera. Cuando forzados sobre el punto, los perfeccionistas modifican su posición por alterar su declaración de la libertad de todos los pecados a la libertad de todos los pecados conocidos. Algunos entre ellos pasan de la libertad del pecado conocido a la consagración total a Dios. Sin embargo, el pecado es pecado sea conocido o no conocido.
El error fundamental del perfeccionismo es su vista baja acerca de la ley de Dios y su concepción estrecha del pecado. Es ridículo decir que uno puede obedecer la ley de Dios solamente si él puede hacer con la ley de Dios lo que él quiere que sea, porque Dios no puede dar una ley que un pecador puede obedecer. La ley exige la perfección. Es una copia de la santa naturaleza de Dios. Por lo tanto, la regeneración hace la disposición dominante santa, pero muchos afectos permanecen no santos y requieren la limpieza continua.
Subsiguiente a la regeneración, el Espíritu Santo continúa Su obra por la santificación en el que ha hecho vivo. No hay intervalo entre la regeneración y santificación práctica. Ellos son dos partes de una totalidad en prepararnos para el reino eterno. El Señor no regenera a ninguno a quien Él no santifica. La santificación lógicamente sigue a la regeneración como la fe sigue a la ordenación (Hech. 13:48) y la santidad sigue a la elección (Ef. 1:4). La santificación progresiva continúa donde la santificación posicional se detiene. La disposición santa en el creyente es mantenida y fortalecida por la santificación (Ef. 4:23, 24; Col. 3:10; Rom. 12:2). La santificación posicional hace posible el acercamiento a Dios, y la santificación progresiva hace posible el compañerismo con Él. No solamente venimos a Cristo sino también continuamos viniendo a Él.
La obra de Jesucristo es doble. (1) La obra de Cristo en la cruz efectuó la regeneración. Esta fue Su obra por nosotros. Todo fue hecho por Él. No podemos hacer nada por nosotros mismos. (2) La obra de Cristo en nosotros por el Espíritu Santo lleva a cabo nuestra santificación. Por la obra de Cristo para nosotros, una relación justa para con Dios es establecida para los elegidos. Por la obra de Dios en nosotros, una actitud justa hacia Dios es efectuada en los elegidos regenerados. La regeneración es instantánea; la santificación del regenerado es progresiva. La salvación es triple: (1) El hecho pasado es que la justificación es ante Dios no por la fe de una persona sino por la fidelidad de Cristo y Su obra en el Calvario. Todos los elegidos de Dios aún si no han sido regenerados o no han tenido una experiencia de conversión son justificados ya ante Dios por la obra terminada de Cristo hace 2,000 años. (2) El proceso presente de la salvación es nuestra santificación. (3) Nuestra salvación futura será nuestra glorificación, en aquel tiempo el cuerpo será redimido.
La santificación no significa la perfección presente. Significa el progreso del principio de la vida hacia la perfección. La santificación progresiva no es la liberación de la penalidad del pecado. Es el desarrollo de la vida Cristiana para conquistar el pecado. Por la santificación, el Cristiano es capacitado más y más para mortificar el pecado (Col. 3:5). La poda es necesaria para la vida Cristiana (Juan 15:2). En la regeneración, el elegido recibe el principio de la vida que gobierna el alma. Aunque el principio de pecado se queda, no debemos permitirlo reinar. Debemos vencer las tendencias malas. No tenemos nada que ver con la regeneración, pero sí tenemos algo que hacer con la santificación por el poder del Espíritu Santo que mora dentro. El Espíritu Santo nos capacita a vencer sobre el pecado mientras que estudiemos la palabra de Dios y aprendamos cómo vencerlo. El pecado mora en un creyente, pero no reina en él. La muerte “en” pecado es nuestra condición natural. La muerte de Cristo “por” nuestro pecado es nuestra posición judicial. Nuestra muerte “al” pecado es nuestra condición santificada. La santificación no justifica, pero la justificación santifica.
El eterno Dios es el Agente de la santificación. El Padre santifica: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo...” (I Tes. 5:23). El Hijo santifica: “... así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra” (Ef. 5:25b, 26). El Espíritu Santo santifica: “...santificada por el Espíritu Santo” (Rom. 15:16). Aunque la santificación es la obra del Dios Trino, se adscribe más particularmente al Espíritu Santo. Él es el Agente del Padre y del Hijo.
El Espíritu Santo usa ambos los medios externos e internos en la santificación progresiva. Los medios internos son la fe que obra por el amor (Gál. 5:6), la esperanza que no avergüenza (Rom. 5:5), alegrar con gozo inefable (I Ped. 1:8), y la paz de Dios que guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Jesucristo (Fil. 4:7). Los medios externos son las Escrituras (Juan 17:17; I Ped. 1:22, 23; 2:2), la oración (Juan 14:13, 14; Hech. 2:42), y la disciplina providencial (Juan 15:2; Rom. 5:3, 4; Heb. 12:5-11). La santificación no es algo simplemente sentido. Lo interno y lo externo obran juntos, pero el interno precede al externo.
El creyente coopera con Dios el Espíritu Santo en el uso de medios en la santificación. La santificación es ambos la gracia y un deber. La regeneración, no como la santificación, es solo la obra de Dios. Por lo tanto, la regeneración es una gracia pero no un deber. La cooperación no significa que el creyente es un agente independiente en la obra. La cooperación sigue de la amonestaciones dadas por Dios (Rom. 12:9, 16, 17; Gál. 5:16-23) mediante las exhortaciones (Rom. 6:12; Heb. 6:1, 2). La santificación progresiva no comienza dentro de sí mismo. El Salvador objetivo así como también la verdad subjetiva deben venir primero (Heb. 12:1, 2; II Cor. 3:18). No puede haber ninguna santificación progresiva genuina aparte de la verdad. Condicionalmente, debemos ser expuestos a la verdad objetiva de Dios. Donde la gente no es enseñada en las Escrituras, hay poca santificación. La gente santificada actúa según la revelación de la mente de Dios. Jactarse de la santificación no es la santificación sino una manifestación de la carne.
La santificación incluye al hombre entero: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (I Tes. 5:23). Solo alimentar la mente es insuficiente. Con solo el conocimiento mental no hay aplicación al alma (afectos) o al cuerpo. La santificación afecta la parte más alta racional y espiritual de la naturaleza del hombre, que es el espíritu (pneuma), porque fue corrompido por la caída (Rom. 1:28; Tito 1:15). También afecta la inteligencia inferior que es el alma (psuche), porque fue corrompida por la caída (Ef. 4:18). La santificación afecta el cuerpo, porque fue corrompido por la caída (Rom. 1:24-28).
Como la caída comenzó con el espíritu, pasó mediante el alma, y alcanzó al cuerpo, la gracia de Dios, por medio del Espíritu Santo adentro, comienza con el espíritu, pasa al alma, y alcanza al cuerpo. El Espíritu Santo en la regeneración obra sobre la mente, y esto afecta los afectos y cuerpo — el hombre entero. Donde la percepción espiritual es débil, el apetito corporal es fuerte. El conocimiento de la Escritura capacita a uno, por el Espíritu, para adecuadamente controlar su cuerpo. La fe débil justifica a uno ante su conciencia, pero el grado de la santificación es medido por la fortaleza de fe de uno en la fe que ha sido una vez dada a los santos. La perfección absoluta no se alcanza en esta vida. La perfección del espíritu, el alma, y el cuerpo se llevará a cabo en el tiempo de la muerte física y la resurrección del Cristiano.
Las tres cosas que proceden del pecado son la culpabilidad, la penalidad, y la mancha. Esta es la razón por la cual se nos dice en II Corintios 7:1 limpiémonos nosotros mismos: “POR TANTO, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (BLA). Somos limpios ya de la culpabilidad y la penalidad del pecado. El sacrificio de Jesucristo quitó la culpabilidad; Su satisfacción quitó la penalidad; la santificación progresiva quita las manchas. Ambos la culpabilidad y la penalidad son ya quitadas del Cristiano; pero él, siendo consciente de su inmundicia condicional, confiesa sus pecados a fin de ser perdonado.
La gente a quien Pedro escribió había sido unida con la Piedra Viva. La unión con la Piedra Viva había hecho los súbditos de las Epístolas de Pedro piedras vivas, partes constituyentes de una gran compañía espiritual para que seamos luces que brillan en un mundo obscuro. Así que, Pedro dio un comentario Divino sobre Mateo 16:18. Sus Epístolas no son Epístolas a las asambleas locales. Ellas son Epístolas generales que no solamente se tratan con la propiedad de Dios, las piedras vivas, sino también con el reino escatológico del cual las piedras vivas son herederas y del cual él mismo había experimentado ya un anticipo.
La posesión de Cristo que se está llamando fuera también se está preparando para el reino. Aunque el reino es futuro a nosotros como piedras vivas, somos conscientes con nuestras bendiciones y responsabilidades presentes. A pesar de la rudeza de las piedras vivas, estamos constantemente acercándonos a la Piedra Viva en que hemos gustado (I Ped. 2:3) y que seremos semejantes (I Jn. 3:2). Habiendo sido regenerados, los recipientes de la gracia ceden a las herramientas de la obra santificadora del Espíritu Santo.
La diferencia entre Jesucristo como la Piedra Viva y los creyentes como piedras vivas se puede comparar con la analogía inadecuada de la diferencia entre la Roca de Gibraltar y las rocas pequeñas que descansan sobre aquella roca masiva. La unión de las piedras vivas con la Piedra Viva da certidumbre y seguridad. Así que, los creyentes no serán de ningún modo (ou me, doble negativo con el subjuntivo) desanimados (I Ped. 2:6). Jesucristo es “el Hijo del Dios viviente” (Mat. 16:16) y es representado por las metáforas de “agua viva” (Juan 4:10), “pan vivo” (Juan 6:51), y el “camino nuevo y vivo” (Heb. 10:20). Por lo tanto, la certidumbre y la seguridad de los santos son culminadas en la declaración de Cristo a Sus discípulos, “...porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19). Por la fe agarramos intelectualmente esta verdad.
Hay un contraste fuerte entre aquellos que creen y aquellos que tropiezan. Cristo no es solamente metaforizado como la Piedra Viva, sino también como la Piedra que fue “desechada” — rechazada — por los edificadores, Aquel sobre quien los no elegidos tropiezan. Por lo tanto, el contraste está entre aquellos que fueron “destinados” (aoristo pasivo indicativo de tithemi, nombrar o destinar) a tropezar y aquellos escogidos para la posesión de Cristo (I Ped. 2:8, 9). El mundo rechaza a ambos la Piedra Viva y las piedras vivas.
Jesucristo es el refugio para los elegidos, pero Él es Aquel sobre quien los no elegidos tropiezan y por quien ellos serán aplastados. Un hecho que no se puede ignorar u olvidar es que ninguna persona, elegida o no elegida, puede evitar a Jesucristo. Cada rodilla se doblará y cada lengua confesará que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios el Padre. Jesucristo es o la Piedra Viva sobre quien los elegidos son seguros y edificados, o Él es la Piedra contra quien los no elegidos tropiezan y por quien ellos serán condenados con la destrucción eterna de la presencia del Señor.
La estimación de Jesucristo por los no elegidos es reprensible a los elegidos. Una de las grandes señales de la apostasía es la manera en que el Cristianismo profesante recibe la ayuda y las caricias del mundo. El mundo aborrece a Cristo (Juan 15:18), pero ama al dinero que hace por las fiestas pervertidas traídas a la existencia por el Cristianismo profesante. Por lo tanto, el mundo puede promover lo que celebra el Cristianismo profesante y los llamados Cristianos disfrutan igual como el mundo. La respuesta a esto se encuentra en la declaración de Cristo a los fariseos: “Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Luc. 16:15). La última parte del texto precitado es un principio por el cual los Cristianos miden las cosas en un mundo que está lleno de la fascinación, la hipocresía, y la decepción.
Jesucristo como la Piedra Viva o fundamento y Jesucristo como la piedra del ángulo son distintos. Como nosotros hemos visto ya, la palabra fundamento viene de la palabra griega themelios, que significa fundamento de un edificio, de la fe, de la enseñanza, o de una asamblea (Luc. 6:48; I Tim. 6:19; Ef. 2:20; I Cor. 3:10-12). Por otra parte, la palabra piedra del ángulo (akrogoniaios) significa el fundamento de la esquina. Se ha descrito como la piedra del ángulo que retiene dos paredes (Ef. 2:20; I Ped. 2:6). Jesucristo es lo que une comúnmente a ambos los judíos regenerados y los gentiles regenerados en Su asamblea (Ef. 2:12-18). Jesucristo es el poder que ata que conecta las piedras vivas, quienes han venido de todas las naciones y de toda manera de vida, en lo que Él llama Su casa espiritual, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, y un pueblo adquirido por Dios (I Ped. 2:5, 9). Esta es la asamblea que Jesucristo está edificando.
Las Piedras Vivas Sufriendo
Antes Del Reino
Pedro tenía que aprender que ambos el Salvador sufriente y la asamblea sufriente en un mundo enemigo preceden al reino: “Y habiéndolo tomado para sí mismo, Pedro comenzó a reprenderle, diciendo, ¡Qué Dios sea misericordioso contigo Señor! En ninguna manera esto te acontezca. Pero Él volviéndose, dijo a Pedro, ¡quítate de delante de Mí, Satanás! me eres tropiezo; porque no estás pensando las cosas de Dios, sino las cosas de los hombres” (Mat. 16:22, 23 — traducción). Como los miembros de la asamblea de Jesucristo somos llamados para sufrir, pero como herederos del reino reinaremos. Aquellos que dicen que los santos de Dios están presentemente reinando no están considerando lo que Pablo dijo a Timoteo: “Si sufrimos [presente activo indicativo de hupomeno, que significa aguantar, estar firme, o perseverar], también reinaremos con él [futuro activo indicativo de sumbasileuo, reinar con]...” (II Tim. 2:12). Pablo pasó de un verbo presente activo indicativo que sigue una primera clase artículo de condición (suponiendo ser cierto) al verbo futuro activo indicativo. Así, se puede traducir, “Puesto que estamos perseverando [la persecución], reinaremos también con Él [Cristo es el tema del contexto].” (Estudien II Tim. 2:7-13.)
Una consideración de II Timoteo 2:12 en la luz de su contexto y el contexto total mostrará que esta es la edad de sufrimiento. La asamblea y el reino no pueden ser términos sinónimos porque sufrimos en la asamblea pero no en el reino. En vez de reinar, Pablo estaba en la cárcel cuando escribió esta Epístola a Timoteo, su hijo (teknon) (II Tim. 2:1). Timoteo era un adulto que había estado ministrando a los de Efeso y estaba encontrando serios problemas. Pablo le instruyó en la manera para tratar con esos problemas. Timoteo no era el hijo de Pablo en la carne, sino su hijo espiritual como resultado de la instrucción de Pablo. El término hijo fue usado frecuentemente por Pablo en referencia a Timoteo. Pablo escribió la Epístola “Al hijo amado Timoteo: Gracia, misericordia, paz, de Dios el Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor” (II Tim. 1:2 — traducción).
Pablo mandó a Timoteo que ser fuerte en la esfera de la gracia. En II Timoteo 2:1, el verbo griego endunamou es el presente pasivo imperativo de endunamoo. Esta palabra compuesta constituida de en, que significa “en,” y dunamis, que significa “poder,” significa ser fortalecido por dentro. Fortalecido por dentro refiere al hombre interior siendo renovado o fortalecido. La capacidad para el servicio resulta de ser fortalecido por dentro. Un poder interior viene de mayor gracia que viene como resultado de un entendimiento mayor de la palabra de Dios (Sant. 4:6).
El apóstol encomendó a Timoteo con las cosas que él había oído mediante él para que él a la vez las encomendara a los hombres fieles (II Tim. 2:2). La autoridad de los ancianos es una revelación completa de la palabra de Dios (Jud. 3), y se debe encomendarla a hombres fieles para que puedan ser capaces de enseñar a otros.
Pablo, que estaba en la cárcel por predicar la verdad, apeló a Timoteo a sufrir penalidades con él (II Tim. 2:3). Un buen soldado de Jesucristo no se enreda con los negocios de esta vida a fin de agradar a Aquel que lo tomó por soldado. Él competirá legítimamente por seguir las reglas dadas en la Escritura. El Señor da entendimiento a aquellos que consideran lo que Él ha dicho. Dios no nos da el entendimiento de nada en la Escritura de lo que nosotros somos ignorantes. Por lo tanto, debemos estudiar; conseguir las Escrituras en nuestras mentes; y entonces el Señor nos permitirá entenderlas.
Timoteo fue mandado acordarse de Jesucristo, el linaje de David, quien ha sido resucitado de los muertos “conforme a mi evangelio” (II Tim. 2:8). El evangelio fue de Pablo en el sentido que fue encomendado a él. El apóstol estaba sufriendo penalidades como un malhechor en cadenas por causa de su predicación del evangelio. Aquellos sin la gracia tratarán el heraldo del evangelio como un malhechor. Aunque Pablo fue atado, la palabra de Dios no ha sido atado y nunca lo será (perfecto pasivo indicativo de deo, II Tim. 2:9 traducción). El maltrato del apóstol que trajo su sufrimiento siguió su exaltación de la soberanía de Dios en la salvación (II Tim. 2:9-11). “Por esta razón estoy padeciendo estas cosas; pero yo no me avergüenzo; porque he conocido [perfecto activo indicativo de eido] a quién he creído [perfecto activo indicativo de pisteuo], y he sido convencido [perfecto pasivo indicativo de peitho] que Él es capaz para proteger mi depósito hasta aquel día” (II Tim. 1:12 — traducción). A pesar de sufrir por los maestros falsos, etcétera, Dios está controlando todo, y Su verdad será preservada. Por lo tanto, Pablo soportó todas las cosas por los escogidos de Dios a fin de que también pudiéramos saber nuestra liberación en Cristo Jesús con gloria eterna.
Los miembros de la asamblea de Jesucristo han sido encomendados con la verdad de Dios; por lo tanto, hemos de diseminarla. Mientras que lo hacemos, encontraremos la lucha que resultará en el sufrimiento, porque esta es la edad de sufrimiento. Sin embargo, nuestro sufrimiento presente no puede comparar con nuestra gloria futura.
Aquellos que asumen que están reinando en la asamblea son tan engañados como los corintios a quienes Pablo escribió: “Ya [ede, un adverbio que significa ahora o ya] estáis [presente activo indicativo de eimi] los que habéis sido satisfechos [perfecto pasivo participio de korennumi, que significa tener suficiente, estar lleno, contento, o satisfecho], ya [ede] llegasteis a ser ricos [aoristo activo indicativo de plouteo, que significa llegar a ser rico], reinasteis [aoristo activo indicativo de basileuo, que significa ser rey, reinar, o ejercer poder real] sin [choris, una preposición adverbial, que es el ablativo de separación] nosotros [ablativo plural pronombre de hemeis]; deseo [ophelon, una partícula verbal que introduce un deseo inasequible, significando deseo, debo, ojalá, o quiera que Dios] en verdad [ge, una partícula enclítica, enfatizando ophelon — la palabra con que está asociada] que reinasteis [aoristo activo indicativo de basileuo] como reyes a fin de que [hina, una conjunción subordinada, una conjunción de propósito] nosotros [hemeis] también [kai, una conjunción] reinásemos con [aoristo subjuntivo activo de sumbasileuo, que significa compartir el señorío con alguien] vosotros [humeis]” (I Cor. 4:8 — traducción). Los corintios que habían dispensados de la humillación y estaban declarando la exaltación no tenían ningún derecho de declarar que reinaron presentemente. Esta no es la edad para reinar sino para servir y sufrir. En defensa de su autoridad dada por Dios, Pablo corrigió la suposición errónea de los corintios.
En el mensaje de Pablo en I Corintios, el apóstol expresó a los de Corinto en un tono sardónico lo opuesto de lo que intentó significar. ¿Fueron tan engañados que supusieron que estaban reinando? ¿Puede un Cristiano honestamente decir que los de Corinto reinaron mientras que estaban divididos entre sí mismos (cap. 1), fueron carnales y anduvieron como hombres (cap. 3), fueron insensibles al pecado que debe ser exterminado (cap. 5), iban a la ley civil contra sus hermanos (cap. 6), se enorgullecieron con el conocimiento que creían tener (cap. 8), tenían la actitud equivocada acerca de Pablo (cap. 9), fueron comparados con los fracasos de Israel (cap. 10), habían desorden en la mesa del Señor que trajo enfermedad y muerte (cap. 11), y tenían confusión acerca de las lenguas (cap. 14)? Concluyentemente, ¿por qué no son consistentes aquellos que dicen que ya están reinando y dicen como los de Laodicea, “De ninguna cosa tengo necesidad” (Apoc. 3:17)? Sufrir por causa de Cristo es presente, pero reinar es futuro. ¿Cómo puede el presente ser sinónimo de futuro?
Mientras que los corintios asumieron que reinaban, Pablo no reinaba. Él sufría, y había de tratarse con una asamblea que estaba tan llena de carnalidad y problemas que necesitó ser arreglado. Por lo tanto, él sabía que ellos no reinaban. Pablo les dijo la verdad acerca de sí mismos y los contrastó consigo mismo y con los otros apóstoles. Él no podía haber sido más cáustico que mostrar la diferencia entre los apóstoles que fueron considerados por el mundo como insensatos y los corintios que pensaron que eran prudentes en Cristo. Él les dijo que los apóstoles eran débiles, pero ellos creían que eran fuertes. Los apóstoles estaban sin honor, pero fueron puestos en honor. Los apóstoles tenían hambre, tenían sed, vistieron pobremente, fueron maltratados, no tenían morada fija, trabajaron para sostenerse a sí mismos para proclamar el evangelio, fueron perseguidos y difamados, llegaron a ser como escoria, etcétera (I Cor. 4:9-13). Los corintios podían decir que reinaban, pero no indicaron que reinaban: “Porque el reino de Dios no está en palabrería, sino en poder” (I Cor. 4:20 — traducción). El poder refiere a la venida de Jesucristo con poder y gran gloria (Mat. 24:30).
Las Piedras Vivas Negándose A Sí Mismas
La instrucción se da a los Cristianos en cuanto a nuestra actitud unos a otros mientras que trabajamos juntos para el Señor y esperamos Su reino. La unidad Cristiana es la meta de cada recipiente de la gracia. La unidad del Espíritu (Ef. 4:3) difiere de la unidad de la fe (Ef. 4:13). La primera es posicional, y el hijo de Dios no tiene nada que ver con su posición. La última es la unidad de la fe que resulta del conocimiento del sistema de la verdad que Dios ha dado a Su pueblo, y los resultados son condicionales. Somos unidos progresivamente mientras que crezcamos en el conocimiento de la palabra de Dios. El compañerismo puede ser unido y diverso a la vez pero no cuando los principios mayores se cuestionan. Pablo no nos permitirá salir de lo presente por contemplar el futuro: “Y esto habiendo conocido el tiempo, que es la hora que seáis levantados del sueño; porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando creímos. La noche está avanzada [casi pasada]; el día se ha acercado. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas.... Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para la naturaleza pecadora, para que satisfagáis sus deseos” (Rom. 13:11, 12, 14 — traducción).
Dios nos ha dado mandamientos. Un mandamiento de Dios significa que Dios tiene el derecho para ordenar, exigir, requerir con autoridad, tener control sobre, o ser el dueño de. Una excusa para no obedecer los mandamientos de Dios es una evasión, buscar quitar la culpa de algo, ser liberado de una obligación o deber, ofrecer una razón para ser disculpado, o el acto de disculpar. Jesucristo dijo que aquellos que Le aman guardarán Sus mandamientos. Desobedecer los mandamientos de Dios priva a los Cristianos de las bendiciones presentes y las recompensas futuras.
Los dos imperativos en Romanos 13:14 son los mandamientos para vestirse del Señor Jesucristo y a no proveer para la carne. Los otros imperativos se registran en Romanos 14:1, 3, y 5. Un pasaje sobresaliente en cuanto a los mandamientos de Dios es I Tesalonicenses 5:11-28. Hay casi veinte imperativos registrados en estos versículos, aunque dos de ellos pueden ser imperativos o verbos indicativos. (1) Animaos unos a otros (vers. 11); (2) edificaos unos a otros (vers. 11); (3) lo hacéis (vers. 11); (4) tened paz entre vosotros (vers. 13); (5) amonestéis a los ociosos (vers. 14); (6) alentéis a los de poco ánimo (vers. 14); (7) sostengáis a los débiles (vers. 14); (8) seáis pacientes para con todos (vers. 14); (9) mirad que ninguno pague a otro mal por mal (vers. 15); (10) seguid siempre lo bueno (vers. 15); (11) estad siempre gozosos (vers. 16); (12) orad sin cesar (vers. 17); (13) dad gracias en todo (vers. 18); (14) no apaguéis al Espíritu (vers. 19); (15) no menospreciéis las profecías (vers. 20); (16) Examinadlo todo (vers. 21); (17) retened lo bueno (vers. 21); (18) absteneos de toda especie de mal (vers. 22); (19) orad por nosotros (vers. 25); y (20) saludad a todos los hermanos (vers. 26).
Tolerancia Mutua —
La tolerancia mutua es característica de los Cristianos mientras que trabajamos juntos y esperamos al reino. Muchos de los sinónimos para la tolerancia no se pueden usar para describir la tolerancia enseñada en Romanos 14:1-12. La palabra misma se puede usar como la indulgencia o pasar por alto algo que hace otro, perdón, indulgencia, paciencia, lenidad, compasivo, etcétera. Hay un sentido en que nosotros podemos tolerar ciertas cosas, pero los Cristianos tienen que saber donde poner la raya. Hemos de perdonar, pero no podemos perdonar a una persona que primeramente no ha sido perdonado por Dios. Podemos también ser indulgentes en el sentido de la compasión, pero allí debemos poner la raya. No se puede tolerar al liberalismo o el pensamiento libre. Todos debemos tener la mente de Cristo, y aquellos con la mente de Cristo hablan Su mente: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5). “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa...” (I Cor. 1:10).
Pablo describió el comportamiento requerido por Dios para el hermano más fuerte hacia el hermano más débil. Un Cristiano más fuerte es responsable para recibir a un hermano más débil en la fe: “Ahora acoged [medio presente imperativo de proslambanomai, que significa acoger, recibir, o aceptar] el que está débil [presente activo participio de astheneo, que significa la enfermedad física, impotencia, una persona débil, débil por la carne, o débil en la fe] en la fe, no con la vista de contender sobre opiniones” (Rom. 14:1 — traducción). La fortaleza del hermano más fuerte y la debilidad del hermano más débil están en la fe. La palabra fe se usa en tres maneras en la Escritura: (1) la fe por la que uno es justificado ante su conocimiento (Rom. 5:1), (2) Jesucristo Mismo (Gál. 3:23), y (3) el sistema de la verdad (Fil. 1:27; Jud. 3). Aquí la fortaleza y la debilidad de los hermanos están en el sistema de la verdad — los principios de Dios. Como el resultado de ser débil en “la” fe, uno es débil en fe. El hermano fuerte es más espiritual; por lo tanto, él debería fortalecer al hermano más débil: “Hermanos, si un hombre se toma por sorpresa en algún pecado, vosotros que sois los espirituales, restauradle en el espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gál. 6:1, 2 — traducción). El hermano fuerte es el espiritual, porque conoce la mente de Dios.
