LOS CONCEPTOS FALSOS
ACERCA DEL
NUEVO NACIMIENTO
por
W. E. Best
Copyright © 1993
W. E. Best
Título del original:
THE BORN-AGAIN PHENOMENON
(A Cover-Up For Heresy)
por
W.
E. Best
Este libro es distribuido por el
W. E. Best Book Missionary Trust
P. O. Box
34904
Houston, Texas 77234-4904 USA
El Aspecto Subjetivo De La Vida
Juan 3:1-8
6 La Necesidad Para La Regeneración
El Aspecto Objetivo De La Vida
Juan 3:9-15
7 La Revelación Objetiva De Cristo
8 La Vida Objetiva Experimentada
Los Resultados De
La Vida Objetiva Y Subjetiva
Juan 3:16-21
10 La Vida Eterna Para Aquellos Que Dios Ama
11 Ningún Juicio Sobre Aquellos A Quienes Dios Ama
El texto Bíblico corresponde a la versión Reina-Valera, 1960, y a la Biblia De Las Américas (BLA) © 1986 por The Lockman Foundation (usado por permiso) cuando se indique. Se indican las traducciones directamente del texto griego por la palabra “traducción” después el versículo.
No hay porción de la Escritura más usada, peormente abusada, y menos entendida que Juan 3:1-21. Teológicamente, este pasaje de la palabra santa de Dios es usado por los denominacionalistas y los no denominacionalistas para representar varios puntos de vista concernientes a la soteriología, la ciencia de la salvación. Tres sistemas mayores de creencia concernientes a la salvación cercan a la mayoría de los creyentes profesantes, pero todos no son creyentes verdaderos. Estos son los tres sistemas mayores: (1) la regeneración bautismal, (2) la regeneración por la fe, y (3) la regeneración por el Espíritu.
La herejía encapotada en el lenguaje Bíblico permanece una herejía. Por la naturaleza de este tema, el término correcto es la herejía, no el error. La terminología Bíblica es usada por muchos para enseñar lo opuesto de lo que la Escritura actualmente afirma. Aunque el término “nacido de nuevo” es Bíblico, es usado por los políticos para conseguir votos, por atletas quienes son desobedientes concerniente al día del Señor, por las asambleas locales quienes atraen la muchedumbre con animadores, y por líderes religiosos quienes venden la palabra de Dios por ganancia. Así que, el fenómeno llamado “Cristiano renacido” ha llegado a ser el culto de más rápido crecimiento en las Américas.
De ninguna manera puede Juan 3:1-21 enseñar tantos puntos de vista divergentes acerca de la ciencia de la liberación del hombre de la penalidad y condenación del pecado. La idea de que la palabra de Dios que ha sido permanentemente establecida en el cielo y permanentemente dada (Sal. 119:89; Jud. 3) puede significar cosas diferentes a gente diferente es ridículo. Tal pensamiento merece ser ridiculizado porque es un ataque a la veracidad de Dios. Nada es dado en el tiempo sino lo que fue propuesto en la eternidad. Así, el orden para el cual los Cristianos informados contienden es la relación entre la causa y el efecto. Este orden es confirmado en la creación (Juan 1:1-3), la redención (Juan 3:14-16; Hech. 2:23), y la regeneración (Juan 3:1-16).
Veremos, en nuestro esfuerzo para realizar un estudio inteligente de Juan 3:1-21, que tan poco la gente en general entiende los pasajes que son tan familiares a los Cristianos profesantes. Esta porción de la Escritura será explorada por considerar las verdades siguientes:
1. La regeneración es necesaria por razón de la degeneración (el estado de ser degenerado o depravado). La regeneración es la obra interior de la gracia de Dios por la agencia del Espíritu Santo en que El implanta el principio de la vida espiritual en el alma.
2. El propósito de la regeneración es producir un hecho exterior de volverse a Dios en una experiencia de conversión que causa a uno seguir volviéndose a Dios en las experiencias de conversión. Así, el cambio interior de vida encuentra expresión en un cambio exterior que sigue cambiándose hasta el cambio final. La regeneración, un acto solo y completo, nunca se repite. La conversión es el comienzo de una vida santa progresiva e interminable hasta que seamos hechos semejantes a Jesucristo. La regeneración es exclusivamente el hecho de Dios en el pecador pasivo; la conversión es el hecho de la persona regenerada por el poder del principio interior de la vida. Subsiguiente al atraimiento de Dios, el que es traído Lo sigue.
3. La distinción es hecha entre el regenerado, aquellos quienes aman la luz, y los no regenerados, aquellos quienes aborrecen la luz (Juan 3:17-21). Uno nunca puede llegar a ser como Cristo a menos que él esté primero existiendo en Cristo (Juan 1:12, 13).
SECCIÓN
I
EL ASPECTO SUBJETIVO DE LA VIDA
Juan 3:1-8
1
Ahora había un hombre de los fariseos, su nombre Nicodemo, un principal entre los judíos; este hombre vino a El de noche y Le dijo: Rabí, hemos sabido que has venido como un maestro de Dios; porque nadie es capaz hacer estos milagros que estás haciendo, a menos que Dios esté con él. — Juan 3:1-2 (traducción)
Aunque Nicodemo fue un oficial de alto rango entre los judíos, él fue un fariseo religioso depravado. Puesto que el nombre de Nicodemo (sustantivo de compuesto — nike, victoria y demos, gente o muchedumbre) significa “conquistador de la plebe,” él fue más que un maestro de una sinagoga. El fue un miembro del Sanedrín, el tribunal supremo eclesiástico y civil, que fue la corte final para la interpretación y aplicación de la ley judía. Los fariseos fueron celosos de su secta religiosa, que comenzó pronto después del regreso de los judíos del cautiverio babilónico. Por lo tanto, ellos no solamente rechazaron el mensaje del precursor de Cristo, Juan el Bautista (Mat. 21:25-27; Luc. 7:29, 30), sino que también llegaron a ser los enemigos más grandes de Cristo (Juan 8).
Los fariseos fueron separatistas quienes tuvieron su propia interpretación de las Escrituras. Como muchos de los religiosos de hoy, los fariseos tenían su propio código moral y colocaron gran énfasis sobre las evidencias externas de su piedad religiosa. De hecho, ellos anularon las Escrituras sagradas por sus propias tradiciones (Mar. 7). Por eso no es de extrañarse que el lenguaje más fuerte de Cristo de denunciación fuera contra ellos (Mat. 23).
Todo lo que sabemos acerca de Nicodemo está registrado en Juan 3:1-12, 7:50, y 19:39. Nicodemo no sabía que él era una oveja perdida cuando vino a Jesucristo de noche. El contexto establecerá los diferentes puntos de vista concernientes a la razón por la cual el fariseo vino de noche. Su primer relato lo traicionó: “...Rabí [Maestro], hemos sabido [perfecto activo indicativo de oida] que has venido [perfecto activo indicativo de erchomai] como un maestro de [apo, ablativo de origen desde o fuera de] Dios...” (Juan 3:2 — traducción). La primera persona plural “hemos sabido” dio la impresión que él no tuvo nada personal en juego pero que él hablaba en nombre del Sanedrín. Si esto fuera verdad, ¿por qué vino de noche? Algunos piensan que su venida de noche manifestó cobardía. Otros piensan que fue el mejor tiempo para Nicodemo tener una conversación sin la interrupción de las actividades normales del día. Los dos verbos de tiempo perfecto dan credo al hecho de que Nicodemo había sabido por algún tiempo que Jesucristo fue un maestro quien había venido de Dios. Además, él estuvo en un estado de saber que las obras de Cristo fueron de tal naturaleza que separado de la presencia de Dios El no hubiera sido capaz de hacerlas.
La división del capítulo se adaptaría más comenzando con Juan 2:23. Aunque muchos creyeron cuando vieron los milagros que Jesucristo hacía [imperfecto activo indicativo de poieo] en la pascua en Jerusalén, Cristo no se entregaba [imperfecto activo indicativo de pisteuo] a Sí Mismo a ellos (Juan 2:24), porque El “sabía” [imperfecto activo indicativo de ginosko] lo que había en el hombre (Juan 2:25). Nosotros determinamos el carácter de los árboles por su fruto, pero Cristo conoce las meras raíces de los árboles. Por lo tanto, hay creyentes y hay creyentes. La fe puede ser sincera pero superficial (humana). Puede ser traída en practica por milagros o circunstancias, pero desaparecerá con la desaparición de las cosas que la trajeron en el ejercicio. Cristo no puede entregarse a una persona que practica este tipo de fe, porque El sabe que él es un “el oidor pedregoso,” y su fe es sólo temporal. “Y aquellos sobre la roca son los que cuando oyen reciben la palabra con gozo; y estos no tienen raíz, quien creen por un tiempo breve y en el tiempo de la prueba se vuelven apóstatas” (Luc. 8:13 — traducción).
Nicodemo vino a Jesucristo de noche como un inquiridor ansioso; sin embargo a la luz del contexto, su venida fue motivada por los milagros que el Señor Jesús hacía. Su venida no puede ser clasificada con “Venid a mí todos los que estáis trabajando [presente activo participio de kopiao] y habiendo sido cargados con cargas [perfecto pasivo participio de phortidzo, cargar con una carga], y yo os daré descanso” (Mat. 11:28 —traducción). El fariseo orgulloso se dirigió a Jesucristo como “Rabí” poniéndose así en el mismo nivel con el Señor. El decía que nosotros los rabinos hemos sabido lo que estás haciendo como Rabí. Esta manera de hablar deja poca duda de que Nicodemo no sabía en aquel entonces quien Jesucristo realmente era, aunque él admitió que Dios estaba asociado con El.
Las preguntas que Nicodemo hacía prueban que él no era regenerado cuando vino a Jesucristo. “¿Cómo es un hombre siendo capaz de nacer siendo viejo?” (Juan 3:4a — traducción). “¿Acaso es él capaz de entrar en el vientre de su madre por segunda vez y nacer?” (v. 4b — traducción). “¿Cómo pueden estas cosas llegar a ser?” (Juan 3:9b — traducción). Como Nicodemo, muchos vienen a Cristo a fin de hacer preguntas más bien que a escuchar. La depravación de sus corazones es revelada en su interrogación. Las preguntas de Nicodemo revelaron (1) como el hombre natural es incapaz de entender las cosas espirituales (I Cor. 2:14), (2) que tanto puede avanzar una persona en la sabiduría mundana (incluyendo la sabiduría religiosa) y ser espiritualmente ignorante, y (3) como uno puede pertenecer a la religión organizada y no saber nada acerca de la gracia salvadora. Esto caracteriza la gran mayoría de los religiosos. Ellos no son solamente perdidos pero también son como los fariseos, los peores enemigos de Cristo.
Jesucristo no le contestó a Nicodemo, porque El no era un Rabí ordinario que hablaba a otro rabí ordinario. El era Dios quien vino como el Maestro. Jesucristo no necesita que nadie le testifique lo concerniente al hombre, puesto que El sabe lo que hay en el hombre [uso genérico de anthropos, humanidad] (Juan 2:25). Conociendo la condición de Nicodemo, Cristo le habló como a un hombre no regenerado: “Jesús respondió y le dijo: De cierto de cierto te estoy diciendo, a menos que uno nazca [gennethe, aoristo pasivo subjuntivo de gennao, nacer] de arriba [anothen, un adverbio que significa de arriba], no es capaz [dunatai, presente pasivo indicativo de dunamai, poder, ser capaz a, o capaz hacer] de entender [idein, aoristo activo infinitivo de horao, ver o entender] el reino de Dios” (Juan 3:3 — traducción).
El adverbio anothen es usado en diferentes maneras en el Nuevo Testamento: (1) aposento alto (Mar. 14:15; Luc. 22:12), (2) de arriba (Mat. 27:51; Mar. 15:38; Juan 19:23), (3) desde su origen (Luc. 1:3), (4) de nuevo — una traducción favorita por muchos (Juan 3:3, 7; Gál. 4:9), (5) de arriba (Juan 3:31; 19:11; Sant. 1:17; 3:15, 17), (6) desde el principio (Hech. 26:5). En todas las referencias en Juan, “desde arriba” hace teología buena (Juan 3:3, 7, 31; 19:11, 23). “Nacer desde arriba” de Juan 3:3 y 7 muestra que la vida nueva viene de Dios, y efectúa un cambio radical y completo en los elegidos quienes han sido levantados fuera de la muerte espiritual, que es el resultado de su depravación.
La depravación es negada por la clase intelectual de este orden mundial y por muchos religiosos en el Cristianismo profesante. Entre los religiosos, los relatos siguientes a menudo son escuchados o leídos para refutar la verdad de la depravación: (1) Adán sólo pecó en su propia persona, y no hay razón por la que Dios debería imputar el pecado de Adán a los infantes. (2) Lo que tenemos por el nacimiento no puede ser la maldad del pecado. (3) El pecado debe ser voluntario o no puede ser pecado. (4) Que uno debería ser contado culpable de un pecado que no es suyo propio es inequitativo. (5) Dios no puede en justo juicio poner a cualquiera al infierno por el pecado original. (6) El punto de vista viejo y fatalístico de la relación de Dios al hombre está desapareciéndose. El nuevo punto de vista ve a Dios como dando al hombre la potencialidad de arreglar su propio destino. (7) El hombre no está tan corrompido por el pecado que no puede de sí mismo creer para la salvación de su alma. (8) El pecador puede ser salvo en cualquier momento que él desee creer, porque hoy es el día de salvación. (9) Puesto que al pecador se le es ordenado creer, no está tan muerto y pasivo para no poder creer. (10) Los nombres están escritos y sellados en el cielo en el punto de fe. Así que, la fe, la regeneración, y la justificación todas se llevan a cabo simultáneamente.
En contraste a los relatos precedentes en que la depravación es refutada, la depravación significa las verdades siguientes concernientes a lo que el hombre es por la naturaleza:
1. El es espiritualmente muerto: “Y vosotros existiendo [presente activo participio de eimi, ser o existir] muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef. 2:1 — traducción). Antes que los de Éfeso fueran hechos vivos juntos con Cristo (Ef. 2:5), ellos existían en un estado continuo de la muerte espiritual.
2. El es obscuridad: “Porque erais [imperfecto activo indicativo de eimi] anteriormente obscuridad...” (Ef. 5:8 —traducción). Esto no es lo que hacen los no regenerados, sino los que lo son por la naturaleza. “Siendo aquellos quienes han sido oscurecidos [perfecto pasivo participio de skotidzo, ser o llegar a ser oscurecido] en su razonamiento [dianoia, mente, razonamiento, entendimiento, o pensamiento], habiendo sido enajenados de [perfecto pasivo participio de apallotrioo, ser extranjeros] la vida de Dios, mediante la ignorancia estando en ellos, a causa de la dureza de su corazón” (Ef. 4:18 — traducción).
3. El es mortal. La muerte física es la casa designado para todos los vivientes (Gén. 3:19; Job 30:23; Rom. 5:12-14; Heb. 9:27).
El verbo dunamai, que significa poder, ser capaz a, o ser capaz de, es usado en su forma presente pasivo indicativo (dunatai) en los versículos siguientes para más establecer la verdad de la incapacidad espiritual de aquellos quienes están espiritualmente muertos; la habilidad o la capacidad en cada versículo es negada por el adverbio griego ou. El pecador no es capaz de (1) entender el reino (Juan 3:3), (2) entrar en el reino (Juan 3:5), (3) venir a Cristo (Juan 6:44), o (4) entender las cosas espirituales (I Cor. 2:14). En caso que el negado dunamai no sea suficiente para convencer a los religiosos, consideren las siguientes Escrituras: “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios” (Rom. 3:11 BLA). “Y no estáis dispuestos a venir a Mí para que podáis tener vida” (Juan 5:40 — traducción). “El que es de Dios está oyendo las palabras de Dios; por lo tanto no están oyendo, porque no son de Dios” (Juan 8:47 — traducción). “Pero vosotros no estáis creyendo, porque no sois de Mis ovejas. Mis ovejas están oyendo Mi voz, y yo las conozco, y ellos Me están siguiendo” (Juan 10:26, 27 — traducción).
2
Jesús respondió y le dijo: De cierto de cierto te estoy diciendo, a menos que uno nazca de arriba, no es capaz de entender el reino de Dios. — Juan 3:3 (traducción)
En el estudio de la inhabilidad total espiritual del no regenerado, uno no puede ignorar la pasividad de aquellos quienes no son nacidos de Dios. La voz pasiva del verbo griego gennao (nazca) en Juan 3:3 representa el sujeto como el recipiente de la acción, significando que el sujeto está recibiendo la acción. Si el sujeto fuera un participante en la regeneración, estaría en la voz media. Además, si el sujeto pudiera regenerarse a sí mismo, la acción estaría en la voz activa. En cualquier tiempo el hombre está asociado con la voz media o activa usado con sodzo o gennao, no hay conexión con el uno haciéndose espiritualmente vivo. Esto nos trae a la importancia del primer relato de Cristo a Nicodemo en Juan 3:3.
Jesucristo no dio instrucción a Nicodemo concerniente a como él podría nacer de Dios. ¿Pero cuántas veces hemos escuchado a los predicadores y a otros decirle a la gente como puede nacer de nuevo? Ellos están haciendo algo que el Salvador Mismo nunca hizo a través de Su ministerio personal. Aunque Cristo usó el imperativo (mandamiento) cuando dijo, “arrepentíos” (Mat. 4:17; Mar. 1:15) y “creed” (Mar. 1:15), El nunca mandó a nadie que fuera nacido de arriba, fuera regenerado, o fuera vivificado. La distinción debe ser hecha entre la fe y el nuevo nacimiento. El primer relato de Cristo a Nicodemo fue, “De cierto de cierto te estoy diciendo, a menos que uno nazca [gennethe, aoristo pasivo subjuntivo de gennao, nacer] de arriba, no es capaz [presente pasivo indicativo de dunamai, ser capaz, negado por el adverbio ou] de entender [idein, aoristo activo infinitivo de horao, ver, observar, o entender] el reino de Dios” (Juan 3:3 — traducción). El modo subjuntivo del verbo gennao es en la voz pasiva. La definición de la voz pasiva debería ser considerada desde dos puntos de vista: (1) El sujeto del verbo es inactivo, y (2) alguien está actuando sobre el sujeto. La siguiente es una lista de los versículos donde la voz pasiva del verbo gennao es usado:
1. Juan 1:13 — “Quienes no fuera de sangres ni fuera de la voluntad de la carne ni fuera de la voluntad de hombre sino que fuera de Dios nacieron [egennethesan, aoristo pasivo indicativo]” (traducción).
2. Juan 3:3 — “...De cierto de cierto te estoy diciendo, a menos que uno nazca [gennethe, aoristo pasivo subjuntivo]...” (traducción).
3. Juan 3:5 — Este es igual al versículo 3.
4. Juan 3:6 — “Lo que ha nacido [gegennemenon, perfecto pasivo participio] fuera de la carne es carne, y lo que ha nacido [gegennemenon, perfecto pasivo participio] fuera del Espíritu es espíritu” (traducción).
5. Juan 3:7 — “No te maravilles porque te dije: Es necesario para todos vosotros nacer [gennethenai, aoristo pasivo infinitivo] de arriba” (traducción).
6. Juan 3:8 — “El Espíritu está respirando donde El desea, y estás escuchando Su voz, pero no has entendido de donde está viniendo y a donde va; así es todo quien ha nacido [gegennemenos, perfecto pasivo participio nominativo masculino singular] fuera del Espíritu” (traducción).
7. I Juan 2:29 — “Si podéis saber absolutamente que El es justo, sabéis también que todo que está haciendo justicia ha nacido [gegennetai, perfecta pasiva indicativo] fuera de El” (traducción).
8. I Juan 3:9 — “Todo el que ha nacido [gegennemenos, perfecto pasivo participio nominativo masculino singular] fuera de Dios no practica el pecado, porque su simiente permanece en él; y él no es capaz de estar pecando, porque él ha nacido [gegennetai, perfecto pasivo indicativo] fuera de Dios” (traducción).
9. I Juan 5:1 — “Todo aquel creyendo que Jesús es el Cristo ha nacido [gegennetai, perfecto pasivo indicativo] fuera de Dios, y todo aquel amando a El quien le dio a luz está amando a aquel quien ha nacido [gegennemenon, perfecto pasivo participio acusativo masculino singular] fuera de Dios” (traducción).
10. I Juan 5:4 — “Porque todo lo que ha nacido [gegennemenon, perfecto pasivo participio nominativo neutro singular] fuera de Dios está venciendo al mundo; y esta es la victoria venciendo al mundo, nuestra fe” (traducción).
11. I Juan 5:18 — “Hemos sabido [perfecto activo indicativo de oida] que todo el que ha nacido [gegennemenos, perfecto pasivo participio nominativo masculino singular] fuera de Dios no practica el pecado, pero el que hubo nacido [gennetheis, aoristo pasivo participio] fuera de Dios está guardándose a sí mismo, y el maligno no le puede dañar” (traducción).
Esta lista de Escrituras prueba que la regeneración (nacido fuera de Dios) es la obra exclusiva del Dios soberano sobre el pecador pasivo. Negar que el pecador es completamente pasivo a las cosas espirituales es negar la depravación. Algunos argumentan que si el hombre es totalmente incapaz para ejercitar su facultad de razonamiento y libertad de voluntad y escogimiento, él sería tan insensible que ni cuenta se daría cuando fuera al infierno. Ellos dicen que aunque el hombre rico de Lucas 16:19-31 fue totalmente incapaz de huir de los tormentos del hades, él no fue totalmente incapaz de ejercitar su voluntad y escogimiento para la misericordia, porque él pidió por misericordia y alivio. Su racionalización los conduce a cuestionar, ¿puesto que esto fue hecho en el hades, por qué no lo pudo haber hecho en la tierra? Ellos citan Isaías 1:18 para apoyar su reclamo de que el pecador ejercita su razón antes de que él sea hecho tan blanco como la nieve. Además, su opinión es que el pecador debe ejercitar la libertad a fin de venir al Señor antes de que encuentre descanso (Mat. 11:28). Ellos concluyen que cualquier persona quien dice que el pecador es totalmente incapaz del arrepentimiento y la fe invierten el orden y no entienden las siguientes cosas: (1) El pecador anda en el pecado (Ef. 2:1, 2). (2) El está muerto y vivo a la vez (I Tim. 5:6). (3) El puede llegar a ser muerto al pecado por la gracia sin ser un cadáver (Rom. 6:11). (4) El no es insensible mientras que él esté muerto en pecado, porque él es capaz de razonar y escoger salir de la jaula del cerdo (Luc. 15:11-32). (5) El es responsable de arrepentirse y creer mientras que él esté muerto en pecado (Mar. 1:15). (6) Aunque esté muerto en pecado, el pecador puede hacer una decisión de vivir (Ezeq. 18:31). (7) El no es destinado para ser regenerado aparte del arrepentimiento y la fe (Luc. 7:50).
El testimonio Bíblico está repleto con evidencias de la depravación total. Tan profundo es el pecado original que como la muerte vino a Adán a causa de su pecado, la muerte viene a todos los hombres porque todos han pecado (Rom. 5:17-19). El hombre caído ha llegado a ser corrupto en todos sus caminos; por lo tanto, toda su naturaleza se mueve en oposición a Dios. La corrupción es evidente a través de toda la vida del hombre, y viene desde las profundidades de su corazón depravado. La vida afuera de Cristo es en pecado, culpabilidad, las concupisciencias de la carne, desobediencia, dureza, y no arrepentimiento y está bajo la ira de Dios. Aparte de la gracia de regeneración (nacido de Dios, nacido de arriba, el nuevo nacimiento, hecho vivo, o creación nueva), el pecador continúa en una vida de pecado que resulta en su atesorando ira para el día de la ira y el justo juicio de Dios. Su existencia pecaminosa no cesa hasta en la muerte: “El que está actuando injustamente actúe injustamente todavía, y el inmundo actúe inmundamente todavía...” (Apoc. 22:11 — traducción).
Las personas quien creen que el hombre caído tiene la capacidad para hacer un cien por ciento y un ochenta por ciento volverse — de irse de Dios a ir a Dios — aparte de la gracia no es diferente de aquellos quienes creen que hay una chispa Divina dentro de todo hombre. Hace varios años en una discusión acerca de la depravación entre un liberal y un evangélico, no evidenciaron ninguna diferencia en sus creencias. El liberal leyó un papel concerniente a “ventilando la chispa en una llama”; en respuesta, el evangélico citó Efesios 2:1 para probar que no hay chispa para ventilar. El liberal le encomendó acerca de su respuesta y le preguntó si él creía que el hombre tenía la capacidad en sí mismo de aceptar o rechazar el evangelio. El evangélico contestó sin vacilar afirmativamente. Entonces el liberal preguntó cuál fue aquella capacidad en el hombre. Cuando el evangélico contestó que era el libre albedrío del hombre, el liberal replicó sonriendo que el evangélico lo llamó el libre albedrío, y él lo llamó la chispa de bondad.
Uno debe entender que el hombre como un pecador pasivo no es un socio con Dios en la regeneración. En contradicción al concepto arminiano, “Dios te salvará si abres la puerta y Le dejas entrar en tu corazón,” el pecador pasivo no toma la parte decisiva en el nuevo nacimiento. ¿Quién abre el corazón de quien para la verdad? La Escritura contesta, “Entonces una mujer llamada Lidia, una negociante de paño púrpura de la ciudad de Tiatira, quien está adorando a Dios, escuchaba, cuyo corazón el Señor abrió a poner atención fuerte a las cosas habladas por Pablo” (Hech. 16:14 — traducción). Así, el Espíritu Santo y no la predicación de Pablo capacitó a Lidia recibir el mensaje que afectó su entendimiento, emoción, y voluntad para capacitarla poner fuerte atención.
El argumento de los arminianos concerniente a la insensibilidad del pecador pasivo es absurdo. Una persona abandona el sentido común cuando él afirma que la pasividad significaría que el hombre rico de Lucas 16:19-31 sería tan insensible que él no se daría cuenta cuando se fuera al hades. El uso Bíblico de la voz pasiva de los verbos griegos, cuando son usados en referencia a los seres humanos, no significa que los seres humanos son absolutamente insensibles. La persona no regenerada está físicamente viva pero espiritualmente muerta. Físicamente, la persona no regenerada no es insensible a su naturaleza física; pero él está privado de sentir de o sensación a las cosas espirituales. En todos los quince lugares donde la palabra gennao es usada para significar nacer fuera de Dios, el pecador vivo fue actuado encima por Dios porque él fue pasivo concerniente a las cosas espirituales. Aunque el pecador es insensible al hecho de la gracia de Dios, como Lidia, él llega a ser sensible al mensaje de Dios y pone fuerte atención a las cosas de Dios. Así que, cuando la persona no regenerada es nacido de Dios, él va desde ser pasivo a ser activo en y para las cosas espirituales.
