HONRANDO
AL DIOS
VERDADERO
por
W. E. Best
Copyright © 1992
W. E. Best
Título del original:
HONORING THE TRUE GOD
por
W. E. Best
Este libro es distribuido
por el
W. E. Best Book Missionary Trust
P. O. Box 34904
Houston, Texas 77234-4904
USA
W. E. Best Book Missionary Trust expresa gratitud a los que participaron en el proceso de traducir este libro.
El texto Bíblico corresponde a la versión Reina-Valera, 1960.
Honrando Al Dios Verdadero
Sólo el Cristianismo Bíblico honra a Dios. La religión de la actualidad no puede compararse con el Cristianismo Bíblico. La mayor parte de lo que se escucha hoy en día desde el púlpito y a través de la radio, y lo que es visto por televisión, no es más que humanismo religioso, pobre exhibicionismo, y emoción carnal. El Cristianismo y la religión hecha por el hombre son tan distintos como la verdad y el error. Cada persona regenerada por el Espíritu de Dios es hecha sumisa para tener contradicha su opinión y frustrada su esperanza por la verdad de Dios. El Cristiano aprende lo que la sabiduría humana no puede enseñar y el orgullo humano nunca se inclinará a aceptar. Por el contrario, los religiosos están cegados por las doctrinas y mandamientos de los hombres.
Un nuevo énfasis en la soberanía absoluta de Dios es una necesidad, el cual es el fundamento de toda teología Bíblica. Dios es soberano en los reinos de la creación, la providencia, y la salvación. No sólo ha creado, pero también controla, todo lo que ha traído en existencia. Puesto que Dios será todo o nada, no puede haber otro dios. Aparte de la revelación Bíblica de Dios, no puede ocurrir un redescubrimiento de Su soberanía.
El dios de la religión humana no se parece al Soberano supremo de la Escritura más de lo que el débil parpadeo de una vela pueda asemejarse a la luz radiante del sol de mediodía. La Escritura prueba que los dioses falsos fabricados por los religiosos dentro del Cristianismo profesante no difieren de los dioses de piedra y madera adorados por los paganos, quienes están fuera del Cristianismo profesante.
En la comunidad religiosa, repite con frecuencia una expresión común: “Deja que Dios sea Dios.” ¿Cómo puede el hombre, quien es sin el poder de Dios, dejar que Dios sea Dios? Cristo dijo a Pilato: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:11). ¿Cómo puede el hombre que vive y se mueve en Dios, dejar que Dios sea Dios? Hechos 17:28 declara, “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.” ¿Cómo puede el efecto permitir que la causa sea la causa del efecto? Sólo el Creador es digno de gloria, honra y poder: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11).
El eternamente soberano Dios tiene un propósito (Efesios 3:11). Detrás de todos los eventos de la historia, Su propósito eterno está realizándose a través de Su providencia—la predestinación en ejecución. El propósito de Dios puede comprobarse al estudiar la naturaleza y los atributos de Dios. Dios es omnisciente—nada le toma a El por sorpresa; omnipotente—nadie frustra Su propósito; omnipresente—nadie puede escapársele; e inmutable—no hay variaciones en Su mente. Si pudiese llegar a existir alguna cosa por casualidad, o por el mero efecto de causas secundarias, uno no podría decir verdaderamente, “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por las siglos. Amén” (Romanos 11:36).
La obra de la Trinidad Divina en la salvación del hombre está incluida en el propósito eterno de Dios. El único Dios consiste en tres Personas. Hay una unidad exclusiva en esta Trinidad, porque es un compañerismo de iguales. Así, el eterno propósito de la gracia es unilateral:
1. Dios el Padre escogió un cierto número de individuos para que sean salvos (Efesios 1:4). La elección es eterna, secreta hasta la conversión, gratuita, particular, y definida (Juan 6; 10; 17). Antes de la cruz, los escogidos estaban en Cristo por la elección y la preordenación (Romanos 8:29, 30; II Timoteo 1:9).
2. Dios el Hijo adquirió la salvación de Sus ovejas en el Calvario (Juan 10:11, 15, 16). En la cruz, los escogidos estaban en Cristo por la redención y la propiciación (Romanos 3:24-26; Efesios 1:7-12). Jesucristo no adquirió una salvación posible para toda la humanidad sin excepción, sino una salvación certísima para Sus ovejas (Juan 10:15).
3. Dios el Espíritu Santo regenera a todos aquellos a quienes el Padre eligió y el Hijo redimió (Juan 3:8). A partir de la cruz, todos los escogidos estarán en Cristo por la regeneración y reconciliación, antes de que Cristo venga a establecer Su reino (II Pedro 3:9, 15).
El pacto de la gracia es unilateral; en consecuencia, una cuarta persona no pudiera tomar parte en lo que es un pacto entre iguales. Dios no puede rebajarse para hacer un pacto con los pecadores, que están en un estercolero. Los pecadores no tienen parte en su salvación de la culpabilidad y penalidad del pecado. La gloria de la salvación de Dios a los pecadores no puede ser compartida con aquellos a quienes El salva. Si el hombre pudiera tomar algún mérito por su salvación, su liberación no sería por gracia.
Los atributos Divinos han sido descartados por la mayoría de los Cristianos profesantes, desechándolos al basurero como una porción de asuntos áridos y carentes de interés. Los únicos atributos preferidos son aquellos de los cuales la gente supone que se derivan beneficios personales. Por lo tanto, el amor, la misericordia, y la gracia de Dios son estimados por encima de Su santidad, justicia, e ira. La mayoría de la gente piensa que el amor es el principal atributo de Dios. Sin embargo, la verdad es que Jesucristo murió para satisfacer las demandas de la santidad y el amor. En el Calvario, la santidad retuvo su hermosura capacitando así al amor para cumplir con sus objetivos. La misericordia deseó salvar a los elegidos, pero la justicia tenía que ser satisfecha antes de que pudiera operar la misericordia. Aquí es donde el amor intervino y proveyó un Substituto que satisfizo a la justicia. La misericordia nunca puede ejercer poder en oposición a la justicia. Ninguna filosofía humana pudiera concebir tal plan de salvación para los hombres caídos. El eterno pacto de la gracia sólo exalta y honra a Dios. La filosofía humana que deshonra a Dios está descrita en las palabras del Salmista: “...Pensabas que de cierto sería yo como tú...” (Salmo 50:21).