Un hermano débil debe ser dispuesto a ser adoctrinado por el ministro. ¿Dónde debemos poner la raya con un hermano débil? ¿Por cuánto tiempo se deben sostener sus cargas y sus enfermedades? Él no debe ser permitido dictar las reglas de la asamblea. Dios es El que hace las reglas, y Sus ministros declaran Sus reglas. Ambos el ministro y la gente a quien él ministra deben dar cuenta a Dios. ¿Da un niño en su debilidad infantil leyes a sus padres? Los padres que se dedican la mayoría de su atención al niño débil tendrán un hogar subnormal. La devoción constante al hermano débil causará que otros en la asamblea sean débiles. El comportamiento Cristiano debe ser gobernado por la palabra de Dios y no por la conciencia no enseñada de un hermano débil. No podemos ver a esta porción de la Escritura y decir que cuando los débiles toman el gobierno, los debemos tolerar y sostener sus cargas. La mayoría de las asambleas son doctrinalmente débiles porque el predicador es débil, y él ha escuchado a la gente débil. Por lo tanto, la gente no puede ser adoctrinada y crecer en la gracia.
La gente no ha de ser recibida en la asamblea para contender sobre opiniones. Ellos son recibidos con el propósito de la edificación. Muchos entran a una asamblea con un deseo de enseñar, pero nunca han sido enseñados. El motivo de una persona al unirse con una asamblea debería ser para su edificación.
Pablo trataba con la conciencia escrupulosa de los Cristianos débiles en Romanos 14:1-12. Los débiles en este ejemplo fueron los judíos que habían sido salvados del judaísmo pero agarraban a sus enseñanzas judías en cuanto a comer carne que se habían sacrificado a los ídolos. El mismo tema de comer carne de animales sacrificados a los ídolos es discutido en Romanos 14 y I Corintios 8. Algunos fueron débiles en el conocimiento de los principios de Dios en cuanto a comer carne. Comer todo tipo de carne no es malo ni moralmente ni Bíblicamente cuando se reciben con acción de gracias. Pero estos Cristianos jóvenes no podían aguantar la idea de comer un animal que se había ofrecido a un dios falso. Por lo tanto, comieron solamente vegetales. El que come carne no debe rechazar al hermano escrupuloso pero ha de darle una oportunidad para crecer en el conocimiento Bíblico. Después de ser enseñado acerca de un tema determinado, un hijo de Dios acepta la verdad. El que come no debería criticar a el que no come, porque Dios ha recibido el hermano para Sí Mismo. El hermano débil aceptará a la verdad porque él es un recipiente de la gracia de Dios, y Dios da a cada Cristiano el discernimiento espiritual para conocer la palabra de Dios cuando él la oye. Cuando Dios recibe a una persona para Sí Mismo, Él es capaz de hacer que esa persona permanezca.
La conciencia escrupulosa de uno nunca puede ser la norma para el comportamiento Cristiano. La convicción debe descansar sobre la revelación Divina y la exposición de toda la Escritura. Las diferencias de opiniones entre los Cristianos provienen de la ignorancia, prejuicio, costumbres, tradiciones, etcétera, todo los cuales tienen su raíz en la ignorancia de uno de la verdad Bíblica. Los Cristianos maduros son menos escrupulosos acerca de prejuicios, costumbres, y tradiciones. Todos los religiosos son llenos de prejuicios y costumbres. Pero nuestro grado de espiritualidad no es determinado por el prejuicio ni por la costumbre. Mientras que crezcamos en la gracia y en el conocimiento de la palabra de Dios, los prejuicios y las costumbres disminuirán y se apartarán.
Los Cristianos espiritualmente maduros no pueden esperar que los Cristianos espiritualmente inmaduros practiquen las cosas más profundas de palabra de Dios hasta que hayan sido adecuadamente instruidos. Los débiles primeramente deben ser adoctrinados, y entonces serán convencidos en sus propias mentes. Los Cristianos Romanos débiles habían salido del judaísmo, y ellos continuaron practicando su tradición. Por lo tanto, ellos prefirieron un día religioso de fiesta al otro: “Porque por una parte hay uno que prefiere [presente activo indicativo de krino] un día a otro; por otra parte hay otro que juzga [presente activo indicativo de krino] todo día igual. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Rom. 14:5 — traducción). Aunque la misma forma declinada de la palabra griega krino se usa dos veces, no tiene el mismo significado en los dos ejemplos. Pablo no se refirió al día del Señor (el día sobre que los Cristianos reúnen para la adoración) o el sábado (el día observado por los judíos) sino a los días religiosos de fiesta de los judíos. La última parte de este versículo, “cada uno esté plenamente convencido [presente pasivo imperativo de plerophoreo] en su propia mente,” es un mandamiento. Un mandamiento significa seguir adelante. Los Cristianos deben agradecer a Dios por Su elección, la obra redentora de Jesucristo, la obra regeneradora del Espíritu Santo en nuestros corazones, la verdad objetiva que ha sido encargada a nuestra confianza, y Sus mandamientos. Los amigos de Dios hacen lo que Él mandó.
Los mandamientos de Dios no se deben usar como excusas. Cada Cristiano debe de estar plenamente convencido en su propia mente en cuanto a cualquier principio Bíblico. La persona peca que, después de algún tiempo de la sumisión a la palabra de Dios, continúa no convencida en cuanto a los principios Bíblicos a los cuales él ha sido expuesto, porque Dios mandó a cada creyente que fuera convencido en su propia mente. Muchos predicadores, ansiosos para ganar miembros, hacen concesiones por decir a los miembros posibles que no están resueltos acerca de ciertos temas Bíblicos. Después de años ellos permanecen convenientemente no resueltos. Cada hombre de Dios está obligado a estudiar la palabra de Dios para encontrar la respuesta de Dios para estar plenamente convencido en su propia mente. Cada recipiente de la gracia desea conocer la palabra de Dios y buscará una respuesta de estas cosas en las que no está resuelto.
El mandamiento de Dios para ser plenamente convencido en la mente de uno no da a nadie el derecho del juicio privado. La norma para juzgar es la palabra de Dios, no la opinión de uno. Nuestra convicción debe ser guiada por nuestra responsabilidad al Señor: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Asi pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Rom. 14:8). Jesucristo murió y vivió para que Él sea el Señor de ambos los muertos y los vivos. Por lo tanto, los hermanos más fuertes no pueden rechazar a los hermanos más débiles por su observancia de los días de fiesta. Todos nosotros compareceremos ante el tribunal de Cristo. Toda rodilla se doblará a Él, y toda lengua confesará a Dios.
La Obligación Fraternal —
La obligación fraternal se enseña en Romanos 14:13-23. En vez de juzgar los unos a los otros, deberíamos juzgarnos a nosotros mismos antes que pongamos tropiezo ante nuestro hermano. Pablo había conocido y había sido plenamente convencido en el Señor que nada en sí mismo es inmundo, sino al que razona que cualquier cosa es inmunda. Si un hermano más fuerte comió carne que contristó a su hermano más débil, ya no anduvo conforme al amor. El reino de Dios no es comer ni beber sino justicia, paz, y gozo en la esfera del Espíritu Santo. El que sirve a Cristo es aceptable a Dios y aprobado por los hombres. Por lo tanto, sigamos las cosas de paz y las cosas para el propósito de fortalecer unos a otros. Esto viene mediante la edificación en la palabra de Dios. No debemos destruir la obra de Dios por causa de la comida. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada por la cual nuestro hermano tropieza. La fe que uno tiene, debe tenerla para sí mismo ante Dios. El que no se condena a sí mismo en lo que aprueba es bienaventurado. Pero el que duda ha sido condenado si come, porque no proviene de fe, y todo lo que no proviene de fe es pecado.
El conocimiento de preceptos es insuficiente. Ese conocimiento se debe poner en práctica. Cuatro preceptos con sus prácticas requeridas se dan en Romanos 14:14-23.
1. PRECEPTO — “He conocido, y he sido convencido en el Señor Jesús, que nada en sí mismo es inmundo; sino a el que razona que cualquier cosa es inmunda, a él es inmundo” (vers. 14 — traducción). PRÁCTICA — “Pero si por causa de la comida tu hermano está siendo contristado, no andas más conforme al amor. No arruines con tu comida aquel por quien Cristo murió. No sea pues blasfemado vuestro buen” (vers. 15, 16 — traducción). Uno sometido a la verdad será adoctrinado. Así, él progresivamente vendrá a la unidad de la fe.
2. PRECEPTO — “Porque el reino de Dios no es comer ni beber, sino justicia, y paz, y gozo en la esfera del Espíritu Santo. Para el que sirve a Cristo en esto es aceptable a Dios, y aprobado por los hombres” (vers. 17, 18 — traducción). PRÁCTICA — “Así que sigamos las cosas de la paz y las cosas para el propósito de fortalecer unos a otros” (vers. 19 — traducción). La única manera que podemos seguir la paz y la unidad es por la indoctrinación.
3. EL PRECEPTO — “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo el hombre que come con tropiezo” (vers. 20 — traducción). PRÁCTICA — “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada por lo cual tu hermano tropieza” (vers. 21 — traducción).
4. PRECEPTO — “La fe que tienes, tenla para ti mismo ante Dios. Bienaventurado es el que no se condena a sí mismo en lo que él aprueba” (vers. 22 — traducción). PRÁCTICA — “Pero el que duda ha sido condenado si come, porque no proviene de fe; y todo lo que no proviene de fe es pecado” (vers. 23 — traducción). No hay otro versículo de la Escritura en el cual haya habido tanta controversia como el de Romanos 14:23. La palabra “fe” (pistis) se usa como un ablativo en ambos ejemplos en la última parte del versículo. La preposición “de” (ek) es ablativo de fuente. ¿Es esta fe subjetiva u objetiva?
Todos tienen algún tipo de fe. (1) Hay una fe temporal, como la que se describe en la parábola del sembrador: “Y aquellos sobre la roca son aquellos, que cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz, que creen por un tiempo breve, y en el tiempo de prueba llegan a ser apóstatas” (Luc. 8:13 — traducción). (2) Hay una fe que se edifica sobre milagros. Muchos creyeron cuando vieron los milagros de Cristo. Pero Él no se fió de ellos porque Él sabía que su fe se estableció sobre los milagros, y no era el producto de la gracia (Juan 2:23-25). (3) Uno puede decir que tiene fe cuando en realidad es vana o vacía (I Cor. 15:2, 14). (4) Cualquier fe que tiene una persona muerta en delitos y pecados también está muerta (Sant. 2:26). (5) La fe histórica en Jesucristo como el Hijo de Dios solamente es intelectual. No es más que creer que Jorge Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos. (6) Lo que se llama la fe sencilla es simplemente la fe natural o humana. No hay nada acerca de la fe que es sencilla. Puesto que incluye el Dios soberano, es compleja. (7) El tipo de fe que tienen los demonios les causa temer y temblar (Sant. 2:19). (8) La fe dada por Dios es la fe salvadora.
Nadie es regenerado por su fe. La fe es el producto de y no la causa de la regeneración. La fe salvadora es la fe dada por Dios (Ef. 2:8; Fil. 1:29). Nótense que la palabra griega traducido “es concedido” en Filipenses 1:29 es un aoristo pasivo indicativo de charidzomai, significando que el recipiente de esta fe dada por Dios no hace contribución al ser concedido. La definición de la fe por un arminiano es que en un sentido la fe es don de Dios, pero es don de Dios a todos los que la quieren; no es dada a todos porque todos no se aprovecharán de ella, no cederán a la obra del Espíritu Santo, y no dejarán que obre el poder regenerador de Dios en ellos. En contraste, la Biblia define la fe como (1) pertenecer al pacto de gracia, (2) ser don de Dios, (3) ser el fruto de la elección y de la regeneración, (4) ser llamada en acción por la verdad objetiva del evangelio de Jesucristo, (5) ser la entrega de la mente, el corazón, y la voluntad, (6) ser totalmente dependiente de Dios, (7) no preceder la elección en el orden Divino, y (8) no preceder la regeneración en el orden de aplicación.
Pablo escribió a los Cristianos en Roma acerca de la fe salvadora cuando dijo, “...lo que no proviene de fe, es pecado” (Rom. 14:23). Habiendo sido hecho vivo por el Espíritu soberano, cada acción por un Cristiano que no proviene de la fuente de la fe dada por Dios desplaza su dependencia completa en Dios y llega a ser una acción independiente. Esto es pecado. La fe dada por Dios es totalmente, enteramente, completamente sobre Dios que la dio al pecador pasivo. Puesto que esto es cierto en la vida de un Cristiano, la llamada fe de un pecador no regenerado que cree que por su fe él puede nacer de nuevo no es genuina porque no proviene de la fe dada por Dios.
La fe de Romanos 14:23 no es simplemente la capacidad de creer por la gracia. Es un principio formado en la mente renovada por la capacidad dada por Dios para discernir las cosas espirituales. No es un sexto sentido. Renovar una persona por hacerla una criatura nueva en Cristo Jesús, Dios le da un principio nuevo formado en la mente renovada por el cual es capaz de discernir la verdad cuando le oye. Los no regenerados no reciben las cosas del Espíritu de Dios. A ellos les son locura porque se han de discernir espiritualmente (I Cor. 2:14). Así que, la fe en Romanos 14:23 es subjetiva. Es la capacidad de entender la fe objetiva. ¿Cómo podemos saber cualquier cosa acerca de la fe subjetiva sin la verdad objetiva para probar esa fe? Si la llamada fe de uno no es responsiva a la fe objetiva de Dios, su fe no es dada por Dios y se puede ser clasificarla como temporal, natural, vana, muerta, etcétera.
La misma fe mencionada en Romanos 14:23 se enseña en otras porciones de la Escritura (Rom. 1:16, 17; 10:17; II Cor. 4:1-6; I Tes. 1:5; 2:13; II Tes. 2:13, 14; II Tim. 1:8-12; Sant. 1:18). “Es, pues, la fe la seguridad de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Porque por ésta los antiguos fueron aprobados” (Heb. 11:1, 2 — traducción). La fe no da la realidad donde no hay. No da la seguridad donde no hay. La fe subjetiva, que es don de Dios a los elegidos en la regeneración, es solamente el canal mediante el cual corre la fe objetiva. La fe subjetiva sola no salva. Además, la capacidad que Dios ha dado a la persona regenerada no la salva. Es la verdad objetiva que fluye mediante su fe subjetiva y su capacidad para comprender y entender que le da la seguridad. Él tiene una experiencia de la salvación, no una experiencia de la regeneración. La regeneración no es de una experiencia.
La fe objetiva en cuanto a la Persona y la Obra de Jesucristo da la seguridad, el poder, y la victoria a la fe subjetiva. Tal fe se ancla a Cristo que hace la esperanza una realidad. Una distinción se debe hacer entre el acto de creer y lo que es creído. Uno que niega la Trinidad Divina, que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que la salvación es de Dios no es salvo. La verdad objetiva no ha fluido en su fe porque su fe no fue dada por Dios. Es imposible juzgar la fe aparte de la verdad objetiva de Dios. La verdad objetiva de Dios da validez al conocimiento de la persona a quien se ha dado la capacidad para entender. Concluyentemente, la fe de Romanos 14:23 no es simplemente subjetiva, sino es la fe subjetiva que fluye de la fe objetiva.
“Habiendo sido regenerado [perfecto pasivo participio de anagennao], no de [ek] simiente [ablativo de spora] perecedero sino de imperecedero, por la palabra [ablativo de logos] de Dios, que vive [presente activo participio de dzao] y continúa viviendo [presente activo participio de meno]” (I Ped. 1:23 — traducción). El origen de la vida nueva se enseña en I Pedro 1:23a, y el apoyo de esa vida se enseña en I Pedro 1:23b. Debemos distinguir entre el origen de la vida dada por Dios al recipiente pasivo de aquel don del apoyo de esa vida por la palabra de Dios.
Pedro, un apóstol de Jesucristo, escribió a los expatriados que habían sido escogidos según el prearreglo de Dios el Padre por la santificación del Espíritu para la obediencia y ser rociados con la sangre de Jesucristo (I Ped. 1:1, 2), Dios habiendo dado la vida nueva (aoristo activo participio de anagennao) a ellos (I Ped. 1:3). La misma palabra griega con una diferente forma conjugada se encuentra en este versículo como también en I Pedro 1:23. Los expatriados “habiéndonos regenerado a una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de [ek, ablativo de separación] los muertos” (I Ped. 1:3 — traducción) tenían una seguridad doble. Una herencia imperecedera, incontaminada, e inmarcesible fue reservada permanentemente (perfecto pasivo participio de tereo) en los cielos para (eis, acusativo de propósito) ellos, y ellos fueron protegidos por el poder de Dios mediante la fe para una liberación preparada para ser manifestada en el tiempo postrero (I Ped. 1:4, 5).
Estos transeúntes habían sido regenerados por el Espíritu de Dios. Pedro los amonestó en su primera Epístola en cuanto a su enemigo de afuera, y en su segunda Epístola, de su enemigo de adentro engañando y seduciendo. Por lo tanto, este es el tiempo de sufrir antes de poseer la herencia que nos espera. La palabra clave en la primera Epístola es sufrimientos o padecimientos (1:11; 2:23; 3:18; 4:1; 5:1). El Salvador que sufre primeramente atrae nuestra atención y entonces la gloria sigue.
La vida nueva habiendo sido dada a los expatriados no provino de simiente perecedor sino de simiente (ablativo de spora) imperecedero. Tres sustantivos en el Nuevo Testamento se traducen simiente o semilla: (1) spora — encontrado solamente en I Pedro 1:23; (2) sporos — usado cinco veces en el Nuevo Testamento (Mar. 4:26, 27; Luc. 8:5, 11; II Cor. 9:10); y (3) sperma — encontrado 44 veces en el Nuevo Testamento. Entre las 44 veces donde se encuentra a sperma, se usa en las maneras siguientes: (1) Se usa botánicamente de grano, núcleo, o semilla de plantas (Mat. 13:24, 27, 37, 38). (2) Se usa biológicamente en el sentido de la vida humana, el esperma, progenie, tribus, razas, el poder que da vida, o la descendencia; todos los cuales son relacionados al uso biológico. (3) Se usa como se relaciona al principio de la vida espiritual (I Jn. 3:9).
Todos estos sustantivos vienen de la raíz del verbo speiro, que se usa 49 veces en el Nuevo Testamento. Su significado básico es sembrar semilla. Sin embargo, se usa con una variedad de metáforas: (1) sembrar la palabra por testificar y predicar (Juan 4:36, 37; I Cor. 9:11), (2) sembrar la corrupción (Gál. 6:7, 8), (3) el entierro del cuerpo humano (I Cor. 15:36, 37, 42, 43, 44), y (4) el hecho de dar por un Cristiano (II Cor. 9:6, 7).
La palabra “simiente” (spora) de I Pedro 1:23 se usa metafóricamente en un sentido generador. Habiendo sido dado vida por el mandamiento de Dios (Ezeq. 16:6; Juan 5:25), el apoyo de aquella vida dada por Dios es la palabra de vida dada por Dios (Hech. 7:38). Las palabras de vida de Dios son vivas para la gente viva. Así que, la verdad objetiva de Dios corre mediante la fe dada por Dios para apoyar la vida Cristiana.
Algunos ignoran la obra del Espíritu Santo en regenerar al pecador pasivo. Su creencia en la regeneración por el evangelio fracasa en distinguir entre la vida por medio del Espíritu y el apoyo de esa vida por medio de palabra (logos) de Dios que vive y permanece para siempre (I Ped. 1:23b). Además, ellos no toman en cuenta que Dios primeramente prepara la tierra en que la semilla del evangelio se recibe, se oye, y se entiende; solamente produce fruto en la tierra que ilustra un Cristiano. La tierra del corazón de uno debe ser preparada por la vivificación divina para su recepción del mensaje objetivo de Dios. La naturaleza de la tierra determina el resultado del fruto, y el fruto revela el carácter de la tierra.
En contraste a las relaciones terrenales, que se marchitan y caen, el discurso del Señor continúa para siempre (I Ped. 1:24, 25). El discurso del Señor que continúa para siempre va con la palabra de Dios que continúa viviendo. De las dos palabras griegas para “palabra,” hrema se usa dos veces en I Pedro 1:25; y, logou, que viene de logos, se usa en I Pedro 1:23. El caso ablativo de logos se usa en el versículo 23, y el caso nominativo de hrema se usa en ambos ejemplos en el versículo 25. El discurso es la confirmación para el apoyo de la persona nacida de nuevo. Los dos presentes activos participios en el versículo 23b, “viviendo y continuar viviendo,” se pueden tomar con logou o theou porque ambos están en el caso ablativo, así correspondiendo con de (dia), que es el ablativo de medios.
Los profetas y apóstoles no fueron los causantes del logos. Ellos fueron los agentes. El Espíritu Santo es el causante de la vida. La palabra es el instrumento de la conversión y entonces de nuestro sustento. La vida es distinta del evangelio. El oír es distinto de lo que se oye. La vista es distinta de lo que se ve. Vivificar es un acto sin ayuda. La conversión o el apoyo demanda asistencia por el discurso de la palabra.
La Consideración Cristiana —
Los primeros trece versículos de Romanos 15 son una continuación del tema del capítulo 14. Los fuertes son obligados a soportar las debilidades de los débiles. Este es el Cristianismo en práctica. Agradarse a sí mismo impide el compañerismo. El ejemplo para cada uno de nosotros por tratar de agradar a nuestro prójimo en lo que es bueno para edificación es Jesucristo que no se agradó a Sí Mismo. El artículo definitivo griego que precede Cristo en versículo 3 distingue a Cristo de los cristos falsos. No juzgamos a una asamblea por otra u otro creyente por nosotros mismos. La norma para juzgar es Jesucristo y la palabra de Dios.
El deseo de Pablo fue que el Dios de la perseverancia y ayuda diera a los Cristianos romanos el mismo pensar entre unos a otros según Cristo Jesús “para que unánimes con una sola boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Rom. 15:6 — traducción). Esto armoniza con recibir al que es débil en el sistema de la verdad, no con el deseo de contender sobre opiniones (Rom. 14:1). El adverbio omothumadon, traducido “unánimes,” muestra la responsabilidad de los miembros de la asamblea de Jesucristo. Este adverbio se usa once veces en Hechos, y solamente otra vez se usa aquí en Romanos 15:6. (Véase Hech. 1:14; 2:1, 46; 4:24; 5:12; 7:57; 8:6; 12:20; 15:25; 18:12; 19:29.) La palabra no se usa siempre en un sentido bueno, porque el Diablo y su gente hablan con la misma mente.
Cuando la verdad se da en toda su pureza y los Cristianos tienen tiempo para aprender los grandes principios de la palabra de Dios, estaremos pensando en las mismas cosas y hablando la misma lengua. La ley de amor es mayor que la ley de la libertad. La mayoría de los comentaristas usan Romanos 15:6 para enseñar la libertad. Ellos admiten que no tienen unidad pero dicen que tienen cooperación. Su cooperación está en sus denominaciones, y no están preocupados acerca de la unidad del espíritu y la unidad de la fe — el sistema de la verdad. Muchos dicen que en el capítulo 14 se nos muestra las limitaciones de la libertad Cristiana. Ellos explican que está limitada hasta cierto punto y en su regla de acción. Por lo tanto, ellos suponen que debemos respetar las convicciones de otros que hablan de su fe. Su opinión es que los partidos antagónicos — legal y espiritual, conservador y liberal, y débil y fuerte — han de reconciliarse en la única asamblea Cristiana. Ellos asumen que Pablo nunca habló de los ídolos en Atenas de tal manera de herir los sentimientos de aquellos que creyeron en ellos. Los predicadores que predican todo lo que creen son marcados por ellos como tontos. Ellos aconsejan que los hombres que enseñan no deben hacerlo con el propósito de disturbar a la gente, y deben usar la honestidad en una manera prudente. En contraste a las explicaciones precedentes, los predicadores que, como Pablo, declaran toda la palabra de Dios sí disturban a la gente. Dondequiera que Pablo iba, causó tumultos, trastornó al mundo entero, e hizo a la gente tan enojada que quisieron matarlo por predicar la verdad.
¿Qué es la libertad Cristiana verdadera? “Cristo nos liberó a la posición de la libertad; estad firmes, por lo tanto, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gál. 5:1 — traducción). La libertad verdadera no es legalista ni da licencia. Libre uno a la esclavitud a Jesucristo. Uno es el esclavo de Cristo o del Diablo. Los no regenerados son esclavos del Diablo, y el camino del transgresor es duro. Aquellos liberados por Jesucristo conocerán la verdad: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). Hay una libertad sin ley; pero la libertad verdadera es la libertad en la ley, esclavizada a Jesucristo y Su ley.
El problema con que Pablo trataba se declara en Romanos 15:8. Los judíos convertidos todavía sostenían a algunas de sus tradiciones. Pablo decía que Cristo ha llegado a ser (perfecto pasivo infinitivo de ginomai) un siervo a la circuncisión por la verdad de Dios para confirmar las promesas de los padres. Por lo tanto, tantos los judíos salvos como los gentiles salvos deben dejar sus escrúpulos y ser edificados en todo el consejo de Dios. Es más fácil para el gentil que no ha sido religioso dejar sus escrúpulos que para un judío que ha sido fuerte en la tradición religiosa dejar sus escrúpulos. Pablo refirió a la profecía de Isaías acerca del futuro (vers. 12), cuando Jesucristo reinará como Rey, para que pueda animar su esperanza en el futuro. “Ahora el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en la esfera del creer, para que abundéis en la esfera de la esperanza, por el poder del Espíritu Santo” (Rom. 15:13 — traducción). Pablo concluyó esta sección de la Escritura con la esperanza de ambos hermanos fuertes y débiles en el reino venidero cuando Jesucristo reinará sobre los judíos salvos y los gentiles salvos.
9
La unión invisible con Jesucristo por el Espíritu Santo en la regeneración debe preceder a la manifestación visible de esa unión en el aspecto local de la asamblea. Como Jesucristo era el Dios invisible, la asamblea de Cristo se designa ser la imagen del Cristo invisible. No vemos a Cristo. Dios solamente puede ser visto mediante el Hijo encarnado, y Jesucristo hoy solamente puede ser visto mediante el aspecto visible de Su asamblea. El hecho de que todos nosotros observamos a la asamblea de Cristo como una organización local no debe extraviarnos en pensar de que lo que vemos es el único aspecto de Su cuerpo. El hombre tiene una parte que nadie puede ver, y la asamblea tiene un aspecto invisible. El aspecto invisible de ambos el hombre y la asamblea es el principio de vida que existe en los dos.