Concerniente al ejercicio de la voluntad y el escogimiento del hombre rico en el hades, la respuesta es sencilla y tan clara como el cristal a todo quien tiene una mente espiritual. Aquellos quienes creen en la libre gracia no niegan que el pecador tiene una voluntad; pero su voluntad es insensible a las cosas espirituales; por lo tanto, va en una sola dirección, abajo, afuera de Dios (Juan 3:19, 20). Como el agua, toma el camino sin resistencia. No hay un pecador vivo a quien no le gustaría ser librado de los tormentos del infierno; pero aparte de la gracia, él no quiere ser librado de sus pecados a los cuales ama y en los cuales se deleita. Su deseo por liberación no es de sus pecados sino de la tortura física.
Vamos ahora a conseguir un retrato del hombre rico en el hades. Hay tres contrastes en Lucas 16:19-31: (1) contraste en la vida (vv. 19-21), (2) contraste en la muerte (v. 22), y (3) contraste en la eternidad (vv. 23-31). Considera sólo la parte que algunos aplican para enseñar que el hombre rico ejerció su voluntad y escogimiento en pedir por misericordia y alivio a sus tormentos (vv. 23-31). Siendo temeroso del castigo futuro mientras uno esté viviendo en el tiempo y la experiencia actual de la tortura en la eternidad vastamente difiere. Aunque el hombre rico sufre las torturas del hades, en su petición, no dijo nada acerca de Dios, la justicia, o la santidad. Sólo expresó lo que está relacionado a lo físico y no al reino espiritual. Esto prueba que su voluntad y escogimiento fueron concernientes acerca de una sola cosa — lo físico. Así que, la voluntad del hombre rico en el hades continúa su corrida descendente afuera de Dios.
El pecador ejercitando su razonamiento antes de que él pueda ser hecho tan blanco como la nieve es otro error de los arminianos. ¿A quiénes fueron dichas las palabras de Isaías 1:16-20? Dios no razona con el irrazonable. Estas palabras no fueron conectadas con los precedentes (vv. 10-15) o los versículos siguientes (vv. 21-27), pero ellos aplican al remanente que Dios tuvo entre los malignos. No hay misericordia en la corte de justo juicio, pero sí hay en el trono de gracia. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isa. 1:18). Este es similar al pedido de David, “Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve” (Sal. 51:7). Dios decía al remanente romper los pecados por el arrepentimiento y entonces seguir la instrucción. La instrucción puede ser aplicada no sólo a David en el Salmo 51, pero también a la asamblea (II Cor. 7:1).
El razonamiento aparte de la gracia es irrazonable en cuanto a las cosas espirituales. La mente del no regenerado es natural (I Cor. 2:14), carnal (Col. 2:18), vano (Ef. 4:17, 18), y corrompida (Tito 1:15). ¿Puede una mente depravada hacer juicios espirituales y sanos? Si es así, sería como una fuente mala dando agua buena, y no habría valor en el Espíritu de regeneración. Si el pecador tiene la capacidad de discernir ambas cosas espirituales y naturales y por su propia capacidad escoge lo espiritual, él no aborrece lo bueno sino lo malo, que es contrario a Juan 3:19-20. La Escritura enseña que subsiguiente a la caída el pecador discierna la maldad; por otra parte, el Cristiano tiene sus sentidos ejercitados a discernir ambos lo bueno y lo malo (Heb. 5:14).
El verbo hebreo para “estemos a cuenta” (yakah, ser correcto, demostrar lo que es correcto, argumentar, decidir, rogar, razonar, o regañar) en Isaías 1:18, el pasaje más familiar en el Antiguo Testamento, significa ser correcto o demostrar lo que es correcto. Algunos lo traducen, “vamos a discutir nuestro caso en la corte.” Sugerir este sentido judicial tiene fuerte apoyo en la luz de Isaías 11:1-4. Estas palabras fueron habladas al profeta para el beneficio de aquellos cuyo razonamiento había sido hecho razonable por la gracia. Así, había un remanente no tan egoísta que construyera un sistema teológico que opinara menos o más acerca de Dios que El Mismo hubiera dicho acerca de Sí Mismo. A ellos, Dios se reveló Sí Mismo, porque ellos fueron capaces de subir arriba y adelante de la comprensión del razonamiento humano.
Los hipócritas descaradamente entran en disputa con Dios, pero el razonamiento marca a los Cristianos como distintos de los hipócritas. Los Cristianos entienden que la función apropiada del razonamiento en relación con la fe es para recibir la verdad de Dios, porque la gracia provee para los creyentes: “...las armas de milicia no son carnales sino poderosas en Dios para el propósito de derrumbar fortalezas, destruyendo sofisterías [razonamientos falazes] y toda cosa alta que se levanta contra el conocimiento de Dios, y tomando cautivo todo pensamiento [noema, método, diseño, o conspiración] a la obediencia de Cristo” (II Cor. 10:4, 5 — traducción).
El argumento arminiano que el pecador tiene que ejercitar su libre albedrío para venir a Cristo antes que pueda tener descanso es otra negación de la depravación. El relato en Mateo 11:28, “Venid a Mí todos los que estáis trabajando y habiendo sido cargados con cargas, y yo os daré descanso” (traducción), debe ser estudiado en la luz de su contexto inmediato. Una pregunta importante es necesaria en este punto, ¿quién primero viene a quien? Subsiguiente a la caída, Adán no vino primero a “Jehová Dios”; pero “Jehová Dios” vino al jardín donde Adán se escondía y lo llamó (Gén. 3:8-10). La mujer de Samaria no vino primero a Cristo; El vino a ella (Juan 4:4-30). Zaqueo no vino primero a Cristo; Cristo vino a él (Luc. 19:1-10). Cristo dijo, “Ninguno es capaz de venir a Mí a menos que el Padre quien Me envió le trajere, y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:44 — traducción).
Uno debe aprender lo que venir a Cristo no es, antes de averiguar lo que es, en la luz de la evidencia Bíblica. (1) Venir a Cristo no es un hecho físico, tanto como pasando al frente, levantando la mano, yendo en una sala de estudio, siendo bautizado, etcétera. La gente vendrá mientras que piensan que ellos pueden hacer algo, pero tales hechos físicos nunca pueden lograr la regeneración. (2) Venir a Cristo no es un hecho de la mente, tanto como uno repitiendo la oración del pecador o decidiéndose por Cristo. Si este fuera todo lo que es necesario para el nuevo nacimiento, no habría necesidad para la obra regeneradora del Espíritu Santo. (3) Venir a Cristo no es una experiencia mística infundada en la verdad Bíblica, tanto como ver una visión u oír una voz. Después de considerar las tres cosas mencionadas, se nos recuerda de gente quien, que cuando se les pregunta si son Cristianos, expresan tales cosas como, “Yo hice una decisión para probar a Jesús”; “Yo vi a Jesús en una visión”; o “Yo oí una voz.”
Venir a Cristo es una manifestación de la regeneración. No es para nacer de Dios. Así que, venir a Cristo no es un medio de nacer de Dios, pero evidencia que el que viene ha nacido de Dios. Isaías dijo, “TODOS los sedientos, venid a las aguas; y los que no tenéis dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad vino y leche sin dinero y sin costo alguno” (Isa. 55:1 BLA). Las tres cosas sobresalientes en este texto son agua, vino, y leche. (1) Las personas quienes son desagradadas con todo el formalismo de la religión tienen sed para el Espíritu quien limpia como el agua. Los judíos fueron familiarizados con esta terminología (Ezeq. 36:25, 26). Tal descontento y la sed son efectos de la regeneración. (2) El vino es un símbolo del gozo Divino: “Y vino que alegra el corazón del hombre...” (Sal. 104:15 BLA). En la boda de Caná, el vino bueno fue guardado hasta el último (Juan 2:10). Cristo cambiando el agua al vino refuta la transubstanciación, la enseñanza del Catolicismo Romano. Si el vino después de la consagración por los sacerdotes aparece y sabe igual antes de la consagración, ¿cómo pueden decir que es la sangre de Cristo? El vino mejor guardado para lo último en la boda representa la gloria de la regeneración, mostrando que el último estado es mejor que el primero. (3) La leche es el alimento para el crecimiento espiritual: “Como infantes recién nacidos desead la leche espiritual no corrompida, para que por la cual podáis crecer” (I Ped. 2:2 — traducción).
Venir a Cristo involucra un reconocimiento de necesidad, una revelación de Cristo, y una resignación de uno mismo. El reconocimiento de necesidad no se lleva a cabo en el razonamiento no santificado de la mente no regenerada. La persona quien disfruta la vida que no se centra en Jesucristo nunca ha sido hecho sentir el cansancio de su estado continuo de cargas. Además, él nunca llegará a ser conocedor de tal cansancio como un resultado de pecados hasta que él haya sido hecho espiritualmente vivo por el Espíritu soberano.
Puesto que Dios nunca comienza algo que El no termina, Jesucristo es hecho conocido a quien le ha sido hecho sentir el cansancio de sus pecados. El viene en el poder del Espíritu regenerador a Cristo como una persona arrepentida. “En aquel tiempo respondiendo Jesús, dijo: Te estoy alabando, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios e inteligentes, y las hiciste conocer a los inmaduros; Sí, Padre, porque en esta manera fue agradable en Tu vista. Todas las cosas Me fueron entregadas por Mi Padre, y nadie totalmente conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre totalmente conoce alguno, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo desea revelar” (Mat. 11:25-27 — traducción). Como el Padre es un misterio hecho conocido a Jesucristo, Cristo es hecho conocido a la fe que es el fruto de uno habiendo nacido de Dios. Lo que está afuera del entendimiento del razonamiento humano no es afuera de la comprensión de la fe dada por Dios a los elegidos.
El conocimiento trinitario es hecho conocido a los elegidos. El Padre conoce al Hijo, y el Hijo conoce al Padre (Mat. 11:27). Dios conoce la mente del Espíritu (Rom. 8:27 BLA), y el Espíritu conoce las profundidades de Dios (I Cor. 2:10 BLA). Los elegidos conocen a Dios experimentalmente porque Cristo desea hacerse conocido (Mat. 11:27). Según la Escritura, este conocimiento no es presuntuoso: “Y por esto estamos conociendo [presente activo indicativo de ginosko] que Le hemos conocido [perfecto activo indicativo de ginosko], si pudiéramos guardar Sus mandamientos. El que dice, yo Le he conocido [perfecto activo indicativo de ginosko], y no guardando Sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está existiendo en este” (I Jn. 2:3, 4 — traducción). Versículo 3 es positivo, pero el versículo 4 es contrapositivo. Aunque el versículo 3 habla del conocimiento experimental, Juan no dudó en llamar a la persona mentirosa quien siempre dice y no hace y decirle que la verdad no existe en él. El apóstol no afirmó en los primeros dos versículos de este capítulo que uno debe ser sin pecado antes que él sea inteligente acerca de su relación con Dios, pero él sí afirmó que uno no debe presumir que él es seguro antes de la gracia de Dios haciéndole querer ser sin pecado. Uno debe resolver no pecar, pero debe ser capaz de reconocer el pecado cuando lo comete. El griego hace una distinción clara entre cometer un acto de pecado, “...si cualquiera pudiera pecar [aoristo activo subjuntivo (punto acción) de hamartia]...” (I Jn. 2:1 — traducción), y pecando continuamente [hamartanein, presente activo infinitivo (acción continua) de hamartia] en I Juan 3:9.
Jesucristo nunca manda a una persona no regenerada, como El hace a una persona regenerada, llevar Su yugo y aprender de El: “Tomad [aoristo activo imperativo de airo, tomar o llevar] Mi yugo [dzugos, yugo o esclavitud] sobre [epi, acusativo de ventaja] vosotros y aprended por la experiencia [aoristo activo imperativo de manthano, aprender por la experiencia] de [apo, ablativo de origen] Mí...” (Mat. 11:29 — traducción). Usar el yugo de Cristo es un símbolo de sumisión. En sus amonestaciones diversas a Timoteo, Pablo dijo, “Todos los esclavos que están bajo el yugo consideren a sus propios amos dignos de todo honor, para que el nombre de Dios y la enseñanza no sean blasfemados” (I Tim. 6:1 — traducción). Si los Cristianos quienes están bajo de un yugo de esclavitud están para considerar a sus amos dignos por la causa del honor de Dios, ¿qué del yugo de Jesucristo que es dicho por El ser agradable (chrestos, bueno, agradable, o fácil) (Mat. 11:30)? El ha prometido a Su pueblo que El nunca nos permitirá ser probados más allá de nuestra capacidad de soportar (I Cor. 10:13). No sólo es el yugo de Cristo agradable pero Su carga es fácil de soportar (elaphros, fácil para sostener o insignificante). En la vista del honor que al Maestro de maestros es debido, el yugo y las cargas de Cristo son insignificantes en comparación a la gloria que tendremos cuando vemos a nuestro Salvador y percibimos Su gloria. Los Cristianos encuentran descanso (anapausis, descanso o alivio) mientras que sostienen el yugo de un esclavo y continuamente siendo cargados con cargas (Mat. 11:29). Los creyentes son capaces de sostener cargas mientras que sostengan el yugo de los esclavos por el descanso que da el Salvador a todo creyente arrepentido. El verbo compuesto, “Yo te causaré descansar” (anapauso, primera persona singular futuro activo indicativo de anapauo), en Mateo 11:28 es hecho de la preposición ana, arriba, y el verbo pauo, parar o cesar.
3
Nicodemo Le dice: ¿Cómo es un hombre siendo capaz de nacer siendo viejo? ¿Acaso es él capaz de entrar en el vientre de su madre por segunda vez y nacer? — Juan 3:4 (traducción)
El relato de Cristo, “A menos que uno nazca de arriba, no es capaz de entender el reino de Dios” (Juan 3:3 — traducción), impulsó una pregunta de razón no santificada del rabí judío: “Nicodemo Le dice: ¿Cómo es un hombre siendo capaz de nacer siendo viejo? ¿Acaso es él capaz de entrar en el vientre de su madre por segunda vez y nacer?” (Juan 3:4 — traducción). El Señor Jesús sólo dijo un hecho sin explicación, porque la regeneración es algo que solo Dios puede hacer. Nacer de arriba fue tan extraño a Nicodemo, el maestro de Israel, como lo es a la mayoría de la gente en el Cristianismo profestante.
La popularidad del relato “nacer de nuevo” prueba que no es entendido. Si fuera comprendido ser la obra exclusiva de Dios, no sería popular. Nacer de arriba presupone que el hombre es tan pecaminoso y desesperadamente depravado que es incapaz de entender algo que es de una naturaleza espiritual. Esta verdad fundamental es odiosa al razonamiento depravado, intelectualismo, y filosofía de la sabiduría de este mundo.
El humanista, sea secular o religioso, se disgusta con la sugerencia de que él no tiene nada hacer con el determinar de su destino. Puesto que nuestro tema es restringido al contexto de un fariseo religioso, permaneceremos dentro de los límites del Cristianismo profesante para su aplicación, guardando en mente que Jesucristo no dio instrucciones en cuanto a que debería hacer una persona para nacer de arriba (nacer de Dios). La razón es obvia, porque el hombre no puede hacer nada para nacer de arriba.
Los religiosos quienes igualan ser salvo con nacer de nuevo dicen que Juan 3:1-16 enseña ciertas cosas que uno debe hacer para ser salvo. Ellos afirman que la salvación consiste en la creencia de una persona de estas cuatro cosas: (1) Dios le ama; (2) él es perdido; (3) Cristo murió por él; y (4) Dios le salvará sobre la condición de que él crea en Jesucristo como su Salvador. Aunque millones de jóvenes, estudiantes del colegio, y otros han sido guiados a hacer decisiones para Cristo sobre el fundamento de estas cuatro leyes, las decisiones son falsas y vacías aparte de la regeneración (nacer de arriba). Si un pecador pasivo no necesita más que creer que Dios le ama, confesando que es perdido, decir que Cristo murió por él, y entonces creer en El, la regeneración es innecesaria para darle una naturaleza nueva. Sólo en el poder de una naturaleza nueva uno puede entender la verdad del evangelio, ser capaz de arrepentirse a causa de su dolor según Dios quien obra el arrepentimiento para la salvación nunca a ser contristado (II Cor. 7:9, 10), y creer en Cristo con la fe dada de Dios (Ef. 2:8; Tito 1:1). Ambos arrepentimiento y fe son frutos de uno quien ha nacido fuera de Dios por el poder del Espíritu Santo (Juan 3:8).
Muchos enseñan que, para que cualquiera que nazca de arriba, él debe primero oír y creer el evangelio. Ellos creen en lo que es usualmente llamado “regeneración por el evangelio” indicando que el evangelio, mensaje objetivo de Dios, es esencial a la regeneración, que ellos dicen es ambos la obra subjetiva de Dios y del hombre. Por lo tanto, a ellos “nacer de arriba” debe ser determinado en alguna manera por la respuesta de la persona quien ha sido expuesto al evangelio. Sin embargo, el hecho del Espíritu Santo, quien da vida al muerto espiritual, es tan distinto de la verdad del evangelio como ver es diferente de la luz. ¿Cambió la naturaleza de la tierra el sembrar la semilla en tierra buena (Mat. 13:8, 23)? Si la palabra de Dios regenera, ¿por qué no produce los mismos resultados en todos quienes son expuestos a ella? El problema no se encuentra en la naturaleza del evangelio pero en la naturaleza del corazón humano. Como la semilla sembrada no cambió la naturaleza del tierra, el evangelio predicado a los pecadores no cambia la naturaleza de sus corazones. Si sus corazones no han sido cambiados por el Espíritu de gracia, su respuesta será igual a la respuesta de las primeras tres tierras (Mat. 13:3-7, 18-22).
Algunos quienes dicen aceptar la enseñanza Reformada de la depravación, la elección, la redención particular, la gracia irresistible, y la perseverancia de los santos, a la vez niegan esta enseñanza por decir que el alma del hombre no es simplemente pasiva en la regeneración. Su uso del adverbio “simplemente” indica la idea que el pecador no es enteramente, totalmente, o al grado total depravado. Negar uno o más de las verdades previamente mencionadas es negar todas, porque permanecen o caen juntas. La Escritura enseña que los elegidos son involucrados en la regeneración, pero no enseña que participamos en nacer de arriba. La voz pasiva de todas las referencias donde el verbo gennao es usado en conexión con la regeneración prueba esto. Por lo tanto, nadie puede refutar la verdad Bíblica que el pecador es pasivo en la regeneración.
Aquellos de la opinión de que el pecador no es totalmente depravado insisten que el pecador es activo cuando es persuadido por el evangelio en el poder iluminador del Espíritu. Puesto que no tiene el Espíritu Santo, ¿cómo puede el pecador ser iluminado por el Espíritu (Juan 14:17; Rom. 8:9)? Las personas quienes sostienen este punto de vista creen que hay una obra del Espíritu Santo en el pecador que está destituido de la regeneración. Su llamado texto mayor de prueba es Hebreos 6:4-6. Ellos dicen que uno de los ministerios del Espíritu Santo antes de la salvación es capacitar a los pecadores quienes llegan bajo la influencia del evangelio para tener una cierta estimación para la salvación. Así, ellos insisten que aquellos “quienes creen por un tiempo breve y en el tiempo de prueba llegan a ser apóstatas” (Luc. 8:13b — traducción) han sido iluminados. Sin embargo, sus llamados textos de prueba no armonizan con la enseñanza de la Escritura. Dios nunca comienza una obra en alguien que El no la termina (Fil. 1:6). Además, la iluminación del pecador es puramente objetiva, no subjetiva. El Espíritu de Dios no siempre contenderá con los hombres (Gén. 6:3) refiere a Su no contenderse mediante el mensaje objetivo que es proclamado (Hech. 7:51-60).
El escritor de Hebreos 6:4-6 trató con la suposición más bien que el hecho a fin de corregir las ideas falsas. (1) El llamó la atención a aquellos quienes han sido iluminados (aoristo pasivo participio de photidzo, iluminar, hacer conocido, o revelar). Su iluminación fue una vez y para siempre (adverbio, hapax, una vez, o una vez para siempre — ver Heb. 9:26, 27, 28; 10:2; 12:26, 27; Jud. 3, 5). (2) El se refirió a aquellos quienes han gustado (aoristo medio participio de geuomai, gustar o experimentar — ver Mat. 16:28; Heb. 2:9). ¿Experimentaron los discípulos un gusto preliminar del reino venidero? ¿Experimentó Jesucristo la muerte? (3) El mencionó aquellos quienes han llegado a ser (aoristo pasivo participio de ginomai, llegar a ser) partícipes (pronominal adjetivo acusativo masculino plural de metochos, que es derivado del verbo metecho, meta, con y echo tener; significa compartir o participar en, participar de, o ser un socio con; usado sólo 6 veces — Luc. 5:7; Heb. 1:9; 3:1, 14; 6:4; 12:8). Las referencias de la Epístola a los Hebreos prueban la experiencia actual y espiritual del Espíritu Santo. (4) El señaló a aquellos quienes han gustado (aoristo medio participio de geuomai — ver el segundo punto) la buena palabra (hrema, lo que es de Dios o ha sido hablado por la voz viva) de Dios. “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!...” (Sal. 119:103). La vista evidencia el conocimiento de fe, y el gusto describe la experiencia de fe. (5) El se refirió a aquellos quienes han gustado los poderes (sustantivo acusativo femenino plural de dunamis, poder, fuerza, o autoridad) de la edad que es al punto de venir (presente activo participio de mello, estar al punto de, o estar al punto de un futuro establecido).
Si las personas previamente descritas con sus experiencias han caído (aoristo activo participio de parapipto, un verbo compuesto hecho de la preposición para, al lado de, cuando usado con el caso acusativo, y pipto, caer o caerse a la ruina de uno o la destrucción), es imposible (adunatos, un adjetivo usado como un sustantivo que significa impotente, débil, o imposible) renovarlos (presente activo infinitivo de anakainidzo, renovarse o restaurarse) otra vez (adverbio, palin, atrás o otra vez — con un verbo significa una segunda vez) para arrepentimiento. El escritor declaró una hipótesis para probar la imposibilidad de recaer de uno quien ha experimentado las cosas precedentes. Un arrepentimiento genuino en una experiencia verdadera de conversión nunca puede ser repetida. Sin embargo, el arrepentimiento inicial, que es el fruto de la regeneración, produce un espíritu arrepentido que causa la persona convertida continuar arrepentirse cuando él sabe que por sus hechos de pecado el compañerismo con el Padre es roto.
Otros Reformadores tienen dificultad haciendo una distinción apropiada entre la regeneración y la conversión debido a lo que llaman el retraso de tiempo. Ellos afirman que la regeneración y la conversión parecen ocurrir simultáneamente, pero ellos admiten que la fe es dependiente de la regeneración. Ellos creen que es imposible distinguir cualquier lapso de tiempo entre la regeneración y la conversión. Su explicación requiere los hechos del nacimiento natural. La referencia es hecha al nacimiento de un niño que siendo primero iniciado por la concepción, y entonces la analogía es aplicada a la regeneración. El sonido de un revólver que es tirado y el blanco pegado ha sido usado para ilustrar la imposibilidad de distinguir cualquier retraso de tiempo. Aunque ellos reconocen la verdad de causa y efecto, a ellos el sonido del revólver y el blanco pegado parece ser simultáneo. Sin embargo, el problema con esta ilustración está en como puede aplicarse a la concepción y el nacimiento. ¿Cómo pueden un tiro de pistola y un blanco pegado, que parecen ser simultáneos, ser reconciliados con nueve meses de gestación antes de nacimiento? Tal conclusión significaría que la regeneración debe llevarse a cabo nueve meses antes de nacimiento o conversión. Los estudiantes de la Escritura no deben presumir que las ilustraciones terrestres son analogías perfectas de verdades espirituales.
La cuestión de un retraso de tiempo entre la regeneración y la conversión ha causado mucha controversia. Algunos insisten que no hay fundamento para la expectación de un retraso de tiempo. Otros creen que uno quien es simplemente regenerado no es salvo, porque no hay tal persona. La opinión de otros es que la pasividad en la regeneración es fatalistica. El versículo frecuentemente usado por aquellos quienes expresan la creencia que la regeneración es realizada por la palabra, y que no hay retraso de tiempo entre la regeneración y la conversión es Santiago 1:18 — “Habiendo sido propuesto [aoristo pasivo participio nominativo masculino singular de boulomai, desear, ser dispuesto, decretar, o asignar] El nos sacó [aoristo activo indicativo de apokueo, dar a luz a, ser la causa de, o sacar adelante] por un mensaje de verdad, resultando en nuestro ser cierta primicias de Sus criaturas” (traducción). El significado no es difícil para establecer en la luz del contexto. Comparar el uso del verbo en el versículo 15 — “Luego la concupiscencia habiendo concebido está produciendo [presente activo indicativo de tikto, producir, dar a luz a] el pecado, y el pecado habiendo sido totalmente formado produce [presente activo indicativo de apokueo] la muerte” (traducción).
La teoría de la regeneración inmediata (instante o sin demora) no niega que la vida nueva impartida en nacer de Dios es sacada a la luz (manifestada) por la palabra de Dios. Como el infante en el vientre no contribuye nada a su concepción, el pecador pasivo no contribuye en nada a su nacimiento de arriba. Los medios instrumentales en sacar la vida a la luz es el evangelio de Jesucristo. (Ver II Tim. 1:9, 10). El comienzo de la vida nueva es expresado por el verbo pasivo gennao, que ya ha sido considerado en todas sus quince referencias. Es también declarado por los verbos ktidzo, crear (Ef. 2:10; 4:24), y dzoopoieo, hacer vivo o dar vida (Ef. 2:5; Juan 6:63; II Cor. 3:6). Los medios de sacar la vida dada a la luz son completamente explicados en los versículos que siguen los primeros ocho versículos del tercer capítulo de Juan.
4
Respondió Jesús: De cierto, de cierto, te estoy diciendo, a menos que alguien nazca fuera de agua y Espíritu, no está siendo capaz de entrar en el reino de Dios. — Juan 3:5 (traducción)
Subsiguiente a las preguntas ignorantes de Nicodemo — “¿Cómo es un hombre siendo capaz de nacer siendo viejo? ¿Acaso es él capaz de entrar en el vientre de su madre por segunda vez y nacer?” (Juan 3:4 — traducción) — “Respondió Jesús: De cierto, de cierto, te estoy diciendo, a menos que alguien nazca fuera de agua y Espíritu, no está siendo capaz de entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5 — traducción). Las palabras “De cierto, de cierto” vienen de la palabra griega amén. Estas fueran dichas solo por Jesucristo y registradas sólo en el Evangelio de Juan.
Puesto que la mayoría de los Cristianos profesantes son miembros de denominaciones religiosas que fuertemente soportan la doctrina de la regeneración bautismal, uno puede esperar el criticismo y debate cuando el tema de la soteriología es discutido. Aquellos quienes sostienen este punto de vista son rápidos al decir que Juan 3:5 no está enseñando dos nacimientos, una de agua y uno del Espíritu, sino que Cristo está enseñando un nacimiento que incluye ambos agua y el Espíritu. Ellos afirman que en Juan 3:5 es obvio sin controversia que el agua significa agua, y se refiere al bautismo Cristiano.