Dios Es Deshonrado Por Las Siguientes Doctrinas Hechas Por El Hombre
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: La Biblia contiene la palabra de Dios.
VERDAD BÍBLICA: La Biblia es la palabra de Dios; por lo tanto, cualquier persona que suponga que ciertas partes de la Biblia son de Dios y otras partes de los hombres tiene un problema más serio que su intelecto. Tal persona tiene un problema del corazón. Todo el debate que hay sobre la infalibilidad de la Escritura en la actualidad demuestra que el problema de los religiosos está en su corazón. Ni Dios ni la Escritura son disputables.
La inspiración nos dice cómo llegó la Biblia a nosotros, y la revelación describe a las Escrituras como el descubrimiento de lo que Dios quiere que sepamos. La inspiración significa que Dios respiró cada palabra hebrea y griega escrita por los hombres escogidos para darnos las Escrituras (II Pedro 1:21; II Timoteo 3:16). Esto hace que la Biblia sea diferente a todos los otros libros.
¡Tenga cuidado con los religiosos que pretende tener “una palabra del Señor” como si tuvieran una “línea directa a Dios”! Se les puede clasificar con aquellos que creen en una “revelación continua.” No conocen la diferencia entre “su inspiración” y “lo que Dios inspiró de una vez por todas” (II Timoteo 3:16; Judas 3). Los hombres hablan hoy “de” inspiración en vez de “por” inspiración.
Las ovejas de Dios conocen la diferencia entre la “inspiración de Dios” y la “inspiración de los falsos maestros” (Juan 10:3-5). Los hijos de Dios son como la gente que tiene oído para la música sin saber nota. “El oído que oye, y el ojo que ve, Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová” (Proverbios 20:12).
Puesto que la Biblia es la palabra de Dios, es la regla perfecta para la fe y la práctica. Los atributos de la Escritura se describen en el Salmo 19:7-11. La Escritura capacitará completamente al hombre de Dios para toda buena obra (II Timoteo 3:17). Esto no podría ser verdad si ciertas partes de la Biblia fueran de Dios y otras partes de los hombres.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: Dios ha hecho todo lo que puede, y ahora el hombre es responsable de escoger su propio destino.
VERDAD BÍBLICA: Dios no sólo planeó y preparó la salvación de los elegidos, sino que también la aplica a ellos en el tiempo. Aquellos que suponen que Dios ha hecho todo lo que puede y que ahora el hombre debe determinar su propio destino tienen un concepto deístico de Dios en relación con la salvación. En cuanto a la aplicación de la salvación, sería deísmo hablar de indiferencia o impotencia por parte de Dios, después de que El mismo preparó la salvación en el Calvario.
En las referencias que hablan acerca del hombre que ha nacido de Dios, se usa la voz pasiva, lo cual significa que los recipientes de la salvación no participan en el nuevo nacimiento (Juan 1:13; 3:3, 6, 8; I Juan 5:1). Por naturaleza, los hombres son pasivos para las cosas espirituales, y Dios no es un espectador que espera ver quienes, en el campo de la vida física, decidirán escoger la vida eterna para así cambiar sus destinos. La frase, “Dios no puede hacer nada por mí hasta que yo se lo permita,” la cual se repite con frecuencia, es una blasfemia.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: Jesucristo tuvo la capacidad de pecar, pero no lo hizo. Las tentaciones no habrían sido reales para Cristo si El no hubiese podido pecar.
VERDAD BÍBLICA: La impecable (incapaz de pecar) naturaleza humana estaba unida a la absolutamente santa naturaleza Divina en una sola Persona, Jesucristo el Señor. En la opinión de que Cristo podría haber pecado en Su naturaleza humana, y que en Su naturaleza Divina era incapaz de hacerlo, fuerza la conclusión que había un conflicto entre Sus dos naturalezas. Mientras que ningún descendiente de Adán escapa a la capacidad de la tentación debido a su depravación interna, Jesucristo no tuvo depravación interna con la cual luchar. La incapacidad de Cristo para pecar es el resultado de la siguiente verdad: el “Yo” de Su naturaleza humana era el Logos Divino (Juan 1:1, 14).
Los hombres depravados han concebido “un salvador” en sus propias mentes con quien ellos puedan relacionarse en su depravación. Están tan llenos de iniquidad religiosa que se atreven a sostener que la naturaleza humana de Cristo era tan caída y rebelde como la suya propia. Las personas que adoptan el punto de vista de que Jesucristo podía haber pecado no comprenden Su nacimiento virginal ni Su unión hipostática. Por lo tanto, el problema es más bien subjetivo que objetivo.
Nadie que acepte la verdad de la concepción milagrosa de Jesucristo en el vientre de la virgen María puede al mismo tiempo insistir en la doctrina de la pecabilidad (capacidad de pecar). Si alguien lo hiciera, estaría afirmando que el Espíritu Santo produjo un ser no santo, lo cual sería contrario a la Escritura (Lucas 1:35). Por medio de la concepción milagrosa, Dios protegió la naturaleza humana de Cristo de la depravación de José, y de la depravación de María por la misma obra del Espíritu Santo en su vientre.
El problema con muchos sobre el substantivo “tentación” o el verbo “tentado” se resuelve al comprender que estas palabras no siempre se usan en el sentido de “tentación” o “tentado.” Son también usadas en el sentido de “prueba” o “probado.” Un estudio cuidadoso de Santiago 1:2-15 mostrará que Cristo nunca fue “tentado.” El tuvo que tratar sólo con aquello que vino del exterior. Distinto a los pecadores, Cristo no tuvo debilidad interna; por tanto, no pudo ser atraído, seducido, o tentado. El mismo afirmó Su propia impecabilidad: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?...” (Juan 8:46). Su uso del sustantivo “pecado,” en vez del verbo “haber pecado,” prueba que el pecado nunca había entrado en la naturaleza santa de Cristo.