La declaración profunda del Salvador en uno de los grandes capítulos doctrinales de la Biblia verifica que muchos de los miembros de la asamblea de Cristo no son visibles: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas....Yo soy el buen pastor, y conozco a las mías, y las mías me conocen. Así como el Padre Me conoce, yo también conozco al Padre; y pongo Mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; también es necesario que las traiga, y oirán Mi voz; y llegarán a ser un rebaño con un pastor” (Juan 10:11, 14-16 — traducción). Entre la nación elegida de los judíos había un número elegido. Habían también “otras ovejas” que no fueron de entre los judíos. Cristo se refirió a los gentiles. El hecho de que Cristo habló de tener (tiempo presente) algunos que oirán (tiempo futuro) prueba que todos los miembros de Su rebaño no son visibles sobre la tierra. Todos los miembros del rebaño de Cristo nunca han sido visibles sobre la tierra al mismo tiempo. Casi 2,000 años después de que Jesucristo habló estas palabras en Juan 10, muchas de Sus ovejas han muerto; y están con Él. Algunas están presentemente vivas sobre la tierra; algunas no han nacido aún físicamente; y algunas han nacido físicamente que no han nacido de nuevo.
La declaración de Cristo “pongo Mi vida por las ovejas” prueba que la redención es particular. Porque las Personas de la Deidad son uno en esencia, propósito, y obra, hay que concluir que la elección, la redención, y la regeneración son iguales en su alcance. Si la redención fuera universal, uno sería forzado creer en la elección universal y la regeneración universal. Si la redención fuera universal, para ser consistente, la regeneración y el llamamiento eficaz tendrían que ser universales. Tal razonamiento es malo. Cristo no compró la salvación condicionalmente, sino Él absolutamente y perfectamente compró la redención para las ovejas. Si el amor infinito movió a Jesucristo a morir por todos los hombres, ¿por qué el mismo amor no mueve al Espíritu Santo para regenerar a todos los hombres?
La unión de la vida y el conocimiento recíproco consiguiente de esa vida por los elegidos transcienden las intimidades más cercanas de la existencia terrenal del hombre. Solamente hay una descripción digna de la unidad misteriosa y profunda y nuestro conocimiento de ella. Por lo tanto, Jesucristo dijo, “Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen” (Juan 10:14 BLA).
El conocimiento de la persona elegida de su unidad con Cristo le causará manifestar su unión de la vida con Cristo. Aunque el Espíritu Santo de Dios en la regeneración trae a los elegidos de Dios a la unión con Cristo sobre la base de la obra substituta de Cristo, los redimidos frecuentemente disfrazan más bien que manifiestan su naturaleza verdadera. Pedro no manifestó su naturaleza verdadera cuando reprendió a Cristo, negó a su Señor y al Salvador, u actuó en una manera hipócrita. Sin embargo, él no continuó habitualmente en una vida de pecado: “Todo el que continúa en Él no está pecando; todo el que está pecando no Le ha visto ni Le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, así como Aquel es justo. El que comete el pecado es del Diablo; porque desde el principio el Diablo ha estado pecando. Para este propósito, fue manifestado el Hijo de Dios, para terminar las obras del Diablo. Todo el que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque Su simiente permanece en él; y no puede estar pecando habitualmente, pues ha nacido de Dios” (I Jn. 3:6-9 — traducción). La persona que ha nacido permanentemente no continuará en el pecado. Como Pedro no reflejó perfectamente el principio de la gracia dentro de él, el aspecto local de la asamblea de Cristo, que es constituida de piedras vivas imperfectas, no refleja perfectamente su principio invisible de vida.
Uno no puede creer en la soberanía absoluta de Dios sin aceptar el aspecto invisible de la ekklesia. Por ejemplo, los 3,000 que fueron salvos en el día de Pentecostés fueron añadidos a la asamblea local en Jerusalén. Así que, ellos fueron llamados en una manera soberana antes de que fueran añadidos a una asamblea geográfica — la asamblea localizada en Jerusalén (Hech. 2:37-47). Por lo tanto, la distinción entre los aspectos visibles e invisibles de la asamblea de Cristo es necesaria para salvaguardar el hecho de que ser miembro de la asamblea local no salva a nadie. El bautismo de Simón el Mago, el hechicero, y su llegar a ser una parte de la asamblea de los samaritanos en Samaria no hicieron su corazón recto delante Dios (Hech. 8). Él era un miembro de la asamblea local, pero no era un miembro de la asamblea que Cristo Jesús está edificando.
El corazón que agrada a Dios es el corazón nuevo que Él Mismo da en la regeneración. Los escritores del Antiguo Testamento usaron los términos corazón circunciso (Deut. 30:6), “un corazón” (Jer. 32:39), y “corazón nuevo” (Ezeq. 36:25-27). Los equivalentes del Nuevo Testamento son “nueva criatura” (II Cor. 5:17) y “hombre nuevo” (Col. 3:10 BLA). El corazón nuevo es un principio nuevo de la vida. Es una luz nueva infundida y una voluntad nueva llena de un propósito nuevo. Esto indica un cambio en el carácter entero del hombre en su inteligencia, afecto, y voluntad. Así, la gracia primeramente entra en el corazón antes que se descubre en la vida. La gracia vivificadora abre el corazón (Hech. 16:14) a la tristeza que es según Dios, y esto sale en un arrepentimiento que nunca resulta en remordimiento (II Cor. 7:10). Solo este tipo de arrepentimiento conduce a una experiencia verdadera de salvación, que es igual a una experiencia de conversión.
El arrepentimiento es un principio permanente del corazón nuevo. Hay un arrepentimiento inicial, y entonces hay un arrepentimiento continuo. El corazón por naturaleza es impenitente, faccioso, duro, y cauterizado. Tiene una inclinación natural para vivir en el pecado sin vergüenza o tristeza de ofender a Dios. La única vergüenza o tristeza de uno con un corazón no arrepentido es cuando su pecado se hace público, y él es personalmente afectado. Sin embargo, el corazón del elegido ha sido dado por la gracia el principio permanente de arrepentimiento. Este principio tiene la propensión, o la disposición, para arrepentir y lamentar sobre el pecado, porque el Dios de la persona arrepentida ha sido ofendido por el fracaso de Su hijo en su condición ante el mundo. Tal tristeza conduce al creyente a convertirse de su pecado a la santidad de la vida, “sin la cual nadie verá al Señor” (Heb. 12:14).
La práctica debe seguir al principio. Aunque el creyente fue pasivo cuando fue regenerado, él es hecho activo por la presencia del Espíritu habitante de la regeneración en su nuevo corazón. El Espíritu Santo produce en la creación nueva un espíritu de obediencia y servicio. Dios dijo mediante Jeremías, “Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos” (Jer. 32:39). El único camino es el camino de Cristo (Juan 14:6), y el único corazón es el deseo de seguir a Cristo, que se cumple en el aspecto local de la asamblea.
La infusión del principio de la vida en una persona elegida es instantánea. Pero el cambio que comienza en la regeneración (II Cor. 5:17) sigue cambiando para lo mejor (Heb. 13:14-17) hasta el cambio final cuando apareceremos en la presencia de Jesucristo hechos semejantes a Él (I Jn. 3:1-3). Aunque el hombre regenerado es una persona diferente (heteros), él no es otro (allos) esposo, padre, o trabajador. Como un hombre, él continúa como antes; aunque, él es una nueva creación en Cristo Jesús. Los miembros de Su cuerpo antes de ser hechos nuevos por la gracia fueron siervos de pecado. Subsiguiente a ser hechos una creación nueva en Cristo Jesús, Sus miembros han llegado a ser los siervos de la justicia (Rom. 6:11-16). La diferencia se revela en el tiempo del verbo de Romanos 6:1-15. Nótense la diferencia entre el presente activo subjuntivo del verbo epimeno, “¿Perseveramos en una vida de pecado?” (vers. 1), y el aoristo activo subjuntivo de hamartano, “cometeremos actos de pecado” (vers. 15). Una vida de pecado es absolutamente imposible porque el poder de pecado ha sido quebrantado, una naturaleza nueva ha sido implantada, y ahora un Dueño nuevo está siendo servido (vers. 2-14). El progresivo futuro activo indicativo del verbo dzao del versículo 2, “Nosotros que morimos al pecado, ¿cómo continuaremos una vida en él?” (traducción), prueba que la regeneración ha hecho al creyente una persona enteramente diferente. El cambio obrado en él continuará cambiando hasta el cambio final. Él experimenta cambios cada día mientras que pase de fortaleza a fortaleza y de gloria a gloria.
La asamblea universal que Jesucristo comenzó durante Su ministerio público y continúa edificando hasta su fin ha sido, es, o será localizada en las asambleas, que constituyen la columna y baluarte de la verdad sobre la tierra. Inmediatamente después de que Cristo había hablado a la asamblea local de los discípulos reunidos en Mateo 16 acerca de la asamblea que Él continuaría edificando, Él dio instrucción en cuanto a la disciplina que se debe ejercitar en las asambleas locales (Mat. 18:15-20).
Aunque el creyente no tenía nada que ver con unirse a sí mismo con Cristo o siendo bautizado en Su cuerpo en el dia de Pentecostés, él sí tiene algo que ver con ponerse a sí mismo en sumisión a la autoridad delegada de una asamblea local. Pedro mandó que los jóvenes se sometieran a sí mismos (aoristo pasivo imperativo de hupotasso, que significa someter, obedecer, estar bajo la autoridad de, o tomar un lugar subordinado) a aquellos en autoridad (I Ped. 5:5).
La obediencia es un principio Divino que se debe observar. La lista siguiente muestra que el orden apropiado en la obediencia es sumisión —
l. A Dios (Sant. 4:7).
2. A la autoridad apropiadamente delegada (I Ped. 5:5).
3. Las esposas a sus esposos (I Ped. 3:1).
4. Unos a otros (I Ped. 5:5).
5. Los criados a sus amos (I Ped. 2:18).
6. Los hijos a sus padres (Ef. 6:1).
7. A la autoridad superior (Rom. 13:1).
La obra de Cristo en edificar a Su asamblea no cesa cuando los elegidos son llamados a Sí Mismo. Aquellos que han sido eficazmente llamados han sido dados una afinidad para la palabra de Dios y el pueblo de Dios (Hech. 2:41-47). Un creyente aparte de una asamblea local, que es un soporte y fundamento de la verdad, designada por Dios — sino por circunstancias fuera de su control en la providencia de Dios — es una violación del propósito de Dios para Su pueblo.
La importancia de las asambleas locales es que son ordenadas por Dios. Cada persona nacida de nuevo es responsable para encontrar una asamblea de Cristo donde él pueda reunirse para la adoración, estudiar la palabra de Dios, arreglar los problemas cuando surgen, y planear su servicio para el Señor. Servir sigue a reunirse para la adoración. El orden de la adoración, servicio, y la lucha se enseña en la Epístola a los de Efeso. Los primeros dos capítulos magnifican la adoración que incluye la enseñanza. Los capítulos tres y cuatro se tratan con el trabajo o el servicio. El capítulo cinco y especialmente el capítulo seis enfatizan la lucha. Uno no puede adorar sin servir, porque la adoración prepara y motiva a los hijos de Dios para el servicio; entonces, la lucha siempre resulta del servicio. Estas tres son inseparables en la vida del hijo de Dios.
Aquellos que han adorado tienen una responsabilidad triple: (1) Nosotros continuamente buscamos para los elegidos de Dios que han sido regenerados por el Espíritu Santo. (2) El pastor busca por aquellos que son dedicados a la causa de Cristo. Gedeón tenía 32,000 al principio, pero él no podía ir a la guerra con ellos. Por lo tanto, su número fue reducido a 300 hombres consagrados. (3) Nosotros buscamos por aquellos que pelearán la buena batalla de la fe.
El Señor Jesús contrastó la adoración verdadera y la falsa en su encuentro con la mujer samaritana (Juan 4:19-24). Él le recordó que Dios es un Ser espiritual, y los que Le adoran deben por la compulsión de la palabra de Dios adorar en la esfera del espíritu y de la verdad. El Señor Jesús redimió un cierto número por Su muerte. El Espíritu Santo solamente va a este cierto número y los regenera. El Padre busca a aquellos que el Hijo ha redimido y el Espíritu Santo ha vivificado para adorarle en la esfera del espíritu y de la verdad.
La adoración significa reverencia, honor, o veneración. La adoración concuerda con Dios que es adorado. Lo más espiritual que sea la adoración, lo menos atractiva será a la carne. La adoración es por el espíritu del hombre; por lo tanto, solamente podemos saber y abrazar con nuestros espíritus como adoradores lo que es espíritu. Nuestros espíritus son inicialmente y continuamente renovados. Uno adora espiritualmente cuando la puerta de su corazón está cerrada a todos los entrometidos y solamente abierta a la verdad de Dios. Cuando los sentimientos, opiniones, o las tradiciones intervengan, no adoramos. El Señor Jesús nos informó entrar en nuestros aposentos y cerrar la puerta para orar. Cuando la puerta del aposento está cerrada pero la puerta del corazón está abierta para los pensamientos vanos, uno no ora.
Puesto que Dios es Espíritu, Le debemos adorar con nuestros espíritus en la esfera de Su Espíritu y la verdad. Aparte de la esfera del Espíritu y de la verdad no hay adoración. Dios es el Ser Espíritu infinito. Uno ha dicho correctamente que Dios es excelente sin ninguna imperfección, Espíritu sin partes, grande sin cantidad, perfecta sin calidad, en todos lados sin lugar, poderoso sin miembros, y entendimiento sin ignorancia. Vemos solamente lo que tiene forma; sin embargo, no es imperfección en nuestra visión a no ser capaz de ver lo que nunca fue hecho de ver. Por lo tanto, Dios, el Ser Espíritu, solamente es conocido mediante la encarnación (Juan 1:1, 14, 18). El Encarnado ha declarado al Padre. Aunque el Ser infinito espiritual se haya manifestado a Sí Mismo en la zarza que ardía en fuego, la columna de nube de día, la columna de fuego de noche, como un hombre en el horno ardiente, como el ángel del pacto, etcétera, la más grande manifestación está en la unión hipostática (Fil. 2:5-10).
El servicio tiene su lugar, pero no el lugar primario. El Señor Jesús regañó a Marta por no dar a la adoración la preeminencia en su vida (Luc. 10:38-42). María estaba tan consumida con lo que escuchaba que no tuvo problema en excluir todo lo demás. “Pero Marta estaba distraída [imperfecto pasivo indicativo de perispao] de mucho servicio; y acercándose [aoristo activo participio de ephistemi] a Él, dijo, ¿Señor, no te da cuidado [presente activo indicativo de melei] que mi hermana me dejó servir sola? Dile [eipon, aoristo activo imperativo de lego], pues, de una vez, que me ayude” (Luc. 10:40 — traducción). Marta estaba tan preocupada con el servicio que fracasó en adorar, y mandó al Señor Jesús que dijera a su hermana que adoraba que le ayudara en el servicio. Cristo llamó su atención por repetir su nombre dos veces y decirle que María había escogido la buena parte que no le sería quitada. No hay servicio verdadero sin la adoración, y el servicio resulta en la lucha.
10
LA ASAMBLEA SE CONTINÚA EDIFICANDO
Jesucristo reveló la asamblea que continuará edificando en preparación para el reino futuro: “Y yo también te estoy diciendo, que tú eres Pedro [Petros, masculino], y sobre esta roca [petra, femenina] continuaré edificando [progresivo futuro activo indicativo de oikodomeo] mi asamblea [femenino]; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella [femenino]. Yo te daré [futuro activo indicativo de didomi] las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ataras [aoristo activo subjuntivo de deo] en la tierra ya habrá sido atado [perfecto pasivo participio de deo] en los cielos; y todo lo que desataras [aoristo activo subjuntivo de luo] en la tierra ya habrá sido desatado [perfecto pasivo participio de luo] en los cielos” (Mat. 16:18, 19 — traducción).
Además de la revelación del Padre de Jesucristo Su Hijo a Pedro, el Señor Jesucristo reveló Su obra a él. Él introdujo Su obra en Mateo 16:18 — “Y yo también [kago] te estoy diciendo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca continuaré edificando mi asamblea...” (traducción). La palabra griega kago es construida de kai, una conjunción coordinada, y ego, un pronombre de primera persona. Se puede traducir yo también, yo asimismo, yo en la misma manera, yo en vez, yo para mí, o para mi parte, yo. Jesucristo también tenía algo para decir. Él se puso a Sí Mismo igual con Dios el Padre: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Esta palabra, kago, se usa en las referencias siguientes de la Escritura: “...Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también [kago] trabajo” (Juan 5:17 BLA). “Como el Padre me amó, así también [kago] yo os amo...” (Juan 15:9 — traducción). “Como tú me enviaste al mundo, así yo también [kago] los envié al mundo” (Juan 17:18 — traducción). Así que, Jesucristo afirmó Su igualdad con el Padre como Él introdujo a la asamblea que Él continúa edificando.
Cuando el Señor dijo, “tú eres Pedro, y sobre esta roca continuaré edificando mi asamblea,” Él no estaba recalcando a Pedro sobre o contra Sí Mismo. El Padre había revelado a Pedro quien Jesucristo es por darle el discernimiento espiritual para reconocer la Persona de Jesucristo. Después de la confesión de Pedro, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mat. 16:16), Jesucristo reveló a Pedro la asamblea que Él continuaría edificando.
Entrando en un estudio Neotestamentario de la asamblea de Cristo y de Su reino, uno no tiene problema en relacionar con los estudiantes de la Biblia que dicen que siempre perseguimos el estudio de las Escrituras con un tipo de temor, aunque hay bendiciones sin número en el seguimiento. Este tipo de temor resulta de más verdad siendo conocida y la realización de que lo más grande es la luz, lo más grande será nuestra responsabilidad de presentar la verdad sin misrepresentación. Este arroyo puro y vivo no está corrompido hasta que pasa mediante las mentes y los labios de los siervos de Dios que intentan interpretar lo que Él dio originalmente. La verdad que corre a través del canal es infinita; pero después de pasar mediante canales finitos, no sale en la misma forma pura como fue originalmente dada. Los siervos tienen entendimiento limitado, y ellos también deben luchar contra las opiniones personales. Los siervos de hoy no hablan “por” sino “de” la inspiración.
Pablo no hizo impura, por la mezcla, el vino puro de la verdad Divina cuando dio la carta a los de Corinto: “...no somos como muchos, que comercian con la palabra de Dios...” (II Cor. 2:17 BLA). La palabra griega para “comercian” es un presente activo participio de kapeleuo, que significa comerciar, corromper por ganancia, o adulterar. Pablo no era como muchos que estaban corrompiendo la palabra de Dios por ganancia. Él proclamó lo que recibió. Aunque los ministros de Dios no pueden manejar a la palabra no adulterada sin mal representarla, hasta cierto grado, ellos no corrompen con las Escrituras por ganancia. Ellos las manejan con temor reverencial.
En medio de todo “viento de doctrina” que sopla hoy, un deseo sincero y el estudio diligente de la Escritura es necesario a fin de reconocer la asamblea de Dios que Él continúa edificando y preparando para el reino escatológico. Por lo tanto, uno debe ser iluminado por el Espíritu Santo y ser enseñado exclusivamente por las Santas Escrituras, que resulta en rechazar las tradiciones, opiniones, y dogmas hechas por el hombre. Entonces, es seguro que encontrará oposición. Él llega a ser un desechado cuando rechaza alguna enseñanza de una denominación religiosa establecida. Además, si él acepta las cosas que son Bíblicas de algunas denominaciones establecidas, él será criticado por todas ellas porque no se conforma a ninguna de ellas. Él por lo tanto llega a ser un enemigo de todas, pero agrada a Dios, viendo que él busca conformarse solamente a la verdad objetiva.
La controversia, no como la opinión común en cuanto a ella, no es inicialmente mala. El motivo detrás de ella la hace desfavorable. La controversia sola termina en un fracaso completo, porque ningún lado es convencido. Cada uno intenta probarse a sí mismo correcto y al otro equivocado. Por lo tanto, ambos salen de la discusión creyendo las mismas cosas que antes entraron en su discusión. El Cristiano está en error en entrar en cualquier cosa que sea inservible; por lo tanto, él debe probarlo todo y aprobar solo lo que ha pasado la prueba: “Examinadlo [dokimadzete, presente activo imperativo de dokimadzo, que significa examinar por tribulación o la prueba] todo; retened lo bueno” (I Tes. 5:21). Sin embargo, probar a la verdad es insuficiente sin aceptar y mantener lo que se ha aprobado.
La polémica es aquella rama de la teología que trata con la controversia. Sin un principio auto-evidente para determinar lo que es la verdad, la controversia puede ser sin fin. Puesto que las Escrituras son nuestra única norma, cualquier cosa no encontrada en ellas no puede ser probada por ellas. Con respecto a las preguntas religiosas, toda afirmación debe ser probada por la evidencia Bíblica antes de que se pueda recibirla y retenerla. Ninguna institución religiosa tiene la autoridad por su edad, éxito asumido, o tradición.
La carga de prueba siempre descansa sobre el lado afirmativo de la pregunta religiosa. Una afirmación no es autoridad sin prueba. En otros términos, sin prueba la afirmación es igual como si nunca se afirmara. Uno que busca refutar a una afirmación donde no se ha dado la evidencia Bíblica está tratando de refutar lo que no se ha probado. Lo que no tiene prueba no necesita refutación. Por otra parte, si una persona está constriñida probar su afirmación religiosa, el recusante es responsable de probar su objeción. Así que, cada persona debe buscar a probar lo que su causa requiere. Hay un principio conocido de la ley que afirma que cada hombre ha de ser presumido libre del mal hasta que su culpabilidad esté establecida. Sin embargo, esto no significa que hemos de tomar por cierto que él es inocente. Si fuera así, no habría ninguna necesidad de una prueba, y la persona alegada culpable sería intitulada a la liberación inmediata. Ningún juicio se debería pronunciar antes de revelar toda evidencia disponible. Por lo tanto, el acusador debe probar su lado del caso, o la acusación cae por falta de evidencia. Este mismo principio aplica cuando uno acusa a otro de creer algo que no es Bíblico.
Puesto que nuestros estudios no son en forma de una discusión pública, el autor toma la posición de un opositor a la mayoría de las interpretaciones que él oye y lee sobre Mateo 16:18-19. Así que, él es responsable como un opositor mostrar, por dar evidencia Bíblica soportar sus propuestas, por qué cree que estas interpretaciones son falsas. Por lo tanto, llega a ser necesario mirar cuidadosamente el texto griego para analizar gramáticamente algunas de las palabras importantes en estos versículos. Nada en este estudio estará aburrido o molestamente repetitivo a las ovejas de Cristo, porque tienen un deseo de conocer la verdad.
El Evangelio según Mateo es un puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. El escritor de Hebreos dijo, “DIOS, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo...” (Heb. 1:1, 2 BLA). Comenzando con el Nuevo Testamento, Dios no habló más mediante Sus siervos, sino que Él Mismo habló directamente. El Hijo eterno en Su asombrosa condescendencia tomó la forma de siervo (Fil. 2:7). Él, que es alto sobre todas las naciones y cuya gloria está arriba los cielos, vino a la tierra en forma de un siervo para dar Su propio mensaje personal y para darse a Sí Mismo por Su pueblo.
El dicho que el Antiguo Testamento se revela en el Nuevo se puede ilustrar en las maneras siguientes: (1) El estado de los santos en el Antiguo Testamento es explicado por “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” (I Cor. 2:9). (2) La comunicación de las cosas que Dios ha preparado para aquellos que Le aman es atestiguado por la inspiración a los escritores del Nuevo Testamento: “lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu...” (I Cor. 2:13). (3) El carácter del mensaje y de las personas que son capaces de entender lo que ha sido dado es representado por, “se han de discernir espiritualmente” (I Cor. 2:14).
El tema del Nuevo Testamento es Jesucristo como el cumplimiento de las esperanzas y las promesas mesiánicas de Israel y Su edificar de Su asamblea, que también es una parte vital de Su propósito para el reino futuro. Por lo tanto, las cosas siguientes son verdaderas: (1) El Rey del reino fue prometido en el Antiguo Testamento. (2) Su nacimiento, rechazo, muerte, y asamblea son revelados en los Evangelios. (3) El Rey es visto sentado sobre el trono de Su Padre como la Cabeza de la asamblea en las Epístolas. (4) El Rey es manifestado al mundo en todo Su poder y gloria con Su asamblea e Israel en Apocalipsis, en aquel entonces Él se sentará sobre Su trono (Apoc. 3:21).
La Epístola a los hebreos habla de dos edades, ambas se refieren a los tratamientos de Dios para con Israel. Una terminó en la cruz: “Porque de otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el fundamento del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos él ha sido manifestado [perfecto pasivo indicativo de phaneroo] para quitar el pecado mediante el sacrificio de Sí Mismo” (Heb. 9:26 — traducción). La cruz terminó los tratamientos de Dios para con Israel bajo el sistema levítico. La Escritura revela que Israel aún será el pueblo de Dios en un día venidero: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero...” (Heb. 2:5). “El mundo venidero” literalmente significa la tierra habitada venidera.
El presente es la edad de la asamblea Neotestamentaria. El reino de Dios es futuro. Así que, el reino de Cristo será diferente del control de Cristo como la Cabeza de Su asamblea, que Él está edificando, y Su gobierno providencial soberano sobre el universo. Si Cristo estuviera reinando presentemente como Rey, Su reinado sería visible. Cada ojo Le verá cuando Él reine como Rey. Ambos Su jefatura en Su asamblea y Su acción en la providencia son invisibles. Él obra a través de las asambleas locales y en la providencia, pero Su gobierno en el reino será directo e inmediato. El mundo general no sabe que el Señor Jesús reina en la providencia o como la Cabeza en Sus asambleas.
La confusión sobre los tres aspectos del gobierno de nuestro Señor — en la providencia, Su asamblea, y Su reino — conduce a consecuencias serias: (1) Hace la edad presente el período del reino. (2) Indica que la asamblea de Cristo en su condición presente e imperfecta está desempeñando las funciones que solamente pueden ser cumplidas cuando el cuerpo de Cristo es perfeccionado. (3) Disuelve el propósito divinamente pactado en la nación de Israel. (4) Hace la edad presente de la asamblea de Cristo el período final de la historia humana. (5) Pone hombres mortales y falibles sobre el trono con el Señor glorificado y resucitado.
El objeto de la asamblea de Cristo no es “cristianizar” al mundo sino ser los medios de llamar fuera del mundo a aquellos que el Espíritu Santo regenera, para que nosotros podamos reinar con Cristo en el reino (Mat. 5:5; Luc. 12:32; 22:28-30; I Cor. 6:2; Apoc. 1:6). Por lo tanto, la esperanza Cristiana no es para reinar en este mundo presente sino para reinar con Cristo cuando Él venga por segunda vez.