Cuatro puntos de vista mayores de la soteriología dependen en Juan 3:5 como su texto de prueba:
1. Los que creen en la regeneración bautismal dicen que Dios no hubiera dicho agua si no quisiera decir agua. Ellos explican que el bautismo solo no es la regeneración, pero es una parte esencial del nuevo nacimiento.
2. Aquellos quienes enseñan que el agua se refiere al nacimiento físico y que el Espíritu se aplica al nacimiento espiritual creen que el contexto prueba ambos nacimientos.
3. Muchos de los evangélicos dicen que el agua es un símbolo de la palabra de Dios la cual usa el Espíritu en la regeneración. Ellos concluyen que el único bautismo implicado aquí es el bautismo en el Espíritu Santo que es la regeneración por la palabra de Dios (I Cor. 12:13; Ef. 5:26).
4. Según ambos el texto y el contexto, la Escritura enseña que nacer de agua y Espíritu en Juan 3:5 significa que el Espíritu limpia como agua (Ezeq. 36:25, 26).
El creyente profesante sincero debería en este punto entender la importancia de llegar a una conclusión definitiva acerca de la enseñanza de Juan 3:5. Este estudio probará nuestro deseo de saber lo que Cristo está realmente enseñando, y también probará el fundamento de nuestra relación a Dios mediante Jesucristo por el Espíritu Santo. Ahora encaramos un tema que retará nuestro estudio y mediación.
Nicodemo, un maestro de Israel, familiarizado con la Escritura del Antiguo Testamento, hubiera conocido la enseñanza de Ezequiel 36:25-26 — “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” El versículo 25 enseña que Dios justifica a aquellos quienes elige. El versículo 26 enseña que la regeneración es por Dios. Sólo un nacimiento se refiera en Juan 3:5, y es el nacimiento fuera de Dios por el Espíritu Santo regenerador. Ni dos nacimientos, físicos y espirituales, ni dos bautismos, agua y espíritu, son enseñados aquí.
Los que creen la regeneración bautismal son demasiado ansiosos al añadir el bautismo al agua adondequiera que piensan que se acomoda a su doctrina. La ordenanza del bautismo nunca es expresada por la palabra “agua” sin palabras adicionales o contexto para demostrar el hecho de una ordenanza. Puesto que el Señor Jesús discutía el nacimiento de arriba, no había lugar para la ordenanza del bautismo por manos humanas en la tierra en conexión con él. Por lo tanto, una distinción debe ser hecha entre la regeneración, que es realizada únicamente por el Dios soberano, y la ordenanza de Dios del bautismo, que debe ser obedecido por la persona quien ha sido convertida por el evangelio subsiguiente a su haber nacido fuera de Dios.
Considerar los siguientes contrastes entre la regeneración y el bautismo:
1. La regeneración es por la agencia del Espíritu Santo; el bautismo es en agua administrado por la agencia de un hombre de Dios.
2. La regeneración es la operación instantánea de Dios; el bautismo debe esperar para ambos el que bautiza y el agua.
3. La regeneración cambia la naturaleza del corazón; el bautismo es la manifestación externa de aquel cambio en un acto de obediencia.
4. El Espíritu de regeneración es irresistible; el bautismo puede ser negado por aquel que bautiza hasta que la regeneración es evidenciada.
5. La regeneración se lleva a cabo en la esfera del subconsciente del hombre; el bautismo se lleva a cabo en su consciencia.
6. La regeneración es el don de vida; el bautismo es un acto de obediencia de aquella vida.
7. La regeneración da una conciencia buena; el bautismo es la aspiración de aquella conciencia.
8. La regeneración no es dependiente en el evangelio; el bautismo es dependiente de la proclamación del evangelio.
9. La regeneración capacita al recipiente quitar las inmundicias de la carne; el bautismo no quita las inmundicias de la carne.
10. La regeneración es la aplicación de la sangre de Cristo; la sangre siempre precede al agua.
Algunos han sido tan ansiosos de mostrar que Juan 3:5 no enseña la regeneración bautismal que han fracasado en considerar el texto griego: “ean me tis gennethe ex hudatos kai pneumatos — a menos que alguien nazca fuera de agua y Espíritu.” Puesto que nacer fuera de agua no significa el bautismo, ¿qué significa? Sólo hay un nacimiento referido en el texto. La única preposición ex (ek) describe el único evento. Juan no puso un segundo ek antes “Espíritu” como si estuviera describiendo dos eventos. Esta singularidad es establecida por el tiempo aoristo, que significa una vez nacida de agua y Espíritu. Conclusivamente, este versículo no enseña ni dos nacimientos ni dos bautismos — agua y Espíritu.
Otros de la opinión que el único bautismo en este versículo es el bautismo en el Espíritu creen que el bautismo del Espíritu se lleva a cabo en la regeneración. Ellos declaran que la regeneración se lleva a cabo cuando el creyente es bautizado en el cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo (I Cor. 12:13), quien limpia el creyente por el agua de la palabra (Ef. 5:26). Ellos implican que el versículo enseña el lavamiento de la regeneración y la renovación en el Espíritu Santo de Tito 3:5. Así, ellos dicen que Juan 3:5 enseña que “naciere de agua” es el lavamiento de la regeneración, y el “Espíritu” es la renovación del Espíritu.
Como aquellos quienes aceptan la enseñanza de la regeneración bautismal, aquellos quienes retienen este punto de vista que el bautismo en el Espíritu Santo es la regeneración son demasiado ansiosos en añadir la palabra “bautismo” a Espíritu cuando se acomoda a su doctrina. Puesto que sólo hay siete referencias al bautismo en el Espíritu, todas las cuales señalan al día de Pentecostés, su añadir del bautismo al Espíritu en Juan 3:5 e igualándolo con I Corintios 12:13, que no refiere a la regeneración, no es justificable. Naciendo fuera del Espíritu (regeneración) y Cristo bautizando el cuerpo de los creyentes en el Espíritu en el día de Pentecostés para darles poder para un servicio inmensamente difieren. Uno es instantáneo, fuera de la fuente del Espíritu (Juan 3:8); y el otro es por la agencia de Jesucristo en la esfera del Espíritu (I Cor. 12:13). En el primero, la preposición ek (ablativo de origen) es usada, y en el segundo la preposición en (locativo de esfera) es usada. “Nacido fuera del Espíritu” es individual, y “en la esfera de un Espíritu todos fuimos bautizados en un cuerpo” fue corporativo (I Cor. 12:13; Hech. 1:5, 8; 2:1-4).
5
Lo que ha nacido fuera de la carne es carne, y lo que ha nacido fuera del Espíritu es espíritu. — Juan 3:6 (traducción)
Una persona quien entiende Juan 3:6 nunca cuestiona la depravación, la pecabilidad, concurrencia en el pecado, y la religión carnal del hombre, o la concepción de Cristo por el Espíritu Santo, el Cristianismo verdadero, la guerra Cristiana, la preservación eterna de los santos, y la adoración verdadera. “Nacer de arriba” es uno de los grandes misterios de la Escritura. Los misterios (musterion, secreto o misterio) de la Escritura sirven un doble propósito — para esconder el secreto de algunos pero hacerlo conocido a otros (Mat. 13:11). Entre los misterios de la palabra de Dios son el misterio de Dios (Col. 2:2), Cristo (Col. 4:3), la voluntad de Dios (Ef. 1:9), los elegidos de Dios en Cristo (Col. 1:26, 27), la fe — sistema objetivo de la verdad (I Tim. 3:9), la iniquidad — el hombre de iniquidad (II Tes. 2:7), y Israel y el reino (Rom. 11:25, 26). El misterio que nos concierna en nuestro estudio presente es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:27).
Nicodemo había admitido que Jesucristo había venido de Dios y que Dios estaba con El en hacer milagros. ¿Por qué entonces hizo preguntas concernientes a las palabras que Cristo habló acerca de nacer de arriba? Las obras de Cristo, que Nicodemo reconoció, fueron la confirmación de Su mensaje (Mar. 16:20; Juan 5:36). Las preguntas de Nicodemo manifestaron la depravación de su corazón. Sólo aquellos quienes han experimentado el misterio de Cristo desde adentro pueden entender lo que es dicho o escrito concerniente a la regeneración (Mat. 11:25-27; Juan 6:45; I Cor. 2:12-16; I Jn. 2:20-27). Subsiguiente a sus preguntas en el versículo 4, Nicodemo, quien se posicionaba sólo en un rito religioso, fue sujeto al más grande rebatimiento de sinergismo (acción conjunta de agentes) registrado en la Santa Escritura (Juan 3:6-8).
Habiendo completado nuestro estudio de los diferentes puntos de vista de Juan 3:5, concluiremos esta sección de Juan 3, el cual enfoca en el tema de la regeneración. En el Antiguo Testamento, Dios primero dijo “vive” (Ezeq. 16:6) antes que El dijo “mirad” (Isa. 45:22). El mismo orden es dado en Juan 3:1-16; la vida es necesaria para que uno viera y aceptara al Salvador. Después de quitar cualquier rito religioso sobre el cual estuvo Nicodemo, Cristo dijo, “Lo que ha nacido fuera de la carne es carne” (Juan 3:6a — traducción). El verbo “ha nacido” es un perfecto pasivo participio nominativo neutro singular de gennao, que significa una acción completa en el tiempo pasado con un estado continuo de ser. Puesto que un participio es un adjetivo verbal, que tiene las características de ambos el verbo y el adjetivo, observamos por la forma de la parte adjetival que el participio funciona como un sustantivo. Así que, el artículo nominativo neutro singular (to) concuerda con la parte nominativa neutro singular adjetival del participio que literalmente significa la naturaleza humana que ha nacido fuera de (ek, ablativo de origen) la carne (ablativo femenino singular de sarx) existe (presente activo indicativo de eimi, ser o existir) como la naturaleza humana (un predicativo nominativo femenino singular de sarx).
El sustantivo griego sarx es usado 148 veces en el Nuevo Testamento en una variedad de maneras, de las cuales un poco siguen:
1. La carne es la sustancia suave consistiendo de grasa y músculo de humanos y animales: “Toda carne no es la misma carne, pero una de los hombres, y otra de los animales, y otra de las aves, y otra de los peces” (I Cor. 15:39 — traducción).
2. La carne habla de la totalidad de lo que el hombre es en la existencia humana: “Por causa de las obras de la ley ninguna carne será justificada ante de El; porque por medio de ley es el conocimiento pleno del pecado” (Rom. 3:20 — traducción).
3. La carne tiene referencia a la naturaleza humana pecable del hombre depravado: “Lo que ha nacido fuera de la carne es carne” (Juan 3:6a — traducción).
4. La carne significa la naturaleza humana impecable de Cristo: “Y el Verbo llegó a ser carne [llegó a ser encubierto en la naturaleza humana impecable]...” (Juan 1:14 — traducción). “Y el ángel respondió a ella: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra; por esta razón también lo santo que está naciendo será llamado, Hijo de Dios” (Luc. 1:35 — traducción).
5. La carne refiere al principio temporario y más inferior de pecado en el Cristiano: “Pero ahora no más lo hago yo sino el pecado que está morando en mí. Porque he conocido que nada bien está morando en mí [mi naturaleza pecaminosa], porque estar deseando es presente con mí, pero estar realizando el bien no es” (Rom. 7:17, 18 — traducción).
6. La carne designa la relación matrimonial del hombre y la mujer: “Y El dijo: por esta causa el hombre dejará a padre y madre y será juntado a su esposa, y los dos existirán como una carne” (Mat. 19:5 — traducción).
El significado de la palabra carne (sarx) que nos concierna en nuestro estudio presente es la naturaleza pecable o pecaminosa en el hombre caído. La naturaleza humana que ha nacido fuera de la naturaleza pecaminosa está en un estado continuo de ser depravado.
La naturaleza humana pecaminosa no puede producir nada sino la naturaleza humana pecaminosa: “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen...” (Gén. 5:3). “He aquí, en maldad he sido formado; Y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5). “¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie” (Job 14:4). Puesto que la naturaleza humana pecaminosa subsiguiente a la caída es en un estado continuo de maldad, en ninguna manera puede hacer cualquier contribución al nacimiento de arriba de uno. Por lo tanto, el pecador pasivo es a la misericordia del Dios soberano de gracia quien escoge y salva a quien El quiere. El leproso quien vino a Jesucristo habló a El según las Escrituras: “Y viene a El un leproso rogándole y arrodillándose diciéndole, Si quieres, puedes limpiarme. Y habiendo sido llenado con compasión extendiendo Su mano y le tocó y le dice: Quiero, sé limpio ya. E inmediatamente la lepra le dejó, y él fue limpiado” (Mar. 1:40-42 — traducción).
La lepra es una representación llamativa del carácter y consecuencias del pecado. Aunque los hombres en la sinagoga habían negado la soberanía Divina, el leproso la sometió a ella. El evento concerniente al leproso quien vino a Cristo, registrado por Mateo, Marcos, y Lucas (Mat. 8:2-4; Mar. 1:40-45; Luc. 5:12-16) siguió sobre las talones de lo que Cristo dijo cuando El se fue de Su prueba subsiguiente a Su bautismo. Mientras que la gente se maravillaba con las palabras de gracia de Cristo, El dijo, “De cierto, de cierto, os estoy diciendo: Ningún profeta es aceptado en su propio pueblo. Pero os estoy diciendo acerca de la realidad, muchas viudas estaban en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, cuando hubo una gran hambre sobre toda la tierra, y a ninguna de ellas fue enviado Elías, excepto a Sarepta de Sidón a una mujer viuda. Y muchos leprosos había en Israel en el tiempo del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue limpiado excepto Naamán el sirio” (Luc. 4:24-27 — traducción). Un sermón acerca de la gracia en general será tolerado por cualquier institución religiosa; sin embargo, un mensaje acerca de la gracia en particular es aborrecido por todo quien acepta el concepto sinergístico de la soteriología. La prueba de esto es encontrada en la reacción por los religiosos en la sinagoga quienes oyeron lo que Cristo dijo: “Y todos en la sinagoga al oír estas cosas se llenaron de ira” (Luc. 4:28 — traducción).
Aunque el leproso no dudó la capacidad de Cristo para sanar su lepra, él no estuvo seguro en este punto en su mente no enseñada de que Dios quisiera sanarle. Aquí es donde el griego da ayuda que no puede ser vista tan clara en la mayoría de las traducciones. La condición tercera clase, que expresa una condición futura probable, de “Si [ean, conjunción usada con el verbo subjuntivo modo] quieres [theles, presente activo subjuntivo de thelo, querer o desear]” (Luc. 5:12 — traducción) indica que la curación del leproso dependió en la voluntad de Dios más bien que en la voluntad del leproso. ¿Suponen que este leproso había oído acerca del dicho de Cristo en la sinagoga poco antes que causó tanta ira? “Y habiéndose levantado ellos Le echaron fuera de la ciudad, y Le llevaron hasta una cumbre del monte sobre la que su ciudad había sido edificada, a fin de despeñarle” (Luc. 4:29 — traducción). Esto revela el odio que tienen los religiosos por la doctrina Bíblica de una elección de gracia (Rom. 11:5). El leproso por la gracia del Dios soberano había sobrepasado el entrenamiento religioso de los enemigos de Cristo.
Diferente de aquellos quienes son el fruto corrompido del fácil creísmo, el leproso no presumió nada; pero él aprendió experimentalmente que había sido limpiado. El no fue enseñado por los arminianos sobre el fundamento de supuesto para usar la palabra “puesto,” la condición primera clase que expresa realidad — “Puesto que quieres, puedes sanarme.” Por la gracia él supo que la naturaleza pecaminosa vieja que había nacido fuera de la fuente de la carne continuamente existía en él como carne pecaminosa. El dijo, “Si quieres, puedes limpiarme” (Luc. 5:12b — traducción). Y el Señor Jesús “habiendo extendido Su mano le tocó diciendo: Quiero, sé limpio ya; y al instante la lepra se fue de él” (Luc. 5:13 — traducción). Así que, su limpieza física demostró su limpieza espiritual sobre el fundamento del sacrificio inminente de Cristo con la misma independencia absoluta como su curación física.
Siguiendo la curación del leproso, Cristo “...lo amonestó severamente y en seguida lo despidió, y le dijo: Mira, no digas nada a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo que Moisés ordenó para testimonio a ellos” (Mar. 1:43, 44 — BLA). Las cosas que serán presentadas al sacerdote tuvieron la misma relación al leproso limpiado que alegremente recibiendo la palabra, el bautismo, y perseverando continuamente en la enseñanza de los apóstoles tuvieron a los judíos arrepentidos de Hechos 2:38 o que el bautismo tuvo a Pablo (Hech. 22:16).
La persona quien ha nacido fuera de Dios puede testificar que tiene una naturaleza espiritual que existe en un estado continuo como una naturaleza espiritual: “y lo que [to, el artículo definitivo que acuerda con el nominativo neutro singular de la parte adjetival del participio de gennao, el sujeto de estin] ha nacido [perfecto pasivo participio de gennao, acción completado en tiempo pasado con un estado resultante de ser] fuera de [ek, ablativo de origen] el Espíritu [tou, ablativo neutro singular que acuerda con pneumatos, ablativo neutro singular de pneuma, origen] es [estin, presente activo indicativo de eimi, ser o existir] espíritu [pneuma, nominativo neutro singular de pneuma, usado como un predicado]” (Juan 3:6b — traducción). Por el uso del género neutro, no hay duda que la naturaleza de una persona es el punto del énfasis. Esto también puede ser ilustrado más por el género neutro de “lo santo” — “...por esta razón también lo santo [to hagion] que está naciendo [presente pasivo participio nominativo neutro singular de gennao] será llamado, Hijo de Dios” (Luc. 1:35 — traducción). Sin embargo, la única similitud entre Juan 3:6b y Lucas 1:35 es el género neutro. La naturaleza que Cristo asumió fue impecable, por cuanto la naturaleza humana del Cristiano es pecable. En el griego, el género es más un asunto de la gramática que el sexo. Sin embargo, el género puede ser determinado por la forma de la palabra.
Los Católicos Romanos tienen una doctrina llamada “la Inmaculada Concepción,” que significa que María no poseyó una naturaleza humana depravada porque ella fue sin la mancha del pecado original. Al contrario, la Escritura prueba que María se regocijó en Dios su Salvador (Luc. 1:46, 47). Decir que María fue concebida y nació sin la mancha o la mancilla del pecado original es una doctrina herética hecha por el hombre. Si María fue absolutamente libre del pecado original, ¿por qué habló de los días de su purificación (katharismos, limpieza o purificación) (Luc. 2:22)? La purificación fue necesaria para los padres de Jesucristo, no para el niño. Puesto que el pecado está conectado con la humanidad por nuestra solidaridad con Adán en la caída, Jesucristo no puede ser relacionado con la “creación nueva” en nuestra necesidad para la purificación, porque El es unido eternamente con la Deidad. El pecado no puede tener enlace con el Dios-Hombre sino por su imputación a El en nombre de los elegidos en el Calvario.
María, como todo otro ser humano, fue asociada con Juan 3:6a — “lo que ha nacido fuera de la carne es carne” (traducción). Aunque habiendo nacido fuera del Espíritu, María, aparte del Espíritu Santo que viene sobre (futuro medio indicativo de eperchomai, venir sobre, usado 10 veces — Luc. 1:35; 11:22; 21:26, 35; Hech. 1:8; 8:24; 13:40; 14:19; Ef. 2:7; Sant. 5:1) ella, nunca pudo haber recibido, concebido, o dado a luz la Persona impecable quien asumió la naturaleza humana en su vientre. Tan importante como es el nacimiento virginal al mensaje Cristiano, no explica completamente la impecabilidad de Jesucristo. Sin embargo, uno debe admitir que las dos verdades están estrechamente relacionadas. Aunque nuestras mentes finitas no pueden comprender totalmente el misterio de la encarnación (la unión hipostática de la naturaleza humana y la naturaleza Divina), podemos echar mano de lo que no comprendemos totalmente. Esta es la razón que el relato “Porque nada hay imposible para Dios” (Luc. 1:37) sigue Lucas 1:35.
La lógica del nacimiento virginal, que significa que Jesucristo no descendió de Adán por la generación ordinaria, es registrada en la Escritura. Por lo tanto, el acto de procreación (produciendo progenie) como es no corrompe la descendencia. En esto, vamos a pensar algo en cuando Dios creó a Adán y Eva. Del hombre formado (yasar, el significado de raíz es forma o moda y es sinónima con crear — actividad creativa de Dios) de polvo, Dios creó a Adán por respirar en él aliento de vida; y de una costilla de carne, Dios creó a Eva. Dios crea tan fácilmente como El habla. La naturaleza humana de Jesucristo que El asumió en la encarnación fue del Padre, mediante el Hijo, y por el Espíritu Santo. Por lo tanto, la iniciación humana es completamente excluida. Esto nos capacita para entender la ausencia total de pecado de la Persona y vida de Jesucristo. El Santo llegó a tener contacto personal con el pecado sólo por imputación en el Calvario. En la cruz, Jesucristo vicariamente y sacrificialmente cargó el pecado en nombre de los elegidos. Todos los títulos y designaciones que el Hijo de Dios/el Hijo de hombre asumió indica Su identificación con los elegidos como los sujetos de la gracia Divina. Cualquiera blasfema si dice o piensa que Jesucristo fue identificado con la humanidad “caída” en la vida o muerte sino por la imputación.
Lo que Dios hizo en el vientre de María, quien no sólo tuvo una naturaleza habiendo nacido fuera de la carne pero también una naturaleza espiritual habiendo nacido fuera del Espíritu, la persona con la fe dada de Dios cree; pero no puede comprenderlo por razonar. Según Lucas 1:26-35, María tuvo que ser informada del don de la gracia. Además, su importancia la confundía, como a todos los recipientes del favor inmerecido de Dios. La gracia no es una recompensa para la fe, pero produce la fe. Equivocar el significado de la gracia es equivocarse en la revelación total de Dios al hombre. Cuando Gabriel dijo a María “Salve, muy favorecida...” (Luc. 1:28), él no estaba diciendo que ella fue una dispensadora de gracia sino un recipiente del favor inmerecido de Dios. El griego en Lucas 1:28 lee, “...chaire [presente activo imperativo segunda persona singular de chairo, regocijar o ser contento], kecharitomene [perfecto pasivo participio vocativo femenino singular de charitoo, altamente favorecer]....” Traducido lo lee, “Regocíjate, tú has sido altamente favorecida....” Aunque María fue dotada con la gracia, ella no fue “llena de gracia” en el sentido que Cristo fue lleno de gracia (Juan 1:14-16). María fue pobre, pero rica; turbulada, pero meditativa; en el principio dudosa, pero luego creyó (Luc. 1:29, 38, 45).
Los Cristianos pueden relacionarse con ambos habiendo nacido fuera de la carne y habiendo nacido fuera del Espíritu (Juan 3:6). Sabemos que la existencia continua de nuestra naturaleza humana pecaminosa no hizo contribución a nuestro haber nacido fuera del Espíritu. Además, sabemos que aunque habiendo nacido fuera del Espíritu, no somos absolutamente (completamente, enteramente o totalmente) espirituales, pero éramos absolutamente pecadores antes que nosotros fuéramos nacidos de arriba. Habiendo nacido fuera del Espíritu, los Cristianos tienen una naturaleza nueva; sin embargo, nosotros todavía tenemos nuestra vieja naturaleza pecaminosa, que por la gracia ya no estamos más bajo su dominio. Sin embargo, nacer de arriba no libra uno de habiendo sido permanentemente vendido (perfecto pasivo participio de piprasko, ser un esclavo a o ser vendido bajo) bajo el pecado como a la penalidad del pecado de la muerte física y la lucha constante entre el Espíritu y la carne (Rom. 7:14, 25; Gál. 5:17). Y después de todo, ¿por qué la virgen, que trajo a Jesucristo al mundo como el Dios-Hombre, murió? Además, ¿por qué fue turbada y dudable, y así, como nosotros, necesitada de consuelo e instrucción?
Sola la carne satisface la carne; solo el espíritu satisface el espíritu (Juan 3:6). Lo más espiritual la adoración por los Cristianos, lo menos atractivo es a la carne. Lo siguiente es el orden para la adoración: (1) La oración es primera en el orden porque por el Espíritu de adopción clamamos, “¡Abba, Padre!” (Rom. 8:15). Uno quien ha sido regenerado se acerca a Dios en la oración por la agencia del Espíritu Santo adentro (Rom. 8:26, 27). (2) La adoración no es en el ambiente de cosas físicas (Juan 4:20-22). Es en la esfera del espíritu renovado del hombre (I Cor. 2:11-15), testificando con la verdad de Dios. (3) La adoración es la fuente del poder para el servicio (adoración — Ef. 1-2, trabajo — Ef. 3-4, y lucha — Ef. 5-6). La ausencia de la adoración significa la ausencia del servicio aceptable.
El Señor Jesús contrastó adoradores verdaderos con los adoradores falsos en Su discurso con la mujer samaritana: “Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dice a ella: dijiste correctamente, no tengo marido; porque has tenido cinco maridos, y el quien tienes ahora no es tu marido; esto verdaderamente has dicho. La mujer le dice a El: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte [Gerizim, donde los samaritanos adoraron]; y vosotros estáis diciendo que en Jerusalén es el lugar donde es necesario estar adorando. Jesús le dice: Mujer, créeme, porque una hora viene cuando no adoraréis al Padre ni en este monte ni en Jerusalén. Vosotros estáis adorando lo que no habéis conocido, adoramos lo que hemos conocido, porque la salvación es de los judíos; pero una hora viene y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en la esfera del espíritu y la verdad; porque ciertamente el Padre busca aquellos quienes están adorándole; Dios es espíritu [un Ser espiritual], y los que están adorándole deben adorarle en la esfera del espíritu renovado y la verdad” (Juan 4:17-24 — traducción).
El Hijo vino para buscar y salvar a los perdidos (Luc. 19:10). El Espíritu Santo regenera a aquellos por quienes Cristo murió. El Padre busca a los adoradores. La adoración significa reverencia, honor, y veneración. Concuerda con El que es adorado. Ninguno quien no está de acuerdo con lo que Dios dice Le adora no importa que tan sincera sea. Mucho de lo que es llamado adoración no es adoración. Uno es incorrecto en decir que todas las religiones tienen algo de bueno en ellas. Si todas las religiones son correctas, la Biblia no significa lo que dice sino lo que la gente piensa que dice. Solo el Espíritu Santo puede dar a la persona renovada el conocimiento de lo que es bueno o malo. Por lo tanto, podemos conocer y aceptar el Espíritu Santo sólo con nuestros espíritus, una imposibilidad para la carne. Hay una renovación inicial del espíritu de uno, y entonces hay una renovación continua.