La conclusión de esta breve exposición sobre la impecabilidad de Cristo, es muy importante. Si Jesucristo era pecable (capaz de pecar), habría sido incompetente para tomar el lugar de los elegidos por quienes El murió. Decir que Cristo necesitó un salvador es blasfemia.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: El Espíritu Santo ayuda en el nuevo nacimiento.
VERDAD BÍBLICA: El Espíritu Santo vivifica al pecador que está muerto en delitos y pecados (Efesios 2:1, 5-10). La regeneración es cuando Dios da al pecador vida espiritual, que le capacita para hacer lo que debe, pero no puede por causa de su esclavitud al pecado. El pecador debe arrepentirse y creer; pero el arrepentimiento y la fe son evidencias, y no la causa, del nuevo nacimiento. Aunque el pecador está envuelto en el nuevo nacimiento, no participa en él. Llegar a ser un hijo de Dios sin la regeneración es tan imposible como ser un hijo de la familia humana sin generación. El predicador que ordena a la gente venir al frente para ser regenerada está usurpando la prerrogativa del Espíritu Santo.
La palabra de Dios no tiene éxito sin restricción. En la parábola del sembrador, “la palabra del reino” no tuvo efecto en el terreno no preparado (Mateo 13:18-23). Sólo una fracción de una parte de la “semilla” sembrada produzca algún incremento. El problema no es con la semilla sino con el terreno. Lo que es visto como un fracaso por el hombre no es fracaso con Dios. Dios no predestinó que todos los hombres a quienes llegase Su palabra se beneficiasen por ello. Cristo habló no desde el punto de vista del pacto de gracia sino de la responsabilidad humana.
El Espíritu Santo que mora en la persona regenerada le sostiene en su vida Cristiana. El Espíritu morando en el ser es la unción Divina por la cual todo Cristiano es capaz de comprender la palabra de Dios y crecer en la gracia. Sin embargo, la morada del Espíritu no garantiza que todo Cristiano sea lleno del Espíritu Santo. Dios manda a los Cristianos ser llenos del Espíritu (Efesios 5:18). Ya que este mandamiento está en tiempo presente (un continuo estado de ser lleno), no es una experiencia de una vez por todas.
El creyente no va en orden contrario de Jesucristo al Espíritu Santo; pero en el poder del Espíritu, él va a Cristo. La obra oficial del Espíritu Santo es guiar a alguien lleno del Espíritu, para hablar de Cristo. Los individuos que magnifican al Espíritu menospreciando al Hijo de Dios, en quien mora la plenitud de la Deidad, no son llenos del Espíritu.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: El pecador tiene una voluntad libre por la cual puede escoger la salvación o frustrar el propósito de Dios.
VERDAD BÍBLICA: La doctrina del libre albedrío, hecha por el hombre, roba el Dios soberano de ser el Iniciador del nuevo nacimiento. Los religiosos dicen que Dios no tiene poder sobre la voluntad del hombre; por consiguiente, Dios no puede salvar a un individuo contra su voluntad. Si el libre albedrío significa que la determinación absoluta de la salvación del hombre es puesta en sus propias manos, el pecador es como Dios en el sentido de ser una causa primera. Esto indicaría que hay tantos dioses como voluntades libres pueda haber.
La sagrada Escritura no registra ninguna limitación de la voluntad de Dios. Debe hacerse una distinción entre “la voluntad de propósito” de Dios y Su “voluntad de mandato.” Esto no indica dos voluntades, sino dos aspectos de la voluntad de Dios. La voluntad de Dios puede ser comparada a un globo gigante con dos hemisferios. El hombre puede ver y comprender el hemisferio pero no la esfera completa.
Hay dos hemisferios en las cosas espirituales. Uno es secreto, y el otro es revelado: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29:29). Dios ha revelado todo lo que El quiere que sepamos, pero lo que podemos conocer es sólo una parte infinitesimal de la infinita sabiduría de Dios. El hombre siempre ha disputado con Dios acerca de las cosas secretas porque asocia lo secreto con el egoísmo. Pero la naturaleza misma prueba que en la administración Divina coexisten lo secreto y la benevolencia. Dios no ha revelado el secreto de la germinación, pero da la revelación de las cosechas. No debemos cegarnos por lo desconocido y olvidar las bendiciones generosas de Dios.
Dios no introduce un pacto condicional sin darse primero a conocer El mismo a través de la gracia por hacer atractivos Sus mandamientos a los suyos. No debe clasificarse como “secreto” todo lo desconocido a los creyentes. Esto destruiría la enseñanza Bíblica de crecer en el conocimiento (II Pedro 3:18).
La voluntad del propósito de Dios siempre se cumple: “...del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:11). “...Porque ¿quién ha resistido a su voluntad?” (Romanos 9:19). Por otro lado, ¿qué persona dirá que ha hecho siempre la voluntad de Dios? La infidelidad de los hombres en cuanto al aspecto revelado de la voluntad de Dios nunca puede hacer ineficaz la fidelidad de Dios concerniente al aspecto secreto. La voluntad de Dios es la que está mas allá del control de la voluntad humana. La voluntad de Dios está por encima de todas las otras voluntades.
El concepto de que Dios no puede hacer nada por el hombre hasta que el hombre quiera permitírselo hace a Dios inferior al hombre. Aquellos que aceptan la teoría del libre albedrío del hombre niegan la depravación total, creen que la voluntad del hombre precede a la voluntad de Dios en la salvación, sostienen que la voluntad del hombre es tan libre como la voluntad de Dios, se oponen a la doctrina Bíblica de la elección, y hacen de sus voluntades el fundamento de su salvación y su pasaporte al cielo.