Cuando Él habló a los discípulos, Cristo habló a una asamblea — los llamados — en una locación geográfica, Cesarea Filipos, acerca de la asamblea que Él edificará. La ekklesia que Cristo está edificando incluye todos los llamados que constituyen la esposa de Cristo. Esta ekklesia no será constituida de una agregación de asambleas locales, denominaciones, sectas, y cultos. Ella consistirá de una colección de los elegidos, que han sido llamados fuera de entre los judíos y gentiles, que fueron designados a ser la esposa de Jesucristo. Así, la asamblea se representa como el “cuerpo,” “edificio,” y “esposa” de Cristo. Ella también se retrata como una “morada [katoiketerion] de Dios por la agencia del Espíritu” (Ef. 2:22 — traducción) de que Jesucristo es el fundamento (I Cor. 3:11), principal piedra (Ef. 2:14-22; I Ped. 2:4-6), edificador (Mat. 16:18), y cabeza (Ef. 5:22-32; Col. 1:18).
Lo que uno cree es intensamente personal, pero la vida Cristiana no es un asunto privado. La vida Cristiana tiene un doble carácter. Se vive personalmente y con los otros creyentes. Desde los primeros momentos de nuestra experiencia Cristiana, había un impulso interior para la compañía de creyentes con la misma mente. La reacción y acción mutua así como también el dar y recibir recíproco son requeridos. Aunque Dios creó al hombre como un individuo, Él no lo dejo aislado. Asimismo, cuando Dios por el Espíritu Santo regenera a los elegidos, ellos reciben la palabra de Dios, son bautizados, son añadidos a una asamblea local, y perseveran en la doctrina de los apóstoles y en la comunión unos con otros (Hech. 2:41, 42).
Las reuniones de la asamblea dan dirección a las vidas espirituales privadas de los creyentes y guía para la observancia correcta de nuestra vida corporativa. Así que, los creyentes no pueden hablar de la autoridad de la Escritura para nuestras vidas personales e ignorar lo que la Escritura dice acerca de la vida de la asamblea.
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Las dos cosas en este mundo que Dios valora más que todas las otras combinadas son Su asamblea y Su verdad objetiva, que ha sido una vez dada a Sus santos. La Verdad — Jesucristo — es el fundamento de la asamblea; por lo tanto, la asamblea es el soporte y fundamento de la Verdad. Pablo habló de la asamblea con expresiones altas en I Timoteo 3:15. Siguiendo la lista de los requisitos para los oficiales de la asamblea, Timoteo fue dicho cómo (pos, un adverbio interrogativo) conducirse (presente pasivo infinitivo de anastrepho, ser ocupado o conducirse según los principios de la casa de Dios) en la familia (oikos) de Dios, que es la ekklesia del Dios viviente.
Los Cristianos reconocen la obra de Dios en la creación y en la redención, y aceptan el hecho de que la santificación progresiva se obra en ellos mediante las asambleas locales. Esto es entendido claramente por la asamblea que es el soporte y el fundamento de la verdad, y la verdad es los medios de la santificación práctica (Juan 17:17; I Tes. 4:1-8; 5:14-23). Puesto que la verdad se ha encargado a la asamblea, los hombres fieles son las únicas personas para manejar la verdad de Dios en las reuniones de la asamblea (II Tim. 2:2). Los hombres de los dones ordinarios son dados a la asambleas locales para la edificación de los creyentes (Ef. 4:11-16), pero los hombres con estos requisitos deben ser reconocidos por las asambleas antes que sean nombrados a la gran responsabilidad de públicamente proclamar la palabra de Dios (I Tim. 3:1-7). El propósito del consejo paternal de Pablo a su hijo en la fe se revela en I Timoteo 3:14-16.
Pablo pasó de discutir de la naturaleza de la asamblea de Cristo a considerar la naturaleza de Cristo Mismo. El misterio de la piedad complementa el misterio de la asamblea (Ef. 5:32). Como la encarnación es ambos una manifestación y un misterio, el nacimiento de la asamblea también es ambos una manifestación y un misterio. Como el Cristo encarnado es la única manifestación visible de Dios, la asamblea local es la única manifestación visible del principio invisible de la vida. Hacer la asamblea visible el único aspecto de la asamblea que Cristo está edificando es igual que decir que Jesucristo es nada más que un hombre. A la reversa, hacer la asamblea solamente invisible es el mismo principio que fusionar la naturaleza humana de Cristo en Su naturaleza Divina.
Ambos Jesucristo y Su asamblea son manifestados, mientras a la vez son misterios. En cuanto a Cristo, Pablo dijo, “E indiscutiblemente [omologoumenos, un adverbio que significa indisputablemente, declaradamente, reconocidamente, o sin controversia] grande es el misterio de la piedad: El fue manifestado en la carne, vindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (I Tim. 3:16 BLA). Es maravilloso ver cómo Pablo transcendió de lo inferior a lo alto — de la naturaleza humana de Cristo a Su naturaleza Divina, de las naciones del mundo a los ángeles del cielo, y del mundo a la gloria.
Un obra de gracia en los corazones de los hombres se requiere para capacitarlos ver abajo de la naturaleza humana del Hijo del Hombre y ver la gloria de Dios resplandeciendo en la faz de Jesucristo (II Cor. 4:6). Los creyentes no paran con la humanidad visible de Cristo, pero afectuosamente aceptan el Dios-Hombre y exclaman, “¡Señor mío, y Dios mío!”
En cuanto a la asamblea, Pablo dijo, “Grande es este misterio; mas yo digo respecto de Cristo y de la iglesia [asamblea]” (Ef. 5:32). Aunque la asamblea que Cristo está edificando es manifestada visiblemente, ella permanece un misterio al mundo. El evangelio se ha dado al débil y a las personas despreciadas (I Cor. 1:26-31). Como Cristo, la asamblea no tiene belleza para hacer que los mundanos o los religiosos la deseen (Mar. 13:13; Juan 15:18; Hech. 8:1-4). Una obra de gracia es absolutamente necesaria para capacitar los hombres para mirar por debajo del vaso terrenal y estimar la obra del Espíritu Santo invisible que ha hecho a las ovejas una parte de la asamblea que Cristo está edificando.
El misterio de la piedad capacita a los Cristianos para entender mejor el tesoro celestial encomendado a un vaso terrenal — la asamblea local. Como la vista del ojo físico es necesaria para ver la revelación de Dios en la creación, el ojo espiritual es esencial para ver la aplicación de la obra redentora de Cristo en la nueva creación (Rom. 1:19, 20; II Cor. 5:17). La verdad celestial se encomienda a la asamblea local, y la vista espiritual es imprescindible para discernir la presencia de Dios en ella. El mundo no reconoce la presencia de Dios en la asamblea más que un hombre ciego discierne la belleza de la naturaleza.
El misterio de la piedad es un grande misterio bajo el sello de la confesión pública. Aunque el misterio de la piedad ahora es revelado, permanece un misterio porque no podemos por buscar totalmente comprenderlo. Es un misterio por las siguientes razones:
1. Cristo fue un misterio hasta que Dios escogió revelar este segundo (segundo solamente al misterio de la Trinidad) más grande de todos los misterios. Dios, sabiendo que el hombre caería, designaba un plan para los hombres caídos elegidos para ser salvos por la muerte de Su Hijo, que fue predestinado antes del fundamento del mundo. Esta fue la única manera en que Dios podía ser justo en justificar al injusto y el justo juicio no sea derrocada en esa justificación (Rom. 3:24-26).
2. Cristo es un misterio porque cuando Él es revelado, solo los elegidos son capaces de aceptarlo (Juan 10; 17; I Cor. 2:1-10). El misterio de Cristo fue revelado a los judíos por ser envuelto en ceremonias, símbolos, sombras, y tipos; pero el profetizado Cordero de Dios fue escondido de los otros pueblos del mundo. Cuando el Verbo entró a un modo nuevo de la existencia en Su encarnación, la gente del mundo no vio nada más que un simple hombre. Ellos fracasaron en no ver el Hijo eterno que era lleno de gracia y de verdad (Juan 1:14). El Hijo no es simplemente el único revelador de Dios, pero Él es Dios Mismo revelado. Mientras que la Deidad del Hijo eterno fue relacionada actualmente a Su hombría de toda la eternidad, solamente en la encarnación Su hombría llegó a ser actualmente relacionada a Su Deidad. Solamente los Cristianos pueden comprender tal misterio.
3. Cristo es un misterio con respecto a lo que no sabemos presentemente pero sabremos cuando Le veamos. Los creyentes ahora ven a Jesucristo por fe como Él es presentado en el espejo de la Escritura, la verdad objetiva. Sin embargo, la esperanza de la asamblea es verle cara a cara. Ella no es solamente salva en esperanza, sino la esperanza en la cual es salva es su ancla (I Jn. 3:2-3; Rom. 8:24; Heb. 6:18-20).
Como el misterio de la piedad, la asamblea es un misterio (Ef. 5:32). Jesucristo es un gran misterio a causa de Sus dos naturalezas — Divina y humana. Su cuerpo, la asamblea, también es un misterio a causa de sus aspectos visible e invisible. Aunque la asamblea es manifestada visiblemente, ella no es absolutamente visible. La visibilidad es solamente una revelación que nos dirige a algo mayor de lo que es hecho visible. Sin embargo, la naturaleza invisible y nacida del Espíritu tiene una visibilidad en el mundo. Es un hecho que los Cristianos son ya posicionalmente lo que están llegando a ser condicionalmente, y están llegando a ser condicionalmente lo que son en realidad posicionalmente. Así, la asamblea es un misterio por las siguientes razones:
1. La asamblea fue un misterio hasta que Cristo escogió revelarla (Juan 10:16; Ef. 2:11-3:12; 5:32). Desde la caída hasta el diluvio, Dios no se manifestó a Sí Mismo en lugar particular. Después del diluvio, el primer altar fue erigido por Noé (Gén. 8:18-22). Algunas grandes verdades se dan típicamente en el altar y en los sacrificios. El altar denota la adoración que es el requisito previo para el servicio. Abraham e Isaac construyeron sus altares (Gén. 22:9; 26:25), pero no hasta el tiempo de Jacob encontramos la expresión, “casa de Dios” (Gén. 28:10-22). Dios tenía un lugar de testimonio en Betel, y luego Él tenía un lugar de adoración en el tabernáculo (Deut. 12). Los israelitas son vistos caracterizando ciertas localidades, “...cada uno a su ciudad” (Esd. 2:1). Esto simboliza “...todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (I Cor. 1:2). Así, el cuerpo de Cristo, como Israel, se encuentra congregando en varias partes del mundo. Un Cristiano aparte de una asamblea particular del compañerismo corporativo es extraño a la Escritura. La asamblea, el cuerpo o la esposa de Cristo, no era un pensamiento posterior para con Dios (Ef. 1:4-6; II Tim. 1:9-12). Con la encarnación del Novio vino la revelación de Su esposa que constituiría de judíos y gentiles de entre los elegidos de Dios. Aunque el misterio ha sido revelado, hay muchas cosas acerca de él que permanecen un misterio. ¿Por qué algunos y no todos de los elegidos constituyen la esposa? Esto sería igual que preguntar, ¿por qué Cristo escogió a algunos y no a otros para ser apóstoles?
2. La asamblea que Cristo está edificando es un misterio. Ella está en el mundo, pero no del mundo. Ella tiene vida, pero es vida escondida: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Col. 3:1-3). Los Cristianos son un tipo extraño de gente — pobres, pero ricos; vivos, pero muriendo; y gloriosos, pero despreciados. Este es el estado de la asamblea en el mundo. Uno nunca debe acercarse a las cosas de Dios con su propio razonamiento, porque él no puede sacar de tales profundidades con la cubeta de su propio entendimiento. Los misterios de Dios deben ser revelados por Dios mediante la agencia del Espíritu Santo. Por otra parte, saber que las cosas de Dios son misteriosos no es una razón para que el creyente se desespere. La excelencia del Maestro, no la capacidad del estudiante, revela las cosas espirituales a los elegidos (I Cor. 2:6-10; I Jn. 2:20). Además, el Maestro Divino tiene una ventaja sobre todos los maestros; Él no solamente enseña, sino que también da el entendimiento (Luc. 24:45).
3. La asamblea es un misterio en cuanto a la verdad que ahora ella no es lo que será. Ella está siendo progresivamente santificada en preparación para su boda y reinado con Jesucristo, su Novio, Cabeza, y Rey. Aún no se ha manifestado lo qué ella será; pero ella seguramente será semejante a Cristo (I Jn. 3:2); en aquel tiempo, ella estará sin mancha (spilos, imperfección o mancilla) o arruga (rutis, defecto o imperfección) (Ef. 5:27). Lo que queda de nuestra santificación o preparación para este tiempo será arreglado cuando Cristo venga por Su esposa.
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LAS RELACIONES INDIVIDUALES Y CORPORATIVAS
Si sola la asamblea visible fuera la asamblea absolutamente verdadera de Cristo, cualquier desviación de organización de la norma Bíblica sería un rompimiento de la unidad. El fracaso en no distinguir entre la unidad de posición y la unidad de condición es serio. La unidad condicional es algo que cada asamblea local desea pero no puede lograr hasta que aparezca ante Cristo. La asamblea local, como los creyentes que la constituyen, es imperfecta. Por lo tanto, el que dice que la asamblea local es el único aspecto de la asamblea de Cristo está diciendo que la vida condicional de sus miembros es el único aspecto de su “Cristianismo.” Esto sería una negación de su condición legal y posicional ante Dios.
El aspecto institucional visible de la asamblea de Cristo no es el único aspecto de la asamblea que Jesucristo continúa edificando. Si fuera así, la única esperanza para el Cristianismo dividido sería trabajar para una asamblea mundial religiosamente orientada. Los maestros falsos diligentemente trabajan bajo el liderazgo de Satanás para realizar esa misma cosa. Esta idea no es nueva; comenzó en la torre de Babel (Gén. 10; 11). Este espíritu de Babel, el espíritu de la auto-exaltación que creció a tal altura alarmante en Babel, está llegando más y más a ser el espíritu del día. Este espíritu resultará en tres cosas: (1) La educación mundial últimamente involucrará no solamente una actitud hacia las religiones falsas pero también la supresión de las propias convicciones profundas de uno. (2) El gobierno mundial últimamente promocionará una actitud de paz, paz, cuando no hay paz. (3) La religión mundial llegará a ser una realidad en el tiempo de la inquietud universal. Por lo tanto, tres cosas básicas son representadas por la torre de Babel — el propósito era la unidad; el programa era un esfuerzo unido; y el principio era la gloria humana.
El conflicto crucial está entre el individualismo discriminatorio por un soberano Dios y el colectivismo coercitivo impuesto sobre la comunidad religiosa por los maestros falsos. Así que, la lucha está entre dos pares de principios opuestos: (1) la soberanía absoluta de Dios en la creación, providencia, y redención; y (2) un conjunto de pólizas humanamente inventadas para establecer “el cielo sobre la tierra.” Estas pólizas humanamente inventadas cambian con conveniencia. Una evidencia abundante del cambio está en la comunidad religiosa de nuestro día. La meta final de estas pólizas depravadas será consumada en un sistema religioso que unirá las manos con el anticristo venidero (Apoc. 17; 18).
La vista apropiada del aspecto visible de la asamblea no es tratar de hacer la unidad por los medios humanamente inventados. Esta es la teoría de la Iglesia Católica Romana y muchas asambleas no católicas. Los creyentes reconocen la unidad del Espíritu que ya existe en ellos (Ef. 4:3), y que ese Espíritu da expresión visible de esa unidad en la asamblea local. Como ninguna autoridad central terrenal reinó sobre las asambleas del Nuevo Testamento, ninguna amalgamación de las asambleas locales en una gran institución terrenal no se ha de buscar. Todo lo que es esencial para el fundamento de la unidad debe ser encontrado por cada asamblea local en cada edad. Los Cristianos saben que la unidad se encuentra solamente en la verdad y nunca por negarla. Los tres ingredientes importantes en la unidad Bíblica son (1) la doctrina, (2) la doctrina espiritualmente entendida, y (3) la experiencia práctica de la doctrina. Ninguno de estos ingredientes pueden fallar en la unidad verdadera. Muchos tienen un concepto mental de la doctrina; otros pueden tener un entendimiento humano de la doctrina a cierto grado; pero solamente las personas que han sabido y experimentado la doctrina pueden hablar autoritativamente acerca de la unidad. Por lo tanto, el compañerismo no precede la doctrina, pero es el resultado de saber y experimentar la doctrina: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hech. 2:42).
La vida Cristiana tiene un doble carácter que resulta de dos relaciones — uno con Dios mediante Cristo por el Espíritu Santo y uno con los creyentes. Las relaciones individuales y corporativas se enseñan en I Corintios 12:12 y 27 — “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo.... Y vosotros el cuerpo de Cristo, y miembros individualmente” (traducción).
La relación personal para con Dios es manifestada por la relación corporativa con los creyentes. La fe, que es don de Dios, se dirige a personas particulares; pero esta fe nunca está restringida a tal grado que no tiene nada que ver con el compañerismo y la adoración pública. Los Cristianos del primer siglo buscaron los creyentes a causa de la comunalidad de la salvación (Jud. 3). Hay personas que son del mismo parecer en todos los departamentos de vida — social, intelectual, política, y espiritual. Si los Cristianos profesantes poseen una atracción más fuerte para lo social, lo intelectual, o lo político más que para lo espiritual, ellos deberían evaluar sobriamente su espiritualidad.
Los Cristianos tienen ambos la luz subjetiva del Espíritu Santo y la luz objetiva de la verdad revelada. A pesar de toda la confusión religiosa en el día de hoy, los Cristianos no necesitan caminar en las tinieblas de la ignorancia. Con el privilegio viene la responsabilidad. Los creyentes son mandados examinarlo todo y retener lo bueno (I Tes. 5:21). Tal examen no es hecho por la norma del examinador sino por la norma de Dios (Isa. 8:20). El lugar donde los creyentes han de tener el compañerismo corporativo es donde el Espíritu subjetivo y la verdad objetiva armonizan.
Hay miembros individuales en el cuerpo de Cristo: “Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él” (I Cor. 12:27 BLA). Los miembros individuales varían en sus tareas designadas. Como hay muchos miembros en el cuerpo humano (Sal. 139:13-16), hay muchos miembros en el cuerpo de Cristo. Como el cuerpo humano no fue encubierto de Dios (Sal. 139:15), el cuerpo de Cristo fue conocido eternamente por Dios (II Tim. 1:9, 10). Estas varias partes del cuerpo de Cristo son sacadas de entre los hombres por la gracia electiva del Padre, la sangre redentora del Hijo, y la obra del Espíritu regenerador. Esta es la discriminación. Dios no solamente visitó el redil del judaísmo y sacó a algunos fuera de él, pero también sacó algunos fuera de las naciones (Juan 10:1-16; Hech. 15:14). Dios continuará sacando fuera algunos hasta que el cuerpo de Cristo sea completo. Si la discriminación es moralmente mala, entonces Dios es malo en Su amor electivo. La mayoría de los religiosos dan servicio de labios a la declaración Bíblica que la salvación es de Dios (Jon. 2:9; Juan 1:13), pero la aplicación de esta verdad despierta el odio en los corazones depravados (Luc. 4:25-29). Un sermón sobre la gracia general es tolerado dondequiera; sin embargo, un mensaje sobre la gracia particular cambia la tolerancia al odio.
Los miembros individuales de la asamblea de Cristo varían en sus funciones designadas. Cuando los creyentes comprenden que cada miembro ha sido elegido y puesto en el cuerpo de Cristo según la voluntad de Dios, no hay lugar para un envidioso o un espíritu superior. Así que, ningún miembro debería codiciar lo que parece ser un lugar más importante en el cuerpo. “Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?” (I Cor. 12:15). El pie tiene una obra para hacer que la mano no puede desempeñar.
Cuán maravilloso encontrar muchos miembros pero solamente un cuerpo. La palabra “cuerpo” en referencia al aspecto invisible o local de la asamblea es siempre singular. Qué animoso aprender que en I Corintios 12:28, “los que ayudan” (acusativo plural de antilemphis, que significa capacidad de ayudar o asistir) son tan importantes en sus lugares como los apóstoles, profetas, y los maestros son en los suyos. Todos no pueden ser aquellos “aparentemente” enaltecidos, pero todos están entre los “excelentes” por ser escogidos como miembros del cuerpo de Cristo. Cada creyente es importante en la posición donde Dios le ha puesto si él es un pie, una mano, una oreja, un ojo, una nariz, etcétera. Cada miembro debe estar satisfecho con su propia posición en el cuerpo, porque él ha sido puesto allí por el soberano Dios: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso” (I Cor. 12:18).
Hay una vida corporativa en el cuerpo de Cristo: “Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo” (I Cor. 12:20). En la función diversificada de los miembros individuales del cuerpo, ellos son mutuamente dependientes en la Cabeza mientras que guarden sus posiciones individuales de servicio con una meta común. El mismo principio de operación que conecta los miembros diversos del cuerpo humano aplica a las asambleas locales: “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (I Cor. 12:26). El pecado de Acán involucró la nación entera de Israel (Jos. 7), y la fornicación en Corinto afectó la asamblea entera (I Cor. 5). Por lo tanto, como la arena en el ojo, un diente con absceso, o un pie quebrado causa la cesación instantánea del disfrutar de la vida, la división de doctrina, el rompimiento del compañerismo, o un interés dividido causa una división en la asamblea (I Cor. 12:25). El testimonio del cuerpo entero es amenazado por un miembro pecador y desobediente que no es disciplinado. Por otra parte, cuando un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él más bien que estar envidiosos de él (I Cor. 12:26).
Aunque la vida corporativa en la asamblea local es una realidad bendita, nunca será lo que los Cristianos buscan como su meta. Pablo fue consciente que la perfección nunca iba a ser alcanzada en el tiempo; no obstante, él usó un tiempo continuo presente del verbo griego dioko cuando dijo, “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:14). Así, Pablo llegaba a ser condicionalmente lo que era posicionalmente porque ya era legalmente y posicionalmente lo que llegaba a ser — progresivamente santificado. Algunos religiosos enfatizan la posición e ignoran la condición, y otros acentúan la condición y minimizan la posición. Ambos son incorrectos. Aquellos posicionalmente en Jesucristo condicionalmente lo manifestarán.
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La asamblea de Cristo tiene dos aspectos — el invisible y el visible, pero ella no es un cuerpo indistinto. Como hay un aspecto visible de cada Cristiano, la asamblea de Cristo es manifestada visiblemente. Los dos aspectos de la invisibilidad y visibilidad son características de cada Cristiano. Pablo dijo a la asamblea en Corinto que ella era una epístola leída y conocida por todos los hombres: “¿Comenzamos otra vez a estar recomendando [presente activo infinitivo de sunistemi] a nosotros mismos; o tenemos necesidad, como algunos, cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? Nuestra carta sois vosotros que ha sido escrita [perfecto pasivo participio de eggrapho] en nuestros corazones, siendo conocida y leída por todos los hombres; Siendo manifiesto que sois carta de Cristo habiendo sido ministrada por nosotros, no habiendo sido inscrita con tinta, sino por el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones humanos. Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios. No que somos capaces de nosotros mismos para evaluar [aoristo medio infinitivo de logidzomai, que significa considerar, evaluar, o suponer] algo como de nosotros mismos, sino que nuestra capacidad proviene de Dios, El cual asimismo nos hizo ministros capaces de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu: porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica” (II Cor. 3:1-6 — traducción). Tres palabras griegas cognadas se usan en versículos 5 y 6: (1) el adjetivo hikanos, capaz; (2) el sustantivo hikanotes, capacidad; y (3) el verbo hikanoo, hacer capaz.
Pablo habló a los corintios de dos aspectos de la asamblea: (1) Lo que fue escrito por el Espíritu en sus corazones fue invisible. (2) Lo que fue escrito en sus corazones siendo “conocida y leída por todos los hombres” fue visible. Los creyentes saben esa capacidad es de Dios, pero esto no es igual que estar seguro que Dios es capaz. Declarar que Dios es capaz es como decir “el Dios invisible es Dios.” La verdad que la capacidad es de Dios es manifestada visiblemente por aquellos que reconocen por su manera de vida que confían y siguen a Dios, sufren por Él, y descansan sobre Su competencia.
Pablo comenzó el tercer capítulo de su segunda carta a los corintios con una pregunta, “¿Comenzamos otra vez a estar recomendando a nosotros mismos?” Él no escribió una carta de auto-alabanza; además, él fue un apóstol llamado por Dios que no usó cartas testimoniales de otros apóstoles o creyentes para su propia ventaja personal. Él sabía que los maestros falsos en Corinto usaban cartas para propósitos maléficos, porque él había sido culpable de hacer lo mismo en su estado no regenerado: “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén” (Hech. 9:1, 2). Ahora, como un siervo verdadero de Dios, el apóstol estaba dispuesto para dejar que los Cristianos corintios fueran su carta (epistole, carta o epístola — II Cor. 3:2) de recomendación.
La asamblea de Cristo en Corinto es representada por una carta de recomendación que se considerará bajo tres títulos: (1) Los creyentes corintios constituyeron una carta viva permanentemente registrada en los corazones de los apóstoles. Por lo tanto, los apóstoles no necesitaron dar una carta de recomendación a la asamblea o recibir una de ella. (2) La carta viva de los corintios estaba siendo conocida y manifestada por todos. (3) La carta viva fue escrita permanentemente en los corazones de los corintios por el Espíritu del Dios vivo. En este punto, la figura pasa de los corazones de los apóstoles a los corazones de los corintios.
La carta viva a los de Corinto fue el producto de Dios mediante el ministerio de los apóstoles. Mientras que los maestros falsos en Corinto mostraban sus credenciales, como Pablo había hecho antes que fuera Divinamente salvo y llamado para predicar las riquezas inescrutables de Cristo y Este crucificado, los apóstoles tenían la obra de gracia en las vidas de los corintios como su autoridad. Así que, ellos no necesitaron carta escrita con tinta para recomendarlos. El mensaje que primeramente había sido hablado por Cristo estaba siendo predicado por los apóstoles: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con señales que la seguían...” (Mar. 16:20).
Las cartas de recomendación de las denominaciones, “iglesias” institucionales, o el “clero” tienen el mismo valor ante los ojos del Señor como las cartas que Pablo pidió del sumo sacerdote a las sinagogas en Damasco. Los “cleros” que adulteran la palabra de Dios, que buscan nada más un trabajo, y que sirven a sí mismos pueden conseguir cartas de recomendación si tienen el carisma suficiente y apoyan ciertas denominaciones. Pablo dijo que él, no como muchos, no era culpable de comerciar o corromper la palabra de Dios (II Cor. 2:17 BLA). Por lo tanto, el hombre de Dios, no como los maestros falsos, no confía en las cartas de recomendación, que cualquier religioso puede escribir. El apóstol apeló a los creyentes corintios como su carta viva. Ellos constituyeron la mejor evidencia de su celo, perseverancia en la fe, y éxito. Pablo había probado por su vida que no estaba en el ministerio por dinero o por una vida fácil (I Cor. 9; II Cor. 11:16-33). Él fue llamado Divinamente al ministerio (Gál. 1:13-17), y él manifestó este llamamiento por su amor para el pueblo de Dios y para los elegidos que todavía no habían sido llamados (II Tim. 2:8-10).