La adoración es espiritual cuando la puerta del corazón nuevo es cerrada a todos los entrometidos y abierta a la verdad de Dios. Entrando en el aposento para orar y cerrando la puerta es una cosa, pero la puerta del corazón dejada abierta mientras que él supone que ora es otra cosa. Puesto que Dios es Espíritu, debemos adorarle con nuestros espíritus renovados según la verdad revelada de Dios. Dos misioneros fueron ridiculizados por un sacerdote Católico por ministrar con sólo una Biblia y un himnario. Sin embargo, no hay diferencia entre el sacerdote que va desde la Biblia a los altares, velas, crucifijos, etcétera, y la degeneración del Cristianismo desde la palabra de Dios a la Escuela Dominical, Unión de Entrenar, boletines, estandartes, dramas, gimnasios, deportes, payasos, películas, musicales, centros de familia, etcétera. Todas estas cosas son de la carne alimentando la carne. Sólo adoramos en nuestros espíritus renovados. Usamos nuestros cuerpos en el servicio; pero no servimos a Jesucristo en la esfera de la carne pero en la esfera del espíritu renovado.
Dios es espiritual en la naturaleza. El es de sustancia no material de una esencia pura y no mezclada y no limitada por la sustancia o naturaleza material. Un cuerpo material puede ser disuelto, pero la Deidad no es capaz de disolución. La esencia de Dios es indivisible y por lo tanto no puede ser dividida en partes. El sol es entero en todo lugar; ¿no debe ser Dios quien creó el sol más que Su sol creado (Jer. 23:24; I Rey. 8:27)? Puesto que Dios es espíritu, nuestro acercamiento hacia El y nuestra comprensión de El debe ser espiritual en carácter. Lo que ha nacido fuera de la carne ni puede comprender o acercarse a Dios. Una naturaleza espiritual es necesaria para comprender la verdad concerniente a Dios; aún entonces, nunca Le comprendemos totalmente. Los creyentes son relacionados con el orden espiritual de las cosas.
Los pensamientos naturales de Dios pueden ser degradados o elevados, pero ellos tienden a obscurecer lo que ha sido revelado. El Señor mediante Moisés advirtió en contra los pensamientos degradadores de Dios: “A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella. Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra” (Deut. 4:14-18). La degradación de Dios por el hombre natural es también magnificada en Romanos 1:23-32. El Señor mediante Moisés también advirtió contra los pensamientos que comparan a Dios con los elementos que El creó: “No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos” (Deut. 4:19). No debemos tampoco degradar a Dios por compararle con nosotros mismos o las criaturas más inferiores que nosotros mismos ni elevarle en nuestros pensamientos al sol, luna, estrellas, y elementos arriba de nosotros. Los dos obscurecen la revelación de Dios en Cristo. Debemos cuidar de la degradación y la elevación. Los hombres pueden hablar altamente de Dios, pero todo debe ser traído a la prueba de la Santa Escritura. Los malos pueden eclipsar la gloria de Dios, pero no pueden tocar Su esencia.
Dios es espíritu; por lo tanto, El es omnisciente (Sal. 139:7-10; Jer. 23:24). Puesto que Dios es espíritu, El puede ser comprendido sólo por el Espíritu Santo. Dios es espíritu; por lo tanto, El puede ser adorado sólo en el espíritu. La adoración que es aceptable a Dios debe ser conforme a Su naturaleza. Dos tipos de adoración, uno de espíritu y el otro en la verdad, no son enseñados en Juan 4:24 — “Dios es espíritu, y los que están adorándole deben adorarle en la esfera del espíritu renovado y la verdad” (traducción). La preposición en, locativo de esfera, indica la esfera de la naturaleza nueva y verdad revelada de Dios. Debemos adorarle en la esfera de nuestra naturaleza nueva según la revelación de la verdad que El nos ha dado. La gente quienes son heréticas en su concepto de Dios, Cristo, la salvación, etcétera, no adoran. El espíritu de uno no es correcto si él es erróneo en lo que él cree. El espíritu renovado está en oposición a las cosas externas, y la verdad está en oposición al error. Así que, Dios no puede ser adorado en error y en un espíritu renovado. El espíritu satisface al espíritu, y la carne satisface a la carne. Dios es espíritu, y el espíritu redimido del creyente es su excelencia más alta. Ambos el espíritu de Dios y el espíritu de hombre son mencionados en I Corintios 2:11 — “Porque ¿quién entre los hombres ha conocido las cosas de un hombre sino el espíritu del hombre en él? Así que también en el mismo sentido ninguno ha conocido las cosas de Dios sino el Espíritu de Dios” (traducción).
Puesto que Dios es un Ser puramente espiritual, las cosas siguientes son ciertas:
1. Dios es un Ser puramente espiritual; de otra manera, El no pudiera ser Dios el Creador. Todo artífice primero tiene su modelo en su mente. El hombre crea al grado de formar una imagen mental de algo. Sólo en la externalización de su idea el hombre es restringido. El es restringido por su naturaleza finita.
2. Dios es un Ser puramente espiritual; de otra manera, El no pudiera ser infinito en la naturaleza. El no creó sin intención. El acto de un necio es construir sin objeto. Dios no creó sin un propósito.
3. Dios es Ser puramente espiritual; de otra manera, El no pudiera ser uno. “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deut. 6:4). Si el Ser puramente espiritual poseyó un cuerpo como un hombre, El sería capaz de división. Donde está la unidad más grande, hay la más gran simplicidad.
4. Dios es un Ser puramente espiritual; de otra manera, El no pudiera ser invisible (I Tim. 1:17). A veces una representación de Dios pero no de Su esencia es hecha al sentido interior. A veces los hombres son dichos verle pero sólo en el sentido de una manifestación más plena.
5. Dios es un Ser puramente espiritual; de otra manera, El no pudiera ser independiente. Lo que es hecho de partes depende de partes, pero Dios no es hecho de partes. El es el Ser eterno e indivisible. La Triunidad no es uno más uno más uno, pero uno por uno por uno que equivale uno.
6. Dios es un Ser puramente espiritual; de otra manera, El no sería inmutable. “Porque yo Jehová no cambio...” (Mal. 3:6).
7. Dios es un Ser puramente espiritual; de otra manera, El no sería omnipresente. “Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro” (Deut. 4:39).
Un cuerpo no puede estar en dos lugares a la vez. Dondequiera que nosotros estemos nosotros sabemos. Un pensamiento confundido a muchos es como los miembros corporales pueden ser atribuidos a Dios. Puesto que los hombres son incapaces percibir de un Ser espiritual aparte de los atributos físicos, estos atributos físicos como parecen alguna semejanza a los nuestros son usados para significar los hechos de Dios. La sabiduría de Dios es llamada Su ojo. Su eficiencia es representada por el brazo. La sinceridad de Sus afectos es expresada por Su corazón. La revelación de Su voluntad Divina es llamada Su boca. La manifestación de Su favor es retratada como Su cara. Cristo se llamó a Sí Mismo una vid, una renuevo, una luz, etcétera. ¿Quién Le entiende ser literalmente esas cosas? Dios ha asumido formas por las cuales El se ha manifestado a Sí Mismo en el pilar de una nube, la zarza ardiente, los elementos, en una forma más definitiva, en el horno ardiente como un hombre, y el ángel del pacto en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, El es el Hijo de hombre, Dios absolutamente considerado apropiándose y encubriéndose en la naturaleza humana. Ha sido dicho que Dios es excelente sin la imperfección, un espíritu sin partes, grande sin cantidad, perfecto sin calidad, en todo lugar, poderoso sin miembros, entendido sin ignorancia, y más alto quien es infinitamente más allá.
La incapacidad del hombre de ver lo que a él nunca le fue intentado ver no es una imperfección en su naturaleza. El hombre nunca fue intentado ver a Dios absolutamente considerado con sus ojos físicos. Dios es invisible. Un espíritu solamente puede ser conocido por sus operaciones mediante un cuerpo material. Así que, Dios se manifestó a Sí Mismo no para sentir sino para experimentar. Dios se ha revelado a Sí Mismo en la humanidad del Señor Jesús. El es la imagen del Dios invisible (Col. 1:15). Cuan absurdo y abominable son todas otras imágenes, cuadros, etcétera. ¿Podemos hacer una imagen de lo que nosotros nunca hemos visto? Ningún hombre ha visto a Dios. Puesto que Dios está en todo lugar presente, es absurdo adorarle por una imagen. No debemos usar las ceremonias del Antiguo Testamento, como el tabernáculo, el sacerdocio, y las ofrendas, porque Jesucristo ha venido; y El es el cumplimiento de todos esos tipos y sombras. Puesto que no debemos usar las ceremonias que Dios una vez asignado, ¿debemos usar las cosas que El nunca asignó? El nunca asignó algo para nosotros usar sino la palabra de Dios para estudiar y adorarle en la esfera del espíritu renovado según Su verdad. Hay dos partes en la adoración pero no dos tipos de adoración.
La actitud de Dios hacia Su pueblo quien no sigue a Sus preceptos es el celo. “Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso” (Deut. 4:24). (Ver Ex. 20:5; 34:14; Deut. 4:24; 5:9; 6:15; 32;16, 21; Jos. 24:19; Ezeq. 16:38, 42; I Cor. 10:22.) I Corintios 10:22 muestra que el principio en el Antiguo Testamento es llevado en el Nuevo Testamento. La existencia de celos en Dios implica la existencia de amor. Los celos en Dios nunca son hablados sino en referencia a aquellos a quienes El ama. El es celoso de Su pueblo. Dios tiene un derecho a nuestro amor porque El ha derramado Su amor en nuestros corazones. Cualquier andanza de afecto y cualquier desviación de lealtad lleva heridas y provocación a los celos. ¿Nosotros como el pueblo de Dios buscamos placer en la compañía de Sus enemigos? “Almas adúlteras, ¿no habéis sabido que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por lo tanto quienquiera que pudiera desear ser un amigo del mundo, está siendo constituido enemigo de Dios” (Sant. 4:4 — traducción). “Le enojaron [israelitas] con sus lugares altos, Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla” (Sal. 78:58). “Hijitos, guardaos de los ídolos...” (I Jn. 5:21). Un ídolo es algo que viene entre el creyente y el Señor.
Los celos son la sombra lanzada por el amor. Tanto grande el amor más grande la sombra. Todo el pecado es una caracterización de virtud, y el pecado nunca se ve tan vergonzoso como cuando es colocado al lado de la virtud que le caracteriza. Los celos, como el enojo, pueden ser buenos o malos. Debemos estar enojados contra el pecado sin pecar (Ef. 4:26). Falta de enojo al pecado manifiesta que uno no ama al Salvador. Los celos son perversos cuando son contra el gozo o el éxito de otro y cuando es sospechoso de otro sin fundamento. En tales casos, puede ser el furor del hombre (Prov. 6:34). Nada puede satisfacer tal furor. La ira es cruel; y el enojo es atroz. ¿Pero quién es capaz de permanecer ante la envidia? Los celos de Elías para la gloria de Dios y Su verdad fueron buenos: “...He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida (I Rey. 19:10). Pablo aplicó el mismo principio dicho por Elías a los corintios: ”Ojalá que me soportarais un poco de insensatez; y en verdad me soportáis. Porque celoso estoy de vosotros con celo de Dios, pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo" (II Cor. 11:1, 2 — BLA). Los celos de Pablo no fueron envidia de que los corintios siguieron otros maestros, sino que él estaba ansioso sobre ellos en caso de que siendo descarriados por falsos maestros pudieran ser engañados.
Los celos son el enojo y dolor del amor insultado y lastimado. Dios no puede permanecer silencioso cuando pierde algo de afecto, confianza, o reverencia por la cual El ha removido nuestras almas. Los celos son la conciencia sensible a cualquier reducción o transferencia de afecto.
En conclusión al estudio de Juan 3:6, las cosas siguientes deberían ser evidentes a todo creyente sincero:
1. Lo que ha nacido fuera de naturaleza pecaminosa nunca en el tiempo será algo sino sólo naturaleza pecaminosa (Juan 3:6a).
2. Lo que ha nacido del Espíritu existirá para siempre como una naturaleza espiritual (Juan 3:6b).
3. El creyente, aunque nacido fuera del Espíritu, mientras esté viviendo en el tiempo no pierde su naturaleza pecaminosa que ha nacido fuera de la carne (Juan 3:6; Rom. 7:14-25; 8:3).
4. El creyente tiene dos naturalezas que están en una lucha continua (Gál. 5:17; I Jn. 2:1; 3:6, 9).
5. La virgen María, como todos los Cristianos, tuvo ambas una naturaleza pecaminosa y una naturaleza espiritual (Luc. 1:46, 47; 2:21-40).
6. Dios el Padre preparó un cuerpo en la semejanza (no la realidad) de carne pecaminosa, que el Hijo de Dios asumió como el Hijo del hombre, por la agencia del Espíritu Santo que viene sobre la virgen (Luc. 1:35; Juan 1:14; Heb. 10:5).
7. La carne misma satisface la carne; el espíritu mismo satisface el espíritu (Juan 3:6).
6
LA NECESIDAD PARA LA REGENERACIÓN
No te maravilles porque te dije: Es necesario para todos vosotros nacer de arriba. El Espíritu está respirando donde El desea, y estáis escuchando Su voz, pero no has entendido de donde está viniendo y a donde va; así es todo quien ha nacido fuera del Espíritu. — Juan 3:7-8 (traducción)
Sólo hay tres puntos de vista básicas del nuevo nacimiento: (1) pelagio — lo que debo hacer para ser salvo; (2) concurrente — el hombre coopera con Dios para llevar a cabo el nuevo nacimiento; (3) libre gracia — la enseñanza Bíblica experimentada por todo hijo de Dios que la salvación es totalmente de Dios. Cristo no enseñó hacer y dejar sin terminar. Su principio fue de ser y llegar a ser. La obra nueva es creada antes que pueda ser vivida. Así que, el hijo de Dios va desde la santificación posicional por la gracia de Dios a la santificación progresiva en la cual los recipientes de la gracia llegan a ser más como El.
En contraste a Cristo mostrando a Nicodemo su responsabilidad y afirmando la naturaleza general de esa responsabilidad, Cristo había hablado a Nicodemo acerca del nuevo nacimiento. El no, como algunos asumen, habló de un cambio entero de la naturaleza. Nada registrado en Juan 3:1-8 indica a Jesucristo cambiando la naturaleza del pecador. La naturaleza vieja no es cambiada (v. 6). La regeneración no es el cambio de la naturaleza vieja, pero es el impartir una naturaleza Divina. El Señor nos dio el principio de vida espiritual en el nuevo nacimiento; y por el poder de esta vida espiritual, El nos capacita para vencer la naturaleza vieja que permanece en nosotros. Hay una lucha continua entre la naturaleza nueva y la vieja en cada persona que ha sido salvo por la gracia de Dios.
El relato de Cristo en Juan 3:7 — “No te maravilles porque te dije: Es necesario para todos vosotros nacer de arriba” (traducción) — no significa lo que la mayoría de la gente piensa. El verbo dei, significado debe o es necesario, es representado usualmente como el deber del hombre. Sin embargo, el hombre no tiene más que hacer con el nacimiento de arriba que él tiene con su nacimiento físico. Todo nacimiento físico produce una vida que no existió previamente sino en propósito. Además, el nacimiento fuera del Espíritu es una persona llegando en existencia como un Cristiano que no existió como un Cristiano antes, sino en el pacto eterno de la gracia de Dios. El nacimiento de arriba es sobrenatural, instantáneo, invisible, y eterno. En ningún lugar en la Escritura es “nacido de Dios” presentado como el deber del hombre. El modo imperativo nunca es asociado con la obra que es exclusivamente de Dios.
Una confusión acerca de los temas de la soberanía de Dios y el nacimiento de arriba del hombre es evidenciada por la gente quien dice, “El pecador debe invitar a Jesús en su corazón,” y “Abrirle la puerta de su corazón y dejarle entrar.” Estos relatos no son Bíblicos, pero no son tan absurdos como el relato hecho acerca del discurso de Cristo con Nicodemo por las personas quienes dan servicio de labios a la soberanía de Dios en la regeneración: “No espere pensar acerca del nuevo nacimiento hasta que lo entiende, como Nicodemo, o tal vez nunca lo experimentaría.” ¿Cuál es la diferencia básica entre los primeros relatos y el último? Los primeros relatos son hechos por la gente quienes creen que los pecadores son activos en su nacimiento de arriba. El último relato es declarado por las personas quienes hablan acerca de Dios que toma la iniciativa en la regeneración, pero ellos entonces refutan su declaración en su discusión de él. Aquellos quienes categóricamente niegan que Dios toma la iniciativa en la regeneración no difieren de aquellos quienes primero lo admiten, pero dentro del contexto de la discusión de la regeneración, ellos lo niegan. El último merece mayor ridiculez porque ellos hablan fuera por ambos lados de sus bocas.
Muchos en el Cristianismo profesante piensan que nacieron Cristianos porque sus padres fueron Cristianos. Una vez una mujer vino a un cuarto de interrogación donde un evangelista conocido le preguntó que si era Cristiana. Ella contestó afirmativamente. Cuando se preguntó cuanto tiempo tenía de ser Cristiana, ella dijo que había nacido Cristiana. El predicador la felicitó por ser la primera que él había conocido que había nacido Cristiana, porque todos los demás habían nacido hijos de Adán. A un Cristiano le preguntó su profesor que donde había nacido, y él contestó dándole los nombres de dos ciudades. El interrogador preguntó como pudo haber nacido en dos ciudades diferentes. El Cristiano contestó citando Juan 3:10 — “...¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” El Cristiano había nacido fuera de la carne en una ciudad, y él había nacido fuera del Espíritu en la segunda ciudad. Uno habiendo nacido de arriba ha nacido un Cristiano.
Cristo dijo a Nicodemo, “No te maravilles porque te dije: Es necesario para todos vosotros nacer de arriba” (Juan 3:7 — traducción). El adverbio negativo me usado con el verbo aoristo activo subjuntivo thaumadzo llega a ser una prohibición; por lo tanto, es usado como un presente imperativo. La causa de la prohibición es significante por el significado del verbo impersonal dei y el uso del pronombre segunda persona plural humas, vosotros. La traducción de las palabras griegas dei humas gennethenai anothen es “es necesario para todos vosotros nacer de arriba.” “Es necesario” es la traducción del presente activo indicativo de dei. No refiere al deber del hombre sino al propósito de Dios. ¿Podría intentar alguno decir que Dios es injusto por determinar a regenerar algunos cuando El hubiera sido justo al determinar a destruir a todos? Todos los escogidos de Dios de entre ambos judíos y no judíos (Juan 10:16) nacerán de arriba, así constituyendo un rebaño con un Pastor. “...y todos quienes han sido designados [tetagmenoi, perfecto pasivo participio nominativo masculino plural de tasso, ordenar o designar] a la vida eterna creyeron” (Hech. 13:48 — traducción). Así que, el propósito de Dios determinó que los elegidos creerán, y Su propósito será realizado: “...Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré” (Isa. 46:10 BLA). (Estudian Ef. 1; Rom. 8; Juan 10; 17.) Además, el pronombre humas, acusativo masculino plural del pronombre su, significando vosotros, prueba que Cristo tuvo más en mente que el uno con quien El habló. No sólo es una necesidad para los elegidos nacer de arriba, pero también es determinado por Dios que ellos serán hechos vivos en Jesucristo.
El Señor Jesucristo terminó Su discurso acerca de la necesidad de nacer fuera de Dios mostrando qué tan soberanamente y misteriosamente se realiza: “El Espíritu está respirando donde El desea, y estás escuchando Su voz, pero no has entendido de donde está viniendo y a donde va; así es todo quien ha nacido fuera del Espíritu” (Juan 3:8 — traducción). Puesto que los comentaristas están divididos en cuanto a si la palabra pneuma debería ser traducida viento o Espíritu en Juan 3:8, la evidencia Bíblica debería ser considerada.
La palabra griega pneuma es usada 363 veces en el Nuevo Testamento, y la mayoría de las referencias designan la tercera Persona en la Deidad. A El le son dados tales títulos como el Espíritu Santo (Mat. 28:19), Espíritu de Dios (Rom. 8:9), Espíritu de Cristo (Rom. 8:9), Espíritu de verdad (Juan 14:17), Espíritu de vida (Rom. 8:2), Espíritu de adopción (Rom. 8:15), Espíritu de gracia (Heb. 10:29), etcétera. El sustantivo es usado también cuando se habla de la parte no material del hombre (Hech. 7:59; I Cor. 5:5), la parte perceptiva interior del hombre (I Cor. 2:11), espíritus demoníacos (I Tim. 4:1), ángeles como espíritus ministradores (Heb. 1:14), el espíritu del Señor Jesús (Juan 19:30; Rom. 1:4), etcétera. Aunque el sustantivo pneuma es el género neutro en el griego, es traducido correctamente en la Escritura como “El” o “Le” cuando el adjetivo demostrativo masculino pronominal ekeinos, él, es usado (Juan 14:26; 16:8, 13, 14) y también en otras referencias donde el adjetivo no es usado, tal como Romanos 8:16, porque El es una Persona. El género a los griegos fue una cuestión de sintaxis más bien que de sexo. Puesto que el Espíritu Santo es una Persona, deberíamos hablar de Su Persona como El o Le y no lo.
La palabra pneuma es traducida “viento” sólo en Juan 3:8 en muchas traducciones; pero sin cualquier reservación, este autor cree que esa traducción es incorrecta por las razones siguientes: (1) El contexto inmediato opone la traducción de pneuma como viento. Cristo no daba una analogía de comparación, como algunos creen, pero El explicaba tanto más como podemos entender acerca de la obra misteriosa del Espíritu soberano en la regeneración (Juan 3:5-7). (2) Como Dios respiró la vida física en el hombre formado del polvo de la tierra (Gén. 2:7), el Espíritu Santo respira la vida espiritual en aquellos quienes El desea (Juan 3:8). (3) Parece inverosímil que Cristo usara una analogía que no tiene la capacidad de mover y escoger a su propia discreción. Reconociendo que no hay analogías perfectas en la materia creada para ilustrar logros espirituales, un viento impersonal que sopla donde desea corre en vano sin el control del Mismo Dios soberano. Esto no es decir nada acerca de la explicación meteorológica de la velocidad y movimientos de aire controlados por la presión alta y áreas bajas de presión. Puesto que no estamos haciendo un estudio de meteorología, todo lo que necesitamos entender es que el Dios soberano controla los movimientos de viento. (4) Algunos usan el adverbio houtos, que es traducido “así” en muchas traducciones, como la prueba de que nuestro Señor hacía una comparación. El adverbio houtos puede ser usado así — en la misma manera, como esto, así, o tanto. El adverbio “así,” significando la manera indicada, es usado en la declaración de nuestro Señor, “El Espíritu está respirando donde El desea, y estás escuchando Su voz, pero no has entendido de donde está viniendo y a donde va; así [en la manera indicada por lo que Jesucristo había dicho] es todo quien ha nacido fuera del Espíritu” (Juan 3:8 — traducción).
El cielo es un lugar preparado para una gente propuesta por Dios en la eternidad. La obra de Cristo en la cruz en el tiempo fue la provisión de Dios para realizar Su propósito. La aplicación de la provisión por el Espíritu Santo al pecador elegido pasivo es el comienzo de la vida espiritual en la oveja perdida. Según nuestro contexto, la persona quien ha nacido fuera de una naturaleza corrompida física no puede, por su condición depravada, hacer ninguna contribución a su nacer fuera del Espíritu. Además, la regeneración no es el resultado del uso de medios por el Espíritu. La luz del día no fue un medio de restaurar la vista al hombre ciego. El alimento físico es un medio del crecimiento físico, pero presupone la vitalidad física. Asimismo, la palabra de Dios es un medio al crecimiento espiritual, pero presupone la vida espiritual. Ningún deseo para la palabra existe en personas espiritualmente muertas. La vida nueva no es implantada porque el hombre percibe la verdad de Dios, pero él percibe la verdad a causa de la vida que ha sido implantada.
El propósito de Dios no comienza cuando uno primero entiende la verdad. Muchos hablan de preparativos para la regeneración, pero aquellos quienes refieren a la gente buscando, tocando, y orando ignoran el hecho de lo que ellos llaman preparativos para la regeneración son, si son genuinos, las manifestaciones de la regeneración. Cualquier convicción que es obrada en una persona antes de la regeneración es nada más que la convicción de la conciencia; no es la voluntad de uno. Algunos Reformadores no son sin error concerniente a los preparativos para la regeneración. La predicación de la ley o el evangelio para llevar a cabo la convicción no puede ser dicho ser la preparación para ser nacido de arriba. Al saber que uno es un pecador y merece el infierno no es una preparación para la obra regenerada del Espíritu Santo. Algunos son de la opinión que la obra iluminadora del Espíritu precede Su obra iluminadora en la regeneración. Esto no es Bíblico, y las personas quienes han escuchado la verdad predicada deben ser advertidas contra la idea de que ellos están obligando a Dios a regenerarlos. La regeneración no es un hecho de deuda sino de gracia.
La regeneración es el comienzo de la existencia espiritual, pero no el comienzo de la existencia física. La regeneración es la obra de Dios; la conversión es el hombre volviendo a Dios en el poder del Espíritu Santo regenerando. La conversión ocurre con la naturaleza nuevamente implantada. La regeneración es un hecho único, completo en sí, y nunca repetido. La conversión es el comienzo de una vida santa que se manifiesta por una serie de hechos santos constantes y progresivos.
SECCIÓN II
EL ASPECTO OBJETIVO DE LA VIDA
Juan 3:9-15
7
LA REVELACIÓN OBJETIVA DE CRISTO
Nicodemo respondió y Le dijo: ¿Cómo pueden estas cosas llegar a ser? Jesús respondió y le dijo: Tú eres el maestro de Israel, ¿y no tienes conocimiento de estas cosas? De cierto, de cierto te estoy diciendo, estamos hablando de lo que hemos conocido y estamos testificando de lo que hemos visto, y no estáis recibiendo nuestro testimonio. Puesto que os dije cosas terrenales y no estáis creyendo, ¿cómo creeréis si yo os dijera cosas celestiales? Y ningún hombre ha ascendido al cielo sino Aquel habiendo descendido del cielo, el Hijo de Hombre. — Juan 3:9-13 (traducción)
Habiendo completado Su discurso acerca de la obra subjetiva del Espíritu Santo soberano en la regeneración, Cristo cambió a la revelación objetiva de Sí Mismo. En respuesta a la tercera pregunta por el maestro de Israel, “¿Cómo pueden estas cosas llegar a ser?” (traducción), Cristo contestó, “Tú eres el maestro de Israel, ¿y no tienes conocimiento de estas cosas?” (Juan 3:10 — traducción). Los arminianos entran en este punto para hablar acerca de la preocupación tradicional de Nicodemo. Aquellos quienes creen en la regeneración por el evangelio dicen que puesto que los hombres son regenerados por la predicación del evangelio, Nicodemo en esto punto no había sido dado el evangelio. Aquellos quienes enseñan la regeneración bautismal creen que todo nacimiento tiene tres etapas en el cambio definitivo en la regeneración: (1) sembrando la semilla, (2) el período de gestación, y (3) el nacimiento. Ellos creen que la semilla es la palabra de Dios plantada en el corazón del pecador. Su opinión es que el Espíritu Santo opera mediante la palabra que es viva y activa. Su idea es que el período de gestación viene subsiguiente a la plantación de la semilla. Ellos asumen que, cumpliendo con las condiciones de fe y arrepentimiento, el pecador es sacado a la vida por el Espíritu quien no sólo ha arreglado la reunión del pecador con el predicador, pero también da vida en el tiempo del bautismo. En contraste a estas creencias, Nicodemo fue sin la obra subjetiva de la gracia por la cual pudiera oír y entender lo que Cristo enseñaba.