La libre agencia debe distinguirse de la libre voluntad. Un agente libre tiene el poder de querer y actuar conforme le dicta su voluntad depravada, pero el libre albedrío presupone una habilidad en la voluntad misma de escoger el bien o el mal. Puesto que el hombre caído debe ser traído a Jesucristo, no tiene el libre albedrío para hacer las cosas espirituales: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:44). Además, debido a que el alma del pecador es pasivo para las cosas espirituales, el pecador no tiene el libre albedrío para determinar su propio destino.
El hombre no es regenerado porque quiera ser salvo, pero él quiere ser salvo porque ya es regenerado. Todo él que quiera puede venir, pero a no ser por la gracia de Dios, nadie lo hará. El acto de venir presupone el nuevo nacimiento. ¿Ha usted oído a alguien orar: “Dios, te doy gracias porque estuviste esperando, hasta que quise venir a tí”? La voluntad de venir a Cristo no pertenece al hombre: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:16).
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: La fe es contada como justicia ante Dios.
VERDAD BÍBLICA: La fe no es la causa de la justificación ante Dios. Nada en el pecador puede ser una condición de su vindicación ante Dios. Si la fe humana fuese un requisito para la justificación ante Dios, el pecador poseería una cualidad subjetiva para satisfacer a Dios. Así como la sangre animal no tiene ningún valor para redimir, tampoco la fe humana tiene valor alguno para justificar. La fe es la experiencia de la persona regenerada, de haber sido justificada sobre la base de la justicia de Jesucristo, la cual le es contada a su favor. Muchos interpretan Romanos 4:3, 5, y 9 como refiriéndose al primer acto de fe de Abraham (“...su fe le es contada por justicia”—v. 5). No obstante, estos versículos se refieren a su “vida de fe.” La fe no es antes que la gracia; es en ella que la fe se origina (Hechos 18:27; Efesios 2:8).
El primer acto de fe por parte de Abraham fue dejar su lugar de origen, Ur de los Caldeos (Génesis 12:1-5). “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia...” (Hebreos 11:8). Puesto que la cita que se hace en Romanos 4, acerca de la fe de Abraham, es tomada de Génesis 15:6, en vez de Génesis 12:1 (siendo el comentario divino Hebreos 11:8), Pablo estaba hablando de la “vida de fe” de Abraham, no de su justificación ante Dios. Una prueba adicional es que Génesis 15:6 se cita también en Gálatas 3:6 y Santiago 2:23. En los tres lugares se usa la misma forma de inflexión en el verbo griego. Pablo habló de la justificación por la fe, sin obras; y años más tarde, Santiago usó la misma terminología para hablar de la justificación por obras. Conclusivamente, la vida entera de Abraham, desde el tiempo de su llamado, fue vivida en fe. Esto indica que se usa constativamente (en inglés, constatively) el verbo griego aoristo activo indicativo para la palabra “creyó.” Esto contempla el acto como algo que ha ocurrido, pero también enfatiza la acción como un todo—la vida de fe.
La justificación no es simplemente la declaración de que la justicia de Cristo ha sido puesta a nuestra cuenta; por la fe, la justificación debe realizarse en el elegido (Romanos 5:1). La justificación ante Dios es objetiva, pero su realización es subjetiva. Uno no puede negar que la fe de Abraham está a la vista, pero sí puede negar que su fe fue el fundamento de su justificación ante Dios.
La vida de fe no puede contribuir a la justicia de Dios provista en la muerte de Cristo que justificó ante Dios a los elegidos. Esto significa que la vida de fe no puede hacer nada para ayudar en la justificación ante Dios, después de que la justicia de Cristo nos ha sido imputada (puesta a la cuenta de uno) e impartida (colocada dentro de uno). Por lo tanto, el pecador justificado no puede hacer nada que ayude a obtener lo que él ya tiene en Jesucristo. La Biblia es clara con respecto a la justificación ante Dios: “...por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida” (Romanos 5:18).
La fe que vindica al justificado ante Dios en base a la justicia imputada es la fe dada por Dios, la cual descansa en la justicia de Cristo. Aunque la vida de fe lo dirige a uno a la justicia de Cristo, esto no es la justicia de Cristo. Decir que la fe de Abraham es “contada como justicia” es casi como decir que la fe que dirige a algún a Cristo le sea “contada como Cristo.” ¿Hay algo de extraño en que los religiosos hagan de “su fe” un dios? La palabra de Dios establece la verdad en este asunto: (1) La justificación ante Dios se basa en el principio de la justicia imputada de Jesucristo. (2) La justificación ante la conciencia de uno es por la fe, la cual es el fruto de la justicia impartida. (3) La justificación ante los hombres es en base a la justicia impartida.
Puesto que la fe es una parte de la nueva creación en Jesucristo, no puede ser la causa de la misma. La fe no puede ser la causa de sí misma. No somos regenerados por la fe, pero somos salvos a través de la fe. La fe salvadora es una disposición de la naturaleza espiritual del hombre, por la cual puede llegar a estar seguro de que Jesucristo de la Escritura es su Salvador. Cuando la verdad de Cristo alcanza la conciencia de una persona regenerada, ella dice, “Yo creo.” Su creer no es histórico, temporal, vano, o basado en milagros.
El que ha sido regenerado posee el “espíritu de fe” (II Corintios 4:13). Esa fe es un poder que le capacita para actuar cuando es llamado por los medios de la verdad con respecto a la Persona y Obra de Jesucristo (I Corintios 2:1-5). Quien tiene este “espíritu de fe” toma la Escritura como la verdad de Dios, se refugia en Jesucristo, y está seguro de su salvación (Lucas 8:15; Juan 6:37; II Timoteo 1:12).
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: El bautismo es esencial para la salvación.