El principio de Pablo para probar lo que era el fruto del Espíritu no tenía semejanza a la norma usada por los religiosos en el día de hoy. El apóstol no habló de o sometió un informe anual acerca de aumentos o disminuciones en los bautismos. ¿Desde cuándo son los bautismos equivalentes a las personas salvadas por la gracia? Aquellos que están haciendo decisiones no son iguales a los individuos que pasan de la muerte a la vida por el Espíritu vivificador. El “ganar de almas” de los religiosos no puede igualarse con la obra del Espíritu soberano en regenerar a los elegidos. El uso de la psicología de la multitud por los predicadores para persuadir a la gente a repetir la llamada “oración del pecador” no es sinónimo con el llamamiento eficaz por el Espíritu de Dios. Solo aquellos que tienen un entendimiento Bíblico de la ciencia de la salvación pueden hacer estas distinciones apropiadas. Así que, los hombres que tienen el concepto Bíblico de la salvación no corrompen o comercian la palabra de Dios por ganancia denominacional o personal. Ellos fielmente declaran todo el consejo de Dios con el pleno entendimiento que solo Dios da el crecimiento sin artefactos, trucos, o manipulaciones humanas.
Los hombres que comercian a Jesucristo no entienden la elección por Dios el Padre, la mediación por Jesucristo, o la vivificación por el Espíritu Santo. Muchos de ellos son eruditos, elocuentes, y populares; pero ante los ojos de Dios, son fracasos porque ellos “fornicarán” (Ex. 34:15) en pos del reconocimiento denominacional para ganancia personal. Los primeros siervos de Cristo y los siervos de los hombres del día de hoy vastamente difieren. Los siervos de los hombres siempre inventan algún truco nuevo o programa hecho por el hombre para comerciar sus mensajes, pero los discípulos primitivos triunfaron en su servicio porque su capacidad provino de Dios más bien que su ser influidos por la voluntad del hombre. La carta a los corintios se había inscrito permanentemente (perfecto pasivo participio de eggrapho, escribir, inscribir, o registrar) en los corazones de los apóstoles (II Cor. 3:2).
La epístola viva en Corinto no solamente estaba siendo conocida y leída por todos los hombres, sino también estaba siendo manifestada como el producto de Jesucristo (II Cor. 3:2, 3). Puesto que ninguna epístola es producida por uno mismo, debe tener un autor. Por lo tanto, la epístola a los de Corinto era la epístola de Jesucristo. La gracia escrita en el corazón es el Cristianismo. Muchos libros se han escritos acerca de la evidencia del Cristianismo; pero cuando el Espíritu Santo inscribe la gracia en los corazones de los elegidos, Dios ha producido epístolas vivas contra las cuales ningún argumento por Satanás puede validarse. Los Cristianos son la copia del propósito de Cristo, y lo que el Espíritu Santo ha escrito permanece escrito. Permanece eficaz porque es el fruto de la elección de Dios y la redención del Hijo. Además, continúa valedero porque lo que Dios ha comenzado (aoristo medio participio de enarchomai) en los elegidos Él también perfeccionará (progresivo futuro activo indicativo de epiteleo, guardará seguir completando o perfeccionando) hasta el día de Jesucristo (Fil. 1:6).
La epístola viva en Corinto era un medio de comunicación. Este es el propósito de una carta. Un principio que no se debe descuidar en tal comunicación es que la carta se debe comunicar como está sin hacerle ningún cambio. ¿Quién tiene la autoridad para cambiar la carta inscrita en los corazones de los elegidos? Cuando las cartas de los hombres son ilegibles, la falla está con sus autores. Sin embargo, cuando las cartas de Cristo son indiscernibles, la falla no está con Jesucristo. La falla con la carta a los de Corinto era con los corintios mismos. El fracaso en no limpiarse a sí mismos de toda contaminación de la carne y del espíritu fue la causa de la indistinción de la epístola a los de Corinto (II Cor. 7:1). Lo mismo es cierto con cada epístola viva de Jesucristo.
Hay muchas copias de la Biblia en el mundo, pero solo hay un original. Ninguna de las copias son una manifestación perfecta del manuscrito original. Asimismo, hay muchas epístolas vivas, pero nunca ha habido ni jamás habrá una demostración perfecta en este mundo de lo que el Espíritu Santo ha revelado en las tablas de los corazones de los regenerados. Un estudio de las Epístolas de la asamblea demostrarán al estudiante que la condición de las asambleas nunca es igual a su posición ante Dios. Por lo tanto, el mensaje de cada epístola viva es deformado por el vaso terrenal por el cual el mensaje es manifestado ante los hombres. Esto, sin embargo, no disminuye la responsabilidad de manifestar la verdad de la carta como originalmente se escribió.
La manifestación imperfecta del mensaje original registrada en las tablas de los corazones de los Cristianos, más el discernimiento y el conocimiento imperfecto de lo que se lee, aumenta el problema. Sin embargo, es una maravilla del amor y poder de Dios que sin considerar el problema, Su gracia se ve en la salvación de los elegidos. En Hechos 11:18-24, somos dichos que Dios dio el arrepentimiento a los gentiles, y un gran número creyó y volvió al Señor. Cuando la asamblea en Jerusalén oyó de lo que había sucedido a los gentiles, Bernabé fue enviado a Antioquía, y “...cuando llegó, y vio [aoristo activo participio de horao] la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles [prosmenein, presente activo infinitivo de prosmeno, que significa ser verdadero al Señor] al Señor” (Hech. 11:23). ¿Cómo vio Bernabé la gracia de Dios? La gracia se ve en la misma manera de lo que uno ve a la epístola que se ha escrito en el corazón del regenerado. Ambos son manifestados por el llamamiento del digno andar del Cristiano como es digno de la vocación con que los creyentes han sido llamados (Ef. 4:1).
La gracia invisible de Dios se viste con la visibilidad. Siendo el don de Dios, la gracia es claramente conocida y vista por las cosas que hace en las vidas de los elegidos. Como el principio de la vida no se puede ver sin la persona viva, la gracia o la carta escrita en el corazón por el Espíritu no se puede ver sin la asamblea de Cristo. La gracia de Cristo es visiblemente manifestada en una asamblea local de dos o tres congregados en Su nombre (Mat. 18:20).
La carta viva se había escrito permanentemente (perfecto pasivo participio de eggrapho) en los corazones de los santos corintios. La enseñanza que da a los creyentes profesantes algo para jactarse en decir que su propio poder, en su totalidad o en parte, los trajo a la salvación no proviene de Dios. El estar más espiritualmente vivo del elegido es el efecto del poder y de la gracia del soberano Dios (Ef. 1:19; 2:8-10). La carta de Dios de la gracia inscrita en los corazones de los elegidos tiene un efecto triple: (1) un corazón nuevo, (2) un espíritu nuevo, y (3) una novedad de vida: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezeq. 36:26, 27). Aunque este pasaje tiene gran importancia profética, las verdades sobresalientes también son aplicables a los elegidos en cada siglo.
El corazón nuevo significa un cambio que solo Dios puede desempeñar en el ser interior del hombre. El corazón de piedra es insensato y no concede, pero la gracia ha revertido el carácter del corazón para hacer lo sensible y rendirse a las cosas de Dios. Además, el Espíritu nuevo es el principio interior que dirige las actividades del corazón nuevo. La novedad de vida es el fruto del anterior. El principio debe preceder la práctica, y la práctica siempre sigue el principio. Así, el principio permanente obra en los elegidos para producir una vida de obediencia y servicio.
14
LA ASAMBLEA SIN FRACASO
PERO EL FRACASO EN LAS ASAMBLEAS
El título de este capítulo requiere una definición. La asamblea como un organismo no ha fracasado y no puede fracasar, pero la asamblea como una organización ha fracasado, fracasa, y fracasará. El propósito de Dios en el cuerpo de Cristo ha sido exitoso. Su propósito no puede ser impedido por los hombres. La asamblea organizacional no ha tenido éxito en lograr la meta deseada a causa de las imperfecciones de los hombres. Han habido muchos fracasos en el aspecto local de la asamblea. Por otra parte, se debe enfáticamente negar que el aspecto universal de la asamblea ha fracasado (Mat. 16:18). Aunque las organizaciones locales han fracasado, la voluntad del soberano Dios que obra mediante Su pueblo dentro de esas organizaciones no ha fracasado (Fil. 2:12, 13).
Los denominacionalistas han fundado varias creencias sobre la promesa de Mateo 16:18 — “...sobre esta roca continuaré edificando mi asamblea; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella” (traducción). En la luz del contexto, la promesa no tiene aplicación a cualquier religión o asamblea visible en sus aspectos organizacionales o denominacionales. La promesa enseña la seguridad de la asamblea que Cristo está edificando y el triunfo definitivo de la verdad por la cual ella permanece. Esto es asegurado por la estabilidad de Jesucristo, su Cabeza viva. La asamblea se originó en el propósito de Dios antes del fundamento del mundo. Ella es llamada fuera de entre los judíos y gentiles en el tiempo; además, el cuerpo de Cristo es predestinado para llegar a ser conformado a la imagen del Hijo de Dios. (Estudian Ef. 1:3-6; 2:11-22; 5:25-27; Rom. 8:29, 30.) Así, la asamblea es “desde” el cielo con respecto a su elección, tomada fuera “de entre” los pueblos del mundo en el tiempo con respecto a su regeneración, y destinada “al” cielo con respecto a su hogar eterno. Solo lo que se originó en la eternidad puede sobrevivir hasta la eternidad.
El cuerpo de Cristo es un organismo de vitalidad. Un organismo vivo no se puede reducir a nada más que una sociedad humanamente organizada. Para representar al cuerpo de Cristo como una organización simple es ponerla sobre un nivel con las organizaciones fraternales, raciales, sociales, de negocios, y militares. Las organizaciones humanas son construidas en un sistema que caerían sin las influencias de los poderes exteriores. El cuerpo de Cristo es distinto de todas las organizaciones humanas; es operado desde adentro por el Espíritu Santo. Esto no se puede decir de cualquier organización que construyen los hombres. La asamblea es un organismo porque ella es el cuerpo de Cristo (Ef. 4:16); ella es habitada por el Espíritu Santo (Ef. 2:22); y ella es un cuerpo en que sus varios miembros están en comunicación vital con Jesucristo, su Cabeza viva (Ef. 4:15; 5:30; Col. 1:18).
El cuerpo de Cristo es un organismo centralizado. Jesucristo es “...cabeza sobre todas las cosas a la iglesia [asamblea], la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Ef. 1:22, 23). La unidad entre los creyentes es asegurada por una autoridad centralizada (Col. 1:18). No es algo formado por los hombres, pero es lo que es dado en la regeneración (Ef. 4:3). Todos los creyentes están bajo el control de Jesucristo. La base sólida para nuestro control es la deidad, el ser Hijo, la preexistencia, la encarnación, el ser Salvador, la vida impecable, y la muerte vicaria de Jesucristo (Juan 17:1-5). El control absoluto de Cristo de los Suyos es revelado en que Él se ha manifestado a Sí Mismo a los Suyos, los representa, y los perfeccionará (Juan 17:6-26).
El cuerpo de Cristo es un organismo que funciona. El negocio asignado de la asamblea es manifestar el Cristo vivo. Las asambleas visibles son microcosmos, las representaciones pequeñas del macrocosmo — la asamblea universal. Ellos son los siervos detrás de la asamblea universal que crecen hasta que todos los elegidos sean salvos (Juan 6:37; 17:1-26; Heb. 2:9-11; II Ped. 3:9). Las asambleas pasan más allá de los límites de su propia individualidad. Ellos saben instintivamente que el principio de su ser es el principio de la vida de todas las asambleas locales. El Cristianismo en las asambleas locales es indestructible. Es edificado sobre el Cristo histórico, no sobre ninguna idea o representación de Él. Por lo tanto, es edificado sobre el Cristo teológico, no el hombre-Dios sino el Dios-Hombre inmolado (I Ped. 1:18-20).
No hay duda que muchos Cristianos nunca han alcanzado la “tierra más alta” en la experiencia Cristiana porque no han tenido un Pablo para desposarlos con el esposo, Jesucristo. Es imperativo que cada persona que nombra el nombre de Jesucristo debe probar su posición, sus alrededores, las actividades que sanciona, y la enseñanza a que escucha y da apoyo. Satanás es un maestro en el arte de imitar. Él tiene un evangelio artificial (Gál. 1:6-9), una asamblea artificial (Apoc. 2:9), y predicadores artificiales (II Cor. 11:14, 15). La Biblia no nos deja sin la debida advertencia en cuanto al hecho triste que muchos salen de la verdad (Hech. 20:28-30; I Tim. 4:1; II Tim. 3:1-5, 12, 13; II Ped. 2:1, 3, 17; I Jn. 2:18-26; Jud. 16-18).
El fariseísmo es la actividad religiosa aparte del principio interior de vida. Tal peligro asiste cada movimiento espiritual. Cuando Jesucristo deja de ser preeminente, solo queda un programa religioso; y llega a ser el ídolo del religioso. Cualquier forma de piedad que niega el poder de la gracia debe ser rechazada por el Cristiano. La actividad religiosa del día no es para la gloria de Dios. Mucho de lo que se llama servicio simplemente es la excitación natural de la carne. La religión del día moderno es el negocio competitivo. Sin embargo, Jesucristo no está a la venta a nadie que Lo quiera tener. Los apóstoles no estaban ansiosos por neófitos para llamarlos suyos, sino que tenían celo por la gloria y el honor de Dios. Ellos salieron en el poder y demostración del Espíritu Santo, creyendo que Dios fue honrado por su declarar todo el consejo de Dios, ya fuera que hombres les oyeran o no: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida...” (II Cor. 2:14-17).
Una de dos cosas se une a las personas que profesan fe en Cristo. Ellos son unidos por la verdad o la organización. Puesto que vivimos en un tiempo de hambre por la palabra de la verdad, la única fuerza adhesiva en el Cristianismo profesante es la organización. Nuestra edad se puede comparar a los días de Amós. Dios dijo al profeta, “...enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oir la palabra de Jehová” (Amós 8:11). Durante el hambre presente de la palabra de la verdad, el Cristianismo profesante es unido por la grandeza y control de la organización humana. Esta organización no es limitada a las denominaciones. También se la usa como un medio de guardar juntas las congregaciones individuales. Se requiere tal organización a ofrecer algo suplicante a los corazones depravados y para retenerlos después de ser ganados por la organización. Ganar a alguien para el programa de la asamblea es considerado por la mayoría de los religiosos como ganarlo para Cristo. El programa local de la asamblea se puede igualar con Jesucristo no más que el cuerpo de Cristo se puede igualar con la asamblea local organizacional llena de “profesantes” más bien que con “poseedores” del Cristianismo.
La gran tendencia organizacional está comenzando a alcanzar fruición al fin de este siglo. Con circunstancias moviéndose tan rápidamente en nuestro tiempo, el hombre busca refugio en las diversas organizaciones. Tenemos gobiernos grandes, negocios grandes, y religiones grandes. La grandeza está aquí para permanecer hasta que sea destruida por Jesucristo en Su segunda venida. Puesto que está aquí para permanecer hasta la venida de Cristo, se debe analizar y entender la grandeza.
La maquinaria religiosa organizacional controla a ambos el individuo y la asamblea local. Hay una “casa grande” de control organizacional en que hay vasos de usos honrosos y usos viles (II Tim. 2:20-3:17). La casa grande es una organización. La autoridad de la asamblea independiente e individual ha llegado a ser la autoridad denominacional. La organización ha llegado a ser aquella parte del liderazgo denominacional que es apoyada por las sociedades locales para propósitos administrativos. Desatiende ambos el Cristiano individual y la asamblea local. Las asambleas primitivas encontraron su autoridad en la Biblia, pero las asambleas de hoy encuentran su autoridad en la estructura organizacional de sus denominaciones. Los ejecutivos y los comités aceleran los asuntos de las asambleas. El fracaso en no seguir a la organización se considera un pecado contra la obra de Dios. La organización sigue un patrón. Una necesidad para un patrón se sienta. Los comités son designados, y las cosas que se hicieron como una labor de amor llegan a ser una operación de dinero. Los comités deben ser organizados por elegir presidentes de los comités diversos. Concluyentemente, hay tantos comités que se necesita un ejecutivo. Una organización llega a ser una máquina política. El ejecutivo escoge a sus amigos como sus asistentes; entonces hay una lucha para tener las posiciones más altas en las denominaciones.
La organización exige la conformidad. Introduce el problema de control. Lo que es organizado para servir a las asambleas llega a ser su agencia controladora. Este control se realiza mediante las escuelas de enseñanza superior. Se ha dicho que los maestros independientes y los líderes únicos pueden ser el gozo de los Cristianos individuales, pero son una amenaza a las denominaciones. La presión en favor de la unidad denominacional viene de las personas en la organización administrativa.
Mientras los grandes cuerpos religiosos se jactan de su posición y el progreso con la complacencia de Laodicea, los creyentes con mentes espirituales son desconsolados por tal apostasía. No obstante, ellos no están sin esperanza. Ellos confían en el soberano Dios que sabe y controla todo. La declensión había entrado durante los días de los apóstoles (Hech. 20:28-30; I Jn. 2:18-26). No había perspectiva de recuperación (II Ped. 2:1-17). La posición del Cristiano ahora está parecida al de Esdras, Nehemías, y Daniel, cuyos ejemplos se deberían seguir. Ellos confesaron sus pecados y se juzgaron a sí mismos como habiendo contribuido al estado terrible al pueblo de Dios. La humillación, el auto-juicio, y la confesión caracterizan al pueblo de Dios en cualquier edad. Los Cristianos son del mismo carácter como los de quienes se ha dicho, “Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová” (Sof. 3:12). Cada Cristiano fiel se encuentra a sí mismo en una posición de aislamiento en proporción a la medida de su fidelidad a Cristo.
El pueblo de Dios tiene esperanza en medio de declensión (II Tim. 1:1-2:19). La esperanza del creyente tiene un lado positivo: “...Conoce el Señor a los que son suyos...” (II Tim. 2:19). El soberano Dios ha asegurado a Sus objetos de amor. La gracia ha salvado a los objetos del amor de Dios y los guardará hasta el fin. La apostasía de los demonios y de los hombres no pueden impedir el propósito de Dios. La esperanza del creyente tiene un lado negativo: “...Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (II Tim. 2:19). Permanecer asociado con la iniquidad es negar el poder del evangelio para librar de la iniquidad. La política y la conveniencia humana son desconocidas en el arena de la fe salvadora. Los principios Divinos solamente se pueden realizar en el poder Divino.
Las asambleas locales fracasan, como fracasó el Israel nacionalmente organizado, pero esto no indica que el propósito de Dios es impedido. Solamente demuestra que todo lo que el hombre toca llega a ser contaminado. Los hombres imperfectos, aunque redimidos, contaminan todo lo que tocan si es el sacerdocio, el juicio, el señorío, o la asamblea local. Esto despierta dentro de los santos el sentido de la responsabilidad a Dios. Los miembros de una asamblea organizada son responsables no solamente a Dios pero también en su relación unos con otros. Los creyentes han de estar tan de acuerdo que sus mentes fluyen juntas y sus voluntades combinan, de modo que sus movimientos armonizan en cada empeño. Cuando no hay luz, no hay necesidad de un candelero; por lo tanto, el candelero es quitado. Sin embargo, quitar el candelero en un lugar local no significa que el cuerpo de Cristo ha fracasado en realizar su propósito. Por ejemplo, la inexistencia presente de algunas de las asambleas locales, tales como Corinto, Efeso, y Antioquía, no prueba el fracaso del aspecto universal de la asamblea. Solamente indica que el propósito de Dios fue realizado en y mediante los elegidos en un lugar y tiempo particular.
15
La unidad del cuerpo, que es un organismo vivo y no una organización, está basada en la unidad de la Deidad. En el origen y en la naturaleza, su unidad es de Dios. Por lo tanto, no es dependiente del hombre. Esta unidad es el resultado de la obra del Espíritu soberano (Ef. 4:3). La unidad de la fe es su objeto (Ef. 4:13). Los Cristianos se esfuerzan para la unidad de la fe, no para la unidad del Espíritu. Esforzarse para la unidad de la fe — el sistema de verdad — es imposible sin haber sido unido en el Espíritu. Guardamos la unidad del Espíritu, y nos esforzamos para la unidad de la fe mediante los dones dados al cuerpo de Cristo.
La asamblea de Cristo, la institución más importante en el mundo, incluye una unidad doble: (1) la unidad del Espíritu (Ef. 4:3) y (2) la unidad de la fe (Ef. 4:13). La unidad del Espíritu es posicional. Es el resultado de la regeneración. Los Cristianos primitivos fueron reunidos sobre la base de la única cosa que tenían en común, su salvación en Jesucristo (Jud. 3). Su vínculo era la obra común (de koinos, perteneciendo igualmente a varios — Hech. 2:44; 4:32; Jud. 3) de la regeneración por el Espíritu Santo. No hubo gobierno central sobre las asambleas primitivas sino solo una forma local del gobierno impuesta sobre los creyentes cuando fueron reunidos por el vínculo de una salvación común. Esta unidad del Espíritu es algo que ha de ser guardado, no hecho, en el vínculo de paz. La palabra “solícitos” de Efesios 4:3 no es suficientemente fuerte para explicar el presente activo participio griego de spoudadzo, significando ser serio acerca de, o esforzarse. La enseñanza es que los creyentes han de esforzarse para guardar (presente activo infinitivo de tereo, guardar o velar sobre) la unidad del Espíritu en el vínculo de paz. Esta unidad es llevada a cabo por el Espíritu, y nosotros deberíamos esforzarnos en guardarla con nuestras vidas.
Un versículo compañero es registrado en Colosenses 3:15 — “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” Este es un mandamiento para cada Cristiano en la asamblea local. Aquí, Pablo llamó a la asamblea un cuerpo, no cuerpos, porque todos los miembros fueron considerados por Dios en la eternidad como una entidad corporativa. La palabra para “cuerpo” (soma) se usa solamente en el singular, nunca en el plural. El Señor consideró la asamblea como una totalidad. Él no dijo, “Yo te escojo a ti y a ti en sucesión, en esta generación y esa generación.” Puesto que Dios no piensa consecutivamente, Su considerar al cuerpo como una entidad corporativa era un acto en la eternidad. En el tiempo, los elegidos son llamados Divinamente por Dios. Ellos son llamados para ser serios acerca de promover la unidad en el vínculo de paz.
Las personas que no son hombres de paz no son hombres de Dios, pero esto no significa “paz a cualquier precio.” (Véase Heb. 12:14.) El apaciguamiento temporal es posible en hacer concesiones, pero no sería apropiado cuando un principio de Dios está en la balanza. Debemos recordar que ni el centro, ni el fundamento, ni el instrumento de la unidad es terrenal. Nunca se la descubrirá en una organización o pensamiento humano. El fundamento de la unidad es la Persona y Obra de Jesucristo; el instrumento es la obra del Espíritu en la regeneración; y el centro es los lugares celestiales en Cristo. Tal unidad no puede ser creada ni destruida por el hombre, pero los Cristianos deberían hacer cada esfuerzo para guardarla en el vínculo de paz.
Se deben diferenciar la comprensión de la unidad y una singularidad. El ejército de un país es uno a causa de su comprensión. Así también, un soldado es una parte de este grupo militar. El cuerpo humano se usa para ilustrar el cuerpo de Cristo en I Corintios 12. Los miembros diferentes del cuerpo, tal como el pie, mano, ojo, etcétera, demuestran la singularidad del cuerpo. Sin embargo, el cuerpo como una totalidad ilustra la comprensión de la unidad. Hay un lugar y un trabajo para cada miembro en el cuerpo que Cristo continúa edificando. La totalidad de la unidad es más alta que la singularidad de una parte correlativo. Es la unidad de un agregado. Se puede ilustrarlo por agarrar abejas una por una y ponerlas en una caja. Pronto habrá cientos de abejas pero no colmena, resultando en solamente un conglomerado con cientos de problemas. La mayoría de las instituciones religiosas son llenas de un conglomerado de gente con ideas diferentes, y nunca van más allá de la individualidad a la comprensión de la unidad.
La unidad consiste en la sumisión a una sola influencia. El Espíritu Santo de Dios es nuestro Maestro. Uno no puede producir la unidad por la disciplina eclesiástica o alguna forma de expresión, tal como, “estemos de acuerdo para diferenciar.” No hay desorden en la comprensión de la verdad Bíblica. Cuando la verdad hace concesiones al error, la verdad sufre porque el error no tiene la verdad para conceder. ¿Es un mensaje limitado más importante que un compañerismo limitado? ¿Es una “esfera de servicio grande” más importante que la obediencia a la verdad revelada?
La unidad de la fe es la santificación progresiva. Esto es por lo que los creyentes se esfuerzan (Ef. 4:13). Mientras que no hay duda que todos los miembros de la esposa de Cristo creerán exactamente igual cuando heredaremos el reino, llegamos a ser progresivamente semejantes mientras que estemos sobre la tierra. La palabra griega para “lleguemos” en la declaración de Pablo “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe” es un aoristo activo subjuntivo de katantao, que significa que podemos llegar a una meta (Ef. 4:13). Esta unidad se busca en las maneras siguientes: (1) La unidad de la fe es llevada a cabo por el anciano que proclama la única fe o el sistema de la verdad (Fil. 1:27; Jud. 3). Esta proclamación trae a los llamados desde los antecedentes del error, superstición, e ignorancia hasta un entendimiento creciente de todos los principios de la unidad. (2) La unidad en el conocimiento del Hijo de Dios se centra en Jesucristo como el objeto de la fe. En Efesios 4:13, la palabra griega para conocimiento (epignosis) refiere al pleno conocimiento en el sentido de conciencia íntima del carácter y de la voluntad de Dios. No se refiere simplemente al conocimiento abstracto. (3) La unidad de las personas maduras en cuanto a la plenitud de Cristo es nuestra meta. Mientras que el ministerio al cuerpo de Cristo continúa, ella no será de edad plena.
Hay tres obstáculos primarios al progreso en la unidad de la fe: (l) Algunos idealizan el pasado por dar a la historia de la asamblea una calidad que no merece. Nadie puede probar un tema Bíblico por la historia. La Biblia es el único criterio para contestar las preguntas Bíblicas. (2) Otros hacen absoluto al pasado por darle una norma para todos los tiempos. Su referencia constante al pasado como si fuera absoluto hace a uno preguntarse si estarán satisfechos con el reino. (3) Muchos critican el estudio de la escatología — últimas cosas — por decir que hemos de vivir “ahora” y no preocuparnos acerca del futuro. La Escritura enseña que el Cristianismo es esencialmente una vida de esperanza; por lo tanto, nadie puede vivir una vida significativa en el presente a menos que su esperanza esté anclada en el futuro.