El problema de Nicodemo fue que él no oía la voz de Cristo, porque el Espíritu Santo no había respirado vida en él (Juan 3:8). La palabra para “voz” es phone, voz o lengua. Cristo usó esta misma palabra cuando dijo, “A Éste el portero abre, y las ovejas oyen Su voz [phone], y El llama [phonei, presente activo indicativo de phoneo, llamar, llamar delante, o citar] a Sus propias ovejas por nombre y las conduce afuera” (Juan 10:3 — traducción). Las siguientes son características de ovejas regeneradas: (1) Ellas reconocen la voz del Pastor (Juan 10:3). (2) Ellas creen Su enseñanza (Juan 17:8). (3) Ellas tienen discernimiento espiritual (I Cor. 2:12; Heb. 5:14). (4) Ellas tienen la mente de Cristo (I Cor. 2:16). (5) Ellas prueban los espíritus (I Jn. 4:1). (6) Ellas siguen el Pastor (Juan 10:4). (7) Ellas huyen de los pastores falsos (Juan 10:5).
Algunos dicen que Nicodemo había sido conducido por Jesucristo en una actitud psicológica de ser enseñado. Su argumento es basado en lo que ellos describen como un cambio de actitud entre las preguntas de Juan 3:4 y la pregunta de Juan 3:9. En un día cuando los religiosos han sustituido la psicología por el Espíritu Santo y sus apelaciones humanísticas por la palabra de Dios, no es una sorpresa que hicieran tal relato acerca de Nicodemo. A los pecadores se les está siendo dicho que deben tener la auto-estimación por su importancia como alguien. Los predicadores quienes dicen a la gente lo que ellos quieren oír llegan a tener éxito ante de los ojos de los hombres. En campañas religiosas de avivamiento, a la gente se les dice, “el Señor ha hecho todo lo que El puede, y ahora el resultado es dejado a ustedes.” El ego depravado de uno es inflado en pensar que su destino es dejado a su decisión. El ánimo religioso, grandes muchedumbre, y muchas decisiones no son el criterio para un avivamiento espiritual.
Vivir en una edad cuando los religiosos han sido influidos por el mismo entrenamiento psicológico dado a los hombres de negocio, políticos, atletas, etcétera, concerniente al secreto de éxito, algunos creyentes no informados están siendo afectados por un reprogramamiento de la mente. Los Cristianos son sujetados al mismo reprogramamiento en el lugar del trabajo. Puesto que la mente subconsciente es dicha a ser más fuerte que la mente consciente, el estímulo que opera bajo el umbral de consciencia por el resultado del reprogramamiento causará que los Cristianos no informados sugieran cosas que no identifican con el reino espiritual. Para que la gente tenga éxito en el lugar de trabajo, a ellos se le son enseñadas las siguientes cosas: (1) Auto-confianza — Eres capaz, o puedes hacer este trabajo. (2) Auto-imagen — Debes tener un retrato bueno de tí mismo. (3) Motivación de éxito — Tu deseo debe ser más fuerte que tu miedo. (4) Entusiasmo — Debes pensar que nada es imposible para tí en este trabajo. (5) Creatividad — Debes tener una imaginación para ser creativo. (6) Una actitud de ganador — No hay tal cosa como ser un buen perdedor. (7) Deja tú procrastinar — No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. (8) La comunicación efectiva — Aprende comunicarte bien con tus compañeros de trabajo. (9) El hacer decisiones — Aprende hacer decisiones por tí mismo. (10) La dinámica personal — Sé conducido por la fuerza de tu propia fe religiosa. Todo Cristiano informado no tiene problema sabiendo que algunas de estas cosas no se relaciona a la vida Cristiana. Los promovedores de estas reglas en el lugar de trabajo usualmente las introducen haciendo tales relatos como, cambias tu mente y cambias tu rumbo; tendrás una vida maravillosa si te sientes bien acerca de tí mismo; eres tan bueno como cualquiera otro, porque Dios te hizo bueno.
Siguiendo el relato de Cristo a Nicodemo, “¿Tú eres el maestro de Israel, ¿y no tienes conocimiento de estas cosas?” (traducción), El comenzó a dar la verdad objetiva concerniente a Sí Mismo, que el maestro religioso no regenerado no recibía. “De cierto, de cierto te estoy diciendo, estamos hablando de lo que hemos conocido [perfecto activo indicativo primera persona plural de oida, conocer, entender, o percibir] y estamos testificando de lo que hemos visto [perfecto activo indicativo primera persona plural de horao, ver, experimentar, o entender], y no estáis recibiendo [presente activo indicativo de lambano, recibir] nuestro testimonio” (Juan 3:11 — traducción). Los dos verbos de tiempo perfecto demuestran el mensaje positivo de Cristo basado en Su conocimiento presente fundado sobre Su experiencia pasada. El Cristianismo es un mensaje positivo, porque su fundamento es el Ser positivo de Dios. Puesto que el hombre es un pecador positivo admitiendo ninguna pregunta, antes que él pueda recibir el mensaje indiscutible positivo del evangelio, él debe tener el aliento positivo de vida respirado en él. Cuando esto se lleva a cabo, él recibirá la palabra por sí mismo, así experimentando una conversión que no puede ser cuestionada.
Para establecer más el hecho que Nicodemo no había sido regenerado, Cristo dijo, “Puesto que [primera clase condición que afirma la realidad] yo os dije cosas terrenales y no estáis creyendo, ¿cómo creeréis si [ean] yo os dijera [eipo, aoristo activo subjuntivo de lego con ean, la tercera clase condición, es más probablemente condición futura] cosas celestiales?” (Juan 3:12 — traducción). Los predicadores quienes piensan que pueden hacer las Escrituras pertinentes (convenientes o adaptadas) al no regenerado son forzados a admitir, si ellos lo creen o no, ellos han cambiado la palabra de Dios por sus propias opiniones depravadas. (Ve Rom. 1:25.) Lo que es pertinente al no regenerado no es relativo a la Santa Escritura, y lo que es conveniente a las Escrituras no es relativo al no regenerado (Juan 3:19-21; I Cor. 2:14). Cualquier persona quien piensa que él puede hacer a las cosas espirituales convenientes al hombre natural no entiende ni la condición depravada del hombre ni la espiritualidad de las cosas celestiales. Aparte de nacer de arriba, uno es poseído por la única naturaleza que él tiene, la que nace fuera de la carne. Su corazón es dominado por su naturaleza depravada, y él es un esclavo a las pasiones de su corazón corrompido.
La revelación de Dios en el Hijo del hombre es el corazón del evangelio: “Y ningún hombre ha ascendido al cielo sino Aquel habiendo descendido del cielo, el Hijo de Hombre” (Juan 3:13 — traducción). Algunos manuscritos añaden, ho on en to ourano — “quien está en el cielo.” El Hijo de Dios asumió la naturaleza humana provista para El por el Padre en tal unión personal que El es propiamente llamado el Hijo de Dios o el Hijo del hombre. Así, tenemos un Salvador quien preexistir como el Hijo de Dios y llegó a ser el único Mediador de Dios y de los hombres, el hombre Cristo Jesús quien se dio a Sí Mismo como rescate por todos los elegidos de Dios (I Tim. 2:5, 6a).
El Cristianismo involucra un cambio que puede ser comparado a un nacimiento de arriba. Ese nacimiento es realizado por la obra del Espíritu soberano. Sin embargo, nunca pudiera ser realizada por el Espíritu aparte del Hijo eterno de Dios llegando a ser el Hijo del hombre en un Mediador de Dios y de los hombres para el propósito de llegar a ser un rescate por las ovejas. En hablar acerca de la obra subjetiva del Cristianismo, Cristo sólo mencionó el hecho inicial de nacer de arriba. En hablar de la causa de la obra subjetiva, el Señor Jesús introdujo Su obra objetiva en la cruz. Por lo tanto, la persona regenerada no descansa sobre algo en sí mismo; él es conducido por el Espíritu habitante de gracia para mirar afuera de sí mismo para aceptar el Cristo objetivo y Su obra en una experiencia verdadera de conversión.
8
LA VIDA OBJETIVA EXPERIMENTADA
Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, en la misma manera es necesario que el Hijo del hombre ser levantado, para que todos creyendo a causa de El puedan tener la vida eterna. — Juan 3:14-15 (traducción)
En estos versículos Cristo refirió al significado de la serpiente de bronce en la vida de Israel (Núm. 21:1-9). Ambos los israelitas, quienes habían sido entregados por la sangre (la pascua) y poder (mar Rojo), y los pecadores regenerados (la regeneración garantizada por el rescate de Cristo) miraron por la fe y experimentaron la salvación (liberación). Mediante la fe dada por Dios, el poder para vivir es realizado.
Para entender Juan 3:14-15, hay que considerar la relación a y el significado de la serpiente de bronce en la vida de Israel. La serpiente fue levantada en la conclusión del viaje de desierto. Así que, aquellos quienes vivieron por mirar a la serpiente de bronce vivieron en vista de su entrada a Canaán, la posesión prometida. “Mirar y vivir” debe ser distinguido de “vive” para mirar (Ezeq. 16:6). Dios no trae a Su gente en lo que Su amor propuso darnos sin primero enseñarnos lo que la carne es y siempre será en su naturaleza corrompida. La vida espiritual está en el Cristo levantado y glorificado por Su muerte sacrificadora en el Calvario.
El tipo que estamos considerando en Números 21 enseña que la carne pecaminosa ha sido condenada, y la carne condenada nunca será cambiada (Rom. 8:3). La vida involucra el don del Espíritu Santo; y por el poder del Espíritu, la persona regenerada debe mortificar los hechos del cuerpo (Rom. 8:10, 13). Esto es realizado por mirar a Aquel simbolizado por la serpiente de bronce. Así que, el remedio provisto en la muerte de Jesucristo sana al pecador creyendo y arrepentido tantas veces como necesite (I Jn. 1:7).
Habiendo introducido el tema de Juan 3:14-15, tomado del tipo de Números 21, la evidencia contextual debe primero ser considerado en la relación de la serpiente de bronce a Israel antes que sea aplicado típicamente al tema de la conversión en Juan 3. Realmente, Números es el “Libro del Desierto,” porque describe las experiencias de Israel en el desierto. Esto parece a ser el mejor título puesto que el libro cubre las andanzas y experiencias de Israel en el desierto. Por lo tanto, es el libro de orden, servicio, fracaso, y victoria. Puesto que el servicio es imposible sin orden, Dios describió en gran detalle el orden para la peregrinación de Israel (Núm. 1-4). La verdad que el orden es la primera ley del cielo es retratado en los primeros diez capítulos de Números: (1) Un censo fue tomado para determinar la genealogía de toda persona (Núm. 1). (2) La orden de los israelitas para su bienestar físico fue dada (Núm. 2). (3) La orden de los levitas, los líderes espirituales, fue dada para el bienestar espiritual de Israel (Núm. 3). (4) Un sistema Divinamente ordenado, asignando a cada hombre su trabajo de modo que no había brechas, fue dado (Núm. 4). (5) Los israelitas deben ser separados desde la contaminación (Núm. 5). (6) Los israelitas fueron enseñados la separación y la humillación, y la bendición fue pronunciada sobre ellos para su separación y humildad (Núm. 6). (7) El tabernáculo fue dedicado para la adoración (Núm. 7). (8) Los levitas, los líderes espirituales, fueron consagrados (Núm. 8). (9) Apareció la nube guiadora de la gloria shekiná (Núm. 9). (10) Las trompetas fueron sonadas para llamar a la gente a la asamblea de reunión (Núm. 10). Ningún fracaso que ha sucedido o puede suceder debe ser permitido para impedir a los Cristianos buscar la orden Divina.
El libro de Números asume que los israelitas tuvieron conocimiento de su redención, el pacto, y su identificación con el tabernáculo. Estos tres temas son totalmente discutidos en el libro de Exodo. Subsiguiente a la terminación del tabernáculo (Ex. 40), todas las instrucciones dadas en el libro de Levítico (regulación de acceso a Dios) fueron dadas dentro de un período de un mes para preparar a los israelitas para su viaje en el desierto (Ex. 40:17; Núm. 1:1). Ninguno sino aquellos quienes pudieron declarar su genealogía fueron contados para la identificación con el tabernáculo. La vida entera de Israel fue construida alrededor del tabernáculo. Asimismo, la vida total de los Cristianos debería ser construida alrededor de la asamblea. El tabernáculo simboliza no sólo el lugar de adoración pero también el lugar de que nosotros servimos al Señor. Todos los movimientos de Israel en el desierto fueron considerados en asociación con el tabernáculo, porque los israelitas sabían lo que significaba ser identificado con el tabernáculo. Estos principios son para ser aplicados por los Cristianos a las asambleas de Cristo. Ningún servicio separado de una asamblea local es aceptable a Dios. Los Cristianos no son unidades desconectadas con la libertad hacer como nos plazca.
Puesto que Números es el libro que narra la historia de los israelitas en su prueba y preparación para la entrada en Canaán, cubre la historia de Israel desde la terminación de dar la ley en Sinaí a los límites de Canaán. El libro de Números debería ser contemplado en su relación a los primeros tres libros de la Biblia — Génesis, Exodo, y Levítico. Este escrutinio conducirá a uno desde la caída del hombre creado y la depravación en Génesis, a su redención por la sangre en la pascua y la liberación por poder en el mar Rojo en Exodo, al acceso a Dios en la adoración y las leyes que regulan aquel acceso en Levítico, y entonces al servicio y provisión para aquel servicio en Números.
Este libro de servicio registra cinco grandes tipos de Jesucristo como el Hijo del hombre para suplir la necesidad de Su pueblo sobre la tierra en nuestra peregrinación: (1) El maná retrató provisión para el sustento físico (Núm. 11:7-9). (2) La ofrenda de la vaca alazana simbolizó la provisión por los pecados diarios de la carne (Núm. 19:1-10). (3) El agua de la roca prefiguró la provisión del sacerdocio (Núm. 20:7-11). (4) La serpiente de bronce simbolizó la provisión para revelar la naturaleza de pecado y su remedio (Núm. 21:1-9). (5) La Estrella de Jacob prefiguró la provisión para la esperanza durante la peregrinación de Israel en el desierto (Núm. 24).
PRIMERO — El primer tipo de Cristo como el Hijo del hombre para suplir la necesidad de Su pueblo durante nuestra peregrinación en la tierra fue el maná para el sustento físico de Israel, que retrató a Jesucristo como el pan de vida para el sustento de Su pueblo (Núm. 11:7-9; Juan 6:31-35). Los israelitas tuvieron muchas distracciones desde afuera y desde adentro en su peregrinación a Canaán. Desde afuera ellos fueron perseguidos por Faraón e interceptados por Amaléc. Desde adentro ellos tuvieron una multitud mezclada, y muchos de los israelitas mismos, escuchando a la multitud mezclada, murmuraron. Los que cuelgan sobre otros son usualmente los causantes de la mayoría de los problemas en las asambleas de Cristo. La gente descontenta no tiene problema para encontrar a los disgustados; por lo tanto, ellos se juntarán en reñir con las provisiones de Dios. La maldad nunca juega un juego negativo. Cuando las personas comienzan a quejarse contra Dios, pronto mostrarán la hostilidad contra Su voluntad. “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo [tenía un deseo insaciable — BLA], y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!” (Núm. 11:4). No hay nada tan dañoso al crecimiento espiritual del pueblo de Dios como su asociación con la gente de principios mezclados. Desde murmurar a la codicia y desde la codicia a la expresión lagrimosa de la vejación extrema es un descenso terrible.
La infamia de Israel es un recordatorio de que la naturaleza nacida fuera de la carne es carne. Esto quiere decir que la carne en los Cristianos no es mejor que la carne en el no regenerado. Así, los israelitas comenzaron a querer las mismas cosas como la multitud mezclada. Además, su llanto no fue sobre sus pecados sino porque ellos no pudieron tener lo que desearon. Seguramente no hemos olvidado el espíritu de descontento concerniente al orden de la casa de Dios que invadió las asambleas en Jerusalén y Corinto (Hech. 6; I Cor.). Las ordenes humanas que roban de algunos creyentes de gozo espiritual y privilegio continúan predominar en el Cristianismo.
La queja es una señal de ingratitud. Israel no podía ver ningún otra cosa sino al que no tuvo carne para comer. El murmullo siempre es de un lado; por lo tanto, los israelitas vieron sólo las luces, no las sombras de Egipto. Sus pensamientos volvieron a la ausencia de carne para comer, y no fueron agradecidos por el maná, la provisión de Dios para su necesidad. No confiaron en la promesa de Dios para suplir toda su necesidad: “Y mi Dios suplirá totalmente toda vuestra necesidad según Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19 — traducción).
Aunque Israel se quejó muchas veces entre Exodo 14 y la terminación de la ley de Dios al terminar de Levítico, el tipo de juicio de que leemos en Números 11:1-3 no fue ejecutado. Los israelitas fueron nuevos convertidos en su primer queja. Durante el tiempo entre su primera queja y su segunda queja acerca de no agua, habían recibido mucha instrucción y habían recibido el liderazgo de Dios según la verdad a la que habían sido expuestos. Pero ahora una gran distancia los separaba desde el punto en tiempo de su primera queja. ¿Cuál fue la diferencia entre aquel entonces y este punto en el viaje de Israel? La respuesta es doble: (1) Israel había prometido obedecer la ley que Dios había dicho mediante Moisés, pero pronto olvidó aquella promesa cuando Dios lo puso a prueba. (2) Israel había recibido instrucciones buenas para su bien espiritual y físico además de las promesas que le hubieran haber motivado. Dios le recordó de como El le tomó sobre alas de águilas y le trajo a Sí Mismo (Ex. 19:4). No había condiciones a lo que el Dios soberano había hecho para Israel, como no hay condiciones a nuestro nacer de arriba. Sin embargo, Dios requiere cosas de aquellos quienes han nacido de arriba. Israel no solamente había sido enseñado más que cuando primero salió de Egipto, pero también había prometido obedecer lo que Dios mandó. Su promesa para obedecer pronto fue olvidada cuando sintió su carne siendo descuidada. Esto indignó a Dios, y El consumió a los israelitas con el fuego hasta que Moisés intercedió por ellos. El lugar donde fueron consumidos fue nombrado Tabera a fin de perpetuar la memoria del pecado del pueblo. Cada Cristiano en cada edad está bajo la ley moral de Dios. Las aplicaciones del Nuevo Testamento de juicio son hechas sobre los hijos de Dios quienes conocen la verdad pero fracasan en obedecerla. Ellos serán castigados y algunos son matados (I Cor. 11:30; I Jn. 5:16).
Los “evangélicos” cometen el mismo pecado como los israelitas murmuradores cuando desean licencia para pecar más bien que la voluntad de Dios. Cuando son confrontados con la responsabilidad Cristiana para obedecer los mandamientos de Cristo, ellos gritan, “legalismo,” o “asesinos de la gracia.” En contraste a su definición del legalismo, la Biblia define el legalismo como el resultado de la gente tomando lo que Dios ha mandado a Su gente hacer para su beneficio espiritual condicional y haciendo esos mandamientos necesarios para la liberación de uno de la penalidad de pecado. La ley de Dios dada a Israel nunca fue designada para ser un medio de la liberación posicional, pero fue dada como resultado de tal liberación. Haciendo lo que uno ama hacer no es legalismo. Cristo dijo a Sus discípulos: “Si Me améis, guardaréis Mis mandamientos” (Juan 14:15 — traducción). El Salmista proclamó su amor por los mandamientos de Dios: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos; De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Sal. 119:97-104). La enseñanza Bíblica de la santificación progresiva no es “confiar y relajar” pero “confiar y obedecer.” Los antinomianos erróneamente dicen que el creyente no tiene más que hacer con la ley moral que un ciudadano de un país tiene que hacer con la ley de otro país.
SEGUNDO — El segundo tipo de Cristo como el Hijo del hombre para suplir la necesidad de Su pueblo en nuestra peregrinación en la tierra fue la ofrenda de la vaca alazana, que simbolizó a Jesucristo como la provisión para nuestros pecados diarios de la carne (Núm. 19:1-10). Esta ofrenda no es mencionada entre las ofrendas cuando el tabernáculo de la reunión fue primeramente instituido (Núm. 19:1-22). Puesto que el desierto fue el lugar donde el carácter verdadero de la carne se manifestó, la ofrenda de la vaca alazana fue la provisión de Dios para el desierto. Si los Cristianos considerarán como la carne se manifestó en Números 11-16, entenderemos la necesidad moral por el Israel verdadero de Dios siendo purificado de su inmundicia. Su carne deseó la guía humana, murmuró, codició, prefirió el alimento de Egipto, y se rebeló contra la autoridad Divina. Los creyentes no pueden decir que nunca hemos venido en contacto moral con lo que Pablo llama “este cuerpo de muerte” (Rom. 7:24). Las cosas de la carne demostradas por los israelitas en su viaje en el desierto se exhiben a sí mismos en nuestras vidas como Cristianos. Como Dios proveyó la ofrenda de la vaca alazana por los pecados de la carne de Israel, El ha hecho provisión en la ofrenda de Jesucristo por los pecados de la carne en los Cristianos. Cuando los creyentes permiten motivos y deseos carnales obrar en nuestras vidas, hemos tocado lo que es muerto. La muerte es el sello de la maldición Divina. El mismo problema que se evidenció en los judíos redimidos se manifiesta hoy en los santos de Dios. ¿Cómo podemos consentir la carne cuando la vemos condenada en el sacrificio de Jesucristo (Rom. 8:3)?
Aarón no hizo nada en conexión con la vaca alazana. Eleazar (su nombre significa “Dios es el ayudante”), quien fue un tipo de los santos, fue asociado con la ofrenda de la vaca alazana. Esto simbolizó la necesidad de los santos en nuestra experiencia en el desierto. La vaca alazana siendo ofrecida sólo una vez retrató que Jesucristo por el sacrificio de Sí Mismo trajo una purificación permanente de todos los pecados de los elegidos tanto como concierne a nuestra posición en Cristo. Nada puede afectar nuestra posición. Pero nuestra condición puede ser afectada por nuestro pecado de modo que perdimos el compañerismo. Nuestra posición es estacionaria, pero nuestra condición fluctúa. Puesto que el sistema Levítico fue incompetente para realizar la purificación permanente, todas las ofrendas de ese sistema fueron requeridos a describir totalmente el único sacrificio perfecto ofrecido una vez por todos. En la única Persona de Cristo se encuentra la verdad esencial que El que totalmente reveló Dios totalmente redimió a los elegidos de Dios. Como el Sustituto de los elegidos, el reclamo judicial contra nosotros ha sido quitado por la satisfacción del justo juicio Divino en la Persona del Hijo eterno del Padre. (Ve Heb. 9:12-14; 10:10-14.)
La diferencia esencial entre la ofrenda de la vaca alazana, que fue por toda la casa de Israel, y los otros sacrificios fue que una vez ofrecida no necesitó repetición por los israelitas. Fue por un pueblo redimido. Su virtud permaneció, porque las cenizas fueron el monumento de un sacrificio aceptado (Núm. 19:9, 10, 17, 21). Una hembra más bien que un macho fue usado en esta ofrenda, porque los redimidos de Dios son referidos en el género femenino — esposa en el Antiguo Testamento y esposa o novia en el Nuevo Testamento. Las cenizas representan el poder de un sacrificio completo. El agua corriente (agua viva, no sangre) representa el Espíritu de Cristo limpiando el Cristiano sucio. Ambas las personas sucias y las limpias, aquel quien ha sido contaminado por el muerto y la persona limpia quien roció el agua sobre el sucio, se limpiarán a sí mismos. Lo más cerca a Cristo que los creyentes llegan, lo más afectados somos con relación de nuestra suciedad. La naturaleza nueva no puede subir a alturas nuevas a menos que el Cristiano mortifique a los hechos de su naturaleza vieja. Purificar no es optativo; es para todo el pueblo de Dios (II Cor. 7:1). Por lo tanto, el sacerdote (no Aarón) deberá tomar madera de cedro, hisopo, y escarlata, y la echará en medio del fuego en el que arda la vaca como una expresión de naturaleza desde su elevación más alta a su profundidad más baja (Núm. 19:6). (Ve Isa. 2:12-17; Fil. 3:3-11.)
TERCERO — El tercer tipo de Cristo como el Hijo del hombre para suplir la necesidad de Su pueblo en nuestra peregrinación en la tierra prefiguró la provisión del sacerdocio (Núm. 20:7-11). Esta verdad es retratada en el relato de nuestro Señor a Moisés en la segunda experiencia de Israel de no tener agua: “Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Toma la vara y reúne a la congregación, tú y tu hermano Aarón, y hablad a la peña a la vista de ellos, para que la peña dé su agua...” (Núm. 20:7, 8 BLA). El desierto fue el lugar donde el carácter verdadero de la carne llegó en plena vista. Israel fue en el fin de su viaje en el desierto, pero su carne no fue cambiada, que armoniza con lo que Cristo dijo a Nicodemo, “Lo que ha nacido fuera de la carne es carne” (Juan 3:6a — traducción). La segunda generación de los judíos cometiendo los mismos pecados como la primera, tan pronto que salieron de Egipto por el poder de Dios mediante el mar Rojo (Ex. 17:7), prueba que aprendemos poco o nada de la historia.
Esta segunda prueba de no haber agua fue para traer afuera la provisión y el valor del sacerdocio de Jesucristo simbolizado por Aarón. El sacerdocio en este aspecto de verdad supone las enfermedades de parte de los israelitas. No había necesidad en este instancia por golpear la peña como en la primera experiencia de Israel en Meriba (Ex. 17:6, 7). Puesto que la eficacia de la peña golpeada permanece, sólo hablar a la peña fue necesario. El cumplimiento de estos tipos es explicado por Cristo Mismo en Juan 10 y Juan 17, por Pablo en Romanos 8:28-34, y por el escritor de Hebreos en Hebreos 7 y Hebreos 10. El sacerdocio es considerado completamente en su forma de resurrección.