VERDAD BÍBLICA: El bautismo es el primer acto de obediencia hecho por un creyente como testimonio de lo que Dios ha hecho por él y en él. La sangre siempre precede al agua en el orden Bíblico. Son hechos discípulos antes de bautizarlos (Juan 4:1). El bautismo es una proclamación, no una ordenanza procurada. El antiguo pacto tuvo ordenanzas para el servicio Divino, pero aquellas ordenanzas nunca pudieron quitar el pecado ni hacer perfectos en cuanto a su conciencia a los que servían (Hebreos 9:1-14; 10:1-4). Las ordenanzas del Antiguo Testamento se dieron para señalar a Jesucristo y Su obra en favor de Sus ovejas. Las ordenanzas del Nuevo Testamento no fueron diseñadas para quitar el pecado sino para indicar hacía atrás la obra consumada por Jesucristo (Hebreos 10:5-18).
Aquellos que creen en la regeneración bautismal son forzados a adoptar la teoría de “dos mediadores,” Jesucristo y la persona que administra la ordenanza del bautismo. Pero sólo hay un Mediador: “Porque hay...un sólo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (I Timoteo 2:5). Ningún ser humano puede ponerse entre el único Dios verdadero, que consiste en el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, y aquellos a quienes el Padre eligió, el Hijo redimió, y el Espíritu Santo regenera. Aunque Cristo es el único Mediador, El es el Hijo por naturaleza y no por mediación. La suposición de que el “hombre imperfecto” debe situarse entre el Dios soberano y la salvación del hombre, es herética. La salvación es de Dios, y el bautismo es la “aspiración” de una buena conciencia hacia Dios por parte del creyente (I Pedro 3:21).
El sujeto apropiado para el bautismo es el individuo que ha sido hecho muerto al pecado por la justicia impartida (Romanos 6:3-6). Así que, él no sólo ha muerto al pecado sino también ha sido vivificado en Jesucristo.
Ningún hijo de Dios se opone al bautismo como “esencial” para la obediencia y la membresía en una asamblea local, pero sí niega que sea esencial para su vivificación por el Espíritu en la regeneración. Al mismo tiempo que mantiene su postura contra la regeneración bautismal, los redimidos no deben menospreciar la necesidad del bautismo como un deber Cristiano.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: La gente puede ser salva por representación.
VERDAD BÍBLICA: Solamente Cristo encarnado puede actuar como un Substituto por el pecador en su salvación. I Pedro 3:18 dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios....”
Una gran parte de la Cristiandad profesante enseña que una persona puede actuar como substituto por otra en la salvación de los pecadores. Los Católicos Romanos enseñan la regeneración bautismal, y su práctica de bautizar niños incluye también bebés muertos al nacer. Los Mormones inventaron una doctrina llamada “bautismo por los muertos.” Los Reformadores no se alejaron mucho del Catolicismo Romano en su punto de vista sobre el bautismo.
La teología Católico-Romana ha fijado el número de los sacramentos (signos externos instituidos para conferir gracia), basándose en su apreciación de que constituyen una serie de actos sobrenaturales que infunden gracia sobrenatural para toda la vida, desde el principio hasta el fin. Entre sus siete sacramentos, el Bautismo y la Penitencia son llamados sacramentos de los muertos. El Bautismo es por los pecados cometidos antes del bautismo, y la Penitencia es por los pecados cometidos después del bautismo. Los otros cinco sacramentos—Confirmación, Santa Eucaristía, Ordenes Eclesiásticas, Matrimonio, y Extremaunción—son llamados los sacramentos de los vivos. Su propósito es conferir más gracia.
La Escritura enseña que la regeneración es un requisito previo al bautismo. La muerte de Cristo no creó la posibilidad de la gracia; es la revelación histórica de la gracia de Dios. Así que, en la muerte substitutiva de Cristo en el Calvario reside la realidad de la salvación hacia la cual se dirige la fe dada por Dios y de la que el bautismo es el símbolo Divino. La realidad no debe ser puesta en el símbolo. El bautismo no es añadido a la muerte de Cristo como una co-causa de la salvación. La ordenanza del bautismo es significativa sólo cuando se relaciona con el principio de vida. Por lo tanto, el bautismo no competa con la regeneración, la cual es realizada por el Espíritu soberano (Juan 3:8).
El Mormonismo es una religión que tuvo su principio en 1830 con José Smith. Una de sus doctrinas principales es el “bautismo por los muertos.” Su así llamado “texto de prueba” es I Corintios 15:29, “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” Ha habido muchas interpretaciones de este versículo; pero a la luz del contexto, no existe problema.
El tema de I Corintios 15 es la resurrección del cuerpo. Pablo usó la palabra “muerto” (nekros) catorce veces para referirse a la resurrección física de los cuerpos muertos. Ya que se refiere a la resurrección del cuerpo en todas las otras referencias, es apropiado decir que el versículo 29 tiene el mismo significado. Este versículo enseña que los Cristianos, al “bautizarse por [huper: a causa de, no en lugar de o en vez de] los muertos,” están dando sus testimonios, significando que los santos difuntos no murieron en vano por su fe en Cristo y la promesa Divina de la resurrección. Pablo no estaba hablando de una invención humana sino de la ordenanza del bautismo, el cual representa la resurrección del cuerpo. La resurrección del cuerpo es la consumación de la salvación de los elegidos. Por el bautismo, los Cristianos testifican de la resurrección de Cristo y de todos aquellos que han muerto en El.
La Escritura enseña en forma definitiva que la regeneración es un requisito previo al bautismo, y también especifica que los pecados deben tratarse antes, y no después de la muerte (Juan 8:24; Lucas 16:19-31).
Los Reformadores cometieron un error serio en su interpretación de lo que ellos llaman “El Pacto de la Familia.” Su doctrina no puede describirse adecuadamente como “simbólica.” Desde el punto de vista Reformado, los sacramentos no son simplemente ilustraciones, sino “señales y sellos” de la promesa de Dios. Los Paidobautistas del Pacto afirman que los padres que descuidan bautizar a sus niños pecan contra sus almas. Ellos creen que los padres pueden actuar por los niños, asegurándoles así los beneficios de los pactos en los cuales entran en forma vicaria. Algunas personas hablan burlescamente de la soberanía de Dios, la elección Divina, y la salvación por la Gracia. Luego, del otro lado de sus bocas, dicen que los padres pueden actuar en forma vicaria por sus hijos.