Los miembros de la asamblea local son mandados a esforzarse para la unidad de nuestras mentes que fluyen juntos con la mente de Cristo: “Haya, pues, en vosotros este sentir [phroneo, presente activo imperativo, pensar] que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5). Somos mandados “pensar” como Cristo piensa, y este pensar debe ser constante. Los pensamientos de Cristo por los cuales debemos ser controlados han sido registrados en la Escritura. Solamente cuando nuestras mentes fluyen juntas bajo el control de la mente de Cristo, nuestras voluntades combinan y nuestros movimientos armonizan en tiempo y paso con la voluntad de Dios.
La exhortación y el mandamiento de Efesios 4:1-3 son seguidos por una descripción de la unidad que se ha de guardar. Se usa el adjetivo cardinal heis para introducir cada uno de los siete aspectos de esta unidad. Hay un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre. Todos los siete aspectos, según el contexto, deben ser espirituales.
1. El único solo cuerpo, que es absolutamente espiritual, vendrá a la unidad de la fe. La unidad del cuerpo en el reino eterno es la meta hacia la cual las asambleas locales se esfuerzan en el tiempo. Dos puntos principales de vista del cuerpo son enseñados: (1) la asamblea local y (2) dos aspectos de la asamblea — invisible y visible. Puesto que ésta es parte de la descripción de la unidad del Espíritu, refiere a lo que es espiritual. La congregación local, aunque es espiritual hasta cierto punto, no calificará como el único solo cuerpo. Pablo hablaba a los Cristianos que habían pasado de la muerte a la vida y que constituyeron una parte de este cuerpo espiritual. Puesto que somos relacionados con Cristo, somos parte de Su asamblea, que es Su cuerpo, por el solo Espíritu que continúa formando la asamblea a la única esperanza en que nuestro llamamiento nos ha llamado. El cuerpo refiere al cuerpo espiritual de Jesucristo. El apóstol no habló del cuerpo institucional, consistiendo de ambos salvos y perdidos, sino de la única asamblea que Jesucristo continúa edificando.
2. Hay un Espíritu. El Espíritu Santo es la tercera en el orden natural en la Deidad — Padre, Hijo, y Espíritu Santo. El Señor Jesús está subordinado al Padre, y el Espíritu Santo está subordinado ambos al Padre y al Hijo. El contexto inmediato de Efesios 4:4-6 explica la inversión del orden normal en la Deidad: “Porque por medio de él [Jesucristo] los unos y los otros tenemos entrada por [en] un mismo Espíritu al Padre” (Ef. 2:18). El Espíritu Santo aplica la obra redentora de Jesucristo que el Padre planeó. La aplicación de la obra redentora de Jesucristo en la regeneración capacita a los elegidos para aceptar a Cristo como Señor y Salvador, y mediante Él tenemos entrada a Dios el Padre.
3. Hay una esperanza. El “un cuerpo” y el “un Espíritu” corresponden con la una misma esperanza en que nosotros fuimos llamados (Ef. 4:4). Dios no deja duda con respecto a si esta misma esperanza es el principio de la esperanza — subjetiva, o si es el objeto de nuestra esperanza — objetiva. Jesucristo es el Objeto de esta esperanza objetiva. Nosotros somos salvos en la esfera de esperanza (Rom. 8:24), y “...la esperanza puesta delante de nosotros...tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” (Heb. 6:18, 19). La esperanza Cristiana es cierta. Una ancla es el símbolo de esta esperanza. Como el ancla capacita a un barco a vencer la tormenta, la misma esperanza de los Cristianos nos capacita para vencer las tormentas de vida.
La esperanza es una expectativa grata de algo bueno, y nunca nos causará vergüenza (Rom. 5:5). Lo que Dios ha prometido seguramente pasará. Como el yelmo de salvación, esta esperanza protege el corazón en el día de la batalla (I Tes. 5:8). Como el ancla del alma, nos asegura durante el tiempo de tormenta (Heb. 6:19). Como compañero grato, viaja con nosotros a través del desierto (Heb. 6:11). Jesucristo es el Objeto de esta esperanza (Tito 2:13). El fin de la esperanza es Jesucristo y Su reino, que es escatológico. La esperanza purifica como Jesucristo es pura (I Jn. 3:3). El propósito de la esperanza es purgar y obrar una utilidad en la vida que podría llegar a ser digna a las cosas creídas y esperadas. El Cristiano no puede vivir en lo que Jesucristo vino para quitar y deshacer (I Jn. 3:5, 8).
La misma esperanza está fundada en el pacto eterno y los pactos incondicionales de la Escritura. Nuestra esperanza está basada en lo presente para confirmación, que es dada a nosotros por Jesucristo y la Santa Escritura. Esta esperanza está basada en el futuro para su realización en la segunda venida de Jesucristo (II Tim. 4:1).
4. Hay un Señor (Ef. 4:5). El único Señor es Jesucristo, el único Salvador, el unigénito de Dios (Juan 1:18).
5. Hay una fe (Ef. 4:5). ¿Es este el principio subjetivo de la fe dentro de la persona regenerada, o es el sistema objetivo de la verdad dada a nuestro cuidado? El contexto nos ayuda a determinar la respuesta a estas preguntas. La palabra “fe” (pistis) se usa como un sustantivo en los versículos 5 y 13. No puede ser la fe subjetiva en el versículo 13, porque los versículos precedentes enseñan que Jesucristo ha dado a los hombres con dones al cuerpo de Cristo para equipar los santos para la obra del ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos en la unidad de la fe. Así que, la fe de los versículos 5 y 13 es objetiva. Refiere al sistema de la verdad que ha sido dada a los santos de Dios. Se usa en la misma manera en la exhortación de Pablo a los Cristianos en Filipos: “...estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe [pistis] del evangelio” (Fil. 1:27). La continuación en la fe de Colosenses 1:23 no es la continuación en la fe subjetiva. Cuando Dios da el principio de fe, nunca puede ser perdido o quitado. Por lo tanto, la fe refiere al sistema de la verdad revelada a los santos. Por continuar en el sistema de la verdad, el Cristiano manifiesta que él es un hijo de Dios. Él llega a ser confirmado en la fe (Col. 2:6, 7). Él guarda “el misterio de la fe con limpia conciencia” (I Tim. 3:9). Él es “nutrido con las palabras de la fe” (I Tim. 4:6). El contiende “ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3). Pero nosotros no tenemos que ir afuera del contexto inmediato para aprender que la “una fe” de Efesios 4:5 es la verdad que ha sido revelada y dada a nuestra confianza. Así que, es la fe objetiva.
6. Hay un bautismo (Ef. 4:5). La creencia de uno acerca de la enseñanza de un cuerpo (soma) determinará su interpretación de un bautismo. Algunos que creen que el cuerpo es los creyentes verdaderos que constituyen el cuerpo que Cristo continúa edificando enseñan que este bautismo es la ordenanza del bautismo. Sin embargo, el agua no es necesaria para la unidad del cuerpo. El punto de vista común entre los religiosos es que un bautismo es el bautismo en el Espíritu (la regeneración). Puesto que todos los siete aspectos de la unidad son espirituales, el “un bautismo” también es espiritual; pero no es espiritual en el sentido de la regeneración. Refiere al solo bautismo en el Espíritu en el día de Pentecostés. (Esta verdad se expone en el capítulo titulado, EL NACIMIENTO DE LA ASAMBLEA.) El “un bautismo” de Efesios 4:5 no es un rito, es decir, el bautismo en agua. Además, no es el bautismo en el Espíritu, el ser plantado en el cuerpo de Cristo por la regeneración. El “un bautismo” es el solo bautismo del solo cuerpo en el día de Pentecostés por Cristo para fortalecer la asamblea para el servicio.
7. Hay un Dios y Padre de todos (Ef. 4:6). La confusión acerca de un Espíritu, un Señor Jesucristo, y un Dios y Padre sobre (epi) todos, mediante (dia) todos, y en (en) todos de los versículos 4-6 es innecesaria. ¿Significa un Dios más un Dios más un Dios? Uno por uno por uno correctamente identifica la unidad comprensiva en la Deidad. Hay un solo Dios, no tres dioses. Aunque la unidad de Dios significa que hay un solo Dios en oposición a la creencia que hay muchos dioses y muchos señores, las distinciones internas en la sola esencia son implicadas. El soberano Dios es sobre todos. Él está mediando a todos mediante la obra de Jesucristo. Él está en todos por la obra del Espíritu Santo.
El uso de Cristo de la palabra “uno” en Juan 10:30 — “Yo y el Padre uno [género neutro de heis] somos [no es]” — es muy importante. Aunque el Espíritu Santo siempre es referido en el género neutro, Él es una Persona. El género no era tan importante a los griegos como es a nosotros. La palabra “uno” en Juan 10:30 es neutro, refiriendo a la sola sustancia. Si fuera masculino, tendría que referir a una Persona. Concluyentemente, el Padre y el Hijo son uno en naturaleza y en propósito.
La palabra griega para Dios, theos, a veces denota la Deidad sin referencia a la Trinidad o a cualquier Persona particular dentro de la Trinidad. Cuando theos se usa para designar una Persona en la Trinidad — el Padre (Ef. 4:6), Hijo (Juan 1:18), o el Espíritu Santo (Hech. 5:4) — la palabra se usa en el sentido de la Deidad, no de la Trinidad. Dios no es simplemente uno. Él es el único: “Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él” (I Cor. 8:6). Cuando una esencia es finita y limitada, sólo puede haber una persona en esa esencia. Pero esto no es cierto cuando la esencia es infinita. La esencia del un solo Dios es infinito, no finito y limitado. La unidad en Dios es única. Es la única de su tipo. El un solo Dios es simultáneamente tres Personas, y las tres Personas es un Dios. Nosotros no decimos que un Dios es tres Dioses, que una Persona es tres Personas, o que tres Dioses son un Dios. Nosotros Bíblicamente decimos que hay un solo Dios con tres distinciones de ser — Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
Uno que dice que cree en Dios el Padre pero niega a Jesucristo o el Espíritu Santo no es un Cristiano. En el poder del Espíritu Santo regenerador, que ha aplicado la obra redentora de Jesucristo a nuestros corazones, tenemos entrada a Dios el Padre mediante Cristo.
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LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE CRISTO
A SUS ASAMBLEAS
Después de describir el tiempo terrible que vendrá sobre este mundo y la gloria de la Jerusalén celestial, el Señor glorificado y ascendido dio Sus últimas palabras a Sus asambleas. El tema de Apocalipsis 21 continúa mediante Apocalipsis 22:5. Los primeros cinco versículos de capítulo 22 son incluidos en la descripción de Juan acerca de la nueva Jerusalén. Las últimas palabras de cualquier persona que ha sido reconocida como uno en un lugar de liderazgo son significativas, pero las últimas palabras de Cristo deben tomar la precedencia sobre las de cualquier ser mortal. Las últimas palabras de Jesucristo a las asambleas se registran en Apocalipsis 22:6-21.
El Señor Dios es el Autor del Apocalipsis de Jesucristo. Las palabras del Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, son fieles y verdaderas: “Y Él dijo a mí [Juan], Estas palabras son fieles y verdaderas; y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, envió Su mensajero para mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto” (Apoc. 22:6 — traducción). Tres veces en Apocalipsis, Juan afirmó que estas son profecías Divinas: “Estas son palabras verdaderas de Dios” (19:9); “Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (21:5); y “Estas palabras son fieles y verdaderas” (22:6). Estas palabras son fieles y verdaderas porque ellas vinieron de Aquel que en la introducción es llamado el Testigo fiel (1:5). La agencia del Espíritu Santo sobre los escritores del Señor y su capacidad para profetizar el futuro es entendido en el enviar del Señor Dios de Su mensajero para mostrar a Sus siervos las cosas que por necesidad deben suceder. El profetizar, que se menciona cuatro veces en el epílogo, se enfatiza en esta profecía.
El mensajero de Dios declaró que Jesucristo viene pronto y pronunció bendiciones sobre aquellos que guardan la profecía de este libro: “¡Y he aquí, vengo pronto! Bienaventurado es el que guarda las palabras de la profecía de este libro” (22:7 — traducción). Esta es la sexta bienaventuranza registrada en Apocalipsis. El pronombre demostrativo “este” en referencia al libro designa el libro de Apocalipsis. Este pronombre demostrativo es enfatizado varias veces en las últimas palabras de Cristo a Sus asambleas. Cuando Juan oyó y vio estas cosas, él se postró ante los pies del ángel que se las mostró: “Y yo Juan, soy el que está oyendo y viendo estas cosas. Y cuando oí y vi, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostró estas cosas” (22:8 — traducción). Pero el ángel le dijo que no debía hacerlo porque él era también siervo como Juan. Él debe adorar a Dios: “Y él me dice, no debes hacerlo; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro; adora a Dios” (22:9 — traducción). Los Cristianos no se inclinan ante ningún hombre o ángel. Nos inclinamos solamente ante Jehová Dios. A Juan le fue dicho que no sellara las palabras de la profecía de este libro porque el tiempo está cerca: “Y Él me dice, no selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca” (22:10 — traducción). Este mandamiento está en contraste al mandamiento del Señor a Daniel para sellar la profecía de su libro (Dan. 12:4).
Juan cerró Apocalipsis con las últimas palabras de Cristo a Sus asambleas con una serie de observaciones diversas: “El que actúa injusto, actúe injusto todavía; y el inmundo, actúe inmundamente todavía; y el justo, practique la justicia todavía; y el santo, santifíquese todavía” (22:11 — traducción). Él mencionó la miseria de lo injusto y el gozo de lo justo. Los Cristianos no son miserables. Nosotros tenemos un gozo indecible y lleno de gloria. No hay circunstancia en la vida que pueda quitar el gozo Divino dado a nosotros por la gracia. Uno será para siempre lo que es cuando la muerte le tome. ¿Le gustaría ser para la eternidad lo que es en lo presente? La eternidad es un estado de permanencia. ¿Qué es su vida? La vida física es como un vapor que aparece por un tiempo corto y después se desvanece. Moralmente, está relacionada con la eternidad; físicamente, está relacionada al tiempo.
Jesucristo viene pronto con Su galardón para cada hombre según su trabajo: “He aquí, yo vengo pronto; y mi galardón está conmigo, para recompensar a cada uno según su trabajo” (22:12 — traducción). Las recompensas son prometidas y las bendiciones son grandes para aquellos que son fieles a Dios y a Su palabra. Después de anunciar que Él es el primero y el último, Él pronunció la séptima bienaventuranza sobre aquellos que lavan sus ropas para que su autoridad esté sobre el árbol de la vida y para que entren por las puertas en la ciudad: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin. Bienaventurados los que están lavando sus ropas, para que su autoridad esté sobre el árbol de la vida, y entren por las puertas a la ciudad” (22:13, 14 — traducción). Fuera de la ciudad, el reino eterno, están los perros: “Fuera están los perros y los hechiceros y los fornicarios y los homicidios y los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (22:15 — traducción). Estas no son gentes literales, pero el término es uno de la ridiculez puesta sobre la gente mala. El Señor Jesús dijo, “No deis lo que es santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen con sus pies, y volviéndose os ataquen” (Mat. 7:6 — traducción). Siguiendo el juicio lícito, nuestro Señor mostró la importancia de ejercitar el discernimiento con respecto a las personas con quienes hablamos en cuanto a los asuntos espirituales. El término perro se usa en otras referencias (Luc. 16:21; Fil. 3:2; II Ped. 2:22). Fuera de la ciudad hay también hechiceros (pharmakos) — aquellos que practican la magia; fornicarios (pornos) — la inmoralidad sexual, asesinos, idólatras; y todos los que aman y hacen mentira (pseudos) — inexacto, irreal, o imitación. La gente ama las imitaciones.
Jesucristo, la fuente y el descendiente de David, envió Su mensajero para testificar de estas cosas a las asambleas. No hay referencia a las asambleas de Cristo desde Apocalipsis 3 hasta Apocalipsis 22:16 — “Yo, Jesús, envié mi mensajero para testificar a vosotros de estas cosas en las asambleas. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (traducción). Esta es la última referencia a las asambleas registrada en la Escritura. El ministerio público personal del Señor comenzó con Su estrella (Mat. 2:2), y Sus últimas palabras incluyen lo que Él haya dicho acerca de ser la estrella resplandeciente de la mañana. Jesucristo será la estrella de la mañana a la esposa, y Él será el sol de justicia a Israel (Mal. 4:2). La estrella aplica a los redimidos en el sentido del lucero de la mañana que ha salido en nuestros corazones como el resultado de la obra de la gracia que Dios ha hecho en nosotros (II Ped. 1:19).
Las últimas palabras de Cristo a las asambleas prueban que la consumación del propósito de Dios será Su venida personal para ocupar el trono de Su padre David, que Él no está ocupando presentemente. Los mensajeros fueron enviados para testificar a las asambleas locales, representadas por las siete asambleas de Apocalipsis 2-3. Puesto que esta profecía es para todas las asambleas para todo siglo, es para todos los creyentes asociados con estas asambleas. La verdad que se ha de testificar a las asambleas es que Jesucristo es “la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (22:16). El corazón de la escatología se revela en las palabras de nuestro Señor en el epílogo. Sus últimas palabras prueban que el propósito de Su venida será para sentarse sobre el trono de Su padre David. Jesucristo era del linaje de David según la carne y fue declarado Hijo de Dios con poder (Rom. 1:3, 4). El Hijo de David es el Señor de David. Esta dualidad se entiende desde el punto de vista de la persona de Cristo, Su unión hipostática. Los fariseos supieron que el Mesías sería el Hijo de David, pero ellos Le rechazaron como el Señor de David (Juan 10:33).
Las siete estrellas de Apocalipsis 1:20, que fueron los siete mensajeros de las siete asambleas de Apocalipsis 2-3, representan los ministros de las asambleas desde aquel entonces. Ellos desaparecerán a la insignificancia cuando Jesucristo venga como la estrella resplandeciente de la mañana. Jesucristo Mismo será el Maestro eterno, y los ministros terrenales no serán necesitados.
El reino es representado por la mañana; así que, Cristo habló de Sí Mismo como la estrella de la “mañana”. El reino se retrata como “una mañana sin nubes” (II Sam. 23:4). Esto capacitó a David decir, “por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría” (Sal. 30:5). En contraste a la noche, Jesucristo es la estrella resplandeciente de la mañana. La estrella resplandeciente de la mañana en Su propio resplandor personal y no mediante otros introducirá la mañana del reino. El período que precede la mañana es la noche, el período en que vivimos. Pero la venida de Cristo es como la mañana: “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz” (Rom. 13:12). “Al tiempo de la tarde, he aquí, hay terror. Antes de la mañana ya no existen. Tal será la porción de los que nos despojen, y la suerte de los que nos saquean” (Isa. 17:14 BLA). Así son la gente para quien la mañana no amanecerá. El malo será consumido y desarraigado antes del reino. La única manera en que la Escritura será cumplida será que Cristo venga como Hijo de David, Hijo del hombre, para reinar visiblemente sobre la tierra, sentado sobre el trono de Su padre David.
La salida del Señor se prepara como el alba o la mañana (Os. 6:3). Los eventos asociados con la mañana son de tal naturaleza que pueden darse cuenta solamente después de la segunda venida de Cristo. (1) La resurrección y el dominio de los santos están conectados con la mañana sin nubes (Sal. 49:14, 15; 88:13; 143:8). (2) La destrucción y el quitar de los malos son identificados con la mañana entrante (Isa. 17:14; Zac. 14; Mal. 4). (3) La mañana está conectada con el dominio de Cristo y la glorificación de los santos (Sal. 110:2, 3).
La mañana venidera da una preciosidad a las promesas. ¿Qué es más cierto que la mañana? El orden Divino es la tarde primera y entonces la mañana (Gén. 1:5). Todas las tardes de Dios reventarán en las mañanas. La tarde del mundo ha sido obscura y deprimida, pero Cristo será como la luz de la mañana. La luz de la mañana es pura e inalterada. Esto sigue el juicio purificador. Todos aquellos cuyos ojos han sido tocados con la gracia acogerán a Jesucristo cuando venga, pero todos los que no han sido tocados por la gracia serán destruidos por la velocidad de Su luz. Él vendrá con tal velocidad que los malos serán manifestados, a quienes “el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (II Tes. 2:8).
La esposa es traída en existencia por el Espíritu Santo: “Y el Espíritu y la esposa están diciendo: Ven. Y el que está oyendo, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que está deseando, tome del agua de vida sin costo” (Apoc. 22:17 — traducción). El Espíritu Santo regenera a todos los que el Padre le dio al Hijo, haciéndoles una parte de la esposa. La esposa repite cada mensaje dado por el Espíritu Santo mediante Sus siervos. Así que, el Espíritu Santo y la esposa juntos dicen, “Ven.” La invitación a los oidores, los sedientos, y los que deseen no aplica a los pecadores. Refiere a los salvos que reciben galardones según las obras hechas en sus cuerpos. Oír, tener sed, y desear son dones de Dios.
Abraham, que simboliza Dios el Padre, envió a su siervo. El siervo representa a los siervos llamados por Dios guiados por el Espíritu Santo. Él fue enviado para encontrar una esposa, que simboliza la esposa de Cristo, para Isaac. Isaac es tipo del Señor Jesucristo como el Novio (Gén. 24). El siervo presentó a Rebeca como una virgen pura a Isaac. Pablo expresó su deseo de presentar a los Cristianos corintios a Jesucristo como una virgen pura: “Deseo que seréis pacientes conmigo en una poca necedad; pero en verdad estáis siendo pacientes conmigo. Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo, que de algún modo como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros mentes sean de alguna manera seducidas de la sinceridad y de la pureza en Cristo” (II Cor. 11:1-3 — traducción). El deseo de cada ministro llamado por Dios de Jesucristo es la lealtad exclusiva a Jesucristo por la asamblea a quien él ministra. La esposa de Cristo es tipificada en Rebeca. El largo viaje desde el lugar donde ella aceptó el mensaje dado a ella por el siervo y actualmente su ver a Isaac y llegar a ser su esposa simboliza el viaje del Cristiano desde el tiempo en que él acepta el evangelio glorioso de Cristo hasta que él concluye su carrera. Mientras esperemos el regreso del Señor, testifiquemos a todos que oirán las palabras de la profecía de este libro.
La Advertencia En Contra De Añadir A
O Quitar De La Palabra De Dios
Los dos versículos más discutibles en Apocalipsis 22 son los versículos 18 y 19 — “Yo estoy testificando a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiera a ellas, Dios añadirá a él las plagas habiendo sido escritas en este libro; y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su porción del árbol de la vida y de la santa ciudad, y de las cosas habiendo sido escritas en este libro” (traducción). La conjunción “si” (ean) usado con el verbo subjuntivo (epithe, de epitithemi) denota una posibilidad entre los miembros de una asamblea local. Los apóstatas en las asambleas locales necesitaron la advertencia dada en las últimas palabras del Señor a las asambleas. Simón el mago (Hech. 8) creyó, fue bautizado, y llegó a ser parte de la asamblea en Samaria; pero él era un apóstata. Habían apóstatas en la asamblea en Laodicea. La advertencia está extendida al que copia el manuscrito original. Refiere a falsificación deliberada e intencional de la palabra, mal representación, revelación espuria — como las revelaciones de Mahoma y José Smith, la adición de tradiciones no escritas — como los del Catolicismo Romano, o cualquier cosa que afecta la verdad actual de la Santa Escritura. Ellos anulan la palabra de Dios por sus tradiciones (Mar. 7:1-14).
Si alguno añade a la profecía de Apocalipsis, Dios añadirá a él las plagas. Un estudio de las plagas (plegas, acusativa plural de plege), una palabra griega encontrada 21 veces en el Nuevo Testamento, 15 de las cuales son en Apocalipsis (9:20; 11:6; 13:3, 12, 14; 15:1, 6, 8; 16:9, 21 — dos veces; 18:4, 8; 21:9; 22:18), dejará ninguna duda de que aplican a los no regenerados.
La persona culpable de quitar del libro de Apocalipsis será excluida de los privilegios futuros de compartir con el árbol de la vida y la santa ciudad (Apoc. 22:19). Nadie será privado de algo que ya confirió — un lugar en el libro de la vida. En términos humanos, Dios tiene muchos libros en Su biblioteca: (1) El libro de la vida es el registro de los elegidos (Fil. 4:3; Apoc. 3:5; 13:8; 20:15). (2) El libro de los vivientes registra todos los que no están escritos con los justos (Sal. 69:28). (3) El libro de la ley incluye todas las Escrituras del Antiguo Testamento (Gál. 3:10). (4) El libro de Dios de recuerdo registra las obras de aquellos que temen al Señor (Sal. 56:8; Mal. 3:16). (5) El libro que registra todas las obras de los hombres malos será abierto cuando ellos permanezcan ante el gran juicio del trono blanco. Dios no necesita libros literales, pero Él condescendió para hablar con nosotros en términos que podemos entender. Él tiene el conocimiento infinito y no necesita un sistema de contabilidad. Aquellos que piensan que Dios guarda libros literales tienen un entendimiento humano de Dios.
Dios escribió los nombres de todos los que Él escogió en Cristo desde el principio del mundo en el libro de la vida del Cordero. Los nombres registrados en el libro de vida no pueden ser borrados: “El que está venciendo [el creyente verdadero — I Juan 5:1-5] así será vestido de vestiduras blancas; y no borraré jamás su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de Sus ángeles” (Apoc. 3:5 — traducción). El registro donde los nombres de todos los elegidos son registrados es la mente infinita de Dios. El Dios omnisciente que escribió nuestros nombres en el libro de la vida del Cordero es el Archivista. Piensen de Sus requisitos. Él es perfecto, tiene sabiduría perfecta, omnisciencia indefectible, justicia sin mancha, y amor eterno. Los registrados son los elegidos que Él siempre ha amado. Ninguna gracia y honor pueden compararse con el registrar de nuestros nombres antes de que el mundo comenzó en el libro de la vida del Cordero. Esta verdad maravillosa era desconocida a nosotros hasta que después que Dios nos regeneró, así haciéndonos vivos, y comenzamos estudiando las Escrituras.
Uno puede saber si o no su nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero. Los Cristianos necesitan ser sometidos a la palabra de Dios y conocer la mente de Dios. Cada oído que oye y mente que recibe se regocijará. Pedro amonestó a los Cristianos a procurar hacer firme nuestra vocación y elección (II Ped. 1:10). Uno que no puede procurar hacer firme su vocación y elección no tiene ninguna esperanza del futuro. Pablo conoció que los santos de Tesalónica eran los escogidos de Dios: “Acordándonos sin cesar vuestra manifestación de fe y trabajo de amor y perseverancia de esperanza en nuestro Señor Jesucristo, ante nuestro Dios y Padre; habiendo conocido, hermanos que vosotros habéis sido amados por Dios, el escogimiento de vosotros” (I Tes. 1:3, 4 — traducción). Los perfectos participios son usados para “habiendo conocido” y “habéis sido amados,” probando que hemos sido eternamente amados por el Padre.