El pueblo de Dios tropezando dentro de unos pocos pasos de la meta es en verdad triste, pero esto es lo que hizo Moisés cuando él desobedeció a Dios por hablar imprudentemente a Israel y entonces golpeando la peña dos veces más bien que hablarle a ella (Núm. 20:9-11; Sal. 106:32, 33). Admisiblemente, Moisés había sido expuesto a algunas circunstancias difíciles con Israel. En la primera prueba de Meriba, Israel criticó a Moisés porque ellos no tuvieron agua. La gente descuidó el hecho que Dios los había traído a este lugar (Ex. 17). Sin embargo, el ultraje del pueblo contra Moisés no trajo represalia del líder de Israel en este punto en su ministerio. El llevó su queja al Señor: “...¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán” (Ex. 17:4). Moisés compartía con el pueblo la misma prueba. Además, él tuvo la responsabilidad de guiarlos. Moisés pudo haber seguido el ejemplo de nuestro Salvador y preguntar por cuales de sus obras buenas le apedrearían (Juan 10:32). Aunque Moisés fue un hombre manso (Núm. 12:3), su pecado dominante fue sensibilidad e intemperancia (Ex. 2:12). Por lo tanto, en la segunda experiencia de Meriba, Moisés perdió su temple y dijo, “...Oíd, ahora, rebeldes. ¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros? Entonces Moisés levantó su mano y golpeó la peña dos veces con su vara, y brotó agua en abundancia, y bebió el pueblo y sus animales. Y el SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón: Porque vosotros no me creísteis a fin de tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel, por tanto no conduciréis a este pueblo a la tierra que les he dado” (Núm. 20:10-12 BLA). Esto no tuvo nada que hacer con su posición, pero sí involucró su condición. La primera generación de los judíos fracasó bajo Moisés; la segunda generación fracasó bajo Josúe; ¿estamos fracasando bajo Cristo?
CUARTO — El cuarto tipo de Cristo como el Hijo de hombre para suplir la necesidad de Su pueblo en nuestra peregrinación en la tierra fue la serpiente de bronce, que simbolizó la provisión para revelar la naturaleza de pecado en el pueblo de Dios y su remedio (Núm. 21:1-9). El Salvador aplicó este tipo en Juan 3:14-15. Ninguna disculpa es apropiada por el territorio histórico cubierto hasta aquí, porque es necesario construir un caso que es absolutamente irrefutable a la luz de los contextos totales e inmediatos de la Escritura. Cristo no estaba diciéndole a Nicodemo lo que tuvo que hacer para nacer de arriba, ni citó un pasaje del Antiguo Testamento que hablaba de un pueblo redimido y liberado como pudieran nacer de arriba.
La interpretación generalmente dada de Juan 3:14-15 es que Cristo comparó a Nicodemo al israelita agonizante cuya mirada de fe en la serpiente de bronce trajo salud y vida (Núm. 21:1-9). Aquellos que así interpretan estos versículos creen que tan pronto que el pecador conscientemente culpable se encomienda a sí mismo al Salvador crucificado, el Espíritu Santo opera el milagro del nuevo nacimiento, y la vida entonces recibida es eterna. Mutuamente, Juan 3:14-15 no dice lo que un pecador pasivo debe hacer para nacer de arriba. La conversión y la regeneración no llegan en la misma manera. La regeneración es el acto de Dios el Espíritu Santo sobre el pecador pasivo por el cual El imparte el principio de vida. La conversión es el acto del pecador regenerado por el poder del Espíritu de vida que habita adentro para aceptar a Jesucristo como el Señor mediante el mensaje del evangelio. Esta es la experiencia inicial de conversión, y muchas otras conversiones seguirán en la vida Cristiana.
Los descendientes de Adán han sido infectados con el veneno de la serpiente; por eso son llamados generación de víboras (Mat. 3:7). El pecado original no pierde su fermentación en los redimidos. Sólo por las pruebas los redimidos aprenden experimentalmente que la naturaleza de pecado nunca cambia para lo mejor y que el pecado que trajo la sentencia de la muerte sobre todos los hombres es muy vivo en todos los hombres, aún en los elegidos quienes han sido liberados de su penalidad. El pecado no es derogado en aquellos quienes han nacido de arriba, pero sí ha sido condenado (Rom. 8:3). Los Cristianos saben que el principio de pecado en ellos ha sido condenado, y ellos también saben que ellos tienen la última palabra en el diálogo dramático con la muerte. “Pero ahora habiendo sido manifestada por la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús, por un parte quien ha cancelado la muerte, por otra parte habiendo sacado la vida y la inmortalidad a luz por medio del evangelio” (II Tim. 1:10 — traducción).
La serpiente de bronce prefiguró a Jesucristo cuando fue levantado en la cruz. Como la serpiente fue un recordatorio de la maldición, la cruz sobre la cual Cristo Jesús sufrió recuerda a los elegidos que allí El llegó a ser una maldición por nosotros (Gál. 3:13). Dios condenó el pecado sobre el Crucificado en la cruz. La naturaleza atroz del pecado vino por el hombre, y la liberación de su culpabilidad y las consecuencias también deben venir por el Hombre quien es más que hombre, Jesucristo el Dios-Hombre. El Redentor Cercano es el pariente más cercano que cualquier persona puede tener. (Estudia el libro de Rut.) La serpiente simbolizó la maldición causada por el pecado, y el bronce simbolizó el juicio de Dios cayendo sobre Aquel que se hizo una ofrenda por el pecado. Por lo tanto, la liberación fue experimentada por los israelitas redimidos mirando en la serpiente objetiva de bronce levantada sobre una asta (Núm. 21), y la liberación es experimentada por pecadores regenerados mirando en el Salvador objetivo levantado sobre la cruz. Más consideración de lo que ha pasado en nuestras vidas revelará que aparte de la vida subjetiva, la experiencia objetiva hubiera sido imposible.
Números 21 claramente revela que en este punto en la historia de Israel el pueblo fue caracterizado por vencer sus enemigos. Sus enemigos representan los principios carnales que son opuestos a lo que es espiritual en el pueblo de Dios. Dios nunca propuso llevar a Su gente en lo que Su amor desea hasta que aprendiéramos la batalla que debemos hacer a fin de ganar la altura espiritual que Le complace. La vida espiritual es en el Salvador resucitado; por lo tanto, es enteramente afuera de la vida de la carne, porque los creyentes viven en la esfera de resurrección puesto que hemos sido resucitados por la gracia de Dios (Col. 3:1). La mordedura de la serpiente es la convicción Divina de lo que la carne verdaderamente es en la fuente de su ser. El diseño de Dios es llevar a Su pueblo a juzgar la raíz de nuestro problema, el principio de pecado que permanece en nosotros subsiguiente a nuestra regeneración y conversión.
Números 21:1-3 es una introducción buena a lo que sigue en versículos 4-9 concerniente a la serpiente de bronce. La victoria de Israel sobre Arad (el nombre significa “asno silvestre de comerciar”) fue pronto olvidada. Ninguno negaría que el rey de la prosperidad material ha tomado muchos cautivos. Como guerreros para Cristo, nunca debemos ser tan enredados en los asuntos de la vida que cesamos en ser buenos soldados (II Tim. 2:4). Después de conocer la liberación y fidelidad de Dios por muchos años, sabemos que el principio de pecado permanece en nosotros; y no estamos en libertad de hacer lo que la carne desea. Por lo tanto, la batalla se intensifica más bien que disminuye con el crecimiento.
El viaje de Israel del monte de Hor a Edom le causó ser desanimado por el camino (Núm. 21:4). Por nuestro gozo nuevamente encontrado, los Cristianos son propensos a descuidar las pruebas. Sin embargo, muy pronto la experiencia de la luna de miel es terminada, y nosotros encontramos que la vida Cristiana no es un desfile sobre un camino nivel que es protegido de las pruebas. El desierto mediante el cual viajamos es frecuentemente muy difícil sobre la carne. Aunque no hay nada en el desierto para nutrir a la vida espiritual, disfrutamos la bendiciones espirituales mientras que estemos en él. La hostilidad y batalla que encontramos en el camino llegan a ser muy pesadas, pero la gracia de Dios nos capacita a permanecer contra las fuerzas malignas. La batalla es frecuentemente combate personal y mano a mano; así, no salimos sin heridas. (Ve Ef. 6:10-18.) Una de las cosas más desanimadas acerca de la batalla es el evitar el conflicto por algunos. Pablo supo lo que fue tener camaradas que le desanimaron (II Tim. 4:16). Los israelitas desanimados hablando contra Dios y Moisés causaron que Dios enviara las serpientes ardientes entre el pueblo, que causó a mucho del pueblo morir una muerte física. El arrepentido miró y vivió; el impenitente murió. Esta misma tragedia vino a algunos de los corintios (I Cor. 11:30). Así, su condición pero no su posición en Cristo fue afectada.
Siguiendo el juicio de las serpientes ardientes, los israelitas vinieron en condiciones que fueron comunes con la “tierra del pozo.” El agua no vino de la peña, pero del pozo que rebosó de adentro de los israelitas. (Ve Juan 4:14.) El pozo había sido estrangulado con la ignorancia, desánimo, y queja. El juicio de Dios había matado algunos y causó a otros arrepentirse y ser convertidos por mirar a la serpiente de bronce. Las cosas Divinas deben ser conocidas por la experiencia antes que gobiernen nuestras vidas. Por lo tanto, la experiencia Cristiana precede la práctica Cristiana. Cuando la fuente ha sido purificada, el raudal es puro; por lo tanto, la vida Cristiana es representada no por un pozo estancado sino por agua viva y corriendo. La gracia no sólo conquista pero también pelea. Los israelitas convertidos ahora vivieron en el gozo y el poder del pozo ascendido. Fue entonces que Israel cantó, porque habían descubierto la Roca que les seguía; y que la Roca era Cristo. (Ve I Cor. 10:1-11.)
Los eventos de Números 21:7-35 son los grandes memoriales espirituales que no deben ser ignorados:
1. La conversión de Israel (vv. 7-9) vino por su mirada a la serpiente de bronce, porque Israel ya había sido liberado por la sangre y por el poder (Ex. 12; 14).
2. Israel viajó hacia el alba (vv. 10-16) porque su conversión lo guió en la dirección verdadera, puesto que indicó al propósito de Dios. (Ve Jos. 1:15; 13:5.)
3. Los conflictos de Israel ahora fueron las guerras del Señor (vv. 11-14).
4. El canto de Israel vino de la satisfacción interior (v. 17). Aquí es la experiencia subjetiva del Santo Espíritu expresándose a Sí Mismo en testimonio.
5. Israel buscó pasar pacíficamente por el territorio del enemigo (v. 22; 20:17). La literatura de hoy, el prestigio social, la influencia política, y Cristianismo profesante están todos contra las asambleas verdaderas de Cristo. Por lo tanto, no tenemos forma de gobierno, civil o eclesiástico, para imponer sobre las naciones del mundo. Si nuestra adoración es afectada, debemos obedecer a Dios más bien que los hombres.
6. Israel se defendió a sí mismo, pero no fue el agresor (vv. 23-32).
7. Israel fue victorioso porque Dios entregó a su enemigo en su mano (vv. 33-35).
La única otra referencia en el Antiguo Testamento a la serpiente de bronce es II Reyes 18:4. Lo que había sido diseñado para un propósito bueno llegó a ser una gran maldad. La serpiente de bronce no había sido mencionada por casi 800 años. Ezequías, el séptimo rey bueno de Judá, comenzó inmediatamente a restaurar lo que Acaz, su padre malo, había destruido. Aunque el padre de Ezequías fue malo por precepto y ejemplo y soportó todos los tipos de costumbres paganas, él dejó un hijo bueno. Ezequías ha sido llamado un Iconoclasta judío — una persona quien ataca la las creencias apreciadas y las costumbres tradicionales que son basadas en el error o superstición, o un quebrantador o destructor de imágenes. Entre las muchas cosas que Ezequías destruyó fue la serpiente de bronce hecha por Moisés. El la llamó “Nehushtán,” que significa un pedazo de bronce. El Rey vio un pedazo de bronce insensato y sin vida en lo que la gente contó como un dios y al que quemaron incienso. La serpiente de bronce nunca tuvo la intención de ser un objeto de adoración. Fue una lección de objeto que indica algo mayor. Todo símbolo pierde su importancia y valor verdadero si es convertido en un ídolo.
La serpiente de bronce nos sugiere el peligro de ir fuera del mandamiento Divino en lo que algunos llaman el deber religioso. Dios mandó que la serpiente fuera hecha y usada, pero no hay registro de que mandara su preservación, como El hizo en el caso de la urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón, y las tablas del pacto. Esto enfatiza la importancia de los deberes y observancias Cristianas siendo cumplidas según la palabra de Dios más bien que según las ideas supersticiosas de las gentes. El fracaso en mantener lo que Dios ha puesto para ser observado en Sus asambleas es así también erróneo.
El Rey Ezequías manifestó la honestidad sin temor cuando llamó a la serpiente de bronce “Nehushtán,” un pedazo de bronce. Su valor fue posible porque “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba...” (II Rey. 18:5-7). Las cosas deberían ser llamadas por sus nombres correctos; por lo tanto, ningún hombre de Dios debería menospreciar a la idolatría, herejía, o maldad. Llamando las cosas hoy por sus propios nombres es una virtud rara.
QUINTO — El quinto tipo de Cristo como el Hijo de hombre para suplir la necesidad de Su pueblo en nuestra peregrinación en la tierra fue la Estrella de Jacob, que prefiguró la provisión para nuestra esperanza (Núm. 24:15-19). La “Estrella de Jacob” fue una profecía dada por Balaam, el que ha sido llamado una mezcla extraña de hombre. Tres capítulos son dedicados a la descripción de este hombre increíble (Núm. 22-24). Balaam, cuyo nombre significa “confundiendo la gente”, fue un hombre que no sólo fue donado con capacidades naturales, pero también tuvo algún conocimiento de Dios. La gente no regenerada puede tener un conocimiento natural de algunos principios Bíblicos básicos. Algunas personas son perturbadas acerca de Dios habiendo hablado a Balaam (Núm. 22:9, 12, 20; 23:4), poniendo una palabra en su boca (Núm. 23:5, 16), y el espíritu de Dios habiendo venido sobre él (Núm. 24:2). Pero esto no es perturbar viendo que “...Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces?” (Núm. 22:28). La profecía de Balaam parece la de Caifás: “Ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos” (Juan 11:50-52).
En esto punto en Números 22-24, el Espíritu había cambiado de la historia y experiencia de Israel en el desierto para discutir las estrategias de sus enemigos. Uno pensaría que subsiguiente a la serpiente de bronce en la historia de Israel, hubiera aprendido juzgar la carne, dar lugar al Espíritu, y ser victorioso sobre las influencias que son enemigos a Dios. Sin embargo, Dios ahora debe hacer conocer a Su pueblo que los consejos enemigos contra El estaban en progreso. Aunque no había batalla abierta, los planes secretos para maldecir a Israel estaban en progreso. ¿Puede Satanás triunfar en maldecir el pueblo de Dios y así prevenir su entrar en la tierra prometida? La cuestión ahora no fue liberación del Egipto ni conversión sino la santificación progresiva. Satanás trabaja sobretiempo y usa planes nuevamente designados para prevenir a la gente de Dios entrar en sus posesiones prometidas. Así que, tan pronto que el pueblo de Dios aprende acerca de la debilidad de la carne y remedio de Dios para ella, Satanás cambia su táctica. El trata de maldecir lo que Dios ha bendecido, que es imposible porque el pueblo de Dios ha sido elegido, redimido, y posicionalmente puesto aparte en Jesucristo. (Ve Rom. 8:29-39.)
Balaam tuvo algún conocimiento de Dios, pero con él fue una mezcla no santa de relatos buenos con acciones malas. Los siguientes son algunos de sus relatos buenos: “Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios para hacer cosa chica ni grande” (Núm. 22:18). “¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado?” (Núm. 23:8). “...Muera yo la muerte de los rectos, Y mi postrimería sea como la suya” (Núm. 23:10). Algunas de las acciones malas de Balaam fueron los siguientes: “Azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino” (Núm. 22:23). “Y dijo Balac [gastador]: Te ruego que vengas conmigo a otro lugar desde el cual los veas; solamente los más cercanos verás, y no los verás todos; y desde allí me los maldecirás. Y lo llevó al campo de Zofim, a la cumbre del Pisga, y edificó siete altares, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar” (Núm. 23:13, 14). Como Balaam, un precio es adjunto a los sermones de algunos predicadores elocuentes quienes ponen toda su religión en sus discursos y toda su aflicción en sus voces. Pedro dijo que Balaam amó el premio de la maldad (II Ped. 2:15). Una mejor perspectiva de Balaam es ganada por aprender del consejo (Núm. 31:8, 16; Miq. 6:5), adivino (Jos. 13:22), maldición (Jos. 24:9, 10; Neh. 13:2), camino (II Ped. 2:15), error (Jud. 11), y doctrina (Apoc. 2:14) de Balaam. Balaam fue una de las diez personas nombradas en la Escritura quien dijo, “Yo he pecado.” Sólo cinco de ellos volvieron del pecado: David (II Sam. 12:13), Nehemías (Neh. 1:6), Job (Job 7:20), Miqueas (Miq. 7:9), y el pródigo (Luc. 15:18). Estos son el cinco quienes no se arrepintieron de su pecado: Faraón (Ex. 9:27), Balaam (Núm. 22:34), Acán (Jos. 7:20), Saúl (I Sam. 15:24), y Judas (Mat. 27:4).
Cuatro profecías son atribuidas a Balaam en Números 23-24, pero la que nos concierna en conexión con nuestro tema es su última profecía registrada en Números 24:15-25. “Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set” (Núm. 24:17). Como Caifás, Balaam hizo algunos relatos verdaderos. Jacob e Israel fueron mencionados en todas las profecías de Balaam. En su primera profecía, Balaam hizo la pregunta, “¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado?” (Núm. 23:8). La segunda profecía reveló que Balaam no podía revocar la bendición que Dios había conferido sobre Israel, o la razón para ella: “...El dio bendición y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel...” (Núm. 23:20, 21). Esta profecía indica a la posición de Israel mediante la redención de sangre. Sin embargo, en el tratamiento de Dios con Israel desde el punto de su condición, el Señor notó todo. La tercera profecía de Balaam reveló una frescura que complació al Señor que no pudo ser secada. Finalmente, Balaam vio una Estrella que debe venir fuera de Jacob cuya autoridad destruirá todos los enemigos de Israel, y El reinará.
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Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, en la misma manera es necesario que el Hijo del hombre ser levantado. — Juan 3:14 (traducción)
El fundamento del mensaje del evangelio fue dicho por Jesucristo en Juan 3:14. El mensaje de Cristo se originó en el pacto eterno del Dios de la gracia (Heb. 13:20); por lo tanto, desde la perspectiva de Dios, Aquel hablando a Nicodemo fue “el cordero quien fue inmolado [perfecto pasivo participio de sphadzo, poner a la muerte o matar] desde la fundación del universo” (Apoc. 13:8 — traducción). Además, El fue Aquel “habiendo sido preordinado [perfecto pasivo participio de proginosko, saber de antemano o preordinar] por un lado antes de la fundación del universo” (I Ped. 1:20 — traducción). Ahora, Este en muy poco tiempo sería levantado sobre la cruz por todos aquellos incluidos en el pacto de gracia de Dios, porque El es Aquel que había descendido del cielo para este propósito (Juan 3:13).
Subsiguiente a la resurrección de Cristo, El preguntó a los dos hombres en el camino hacia Emaús, “¿No era necesario [ouchi, la forma enfática del adverbio ou que es usada interrogativamente; además, un imperfecto activo indicativo de dei] que padeciera el Cristo estas cosas y entrara en Su gloria?” (Luc. 24:26 — traducción). Había necesidad pero no compulsión en la muerte de Cristo: “Por esta razón Me ama el Padre porque yo pongo Mi vida, para que pueda tomarla de nuevo. Nadie Me la quitó, al contrario yo de Mí Mismo la pongo. Tengo autoridad para ponerla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo; recibí este mandamiento de Mi Padre” (Juan 10:17, 18 — traducción). Dios no fue comprometido absolutamente sino condicionalmente para dar Su Hijo para morir, porque Su muerte supone la entrada de pecado y la única manera que la culpabilidad de pecado podría ser arreglada. Aunque no había necesidad por parte de Dios que el pecado entrara en la raza humana, Su sabiduría decretó que debería entrar para el propósito de Su propia gloria. Dios creó al hombre mutable con la posibilidad de pecar por la razón que el Dios inmutable no puede crear la inmutabilidad. Cualquier cosa que Dios crea debe por necesidad ser inferior al Creador. Por lo tanto, el hombre fue creado mutable; pero no fue creado pecador como el hombre nacido fuera de la naturaleza pecaminosa es pecador. El hombre, no Dios, es el autor de su propia naturaleza pecaminosa.
La afirmación que la maldad en el mundo de la humanidad es inevitable pondrá un problema para muchos a menos que ellos estén dispuestos a considerar este hecho a la luz del Soberano supremo del universo. El propósito de Dios para ordenar las cosas en tal manera que la maldad debería llegar en existencia en la humanidad mutable para el cumplimiento de Su propósito eterno no es el argumento que El no aborrece la maldad como la maldad. Transgresión contra Dios demanda no menos que la muerte, porque pecado contra el Dios infinito es el crimen infinito. Por lo tanto, el castigo debe ser infinito para que sea igual al crimen. Castigo igual al crimen es el justo juicio, pero castigo menos al crimen es la injusticia. Puesto que Dios no fue obligado a prevenir la caída del hombre, ni fue obligado a redimir el hombre después de la caída. Sin embargo, para redimir aquellos quienes el Padre eligió de entre hombres pecadores, el Hijo de Dios fuera de necesidad debe morir para proveer un sacrificio infinito. Sin embargo, Su muerte no fue mandatoria por una compulsión antecedente, porque Dios hubiera sido justo si hubiera castigado a todos eternamente (infinitamente).
El término “necesidad” indica que Dios fuera de Su placer bueno habiendo elegido a algunos para ser redimidos, regenerados, convertidos, progresivamente santificados, y glorificados fue bajo la obligación para realizar esta quíntupla liberación por el sacrificio de Su Hijo. Como el Padre fue libre de cualquier obligación, desde el punto de orden, hasta la formación del pacto eterno de la gracia, el Hijo no fue obligado a morir, y el Espíritu Santo no fue obligado a aplicar lo que el Padre había propuesto y el Hijo había comprado. El pacto de la gracia se hizo mandatorio el levantar del Hijo para los elegidos y la respiración de vida en ellos por el Espíritu Santo. El justo juicio es característico de todas las tres Personas en la Deidad. El pacto eterno de la gracia fue un pacto unilateral en que las tres Personas en la Deidad estuvieron en un acuerdo perfecto. Excluye al hombre quien no pudiera tener lugar en el compañerismo de iguales en tal obra.
La analogía que Jesucristo usó en Su discurso con Nicodemo no debe ser pasada por alto en su uso en la vida de Israel en su viaje en el desierto o en su relación al tema de la regeneración en Juan 3. Como la serpiente de bronce levantada no tuvo nada que hacer con la liberación de Dios de Israel desde Egipto, creyendo en el Cristo levantado no tiene nada que hacer con Dios regenerando un pecador pasivo. Aunque una analogía es una similitud parcial entre aspectos parecidos de dos cosas, uno no tiene la libertad de permitir su imaginación salir afuera e ir más allá de los contextos de cada aspecto cuando haga una comparación. La liberación de Israel por la sangre en Egipto no fue por su mirada en la serpiente de bronce levantada. Además, el pecador regenerado no nace de arriba por creer en Jesucristo. El cree en Jesucristo como resultado de haber nacido fuera de Dios.
Todos quienes creen la verdad concerniente a la muerte de Jesucristo por los pecados de los elegidos están interesados en lo que el Hijo de Dios ha hecho por aquellos que creen. Uno creyendo no le capacita lograr la vida espiritual provista para él, pero su fe dada por Dios le capacita para experimentar la vida que Cristo proveyó para él en el Calvario. Logrando (triunfar en alcanzar o ganar algo) y experimentando (aprender por la experiencia lo que uno tiene) la vida difieren. Por lo tanto, la vida espiritual subjetiva causa la persona regenerada hambrear y anhelar para la vida espiritual objetiva, que es experimentada por creer el mensaje objetivo concerniente la Persona y la Obra de Jesucristo. La vida espiritual debe ser impartida en el pecador pasivo antes que él pueda experimentar la vida objetiva de la obra de Cristo en el Calvario.
Nacer de arriba y creyendo en Cristo son aspectos completamente diferentes de la vida eterna: (1) La regeneración es subjetiva; la conversión es objetiva. (2) La regeneración es la justicia impartida en los elegidos de Dios; la conversión es la creencia por el regenerado en la justicia imputada. (3) La regeneración es real aparte del conocimiento de la persona de ella; la conversión es su experiencia consciente de creer en la justicia judicial. Nacer fuera del Espíritu es vida en el sentido subjetivo. La fe en Cristo es vida en el sentido objetivo.
Este es el relato más común pero no Bíblico que se hace hoy: “El pecado de la incredulidad es el único impedimento a la salvación de uno.” La incredulidad es causada por el pecado de la depravación. La incredulidad, aunque es una palabra negativa, es positiva. Emite desde una causa positiva. Así, la causa directa de la incredulidad de uno es su propia voluntad depravada. Además, si él no es una de las ovejas de Cristo, él nunca creerá; así probando que la experiencia de la salvación no es dejada a la capacidad de gente depravada para determinar si o no Cristo tendrá cualquier objetos de amor. La gente no está creyendo porque no son las ovejas de Cristo: “Vosotros no estáis creyendo, porque no sois de Mis ovejas” (Juan 10:26 — traducción). Algunos arminianos han manifestado ignorancia espiritual por decir que el significado de este versículo sería más simple si las cláusulas fueran invertidas. Pero una inversión cambiaría el significado a, “No sois de mis ovejas, porque no estáis creyendo.” Esta herejía es auto-evidente al Cristiano, porque él sabe que su nacimiento espiritual ha sido fuera de Dios más bien que fuera de su fe. No hay diferencia entre invertir las cláusulas de Juan 10:26 e invirtiendo el orden Bíblico de la regeneración por el Espíritu soberano y la conversión por la persona regenerada creyendo en Jesucristo como El es presentado en el evangelio (Juan 3:1-15). Una inversión destruiría ambos la regeneración y la conversión.