Los Paidobautistas están entre la espada y la pared. Ellos deben alterar la definición del bautismo para hacer que signifique algo menos que la unión personal con Cristo, o se verán obligados a enseñar la salvación infantil o presunta regeneración. Si se recibe como verdad la presunta regeneración infantil, ¿no sería correcto suponer que todos los niños de los borrachines son también presuntos borrachos?
Los Paidobautistas afirman que puesto que el bautismo infantil no es condenado en la Biblia, tienen un argumento de silencio. Abstenerse de una práctica sobre la cual la Biblia guarda silencio, no es incorrecto; pero construir un precepto positivo sobre el silencio Bíblico es edificar sobre subjetivismo, y lo cual es erróneo. Si los pensamientos subjetivos de una persona no están basados sobre hechos objetivos, está creando una filosofía la cual niega que la Escritura provee la norma para la fe y conducta. Así que, el hombre se separa del sostén sobrenatural objetivo y la teología se torna en antropología.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: Los fieles de la tierra pueden aliviar los sufrimientos de las almas que están en el purgatorio.
VERDAD BÍBLICA: No hay Escritura que hable del purgatorio, un lugar donde los creyentes sufren por un tiempo antes de entrar en el cielo. Eso significaría que los justos llevan consigo sus pecados a la eternidad. Por el contrario, la Escritura afirma: “...Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis 14:13).
Debe tratarse con los pecados antes de la muerte y no después de ella. El acto único de Jesucristo en el Calvario no sólo resolvió para los elegidos la cuestión del pecado pero también su limpieza continua hasta que lleguen a la perfección en la eternidad (Hebreos 10:10-14; I Juan 1:7). La muerte de Cristo por el pecado asegura la posición de los Cristianos. Nada puede añadirse a su consumación en Cristo (Colosenses 2:9).
Para la estabilidad en la vida Cristiana, deben ser comprendidas tres verdades Bíblicas: (1) La sangre de Jesucristo es el fundamento incondicional para la limpieza posicional ante Dios (Hebreos 10:14). (2) La confesión es la condición para la limpieza práctica en la vida Cristiana (I Juan 1:9). (3) La intercesión de Cristo es la garantía para la limpieza de la santificación (I Juan 2:1, 2).
Todos los que Dios preordenó para salvación serán glorificados (Romanos 8:28-34). Los preordenados, predestinados, llamados, justificados, y glorificados son iguales en número. Dios nunca inicia algo de lo cual El es incapaz de llevarlo a su conclusión preordenada (Filipenses 1:6).
Puesto que la cuestión del pecado para los elegidos fue resuelta en el Calvario, no hay sufrimiento para ellos después de la muerte. El único sufrimiento por los pecados en las vidas de los Cristianos es mientras que viven. Dios castiga a los suyos; pero el castigo es antes de la muerte, no después de ella (Hebreos 12:5-11).
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: La vida Cristiana es incompleta sin el “bautismo del Espíritu Santo.”
VERDAD BÍBLICA: “El Bautismo en el Espíritu” se refiere a lo que tuvo lugar históricamente en Pentecostés.
La Neumatología (doctrina del Espíritu Santo) Carismática, enfatiza la “experiencia” del Espíritu Santo, pero descuida la “doctrina.” Nunca debe darse precedencia a la “experiencia” subjetiva sobre la verdad objetiva. La errónea comprensión doctrinal del Espíritu Santo lleva a experiencias erróneas.
No hay duda de que en la “iglesia” contemporánea hay una falta de poder espiritual, pero la enseñanza y la práctica de los Carismáticos no ejemplifica la descripción Bíblica del poder espiritual. Muchos piensan sinceramente que están experimentando el poder del Espíritu; pero ¿cómo pueden ellos estar seguros, si descuidan la enseñanza doctrinal sobre todo el consejo de Dios?
Hay siete referencias que hablan de ser bautizado “en el Espíritu Santo”—Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5; 11:16; I Corintios 12:13. La preposición griega en se usa en todas las referencias en el caso locativo excepto en Marcos 1:8, pero ahí el caso locativo del Espíritu Santo determina la preposición usada. El caso locativo hace que el versículo se lea “en el Espíritu Santo” en vez de “con el Espíritu Santo,” el cual sería el caso instrumental.
Las primeras cinco referencias al bautismo en el Espíritu señalan a Pentecostés. Jesucristo fue el Bautizador, y ha bautizado en el Espíritu Santo a la asamblea que El está edificando. Todas las referencias contienen verbos en tiempo futuro excepto Juan 1:33, donde aparece un participio presente futurístico. El verbo “bautizó” con respecto al agua (Hechos 1:5a) es un verbo aoristo activo indicativo (punta acción en el tiempo pasado), lo cual hace que esa parte del versículo sea historia. Sin embargo, el verbo para “bautizados,” con respecto al Espíritu (Hechos 1:5b), es futuro pasivo indicativo. La voz pasiva significa que se actuará sobre los sujetos del bautismo, en vez de que ellos participen en la acción. Por eso, la “promesa del Padre” en Hechos 1:4 era una promesa incondicional. El cumplimiento del Pentecostés predicho era tan cierto como el cumplimiento de la Pascua. El Calvario fue por todos los que fueron elegidos a la salvación, y Pentecostés fue por todos los que constituirían el cuerpo de Cristo. La promesa no sólo era incondicional, pero inclusiva, pasiva, indicativa y futura.
Después de que los Gentiles habían experimentado el bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 11:15, 16), Pedro recordó lo que Cristo había dicho en Su promesa registrada en Hechos 1:5. Así, la misma forma de inflexión verbal se usa en Hechos 11:16, lo cual señala atrás al Pentecostés.
El último versículo que habla del bautismo en el Espíritu es I Corintios 12:13. La controversia que existe sobre este versículo es producto más bien del prejuicio que de la investigación Bíblica. Como Hechos 11:16, este texto señala atrás al Pentecostés.