Cuando el anticristo aparezca, “Y todos los que moran sobre la tierra le adorarán, todos cuyos nombres que no han sido escritos en el libro de la vida del Cordero habiendo sido inmolado desde el principio del mundo” (Apoc. 13:8 — traducción). Apocalipsis 17:8 registra una declaración similar. Los que adorarán el anticristo serán aquellos cuyos nombres no estén escritos en el libro de la vida del Cordero. “ Y de ningún modo entrará en ella [la nueva Jerusalén] ninguna cosa inmunda, y el que está haciendo una abominación, y mentira, sino solamente los que han sido escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apoc. 21:27 — traducción). Concluyentemente, los nombres de los no elegidos nunca fueron escritos en el libro de la vida del Cordero.
“Yo estoy testificando a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro [bibliou, genitivo de biblion]: Si alguno añadiera a ellas, Dios añadirá a él las plagas habiendo sido escritas en este libro [biblio, locativo de biblion]; y si alguno quitare de las palabras del libro [bibliou, genitivo de biblion] de esta profecía, Dios quitará su porción del árbol [xulou, ablativo de xulon, que significa árbol, no libro] de la vida y de la santa ciudad, y de las cosas habiendo sido escritas en este libro” (Apoc. 22:18, 19 — traducción). Hacer las palabras xulon dzoe — el árbol de la vida — a significar biblion dzoe — el libro de vida — sería inconsistente con toda la Escritura. Los nombres de los no elegidos no solamente no eran escritos en el libro de la vida del Cordero, sino estas personas también serán excluidas de las bendiciones de la eternidad descritas dentro del contexto (Apoc. 22:1-5).
Los culpables son excluidos del compartimiento futuro de las bendiciones del árbol de la vida y de la santa ciudad más bien que ser privados de algo que ya había sido conferido — un lugar en el libro de la vida. Solamente los nombres de los elegidos están escritos en el libro de la vida, y ellos nunca serán borrados. En Juan 19:22, Pilato dijo, “Lo que he escrito, he escrito.” Si Pilato dijo esto acerca de lo que había escrito, ¿qué de Dios que ha escrito permanentemente nuestros nombres en el libro de la vida del Cordero?
En vista de la certeza de la segunda venida de Cristo, todos los creyentes tienen ambas responsabilidades negativas y positivas:
PRIMERA — La primera responsabilidad positiva de los Cristianos es guardar las palabras de la profecía de Apocalipsis: “¡Y he aquí, vengo pronto! Bienaventurado es el que guarda [presente activo participio de tereo, que significa observar, guardar, proteger, tesorar, prestar atención a, mantener, o velar sobre en una manera protectiva] las palabras de la profecía de este [un pronombre demostrativo que separa a la cosa referida] libro” (Apoc. 22:7 — traducción). Los eventos de esta profecía deben de necesidad suceder (Apoc. 22:6). Por lo tanto, debemos tesorar las palabras de esta profecía.
SEGUNDA — La segunda responsabilidad positiva de los Cristianos es lavar nuestras ropas, que habla de nuestro comportamiento: “Bienaventurados los que están lavando [presente activo participio de pluno, que significa lavar vestidos] sus ropas, para que su autoridad esté sobre el árbol de la vida, y entren por las puertas a la ciudad” (Apoc. 22:14 — traducción). Para entender esto y guardarlo dentro del contexto, considera los primeros cinco versículos de este capítulo, que son descriptivos de la nueva Jerusalén: “Y me mostró un río de agua de vida, clara como cristal, saliendo del trono de Dios y del Cordero. En medio de su calle, y a uno y otro lado del río, estaba un árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la salud de las naciones. Y no toda maldición no existirá jamás; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella; y Sus siervos Le servirán; Y verán Su rostro; y Su nombre estará sobre sus frentes. Y la noche no existirá jamás; y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni luz del sol; porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán para siempre y para siempre” (Apoc. 22:1-5 — traducción).
Hay un lavamiento que es una vez y para siempre y también un lavamiento continuo por aquellos que han sido lavados una vez y para siempre. El Señor está enfatizando un lavamiento continuo de la santificación por los santos de Dios. Somos responsables a lavarnos diariamente por tener cuidado para la palabra de Dios, estudiar y aplicar las Escrituras: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Hemos de limpiarnos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. Con la excepción de Judas, los discípulos, cuyos pies el Señor lavó, ya habían sido lavados en la regeneración; así que, ellos necesitaron solamente que sus pies fueran lavados (Juan 13:7-10). La Escritura habla de los que han salido de la tribulación cuyas ropas ya habían sido lavadas en la sangre del Cordero: “...Estos son los que han salido [presente medio participio de erchomai] de la gran tribulación, y han lavado [aoristo activo indicativo] sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apoc. 7:14). Ellos estaban saliendo de la tribulación, la aflicción, o las circunstancias angustiadas. Así que, ellos estaban más allá de la contaminación posicionalmente pero no sobre la contaminación condicionalmente. El propósito para la limpieza condicional es para que su autoridad esté sobre el árbol de vida, y puedan entrar por la puerta en la ciudad.
TERCERA — La tercera responsabilidad positiva de los Cristianos es desear el pronto regreso de Jesucristo: “Y el Espíritu y la esposa están diciendo: Ven...” (Apoc. 22:17 — traducción). Esto refiere a la asamblea, los redimidos del Señor que constituyen parte de la esposa. Así que, la esposa que es habitada por el Espíritu Santo repite la palabra del Espíritu, “Ven.” Esta es la última referencia al Espíritu Santo en la Escritura. El Novio en Su presencia no mediada llega a ser el centro de atracción en la ciudad porque en Él habita la plenitud de la Deidad (Col. 2:9). La última parte de Apocalipsis 22:17 — “Y el que está oyendo diga: Ven. Y el que tiene sed, ven. Y el que está deseando, tome del agua de vida sin costo” (traducción) — no es, como muchos enseñan, la última gran invitación a los no regenerados. Solamente el creyente oye, tiene sed, y desea la venida del Señor. Como el Señor dirigió a los santos en las asambleas, Él extendió un llamamiento individual: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias [las asambleas]” (Apoc. 2; 3). Una respuesta individual por los que oyen es requerido aquí en Apocalipsis 22:17. Como los discípulos fueron enseñados a orar, “Venga tu reino” (Mat. 6:10), cada Cristiano anhela esta venida.
CUARTA — La primera responsabilidad negativa de los Cristianos es no adorar a las criaturas: “...[Yo Juan] me postré para adorar a los pies del ángel que me mostró estas cosas. Y él me dice, no debes hacerlo; yo soy consiervo tuyo...” (Apoc. 22:8b, 9a — traducción). El ángel se despreció a sí mismo por afirmar que él era consiervo con Juan. El último acto registrado de este apóstol, amado devotamente por el Señor, fue el de cometer un pecado. Él tenía una vez y para siempre el lavamiento de la regeneración, pero él necesitó del lavamiento continuo. Esta es la segunda comisión registrada del mismo pecado por Juan (Apoc. 19:10; 22:9). El postrarse de Juan para adorar al Señor fue aceptado en Apocalipsis 1:17. La respuesta al acto de Juan en ese ejemplo era diferente. El Señor le dijo, “No temas; yo soy el primero y el último.” En esta ocasión, él estaba honrando al Creador, pero él estaba honrando a una criatura en Apocalipsis 19:10 y 22:9. El homenaje de Juan a la criatura era ilegal. Los ángeles ministran a las necesidades de los elegidos (Heb. 1:14), pero ellos no deben ser adorados por los elegidos. Nunca debemos ser culpables de inclinarnos a los hombres o ante cualquier otra criatura.
QUINTA — La segunda responsabilidad negativa es que Juan no sellara la profecía de este libro: “Y Él me dice, no selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca” (Apoc. 22:10 — traducción). Esto está en contraste al mandamiento a Daniel para sellar la profecía de Daniel, y él también daba la profecía acerca de tiempo del fin: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin...” (Dan. 12:4). En el caso de Daniel, la edad de la asamblea debe intervenir antes del tiempo del cumplimiento de la profecía de su libro. La primera venida de Jesucristo debe preceder al cumplimiento de la profecía de Apocalipsis. Así que, a Daniel le fue mandado sellar su profecía, pero a Juan no le fue mandado sellar el Apocalipsis. Puesto que vivimos casi al fin de la dispensación de la gracia, es tiempo para nosotros de estudiar, guardar, observar la profecía de este libro, y declarar sus verdades.
SEXTA — La tercera responsabilidad negativa es no añadir a o quitar de la profecía de este libro: “Yo estoy testificando a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiera a ellas, Dios añadirá a él las plagas habiendo sido escritas en este libro; y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su porción del árbol de la vida y de la santa ciudad, y de las cosas habiendo sido escritas en este libro” (Apoc. 22:18, 19 — traducción). Este principio Divino también se estableció durante el tiempo de Moisés (Deut. 4:2). Así que, ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo Testamento, una persona no debe añadir o quitar de la revelación Divina. El Espíritu Santo inspeccionó la escritura de la Santa Escritura a fin de asegurar su inerrabilidad y prevenir inexactitud.
El Principio Establecido —
El principio de no añadir o quitar de la palabra de Dios se estableció en Deuteronomio. Este es el último libro del Pentateuco, que consiste de los primeros cinco libros de la Biblia. Todos los eruditos están de acuerdos que Moisés es el autor del Pentateuco. En el tiempo en el que se escribió Deuteronomio, Moisés venía a la conclusión de su vida.
El libro de Deuteronomio tenía el mismo mensaje para los israelitas que II Pedro tiene para los Cristianos en el día de hoy — llamar a nuestro recuerdo las cosas que han sido escritas (II Ped. 3:1). La palabra clave en Deuteronomio es obediencia, y la palabra clave en el Nuevo Testamento para los hijos de Dios es obediencia. Podemos ser obedientes porque poseemos la gracia y tenemos la responsabilidad de vivir rectamente ante los ojos de Dios y ante aquellos con quienes tenemos asociación. Deuteronomio no es la segunda ley, sino que fue escrito para recordar a los israelitas de la ley. No es una historia sino una revista. Línea por línea y precepto por precepto son necesarios para el pueblo de Dios. Moisés señaló en el libro de Deuteronomio que Dios anhelaba la obediencia de Su pueblo. Por gratitud para la gracia maravillosa, misericordia, y privilegios de Dios los israelitas deberían rendir obediencia. Sus ojos habían visto (Deut. 4:3); Moisés los había enseñado la palabra de Dios (Deut. 4:5); su nación era mayor que cualquier otra (Deut. 4:7).
Puesto que nadie en el mundo tiene tales privilegios como los hijos de Dios, deberíamos tener cuidado de nosotros mismos y guardar nuestras almas diligentemente a menos que olvidemos las cosas que hemos visto. La Cena del Señor es un recuerdo de lo que el Señor Jesucristo ha hecho para nosotros. Cuando participamos en ella, lo hacemos en memoria de Jesucristo. Nadie oyó la voz de Dios hablando fuera del medio del fuego, como los israelitas oyeron, y vivieron (Deut. 4:33). El Señor los sacó de la tierra de Egipto (5:6). Éxodo y Deuteronomio ilustran los dos grandes pasos de la vida Cristiana. Éxodo registra el éxodo de Israel de Egipto, y Deuteronomio registra su entrada en la tierra prometida.
La única prueba de la realidad del nuevo nacimiento está envuelta en dos preguntas, ambas de las cuales tienen que ver con la palabra logos, traducida “palabra.” (1) ¿Qué pensáis de Cristo la Palabra encarnada? “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?” (Mat. 22:42). (2) ¿Como tratas la palabra escrita?
PRIMERA — ¿Qué pensáis de Jesucristo, la Palabra encarnada? La persona no salva tiene el concepto equivocado de Dios. Él escoge algún aspecto de Dios y lo magnifica a la exclusión de todo lo que la Escritura dice acerca de Jehová. Los siguientes son algunos de muchos pensamientos erróneos acerca de Jesucristo, el Hijo eterno de Dios:
1. Los Científicos Cristianos dicen que Jesús es el hombre humano y Cristo es la idea Divina; así que, la dualidad de Jesús el Cristo. Ellos creen que Jesús era el resultado de la comunión de auto-consciencia de María para con Dios. Su idea es que la concepción de María de Jesús era espiritual, porque solamente la pureza podría reflejar la verdad y amor.
2. La Escuela de Unidad del Cristianismo dice que la Biblia no refiere a Jesús de Nazaret, el hombre exterior. Ellos creen que refiere a Cristo, la identidad espiritual de Jesús, a quien Él reconoció en todos Sus caminos y salió en Su vida exterior hasta que aún la carne de Su cuerpo fue resucitada, purificada, espiritualizada, y redimida. Ellos creen que en esta manera Él llegó a ser Jesucristo, el Hijo unigénito, y hemos de seguirle en el estado perfecto y llegar a ser como Él porque en cada uno de nosotros está el Cristo, el Hijo unigénito.
3. Los mormones afirman que Jesucristo era un polígamo. Ellos asumen que María y Marta, las hermanas de Lázaro, fueron Sus esposas plurales, y María Magdalena fue la otra. Su suposición es que la fiesta en Caná era la ocasión de una de Sus propias bodas. Ellos creen que Él pudo ver Su propia semilla antes de que fuera crucificado; además, los pasajes que indican una pluralidad de dioses son numerosos en las escrituras inspiradas.
4. El Colegio Embajador dice que antes que Jesucristo fuera concebido por María, Él no era el Hijo de Dios. Ellos creen que Dios es la familia Divina, y Él era una de esa familia. Ellos proclaman que Jesucristo estaba en la carne humana en Su primer nacimiento, un descendiente de David; y por la resurrección de los muertos (nacer de nuevo), el Hijo de Dios ahora no es humano sino compuesto de Espíritu — un ser Espíritu. Ellos declaran que ninguna Escritura dice que Jesucristo no pudo pecar, y cuando nacemos de Dios seremos de Su misma familia; seremos Espíritu como Él es Espíritu, Divino como Él es Divino.
5. Los Testigos de Jehová declaran que nuestro Redentor existió como un espíritu antes de que fuera hecho carne, en tal tiempo Él fue adecuadamente conocido como “un dios,” como el jefe de los ángeles y próximo al Padre. Ellos creen que era conocido como el arcángel, cuyo nombre Miguel significa “quien como Dios” o “representante de Dios.” Su opinión es que Jesucristo no puede ser parte Dios y parte hombre porque esto sería más de lo que la ley requería; ni era Jesús la combinación de las dos naturalezas — humana y espiritual. Ellos concluyen que la justicia Divina no pudo aceptar tal rescate; el Señor Jesús que ahora es enaltecido a la naturaleza Divina no es más un hombre sino un ser Espíritu.
6. Los Unitarios creen en la divinidad de Jesucristo y después con el próximo respiro dicen, “Yo creo en la divinidad de la humanidad.” Ellos niegan la deidad exclusiva de Jesucristo y no creen que el infinito puede ser comprimido dentro de la forma de uno solo ser. Ellos declaran que Jesucristo difiere de otros hombres solamente en Su capacidad mayor para una sola vida.
7. Todos los que creen en la pecabilidad de Jesucristo pueden ser clasificados con los puntos de vistas heréticos precedentes del Señor Jesucristo. Cuando ellos dicen que Jesucristo tenía la capacidad para pecar, ellos se identifican a sí mismos con todos los puntos de vista anteriores.
Jesucristo es el Hijo eterno de Dios, el Salvador impecable de los elegidos. Todos los pensamientos precedentes en cuanto a Él son heréticos a la luz de la Santa Escritura. Puesto que los no salvos no tienen el temor reverencial para Dios, su temor es un miedo servil para Dios. Hay 18 palabras hebreas diferentes y 10 palabras griegas diferentes traducidas “temor.” Ellos describen el temor en una forma del terror, temor reverencial, o el temor aprensivo de algún peligro al que uno puede ser expuesto. Los medios que Dios usa para guardar a Su pueblo de apartarse de Él es el temor reverencial que Él pone en los corazones de los redimidos: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí” (Jer. 32:40).
Pablo distinguió el espíritu de esclavitud del Espíritu de temor (Rom. 8:15). Dios prometió a Israel que todos los pueblos tendrían el temor servil por causa de ella: “Hoy comenzaré a poner tu [israelitas] temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti” (Deut. 2:25). Por causa del temor servil, los no salvos son temerosos del castigo que ellos recibirán. Pero no pueden tener el pecado sin el castigo que lo acompaña. La gente es temerosa del SIDA, pero no tiene temor de Dios, porque no se arrepiente. Ellos no temen al pecado. Solamente quieren pecados “seguros”.
La parábola de los talentos prueba que los no regenerados no tienen el temor reverencial para con Dios (Mat. 25:14-30). El que recibió un talento y lo escondió contestó la interrogación del señor que le preguntó en cuanto a su talento y le llamó un hombre duro. Este no es el lenguaje de un Cristiano en cuanto a Dios. El hombre tenía miedo de Dios porque él tenía una vista deformada de Él. Puesto que los no salvos son espiritualmente ciegos, ellos tienen un concepto equivocado acerca de Dios. El concepto Cristiano y el concepto no-Cristiano acerca de Dios difieren. Dios Mismo no es severo, pero la severidad es un elemento en el carácter de Dios. Decir que Dios es severo solamente es parcialmente cierto, y la verdad parcial es la falsedad. No hay que escoger el elemento violento y decir, este es Dios. El amor también es un elemento en el carácter de Dios. Los religiosos solamente saben un aspecto aislado de Dios; así que, ellos no conocen al Dios de la Escritura. Un aspecto aislado no da una perspectiva cierta acerca de Dios. Una cara hermosa llega a ser repulsiva cuando es disecada. Cada aspecto pierde su belleza, pero en todo conjunto hay belleza. Dios es omnipotente, omnisciente, omnipresente, amor, justo, severo, santo, un Dios de juicio, etcétera. Solamente cuando todos estos aspectos se consideran juntos podremos ver al Dios de la Escritura.
La raíz del conocimiento espiritual es el temor del Señor. Pablo exhortó a los Cristianos limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor reverencial de Dios (II Cor. 7:1). Este temor reverencial es temor filial, un temor que resulta de una relación. Un Cristiano no quiere contristar al Espíritu Santo por hacer algo que deshonre a Dios. Lo que Dios es inspira el asombro en la persona que ha sido salvo. Lo que Dios hace para Su pueblo manda afección. Aunque la palabra es temor, no excluye una confianza filial y una paz consciente. El temor es el fundamento; el conocimiento es la superestructura. Donde no hay fundamento, no hay superestructura. El Cristiano no está asustado de Dios, pero él tiene temor de pecado que contriste el corazón de Dios. El creyente aborrece el pecado aunque él a veces peque.
Temer la retribución no es aborrecer el pecado. Los hombres pueden tener temor de Dios y aún seguir amando sus pecados. Esto sería vivir en el temor servil del Señor. El perfecto amor echa fuera el temor en el que tiene el amor de Dios en su corazón (I Jn. 4:18). El amor que Dios da al individuo que ha sido regenerado echa fuera el temor servil. Con el temor del Señor los hombres se apartan del mal (Prov. 16:6). El Cristiano no busca una manera segura para pecar y continuar cometiendo los mismos pecados. Él se aparta de ellos. Dios pone el temor de Sí Mismo en el corazón de cada persona que Él salva de modo que él se aparta del mal y se une al Señor por medio del temor dado por Dios. El temor santo es un principio permanente obrado en el alma por el Espíritu en la regeneración, y es una manifestación de la elección.
El temor de Dios es el temor engendrado por Dios del pecado: “El temor de Jehová es aborrecer el mal...” (Prov. 8:13). El temor del Señor es la confianza fuerte: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza: Y esperanza tendrán sus hijos” (Prov. 14:26). Los santos son seguros porque son salvos. No hay confianza en el temor servil, pero hay confianza en el temor reverencial. Temer a Dios correctamente es ser librado del temor servil. Esta es la diferencia entre salvación y no salvación. “El temor de Jehová es manantial de vida...” (Prov. 14:27). El manantial denota una fuente inagotable y continua. La vida espiritual no puede continuar sin alimento. El hijo de Dios tiene hambre y sed por la justicia, pero esto es imposible entre aquellos que no han nacido de Dios. Dios usa medios, y el temor es el medio por lo que nosotros no nos apartamos de Dios (Jer. 32:40). El temor santo es un principio permanente obrado en el alma por el Espíritu en la regeneración, y es una manifestación de la elección Divina. Ten cuidado de cualquier concepción de pecado que no crea en uno el temor de y el aborrecimiento para el pecado. El temor se ha de entender para la majestad de Dios: “Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible...” (Neh. 4:14). La presencia de Dios es terrible y temerosa, aún cuando venga para dar noticias de misericordia (Apoc. 1:12-18).
SEGUNDA — ¿Cómo tratas la palabra escrita? Los pensamientos de una persona acerca de la Palabra encarnada determinarán su tratamiento de la palabra escrita. La persona no salva tiene el concepto equivocado acerca de Dios. Él escoge algún aspecto de Dios y magnifica aquel aspecto a la exclusión de todo lo que la Escritura dice acerca de Jehová. La Escritura original es completa. Cada palabra y cada carácter es inspirado. Esta palabra Divinamente inspirada también es capaz de equiparnos para cada necesidad y trabajo (II Tim. 3:16, 17).
Moisés mandó que los israelitas escucharan los mandamientos que él les dio y los advirtió no añadir o quitar de ellos: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios yo os ordeno” (Deut. 4:2). Aquellos que aman a Dios aman Su palabra y la obedecen: “Mi alma ha guardado tus testimonios; Y los he amado en gran manera” (Sal. 119:167). Aquellos que sirven a Dios aman a Su palabra y toman refugio en Él como su escudo: “Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan” (Prov. 30:5). Dos palabras para consideración son (1) profecía, “Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es bienaventurado” (Prov. 29:18), y (2) limpia, “Toda palabra de Dios es limpia...” (Prov. 30:5). La palabra hebrea para profecía significa revelación u oráculo. La palabra para limpia viene de la palabra hebrea que significa refinar o probar. Literalmente significa ser separado de toda escoria. Nada es aprendido por la especulación abstracta. Debemos ir a la revelación objetiva de Dios. La palabra de Dios es absolutamente libre de toda escoria.
La palabra absolutamente limpia no puede tener nada añadido a ella para perfeccionarla. Por lo tanto, “No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso” (Prov. 30:6). No debemos añadir a la palabra de Dios en la opinión por ejercitar nuestro juicio o propia creencia, como si fuera la palabra de Dios defectuosa en la manera que ha sido dada a nosotros. La gente que es poseída por el Espíritu de regeneración tiene el mismo Espíritu Santo como iluminador; así que, cualquier desacuerdo viene de nuestra falta de entendimiento de lo que Dios nos ha entregado. Dos personas nacidas de nuevo sentadas con una Biblia abierta vendrán a la misma conclusión acerca de la enseñanza de la Escritura. Una de ellas puede entenderla mejor a causa de la longevidad de su vida Cristiana y por tener un conocimiento mayor de la Escritura.
No debemos añadir a la palabra de Dios por introducir ninguna costumbre religiosa a excepción de lo que Dios Mismo ha designado. Ni debemos quitar ni descartar cualquier cosa que Dios ha designado como inútil o superfluo. Pablo amonestó a los santos corintios que guardaran las ordenanzas o tradiciones tal como él las entregó (I Cor. 11:2). Los corintios añadieron a la palabra de Dios en su manera de observar la Cena del Señor. Habían facciones entre ellos, y ellos comían su propia cena y se emborrachaban con el vino que había sido usado en la observación de la Cena del Señor. Algunos en el día de hoy quitan de la palabra de Dios por no usar vino en la observación de la Cena del Señor. Ellos deben ser más religiosos que Pablo que fue inspirado por Dios en dar esta verdad. Además, ellos deben ser más justos que aquellos que tomaban vino en la fiesta de la boda (Juan 2). El vino no fermentado es como hielo no congelado porque el vino no puede ser hecho sin la fermentación. Pablo tenía un problema con algunos de los corintios. Ellos no estaban “recordando” lo que Jesucristo había hecho; por lo tanto, vinieron juntos para comer sus comidas. Pablo les recordó que tenían hogares para esto. Él no resolvió la dificultad con muchos de los corintios por cambiar el líquido usado en la observación de la Cena del Señor pero por darles la verdad en cuanto a la Cena y por volver a sus mentes en recordar lo que Jesucristo había hecho por ellos.
No debemos añadir a la palabra de Dios en la práctica. Somos responsables por el Espíritu Santo de la gracia que habita en nosotros no añadir a la palabra por practicar lo que la palabra de Dios prohíba y no quitar de ella por la desobediencia lo que la palabra de Dios requiere. Añadir o quitar va más allá de la idea de aquellos que reciben las llamadas revelaciones y las proclaman.
Moisés no añadió a la palabra cuando él dio el Pentateuco. Lo mismo es cierto en cuanto a los profetas que escribieron los libros históricos del Antiguo Testamento, los escritores de los libros poéticos, los libros proféticos, los cuatro Evangelios, Hechos, las Epístolas para las asambleas, las Epístolas pastorales, las Epístolas generales, y el Apocalipsis de Jesucristo. Estas no fueron adiciones a la palabra de Dios porque Dios continuaba dando Su palabra (Heb. 1:1, 2). Todos estos libros son necesarios para darnos el mensaje de Dios que quiere que tenga Su pueblo. Añadir pone los mandamientos humanos en el mismo nivel con la palabra inspirada de Dios, y esto es prohibido. Las opiniones humanas, las interpretaciones, el razonamiento, o el quitar de la palabra quitarán del pueblo de Dios los requerimientos importantes. Cualquier hombre de Dios en el día de hoy que no es fiel para declarar todo el consejo de Dios está quitando cosas del pueblo que necesitan oír, y él tiene la culpa en este sentido.
El Principio Ilustrado —
El principio de no añadir o quitar de la palabra de Dios refiere a cualquier cosa que afecta la verdad actual de Dios. Los adversarios a la palabra de Dios son los precursores de la gran apostasía que está cerca (II Tes. 2). Estamos ya viendo los precursores de esta apostasía. Como Jesucristo en Su primera venida tenía a Juan el Bautista como Su precursor preparando el camino para Su encarnación y manifestación, la gran apostasía tendrá sus precursores.