La Escritura enseña que las ovejas de Cristo por quienes El murió fueron crucificadas con El. En dar su testimonio a los de Gálatas Pablo dijo, “He sido crucificado con [sunestauromai, perfecto pasivo indicativo de sustauroo, ser crucificado junto, crucificar con otro, o ser crucificado con otro en una semejanza espiritual] Cristo [Christo, instrumental de Christos]; y yo no más [ouketi] estoy viviendo [presente activo indicativo de dzao], sino Cristo está viviendo [presente activo indicativo de dzao] en mí; y la vida que ahora estoy viviendo [presente activo indicativo de dzao] en la esfera de la carne, estoy viviendo [presente activo indicativo de dzao] por [en, instrumental de medios] la fe del [pistei, ablativo de origen de pistis] Hijo de Dios quien me ha amado [aoristo activo participio de agapao] y ha entregado [aoristo activo participio de paradidomi] a Sí Mismo por [huper] mí” (Gál. 2:20 — traducción). El tiempo perfecto del verbo sustauroo se hace la traducción, “Estoy crucificado,” incorrecta en la Biblia Reina-Valera. Debería ser traducido “he sido crucificado,” punto acción tiempo pasado con un estado continuo de resultado. El tiempo perfecto significa que Pablo había sido permanentemente crucificado con Cristo. La voz pasiva es usada porque ni Pablo ni cualquier otro de los elegidos de Dios fueron presentes cuando Cristo fue crucificado. No obstante, podemos decir con Pablo, “He sido crucificado con Cristo.” El modo indicativo de este verbo significa la realidad de nuestra crucifixión con Cristo. Aunque uno puede usar el genitivo objetivo en vez del ablativo de origen para traducir la “fe,” la verdad que la fe viene de Dios no es destruida. La fe es don de Dios. Este versículo enseña los mismos principios que hemos investigado en Juan 3.
Considera las cosas enseñadas en Gálatas 2:20 —
1. Hay tres paradojas en este versículo.
(1) Paradoja judicial — “He sido crucificado con Cristo.” En esta paradoja, la cruz vino entre Cristo y Saulo de Tarso. Para hacer una aplicación personal, la cruz vino entre Dios y mí. ¿Cómo pudo haber sido crucificado Pablo con Cristo cuando él no estuvo presente en el tiempo cuando Cristo fue crucificado? El estuvo entre los elegidos quienes fueron redimidos legalmente en la penalidad pagada por Cristo en el Calvario. Esto retrata un principio Bíblico. La muerte de Cristo en el Calvario fue realizada por todos aquellos quienes el Padre había dado a El en el pacto de la redención.
(2) Paradoja espiritual — “No más estoy viviendo, sino Cristo está viviendo en mí.” En esta paradoja, la cruz vino entre Saulo y su naturaleza pecaminosa. Hazlo personal. La cruz viene entre mí y mi naturaleza pecaminosa.
(3) Paradoja práctica — “la vida que ahora estoy viviendo en la esfera de la carne, estoy viviendo por la fe del Hijo de Dios.” En esta paradoja, la cruz vino entre el mundo y Saulo de Tarso. Personalmente, la cruz viene entre el mundo y mí. Estoy viviendo por la fe que Dios me ha dado mediante la obra redentora de Jesucristo.
2. Tres cruces son enseñadas en este versículo.
(1) La cruz externa es conectada con la paradoja judicial. Es afuera de uno mismo.
(2) La cruz interna es unida con la paradoja espiritual. Esta es la obra subjetiva del Espíritu Santo en el individuo.
(3) La paradoja práctica es juntada con la cruz que todo Cristiano debe llevar y cargar.
3. Las tres divisiones de este texto retratan el tema central de Romanos 6-8.
(1) La paradoja judicial es retratada en Romanos 6.
(2) La paradoja espiritual es revelada en Romanos 7.
(3) La paradoja práctica es descrita en Romanos 8.
Algunas de las cosas importantes en este pasaje de la Escritura pueden ser consideradas de otro punto de vista. Las siguientes tres verdades son incluidas en nuestro ser crucificado con Cristo: (1) Cristo fue crucificado. (2) Hemos sido crucificados. (3) Hemos sido crucificados juntamente con Cristo. El Señor Jesús murió; nosotros morimos; y nosotros morimos juntamente con Cristo. Esto no implica ningún compañerismo con Cristo en el hecho de mediación en el sentido de ser crucificado en nuestras propias personas. No estuvimos presentes. Cristo pagó la penalidad, y los elegidos fueron conservados. Legalmente, hemos sido perdonados. En morir en nuestro lugar como nuestro Fiador, Cristo no estuvo como una Persona privada sino una Persona pública. El, el inmaculado, absolutamente santo Cordero de Dios, fue nuestro representante en la cruz. El estaba allí por nosotros. Los beneficios comprados por Jesucristo fueron hechos nuestros como si fuéramos crucificados en nuestras propias personas. Así, somos hechos partícipes de las bendiciones de Cristo (I Ped. 2:24; II Ped. 1:1-4).
Cristo no fue a la cruz en Su propio nombre sino en los nombres de los elegidos. El fue crucificado por nosotros, que es, en nombre de los elegidos de Dios. Así como el hecho de pecado de Adán en Eden también fue nuestro, el hecho de Cristo de obediencia en el Calvario en efecto fue también nuestro aparte de cualquier culpabilidad en El como nuestro Sustituto. El estaba allí cargando nuestros pecados los cuales habían sido imputados a El. Como toda la humanidad tuvo una muerte en el pecado en Adán, los elegidos tuvieron una muerte al pecado en Jesucristo. Adán fue un tipo de Jesucristo como un hombre representativo. El representó toda la humanidad, y Cristo representó a todos los elegidos entre la humanidad. (Lee Rom. 5:12-21.)
El perfecto pasivo indicativo de sustauroo, crucificado, prueba que esta crucifixión garantizó el morir real de Pablo al pecado en algún tiempo subsiguiente. Su legalidad fue arreglada en la muerte de Jesucristo. Lo que se llevó a cabo en el Calvario hace aproximadamente 2,000 años garantizó la experiencia de regeneración y la conversión de los elegidos. Subsiguiente a nuestra crucifixión en el Calvario, éramos hechos actualmente muertos al pecado por la regeneración. No supimos nada acerca de la regeneración hasta que en el poder del Espíritu Santo aceptamos al Señor Jesucristo y tuvimos una experiencia gloriosa de conversión. Esto significa que Jesucristo es la vida del creyente. El adquirió nuestra redención, y aquella redención adquirida en el Calvario fue aplicada a nosotros cuando el Espíritu Santo respiró la vida en nosotros.
En cuanto a los reclamos del justo juicio, todos los santos del Antiguo Testamento fueron hechos vivos por crédito (Rom. 3:24-26). Ellos pudieran ser salvos por crédito porque Jesucristo el Hijo eterno fue destinado para ir al Calvario, y nada pudiera prevenir Su realización de lo que el Padre Le propuso hacer. Así que, lo que había sido judicialmente imputado a Pablo en el Calvario llegó a ser una realidad a él en la regeneración y la conversión. Saulo había muerto a la condenación de la ley porque su Sustituto, Jesucristo, había satisfecho toda demanda de la santa ley. En cuanto a los reclamos del justo juicio, todo los elegidos fueron crucificados con Cristo. Por lo tanto, la identificación con Cristo en el Calvario significa que los elegidos han satisfecho la ley en Cristo por dar obediencia de lo que es demandado, sufrir su maldición, y ser liberados de su penalidad.
Los elegidos no fueron crucificados literalmente con Cristo, pero la crucifixión visible de Cristo en el Calvario fue una señal de nuestra crucifixión espiritual de lo que El sufrió. Por lo tanto, lo que legalmente satisfizo el Dios santo es efectuado en los elegidos en el tiempo designado por Dios. Hay un tiempo de nacer, un tiempo de nacer nuevamente, y un tiempo de morir.
Concerniente a la muerte, algunas cosas importantes en su orden procedente deberían ser consideradas:
1. Antes de la creación del universo, Jesucristo fue preordinado a morir. En el propósito eterno de Dios, este presupuso la muerte del hombre en el jardín de Eden.
2. Jesucristo actualmente murió en el Calvario por los elegidos (Juan 19:30).
3. Todos quienes fueron ordenados para creer murieron con Cristo en el Calvario (Hech. 13:48).
4. La muerte legal realizada por Cristo en el Calvario es aplicada en el tiempo designado por Dios a cada uno por quienes Cristo murió (Juan 3:8). Así, uno es hecho una criatura nueva en Cristo por nacer de arriba.
5. Los Cristianos están constantemente experimentando una doble muerte: (1) “siempre llevando en el cuerpo el morir de Jesús, para que la vida también de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (II Cor. 4:10 — traducción); y (2) los Cristianos son mandados, “Por lo tanto, Mortificad miembros sobre la tierra, fornicación, inmundicia, pasiones, deseo maligno, y la codicia que es idolatría” (Col. 3:5 — traducción).
6. Hay un hecho final de morir. Pablo como un Cristiano dijo, “Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1:21). La muerte al Cristiano es nada más de andar en su sombra, porque ambos el aguijón de la muerte, que es el pecado, y la victoria de la sepultura han sido canceladas. El hecho final de morir trae el cambio final. Como nosotros recibimos un cuerpo de Dios proporcionado para la vida en la tierra, los Cristianos en la muerte recibirán un cuerpo proporcionado para el reino celestial. Aunque la muerte es un tema alarmante para la mayoría de la gente, para el Cristiano es el cambio final para la gloria.
Contrario a lo que los religiosos enseñan, la regeneración no es efectuada por la fe. Es efectuado en los elegidos por el Espíritu en la regeneración que produce la fe. La vida en el creyente no significa que él fue agente de esa vida, pero él es el sujeto. La vida no es ni auto-derivada ni auto-mantenida. La vida dada por Dios es mantenida por la gracia que Dios da y por la fe viva que tenemos en Jesucristo. La vida nueva no es menos activa que la vieja. Donde hay vida espiritual, hay actividad espiritual. Así, la vida que los creyentes viven en la esfera de la carne es por un principio implantada en nosotros por el Espíritu de regeneración. En otras palabras, esta vida espiritual es la vida dentro una vida. La vida física es la vida en la esfera de la carne; pero mientras viva en la esfera de la carne, el Cristiano tiene vida espiritual. Aunque vivimos en la carne, no vivimos según la carne. Por lo tanto, la vida espiritual en nosotros puede ser dicho predominar la vida natural en nosotros para propósitos más nobles y más altos. Esto es el Cristianismo. Dios nos da vida para que esta vida espiritual pueda controlar la vida inferior, la vida en la carne. Tal vida nunca puede llegar a una pausa completa, porque Cristo obra en nosotros para querer y para hacer Su buena voluntad (Fil. 2:12, 13). Vivimos como miembros en la Cabeza, Jesucristo.
Saulo, la auto-justicia fariseo, murió; Pablo, el apóstol, vivía; pero el ego permaneció. No obstante, la vida de Pablo no fue más egocéntrico sino Cristo-céntrico. Cualquiera quien por la gracia posee la vida eterna no es más egocéntrico. El es Cristo-céntrico.
Los siguientes son ejemplos mostrando que la vida Cristiana está llena de paradojas: (1) La existencia Cristiana es una muerte y aún una vida (I Cor. 15:31; II Cor. 4:16). (2) El creyente vive y aún está muriendo (II Cor. 4:10). (3) La vida del creyente es una vida en la carne, pero no según la carne (I Ped. 1:14).
La vida vieja de Saulo el fariseo, que es descriptivo de toda persona no regenerada, puede ser explicada como lo siguiente: (1) Su ley fue auto-interés. (2) Su inspiración fue auto-amor. (3) Su meta fue auto-satisfacción.
Por otra parte, la vida de Pablo el apóstol, que es descriptivo de toda persona regenerada, puede ser explicada como lo siguiente: (1) Su ley fue el interés de Cristo. (2) Su inspiración fue el amor de Dios, aquel amor que fue derramado en su corazón por el Espíritu Santo. (3) Su meta fue la gloria de Dios.
El vivir Cristiano en la esfera de la carne no es fácil, pero la vida en sí es inmortal. Los religiosos, porque ellos son super-optimistos, no quieren hablar acerca de las dificultades de la vida Cristiana. Sin embargo, Pablo no fue super-optimista. Consideren su sufrimiento: ojos malos (Gál. 4:15), debilidad, miedo, y mucho temblor (I Cor. 2:1-5), aguijón en la carne (II Cor. 12:7-10), persecución de afuera (II Cor. 11:12-15), persecución de los hermanos débiles por adentro (I y II Cor.), y abandonamiento por sus propios camaradas en la fe (II Tim. 4).
La vida Cristiana es inmortal. El sol puede decir cada mañana, “Vino que la tierra puede tener luz, campos pueden crecer, los viñedos pueden ser fructíferos, y el paisaje puede ser lleno con el regocijo.” El sol puede añadir, “Yo soy la resurrección; yo levanté a los mares sepultados de sus sepulturas. Sin embargo, estas plantas terrenales perecerán.” Por otra parte, cuando el Hijo de Dios dijo, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10) y “Yo soy la resurrección y la vida...” (Juan 11:25), había una dimensión añadida de importancia. Esa dimensión refiere a los recipientes de la gracia quienes tienen la vida eterna y nunca perecerán. Diferente que la planta que comienza a decaer cuando deja de crecer, la vida que Cristo da a los elegidos hace progreso eterno en el conocimiento, utilidad, y gloria. Así, la vida Cristiana va de fuerza a fuerza, gracia a gracia, y gloria a gloria. Espiritualmente, el creyente es una persona cambiada no cuando él cree pero antes que creyó, porque la fe es el fruto del cambio.
La construcción griega en Gálatas 2:20 no es igual que en el versículo 16. En Gálatas 2:16, la fe refiere a la fidelidad de Jesucristo. Por cuanto en Gálatas 2:20, la fe refiere a la vida que ahora estamos viviendo por la fe que ha venido del Hijo de Dios. Es Su don a nosotros. La fe es una gracia por la cual creemos en Dios el Padre, Jesucristo, el Espíritu Santo, y la palabra que El nos ha dado. En esta fe dada por Dios es asentimiento, consentimiento, y confianza. Los Cristianos viven por la fe, pero la vida precede la operación de fe. Esta fe es el fruto de la vida.
SECCIÓN III
LOS RESULTADOS DE
LA VIDA OBJETIVA Y SUBJETIVA
Juan 3:16-21
10
LA VIDA ETERNA PARA AQUELLOS
QUE DIOS AMA
Porque en esta manera Dios amó al mundo, de modo que El dio el Hijo unigénito, para que todo creyendo por El no perezca sino tenga la vida eterna. — Juan 3:16 (traducción)
La conjunción “porque” (gar) en este versículo, Juan 3:16, señala atrás a lo que había sido dicho. Las palabras “en esta manera” (houtos, un adverbio) señala a lo que sigue. Este adverbio es conectado con Dios “amó” (aoristo activo indicativo de agapao). Explica el amor de Dios. El verbo agapao es usado en el sentido constativo. Considera el verbo en su totalidad. ¿Cuándo comenzó Dios el Padre Su amor para los elegidos? El amor de Dios no tuvo un comienzo. Es eterno: “...Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jer. 31:3). Le amamos a El porque El nos amó primero. Dios siempre ha amado a aquellos quienes El escogió en Cristo Jesús. Conclusivamente, el adverbio houtos debe ser entendido en la luz del verbo del cual amplifica.
¿Cómo debemos considerar el amor de Dios? El amó al mundo (kosmos). ¿Debemos pensar del amor de Dios como tan extensivo y tan intensivo que El dio a Su Hijo unigénito? ¿Incluye la palabra kosmos todos sin excepción? La mayoría de la gente piensa que esto refiere al alcance del amor de Dios. Sin embargo, este texto no se refiere a la cantidad sino la calidad. Habla de la profundidad del amor de Dios, el carácter de aquel amor. La palabra kosmos puede ser usada en muchas maneras. Por ejemplo, es usada tres veces en Juan 1:10 y tiene un significado diferente cada vez: “El [Cristo] estaba en el mundo [kosmos, el mundo habitado], y el mundo [kosmos, el mundo material] fue hecho por El, y el mundo [kosmos, el mundo de los incrédulos] no Le reconoció” (traducción).
La palabra kosmos en II Corintios 5:18-19 refiere a aquellos a quienes el Padre dio al Hijo en el pacto de la redención: “Y todas las cosas de Dios Aquel habiéndonos reconciliado a Sí Mismo por Cristo y habiéndonos dado el ministerio de la reconciliación, como que Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo [kosmos, el mundo de los elegidos] a Sí Mismo...” (traducción). Todos sin excepción no serán reconciliados con Jesucristo. Sólo aquellos que el Padre dio al Hijo, sin la pérdida de uno, serán reconciliados. Jesucristo fue enviado del Padre porque El nos amó eternamente. El bajó a donde nosotros estábamos. El Espíritu Santo impartió en nosotros la obra que Jesucristo realizó en el Calvario, y el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones. Como resultado, los Cristianos se aman unos a otros. Este amor es expresado por todos sus recipientes, y vuelva hacia arriba en la alabanza, el honor, y la gloria a Aquel quien nos amó con el amor eterno. Así, el uso constativo del verbo agapao en Juan 3:16 contempla el amor en su totalidad.
Dios amó al mundo “de modo que [hoste, una conjunción super-ordinado introduciendo una cláusula dependiente describiendo el resultado] El dio [aoristo activo indicativo de didomi, que significa dio; este es otro verbo constativo que considera la acción en su totalidad]...” (traducción). Dios no puede amarnos aparte de la muerte de Su Hijo quien llegó a ser nuestro Sustituto. El nos amó en Cristo; por lo tanto, la muerte de Cristo es tanto eterna con el Padre como Su amor. Esta es la razón que se nos dice en Apocalipsis 13:8 que Su sangre fue derramada en la mente y el propósito de Dios antes de la fundación del universo. Así que, la profundidad y el carácter de Su amor es basado en la muerte de Jesucristo.
Dios dio “el Hijo unigénito [monogenes, sólo o único].” No hay ninguno como El. Nunca ha habido ni habrá uno como El. El permanece solo en calidad. El es la personificación de características únicas. Jesucristo anduvo sobre la tierra como el Dios-Hombre quien solo es el Sustituto para aquellos escogidos por el Padre. Dios dio “el Hijo unigénito, para que [cláusula de propósito] todo [pas] creyendo [presente activo participio de pisteuo] por [eis, acusativo de causa] El no perezca [aoristo medio subjuntivo de apollumi] sino [alla, el más fuerte adversativo en el griego] tenga la vida eterna [aionios, acusativo objeto directo]” (traducción).
Ningún Cristiano tiene la autoridad de decirle a una persona perdida que Dios le ama y Cristo murió por él. El libro de los Hechos registra todos los viajes misioneros de los apóstoles, el establecimiento de muchas asambleas locales, y el sermón famoso de Pedro en el día de Pentecostés. Ni una vez en el libro entero hay algo dicho acerca de Dios amándote y Cristo muriendo por tí. Ningún siervo de Cristo dijo a la gente que Dios les amaba. Pablo no llevó un cartel diciendo, “Sonríe, Dios te ama.” Todos los siervos hacían lo que Dios les había mandado. Ellos eran cazadores de ovejas, y esto es todo a lo que somos mandados hacer. Decirle a un pecador perdido que Dios le ama es el fracaso en distinguir entre aquellos quienes Dios ama y aquellos quienes aborrece. Dios no ama a todos: “...A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Rom. 9:13).
Juan 3:16 debe ser contemplado en la luz de su contexto, puesto que gar señala a los versículos precedentes y houtos señala a los versículos que siguen. Según el contexto de Juan 3:16, no hay aprecio por el amor de Dios en los corazones de la gente no regenerada. Decir a la gente quien ama las tinieblas más bien que la luz que Dios les ama es como echar las perlas delante de los cerdos. “No deis lo que es santo a los perros, ni echéis vuestros perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen con sus pies y habiendo sido vueltos os despedacen” (Mat. 7:6 — traducción). Esto no significa que una oveja perdida no pudiera actuar como un cerdo o un perro. Un ejemplo es el apóstol Pablo quien actuó como un cerdo y atacó a la gente antes que la gracia de Dios llegara a su corazón y vida. La lección es una de reverencia para la verdad de Dios y discreción en testificar y en admitir personas en el compañerismo de la asamblea.
Siguiendo el tema del juicio lícito en Mateo 7:1-5, Cristo mostró la importancia de ejercitar discernimiento perteneciendo a profetas falsos quienes llegan en ropa de oveja cuando son en realidad lobos buscando destruir con su doctrina falsa. Los Cristianos deben ser capaces de hacer discriminación apropiada entre perros o cerdos y ovejas. Pablo advirtió a los santos de Filipo acerca de profesores falsos por usar tres imperativos de blepo en Filipenses 3:2 — “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de la circuncisión falsa” (traducción). (Estudia Rom. 2:28, 29; Gál.5:12; 6:12-16; Ef. 2:11; Col. 2:11.) Los perros fueron observados como animales inmundos (Mat. 7:6; Apoc. 22:15). Los gentiles fueron considerados inmundos y por lo tanto fueron llamados perros por los judíos. Pablo replicó sobre los judaizantes por usar su propio epíteto. Pedro habló de aquellos quienes han sido expuestos a un entendimiento pleno humano de cosas espirituales — la venida de Cristo, Su muerte substituta, etcétera. Después de que oyeron estas cosas, se volvieron de ellos y retrocedieron, así evidenciando que fueron apóstatas. El último fin de aquellas personas es peor que su comienzo. Pedro los comparó a un perro que devuelve a su vómito y un cerdo que se revuelca en el lodo (II Ped. 2:20-22). Este no es decir que algunos quienes están amando las tinieblas y aborreciendo la luz (Juan 3:19) no son los elegidos de Dios, pero es un hecho Bíblico que el amor de Dios debe ser derramado en los elegidos por el Espíritu de regeneración antes que puedan reciprocar por amar a Dios. La maravilla no es que Dios odia algunos, sino que El ama cualquiera de nosotros. Jesucristo representó el Ser Divino como el Padre quien anheló por el regreso del pródigo, el buen Pastor quien va por la oveja perdida hasta que la encuentra, y el buen samaritano quien vio a los Suyos en sus heridas y vino para salvarle con Su propio costo.
Aquellos quienes creen en la redención universal o la expiación universal están en error por las razones siguientes:
1. Una expiación que fracasa expiar por todos quienes Dios propuso no es de valor alguno. En Su obra redentora, Jesucristo no hizo provisión para toda la gente sin excepción.
2. Una redención que falla en liberar a todos por quienes se propuso es inservible. Jesucristo no propuso redimir a todos.
3. Un sacrificio que no libera a todos por quienes fue ofrecido es inválido.
4. Una reconciliación que no reconcilia a todos a quienes fue decretado es deficiente.
Si la redención particular es negada, ¿sobre qué base mueren los incrédulos en sus pecados? Seguramente ninguno sería tan audaz y necio en decir que Cristo murió por sus pecados que fueron expiados en la muerte de Jesucristo. Este sería peligro doble. Peor aún, sería negar el sacrificio infinito de Cristo. La Escritura enseña que la muerte de Cristo y la defensa son del mismo alcance. Ambos quienes enseñan el libre albedrío y aquellos quienes enseñan la libre gracia limitan la redención. La redención es limitada, pero debemos discernir en donde es limitada. Aquellos quienes abogan la redención universal limitan su valor. Aquellos quienes afirman que la redención es restringida a aquellos que el Padre escogió y dio a Cristo en el pacto eterno de la gracia restringen la redención a los elegidos. Esta última creencia no limita su valor sino su alcance. Así, la obra redentora de Cristo no es desvalorizada. La verdad de la redención particular puede ser sin sentido sólo si hay incongruencia entre “murió por” y el objeto limitado, “los elegidos.” Puesto que Cristo murió como un sustituto, Su redención no es sin sentido. Como resultado, ningún individuo puede decir, “Cristo murió por toda la humanidad.”
La enseñanza de la redención universal contradice todas las características y principios fundamentales importantes de Dios:
1. La redención universal sería contraria al propósito de Dios, porque El no podía decir, “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré” (Isa. 46:10 BLA).
2. La redención universal descreditaría la sabiduría de Dios, porque El hubiera formado una redención que fracasa para realizar su conclusión intentada.
3. La redención universal revocaría el amor de Dios, porque se opondría de lo que dice la Escritura: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Rom. 9:13).
4. La redención universal invalidaría el justo juicio de Dios, porque haría a Dios culpable del peligro doble. Si Dios pagó por los pecados de toda persona sin excepción y algunos están en el infierno hoy, ellos pagarían a través de la eternidad por sus pecados cuando Jesucristo hubo pagado ya por ellos.
5. La redención universal negaría el poder de Dios, porque el fracaso debe ser por falta de voluntad, propósito, o poder. Puesto que los arminianos dicen que la voluntad de Dios es que todos sin excepción sean salvos, ellos atribuyen el fracaso a la falta de poder.
6. La redención universal anularía la inmutabilidad de Dios, porque Su amor volvería al odio por los incrédulos quienes mueren en sus pecados. Esto haría a Dios mutable, pero Dios es constante. El siempre es el mismo.
7. La redención universal negaría la gracia, porque el amor de Dios Le hubiera motivado morir por todos sin excepción y aún retener la gracia de algunos.
8. La redención universal negaría la muerte de Jesucristo, porque El hubiera muerto en vano por algunos. Separaría Su muerte de Su intercesión, pero aquellos por quienes El murió son iguales en número que aquellos por quienes El intercede.
La enseñanza Bíblica concerniente a Dios y el orden en que El obra la salvación es como sigue:
1. Dios propuso salvar a algunos. El fue el rescate por muchos, no todos (Ef. 1:4; II Tim. 1:9).
2. Dios propuso redimir a aquellos que El propuso salvar (I Ped. 1:18-21).
3. El propuso regenerar a aquellos que El propuso redimir (Juan 3:8; Tito 3:5).
4. El propuso que aquellos que El regenera creerán (Hech. 13:48).
5. Dios propuso que aquellos quienes creen serán santos (Ef. 1:4; I Tes. 4:3-7; Heb. 12:14).
6. Dios propuso que aquellos quienes serán santos perseverarán (Mat. 10:22; Heb. 10:39).
7. Dios propuso que aquellos quienes perseveran serán glorificados (Rom. 8:30).
Todo esto estuvo en la mente de Dios eternamente en una vez. El no piensa sucesivamente sino simultáneamente. Como estas cosas fueron simultáneamente en Su mente en la eternidad, el otorgamiento de ellas serán en el mismo orden en tiempo.
Dios tiene un propósito especial pero poder universal. El dio a Jesucristo poder universal para que Su propósito pudiera ser traído a fruición (Juan 17:3). El poder universal de Dios Le capacita realizar Su propósito eterno. La posibilidad que el hombre pudiera prevenir a Dios de realizar Su propósito significaría que el hombre es más grande que Dios, así humanizar a Dios y elevar al hombre. Los arminianos asumen que ellos obran en conjunción con la gracia de Dios en la regeneración de un pecador pasivo. Su ídolo, “libre albedrío,” es ensalzado porque ellos atribuyen el libre albedrío como el hecho iniciador que causa a Dios responder al hecho del hombre. Así que, la idea del arminiano es que si el pecador viene a Cristo en fe, la gracia logra su propósito; pero si quiere resistir, el propósito de Dios es derrotado.