Toda persona regenerada ha sido bautizada en el Espíritu, pero no cuando nació de Dios ni cuando fue bautizada en agua como una ordenanza. El tiempo del verbo “bautizados” es aoristo pasivo indicativo, dando a entender que Pablo habló de la realidad de una acción pasada en la cual los recipientes no participaron. Nuestro bautismo en el Espíritu en Pentecostés (el cumplimiento de la “fiesta de Pentecostés” predicha en Levítico 23:15-22) debe entenderse en el mismo sentido que nuestra crucifixión en Jesucristo en el Calvario. No fuimos crucificados en Cristo cuando fuimos regenerados sino cuando El fue crucificado: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado [el mismo tiempo verbal de I Corintios 12:13—aoristo pasivo indicativo] juntamente con él...” (Romanos 6:6). Tanto I Corintios 12:13 como Romanos 6:6 deben entenderse en un sentido legal y no literalmente. Por lo tanto, la realidad del Calvario y Pentecostés no dependió de la obediencia de los discípulos al mandato de Dios más de lo que la segunda venida de Cristo depende de nuestra obediencia a El.
El único Pentecostés tuvo tres partes, retratadas en Levítico 23:22—(1) “vosotros,” (2) “el último rincón de ella,” y (3) “ni espigarás tu siega.” El Espíritu Santo vino sobre los Judíos (Hechos 3) [lo que corresponde a “vosotros”], los Samaritanos (Hechos 8) [correspondiente a “el último rincón de ella”], y los Gentiles (Hechos 10) [que corresponde a “ni espigarás tu siega”]. Además, esta verdad es establecida en las tres divisiones de Hechos 1:8—Jerusalén, Judea y Samaria, y hasta lo último de la tierra.
La conclusión de lo que se ha dado sobre el bautismo en el Espíritu Santo puede expresarse en forma concisa. Las personas vivificadas por el Espíritu Santo después de Pentecostés son introducidas en el ya bautizado cuerpo de Jesucristo. Si los Carismáticos están en lo correcto, la promesa del Espíritu Santo en Hechos 1:4-5 estaría en modo subjuntivo (que indica posibilidad), en vez del modo indicativo futuro (que indica realidad futura). Por lo tanto, Pentecostés no era una posibilidad sino una realidad. El Pentecostés describe simplemente la venida del Espíritu Santo para bautizar en poder a la asamblea.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: Hay sanidad física en la expiación; por tanto, Jesús llevó en el Calvario el pecado y la enfermedad del Cristiano.
VERDAD BÍBLICA: La cuestión de “la sanidad física”, como la del “bautismo en el Espíritu”, debe resolverse por la interpretación correcta de su principio fundamental. Es verdad que toda liberación espiritual proviene de la obra redentora de Jesucristo en el Calvario. No obstante, no debemos olvidar que esta obra no sólo cubre nuestra liberación presente de la culpa y penalidad del pecado, pero también nos asegura el reino futuro de Cristo. Por eso, debemos concluir que las bendiciones completas del Calvario aún no se realizan ni se realizarán hasta que se diga: “Hecho está” (Apocalipsis 21:6). Si estuviéramos ahora disfrutando de las bendiciones completas de la redención consumada, estaríamos ya en el reino perfecto. Las condiciones actuales no corresponden a las del reino venidero.
La obra redentora de Cristo es absolutamente perfecta y completa hacia Dios, pero su aplicación completa a los elegidos no ha sido realizada. La justicia de Dios (el fruto de la obra redentora de Cristo) ha sido aplicada por el Espíritu Santo a las almas que El ha regenerado, pero la redención de nuestros cuerpos espera la resurrección. Por lo tanto, los Cristianos gimen dentro de sí mismos, “esperando [participio medio presente] la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8:23). Aunque nuestros cuerpos son mortales y sujetos a la muerte, tenemos responsabilidades con respecto a ellos (Romanos 12:1; I Corintios 9:27).
Los Cristianos no son regenerados ni tampoco glorificados gradualmente. Ambos eventos son instantáneos. La Biblia enseña que cuando la redención es aplicada a las almas o los cuerpos, es completa y para siempre. Los Carismáticos llegan a la conclusión inevitable de que la salvación del alma de una persona es como la sanidad de su cuerpo—puede tener cualquiera de las dos hoy y perder las mañana.
Dios no prometió salvar a Su pueblo sin pasar por la enfermedad y la muerte, sino a través de ellas (II Corintios 4:16-18; Salmo 23:4). Si la enfermedad es una parte de la maldición que ha sido quitada a través de la expiación, ¿por qué existen las maldiciones del dolor en la maternidad, en la creación, y la muerte no ha sido quitada también? Si en la expiación hay sanidad para la enfermedad, como proclaman los Carismáticos, Dios debe desaprobar el uso de otros medios que no sean los provistos por la obra redentora de Jesucristo. Los Carismáticos manifiestan inconsistencia al hablar acerca de la “sanidad por la fe” y de “hospitales.” Su inconsistencia debe ser con el propósito de desplumar a la gente en ambas áreas.
DOCTRINA HECHA POR EL HOMBRE: No habrá un reino escatológico.
VERDAD BÍBLICA: Ninguno de los profetas ni los apóstoles espiritualizaron la culminación final de la historia humana a una subjetividad. Una profecía literal espiritualizada es un fraude exegético. Daría lo mismo espiritualizar la primera venida de Cristo que Su segunda venida. El Amilenialismo es una quimera absurda, mientras que un reino futuro donde el Hijo del Hombre estará sobre el trono es una esperanza estimulante que purifica a los elegidos (Lucas 1:32; I Juan 3:2, 3).
Llamamos profecía a los pensamientos de Dios acerca del futuro. Por lo tanto, cuando estudiamos profecía, estamos estudiando el propósito de Dios. Nadie puede estudiar profecía sin retornar al principio. Este es el caso en el estudio de Apocalipsis, el cual es designado cuatro veces en el epílogo, como “la profecía” (Apocalipsis 22:6-21). Los primeros pensamientos de Dios también son Sus pensamientos finales, porque El Mismo es el primero y el último.