Un ejemplo Bíblico de uno que no manejó bien la palabra de Dios es registrado en Jeremías 36. Jeremías nos dio el primer ejemplo registrado del rechazo y mutilación de la palabra escrita de Dios. Jeremías 36 se puede intitular, “La Mutilación De La Biblia.” La mutilación y el rechazo ha llegado a ser una práctica común en formas diversas en nuestro día. Muchos no toman realmente un cuchillo, cortan la palabra, y la tiran en el fuego; pero ellos la niegan, fracasan en obedecerla, o buscan añadir a ella con sus propias tradiciones y opiniones humanas. Uno es tan reprensible como el otro.
La palabra del Señor vino a Jeremías en el cuarto año de Joacim, hijo de Josías (Jer. 36:1). A Jeremías le fue dicho que escribiera la palabra del Señor contra Israel, Judá, y todas las naciones desde el día que el Señor le habló, desde los días de Josías aún hasta el día en que la palabra de Dios vino a él. El propósito fue que quizá la casa de Judá oiría toda la maldad que Dios propuso hacer a ellos, y podrían arrepentirse.
El nombre de Joacim significa “Jehová establecerá.” Josías, cuyo nombre significa “él será mantenido por Jehová,” era su padre piadoso. Joacim era un rey malo, pero Josías era uno de los ocho reyes buenos en Judá. Durante el reinado de Josías, la palabra de Dios, que se había perdido, fue encontrada. Cuando la palabra de Dios le fue leída, él se arrepintió; y Josías tomó la palabra que había sido encontrada, la dio al pueblo, y lo guió en un gran avivamiento (II Crón. 34). Todo el consejo de Dios no ha sido proclamado en nuestra generación ni en varias generaciones precedentes. Así, la pureza de la palabra de Dios se ha perdido.
Joacim fue expuesto a la verdad por su padre. Él era el sucesor al trono, pero era un rey malo. La persona más mala en el mundo es uno que ha sido criado en un hogar Cristiano, expuesto a la verdad, y después llega a ser un apóstata. La piedad de un padre Cristiano no es ninguna garantía para la piedad de su hijo. Esto no elimina la responsabilidad paternal. Cada padre es responsable para criar a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor. La promesa que cuando fueron viejos no se apartarán de la verdad (Prov. 22:6) no es una garantía de la salvación. Simplemente significa que nunca pueden salir lejos de la verdad a la que han sido sujetados. No hay nadie tan malo como aquellos que llegan a ser malos después del entrenamiento piadoso. Ellos no pueden tener la quietud en el vicio hasta que han atontonado sus conciencias o han tenido sus conciencias cauterizadas. El mayor obstáculo que impide la indulgencia en las concupisciencias, la mayor manifestación de la depravación después. Pedro dijo que mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado, porque llegarían a ser como la puerca lavada que se revuelca otra vez en el cieno y como el perro que vuelve a su vómito (II Ped. 2:21, 22).
La palabra misma de Dios no vino de Jeremías. No era su opinión. La palabra vino del Señor mediante Jeremías. El profeta no dictó según su propia voluntad o de lo que vino a su mente. Jeremías paró entre Dios y Baruc: “Y llamó Jeremías a Baruc...y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado” (Jer. 36:4). El Espíritu Santo capacitó al profeta para recitar lo que Dios había mandado, aún las cosas que había olvidado. Aquí está la inspiración. Toda la Escritura es inspirada por Dios (II Tim. 3:16, 17). La inspiración tiene que ver con las escrituras mismas. Las ideas no pueden ser comunicadas sino por palabras. La Biblia es plenaria y verbalmente inspirada. La inspiración plenaria significa toda la Biblia es inspirada igualmente, y la inspiración verbal significa que la Biblia es inspirada a sus meras palabras. El Espíritu Santo inspeccionó la escritura de la Escritura a la mera letra a fin de asegurar su inerrabilidad y exactitud.
Porque a Jeremías le había sido prohibido, él no podía ir a la casa del Señor (Jer. 36:5). Por lo tanto, él mandó a Baruc a ir y a leer las palabras que él había escrito de boca de Jeremías en la casa del Señor en el día de ayuno (Jer. 36:6). Algunos piensan que el hecho de que Jeremías fue prohibido refiere a que fue encarcelado. Sin embargo, el contexto explica que se refiere a que el Señor le había escondido: “También mandó el rey a Jerameel...y a Selemías...para que prendiesen a Baruc el escribiente y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió” (Jer. 36:26). Esto asegura a los hijos de Dios que somos protegidos por Dios hasta que hayamos terminado el propósito para el que Dios nos ha mandado al mundo. Ninguna arma forjada contra el siervo de Dios prosperará (Isa. 54:17). Los siervos de Dios son inmortales hasta que Dios termine con ellos. Herodes destruyó los muchachos, pero Dios escondió a Su Cristo (Mat. 2:13-16). Otro Herodes decapitó a Juan el Bautista pero fracasó en destruir su testimonio. Las manos malas tomaron a Jesucristo y Le clavaron en una cruz, pero Dios Le resucitó de entre los muertos (Hech. 2:22-24). El mundo encarceló a los apóstoles, apedreó a Esteban, mató a Santiago, y persiguió a la asamblea; no obstante, la palabra de Dios aumentó.
El día de ayuno era el tiempo más conveniente para la lectura de la palabra. Era un tiempo de fiesta, y el pueblo fue congregado. Había una gran confluencia de gente, y el ayuno proclamado debería ser el tiempo cuando la gente sea más receptiva. Baruc hizo como Jeremías le mandó. Él tomó el rollo en donde que palabras estaban escritas, vino a la gente, y leyó a los oídos de todo el pueblo. Esto resultó en el ir de Micaías a la casa del rey y declarar a aquellos en el aposento del secretario las palabras que él había oído. Los príncipes que se sentaron allí enviaron a Jehudí para que Baruc leyera las palabras a ellos. Cuando ellos oyeron las palabras, fueron espantados (Jer. 36:16). Los príncipes fueron al atrio del rey, pero depositaron el rollo en el aposento de Elisama el secretario, “y contaron a oídos del rey todas estas palabras” (Jer. 36:20). El rey envió a Jehudí para traer el rollo, y Jehudí lo leyó a oídos del rey y todos los príncipes que junto al rey estaban. Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, el rey lo rasgó con un cortaplumas de escriba y lo echó en el fuego, y se consumió (Jer. 36:23).
El rey trató la palabra de Dios con desacato. Por poner el rollo en el aposento del secretario, los príncipes testificaban su respeto para el mensaje. Aunque Joacim había sido expuesto a la buena enseñanza por su padre santo, en vez de mostrar respeto para la palabra él mostró desacato al enviar un subsecretario para asegurarla. Él mostró su enojo al rasgar el rollo y echarlo al fuego. El rey descuidó el mensaje y rehusó oírlo, manifestó el valor necio, y no tenía temor de Dios ante sus ojos.
Aunque la palabra escrita se destruyó, la palabra misma de Dios no se destruyó. El mensaje de Dios es indestructible. Fue establecido en el cielo antes de la fundación del mundo, y saldrá y se realizará el propósito por el cual ha sido enviado. La palabra escrita se puede destruir, pero Dios permanece igual. Lo que Él ha dicho es lo mismo, y el pecado permanece igual. El pecado es todavía pecado, y el pecado recibirá sus consecuencias. Sin considerar lo que la gente haga a la palabra escrita, la responsabilidad permanece igual. El hombre es todavía responsable por sus pecados. La muerte y el juicio permanecen igual. El pecador se opone a la Biblia porque él sabe que está en su contra. Vivir en un estado impenitente, a él no le gusta que le sea leída o citada. Así que, le gustaría destruirla. Una persona que llega a enojarse con la palabra de Dios es tan insensata como un paciente que toma sus radiografías y las destruye porque no le gusta lo que ve. El destruirlas no alivia su enfermedad.
Habiendo destruido el rollo, el rey buscó regañar a Jeremías y a su escribiente (Jer. 36:26). Pero Dios los escondió para proteger a los Suyos hasta que Su propósito en ellos se hubiera cumplido. Joacim destruyó la palabra escrita; pero Dios nuevamente dio las mismas palabras a Jeremías; y estas fueron escritas nuevamente (Jer. 36:27-32). Los hombres pueden destruir la palabra escrita, pero serán escritas nuevamente. Un jefe Indio de los Estados Unidos fue sepultado con su arco y las flechas a su lado para que las pudiera usar por si él entrara en la tierra del cazador feliz. Cícero, un estadista, orador, y escritor romano, iluminó una lámpara en la sepultura de su hija con el pensamiento que posiblemente su vida, aunque extinguida por un tiempo, podría ser vivificada. Sócrates, el filósofo ateniense, puso una taza de veneno a sus labios y dijo que si él era para perecer o para vivir no lo sabía. Voltaire, el historiador y filósofo francés, dijo que pasaría mediante el bosque de las Escrituras y tumbaría todos sus árboles para que en cien años el Cristianismo solamente fuera una memoria desvanecedora. Ya sea un indio de los Estados Unidos, un estadista romano, un filósofo ateniense, o un filósofo francés, todos manifestaron una ignorancia de palabra de Dios.
Aunque nosotros vivimos en un mundo de Joacimes que usan sus cortaplumas de escriba para quitar de la palabra de Dios las cosas que no quieren oír, la palabra de Dios permanece permanentemente escrita. Este autor en sus últimas horas antes de andar fuera de tiempo a la eternidad se separaría más bien de un lecho suave, de todas las drogas para quitar el dolor — sin considerar la severidad de su dolor, de todos sus amigos, aún de la persona más estimada a sí mismo — su esposa — que ser separado de la palabra de Dios que ha sido escrita (Léanse Col. 3:1-4.)
El Cumplimiento Prometido De La Esperanza
Las últimas de las últimas palabras de Jesucristo a Sus asambleas magnifican Su pronto regreso: “El que testifica de estas cosas está diciendo, Sí en verdad vengo pronto. Amén [traducción hebrea de una trasliteración hebrea de un participio que significa asentimiento o confirmación]. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor Jesús sea con todos” (Apoc. 22:20, 21 — traducción). El tema del pronto regreso del Señor continuamente causa la discusión calentada entre las personas que aceptan dos creencias opuestas — milenialismo y amilenialismo. Aquellos que niegan el milenio dicen que los milenialistas hacen “cerca” para llegar a ser distante, “pronto” para significar edades, y “se acerca” para significar lejos. Las siguientes son las evidencias dadas por aquellos que tienen el punto de vista del amilenialismo:
1. Ellos dicen que Cristo predijo la destrucción de Jerusalén, Su venida, y el fin de la edad en Su generación.
2. Ellos declaran que el libro de Apocalipsis describe los horrores que vinieron sobre la judíos durante su guerra con Roma entre D.C. 66 y D.C. 70.
3. Ellos asumen que la batalla de Armagedón fue pelada en D.C. 70.
4. Ellos creen que el libro de Apocalipsis se escribió antes de D.C. 70.
5. Ellos dicen que el estado inmaduro de la asamblea había dejado al estado completo (I Cor. 13:8-13).
6. Ellos declaran que el reino ya había sido establecido y los enemigos de Cristo habían sido destruidos.
7. Ellos asumen que la segunda venida de Cristo sucedió cuando Jerusalén se destruyó; así, los creyentes ya no viven bajo el pacto legal sino bajo el nuevo pacto del Espíritu de vida en Cristo Jesús.
8. Ellos piensan que todas las profecías del Antiguo Testamento acerca del reino y el regreso de Cristo habían sido cumplidas (Luc. 21:22, 31).
9. Su opinión es que solamente este punto de vista explica “pronto,” “se acerca,” y “cerca” en su significado obvio y cierto.
10. Ellos concluyen que solo este punto de vista responde a la enseñanza falsa de los carismáticos, los dones milagrosos, y el punto de vista falso de los últimos días.
En contraste a los amilenialistas, los milenialistas creen que “pronto” y “en breve” en Apocalipsis 22:6, 7, y 20, definen en este libro una profecía del día del Señor con sus eventos velozmente sucesores, y se cerrará con una aparición sorprendente del Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo el Salvador y Señor de los elegidos. El tiempo profético es reservado por Dios como especialmente perteneciente a Sí Mismo. Nada en la historia satisface la descripción de los eventos que acompañan la segunda venida de Cristo:
l. El poder de Satanás no ha sido destruido.
2. Satanás no ha sido echado en el abismo.
3. La creación no ha sido entregada del cautiverio de la corrupción a la libertad de los hijos de Dios.
4. La restauración de todas las cosas no ha ocurrido y no ocurrirá hasta la segunda venida de Jesucristo.
5. Cristo no ha venido para establecer Su reino.
6. Cada ojo no ha visto a Cristo.
7. El conocimiento del Señor no cubre la tierra como las aguas cubren el mar, durante aquel tiempo todas las armas de guerra llegarán a ser herramientas de paz. Todas estas son proféticas.
Puesto que el tiempo profético está en las manos de Dios, solo Él puede definir su significado. El tiempo profético es reservado por Dios especialmente perteneciente a Sí Mismo y no a ti y a mí. Por lo tanto, cualquier referencia al tiempo profético, o con respecto a su principio o conclusión, será según la propia estimación de Dios del tiempo: “...con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (II Ped. 3:8). El lenguaje del tiempo profético es adaptado a la salvación de los elegidos (II Ped. 3:9, 15). Los profetas antiguos hablaron de la salvación prometida, el día del Señor, y la venida del Poderoso como estar cerca. Pero el cumplimiento de la profecía mostró que cientos de años pasaron antes de su cumplimiento. ¿Por qué objetan los adversarios del milenialismo a esta forma de expresión profética?
Este libro de profecía abre con “He aquí que viene con las nubes” (Apoc. 1:7), y concluye con “Sí en verdad vengo pronto” (Apoc. 22:20 — traducción). Así que, la introducción y el epílogo conectan. Hay una diferencia entre “He aquí que viene con nubes” y “Sí en verdad vengo pronto.” El primero usa la tercera persona pronombre singular, pero el último usa la primera persona pronombre singular. En el primero, el mundo no conoce el Hablador. Cada ojo verá a Jesucristo cuando Él venga como Rey de reyes y Señor de señores, pero el mundo no Le conoce. Pero al hablar a las asambleas, Él usó la primera persona pronombre singular; y la asamblea responderá. Juan conoció la diferencia entre “Él” y “Yo.” Muchos hablan de Jesucristo en la manera de Apocalipsis 1:7, pero aquellos que Le conocen hablan de Él como “mi” Salvador. Como dijo el Salmista, “Jehová es mi pastor” (Sal. 23:1), Juan respondió como las asambleas responden, “Ven, Señor Jesús” (Apoc. 22:20).
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LA AUTORIDAD DADA A LA
ESPOSA CUMPLIDA DEL REY
Las “llaves del reino de los cielos” (Mat. 16:19) refieren a la autoridad futura que será dada a la esposa cumplida del Rey. La forma del sustantivo de la palabra griega para llave es kleis. Se encuentra solamente seis veces en el Nuevo Testamento (Mat. 16:19; Luc. 11:52; Apoc. 1:18; 3:7; 9:1; 20:1). La forma del verbo es kleio. Se usa dieciséis veces. El sustantivo kleis viene del verbo kleio, que significa cerrar.
Aprenderemos el significado básico del sustantivo kleis y su importancia real en Mateo 16:19 de los versículos donde se lo usan. (1) “Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ataras en la tierra [declarar ilegal] ya habrá sido atado [futuro perfecto pasivo participio, declarar ilegal] en los cielos; y todo lo que desataras en la tierra [declarar lícito] ya habrá sido desatado [futuro perfecto pasivo participio, declarado lícito] en los cielos” (Mat. 16:19 — traducción). Esto refiere a la autoridad que será dada a la esposa perfecta y cumplida de Cristo en el reino. (2) “¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! Porque quitasteis la llave de conocimiento, vosotros mismos y no entrasteis, e impedisteis a los que estaban entrando” (Luc. 11:52 — traducción). El Señor Jesús condenó a los intérpretes de la ley por tomar la autoridad para malinterpretar la palabra. Por hacer esto, ellos quitaron la entrada al conocimiento. (3) “Y cuando Le vi, caí como muerto a Sus pies. Y Él puso Su diestra sobre mí, diciendo, No temas; Yo soy el primero y el último, y El que vive, y llegué a estar muerto; mas he aquí que vivo por los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades” (Apoc. 1:17, 18 — traducción). Esto habla del poder de Jesucristo o la autoridad de Jesucristo sobre la muerte y del hades. (4) “Y al mensajero de la asamblea en Filadelfia escribe inmediatamente; Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, El que tiene la llave de David...” (Apoc. 3:7 — traducción). La llave de David refiere a la autoridad del Señor Jesucristo en el reino mesiánico. (5) “Y el quinto ángel tocó una trompeta, y vi una estrella habiendo caído del cielo a la tierra: y se le dio la llave del pozo del abismo” (Apoc. 9:1 — traducción). En la luz del contexto, esto refiere al dar del Señor a Satanás la autoridad para abrir el abismo para liberar a los demonios del pozo durante el período de la tribulación. (6) “Y vi un ángel que descendía del cielo, teniendo la llave del abismo y una gran cadena en su mano” (Apoc. 20:1 — traducción). Esta autoridad será ejercitada después del período de la tribulación antes del reinado del 1,000 años de Jesucristo.
Las llaves del reino de los cielos no son las capacidades para abrir y exponer las verdades del evangelio durante la dispensación de gracia. Un punto de vista común y erróneo es que Jesucristo dio a Pedro las llaves, y Pedro abrió la puerta primeramente a los judíos (Hech. 2) y a los gentiles (Hech. 10). Las llaves no son presentemente dadas a la asamblea universal o a las asambleas locales como un medio de la preparación para el reino. La distinción apropiada se debe hacer entre el reino y la asamblea.
El texto identifica las llaves como las llaves del reino: “Yo te daré las llaves del reino de los cielos....Porque el Hijo del hombre está para venir en la gloria del Padre con Sus ángeles; y entonces Él recompensará a cada hombre según sus obras. Verdaderamente os estoy diciendo, que hay algunos de los que están aquí, que no experimentarán de ningún modo la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre viniendo en Su reino” (Mat. 16:19, 27, 28 — traducción). Jesucristo dará las llaves del reino a Su pueblo perfeccionado, no a las asambleas imperfectas. Esta autoridad no es dada a ninguna asamblea local. Será dada a la congregación de los primogénitos que constituirá la esposa de Cristo cuando ella será semejante a Jesucristo sin mancha o arruga. Entonces a ella le será dado el reino, y la asamblea mandará y reinará con Cristo y ejercerá aquel poder en el reino.
El error de identificar al reino con la asamblea es serio. Tal autoridad nunca se podría entregar a gente imperfecta. Pedro fue el portavoz para los discípulos, pero las llaves no se dieron a Pedro. Nótense que el verbo “dará” es futuro activo indicativo de didomi. Jesucristo continúa edificando Su asamblea; pero en el futuro, Él dará las llaves del reino a Su asamblea perfeccionada que Él está edificando. La asamblea debe ser perfeccionada a fin de reinar y gobernar sobre las naciones. La historia de la iglesia prueba que el intento por ciertas organizaciones eclesiásticas para ejercer autoridad durante la edad presente que será ejercida por la asamblea perfeccionada en el reino futuro ha sido un fuente de desastre y maldad incalculable.
La autoridad del reino en Mateo 16:19 difiere de la autoridad en Mateo 18:15-18. El Señor Jesús no prometió dar autoridad del reino al aspecto local de la asamblea. La autoridad limitada prometida a la asamblea se ejerce en el aspecto local de la asamblea en el tiempo. El contexto de la autoridad de Mateo 18:18 prueba que la disciplina de la asamblea es el tema bajo discusión. El modo subjuntivo griego, que es el modo de probabilidad, se usa muchas veces en Mateo 18:15-18 — “Ahora si tu hermano peque [aoristo activo subjuntivo de hamartano, que significa la probabilidad del pecar de su hermano] contra ti, ve y repréndele entre ti y él solo; si te oyere [aoristo activo subjuntivo de akouo, expresando la posibilidad de que tu hermano no puede oírte], has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma contigo uno o dos más, para que por [uso instrumental de epi, que significa por] boca de dos o tres testigos cada palabra puede ser confirmada. Y si él rehusa oírlos, dilo a la asamblea; pero si él rehusa oír [aoristo activo subjuntivo de parakouo] aún a la asamblea, déjalo estar a ti como el gentil y el publicano. Verdaderamente os estoy diciendo, que todo lo que atéis [aoristo activo subjuntivo de deo, mostrando la posibilidad de vuestra atarse] en la tierra ya habrá sido atado [perfecto pasivo participio de deo, que significa ya habiendo sido atado y continuando en aquel estado] en el cielo: y todo lo que desatéis [aoristo activo subjuntivo de luo, mostrando la probabilidad de vuestra desatarse] en la tierra ya habrá sido desatado [perfecto pasivo participio de luo, que significa habiendo sido desatado ya y continuando en aquel estado] en el cielo” (Mat. 18:15-18 — traducción).
Las llaves del reino son ausentes de Mateo 18:15-18 porque este pasaje no refiere a la autoridad que será dada a la asamblea perfecta en el futuro. El contexto de Mateo 18:18 limita la autoridad en tres respectos: (1) Es obviamente dada a la asamblea local. (2) Delega a cada asamblea la autoridad de la disciplina entre sus propios miembros y es limitada por lo tanto a sus propios asuntos. (3) No hay mención de las llaves del reino.
En el primer período más puro de la historia de la asamblea local, la asamblea era entremezclada con lo que no perteneció a ella. Judas estaba entre los doce discípulos. Simón el mago era un miembro de la asamblea en Samaria (Hech. 8). Entre los primeros siervos públicos fueron Dimas en una asamblea y Diótrefes en otra. No existe una perfecta asamblea local. El hermano que peca dentro de la asamblea local peca contra Dios, y su pecado contra Dios es un reflejo contra la asamblea. Por lo tanto, el hermano contra quien pecó debería reprenderlo entre dos de ellos. Si él rehusa oír al hermano, el hermano debería tomar dos o tres testigos. Si él fracasa en oírlos, ellos deberían tomar el asunto ante la asamblea local. La asamblea local es la última corte de apelación en la tierra. Si él rehusa oír a la última corte de apelación, la asamblea le debe tratar como un pagano o un publicano. Cada asamblea debe juzgar cosas dentro de su propia asamblea. Una asamblea no tiene jurisdicción sobre otra. Esto es ejemplificado en las siete asambleas locales en Apocalipsis 2-3. Cada asamblea debe arreglar sus propios problemas.
Hay tanta diferencia entre las llaves del reino y la autoridad limitada en asambleas locales como la hay entre nuestros cuerpos decadentes y el cuerpo perfeccionado que tendremos cuando veremos cara a cara a Jesucristo. La asamblea debe ser perfeccionada a fin de gobernar y reinar con Cristo sobre las naciones en la tierra. El apóstol Pablo reprendió a la asamblea en Corinto, porque sus miembros supusieron que estaban presentemente reinando con Cristo. No obstante, ellos se fueron a la gente pagana para arreglar asuntos que provenían de su asamblea. Puesto que los santos juzgarán al mundo en el futuro, deberíamos ser capaces de arreglar los asuntos pequeños en la asamblea local sin ir afuera de sus miembros (I Cor. 6:1-3). Una asamblea perfeccionada en el reino ejercerá autoridad ilimitada. Esta autoridad significada en las “llaves” todavía no ha sido dada a nosotros. Así que, el contexto de Mateo 18:18 limita la autoridad allí a la asamblea local. Las llaves del reino de los cielos serán administradas en el reino por una asamblea perfeccionada, y la autoridad limitada es administrada presentemente por los hombres imperfectos en el aspecto local de la asamblea.
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PREGUNTAS Y RESPUESTAS IMPORTANTES PARA
LOS MIEMBROS DE CADA ASAMBLEA LOCAL
Estimados Miembros de la Asamblea:
En vista de los cambios aumentados, no para lo mejor sino para lo peor, en ambos la sociedad y en la religión, es imperativo que los miembros de cada asamblea local de Cristo se enfrenten a algunas preguntas importantes.
1. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE LA LIBERTAD RELIGIOSA EN LA SOCIEDAD Y LA UNIDAD TEOLÓGICA EN LA ASAMBLEA LOCAL?
Para forzar la libertad religiosa en la sociedad sobre la asamblea local es muerte a la asamblea. La religión está orientada hacia la sociedad, pero el Cristianismo está orientado hacia Dios. La inconformidad religiosa (pluralismo) en la sociedad es tolerada porque es la inconformidad civil. Sin embargo, no se puede tolerar a la inconformidad teológica (pluralismo) en la asamblea local, porque niega los límites doctrinales y morales. Ni la inconformidad ni la unión es una señal de la presencia o la bendición de Dios. La señal de la presencia y la bendición de Dios es la “unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.”
2. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE UNA ASAMBLEA VERDADERA Y LA MAYORÍA DE LAS ASAMBLEAS?
La única diferencia mayor es la teoría (las propuestas bien-establecidas que han sido probadas ser verdaderas); sin embargo, la teoría aparte de la práctica aumenta el juicio. Si no estás bien-establecido en la teoría, es por causa de una de las cosas siguientes: (1) No te has aplicado en el estudio de la Escritura. (2) Eres desobediente a la verdad que te ha sido enseñada, que previene tu entendimiento de verdades adicionales. (3) Eres incapaz de entender las cosas espirituales.
3. ¿QUÉ ES EL COMPAÑERISMO?
Es la gente de Dios andando junto en obediencia a la verdad con una meta común que resulta en un gozo experimental.
4. ¿QUÉ ES LA DIVISIÓN?
Son las personas en la asamblea determinadas hacer algo para beneficio personal más bien que para el beneficio de la asamblea. Además, es la alejamiento de sentir y la disensión partida. Las personas que son voluntariamente (intencionalmente o no razonablemente tercas) ignorantes de los principios Bíblicos constituyen el problema más grande a la asamblea. La división no viene de enemigos externas, pero viene de la carnalidad interna de la asamblea o de los apóstatas dentro de la asamblea. ¿Cómo pueden dos andar juntos si no estuvieran de acuerdo?
5. ¿QUÉ ES LA UNIDAD?
La unidad espiritual no significa la destrucción del pensamiento individual, sino es la moldura de nuestro pensamiento colectivo Cristiano dentro de la mente de Cristo.
6. ¿CUÁL ES EL RESULTADO DE SABER ESTOS PRINCIPIOS Y FRACASAR EN MANTENERLOS?
Dios quitará el candelero, así cerrando la puerta de oportunidad.
7. ¿QUÉ CARACTERIZA LOS AMIGOS DE CRISTO?
Cristo dijo, “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14).
8. ¿QUÉ CARACTERIZA LOS AMIGOS DEL PASTOR?
El pastor de Cristo dice, “Ustedes son mis amigos solamente si nos esforzamos por seguir los principios de la Escritura.”
Esto concluye Volumen III en que hemos considerado la formación de la esposa del Rey. Esta serie continuará en el Volumen IV con el próximo aspecto de nuestro estudio del Reino futuro de Cristo.