Las siguientes son algunas preguntas que prueban la falacia de las respuestas arminianas a ellos:
1. Cuando dos hombres oyen el mismo mensaje (la proclamación del evangelio) y sólo uno es salvo pero el otro muere en sus pecados, ¿propuso salvar Dios sólo uno? El arminiano contesta, “No, porque la misma operación del Espíritu siempre acompaña la palabra.” En contraste a la respuesta arminiana, Pablo habló a los Cristianos cuando él dijo que el evangelio llegó a ellos en poder, en el Espíritu Santo, y en mucha certidumbre (I Tes. 1:5). La misma palabra predicada no entra con poder en la persona no regenerada.
2. ¿Obró Dios más poderosamente en el corazón de uno que en el otro? El arminiano contesta negativamente. Al contrario, uno oye, tiene seguridad, asigna lo que él ha oído, y es activo para las cosas del Señor; pero el otro oye, sale, y luego olvida lo que él oyó. A la persona cuyo corazón ha sido preparado por la gracia de Dios en la regeneración, la palabra entra en su corazón, permanece, y obra eficazmente en aquellos quienes creen (I Tes. 2:13).
3. ¿Abre Dios el corazón de una persona y no el corazón de otra? La respuesta del arminiano completamente ignora la Escritura por diciendo, “No, esto destruiría la libertad de la voluntad.” Pero la respuesta Bíblica es registrada en Hechos 16:14. Ni Lidia ni Pablo sino Dios abrió su corazón, y el resultado fue que ella recibió el mensaje. Sin embargo, Dios no abrió el corazón del Mago Simón (Hech. 8).
4. ¿Quién hace que los hombres difieran? El arminiano contesta, “Siempre permanece en el poder del libre albedrío rechazar la gracia que es dada y negar lo que sigue; la gracia es no la acción omnipotente de Dios que el libre albedrío no puede resistir.” En contraste, la Biblia dice que Dios hace la diferencia (I Cor. 4:7).
5. ¿Cómo vence Dios la voluntad del pecador? El arminiano contesta que el hombre es ni un robot ni un títere sobre una cuerda. El arminiano no reconoce que hay una diferencia extensa entre un pecador depravado y un robot. El pecador puede moverse, y su voluntad actúa; pero todas sus acciones son malas. Cristo dijo que la gente no vendría a El para que tuviera vida (Juan 5:40). Uno quien no cree que la voluntad de hombre es depravada no cree en la depravación; y si él no cree en la depravación, él no cree en la gracia. Dios no vence la voluntad del pecador como un policía vence a un criminal y lo pone en la cárcel contra su voluntad. La primera obra del Espíritu Santo en el pecador pasivo es para impartir el principio de vida en la regeneración (Juan 3:1-8), llamado “el Espíritu de gracia” (Heb. 10:29). Así que, el hombre regenerado, esa persona en cuyo corazón Dios ha impartido el principio de vida, posee un corazón nuevo, un espíritu nuevo, y un entendimiento nuevo. Esto puede ser llamado el comienzo de la buena obra de Dios en los Suyos (Fil. 1:6); y lo que Dios ha comenzado en los Suyos, El traerá a fruición.
La respuesta Bíblica a la oposición a la gracia irresistible es retratada en las verdades siguientes:
1. El propósito de Dios garantiza el amor.
2. La elección es la demostración del amor de Dios.
3. La encarnación y la muerte de Cristo son las manifestaciones del amor de Dios.
4. La regeneración capacita al amado experimentar el amor de Dios.
5. La glorificación es el clímax o la fruición definitiva del amor de Dios en los elegidos.
La voluntad del hombre no hace absolutamente ninguna contribución a la obra buena por el Dios soberano. El hombre es pasivo a lo que es espiritual. La gracia interna es la operación de Dios. Por lo tanto, esta operación de Dios da nueva luz al entendimiento (Ef. 1:18) y nuevo pensamiento que produce afectos nuevos (Col. 3:2). Nosotros amamos a lo que Dios ama, y aborrecemos lo que Dios aborrece. El odio de Dios es tan perfecto como Su amor; cuando aborrecemos lo que Dios aborrece, nuestro odio es tan perfecto como nuestro amor cuando estamos amando a las cosas que Dios ama. La operación de Dios da inclinaciones nuevas a la voluntad. Nuestras preferencias no son más egocéntricas pero la voluntad de Dios es nuestro deseo. El orden Bíblico es Dios primero, otros segundos, y el yo último.
La irresistibilidad de la gracia no debe ser considerado como violentamente golpeando a la voluntad del hombre. Pero no podemos ignorar la verdad que ninguno puede resistir la voluntad de Dios: “Entonces me dirás a mí: ¿Por qué todavía El encuentra culpa? porque, ¿quién ha resistido [perfecto activo indicativo de anthistemi, resistir, oponer, poner uno mismo contra, o encarar] a Su voluntad [boulema, propósito, deseo, o intención]?” (Rom. 9:19 — traducción). Hechos 11:17 sigue sobre los talones del relato de Pedro acerca de predicar a los gentiles y proclamar lo que Dios hacía por ellos lo que El había hecho previamente por los judíos: “Por lo tanto, puesto que Dios dio a ellos el mismo don como también a nosotros, que creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder impedir [aoristo activo infinitivo de koluo, prevenir, detener, o prohibir] a Dios?” (traducción). Nadie puede detener el propósito de Dios con cualquiera. La gracia no puede ser detenida por un corazón duro y rebelloso, porque la entrada de la gracia en la regeneración hace el corazón suave y receptivo a la verdad y la voluntad dispuesta obedecer la verdad. Por lo tanto, Pablo fue severo, pero él también fue compasivo. La gracia entra por el hecho del Dios soberano, y por aquel hecho somos gente nueva con el entendimiento nuevo, pensamientos nuevos, y deseos nuevos.
11
NINGÚN JUICIO SOBRE AQUELLOS
A QUIENES DIOS AMA
Porque Dios no envió al Hijo al mundo para que pudiera juzgar al mundo, sino para que el mundo pudiera ser salvo por El. El que está creyendo por medio de El no está siendo juzgado; el que no está creyendo ha sido juzgado ya, porque él no ha creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Y este es el juicio, que la luz ha venido al mundo y los hombres amaron las tinieblas más bien que la luz; porque sus obras eran pecaminosas. Porque todo el que está practicando cosas malas aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras pudieran ser expuestas; pero el que está practicando la verdad viene a la luz, para que sus obras pudieran ser reveladas que ellos han sido producidas por Dios. — Juan 3:17-21 (traducción)
La palabra “porque” (gar) conecta Juan 3:17 con el versículo precedente. El aoristo activo indicativo de apostello, que significa enviar, es un verbo compuesto constituido de apo y stello. Es usado en el sentido constativo para mostrar que vea la acción en su totalidad. Dios no envió el Hijo al (eis, acusativo de alcance) mundo de la humanidad (kosmos) para que pudiera juzgar (presente activo subjuntivo de krino; este verbo tiene una gama amplia de significado, que puede ser reducida en nuestro contexto a juzgar o condenar) al mundo de los elegidos (kosmos) sino (alla, el adversativo más fuerte en el griego) para que el mundo de los elegidos (kosmos) pudiera ser salvo. El mundo de los elegidos es el sustantivo de “pudiera ser salvo” (sothe, aoristo pasivo subjuntivo de sodzo). Los elegidos son salvos por (dia, ablativo de agencia) el Hijo, Jesucristo. La interpretación común del versículo 17 es que Jesucristo no vino la primera vez para juzgar, pero El juzgará cuando venga la segunda vez. Sin embargo, El sí juzgó en Su primera venida, manifestado por el echar fuera los cambiadores de dinero del templo.
En Juan 3:18, la persona que está creyendo (pisteuon, presente activo participio de pisteuo) por medio de (eis, acusativo de causa) El no está siendo juzgada. El verbo para juzgar es presente pasivo indicativo de krino, que significa juzgar, condenar, o administrar el justo juicio. Este juicio es negado por el adverbio me. En contraste al que cree, el que no (me) está creyendo (presente activo participio de pisteuo) permanece juzgado (kekritai, perfecto pasivo indicativo de krino — acción cumplida en tiempo pasado con un estado resultante de juicio — permanece juzgado) ya (ede, adverbio), porque (hoti, conjunción causal) en el pasado él rehusó creer (perfecto activo indicativo de pisteuo), con un estado resultante de incredulidad, en (eis, acusativo de referencia) el nombre (onoma, título o autoridad; pero más que esto, se refiere a la Persona cuyo nombre declara quien es El) del Hijo unigénito de Dios. Así que, los incrédulos permanecen juzgados porque ellos rehúsan creer que Jesucristo es la Persona que Su nombre Le declara ser, el Hijo unigénito de Dios.
Las únicas dos divisiones importantes de personas en el mundo de la humanidad son los creyentes y los incrédulos. Esto elimina la llamada tercera categoría compuesta de incrédulos quienes una vez fueron creyentes. Aquellos quienes aceptar la teoría falsa de la posibilidad de los creyentes (Cristianos) llegando ser incrédulos (no-Cristianos) preguntan acerca de aquellos quienes creen por un tiempo breve; y en el tiempo de la prueba, llegan a ser apóstatas (Luc. 8:13). Su pregunta conduce a las personas interesadas en la verdad Bíblica a los dos principios básicos de Juan 3:1-21. Aparte de un entendimiento claro de la diferencia entre la vida subjetiva y objetiva, uno nunca será capaz de manejar las Escrituras que son aparentemente contradictorias.
Las personas que carecen la vida subjetiva del Espíritu en la regeneración pueden por un tiempo breve creer con la fe humana (Luc. 8:13). Ellos pueden creer en la misma manera como aquellos quienes vieron los milagros que Cristo hizo (Juan 2:23-25); Simón el Mago, quien escuchó la predicación de Felipe y quiso comprar el poder que él vio demostrado en Pedro (Hech. 8:12-25); aquellos descritos en la Epístola a los Hebreos como retrocediéndose (Heb. 10:38, 39); o los demonios (Sant. 2:19). La diferencia mayor entre los demonios y los religiosos es que los demonios creen y tiemblan, y los religiosos creen pero no tiemblan. Creer aparte del Espíritu regenerado es una fe que no puede aguantar la prueba.
Uno quien conscientemente echa la mano en Jesucristo porque él ha sido inconscientemente alcanzado por el Espíritu Santo de la regeneración, tiene la fe salvadora. El “espíritu de fe” (II Cor. 4:13) es una parte de la vida subjetiva del Espíritu en la regeneración (Juan 3:8); por lo tanto, lo que es una parte no puede ser la causa de la totalidad. Puesto que ningún hecho puede ser conocido antes de la existencia de ese hecho, por la misma lógica, uno no puede saber por la fe que él ha sido regenerado a menos que él haya sido regenerado: “Todo aquel creyendo que Jesús es el Cristo ha nacido [perfecto pasivo indicativo de gennao, nacer] fuera de [ek, ablativo de origen] Dios, y todo aquel amando [presente activo participio nominativo masculino singular de agapao] a El quien le dio a luz [aoristo activo participio de gennao] está amando [presente activo indicativo de agapao] a aquel quien ha nacido [perfecto pasivo participio de gennao] fuera de [ek, ablativo de origen] Dios” (I Jn. 5:1 — traducción).
La fe aparte del Espíritu de regeneración no es nada más que fe humana y no regenerada que nunca puede ser llamada el don de Dios de fe (Ef. 2:8), su fe santísima (Jud. 20), o la fe de los elegidos de Dios (Tito 1:1). La preposición en, instrumental de causa de Juan 3:15, y la preposición eis, el acusativo de causa de Juan 3:16 y 18, significan, “por medio de El [Cristo].” Por lo tanto, los elegidos son capaces de objetivamente echar la mano en Jesucristo por la fe; porque habiendo sido legalmente crucificado con Cristo en el Calvario, hemos sido subjetivamente alcanzados en la regeneración. (Ve I Juan 5:9-13.)
Cualquier persona quien no puede ver que “nacer de Dios” precede “creyendo” está espiritualmente ciega, o él está tan lleno con el prejuicio que no puede ver el bosque de la verdad de Dios por los árboles de las tradiciones humanas y costumbres denominacionales. La simulación, que es el hecho o proceso de pretender, es corrientemente popular. La pretensión crea una característica imaginaria o toma el papel de algo que es irreal. Un simulador es una persona o cosa que finge. Así que, algunas personas fingen lo que no son, y algunas máquinas fingen ciertas condiciones para los propósitos de entrenamiento o experimentación. Somos hechos conscientes de estos por el Programa de Espacio con que nosotros hemos sido familiarizados. Los diamantes simulados al ojo no entrenado aparecen ser el artículo genuino. El miembro promedio de la asamblea hoy es incapaz de distinguir un miembro simulado de la asamblea de uno quien ha nacido fuera de Dios, porque él tiene tan poco conocimiento de la Santa Escritura que capacita uno hacer un juicio justo según la palabra de Dios (Juan 7:24).
El punto de vista generalmente aceptado de la fe es que es el instrumento por el cual el pecador es unido a Jesucristo. Siendo unido a Cristo es entendido por aquellos quienes adoptan esa vista significar que uno ha nacido nuevamente. Sin embargo, puesto que la fe salvadora es el don de Dios, el efecto no puede afectar o cambiar el efecto. Simplemente dicho, la fe salvadora no es la causa de sí misma. Según la Escritura, ninguno puede creer sino por medio de la gracia (Hech. 18:27). Por lo tanto, el “espíritu de fe” que es una fe viva (II Cor. 4:13) viene del Espíritu de regeneración (Juan 3:8). La persona no regenerada no posee una fe viva. Esto levanta una pregunta importante, ¿Cómo puede una fe espiritualmente muerta hacer a uno vivo en Cristo Jesús? La actividad espiritual es tanto imposible para una persona muerta en delitos y pecados como la actividad física es para uno que está físicamente muerto (Ef. 2:1; Heb. 9:14).
El orden en la salvación debe ser observado con referencia a ambos Dios y hombre. Este orden es ejemplificado en los vasos del tabernáculo (Ex. 25-40) y en las ofrendas (Lev. 1-5). El orden de Dios es la elección, la redención, la regeneración, y el llamamiento que trae la fe en operación. Sin embargo, el orden del hombre es invertido en su entendimiento. El orden del hombre comienza con el llamamiento eficaz de Dios que trajo el “espíritu de fe” en acción. Entonces, él es hecho realizar lo que él nunca pudo haber escuchado el llamamiento aparte de la regeneración. En este punto, él aprende que la regeneración es el producto de la obra redentora de Cristo en el Calvario. Finalmente, él es enseñado por Dios que la redención es el fruto de la elección Divina. La elección es el escalón más alto y la fe es el escalón más bajo en la escalera de la salvación del hombre de la maldición y la penalidad del pecado. Si Dios comenzó con la fe del hombre, como la mayoría de los religiosos enseña, la escalera de la salvación sería invertida. Esto significaría que la fe del hombre llegaría ser la más alta y la elección soberana de Dios llegaría ser la más baja en la redención del hombre. Ese punto de vista de la salvación es nada menos que blasfemia, porque el hombre sería deificado y Dios sería humanizado. Así, la “mente reprobada” es manifestada (Rom. 1:28; II Tes. 2:11).
La psicología del día moderno es uno de los peores enemigos del Cristianismo. Uno de los principios fundamentales de psicología es dar al hombre auto-estima. Su filosofía es que cuando destruye el auto-respeto del hombre por hacerle sentir que por la naturaleza él es inservible por la depravación, él es conducido a una vida pecaminosa y imprudente.
La regeneración por el evangelio es la próxima cosa a la enseñanza herética de la regeneración bautismal. Usados para soportar la suposición de la regeneración por el evangelio y basado en Juan 3:18 son los argumentos siguientes y las respuestas a ellos:
1. Aquellos quienes creen en la regeneración por el evangelio afirman que sin la fe activa uno es condenado. Ellos entonces preguntan, ¿Cómo puede una persona ser viva por la regeneración y condenada a la vez, puesto que algunos dicen que uno debe tener la vida para creer?
Respuesta: (1) Dios escogió a los elegidos en la eternidad antes que El los escoge en el tiempo (Ef. 1:4; I Ped. 1:2). (2) Dios dio los elegidos a Cristo en la eternidad antes que El los da a Cristo en el tiempo (Juan 17:6, 9, 11, 12, 24; 6:37). (3) La gracia fue dada a los elegidos en Cristo antes que los siglos de las edades (II Tim. 1:9), y es traída a los elegidos en el tiempo (Tito 2:11-14). (4) Los elegidos fueron justificados sobre el fundamento de la obra redentora de Cristo antes de que ellos fueron justificados en sus conciencias por la fe (Rom. 3:24-26; 5:1). (5) Los elegidos fueron justificados ante Dios mientras que ellos fueron los hijos de ira (Ef. 2:1-3). La justificación en la vista de Dios fue sobre la base de la justicia imputada, y la justificación por fe es sobre la premisa de justicia impartida. Si esto es difícil de comprender para tí, hazte la pregunta a tí mismo, ¿Cómo pudiera Jesucristo haber sido hecho una maldición cuando El fue perfecto? Cristo fue hecho una maldición, aunque El fue perfecto, para que los elegidos pudieran tener una justificación ante Dios mientras caminaban según el espíritu que opera en los hijos de desobediencia.
2. Aquellos quienes creen en la regeneración por el evangelio argumentan que una persona llega a ser hijo de Dios por la fe en Jesucristo (Gál. 3:26). Por lo tanto, asumen que uno debe oír el evangelio, arrepentirse, y creer para llegar a ser un hijo regenerado de Dios. Ellos preguntan, ¿qué van hacer aquellos quienes creen en un lapso de tiempo entre la regeneración y la conversión con Efesios 1:13?
Respuesta: Cualquiera quien enseña que una persona no regenerada puede creer en Cristo y ser salvo (nacido de Dios) niega la depravación. En primer lugar, la regeneración y la salvación no son términos sinónimos. La regeneración no es hacer el hombre viejo en una persona mejor; el Espíritu produce una creación nueva (II Cor. 5:17; Ef. 2:10; Juan 6:63). Por otra parte, uno puede ser salvo por la fe (Luc. 7:50), el fuego (I Cor. 3:15), la predicación (I Cor. 1:21), la perseverancia (Mat. 10:22), el llamamiento (Hech. 2:21), la vida de Cristo (Rom. 5:10), sí mismo (Hech. 2:40; I Tim. 4:16), por dar luz (I Tim. 2:15), mediante agua (I Ped. 3:20), etcétera. En estos asuntos, la palabra es un medio de la salvación (experiencia de conversión), pero no es el medio de la vida. Las Escrituras son útiles para enseñar, redargüir y para instruir en justicia; pero la palabra de Dios no hace a uno vivo en Jesucristo. Además, la palabra de Dios capacita la persona pasiva quien ha sido hecha viva por el Espíritu soberano conocer por su actividad espiritual en el estudiar las Escrituras que él es vivo en Cristo (I Jn. 5:13; I Tes. 1:5, 6; 2:13).
Ambos Pablo y Juan fueron padres con niños (I Cor. 4:14-17; I Jn. 2:1); pero su paternidad como siervos fue en la relación a su enseñanza, no por infundir el principio de la vida. Como hijos de Dios, los Cristianos sólo tienen un Padre, nuestro Padre que está en el cielo. Sin la vida subjetiva por el Espíritu soberano, creyendo el mensaje objetivo de Jesucristo sería imposible. Por otra parte, cuando una persona es regenerada, fracasar en creer en Cristo es imposible.
El relato de Pablo a los de Gálatas, “Pues todos sois los hijos [huoi, nominativo masculino plural de huios, denota dignidad de relación] de Dios, dia tes pisteos en Christo Iesou” (Gál. 3:26 — la traducción), puede significar que nosotros somos los hijos de Dios “mediante la fidelidad en Cristo Jesús” o “mediante la fe en Cristo Jesús.” ¿Somos los hijos de Dios por la fidelidad de Cristo, o por nuestra fidelidad? Pablo escribió a los Cristianos. Aunque las dos traducciones son gramaticalmente correctas, aquellos quienes dicen que significa “la fe en Cristo Jesús” son forzados admitir que la fe es el fruto de la regeneración en el sentido que es parte de la salvación que fue planeado por el Padre, provista por la muerte de Cristo, y aplicada por el Espíritu Santo. Cualquiera quien cree que como resultado de haber nacido de Dios mediante la fe en Cristo como su Salvador, él ha recibido Su naturaleza, y así él ama a Dios como así también todos aquellos quienes han nacido de Dios, hace el efecto la causa del efecto. Esa creencia es tan herética como la afirmación que por la fe tú respiras el Espíritu Santo en tu vida, y El te da la vida espiritual. En contraste, ambos el arrepentimiento y la fe son dones de Dios que se originan del Espíritu Santo en la regeneración (Jer. 31:18, 19; Hech. 11:18; Ef. 2:8; Fil. 1:29; II Tim 2:25; Heb. 12:2).
La fe dada por Dios trae conocimiento, afectos, y la voluntad a la sumisión humilde al verdadero y viviente Dios; y somete a la provisión hecha por Dios para el hombre. Puesto que la fe es parte de la creación nueva en Cristo, los elegidos no son regenerados por la fe; pero los elegidos regenerados son salvos mediante la fe. La fe produce hechos de la gracia, pero no la disposición de la gracia. La fe verdadera hace toda la vida significativa y nos jala fuera de nosotros mismos. Así que, la fe de los elegidos de Dios conduce al pleno conocimiento de la verdad según la piedad (eusebeia, sentimiento reverencial, piedad, y devoción a Dios). (Ve I Tim. 3:16; 4:7, 8; Tito 1:1.)
La fe es representada por los religiosos como ser de origen humano. Ellos dicen es el mismo tipo como la calidad humana que causa uno poner su dinero en un banco o su confianza en una aerolinea cuando toma su asiento en un avión. En esta manera, a los pecadores se les es dicho transferir tal creencia de objetos mundanos a Jesucristo, y el resultado sería el nuevo nacimiento. Por lo tanto, bajo el estímulo emocional de la psicología de multitud traída por predicadores persuasivos, enérgicos, y elocuentes, los millones de gente transfieren su llamada confianza a Dios, se juntan con las asambleas, son bautizadas, y se ponen a trabajar. Puesto que estos métodos han probado ser exitosos, ¿quién pueden dudar el éxito? Siendo ciegos por su religión humana, ellos no pueden ver o entender que Dios argumenta contra y condena todo sistema religioso. En todos los sistemas humanos, más énfasis es puesto sobre el método que en el Salvador; en medios humanos, más que en el Espíritu Santo; en los testimonios y experiencias humanas, que en la palabra de Dios; en números, que en buscar las ovejas de Cristo; en entretener la carne, que en apelar a aquellos quienes han sido hechos vivos por la regeneración; etcétera. El punto cardinal de todo esto es que el sistema del hombre es una obra de mérito, pero la obra de Dios es una de la gracia. Si la fe del hombre salva su alma, ¿qué salva su cuerpo o perfecciona su salvación? Si la fe no es nada más que un hecho humano, ¿cómo puede ser llamada “la fe de los escogidos de Dios” (Tito 1:1)? Pablo habló de su apostolado como ser para el propósito de “la fe de los elegidos de Dios con una vista a su pleno conocimiento de la verdad según la piedad sobre la base de la esperanza de vida eterna, que Dios que no puede mentir prometió antes de que el tiempo comenzara” (Tito 1:1, 2 — traducción).
Las siguientes son algunas características de las dos categorías de la humanidad en Juan 3:17-21:
Creyente |
No Creyente |
1.Salvo. | 1. Perdido. |
2. Por Cristo. | 2. Por la depravación. |
3. En un estado de creer. | 3. En un estado de juicio. |
4. Cree que Cristo es la Persona que declara Su nombre. | 4. Rehusa creer que Cristo es la Persona que declara Su nombre. |
5. Ama a la luz. | 5. Ama a las tinieblas. |
6. Practica la verdad. | 6. Practica la maldad. |
7. Viene a la luz. | 7. Aborrece la luz. |
8. Desea tener reveladas sus obras. | 8. No desea tener expuestas sus obras malas. |
9. Regenerado - Este es punto crucial, porque la regeneración produce la fe y una vida fructífera. | 9. No regenerado -- Este es la línea baja, porque sin el nuevo nacimiento él no tiene la fe dada por Dios; así, vive una vida de pecado. |
El estar creyendo (presente activo participio de pisteuo) del creyente (Juan 3:18), no siendo juzgado (presente pasivo indicativo de krino) (Juan 3:18), practicando la verdad (presente activo participio de poieo) (Juan 3:21), y viniendo a la luz (presente medio indicativo de erchomai) (Juan 3:21) todos son culminados (el punto más alto porque señala al Dios soberano) con un perfecto pasivo participio de ergadzomai (Juan 3:21), que significa el creer presente del creyente, no siendo juzgado, practicando la verdad, y viniendo a la luz han sido producido por Dios (Ef. 2:10; Fil. 1:6; 2:13). El creyente no puede cerrar más el libro de la experiencia que él puede el libro de la revelación de Dios. El cree, vive, y habla la verdad.
Por otra parte, el incrédulo no está creyendo (presente activo participio de pisteuo) (Juan 3:18), ha sido juzgado (perfecto pasivo indicativo de krino, en un estado de juicio) (Juan 3:18), no ha creído (perfecto activo indicativo de pisteuo, es en un estado de no creer) (Juan 3:18), amó (aoristo activo indicativo de agapao, usado en el sentido constativo, considerando la acción en su totalidad) a las tinieblas porque sus obras siempre eran (imperfecto activo indicativo de eimi — descripción de lo que iba en el tiempo pasado) malas (Juan 3:19), está practicando (presente activo participio de prasso) cosas malas (Juan 3:20), aborrece (presente activo indicativo de miseo) la luz (Juan 3:20), y no viene (presente activo indicativo de erchomai) a la luz para que sean expuestas sus obras (Juan 3:20). Así, él manifiesta una vida continua de pecado. La vida de pecado de uno no es por la incapacidad total del hombre, viendo que él tiene la capacidad para pecar. Su vida de pecado es por su incapacidad total espiritual, que incluye su mente, corazón, y voluntad. El no necesita algún esfuerzo sobrenatural para hacer la maldad, puesto que él es inclinado naturalmente para practicar la maldad. Hay una tendencia en el hombre para lo que es fácil y natural llegar a ser habitual. Así, la persona no regenerada va de los pecados menores a los pecados mayores. Los pecados más grandes son hechos bajo las capas de sistemas religiosos.
Lo que ha nacido fuera de la carne es el instrumento dispuesto de pecado por la razón que está en un estado de maldad (Juan 3:6). Por lo tanto, sugerir que tal persona, pasiva a lo que es espiritual, pudiera colaborar en cualquier manera con el Espíritu Santo en la regeneración es absurdo. Las características del incrédulo retratadas en Juan 3:17-21 capacitan la mente iluminada para saber que la vida debe preceder el escuchar la verdad del evangelio.