Puesto que Dios está llevando a cabo Su propósito de acuerdo a Su voluntad inmutable, cuando llegamos a la conclusión a la que nos conduce la “profecía,” somos llevados una vez más a contemplar el principio. Así, el principio es visto ahora desde el fin, tal como el fin fue visto desde el principio.
El tiempo profético es controversial entre los hombres. Aquellos que niegan un reino futuro dicen que ciertas palabras usadas en pasajes proféticos indican que “cerca” no significa “distante,” “pronto” no significa “para otra época,” y “próximo” no significa “lejano.” Creen que estos términos deben usarse con su significado obvio. Esto puede sonar bien para el razonamiento natural, pero seguramente el estudiante de la Escritura es conciente de que Dios se ha reservado el tiempo profético como algo que pertenece especialmente a El mismo. Por lo tanto, cualquier referencia al tiempo profético, así como su principio o final, estará de acuerdo a la estimación del tiempo propio de Dios. La respuesta está registrada en II Pedro 3:8—“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.”
El Apocalipsis es designado claramente como la profecía de las cosas que deben declararse solemnemente, en las asambleas locales (Apocalipsis 22:16). ¡Cuidado con aquellos que le dan cualquier otra clasificación! Las últimas palabras de Cristo a las asambleas prueban que la consumación del propósito de Dios es Su venida personal para ocupar el trono de David Su padre. En Su capacidad Divina, Jesucristo como el Hijo de Dios está reinando como Señor soberano, pero este reinado no debe confundirse con el reino de la promesa como el “Hijo de David,” el “Hijo del Hombre.” El reinado de Cristo como el “Hijo del Hombre” de acuerdo al pacto, se limita a la manifestación visible del “Hijo de David,” quien es también el Hijo de Dios.
La “toda potestad...en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18) dada a Jesucristo después de Su resurrección y glorificación no niega Su manifestación plena de aquel poder en el futuro y para cuando traiga en sujeción todas las cosas en forma visible. Como el Hijo del Hombre, El reinará en una forma adaptada a la humanidad. Como la Estrella de la mañana, Cristo resplandecerá en adelante no a través de otros, sino en Su propia refulgencia personal.
El reino futuro del Hijo del Hombre es la esperanza de los santos: “Aguardando [participio medio presente de prosdekhomai, que significa ‘esperar con gran expectación’] la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). En lo futuro, el ojo de la fe debe mirar a la segunda venida de Cristo para la realización completa de la salvación. La primera venida de Cristo trajo gracia salvadora, pero la segunda venida consumará la salvación. La primera venida trajo las arras de la redención de los elegidos, pero la segunda venida la completará en gloria (Romanos 8:23). Aunque los creyentes han sido “...trasladado [indicativo activo aoristo de methistemi, que significa ‘transferir’] al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13) judicialmente, también heredarán el reino para el cual han sido preservados (I Corintios 15:50; II Timoteo 4:18).
Conclusión
La misión suprema de la asamblea de Jesucristo es glorificar a Dios, pero esto sólo puede ser hecho en la medida en que la asamblea contienda “ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Las personas que renuncian a cualquiera verdad que la Escritura revela son culpables de una ruptura en su lealtad para con Dios. Esta fe objetiva una vez dada a los santos debe ser defendida en cada generación y preservada por la siguiente. Es triste decirlo, pero estamos viviendo en un tiempo cuando la Biblia no significa más para la mayor parte de los “miembros de la iglesia” de lo que la obra de Shakespeare pueda significar para un niño pequeño.
Muchos “miembros de iglesia” toman a la ligera “las doctrinas Bíblicas divisivas.” Llaman quisquillosos a los hombres de Dios que estudian y declaran “todo el consejo de Dios.” ¿Habrá algún objeto más digno de aplicación mental que la gloria del Dios eterno? Mientras los científicos son aplaudidos por sus investigaciones para mejorar la vida física del hombre, los hombres de Dios son criticados por su investigación Bíblica para mejorar la vida espiritual del hombre. Esto no tiene sentido para los Cristianos porque les ha sido dada una naturaleza que clama: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Salmo 119:97), y “...yo guardaré de todo corazón tus mandamientos” (Salmo 119:69).
La “iglesia institucional” de hoy cree que debe de hacerse de todo a todos para poder incrementar el número de sus miembros y enriquecer sus fondos. Entonces, sus miembros construyan un teatro para el entretenimiento en lugar de una casa de adoración. ¿Qué hizo Cristo con aquellos que habían convertido la casa de Su Padre en una casa de mercado (Juan 2:13-17)? ¿No es de maravillarse que Jesucristo mismo no se fiaba (verbo activo imperfecto usado para “confiarse”) de ellos (Juan 2:24)? El sabía que su fe no era genuina.
La verdad de Dios no necesita de artimañas de fabricación humana para engañar a las ovejas por quienes Cristo murió; la verdad sólo necesita ser declarada. ¡Cuidado con las “iglesias” y “predicadores” que siempre están tratando de proponer un nuevo artificio sutil con el fin de engañar a los incautos! Ellos han recibido un lavado cerebral por parte de las denominaciones para creer que “entre más grande es mejor.” Esto es Neo-Pitagorismo. Los Pitagóricos equiparaban la realidad con el éxito. Por eso, la “iglesia de los días modernos” dice descaradamente, “Alcanza a la gente, sin importar el método que uses.”
La asamblea debe separarse del mundo para poder ministrarlo. Los religiosos presumen de enseñar a Cristo Su deber. Ellos desean ganar la aprobación del mundo. Por eso, cuando ejecutan sus ambiciones naturales, los religiosos usan las palabras de los Judíos: “...manifiéstate al mundo” (Juan 7:4). Cristo les dijo que el mundo no podía aborrecerlos porque ellos eran de él (Juan 7:7). Los Cristianos comprenden por qué la religión de estos tiempos modernos y el mundo se llevan tan bien.
La asamblea está en una expedición de cacería por las ovejas de Cristo. Su mensaje que debe ser proclamado indistintamente aunque es hecho distinguida en su aplicación por el Espíritu.